Sobre la legalidad de la muerte de Bin Laden

3/5/2011 | Miguel Máiquez
La portada de la revista ‘Time’ del 7 de mayo de 1945, tras la muerte de Adolf Hitler, y la de esta semana, con Osama bin Laden

La operación de las fuerzas especiales del ejército de EE UU que ha acabado con la vida de Osama bin Laden en Pakistán ha dado lugar a una lógica avalancha de opiniones y análisis. Expertos, comentaristas, políticos y representantes públicos de todo el mundo tratan de responder a los interrogantes, valorar lo sucedido y aventurar pronósticos para el futuro.

Esta es una pequeña selección de reflexiones publicadas hasta ahora, tanto en medios de comunicación tradicionales (en papel y en Internet) como en la blogosfera, y atendiendo exclusivamente a la cuestión de si la operación militar fue o no legal, y si está justificada.

Los expertos consultados por la BBC señalan dos normas básicas en torno a las que hay que discutir la legalidad o no de esta acción militar: La «Autorización para el uso de la fuerza militar» y la «Resolución de poderes de guerra»:

La primera fue emitida tras el 11-S y el Congreso para autorizar al presidente a emplear toda la fuerza necesaria contra quienes «considere que de forma determinante» son responsables del ataque contra las Torres Gemelas y el Pentágono.

Esa autorización está supeditada a la segunda norma apuntada por los expertos, la «Resolución de poderes de guerra», ley federal de 1973 que exige que el inicio de hostilidades sea consultado al Congreso y además expresamente autorizado si es que dura más de dos meses.

Con esas dos normas como marco inicial básico, los expertos coinciden en que la clave de la legalidad de la acción contra Bin Laden acaba siendo reconducida al debate de si la operación se trató de un genuino acto de guerra. […]

Los que niegan que fuese un acto de guerra señalan que no es posible emprenderla contra una entidad que no sea un Estado. […]

Otros analistas discrepan e indican que se trató de un legítimo acto de guerra y que Obama actuó amparado por la «Autorización para el uso de la fuerza militar» emitida contra todos los implicados en el 11-S.

Quienes se inclinan por considerar la acción legal resaltan que lo fue porque los comandos que ejecutaron la operación contemplaban la opción de permitir que los islamistas se rindieran. […]

Varios medios de comunicación israelíes compararon este martes la eliminación del jefe de Al Qaeda con las «liquidaciones selectivas» que Israel ha llevado a cabo contra algunos líderes de Hamás o Hizbulá:

Estados Unidos ha logrado una operación de liquidación selectiva por excelencia.

Un comentarista en la radio pública israelí

Israel podría considerar que desde un punto de vista legal la liquidación de Bin Laden fuera de las fronteras de Estados Unidos le otorga una firma en blanco para actuar contra terroristas fuera de sus fronteras.

Diario Israel Hayom

¿Cómo habría sido la reacción de la comunidad internacional si Israel hubiera matado a Bin Laden sin proceso?

Diario Yediot Aharonot
Imagen cedida por la Casa Blanca en la que se ve al presidente de EE UU, Barack Obama, y a varios miembros del equipo de seguridad nacional estadounidense, siguiendo en directo la misión que acabó con la muerte de Bin Laden en Pakistán. Foto: Pete Souza / Casa Blanca

Más opiniones:

[…] El 11-S puso el último clavo en el ataúd legal de Bin Laden. […] El presidente de Estados Unidos tiene una amplia potestad para llevar a su país a conflictos bélicos. Es cierto que en la Sección Octava del Artículo Primero de la Constitución se especifica que el Congreso tendrá, entre otros poderes, el de «declarar la guerra (…) y adoptar normas concernientes a la captura de tierras y aguas». Pero no lo es menos que el texto no especifica qué es una «guerra». EE UU sólo ha declarado oficialmente la guerra cinco veces a ocho países, entre ellos, precisamente, España, en 1898. Algunos otros conflictos son considerados «enfrentamientos militares», pero han sido autorizados por el Congreso, como, por ejemplo, Vietnam, la Guerra del Golfo, la invasión de Irak y la Guerra de Afganistán.

Pablo Pardo, en El Mundo

No conocemos, y probablemente no conoceremos nunca, los detalles de lo sucedido. No sabemos, y probablemente no sabremos nunca, si hubiera sido posible capturar con vida al asesino Bin Laden para que recibiera un juicio justo.

