La lacra de la pena de muerte en Oriente Medio

11/4/2013 | Miguel Máiquez
Aplicación de la pena de muerte en el mundo en 2012, según los datos del informe de Amnistía Internacional

Amnistía Internacional presentó este miércoles su informe anual sobre la pena de muerte en el mundo, y destacó que, pese a algunos retrocesos, en 2012 se produjeron avances reseñables hacia la erradicación global de la pena capital. La organización señaló que el año pasado descendió el número de condenas en más naciones que en 2011, y celebró la incorporación de Letonia como el 97 país abolicionista. En 2012 se documentaron ejecuciones en 21 países, un número idéntico al de 2011, pero inferior al de 28 países registrado hace una década, en 2003. En total, se tuvo conocimiento de 682 ejecuciones en el mundo, dos más que en 2011, y pudieron confirmarse al menos otras 1.722 sentencias de muerte dictadas en 58 países, en comparación con las 1.923 dictadas en 63 países el año anterior. Estas cifras, no obstante, no incluyen las «miles de ejecuciones» que Amnistía Internacional (AI) cree que se llevaron a cabo en China, cuyo gobierno mantiene los datos en secreto.

«El retroceso observado en 2012 en algunos países es decepcionante, pero no invierte la tendencia mundial contra el uso de la pena de muerte. En muchas partes del mundo, las ejecuciones empiezan a ser cosa del pasado», dijo Salil Shetty, secretario general de AI. «Solo uno de cada diez países del mundo aplica la pena de muerte. Sus mandatarios deberían preguntarse por qué siguen aplicando una pena cruel e inhumana que el resto del mundo ha dejado atrás», añadió.

Entre estos mandatarios están, sin duda, los de la mayor parte de Oriente Medio, donde, un año más, el panorama resulta desolador. Cuatro países de la región (Irak, Irán, Arabia Saudí y Yemen) se encuentran entre los seis que más aplican la pena de muerte en el mundo (los otros dos son China y EE UU), y juntos copan el 99% de las ejecuciones llevadas a cabo en toda la zona. En este sentido, AI indica que «aunque en Oriente Medio y el Norte de África hubo algunos progresos, la aplicación de la pena capital en la región sigue siendo motivo de gran preocupación».

El caso de Irak es especialmente alarmante, teniendo en cuenta que en 2012 fueron ejecutadas en este país al menos 129 personas, casi el doble de las 68 ejecutadas en 2011. Irán, por su parte, volvió a ocupar el segundo lugar en número de ejecuciones, superado solo por China. Las autoridades iraníes reconocieron oficialmente 314 ejecuciones, pero el número real, según indica AI, «es casi seguro muy superior, ya que se documentaron otras muchas decenas de ejecuciones que no fueron oficialmente reconocidas».

Y eso sin contar Siria, donde, como reconoce Amnistía, la guerra civil ha impedido comprobar el alcance de la aplicación de la pena capital en el país durante el año pasado.

Ejecuciones en el mundo en 2012. Gráfico: The Economist

Hace unos días, el pasado 5 de abril, el Alto Comisionado de la ONU para los Derechos Humanos lamentaba que varios países de Oriente Medio hayan vuelto a aplicar la pena de muerte tras años de moratoria, y pese a que la tendencia mundial va encaminada hacia la abolición de esta práctica. «A principios de esta semana fueron ejecutadas tres personas en Kuwait, donde las últimas ejecuciones databan de mayo de 2007, y unas 40 personas permanecen en el corredor de la muerte en este país», informó el portavoz del Comisionado, Rupert Colville. «Estamos especialmente preocupados por la implementación de la pena capital en Irak», añadió, indicando que el 1 de abril se documentaron cuatro nuevas ejecuciones, con un total de doce en lo que va de año.

«Los gobiernos que siguen aplicando la pena de muerte se han quedado sin argumentos para justificarse. No está demostrado en modo alguno que la pena de muerte tenga un efecto disuasorio especial frente al delito», afirma Shetty. «La verdadera razón del uso de la pena de muerte suele encontrarse en otro sitio: En 2012 volvimos a expresar nuestra honda preocupación por lo que parecían ejecuciones con fines políticos en algunos países, como medidas populistas o directamente como instrumento de represión», concluye.


» Informe de Amnistía Internacional