Abdel Fatah al Sisi

El presidente de Egipto, Abdel Fatah Al Sisi. Foto: Presidencia de Rusia

En febrero de 2020, cuando regresaba a El Cairo para visitar a su familia, Patrick Zaky, un estudiante de máster en la Universidad de Bolonia, fue arrestado por las autoridades egipcias. Zaky, un investigador de derechos de género que trabaja para la Iniciativa Egipcia por los Derechos Personales (EIPR, por sus siglas en inglés), fue detenido por cargos que incluían «difundir noticias falsas» e «incitación a la protesta». Su abogado, Wael Ghally, afirmó que fue «golpeado y torturado». Diez meses después, sigue en prisión, a la espera de la audiencia previa al juicio.

Posteriormente, después de una reunión con 13 embajadores y diplomáticos europeos sobre la situación de los derechos humanos en Egipto, otros tres miembros del personal de la EIPR fueron detenidos, entre el 15 y el 19 de noviembre. El director administrativo de la EIPR, Mohamed Basheer; su director ejecutivo, Gasser Abdel Razek; y su director de justicia penal, Karim Ennarah, fueron acusados de «terrorismo» y «difusión de noticias falsas».

Aparentemente, recibieron un tratamiento de castigo. Fueron recluidos en régimen de aislamiento en la prisión de máxima seguridad de Tora Liman, sin contacto con el mundo exterior. A Basheer también se le negó el contacto con sus abogados, y su detención se renovó en secreto, tres días antes de la fecha prevista para la audiencia. A Abdel Razek lo afeitaron a la fuerza, lo dejaron sin calefacción ni ropa de invierno, y lo obligaron a dormir sobre una fría tabla de metal sin una manta. Todos ellos fueron añadidos al llamado Caso 855/2020, que incluye a muchos destacados defensores de los derechos humanos, periodistas y académicos, como Mohamed Al Baqer, Mahinour Al Masry, Islam Mohamed, Solafa Magdy y Hazem Hosny.

El 1 de diciembre se congelaron los activos de la EIPR y los tribunales se negaron incluso a escuchar las pruebas en contra de su clasificación como organización «terrorista».

Después de una gran protesta internacional, con políticos, diplomáticos y hasta celebridades pidiendo la liberación del personal de la EIPR, las autoridades egipcias liberaron repentinamente a Abdel Razek, Ennarah y Basheer en la noche del 3 de diciembre. Sin embargo, Zaky, como muchos otros acusados en el Caso 855/2020, permanece en prisión y, según diversas informaciones, su detención fue renovada por otros 45 días a principios de este mes por un tribunal de El Cairo. Las condiciones de la audiencia fueron excepcionalmente brutales incluso para los estándares egipcios: alrededor de 700 personas asistieron a una sesión en la que se escucharon hasta 50 casos. Según se informó, fueron obligados a esperar 12 horas sin acceso a alimentos, agua o servicios sanitarios, en una situación que afectó asimismo a niños muy pequeños nacidos bajo custodia.

Mientras, aunque han sido puestos en libertad, no se han retirado los cargos que pesan sobre el resto de los miembros de la EIPR, cuyos bienes personales permanecen congelados. Merece la pena señalar también que Abdel Razek, Ennarah y Basheer fueron liberados directamente de la prisión de Tora, un procedimiento inusual, ya que normalmente los prisioneros son trasladados primero a una comisaría de policía, antes de ser puestos en libertad. Esto sugiere que la liberación podría haber sido una intervención directa del presidente egipcio, Abdel Fatah Al Sisi, unos días antes de su visita a París el 7 de diciembre para «fortalecer la cooperación» con el presidente francés, Emmanuel Macron.

Muchos creen que la liberación de estos detenidos fue una medida cosmética para socavar la campaña de solidaridad internacional, allanar a Francia el camino para la reunión, y dejar en evidencia a los pocos gobiernos europeos que mencionaron, tímidamente, los derechos humanos, como aprovechó para recordar el propio Sisi durante su conferencia conjunta con Macron. A cambio, el presidente francés, facilitó lo que Sisi llamó «construcción de civilización», al negarse a imponer condiciones relacionadas con los derechos humanos a los acuerdos para la venta de armas francesas a Egipto, dando así a Sisi, en la práctica, carta blanca para el terrorismo de estado.

Por desgracia, ni las detenciones de los miembros de la EIPR ni la cooperación de Francia con Egipto son una sorpresa. Se trata, sencillamente, del último capítulo de una situación cuyo patrón se ha venido repitiendo durante los últimos seis años: el régimen represivo de Sisi se ha fortalecido gracias al apoyo ‘pragmático’ europeo y a un enfoque permisivo con respecto al terrible historial de violaciones de los derechos humanos de Egipto.

Desde que llegó al poder en 2013, Sisi ha ido reduciendo el espacio político y civil de Egipto, hasta el punto de que los egipcios se quejan con frecuencia de que si respiran en la dirección equivocada corren el riesgo de ser detenidos y ‘desaparecidos’ en el sistema judicial del país, una pesadilla en la que los juicios masivos, los cargos falsos y la corrupción son la norma.

