Bizancio

Interior de Santa Sofía, en Estambul. Foto: Abdullah Öğük / Unsplash

En apenas un mes, dos antiguas iglesias bizantinas de Estambul utilizadas como museos durante décadas, la famosa Santa Sofía y la de San Salvador de Cora, han sido convertidas en mezquitas. La medida ha sido recibida con preocupación. Y la comunidad greco-ortodoxa de la ciudad siente que lo que está en juego va más allá de estos dos monumentos.

Los griegos ortodoxos de Estambul, los Rum Polites, constituyen la mayor parte de los feligreses del Patriarcado Ecuménico, el centro tradicional de la Iglesia Ortodoxa Oriental. Numerosos e influyentes durante las épocas bizantina y otomana, en la actualidad representan una pequeña minoría de apenas 2.000 personas. Las experiencias traumáticas que han sufrido a lo largo de la historia, incluyendo pogromos y expulsiones, han provocado que estén dispersos por todo el mundo. Pero los Rum Polites siguen manteniendo una fuerte conexión con Estambul y con su herencia bizantina, palpable en hitos arquitectónicos como Santa Sofía y Cora.

Tanto Santa Sofía como San Salvador de Cora eran iglesias reverenciadas en la Constantinopla bizantina. Santa Sofía, cuyo ingenio arquitectónico asombró al mundo, fue la iglesia imperial del Imperio Bizantino. Cora formaba parte de un complejo monástico rural y estaba ricamente adornada con impresionantes mosaicos y frescos.

Parte central del mosaico de la Dormición de la Virgen, en la naos de la iglesia bizantina de San Salvador de Cora, en Estambul. Foto: Dosseman / Wikimedia Commons

Los dos lugares fueron convertidos en mezquitas por los otomanos: Santa Sofía, inmediatamente después de la caída de Constantinopla en 1453, y Cora medio siglo después. Ya en las décadas de 1930 y 1940, durante la República de Turquía, Santa Sofía y Cora fueron transformadas en museos, en consonancia con el espíritu laico y la actitud orientada hacia Occidente del nuevo Estado. Las representaciones de figuras en los mosaicos y frescos, que habían sido cubiertas de yeso por los otomanos, fueron sacadas de nuevo a la luz durante este periodo, mediante extensos proyectos de restauración.

La solución republicana ha sido deshecha con los recientes decretos presidenciales de Recep Tayyip Erdoğan que han reconvertido oficialmente Santa Sofía y Cora en mezquitas.

Al igual que muchos otros habitantes de Estambul, los Rum Polites temen que la transformación de iglesias históricas bizantinas en mezquitas suponga la decadencia de la identidad cosmopolita de la ciudad y de su historia de múltiples capas. «No debería existir una competición entre civilizaciones, especialmente en una ciudad tan culturalmente rica como Estambul, capital de un imperio durante más de 1.500 años», señaló Laki Vingas, presidente de la Asociación de Fundaciones Rum, tras la conversión de Cora.

Como museos, Santa Sofía y Cora personificaron el pasado bizantino y otomano, y fueron símbolos de la coexistencia entre múltiples religiones. Su conversión implica una jerarquía que da prioridad a su pasado islámico sobre todas las demás capas.

Retórica de conquista

La decisión de Erdoğan es el reflejo de una retórica de conquista que intensifica la alienación del pasado cristiano de Estambul.

En el discurso del pasado 10 de julio en el que anunció la decisión de abrir Santa Sofía, el presidente turco destacó que la conversión de la antigua basílica satisfaría «el espíritu de conquista» de Mehmet II. El 24 de julio, Ali Erbas, jefe de la Dirección de Asuntos Religiosos de Turquía, pronunció el primer sermón del viernes en Santa Sofía con una espada en la mano, simbolizando asimismo una tradición de conquista. Podría decirse que semejante discurso marca a los no musulmanes de Turquía como sujetos reconquistados y ciudadanos de segunda clase.

Santa Sofía, en Estambul. Foto: Arild Vågen / Wikimedia Commons

El arzobispo Elpidoforos, de la Archidiócesis Ortodoxa Griega de América, y natural de Estambul, dijo a la BBC que Santa Sofía evoca «sentimientos especiales por cualquier cristiano, especialmente por los ortodoxos, que están más directamente relacionados con este monumento». Y añadió: «Soy un ciudadano turco, y no quiero que el estado tenga mentalidad de conquistador, porque no me considero parte de una minoría conquistada. Quiero sentirme en mi propio país como un ciudadano más».

En otra declaración igualmente personal y emotiva, el arzobispo de Constantinopla – Nueva Roma y Patriarca Ecuménico, Bartolomé I, dijo sentirse triste y «herido» por la conversión.

