asirios

Celebración del Año Nuevo Asirio (Akitu, 6769) en 2019, en Nohadra (Duhok, Irak). Foto: Levi Clancy / Wikimedia Commons

En el vibrante paisaje de dificultades de Medio Oriente, tratar la libertad de expresión de los asirios exige examinar la actual marginación política que soportan en su tierra de origen, que abarca Irak y algunas zonas de Turquía y Siria. Su historia es el reflejo de la lucha de las comunidades minoritarias en una región marcada por la inestabilidad política.

Cuando se celebra el año nuevo asirio, que llega a un notable año 6773, la celebración alcanza a Irak, Siria y otros países. No obstante, bajo la superficie, una profunda tristeza perturba a las minorías asirias que se quedaron en su patria ancestral, de Duhok y Erbil a Nínive y Bagdad en Irak.

A lo largo de los últimos veinte años, la opresión, los conflictos étnicos y sectarios, y los disturbios políticos han reducido drásticamente la comunidad asiria de Medio Oriente. Muchos han huido a Europa, Estados Unidos y Australia, lo que pone en peligro la lengua asiria, que tiene 3000 años de historia en su lugar de origen. La población asiria de Irak ha sufrido un notable descenso, ha caído de entre 800 000 a 1,4 millones de personas en la década de 1990 a menos de 142 000 actualmente, como informa la Fundación Shalma, organización dedicada a documentar las poblaciones del pueblo asirio caldeo sirio de Irak.

Este descenso puede atribuirse al cambiante panorama político de la región, sobre todo después de que Estados Unidos invadió Irak, invasión que arrojó una larga sombra sobre el pueblo iraquí hasta ahora. Los sucesivos gobiernos del país no han protegido a las comunidades asirias de grupos terroristas como el Estado Islámico (Dáesh) y el Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK). Este último ha intentado agresivamente hacerse con el control de tierras ancestrales asirias en Nínive, incluso usando a los asirios como escudos humanos durante confrontaciones en la frontera turco-iraquí. Estas tácticas coercitivas pretenden intimidar a los asirios para que se vayan.

Estos problemas han reestructurado la forma de vida de los asirios, han afectado a sus derechos humanos y sobre todo, a su libertad para expresar su identidad, cultura y lengua.

La lucha de los asirios por expresar su identidad en el último siglo

En la diversidad de Medio Oriente, los asirios emergen como una minoría indígena distintiva con identidades étnica, religiosa y lingüística únicas. Pueden rastrear su ascendencia hasta la antigua civilización asiria que floreció en Mesopotamia, el actual Irak. Aunque son predominantemente cristianos, en la comunidad asiria también hay pequeñas minorías musulmanas y yazidíes que se identifican con su herencia asiria.

Los asirios sufren marginación desde la caída de su imperio en 609 AC.

A principios del siglo XX, junto con otros grupos étnicos de la región, los asirios sufrieron bajo el Gobierno otomano, con sus políticas de «turquización» que pretendían imponer una identidad única. En esta época hubo genocidios turcos contra asirios, armenios, yazidíes y otros, que forzaron a los asirios a huir y a ocultar su identidad cultural, religiosa y lingüística por temor a perder la vida.

Tras la Primera Guerra Mundial y la caída del Imperio Otomano, continuó la opresión a los asirios mientras emergía el reino de Irak bajo mandato británico. Los asirios pretendían convertirse en una entidad independiente a cambio de su servicio en el Ejército, pero Reino Unido no mantuvo sus promesas, lo que condujo a hostilidad y opresión del recién formado Gobierno iraquí.

En 1933, el Ejército iraquí atacó brutalmente más de 60 poblados asirios en la infame masacre de Simele, que causó más de 3000 muertes. Esta masacre supuso una auténtica amenaza para la presencia asiria en la región, y provocó otro éxodo masivo.

En una entrevista con Global Voices, Saad Salloum, especialista en minorías iraquíes y profesor asistente de Relaciones Internacionales en la Universidad Mustansiriyah de Bagdad, señaló que la masacre de Simele intensificó la desconfianza entre asirios y sus vecinos kurdos y árabes, sobre todo porque la opresión nunca cesó:

En 1933, la masacre de Simele, dirigida por el general Bakr Sedqi, reflejó el terrible legado de la masacre de 1915 contra las minorías. En 2015, el grupo terrorista Dáesh continuó con este siniestro patrón de desgaste gradual.

Historias de masacres pasaron de boca en boca de una generación a la siguiente, ya que los asirios carecían de libertad de expresión para documentarlas. En la segunda mitad del siglo XX, tras su migración masiva a países occidentales, obtuvieron una mayor libertad de expresión para contar públicamente estas historias a través de sus descendientes.