Además, ha ampliado el control del gobierno sobre el poder judicial y el proceso político: «dañar la unidad social basada en la paz», «alterar el orden público» y «obstruir la labor de las autoridades» entran ahora dentro de la definición legal de «terrorismo». Y el uso que se ha dado a estas herramientas es escalofriante. El régimen ha perpetrado asesinatos en masa, incluyendo 3.185 personas presuntamente asesinadas por las fuerzas de seguridad desde julio de 2013, entre ellas, las al menos 900 que murieron en la masacre de Rabaa en agosto de 2013. Ha dictado cada vez más sentencias de muerte preliminares, impuestas a 2.433 personas (a 1.884 de ellas en juicios masivos), incluidos 11 niños. Y al menos 766 detenidos han muerto estando bajo custodia, por tortura, negligencia o asesinato directo. Esas son las cifras conocidas; las reales son, probablemente, mucho peores. Lo que es seguro es que el régimen de Sisi está tan aterrorizado por la disidencia que está exprimiendo la vida de los egipcios.

Las atroces violaciones de los derechos humanos en Egipto constituyen una bofetada cada vez más pública para la UE. La última advertencia severa, al más puro estilo de la mafia, se produjo como reacción a una mera reunión sobre derechos humanos con figuras del gobierno europeo, y el mismo día en que la UE publicó su «Plan de acción para los derechos humanos y la democracia 2020-2024». Sin embargo, la reacción del bloque revela el callejón sin salida de su estrategia actual: sus gobiernos se limitaron a emitir declaraciones de «profunda preocupación», y solo después de una importante campaña internacional. Desde entonces, las delegaciones europeas han continuado operando con normalidad: el embajador danés disfrutó de un plato de koshari con los medios estatales de Egipto, el embajador noruego celebró las nuevas relaciones comerciales ecológicas, y el Reino Unido firmó su asociación económica estratégica con Egipto. La propia UE celebró una reunión para el fortalecimiento de las relaciones con una serie de países entre los que se encontraba Egipto, a pesar de que los abusos contra los derechos humanos del régimen de Sisi han sido descritos como peores incluso que los del expresidente Mubarak.

¿Cómo se ha llegado a esto?

Aprovechando la ‘crisis de los refugiados’ de Europa y los ataques terroristas, Sisi convenció a Bruselas y a los estados miembros clave de que su fuerza era el último bastión contra el terrorismo islamista y ante la ‘avalancha’ de migrantes. Ninguna de estas cosas es cierta: hay pocas señales de radicalización violenta en Egipto, y el país no es una ruta de migración importante. De hecho, la evidencia muestra que la represión sistemática aumenta significativamente las posibilidades de radicalización, y que el empobrecimiento y la represión alimentan el deseo de emigrar. Sisi ha desestabilizado Egipto, haciéndolo más precario y transformándolo, en la práctica, en un «sumidero de inseguridad».

Sin embargo, con el fin de parecer duros a nivel nacional en cuestiones de seguridad e inmigración, y motivados por intereses económicos relacionados con préstamos, inversiones y el incremento de la venta de armas, los líderes europeos han caído de buen grado en la trampa mortal de Sisi. Estas opciones se han presentado públicamente como un sacrificio de los valores fundamentales de la UE, ante la necesidad de estabilidad y seguridad. Y, si bien es cierto que esas decisiones pueden favorecer los intereses comerciales de las empresas europeas, no ocurre lo mismo con el interés nacional. De hecho, al contribuir al empobrecimiento y a la represión, los gobiernos europeos están incrementando la inseguridad, actuando directamente contra ese interés nacional.

Los gobiernos europeos deberían reconocer las grietas que presenta su estrategia actual. Hay muchas formas en las que podrían adoptar una postura clara contra Sisi, desde convocar a los embajadores de Egipto o retirar los suyos de El Cairo, hasta establecer un consejo de derechos humanos para el país en el próximo 46º Consejo de Derechos Humanos en Ginebra, o suspender los compromisos de «lucha contra el terrorismo». También podrían hablar públicamente contra el régimen, o añadir e implementar condiciones relacionadas con los derechos humanos a las relaciones económicas con Egipto, incluyendo el comercio de armas. La UE podría también utilizar las recientemente aprobadas «sanciones Magnitsky» para prohibir los viajes y congelar los activos europeos de Sisi, su ministro del Interior y el director de la prisión de Tora.

A principios de esta semana, Sisi fue recibido en Francia con un desfile de caballería por París. Lo que habría que hacer ahora, sin embargo, es retirar la alfombra roja y aprender.


Andrea Teti es profesor titular de Política y Relaciones Internacionales y director científico del Proyecto de Transformaciones Árabes en la Universidad de Aberdeen, y miembro del Centro Europeo de Asuntos Internacionales con sede en Bruselas. En Twitter: @a_teti.

