Guta

Un inspector examina un proyectil caído en uno de los suburbios de Damasco donde ocurrió el ataque químico del 21 de agosto. Imagen: Human Rights Watch (captura de vídeo)

Este sábado se cumple un mes desde que la oposición siria denunció la muerte de al menos 1.300 personas en un ataque con armas químicas perpetrado en las afueras de Damasco por, según la propia oposición, las fuerzas gubernamentales. Desde entonces, la guerra en el país árabe ha recobrado un protagonismo internacional que parecía agotado, aunque, de momento, sin muchas consecuencias reales para la población, que sigue sufriendo los efectos del conflicto, mientras se suceden las amenazas, los informes, las declaraciones políticas, los movimientos diplomáticos y los análisis de los expertos. Éste es un resumen cronológico de lo ocurrido en relación a las armas químicas en estos 30 días:

21 de agosto. La oposición siria denuncia la muerte por armas químicas de al menos 1.300 personas en el suburbio de Guta, a las afueras de Damasco, y responsabiliza del ataque al régimen de Bashar al Asad, que niega cualquier responsabilidad. Las espantosas imágenes de las víctimas facilitadas por los rebeldes dan la vuelta al mundo.

24 de agosto. Médicos Sin Fronteras afirma que en tres hospitales de Damasco fueron atendidos unos 3.600 pacientes con síntomas neurotóxicos, de los que 355 murieron. Obama se reúne con su equipo de seguridad para analizar las opciones de una intervención militar de castigo en Siria.

25 de agosto. Siria permite a los inspectores de la ONU investigar el ataque con armas químicas. Al día siguiente, los expertos, con menos tiempo del acordado, comienzan a recopilar pruebas sobre el terreno. Recogen muestras de sangre de las víctimas, se reúnen con los familiares y se entrevistan con los médicos que los trataron.

27 de agosto. El presidente de EE UU, Barack Obama, quien había trazado hace meses una «línea roja» en el uso de armamento químico, indica que «debe haber una respuesta adecuada» al régimen sirio. Rusia mantiene que no existen pruebas contra el gobierno de Damasco. El diario The Washington Post y la cadena NBC apuntan a que el ataque puede ser cuestión de días.

29 de agosto. El Parlamento británico rechaza el plan del primer ministro, David Cameron, para intervenir en Siria. Obama estudia una acción militar en solitario.

30 de agosto. En comentarios por separado, Obama y el secretario de Estado de EE UU, John Kerry, condenan duramente al Gobierno sirio, y reiteran que el ataque del 21 de agosto no puede quedar impune. «No podemos aceptar un mundo en que mujeres y niños y civiles inocentes son gaseados a una escala terrible», afirma el presidente. Ambos insisten, no obstante, en que cualquier respuesta militar será puntual, y limitada a una operación de castigo.

31 de agosto. Obama anuncia que ha autorizado el uso de la fuerza militar para castigar a Siria, con activos militares ya posicionados para realizar un ataque, pero aclara que primero buscará la autorización del Congreso. «Hoy estoy pidiendo al Congreso enviar al mundo el mensaje de que estamos listos para movernos como una nación», declara.

5 de septiembre. Cameron asegura que pruebas realizadas en un laboratorio en el Reino Unido demuestran que se utilizó gas sarín en el ataque con armas químicas del 21 de agosto.

6 de septiembre. Once países, entre ellos España, urgen a una respuesta internacional contra Siria durante la cumbre del G20 en San Petersburgo.

9 de septiembre. En una entrevista en la cadena CBS, Asad niega que su gobierno haya usado armas químicas y mantiene que EE UU no tiene ninguna prueba de ello.

10 de septiembre. Siria acepta la propuesta de Rusia de que Damasco coopere con la comunidad internacional en el control de sus armas químicas y en su total destrucción. El Congreso de EE UU retrasa la votación para autorizar un ataque militar.

12 de septiembre. El presidente sirio, Bashar al Asad, anuncia que Siria entregará sus armas químicas, si bien niega haberlas usado. Al día siguiente Siria solicita adherirse a la Convención Internacional para la Prohibición de las Armas Químicas. EE UU y Rusia inician negociaciones sobre el modo de poner bajo supervisión internacional las armas químicas de Siria, sin ocultar sus desacuerdos, pero coincidiendo en que es una «oportunidad única para encontrar una salida» negociada al conflicto que desangra el país.

