Egipto: un referéndum para legitimar el golpe

15/1/2014 | Miguel Máiquez
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Un ciudadano vota en el referéndum constitucional de Egipto, en El Cairo. Foto: Ed Giles / Getty Images

Es la primera parada en el camino trazado por los militares egipcios para legitimar y apuntalar el golpe de Estado que acabó con el gobierno islamista del presidente Mohamed Mursi: aprobar una nueva constitución para, en unos meses, poder celebrar unas elecciones a las que, aunque aún no lo ha anunciado de manera oficial, es muy probable que se presente el general golpista Abdul Fatah al Sisi, jefe de las fuerzas armadas y actual hombre fuerte del país.

La nueva carta magna, redactada por el gobierno instaurado por el ejército, ha empezado a someterse a referéndum este martes, en un proceso electoral que durará dos días. Teniendo en cuenta la imposibilidad de una campaña libre por el «No», la abrumadora propaganda por el «Sí» desplegada por la maquinaria del Estado, la previsiblemente importante abstención ciudadana y el boicot anunciado por los islamistas, el resultado a favor parece cantado. Como cuenta el periodista Mikel Ayestaran, «las calles de todo el país están empapeladas de carteles pidiendo el ‘Sí’ y los medios de información se han volcado con el nuevo texto. No hay espacio para el ‘No’, las voces críticas han sido silenciadas y políticos y activistas de la oposición han sido detenidos por mostrar su rechazo a la constitución».

El objetivo del Gobierno interino egipcio es demostrar, a través de las urnas, que los militares contaban con apoyo popular, tanto cuando derrocaron al presidente Mursi como en la brutal represión de los Hermanos Musulmanes que vino después. Públicamente, las autoridades sostienen que el nuevo borrador constitucional es una notable mejora con respecto a la carta anterior, puesto que reconoce más derechos y libertades y representa un paso crucial en el camino a la «estabilidad».

La nueva constitución viene a reemplazar a la aprobada en referéndum en diciembre de 2012 (una consulta en la que participó tan solo el 33% del electorado), y que fue suspendida tras el golpe de Estado de julio de 2013.

La constitución de Mursi no era, ciertamente, un modelo de carta democrática o respetuosa con los derechos humanos. Sus críticos, las fuerzas liberales y laicas, aseguran, con razón, que el gobierno respaldado por los Hermanos Musulmanes alumbró una constitución que no representaba la realidad de la sociedad egipcia, y que no protegía las libertades por las que luchó la revolución que acabó con el régimen de Hosni Mubarak en 2011. Ni los derechos de las mujeres ni los de los cristianos (aproximadamente el 10% de la población) estaban suficientemente salvaguardados.

Pero la nueva constitución, la del general Al Sisi, aparte de emanar de una autoridad ilegítima, tampoco es precisamente ejemplar. Es cierto que reconoce una mayor libertad religiosa (aunque solo protege el credo y la práctica religiosa de «aquellos que creen en las religiones celestiales: islam, cristianismo y judaísmo»), pero, en la práctica, supone un importante fortalecimiento del poder del ejército.

Para empezar, conserva la cláusula que hace posible que los civiles sean juzgados en tribunales militares. No permite estos juicios expresamente, pero las excepciones son tantas, que lo que en realidad se pretende es no tolerar ningún tipo de amenaza percibida contra el poder militar. Por otra parte, los militares tendrán control sobre el nombramiento del ministro de Defensa durante los dos primeros periodos presidenciales tras la aprobación de la constitución, una disposición que implica que el presidente no podrá decidir libremente sobre la elección de este cargo.

En la nueva constitución, que fue redactada por un comité de 50 personas, entre las que solo había dos representantes de partidos islamistas, el islam sigue siendo «la religión del Estado» y los principios de la sharia se mantienen como «la principal fuente de legislación». Sin embargo, y tal y como se explica bien en este análisis de la BBC, ha sido eliminada una disposición de la constitución de 2012 que daba una detallada definición de estos «principios». Por otro lado, con el nuevo texto, los partidos «no podrán ser formados sobre la base de religión, género, raza o geografía». En la constitución anterior tan solo se especificaba que no podrían «discriminar» atendiendo a la religión.

Otra disposición importante de la nueva carta magna es que, por primera vez, el Parlamento tendrá la facultad de remover a un presidente electo y procesarlo.

Entre los aspectos mejorados con respecto a la constitución anterior destacan la inclusión de la prohibición explícita del tráfico de personas y una mayor protección para los menores, cláusula esta última que quedó fuera en la constitución islamista anterior. El nuevo borrador establece que «todos los menores de 18 años son niños», lo que abre la puerta a prohibir los matrimonios forzosos de mujeres menores de edad.

Aparte de la casi totalidad de las opiniones expresadas en los canales de televisión, tanto públicos como privados, la nueva constitución tiene el apoyo de los partidos Al Nur (salafistas), Dustour, Wafd y Egipcios Libres. El movimiento popular Tamarod, responsable en buena parte de la convocatoria que sacó a miles de egipcios a la calle en contra de Mursi, antes del golpe militar, también respalda el «Sí». En general, la constitución de Al Sisi tiene las bendiciones de un amplio espectro que incluye a liberales, socialistas, naseristas, nacionalistas e incluso socialdemócratas, unidos por el común denominador de su rechazo al islamismo.