Vivienne Matthies-Boon es profesora adjunta de Relaciones Internacionales de Oriente Medio en la Universidad de Amsterdam. Su trabajo se centra especialmente en el trauma político que sufren los activistas dentro y fuera de Egipto. Sus escritos pueden encontrarse en academia.edu.


Publicado originalmente en openDemocracy bajo licencia Creative Commons el 11/12/2020
Traducción del original en inglés: Dancing with the devil: how the EU is complicit in Egypt’s brutal regime

Bailando con el diablo: la complicidad de la UE con el brutal régimen egipcio

En febrero de 2020, cuando regresaba a El Cairo para visitar a su familia, Patrick Zaky, un estudiante de máster en la Universidad de Bolonia, fue arrestado por las autoridades egipcias. Zaky, un investigador de derechos de género que trabaja… Leer

Manifestantes muestran pancartas con el símbolo conmemorativo de la masacre de Rabaa, o Rabia (R4BIA), en El Cairo, el 23 de agosto de 2013. Foto: H. Elrasam / VOA / Wikimedia Commons

A las cinco y media de la mañana del 14 de agosto de 2013, hace hoy un año, fuerzas policiales y del ejército egipcio rodearon la zona de El Cairo en torno a las mezquitas de Al Raba y Al Adawiya, donde miles de partidarios del depuesto presidente Mohamed Mursi llevaban semanas desafiando al Gobierno en una masiva, y pacífica, acampada de protesta. Mursi, respaldado por la organización islamista de los Hermanos Musulmanes, había sido derrocado un mes antes por los militares en un golpe de Estado.

A través de megáfonos, las fuerzas de seguridad ordenaron a los manifestantes que desmantelasen el campamento y abandonasen el lugar. La mayoría no oyeron los mensajes, o simplemente no hicieron caso, determinados a mantener su protesta. Poco después, todas las salidas de la plaza fueron bloqueadas por vehículos blindados, al tiempo que se desplegaba un gran dispositivo militar y policial, con bulldozers, tropas de asalto y hasta francotiradores de élite en helicópteros. La mezquita, en la que se habían refugiado mujeres y niños, se incendió. Centenares de manifestantes fueron detenidos; muchos de ellos acabaron siendo «golpeados, torturados o ejecutados directamente». La trágica jornada se saldó con al menos 817 muertos. Esos son, en cualquier caso, los identificados hasta ahora. La cifra real podría superar los 1.150.

Todo según lo planeado: la masacre de Raba y la matanza de manifestantes en Egipto. Así titula Human Rights Watch el informe, de 188 páginas y publicado este martes, en el que esta organización documenta con todo detalle lo ocurrido hace un año en El Cairo, denuncia que la masacre fue premeditada, atribuye la responsabilidad a varios altos cargos del Gobierno (incluido el actual presidente, Abdel Fatah al Sisi), y sostiene que los hechos podrían constituir un crimen contra la humanidad.

«En la plaza de Raba, las fuerzas de seguridad egipcias cometieron en un solo día una de las matanzas de manifestantes más numerosas de la historia reciente», dijo el director ejecutivo de HRW, Kenneth Roth, en la presentación del informe, un documento que compara esta masacre con la de la plaza de Tiananmen de Pekín en 1989.

Roth, acompañado de la directora de HRW para Oriente Medio, Sarah Leah Whitson, viajó a Egipto el pasado domingo para hacer públicos los resultados de la investigación, pero, tras pasar 12 horas retenidos en el aeropuerto de El Cairo, las autoridades les negaron la entrada alegando «razones de seguridad». El informe tuvo que ser presentado por videoconferencia. Según indicó Roth posteriormente, era la primera vez en 25 años que Egipto impedía la entrada a HRW, una organización que también ha condenado en el pasado los abusos cometidos por los Hermanos Musulmanes.

Para elaborar el informe, los investigadores de HRW entrevistaron a más de 200 testigos, incluyendo manifestantes, médicos, periodistas y vecinos de la zona. También revisaron docenas de grabaciones de vídeo y analizaron las declaraciones de varios mandatarios egipcios.

El Gobierno de Al Sisi ha calificado el documento de «sesgado», y critica el hecho de que muchos de los testimonios incluidos sean anónimos. El texto reconoce, por otra parte, que algunos manifestantes estaban armados (se encontraron 15 armas de fuego en el campamento), una circunstancia que constituyó el principal argumento de las autoridades para justificar la violencia policial. No obstante, HRW indica que el uso de la fuerza fue «completamente desproporcionado», ya que los civiles armados eran una pequeña minoría. «Las pruebas muestran que las fuerzas de seguridad abrieron fuego contra la multitud desde los primeros minutos de la dispersión», indicó Roth.

Human Rights Watch escribió al Ministro del Interior egipcio, a la Oficina del Ministerio Público, al Ministerio de Defensa, al Ministerio de Asuntos Exteriores y a la Embajada de Egipto en Washington, instando a las autoridades egipcias a que expresaran sus opiniones sobre el informe. No recibió respuestas concretas a ninguna de estas peticiones.