A principios de la década de 1970, el gobierno iraquí del partido Ba’ath intentó mejorar la situación de los asirios con la aprobación de una ley que reconocía sus derechos culturales y lingüísticos. Adad Youssef, jefe de la Red de Alianzas de Minorías Iraquíes (Red AMI), señaló en una conversación con Global Voices que, aunque la ley fue un paso adelante, se quedó corta. Reconocía a los asirios como hablantes de asirio, pero no como un grupo étnico, y tampoco concedía reconocimiento oficial a la lengua, aunque su apoyo ayudó a preservarlo durante un tiempo:

El reconocimiento de los derechos de los hablantes de asirio estuvo lejos de ser real, puesto que el partido Ba’ath categorizó a todo el mundo como árabe excepto a kurdos y turcos. Aún así, este reconocimiento permitió la enseñanza del asirio en las escuelas oficiales de las zonas con mayoría asiria durante muchos años, hasta que cesó.

A finales de la década de 1970, Sadam Huseín desencadenó una campaña de opresión contra sus críticos, incluidas minorías como kurdos, turcos, asirios, etc. Sofocó la expresión de su identidad y sus lenguas indígenas con puño de hierro contra los medios y la libertad de expresión.

Bajo el mandato de Sadam Huseín se desplegó una dinámica inusual para algunos grupos minoritarios, como señaló la activista asiria Juliana Khamo. Fue un contrato social en el que Huseín ofreció algo de calidad de vida a cambio de que las minorías se abstuvieran de ejercer su libertad de expresión. Para los asirios, esto significaba que preservaban su identidad religiosa y su lengua pero se mantenían al margen de la sociedad.

Pero este delicado equilibrio se rompió con la ocupación estadounidense de Irak, que no solo desmanteló el régimen de Huseín , sino que también preparó el terreno para el resurgimiento de milicias y grupos terroristas, concretamente Dáesh.

Dáesh puso a las minorías asirias —entre otras— en su punto de mira, y cometió atrocidades tremendas en su contra. Destruyó iglesias, monasterios y tesoros culturales asirios de valor incalculable, como la antigua ciudad de Nimrud, importantísimo yacimiento arqueológico de la región.

Se coaccionó a los asirios para que se convirtieran al islam, les incautaron sus propiedades y se les sometió a estrictas restricciones religiosas y lingüísticas. Las mujeres y niñas asirias sufrieron repetidas violencias sexuales y matrimonios forzados. Este reino del terror creó un clima de miedo, autocensura y silencio.

La situación de la libertad de expresión de los asirios en el Irak contemporáneo

Antes de que emergiera Dáesh, hubo significativos avances en cuanto a la libertad de expresión de los asirios en Irak. En 2005, la Constitución iraquí reconoció la lengua asiria como lengua minoritaria, lo que dio nuevas oportunidades para la expresión lingüística. El activista Adad Youssef dice:

Con la adopción oficial de la lengua asiria en zonas de mayoría asiria, ha florecido la educación asiria. Más de 260 escuelas de Irak ofrecen ahora el asirio, y el Departamento de Lenguas de la Universidad de Bagdad ha establecido el departamento de Lengua Asiria.

Además, se han fundado asociaciones, clubs y partidos que publican materiales tanto en asirio como en árabe sobre muchos temas, como religión, cultura, política y educación.

El reconocimiento constitucional de los derechos lingüísticos asirios y el progreso tecnológico alimentó el optimismo sobre el futuro asirio. La era digital ha equipado a los asirios con poderosas herramientas para expresarse en su propia lengua, y ha revitalizado su lengua materna. Las redes sociales, foros en línea y sitios web en lengua asiria se han convertido en nudos de comunicación, intercambio de contenidos y celebración cultural.

El periodista asirio irakí Khalpeel, detenido por tropas kurdas en 2019, señaló en una conversación con Global Voices que la lengua asiria consiguió el apoyo de los sistemas operativos iOS y Android. Un grupo de jóvenes asirios trabaja diligentemente en integrar la lengua asiria en Google Translate. Khlapeel dijo:

La tecnología ha sido un tremendo activo para los asirios, ha desempeñado un papel esencial al revitalizar nuestra herencia cultural. Nos ha dado los medios para usar nuestra lengua en el mundo digital. Hoy, asirios de todo el mundo pueden comunicarse en su propia lengua.

Pese al significativo progreso, la libertad de expresión sigue teniendo un futuro sombrío en Irak, sobre todo para los asirios, enredados en un amplio contexto de miedo, amenazas, violencia y persecución. En 2022, el Índice Mundial de Libertad de Prensa (WPFI) situó a Irán en el puesto 172 sobre un total de 180 países.

En las últimas décadas, los asirios iraquíes han sido obligados a trasladarse a zonas controladas por los kurdos, bajo penas de severas multas. Pese a las garantías constitucionales de libertad religiosa y lingüística, la opresión que sufren actualmente, la discriminación religiosa y las restricciones de movimientos les han dejado pocas opciones, aparte de la de emigrar.