En contra de la nueva carta magna están el Partido Fuerte de Egipto, el movimiento juvenil 6 de Abril (uno de los instigadores de las protestas que llevaron a la caída de Mubarak), el movimiento Socialistas Revolucionarios y el movimiento No a los Juicios Militares. La mayoría de las razones de su rechazo se encuentran en los artículos que mantienen o amplían el poder de los militares, o en el hecho de que se trate de un proceso promovido por autoridades golpistas.

En cuanto a los islamistas, la coalición Alianza Nacional de Apoyo a la Legitimidad (NASL), en la órbita de los ilegalizados (y declarados «grupo terrorista») Hermanos Musulmanes, anunció su boicot al referéndum.

En su crónica previa al referéndum, el corresponsal de El País en El Cairo, David Alandete, escribe:

El Cairo ha quedado cubierto estos días de miles de grandes carteles, azules y verdes, en los que se lee «sí a la constitución». Muchos van acompañados por el marchamo de la foto del general Al Sisi, que considera presentarse a la presidencia, con uniforme militar. Un anuncio radiofónico repite machaconamente la frase «vota sí, vota contra el terrorismo». En el golpe de Estado los militares no dejaron muchas opciones al poder de Morsi y los Hermanos Musulmanes. Ahora han seguido ese mismo patrón. El sí parece ser la única opción de Egipto.

La agencia AP, por su parte, ha recogido los testimonios de varios ciudadanos en las calles de la capital egipcia. Estos son algunos de ellos:

«He votado “Sí” porque creo que estamos en una crisis. Esta constitución no es perfecta, pero necesitamos avanzar primero y arreglarla después». (Ameena Abd Al-Salaama, 65 años, en el barrio de Zamalek, una zona rica de la ciudad)

«Los Hermanos Musulmanes son como un pollo sin cabeza que está exhalando su último aliento, y un “sí” significará su final. Yo estoy aquí para enviar al mundo y a aquellos que odian a Egipto el mensaje de que queremos vivir y que nuestro país vuelva a funcionar». (Alaa al-Nabi Mohammed, 67 años, en el barrio de Imbaba)

«Esta constitución no está construida desde la legitimidad. Yo no voy a votar. Sé que va a aprobarse, lo queramos o no, pero no puedo participar en algo de lo que no estoy covencido. Y si digo algo en contra de ella, me detendrán. Mantenerse callado es mejor». (Hani Abdel-hakim, 33 años, en el barrio de Assuit, de mayoría islamista)

«Voy a votar “Sí”. Voté “Sí” en el referéndum anterior y votaré “Sí” otra vez. Porque necesitamos un país seguro, necesitamos progreso. Solo Dios sabe si las cosas cambiarán en realidad, o no». (Fatma Ahmed, 58 años, en Ciudad Nasser)

«Sinceramente, no puedo ir a votar. Yo estuve con los manifestantes en las protestas de Rabaa, y les vi morir. Para mi, este referéndum no tiene ninguna legitimación». (Ahmed Zakaria, 24 años, cerca de un colegio electoral situado junto a la mezquita de Rabaa Adawiyya, la zona donde las fuerzas de seguridad disolvieron violentamente una protesta de varios días en favor de Mursi, con el resultado de unos 300 muertos)

El pasado 28 de diciembre, un par de días después de que los Hermanos Musulmanes fuesen declarados «organización terrorista», la arabista Luz Gómez García señalaba en un imprescindible artículo, publicado en El País, que la nueva carta magna egicpia «refuerza el papel de la religión y las Fuerzas Armadas, y su publicación coincide con una ley que restringe el derecho de reunión. El país es hoy más militar y más islamista que hace tres años». Y concluía:

La nueva Constitución, tan semejante a sus predecesoras, no podrá hacer frente al cambio social que ha vivido Egipto. Ha nacido apoyándose en la represión y no augura su fin. La declaración, por parte del Gobierno golpista, de los Hermanos Musulmanes como organización terrorista es una sentencia a muerte para la democracia. Lo lógico sería que Egipto se siga considerando revolucionario y le aplique a Al Sisi el correctivo que le aplicó a Morsi por menos.


Más información y fuentes:
» Egypt’s winding path toward a new constitution (Ursula Lindsey, en Mada Masr)
» Referendo en Egipto: qué está en juego (BBC)
» Egipto, represión y Constitución (Luz Gómez García, en El País)
» Egypt votes this week on new constitution, with result already known (Nancy A. Youssef, en McClatchy)
» Una constitución a medida del régimen (David Alandete, en El País)
» Egypt’s Good, Bad, and Ugly (H. A. Hellyer, en Foreing Policy)
» A constitutional mirage in Egypt (Islam Abdel-Rahman, en openDemocracy)
» Doing the math on Egypt’s referendum (Wael Nawara, en Al Monitor)
» Voices of Egypt’s voters on draft constitution (AP)
» On Egypt’s General Sisi (Nervana)