«Cueste lo que cueste»

Según señala la ONG, numerosos comunicados y registros de reuniones gubernamentales indican que oficiales de alto rango eran conscientes de que los ataques causarían un gran número de víctimas: «En el mayor incidente, el desalojo de los campamentos de Al Raba y Al Nahda, el Gobierno anticipó e hizo planes para la muerte de varios miles de manifestantes», indica el documento. HRW denuncia que, un año después, las fuerzas de seguridad continúan negando las acusaciones y que «ni un solo oficial de la policía o del ejército ha tenido que rendir cuentas por estas muertes».

Entre los mandos que, según HRW, deberían ser investigados por existir pruebas de su responsabilidad se encuentran el entonces ministro del Interior, Mohamed Ibrahim, quien «elaboró el plan de desalojo, supervisó su aplicación, y reconoció que había ordenado a las Fuerzas Especiales que «avanzaran y purificasen» los edificios clave de la plaza de Raba»; el entonces ministro de Defensa y actual presidente del país, Abdel Fatah al Sisi, quien «desempeñó un papel de mando sobre las fuerzas armadas que abrieron fuego contra los manifestantes los días 5 y 8 de julio, supervisó la seguridad nacional como vice primer ministro para Asuntos de Seguridad, y reconoció haber pasado «muchos largos días discutiendo los detalles» del desalojo de Raba»; y el comandante de las Fuerzas Especiales durante la operación en Raba, Medhat Menshawy, quien «se jactó de haberle dicho él mismo al ministro Ibrahim, desde la plaza Raba, en la mañana del 14 de agosto, que “atacaremos cueste lo que cueste”».

«Hemos compartido nuestro informe con altos funcionarios egipcios, y esperábamos tener reuniones con representantes [del Gobierno] para discutir nuestras conclusiones y recomendaciones, pero parece que el Gobierno egipcio no desea hacer frente a la realidad de estos abusos, y mucho menos que los responsables rindan cuentas», dijo Roth.

Al menos tres personas murieron este jueves, una de ellas un policía, y decenas resultaron heridas en las manifestaciones convocadas por los islamistas para conmemorar el primer aniversario de la masacre.


Más información y fuentes:
» All According to Plan: The Rab’a Massacre and Mass Killings of Protesters in Egypt (informe completo de Human Rights Watch, en inglés)
» Egipto prohíbe entrar al país a delegación de Human Rights Watch (HRW)
» Egypt’s cover-up (Sarah Leah Whitson, en openDemocracy)
» Massacre de Rabaa : le rapport que les autorités égyptiennes ne veulent pas qu’on lise (Orient XXI)
» Human Rights Watch acusa a Egipto de planear la matanza de islamistas (El País)
» HRW: Rabaa Massacre in Egypt «a Crime Against Humanity» (Democracy Now)
» Cairo’s Rabaa massacre: One year later (Al Jazeera)
» In Pictures: Memories of the Rabaa massacre (Al Jazeera)
» August 2013 Rabaa Massacre (Wikipedia)

Leer también:
» Egipto, en una niebla cada vez más densa
» Noche de pesadilla en Egipto

Lo que el Gobierno egipcio no quiere que sepamos, un año después de la masacre

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Un ciudadano vota en el referéndum constitucional de Egipto, en El Cairo. Foto: Ed Giles / Getty Images

Es la primera parada en el camino trazado por los militares egipcios para legitimar y apuntalar el golpe de Estado que acabó con el gobierno islamista del presidente Mohamed Mursi: aprobar una nueva constitución para, en unos meses, poder celebrar unas elecciones a las que, aunque aún no lo ha anunciado de manera oficial, es muy probable que se presente el general golpista Abdul Fatah al Sisi, jefe de las fuerzas armadas y actual hombre fuerte del país.

La nueva carta magna, redactada por el gobierno instaurado por el ejército, ha empezado a someterse a referéndum este martes, en un proceso electoral que durará dos días. Teniendo en cuenta la imposibilidad de una campaña libre por el «No», la abrumadora propaganda por el «Sí» desplegada por la maquinaria del Estado, la previsiblemente importante abstención ciudadana y el boicot anunciado por los islamistas, el resultado a favor parece cantado. Como cuenta el periodista Mikel Ayestaran, «las calles de todo el país están empapeladas de carteles pidiendo el ‘Sí’ y los medios de información se han volcado con el nuevo texto. No hay espacio para el ‘No’, las voces críticas han sido silenciadas y políticos y activistas de la oposición han sido detenidos por mostrar su rechazo a la constitución».

El objetivo del Gobierno interino egipcio es demostrar, a través de las urnas, que los militares contaban con apoyo popular, tanto cuando derrocaron al presidente Mursi como en la brutal represión de los Hermanos Musulmanes que vino después. Públicamente, las autoridades sostienen que el nuevo borrador constitucional es una notable mejora con respecto a la carta anterior, puesto que reconoce más derechos y libertades y representa un paso crucial en el camino a la «estabilidad».