Aunque percibo que una inmensa mayoría de los ciudadanos de los países occidentales están felices y consideran lo sucedido como una demostración de fuerza que genera confianza en la eficacia de la democracia americana, y por ende, de sus aliados, formo parte de la minoría que piensa que acabar de este modo con la vida de este repugnante ser humano ha sido un error que puede tener graves consecuencias que podemos pagar cualquiera.

Melchor Miralles, en El Confidencial

Hay quien argumenta que el uso de fuerza letal contra individuos concretos elimina la posibilidad de un juicio justo y constituye un asesinato ilegal. Pero un Estado que está inmerso en un conflicto armado, o en una legítima defensa, no necesita aplicar procesos legales a sus objetivos antes de usar la fuerza letal.

Harold Hongju Koh, consejero legal del Departamento de Estado de EE UU, citado en The Guardian

Obama no ha reconocido la autoridad de la joven Corte Penal Internacional (2002) como garantía mínima de legalidad contra los desmanes de la guerra, pero a pesar de eso le hemos otorgado el liderazgo moral imprescindible para llevar a cabo esta extraña intervención militar libertadora. Hemos renunciado a la superioridad moral que nos otorgaba el condenar todo tipo de violencia política contra el Estado o del Estado.

Luis Fernando Crespo Zorita, un lector, en El País

No es justicia exactamente lo que ha encontrado Bin Laden. Si la OTAN es cuestionada en los últimos días en Trípoli por rozar a Gadafi en un bombardeo que ha matado a uno de sus hijos y varios nietos. Si la resolución de la ONU que permite la intervención internacional para fijar una zona de exclusión aérea en Libia no incluye precisamente acabar con el dictador. Si la guerra de Irak ha sido llevada a los infiernos de las guerras por no contar con ningún tipo de legalidad internacional frente a los casos de Kosovo, Afganistán o Libia. Si todo eso ocurre es porque la causa de la legalidad internacional parecía emerger como único salvavidas en el universo posterior a la guerra fría en que hemos visto naufragar grandes valores en los pozos del 11-S, Guantánamo o Irak. […]

No es legalidad lo que se enarbola, sino la legitimidad construida sobre 3.000 muertos en el corazón de EEUU e incontables atentados en otros países, incluido el doloroso 11-M de Madrid.

Berna Honzález Harbour, en El País

La muerte de Bin Laden elimina el campo minado que habría supuesto capturarle vivo y someterlo a un juicio. ¿Acaso hubieran proferido convertir esto en un juicio espectáculo? ¿Lo habrían enviado a Guantánamo o habría sido juzgado en suelo estadounidense? ¿Juzgarlo en Afganistán? ¿Y qué habría pasado si los saudíes, aliados de EE UU, hubiesen querido extraditarlo? Todas las alternativas pintaban mal.

Christian Leuprecht, experto en seguridad internacional, en The Toronto Star

Osama bin Laden se hizo famoso por cometer y apoyar actos en todo el mundo que equivalieron a crímenes contra la Humanidad. También inspiró a otros a cometer graves abusos contra los Derechos Humanos. Su muerte podrá fin a su papel como organizador o inspirador de este tipo de actos criminales. Desconocemos las circunstancias de su muerte y de la de otras personas que estaban con él, y estamos intentando conocerlas.

Claudio Cordone, director de Amnistía Internacional

En este momento no creemos que el lugar donde estaba Osama bin Laden sea un área de conflicto armado, así que hace falta una investigación. La gente dice que se ha hecho justicia, pero no se ha hecho justicia. La justicia se hace cuando alguien es arrestado y llevado a juicio.

Brad Adams, director de Human Rights Watch en Asia

El Gobierno considera que la muerte de Osama bin Laden en una operación de las fuerzas especiales y de los servicios de Inteligencia de Estados Unidos supone un paso decisivo en la lucha contra el terrorismo internacional y por ello quiere felicitar al presidente de Estados Unidos, Barack Obama, a su Gobierno y a sus Fuerzas Armadas. Asimismo, el Gobierno reitera su compromiso de colaboración con Estados Unidos y otros países unidos en la lucha contra el terrorismo allá donde se geste o ejecute.

