El callejón con pocas salidas del nuevo gobierno palestino

16/5/2012 | Miguel Máiquez
El primer ministro palestino, Salam Fayad
Foto: Ministerio de Exteriores de Grecia / Wikimedia Commons

El presidente de la Autoridad Nacional Palestina (ANP), Mahmud Abas, tomó juramento este miércoles a los miembros de su nuevo gobierno. El ejecutivo seguirá dirigido por el actual primer ministro, Salam Fayad, y está formado por 25 ministros, de los cuales once son nuevos, entre ellos los de Finanzas -cargo que hasta ahora ocupaba también el propio Fayad-, Asuntos de Jerusalén y Justicia. Cuenta con seis mujeres. La primera razón de este reajuste es la dimisión, a principios del año pasado, de cinco miembros del anterior gobierno por acusaciones de corrupción.

La formación de un nuevo ejecutivo, encargado por Abas a Fayad en febrero de 2011, había quedado en suspenso ante la firma, en abril de ese mismo año, del acuerdo de reconciliación entre Al Fatah (partido gobernante en Cisjordania) y el movimiento islamista Hamás (gobernante en Gaza). Pero este acuerdo, que contemplaba la elección de un nuevo ejecutivo de independientes, se haya actualmente en una situación de bloqueo indefinido, y Abas ha decidido no esperar más («la administración está paralizada», ha dicho) y actuar de forma unilateral, con el consiguiente rechazo de Hamás.

El acuerdo de reconciliación incluía el final de la gestión de Fayad como primer ministro y la convocatoria de elecciones, que debían haberse celebrado el pasado día 4. No ha ocurrido ni una cosa ni la otra (las últimas elecciones generales en los territorios palestinos ocupados fueron en 2006). Y aunque, en un intento de impulsar la aplicación del acuerdo, Abas ha alejado de las arcas públicas a Fayad, bien visto en Occidente, pero muy criticado por los islamistas, la medida no ha sido suficiente para Hamás: «Esta política de parches no traerá ningún beneficio al pueblo palestino y no ayudará en nada, porque el gobierno no está respaldado por el voto del Consejo Legislativo Palestino», ha dicho Fauzi Barhum, portavoz del movimiento islamista. «Lo que empieza mal, termina mal», añadió.

Al margen de lo que no parecen ser muy buenas noticias para la unidad palestina, la otra clave del nuevo gobierno es la economía. Las medidas propuestas por Fayad, un antiguo economista del Banco Mundial, para hacer frente a la crisis de deuda palestina estaban basadas en austeridad y recortes. Recibieron un gran rechazo entre la población y no llegaron a ser aplicadas, aunque sí se aprobó una también polémica subida de impuestos. Ahora, el nuevo ministro de Finanzas, el independiente y exrector universitario Nabil Kassis, tendrá que hacer frente a una brecha que el Fondo Monetario Internacional calcula en 500 millones de dólares, dentro de un presupuesto de la ANP que asciende a 1.300 millones, la mayoría procedentes de donantes como la Unión Europea, países árabes y Estados Unidos.

El problema, aparte de las restricciones comerciales impuestas por Israel, es que la crisis económica, sobre todo en Europa, ha reducido sensiblemente las aportaciones de estos donantes. Y también que contentar al mismo tiempo a los donantes occidentales y a los islamistas de Hamás no va a ser una tarea fácil.