La nueva constitución viene a reemplazar a la aprobada en referéndum en diciembre de 2012 (una consulta en la que participó tan solo el 33% del electorado), y que fue suspendida tras el golpe de Estado de julio de 2013.

La constitución de Mursi no era, ciertamente, un modelo de carta democrática o respetuosa con los derechos humanos. Sus críticos, las fuerzas liberales y laicas, aseguran, con razón, que el gobierno respaldado por los Hermanos Musulmanes alumbró una constitución que no representaba la realidad de la sociedad egipcia, y que no protegía las libertades por las que luchó la revolución que acabó con el régimen de Hosni Mubarak en 2011. Ni los derechos de las mujeres ni los de los cristianos (aproximadamente el 10% de la población) estaban suficientemente salvaguardados.

Pero la nueva constitución, la del general Al Sisi, aparte de emanar de una autoridad ilegítima, tampoco es precisamente ejemplar. Es cierto que reconoce una mayor libertad religiosa (aunque solo protege el credo y la práctica religiosa de «aquellos que creen en las religiones celestiales: islam, cristianismo y judaísmo»), pero, en la práctica, supone un importante fortalecimiento del poder del ejército.

Para empezar, conserva la cláusula que hace posible que los civiles sean juzgados en tribunales militares. No permite estos juicios expresamente, pero las excepciones son tantas, que lo que en realidad se pretende es no tolerar ningún tipo de amenaza percibida contra el poder militar. Por otra parte, los militares tendrán control sobre el nombramiento del ministro de Defensa durante los dos primeros periodos presidenciales tras la aprobación de la constitución, una disposición que implica que el presidente no podrá decidir libremente sobre la elección de este cargo.

En la nueva constitución, que fue redactada por un comité de 50 personas, entre las que solo había dos representantes de partidos islamistas, el islam sigue siendo «la religión del Estado» y los principios de la sharia se mantienen como «la principal fuente de legislación». Sin embargo, y tal y como se explica bien en este análisis de la BBC, ha sido eliminada una disposición de la constitución de 2012 que daba una detallada definición de estos «principios». Por otro lado, con el nuevo texto, los partidos «no podrán ser formados sobre la base de religión, género, raza o geografía». En la constitución anterior tan solo se especificaba que no podrían «discriminar» atendiendo a la religión.

Otra disposición importante de la nueva carta magna es que, por primera vez, el Parlamento tendrá la facultad de remover a un presidente electo y procesarlo.

Entre los aspectos mejorados con respecto a la constitución anterior destacan la inclusión de la prohibición explícita del tráfico de personas y una mayor protección para los menores, cláusula esta última que quedó fuera en la constitución islamista anterior. El nuevo borrador establece que «todos los menores de 18 años son niños», lo que abre la puerta a prohibir los matrimonios forzosos de mujeres menores de edad.

Aparte de la casi totalidad de las opiniones expresadas en los canales de televisión, tanto públicos como privados, la nueva constitución tiene el apoyo de los partidos Al Nur (salafistas), Dustour, Wafd y Egipcios Libres. El movimiento popular Tamarod, responsable en buena parte de la convocatoria que sacó a miles de egipcios a la calle en contra de Mursi, antes del golpe militar, también respalda el «Sí». En general, la constitución de Al Sisi tiene las bendiciones de un amplio espectro que incluye a liberales, socialistas, naseristas, nacionalistas e incluso socialdemócratas, unidos por el común denominador de su rechazo al islamismo.

En contra de la nueva carta magna están el Partido Fuerte de Egipto, el movimiento juvenil 6 de Abril (uno de los instigadores de las protestas que llevaron a la caída de Mubarak), el movimiento Socialistas Revolucionarios y el movimiento No a los Juicios Militares. La mayoría de las razones de su rechazo se encuentran en los artículos que mantienen o amplían el poder de los militares, o en el hecho de que se trate de un proceso promovido por autoridades golpistas.

En cuanto a los islamistas, la coalición Alianza Nacional de Apoyo a la Legitimidad (NASL), en la órbita de los ilegalizados (y declarados «grupo terrorista») Hermanos Musulmanes, anunció su boicot al referéndum.

En su crónica previa al referéndum, el corresponsal de El País en El Cairo, David Alandete, escribe:

El Cairo ha quedado cubierto estos días de miles de grandes carteles, azules y verdes, en los que se lee «sí a la constitución». Muchos van acompañados por el marchamo de la foto del general Al Sisi, que considera presentarse a la presidencia, con uniforme militar. Un anuncio radiofónico repite machaconamente la frase «vota sí, vota contra el terrorismo». En el golpe de Estado los militares no dejaron muchas opciones al poder de Morsi y los Hermanos Musulmanes. Ahora han seguido ese mismo patrón. El sí parece ser la única opción de Egipto.

