Irán prohibido, Irán real

25/3/2014 | Miguel Máiquez
Foto: Hossein Fatemi

Tras el triunfo de la Revolución Islámica en 1979, el Irán laico desapareció por completo, al menos, de puertas para afuera. Y la mayoría de las restricciones impuestas entonces, especialmente a la parte femenina de la población, siguen vigentes hoy en día, 35 años después. Las mujeres no pueden relacionarse abiertamente con los hombres en público, o dejar al descubierto su cabello, por poner solo un par de conocidos ejemplos.

De puertas para adentro, sin embargo, la cosa es distinta. Muchos jóvenes y no tan jóvenes iraníes, mujeres incluidas, fuman, bailan, beben y ligan, como en cualquier otra parte del mundo.

Foto: Hossein Fatemi

El siguiente extracto pertenece al recomendable libro El país esquizofrénico, un retrato de irán (2012), del periodista Jordi Pérez Colomé:

Las dobles vidas hacen que la distinción entre lo público y lo privado en Irán sea enorme. Por ley, la mayoría de establecimientos públicos deben cerrar hacia las diez y media de la noche. Los únicos lugares para reunirse a partir de esa hora son las casas, que además son más tranquilas y seguras: se puede poner la música que se quiera, beber y fumar lo que sea, y las mujeres pueden ir vestidas como les parezca. En Irán no hay discotecas ni pubs. En la edición 2008 de la guía Lonely Planet, en el apartado «Vida nocturna», pone solo: «Dream on» (sigue soñando).

La gente se siente más cómoda en privado. No solo en casa, también en espacios reservados como el coche. Me ofrecieron reunirme con gente en el coche para charlar mientras dábamos vueltas por Teherán. He leído casos de otros periodistas que han hecho entrevistas en coches mientras recorrían la ciudad. En Irán no es raro que el primer encuentro para tomar algo o conocer a alguien se haga en casa. «Hay quien pone hasta tres filas de cortinas para ocultar lo que ocurre dentro», me dijo una periodista.

En esos espacios privados se da uno de los grandes espectáculos ocultos de Irán: las fiestas. Un ex propietario iraní de una discoteca en Alemania me dijo en Isfahán: «Las fiestas de Irán son como las de Ibiza». La periodista que me habló de las tres cortinas, me explicó: «Nunca he visto fiestas tan salvajes como las de Teherán». Ella acababa de volver de un fiestón en una estación de esquí a un par de horas de la capital: «Había disc-jockeys, camareros, alcohol, drogas». No me atreví a preguntar por más detalles.

No logré ir a ninguna fiesta, aunque lo intenté varias veces. Pero vi una en un vídeo de móvil de un iraní. Por la diferencia que hay entre el ambiente interior y el exterior, en esas fiestas se libera más presión que en otros países. Es el ejemplo máximo de separación de realidades en Irán, que roza la esquizofrenia.

Las fotografías en esta entrada son obra del fotógrafo iraní Hossein Fatemi. Fatemi, que vive ahora en Chicago, Estados Unidos, ha pasado varios años en su país de origen documentando estas vidas ocultas. Una muestra de su trabajo acaba de ser publicada en la revista Foreign Policy en esta fotogalería.


Más información y fuentes
» Iranian Mystique (Foreign Policy)
» The Iran We Never See (Hossein Fatemi)
» El país esquizofrénico, un retrato de irán (Jordi Pérez Colomé)