Gobierno español, en un comunicado oficial

No deja de sorprender cómo se ha naturalizado el crimen y el asesinato, y cómo se celebra. Antes, los gobiernos imperiales por lo menos guardaban las formas ante la muerte de cualquier individuo, independientemente de lo que se le acuse.

Elías Jaua, vicepresidente de Venezuela

Queda, por supuesto, una pregunta obvia sin responder: ¿No podían haber capturado a Bin Laden vivo? ¿No le fue posible a la CIA, a los Navy Seals, a las Fuerzas Especiales, o a cualquiera que fuese la unidad estadounidense que le mató, haber lanzado una red sobre el tigre? Obama ha calificado su muerte como un acto de «justicia». En los viejos tiempos, «justicia» significaba un proceso, un tribunal, una audiencia, una defensa, un juicio. Como los hijos de Sadam, Bin Laden fue abatido a balazos. Desde luego que él nunca quiso ser capturado vivo […]. Pero un tribunal podría haber preocupado a más gente, no sólo a Bin Laden. Después de todo, Bin Laden podría haber hablado de sus contactos con la CIA durante la ocupación soviética de Afganistán, o acerca de sus encuentros íntimos en Islamabad con el príncipe Turki, el jefe de la inteligencia saudí. Justo igual que ocurrió con Sadam, que fue juzgado por el asesinato de sólo 153 personas, y no por los miles de kurdos a los que gaseó, y que fue ahorcado antes de que tuviese la oportunidad de contarnos cosas sobre los componentes de las armas químicas procedentes de EE UU, o sobre su amistad con Donald Rumsfeld, a quien recibió en 1980 después de invadir Irán, siendo éste asistente militar del ejército estadounidense.

Robert Fisk, en The Independent

Una operación militar no es un acto de justicia. Es un acto de guerra, lo que no lo hace inevitablemente más o menos asumible. Osama bin Laden declaró la guerra a EE UU y siempre dejó claro que estaba dispuesto a morir. Acabar detenido o fallecer de muerte natural le hurtaba la posibilidad de convertirse en un mártir, que es lo que estaba exigiendo a sus partidarios.

En muchas ocasiones, y no relacionadas con la guerra o el terrorismo, nos encontramos con apelaciones a la justicia que son en realidad llamamientos a la venganza. Son dos conceptos diferentes que se entrecruzan con desgraciada facilidad.

Lo que es realmente lamentable no es que Bin Laden haya encontrado el destino que buscaba sino que miles de personas hayan muerto a causa de sus ideas criminales. O que miles de personas hayan también fallecido cuando EE UU decidió aprovechar la agresión del 11-S para embarcarse en una cruzada con la que asegurar su hegemonía en Oriente Medio.

Comparado con eso, la muerte o ejecución de Bin Laden es sólo una nota moral a pie de página.

Íñigo Sáenz de Ugarte, en Guerra Eterna

Nadie quiere criticar la forma en que han matado a Obama bin Laden. Todo el mundo está aplaudiendo la exitosa operación, y, tanto en Nueva York como otras ciudades de Estados Unidos, la gente corriente ha explotado en júbilo. Las únicas palabras compasivas han venido de la menos política de las voces autorizadas, el Vaticano. Su portavoz ha declarado que «un cristiano no se alegra nunca de la muerte de un hombre». Yo parafrasearía la declaración vaticana en un lenguaje menos religioso y más legal: «Ningún ser humano debería alegrarse nunca de la muerte extrajudicial de un acusado». […]

La reacción de la mayoría de los estadounidenses ha mostrado la peor cara de este país. Es como si sólo se hiciera justicia cuando el culpable es castigado apropiadamente, incluso si el castigo es una muerte brutal. El concepto de la represalia es tan importante que las víctimas colaterales son consideradas un precio que resulta perfectamente aceptable pagar. De hecho, hemos sido informados de que en total murieron cuatro personas: dos hombres, una mujer y, por supuesto, el gran villano. ¿Estamos seguros de que esos otros tres individuos merecían también la pena de muerte? […]

Tal vez sea cierto que no había otra opción. Pero hemos perdido algo no llevando a Bin Laden a juicio. Hemos perdido la misma razón de ser de la justicia.

Daniele Archibugi, director del Centro Nacional de Investigación Italiano, en openDemocracy

Más opiniones (actualizado el 4/5/2011):