La agencia AP, por su parte, ha recogido los testimonios de varios ciudadanos en las calles de la capital egipcia. Estos son algunos de ellos:

«He votado “Sí” porque creo que estamos en una crisis. Esta constitución no es perfecta, pero necesitamos avanzar primero y arreglarla después». (Ameena Abd Al-Salaama, 65 años, en el barrio de Zamalek, una zona rica de la ciudad)

«Los Hermanos Musulmanes son como un pollo sin cabeza que está exhalando su último aliento, y un “sí” significará su final. Yo estoy aquí para enviar al mundo y a aquellos que odian a Egipto el mensaje de que queremos vivir y que nuestro país vuelva a funcionar». (Alaa al-Nabi Mohammed, 67 años, en el barrio de Imbaba)

«Esta constitución no está construida desde la legitimidad. Yo no voy a votar. Sé que va a aprobarse, lo queramos o no, pero no puedo participar en algo de lo que no estoy covencido. Y si digo algo en contra de ella, me detendrán. Mantenerse callado es mejor». (Hani Abdel-hakim, 33 años, en el barrio de Assuit, de mayoría islamista)

«Voy a votar “Sí”. Voté “Sí” en el referéndum anterior y votaré “Sí” otra vez. Porque necesitamos un país seguro, necesitamos progreso. Solo Dios sabe si las cosas cambiarán en realidad, o no». (Fatma Ahmed, 58 años, en Ciudad Nasser)

«Sinceramente, no puedo ir a votar. Yo estuve con los manifestantes en las protestas de Rabaa, y les vi morir. Para mi, este referéndum no tiene ninguna legitimación». (Ahmed Zakaria, 24 años, cerca de un colegio electoral situado junto a la mezquita de Rabaa Adawiyya, la zona donde las fuerzas de seguridad disolvieron violentamente una protesta de varios días en favor de Mursi, con el resultado de unos 300 muertos)

El pasado 28 de diciembre, un par de días después de que los Hermanos Musulmanes fuesen declarados «organización terrorista», la arabista Luz Gómez García señalaba en un imprescindible artículo, publicado en El País, que la nueva carta magna egicpia «refuerza el papel de la religión y las Fuerzas Armadas, y su publicación coincide con una ley que restringe el derecho de reunión. El país es hoy más militar y más islamista que hace tres años». Y concluía:

La nueva Constitución, tan semejante a sus predecesoras, no podrá hacer frente al cambio social que ha vivido Egipto. Ha nacido apoyándose en la represión y no augura su fin. La declaración, por parte del Gobierno golpista, de los Hermanos Musulmanes como organización terrorista es una sentencia a muerte para la democracia. Lo lógico sería que Egipto se siga considerando revolucionario y le aplique a Al Sisi el correctivo que le aplicó a Morsi por menos.


Más información y fuentes:
» Egypt’s winding path toward a new constitution (Ursula Lindsey, en Mada Masr)
» Referendo en Egipto: qué está en juego (BBC)
» Egipto, represión y Constitución (Luz Gómez García, en El País)
» Egypt votes this week on new constitution, with result already known (Nancy A. Youssef, en McClatchy)
» Una constitución a medida del régimen (David Alandete, en El País)
» Egypt’s Good, Bad, and Ugly (H. A. Hellyer, en Foreing Policy)
» A constitutional mirage in Egypt (Islam Abdel-Rahman, en openDemocracy)
» Doing the math on Egypt’s referendum (Wael Nawara, en Al Monitor)
» Voices of Egypt’s voters on draft constitution (AP)
» On Egypt’s General Sisi (Nervana)

Egipto: un referéndum para legitimar el golpe

Es la primera parada en el camino trazado por los militares egipcios para legitimar y apuntalar el golpe de Estado que acabó con el gobierno islamista del presidente Mohamed Mursi: aprobar una nueva constitución para, en unos meses, poder celebrar unas elecciones a las que, aunque aún no lo ha anunciado de manera oficial, es muy probable que se presente el general golpista Abdul Fatah al Sisi, jefe de las fuerzas armadas y actual hombre fuerte del país. […]

A short guide to the Middle East - FT
Carta en el ‘Financial Times’

«Irán apoya a Asad. ¡Los estados del Golfo están en contra de Asad!

Asad está en contra de los Hermanos Musulmanes. Los Hermanos Musulmanes y Obama están en contra del general Sisi.

¡Pero los estados del Golfo son pro Sisi! ¡Lo que significa que están en contra de los Hermanos Musulmanes!

Irán es pro Hamás, ¡pero Hamás respalda a los Hermanos Musulmanes!

Obama apoya a los Hermanos Musulmanes y, sin embargo, ¡Hamás está en contra de Estados Unidos!

Los estados del Golfo están con Estados Unidos. Y Turquía está con los estados del Golfo en contra de Asad, pero Turquía está con los Hermanos Musulmanes en contra de Sisi. ¡Y el general Sisi tiene el respaldo de los estados del Golfo!

Bienvenido a Oriente Medio, que tenga un buen día».

