La mítica Heracleion sigue emergiendo del fondo del mar

3/5/2013 | Miguel Máiquez
Arqueólogos submarinos inspeccionan la colosal estatua de un faraón, hallada cerca de los restos del templo principal de la ciudad sumergida de Heracleion. Foto: Christoph Gerigk / Franck Goddio – Hilti Foundation

Se la tragó el Mediterráneo hace 1.200 años y ahí se quedó, sepultada por la arena del fondo marino, en la bahía de Abu Qir, cerca de Alejandría. La antigua ciudad egipcia de Thonis, llamada Heracleion por los griegos, era prácticamente un mito hasta que sus restos fueron finalmente redescubiertos hace trece años por el arqueólogo francés Franck Goddio, al frente de un equipo del Instituto Europeo de Arqueología Submarina (IEASM), y en colaboración con el Consejo Supremo de Antigüedades de Egipto.

Los investigadores lograron localizar la ciudad hundida después de cuatro años de búsquedas a través de mediciones geofísicas. Y lo que está emergiendo desde entonces es un auténtico tesoro arqueólogico. Enterrados a unos 10 metros bajo la superficie, y en un magnífico estado de conservación gracias al efecto protector de la arena, los objetos hallados (monedas de distintas procedencias, amuletos, piezas de cerámica, tabletas con textos en varios idiomas, docenas de sarcófagos, estatuas de cinco metros de altura, restos de más de 60 barcos, unas 700 anclas…) están sacando a la luz, poco a poco, la historia de una ciudad que llegó a ser uno de los puertos comerciales más vibrantes del Mediterraneo oriental.

Parte de los objetos recuperados se exhibieron ya en una exposición itinerante (Los tesoros sumergidos de Egipto), que llegó a Madrid en el año 2008. La novedad ahora es que con la información proporcionada por todo este valiosísimo material, de carácter comercial, cotidiano y religioso, se ha producido un documental sobre las excavaciones, que incluye la reconstrucción de la ciudad en un espectacular modelo digital en tres dimensiones. El programa será emitido por el canal Arte de la televisión alemana el próximo 11 de mayo, bajo el título de La ciudad sumergida de Egipto, una leyenda revelada. El documental (y la difusión, sobre todo a través de Internet, de las espectaculares fotografías del yacimiento) han vuelto a asomar estos días a Heracleion a los medios de comunicación.

«Las pruebas arqueológicas son sencillamente abrumadoras», señala el profesor Barry Cunliffe, de la Universidad de Oxford, uno de los arqueólogos que han participado en la excavación. «Debido a que han permanecido intactos y protegidos por la arena del fondo marino durante siglos, los objetos están increíblemente bien conservados».

El misterio sobre qué fue exactamente lo que provocó el hundimiento de Heracleion, sin embargo, permanece. El equipo de Goddio sugiere que los pesados edificios, que se erigían sobre un terreno de arcilla y arena, no soportaron un terremoto. Otras teorías hablan de inundaciones, y de posibles derrumbes combinados con un progresivo aumento del nivel del mar.

Según la opinión de un equipo de técnicos de la universidad estadounidense de Stanford, Heracleion, al igual que otros núcleos urbanos  de la misma zona (en concreto, Canopus y una de sus barriadas, llamada Menuthis) fue destruida como consecuencia de una serie de terremotos y maremotos que asolaron las costas egipcias a causa del surgimiento de una grieta en una falla marina existente entre Sicilia y Egipto.

J. Martín Valentín y Teresa Bedman explican, por su parte, que el proceso de la desaparición de Heracleion no debió ser repentino, puesto que sabemos por las fuentes escritas que hubo al menos 34 terremotos en la zona del norte de Africa, entre los años 320 y 1303 d. C., siendo el más fuerte de ellos el sufrido en el año 365. Con el tiempo la costa se fue hundiendo y las ciudades existentes a lo largo de ella se habrían ido derrumbando bajo el empuje de las olas, siendo gradualmente enterradas por el limo que todos los años depositan las crecidas del Nilo.

El director del equipo investigador, Frank Goddio, es un arqueólogo bastante popular gracias a sus descubrimientos en el puerto de Alejandría. Goddio trabajó durante diez años como asesor económico de distintos gobiernos a cuenta de la ONU, y se dedica a la arqueología submarina desde 1984. Su primer gran éxito fue el rescate de un galeón español del año 1600, el San Diego, hundido cerca de Filipinas. Su trabajo actual, en el que participan medio centenar de personas, entre egiptólogos, arqueólogos, restauradores, ceramistas, ingenieros, buceadores y marinos, está financiado por la Fundación Hilti, con sede en Liechtenstein.

En cuanto a la ciudad sumergida, las primeras referencias a Thonis-Heracleion se remontan al siglo XII antes de nuestra era, si bien lo más probable es que fuese fundada en el siglo VIII a. C. En cualquier caso, no llegó a ser un importante centro comercial internacional hasta la última época faraónica, durante el llamado Periodo Tardío, cuando logró convertirse en el principal puerto egipcio, antes de la fundación de Alejandría en el año 331 a. C.