Saman Dawood es un periodista iraquí especializado en derechos humanos y derechos de las minorías en Oriente Medio, especialmente yazidíes y asirios.


Publicado originalmente en árabe en Global Voices bajo licencia Creative Commons, el 26/9/2023
Traducido del inglés por Mariam A., Honey Hashem, Lourdes Sada


Este artículo forma parte de una serie en Global Voices que examina la libertad de expresión y el acceso a la información en espacios cívicos en seis comunidades lingüísticas de la región Oriente Medio y Norte de África.

Los asirios iraquíes luchan por la libertad de expresión entre amenazas políticas y extremistas

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La pista sobre la existencia de un idioma desconocido hasta ahora durante el Imperio Asirio, hace unos 2.800 años, la ha dado el descubrimiento en el sureste de Turquía de una tablilla de arcilla, en la que están grabados los nombres de unas mujeres que probablemente fueron llevadas a la fuerza hasta la zona desde su región de origen.

La tablilla de arcilla hallada en el yacimiento de Ziyaret Tepe, en el sureste de Turquía. Imagen: Universidad de Cambridge

Así recoge el hallazgo la agencia Efe:

Lishpisibe, Bisinume, Sasime. Son algunos de los exóticos nombres de mujer hallados en una tablilla de arcilla grabada durante el Imperio Asirio, hace 2.800 años, y que han permitido descubrir una lengua desconocida hasta la fecha.

«Sabemos que son nombres de mujeres porque a cada uno le antecede el símbolo asirio cuneiforme de ‘nombre femenino’», explicó hoy a Efe John MacGinnis, miembro del equipo de arqueólogos responsable del hallazgo y que ha publicado el resultado de sus investigaciones en el último número del Journal of Near Eastern Studies.

MacGinnis, profesor de la Universidad de Cambridge (Reino Unido), relató en conversación telefónica que la tablilla, excavada en el yacimiento de Ziyaret Tepe, en el sureste de Turquía, fue descubierta en 2009 y presenta una inscripción en el cuneiforme asirio habitual en el imperio.

Pero su contenido es una sorpresa: la lista abarca 60 nombres relacionados con el registro del palacio de Tushan, residencia de un gobernador del Imperio Asirio en el siglo VIII a.C., y 45 de ellas tienen un origen distinto a cualquier lengua registrada por los arqueólogos.

Por la morfología de los nombres es obvio, añadió, que no corresponden al asirio ni al arameo ni a ningún otro lenguaje hablado en el Imperio Asirio del que se tenga constancia.

MacGinnis indicó que la lista se refiere a un grupo de mujeres oriundas de una región alejada y trasladadas al imperio, posiblemente a la fuerza, como era frecuente en aquella época.

«Podrían proceder de los Montes Zagros en Irán», aventuró el profesor, ya que en otros documentos asirios hay una mención a un idioma llamado «mejranio», que se habría hablado en aquella zona, entonces bajo dominio asirio, pero del que no se sabe nada más.

«Los nombres se leen como Lishpisibe, Bisinume, Sasime, Anamkuri, Alaqitapi, Rigahe…», explicó MacGinnis, quien reconoce que no tiene claves sobre el tronco lingüístico al que podrían pertenecer.

«He consultado a un experto y estamos seguros de que no es una lengua irania (rama a la que pertenece el kurdo, hablado hoy en la zona)», aclaró.

Sería posible, especuló, que esté relacionada con alguna de las diversas lenguas que se hablan hoy en el Cáucaso y forman parte de tres troncos lingüísticos completamente aislados de cualquier otro idioma.

«Ahora empieza el trabajo para los lingüistas modernos que conocen los idiomas caucásicos y que tal vez puedan hallar alguna relación», retó el experto.

Si bien hay tablillas en asirio procedentes de la antigua ciudad excavada en el yacimiento, la descubierta en 2009 es la única encontrada hasta ahora en el palacio, aunque MacGinnis cree que el edificio puedo albergar otras piezas.

Lo que no sabe es si podrá hallarlas: parte del yacimiento quedará sumergido cuando se complete la presa de Ilisu en el río Tigris, un proyecto hidráulico que lleva años en construcción y que inundará una vasta parte del valle fluvial.

«Estamos trabajando a contrarreloj porque sólo nos quedan dos temporadas: el Gobierno turco nos ha confirmado que podemos seguir trabajando este año y el que viene, pero después ya no renovarán el permiso», lamentó el profesor.

La construcción de la presa, que inundará también el famoso pueblo histórico de Hasankeyf y otros yacimientos, se ha retrasado en parte debido a las protestas internacionales, pero MacGinnis cree que el Gobierno turco está decidido a completarla pronto, por lo que quiere poner fin a los trabajos arqueológicos en la zona.

La tablilla se conserva hoy en el museo de Diyarbakir, capital de la provincia turca a la que pertenece Ziyaret Tepe.

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