KN Al -Sabah, Londres

(Carta al director en The Financial Times, vista en The Angry Arab gracias a Laura Fernández Palomo)

Welcome to the Middle East

A short guide to the Middle East - FT

«Irán apoya a Asad. ¡Los estados del Golfo están en contra de Asad! Asad está en contra de los Hermanos Musulmanes. Los Hermanos Musulmanes y Obama están en contra del general Sisi. ¡Pero los estados del Golfo son pro Sisi!… Leer

Seguidores del depuesto presidente egipcio Mohamed Mursi, durante una manifestación en Damieta, Egipto, el pasado 5 de julio. Foto: Mohamed Elsayed / Wikimedia Commons

Tras haberle mantenido casi un mes «retenido» sin cargos e incomunicado (es decir, secuestrado), las nuevas autoridades egipcias controladas por el ejército han presentado al fin este viernes acusaciones contra el depuesto presidente Mohamed Mursi, junto con una orden de prisión preventiva de quince días. Las acusaciones, dadas a conocer justo el mismo día en que hay convocadas masivas concentraciones ciudadanas a favor y en contra del golpe de Estado, se centran en que Mursi supuestamente conspiró con el grupo palestino islamista Hamás para perpetrar «acciones enemigas contra el país» (lo que, técnicamente, equivale a traición) y escapar de la cárcel durante la revolución de 2011 contra Mubarak, una acción en la que fueron asesinados presos y funcionarios, se secuestró a soldados y se prendió fuego a edificios. Por todo ello, y según informa Reuters, Mursi estaría acusado también de asesinato y secuestro.

La medida ha sido adoptada por el juez Hasan Samir, del Tribunal de Apelación de El Cairo, tras interrogar a Mursi, y hace referenecia a los sucesos ocurridos el 28 de enero de 2011 (la jornada conocida como «Día de la Ira», durante la revolución), cuando cientos de detenidos, Mohamed Mursi entre ellos, escaparon de la cárcel de Wadi Al Natrun, al noroeste de El Cairo. Trece personas murieron durante la fuga, y Hamás (organización conectada con los Hermanos Musulmanes que respaldan a Mursi) fue acusada de haber conspirado para llevar a cabo el ataque a la prisión.  Ello supondría que los lideres de los Hermanos Musulmanes habrían colaborado con elementos extranjeros en una acción contra la soberanía nacional y la seguridad del Estado.

Hace tres días, el jefe del Gobierno de Hamás en Gaza, Ismail Haniye, negó toda implicación de su movimiento en Egipto y pidió a los medios de comunicación de este país que dejen de publicar acusaciones «falsas». Los Hermanos Musulmanes, por su parte, se han apresurado a rechazar las acusaciones: «Todos sabemos que estos cargos no son más que el producto de la fantasía de un puñado de generales y de una dictadura militar», ha dicho su portavoz, Gehad al Haddad. «Vamos a continuar con las protestas en las calles», añadió.

Fantasía o no, pretender que la razón por la que se ha privado a Mursi de libertad durante todo este tiempo tiene que ver con la fuga de una prisión ocurrida hace dos años resulta un poco burdo. Los propios militares habían dicho anteriormente que Mursi estaba retenido para asegurar su «protección».

En cualquier caso, no parece que a los mandos del ejército egipcio les preocupe mucho el asunto de la legitimidad judicial. Su argumento sigue siendo que la legitimidad se la ha dado la calle, es decir, las manifestaciones (multitudinarias e impresionantes, sin duda, pero ni unánimes ni tan numerosas como se ha llegado a informar) contra Mursi que precedieron al golpe de Estado. Por eso, el jefe del ejército, el general Abdel Fatah al Sisi, hizo hace unos días un llamamiento a los egipcios para que se manifestaran este mismo viernes en apoyo de las medidas adoptadas desde el golpe, y para respaldarle en su intento de «acabar con la violencia y el terrorismo» en el país, donde en los últimos días han muerto una quincena de personas.

Y, mientras tanto, Estados Unidos sigue intentando nadar y guardar la ropa. Tras recibir asesoramiento legal de sus abogados, el Gobierno estadounidense ha concluido que no tiene obligación legal de determinar si la deposición de Mursi por parte de los militares fue o no un golpe de Estado. Y es que, en el caso de que Washington lo definiese como tal, EE UU debería suspender, por ley, su ayuda financiera a Egipto, una acción que, según la administración estadounidense podría desestabilizar más aún el país árabe, por no hablar de las consecuencias para algunas empresas de EE UU. En este sentido, un alto funcionario citado por The New York Times señaló que «la ley no nos obliga a realizar una declaración formal sobre si ha habido o no un golpe de Estado, y hacer semejante declaración no conviene a nuestro interés nacional».


