Relevo generacional (y poco más) en Catar

24/6/2013 | Miguel Máiquez
El emir saliente de Catar, Hamad Bin Jalifa al Zani (izquierda), y su hijo, Tamim bin Hamad Al Zani. Fotos: Michał Józefaciuk, Chuck Hagel / Wikimedia Commons

El emir de Catar, el jeque Hamad Bin Jalifa al Zani, ha abdicado en su hijo y hasta ahora heredero, Tamim. La decisión, que se venía anunciando de manera extraoficial desde hace algunas semanas, ha sido confirmada finalmente este lunes, según informa la cadena de televisión catarí Al Jazeera. Tamim, de 33 años de edad, se convierte así en el jefe de Estado más joven de las monarquías absolutistas del Golfo.

La medida es inusual, en una región donde lo normal es que los monarcas mueran de viejos o sean apartados por golpes de Estado (el propio Hamad accedió al poder tras arrebatárselo, de forma incruenta, a su padre, mientras éste pasaba sus vacaciones en Suiza, en 1995). De hecho, ésta es la primera vez que un soberano abdica voluntariamente en Catar. El jeque Hamad, por otro lado, tampoco es tan mayor, ya que tiene solo 61 años (el rey de Arabia Saudí, por ejemplo, tiene 88).

Diplomáticos árabes y occidentales han indicado a la agencia Reuters que la decisión del emir obedece a su deseo de llevar a cabo una transición controlada hacia una generación más joven. Por otra parte, fuentes citadas por El País señalan que la jequesa Mozah, la segunda esposa de Hamad, ha explicado la medida aludiendo a «motivos de salud», pero sin entrar en detalles.

El ascenso al poder del jeque Tamim, cuarto hijo del hasta ahora emir, podría suponer también la destitución del primer ministro desde 2007 y exministro de Exteriores Hamad bin Jassim bin Jaber bin Mohamad Al Zani, quien mantiene una sólida influencia de Catar en el ámbito internacional.

De todos modos, sean cuales sean las razones del relevo, no parece que vaya a haber cambios significativos en la política del emirato, al menos a corto plazo.

Nacido en 1980, el nuevo emir, Tamim, es graduado por la academia militar de Sandhurst (Reino Unido), y el príncipe heredero desde el 5 de agosto de 2003. Gran aficionado a los deportes, es asimismo miembro del Comité Olímpico Internacional y ha sido uno de los principales impulsores del Mundial de Fútbol que se celebrará en Catar en 2022. «Tamim lleva políticas claves de Catar desde hace algún tiempo, y comparte los puntos de vista de su padre sobre el desarrollo político del país y la diversificación económica», señala Eman Ebed Alkadi, de la consultoría Eurasia Group, en declaraciones recogidas por Reuters.

Durante su mandato, el jeque Hamad ha convertido Catar (un país de tan solo 11.500 Km² y apenas dos millones de habitantes) en un actor clave en la región. Catar es actualmente el mayor exportador de gas natural licuado del mundo y una potencia inversora internacional. Su influencia en campos como los medios de comunicación (con la cadena Al Jazeera a la cabeza) o el deporte (la organización del Mundial de Fútbol) no ha dejado de crecer. Y, tal vez lo más importante, Catar ha sido uno de los principales defensores e impulsores de algunas de las revueltas de la llamada primavera árabe, un río revuelto del que el emirato ha salido claramente favorecido.

Es, como explica Álvaro Vargas Llosa, «un caso sumamente extraño, porque se trata de un régimen autoritario y patrimonialista, cuyo líder maneja su liliputiense país como su negocio familiar, pero que, sin embargo, ha sido una verdadera fuerza de la naturaleza en todo este proceso. Gracias a Al Jazeera, el canal semioficial catarí, la información pudo circular velozmente de un lado a otro, envalentonando a los rebeldes de distintos países y minando a los autócratas».

En Libia, el Gobierno catarí donó unos 400 millones de dólares a los rebeldes que combatían a Gadafi, movió a la Liga Árabe para que esta organización respaldara la intervención de la OTAN y hasta suministró aviones e infiltró a fuerzas especiales en el país. En Egipto, Al Jazeera (presidida por el emir Hamad bin Thamer al Zani) fue uno de los medios que más criticó a Mubarak y que más cobertura dio a las protestas durante la revolución. Y ahora, Catar es uno de los principales apoyos de la oposición (la mayoría, musulmanes suníes, al igual que los gobernantes cataríes) que lucha contra el régimen sirio de Bashar al Asad. Este apoyo, no obstante, ha sido mucho menor, si no inexistente, cuando las protestas han llegado a sus países vecinos del Golfo.

Según informa Reuters, Catar ha participado también como mediador en otras crisis políticas en Yemen, Somalia, Darfur (Sudán) y los territorios palestinos. Catar, señala la agencia, «ha consegido mantenerse en términos amistosos con un amplio espectro de países, incluyendo Estados Unidos e Irán, y cultivar alianzas con naciones de América Latina, Europa y Asia, necesitadas de sus exportaciones de gas».

La otra cara de la moneda son los derechos humanos y las libertades en el propio país. Catar tiene la mayor proporción de habitantes no nacionales del mundo, en torno al 88% de la población total, pero la legislación para patrocinar a extranjeros y que puedan convertirse en ciudadanos de pleno derecho es una de las más restrictivas, y tanto el trabajo forzoso como la trata de personas continúan siendo problemas graves, según ha denunciado la ONG Human Rights Watch. Por otra parte, el Consejo de la Shura aprobó en 2012 un nuevo proyecto de ley sobre medios de comunicación y libertad de expresión que, según HRW, puede poner en peligro la reputación de Catar como país respetuoso con la libertad de prensa. Los medios locales tienden a autocensurarse, y la ley contempla sanciones penales, incluidas penas de cárcel, por difamación.

Estas denuncias son compartidas por Amnistía Internacional, quien, en su informe sobre la situación de los derechos humanos en el mundo en 2012, señala que en Catar las mujeres sufren discriminación y violencia; se explota y se somete a abusos a los trabajadores inmigrantes, a quienes la ley no protege adecuadamente; se sigue privando arbitrariamente de su nacionalidad a centenares de personas; se impusieron penas de flagelación y se siguen dictando condenas de muerte, aunque (en ese año) no se llevaron a cabo ejecuciones.

La familia Al Zani ostenta el poder en Catar desde hace 150 años.


Más información y fuentes:
» Qatari emir to transfer power to his son (Al Jazeera)
» Qatar readies new leadership, little policy change expected (Reuters)
» El emir de Catar abdica en su hijo (El País)
» The royal couple that put Qatar on the map (The Christian Science Monitor)
» La Primavera Árabe, un año después (Álvaro Vasrgas Llosa, en La Tercera)
» Hamad al Thani (biografía en CIDOB)