Irán, ‘Argo’ y el escote de Michelle Obama

25/2/2013 | Miguel Máiquez

La gran sorpresa de la gala de los Oscar, la aparición de Michelle Obama por videoconferencia desde la Casa Blanca para anunciar el premio a la mejor película, no ha sentado muy bien en Irán. Los medios oficiales de este país ya estaban suficientemente molestos con el filme vencedor, Argo, al que han tachado de «distorsión de la historia». Ahora, las críticas se han disparado. La televisión estatal dijo que que la Academia de Hollywood había entregado su «Oscar más político», y acusó a Ben Affleck, director y protagonista de la película, de especializarse «en la exageración, la desproporción y la creación de escenas falsas».

Por su parte, Fars, la agencia semioficial de noticias iraní, ha estado más pendiente de otras cosas. En concreto, del cuerpo de la esposa del presidente de EE UU. Y es que, por lo visto, el vestido de Michelle Obama dejaba al descubierto demasiada piel, al menos para lo que dictan las reglas sobre la imagen de las mujeres en los medios oficiales de Irán. ¿La solución? El siempre socorrido Photoshop:

Michelle Obama en la ceremonia de los Oscar. A la izquierda, su vestido real; a la derecha, lo que vio el público iraní. Fotos: AFP / Fars

Al margen del asunto del escote de la primera dama (la censura de imágenes supuestamente ‘inmorales’ es habitual en los medios iraníes), las críticas se han centrado en la presunta intencionalidad de la aparición de la esposa del presidente. Según informa la agencia AFP, la televisión estatal iraní dijo que su participación «aumenta la especulación de que premiar esta película tenía un motivo político». Fars, afiliada a la Guardia Revolucionaria, indicó que Argo es un filme «anti-iraní», financiado por una «empresa sionista», en referencia a la producción, realizada por los estudios Warner Bros.

Argo, que obtuvo además el Oscar al mejor guión adaptado y a la mejor edición, narra cómo la CIA rescató a seis diplomáticos estadounidenses ocultos en la casa del embajador de Canadá en Teherán, durante la revolución iraní de 1979. Los otros 52 rehenes fueron retenidos durante 444 días, en una acción que provocó la ruptura de relaciones diplomáticas entre Washington y Teherán. La película no es, ni pretende serlo, un documental, sino un thriller político. Y los propios creadores han admitido que se han tomado libertades con la historia verdadera.

Dejando a un lado su calidad cinematográfica (la película es eficaz, pero también bastante convencional), Argo puede resultar polémica, en el sentido de que parece glorificar a agentes de la CIA, tiene aspectos propagandísticos y sufre de numerosas inconsistencias históricas. Pero no es una panegírico proestadounidense. «La película se inicia con la explicación de tres décadas de historia iraní, en la que desagraciadamente Estados Unidos tuvo mucho que ver», ha dicho Affleck.

El enfrentamiento, desde luego, no es nuevo. La imagen que innumerables películas de Hollywood ofrecen (cada vez menos, pero aún) de los musulmanes (estereotipados, violentos, terroristas, irracionales), tanto árabes como no árabes (una distinción demasiado sutil para muchos guionistas estadounidenses), ha sido objeto de muchas críticas, la mayoría, justificadas. Pero en el caso de Irán, en un contexto de contínua tensión con EE. UU., la hostilidad puede generarse incluso cuando se trata de hechos ocurridos hace miles de años. En 2007, por ejemplo, Hollywood provocó también la ira de los medios iraníes por la película 300, basada en un cómic de Frank Miller, y en la que se ofrece un descarnado relato de las guerras greco-persas, donde los antepasados de los iraníes no resultan muy bien parados.

La relación con Hollywood, sin embargo, parecía haberse destensado un poco el año pasado, cuando Irán ganó su primer Oscar con La separación, que obtuvo el premio a la mejor película de habla no inglesa, un momento que muchos medios iraníes calificaron de «histórico». Hasta ahora.


Actualización (26/2/2013):

Juan Cole escribe este martes en su blog, Informed Comment, una muy interesante y documentada crítica de la película, detallando sus falsedades históricas y denunciando su lado propagandístico: ‘Argo’ como orientalismo, y por qué molesta a los iraníes.


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