14 de septiembre. Kerry y el ministro de Exteriores de Rusia, Sergéi Lavrov, acuerdan un plan para «la retirada y eliminación» del arsenal químico del régimen sirio, a condición de que Damasco entregue, en el plazo de una semana, una lista precisa de todo este material. La destrucción del arsenal tendría lugar en el plazo de un año, a mediados de 2014. EE UU, no obstante, no insistirá en incorporar la amenaza de una acción militar, aunque el régimen sirio incumpla su compromiso de entregar las armas químicas. La opción militar quedaría así excluida del proyecto de resolución que se presentará al Consejo de Seguridad de la ONU.

16 de septiembre. El informe elaborado por los inspectores de la ONU confirma la presencia de gas sarín en pacientes, cohetes y sobre el terreno, si bien no establece responsabilidades (no era ese su objetivo). La ONU habla de crímenes de guerra. EE UU, Francia y el Reino Unido creen que los «detalles» del informe apuntan a que fue el régimen de Al Asad quien cometió el ataque. El Gobierno español señala que «ha quedado suficientemente acreditado el uso de gas sarín, realizado a gran escala y por medio de misiles tierra-tierra que procedían de zonas ocupadas y controladas por el ejército sirio».

Mapa elaborado por Human Rights Watch (publicado el 17 de septiembre) a partir de los datos aportados por el informe de los inspectores de la ONU sobre el ataque con armas químicas en Siria del 21 de agosto. Muestra las posibles trayectorias y zonas de origen de dos de los ataques con artillería ocurridos ese día.
Mapa elaborado por Human Rights Watch (publicado el 17 de septiembre) a partir de los datos aportados por el informe de los inspectores de la ONU sobre el ataque con armas químicas en Siria del 21 de agosto. Muestra las posibles trayectorias y zonas de origen de dos de los ataques con artillería ocurridos ese día.

18 de septiembre. Rusia tacha el informe de los inspectores de la ONU de parcial y de haber sido elaborado con prejuicios. Afirma, además, que Siria le ha proporcionado pruebas del uso de armas químicas por parte de los rebeldes, y que presentará estas pruebas a la ONU.

19 de septiembre. Al Asad indica en una entrevista en la cadena Fox que «llevará un año» y mil millones de dólares destruir el arsenal químico de su país, pero asegura estar «comprometido» a cumplir el acuerdo negociado por EE UU y Rusia. Kerry pide al Consejo de Seguridad que tome una decisión sobre Siria« “la próxima semana».

21 de septiembre. La Organización para la Prohibición de las Armas Químicas confirma que el Gobierno sirio ha facilitado «la información esperada» sobre su programa de armamento químico, y que ya se ha empezado a analizar. Al Asad dice que no está «enganchado al poder», pero añade que no lo abandonará hasta las elecciones de 2014.


Fuente: Agencias

Siria: cronología de un mes marcado por las armas químicas

Este sábado se cumple un mes desde que la oposición siria denunció la muerte de al menos 1.300 personas en un ataque con armas químicas perpetrado en las afueras de Damasco por, según la propia oposición, las fuerzas gubernamentales. Desde… Leer

Uno de los barcos de guerra estadounidenses que permanecen posicionado cerca de Siria. Foto: Lolita Lewis / US Navy

Los horrores y las masacres llevan sucediéndose en Siria desde hace más de dos años. Cientos de miles de muertos, millones de refugiados y desplazados, un país descompuesto y dividido por un odio que durará generaciones… Si, al margen de que sea o no la mejor opción, las razones para una intervención internacional se fundamentan en intentar detener semejante tragedia, hace mucho tiempo ya que esas razones están sobre la mesa. Y, por otra parte, ninguno de los dilemas y los caminos sin salida que han desaconsejado esa intervención en el pasado han cambiado ahora en lo más mínimo. Las posibilidades de una victoria militar clara y rápida siguen siendo escasas, y el riesgo de que el conflicto se vuelva más duro (represalias, ataques indiscriminados), o incluso de que se extienda a otros países de la región, sigue siendo muy alto. De tener éxito, además, las perspectivas de futuro, teniendo en cuenta la cantidad de grupos extremistas que hay operando sobre el terreno y la fragmentación de la oposición, no son muy halagüeñas.