Leer también:
» El golpe en Egipto, paso a paso
» Las revoluciones las hace el pueblo, no el ejército

Más información y fuentes:
» Egypt’s Mursi accused of murder, kidnapping before rallies (Reuters)
» Egypt court orders Morsi detention over Hamas collaboration (Al Ahram)
» The curious case of the Wadi el-Natrun escape (The Egyptian Gazette)
» El jefe del Ejército insta a los egipcios a manifestarse para mostrar su apoyo al golpe (RTVE)
» Egypt braced for showdown between army supporters and Muslim Brotherhood – live updates (The Guardian)
» Aid to Egypt Can Keep Flowing, Despite Overthrow, White House Decides (The New York Times)

Las acusaciones contra Mursi, leña al fuego

Tras haberle mantenido casi un mes «retenido» sin cargos e incomunicado (es decir, secuestrado), las nuevas autoridades egipcias controladas por el ejército han presentado al fin este viernes acusaciones contra el depuesto presidente Mohamed Mursi, junto con una orden de… Leer

El jefe militar de las fuerzas armadas de Egipto, Abdel-Fatá al Sisi, en la televisión estatal, el pasado 3 de julio. Imagen: Televisión Estatal de Egipto (captura de vídeo)

7 de marzo: La Comisión Electoral egipcia suspende la convocatoria de las elecciones legislativas que estaban previstas para el 22 de abril.

Abril: Miembros del Movimiento Egipcio por el Cambio, que se formó en 2004 para impulsar la reforma política bajo el gobierno del expresidente Hosni Mubarak, fundan Tamarod (rebelión), el nuevo movimiento que convocará las protestas de finales de junio, asegurando haber acumulado más de 22 millones de firmas a favor de la dimisión del presidente Mohamed Mursi.

30 de junio-1 de julio: Masivas manifestaciones contra Mursi en la plaza Tahrir de El Cairo. El Ejército da 48 horas al presidente para que cumpla las demandas de los manifestantes. Enfrentamientos entre islamistas y opositores dejan al menos 20 muertos en distintos puntos del país.

2 de julio: Dimiten varios ministros del Gobierno de Mursi.

3 de julio: El Ejército suspende la Constitución, depone a Mursi y coloca al presidente del Tribunal Constitucional, Adli Mansur, en la jefatura del Estado.

4 de julio: Al menos 15 muertos en enfrentamientos tras el golpe. Mansur jura su cargo como presidente interino. La Fiscalía prohíbe salir del país a Mursi. La televisión egipcia informa sobre la detención del guía espiritual de la Hermandad, Mohamed Badia, acusado de instigar al asesinato de manifestantes pacíficos, y del número dos, Jairat al Shater, aunque no hay confirmación oficial.

5 de julio: La Unión Africana suspende a Egipto de este organismo. Mansur disuelve el Parlamento, dominado por los islamistas. Mueren tres manifestantes pro Mursi después de que el Ejército abriese fuego. Mohamed Badia aparece en público después que se anunciara su arresto y dice que seguirán en las plazas hasta que vuelva Mursi. El Ejército despliega carros de combate cerca de la plaza Tahrir para intentar controlar los choques entre partidarios y detractores del depuesto presidente, que han causado ya al menos 30 muertos y 1.077 heridos en varios puntos del país.

6 de julio: Mansur se reúne con el ministro de Defensa y jefe de las Fuerzas Armadas, el general Abdel Fatah al Sisi, y con el ministro de Interior, Mohamed Ibrahim, para analizar la crisis. El partido salafista Al Nur, que en principio apoyó el golpe, critica que el nuevo presidente haya comenzado a emitir declaraciones constitucionales «sin efectuar consultas con la sociedad y los partidos». El premio Nobel de la Paz Mohamed ElBaradei es nombrado primer ministro provisional del gobierno de transición.

8 de julio. La tensión y el riesgo de conflicto civil se dispara tras la muerte de al menos 50 partidarios del depuesto presidente Mursi en un ataque de la Policía y las Fuerzas Armadas, durante choques ocurridos en El Cairo. Los partidarios de Mursi mantienen que fueron atacados mientras rezaban. El Ejército asegura que varios «terroristas» abrieron fuego contra los soldados e intentaron «asaltar» el cuartel para liberar a Mursi.

16 de julio. Tras una nueva noche de violencia (siete muertos, más de 250 heridos y al menos 400 detenidos), se forma el nuevo gobierno provisional, encabezado por el economista Hazem el Beblaui y sin islamistas. Los nuevos ministros (una treintena, entre ellos, tres mujeres) toman juramento ante el presidente interino, Adli Mansur. El hasta ahora ministro de Defensa y jefe de las Fuerzas Armadas, Abdel Fatah al Sisi, mantiene la cartera y ocupa además el puesto de primer viceprimer ministro. Los Hermanos Musulmanes rechazan el gabinete al considerarlo «ilegítimo». Estados Unidos, que desde un principio evitó hablar de «golpe de Estado», respalda el nuevo proceso de transición e insta a que esta etapa sea «transparente e inclusiva» , con un «diálogo continuo, sin excluir a ninguna parte».


Con información de las agencias Efe, Reuters, AP y AFP
Vídeos: Euronews, CNN, Al Jazeera, AP

El golpe en Egipto, paso a paso

7 de marzo: La Comisión Electoral egipcia suspende la convocatoria de las elecciones legislativas que estaban previstas para el 22 de abril. Abril: Miembros del Movimiento Egipcio por el Cambio, que se formó en 2004 para impulsar la reforma política… Leer