La ciudad se mantuvo en pie durante cerca de mil años más, hasta que, probablemente en el siglo octavo de nuestra era, se hundió bajo las aguas.

En su época de mayor esplendor, el conjunto debió de ofrecer un aspecto impresionante. Según explica el profesor Goddio, Heracleion estaba articulada en torno a un enorme templo dedicado al dios Amun-Gereb, la principal divinidad egipcia en aquel tiempo: «Alrededor del templo, una gran red de canales daba a la ciudad la apariencia de estar asentada sobre una laguna. En sus islas e islotes se levantaban a su vez otros santuarios menores, y en el lado norte del templo dedicado a Heracles, un gran canal fluía de este a oeste, conectando el puerto con un lago».

Ilustración: Yann Bernard / Franck Goddio – Hilti Foundation

Heracleion debe su nombre al dios Heracles (Hércules para los romanos), y entre las razones de la fama que poseía en la Antigüedad se encuentra la leyenda que relaciona la ciudad con los míticos Paris y Helena de Troya. El historiador griego Herodoto, que visitó Egipto en torno al año 450 a. C., narra en sus crónicas (Historia, Libro II: Euterpe) cómo los dos amantes llegaron a Heracleion huyendo de los celos del marido de Helena, Menelao, y cómo Tonis (o Thonis), encargado de vigilar la entrada de los extranjeros a Egipto por la llamada «Boca Canóbica» del Nilo, les detuvo:

Al volver a su patria, Alejandro [Paris, en la obra de Herodoto] en compañía de Helena, a quien había robado en Esparta, unos vientos contrarios lo arrojaron desde el mar Egeo al Egipto, en cuyas costas, no mitigándose la tempestad, se vio obligado a tomar tierra en las Taríqueas, siuadas en la desembocadura del Nilo que llaman Canóbica. Había a la sazón en dicha playa, y lo hay todavía, un templo, dedicado a Hércules, asilo tan privilegiado al mismo tiempo que el esclavo que en él se refugiaba, de cualquier dueño fuese, no podía ser por nadie sacado de allí, siempre que dándose por siervo de aquel dios se dejase marcar con sus armas o sello sagrado, ley que desde el principio hasta hoy se ha mantenido siempre en todo su vigor.

Informados, pues, los criados de Alejandro del asilo y privilegios del templo, se acogieron a aquel sagrado con ánimo de dañar a su señor, y le acusaron refiriendo circunstanciadamente cuanto había pasado en el rapto de Helena y en el atentado contra Menelao, deposición criminal que hicieron no silo en presencia de los sacerdotes de aquel templo, sino también de Tonis, gobernador de aquel puerto y desembocadura.

Apenas acabó este de oír la declaración de los esclavos, cuando despacha a Menfis un expreso para Proteo con orden de decirle: «Acaba de llegar un extranjero, príncipe de la familia real de Teucro, que ha cometido en Grecia una impía y temeraria violencia, viniendo de allí con la esposa de su mismo huésped furtivamente seducida, y trayendo con ella inmensos tesoros, arribó a tierra arrojado por la tempestad. ¿Qué haremos, pues, con él? ¿Le dejaremos salir impunemente del puerto con sus naves, o le despojaremos de cuanto consigo lleva?» Proteo, avisado, envió luego un correo con la siguiente respuesta: «A ese hombre, sea quien fuere, que tal maldad y perfidia contra su mismo huésped ha cometido, prendédmelo sin falta y llevadle a mi presencia para oír qué razón da de sí y de su crimen».

El gobernador Tonis, recibida apenas esta orden, se apodera de la persona de Alejandro, embargándole juntamente las naves, y haciéndole conducir sin dilación a Menfis con su Helena, sus esclavos y tesoros.

Foto: Christoph Gerigk, Franck Goddio / Hilti Foundation
Foto: Christoph Gerigk, Franck Goddio / Hilti Foundation
Foto: Christoph Gerigk, Franck Goddio / Hilti Foundation
Foto: Christoph Gerigk, Franck Goddio / Hilti Foundation
Foto: Christoph Gerigk, Franck Goddio / Hilti Foundation
Foto: Christoph Gerigk, Franck Goddio / Hilti Foundation
Foto: Christoph Gerigk, Franck Goddio / Hilti Foundation
Foto: Christoph Gerigk, Franck Goddio / Hilti Foundation
Foto: Christoph Gerigk, Franck Goddio / Hilti Foundation
Foto: Christoph Gerigk, Franck Goddio / Hilti Foundation

Detalles sobre las fotos y más vídeos, en la página web de Franck Goddio.


Más información y fuentes:
» Lost city of Heracleion gives up its secrets (The Telegraph)
» Sunken Civilizations: Heracleion (Franck Goddio)
» Lost Egyptian City Revealed After 1,200 Years Under Sea (The Huffington Post)
» Spectacular finds of lost city revealed (BBC)
» Heracleion. The maritime economy of the Egyptian Late Period (University of Oxford, School of Archaeology)
» Los tesoros sumergidos de Egipto (Tendencias21, 2008)
» El pasado emerge en Alejandría (El País, 2006)
» Arqueólogos confirman la existencia de la ciudad perdida de Heracleion (La Nación, 2004)