¿Qué está en juego?

Las reconversiones de Santa Sofía y Cora en mezquitas pueden deberse a los muchos desafíos a los que se enfrenta Erdoğan, incluyendo sus maniobras para ganar poder geopolítico, su batalla contra el legado laicista del fundador de la Turquía moderna, Kemal Ataturk, su llamada al nacionalismo religioso para revivir su popularidad electoral, o sus tácticas para desviar la atención de la caída en picado de la economía turca. Sin embargo, como advierte el historiador rum Foti Benlisoy, sería un error pensar que se trata únicamente de conseguir pequeñas victorias en la política interna.

Según sostiene Benlisoy, estos actos de reislamización o desoccidentalización probablemente reflejan una orientación «neo-otomana» hacia la construcción de una «identidad nacional alternativa» basada en la polarización. Esta guerra cultural conduce a un clima hostil que, especialmente para las comunidades vulnerables como los Rum Polites, pone en peligro aún más su supervivencia en la ciudad.

Parte trasera de la iglesia de San Salvador de Cora, en Estambul. Foto: G Da / Wikimedia Commons

La comunidad de los Rum Polites es una parte tan valiosa del patrimonio cosmopolita de la ciudad como lo son Santa Sofía y Cora. Las urbes metropolitanas como Estambul deben abrazar su legado multicultural en su totalidad, tanto en el tejido urbano como en la diversidad cultural, y crear un lugar seguro para la convivencia. De lo contrario, la identidad de la propia ciudad puede verse en peligro.

Algunos monumentos son tan grandiosos que su impacto va más allá de los habitantes de la ciudad en que se encuentran, o incluso de los visitantes; pertenecen a la humanidad. Sin embargo, siguen siendo la principal referencia para algunos lugareños, o para sus compañeros de la diáspora, cuya identificación con la ciudad se materializa a través de esos monumentos. Es el caso de Santa Sofía y Cora para la comunidad ortodoxa griega de los Rum Polites, en Estambul y más allá.


Ilay Romain Ors es investigadora del Centro de Migración, Políticas y Sociedad (COMPAS) de la Universidad de Oxford. Actualmente vive en Grecia y trabaja en un proyecto de investigación sobre las migraciones en el Mar Egeo, financiado por la Independent Scholar Research Foundation.

Tuğba Tanyeri-Erdemir es investigadora en el Departamento de Antropología de la Universidad de Pittsburgh. Su trabajo se centra en la vertiente etnográfica de los edificios religiosos históricos reconvertidos, la gestión del patrimonio cultural de sitios sagrados y la reutilización y museificación del patrimonio religioso.


Publicado originalmente en The Conversation bajo licencia Creative Commons el 15/9/2020
Traducción del original en inglés
: Former Byzantine churches are being converted to mosques – this threatens Istanbul’s cosmopolitan identity

Un golpe a la identidad cosmopolita de Estambul

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Restos de una basílica bizantina en el lago Iznik, en Turquía. Foto: DHA

Fue construida hace unos 1.500 años, y hoy reposa tranquilamente en las profundidades del lago İznik, en la provincia de Bursa, al noroeste de Turquía. Los restos de una basílica bizantina que ha sido datada aproximadamente en el año 500 de nuestra era fueron identificados recientemente al realizar una serie de fotografías aéreas como parte de un inventario del patrimonio histórico y cultural de la zona.

La estructura, que presenta las tres naves típicas de la planta basilical, se encuentra sumergida a unos 20 metros de la orilla, a algo más de metro y medio de profundidad, y es perfectamente visible en las imágenes obtenidas. Es de suponer que los restos eran conocidos por la población local, pero es ahora cuando se ha llevado a cabo la primera aproximación científica al yacimiento.

Según explica el arqueólogo Mustafa Şahin, de la Universidad Uludağ de Bursa, su planta es similar a la de la basílica de Santa Sofía en İznik. Los responsables de la excavación ya han solicitado a las autoridades que el lugar sea especialmente protegido como yacimiento arqueológico.

Şahin asegura que la presencia de una gran cantidad de piedras diseminadas indica que, probablemente, la estructura se vino abajo como consecuencia de un terremoto: «Sabemos que ocurrió un seísmo importante en el año 740 d.C., y nuestras primeras observaciones apuntan a que la basílica fue destruida entonces». El templo no fue reconstruido.


Más información y fuentes:
» Remains of Byzantine basilica discovered at the bottom of Lake İznik (Hürriyet)
» Turkey: a 1500-year-old basilica discovered in Lake Iznik (AnsaMed)

Más fotos, aquí

Una basílica en el fondo del lago

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