La diferencia, lo que ha cambiado en estos últimos días hasta el punto de que estemos hablando ya de intervención «inminente» y de planes de ataque, es la posibilidad de que se hayan utilizado armas químicas contra la población. No es la primera vez que se aduce el uso de este armamento prohibido por las leyes internacionales, pero hasta la semana pasada no se había reportado un ataque verosímil a una escala tan brutal. Y Estados Unidos, país en el que están ahora fijadas todas las miradas, pese a mantener una posición de prudencia, ya dijo en su día que esa era la «línea roja» cuyo traspaso no estaba dispuesto a permitir. (El secretario de Estado estadounidense, John Kerry, tiene prevista una rueda de prensa sobre la crisis siria para este mismo lunes).

Es, por tanto, una cuestión de umbrales, pero también de legitimidad. Hasta el absurdo de la guerra tiene sus códigos, y unas formas de matar son aceptables y otras no, aunque los muertos estén igual de muertos. En teoría, las leyes internacionales consideran el armamento nuclear, biológico y químico como algo que tiene que ser especialmente regulado y controlado, lo use quien lo use. Cualquiera que lo emplee debe enfrentarse a una respuesta. En caso contrario, su utilización podría acabar por normalizarse.

Eso no significa que sea automáticamente legítimo intervenir sin el respaldo de Naciones Unidas. Las lecciones de la invasión de Irak liderada por EE UU, con su sarta de mentiras sobre las armas de destrucción masiva, están aún muy recientes como para haberlas olvidado ya. Pero sí es cierto que abre muchas puertas para justificar un ataque.

James Blitz repasa en el Financial Times precedentes y opciones:

Existen precedentes de acciones legales sin el respaldo de la ONU. Estados Unidos y sus aliados bombardearon Serbia durante 78 días en 1998 para detener la limpieza étnica en Kosovo, y esta acción no tenía autorización de la ONU. No obstante, el presidente Bill Clinton invocó entonces el argumento de que era correcto proteger a una población que estaba en peligro. Por otra parte, Estados Unidos podría argumentar que Siria está violando el Protocolo de Ginebra de 1925, que prohíbe el uso de gases tóxicos en la guerra. Desde el final de la Primera Guerra Mundial, las potencias mundiales han prohibido la utilización de armas químicas y, especialmente, de agentes nerviosos. Estados Unidos podría defender ahora el argumento de que una respuesta militar está justificada, ya que se trata de prevenir que el uso indiscriminado de armas químicas se convierta en una nueva forma de hacer la guerra.

Las diferencias con la guerra de los Balcanes, sin embargo, son notables. En un escenario como el sirio, con los tanques y la artillería del régimen situados en ciudades, como Damasco, el riesgo de causar daño a civiles es mucho mayor.

En cualquier caso, mientras Rusia siga oponiéndose, no hay ninguna posibilidad de que el Consejo de Seguridad autorice una intervención militar en Siria. Otra cosa es que esto sea relevante o no. La experiencia demuestra que, a la hora de verdad, el respaldo de la ONU importa poco cuando las potencias occidentales están resueltas a seguir adelante. De hecho, Obama ni siquiera necesitaría la aprobación del Congreso de su país.

De momento, la división es total. EE UU, el Reino Unido y Francia han amenazado (los europeos, con bastante más vehemencia que Washington) con una «respuesta contundente» si la investigación demuestra el uso de componentes neurotóxicos. Alemania, que sigue siendo la voz discordante en el bando aliado, descarta cualquier tipo de intervención militar. Rusia y China se oponen expresamente a un ataque («no hay pruebas»), e Irán habla incluso de represalias si éste llega a producirse. La Unión Europea ha evitado pronunciarse, a la espera de «los resultados de la investigación», e Israel ha dicho que «no vamos a intervenir en el tumulto regional, pero si nos atacan, responderemos».

Según las siempre macabras quinielas de la guerra, en un eventual ataque a Siria podrían tomar parte Estados Unidos, Francia, el Reino Unido, Arabia Saudí, Catar, Jordania y, probablemente, Turquía, con la ayuda de otros 27 países.

Entre tanto, los inspectores de Naciones Unidas han llegado finalmente este lunes a la zona del supuesto ataque químico, cerca de Damasco. Despues de seis días negándose, el Gobierno sirio cedió a la presión internacional y permitió que una comisión de la ONU accediese al lugar de los hechos. Los expertos están ahora recogiendo muestras y entrevistando a heridos. Para los países partidarios de la intervención, no obstante, la inspección llega demasiado tarde. Y los inspectores, a todo esto, han sido recibidos a tiros. Uno de sus vehículos fue atacado múltiples veces por francotiradores no identificados.

A estas alturas parece claro que el ataque químico se produjo. Uno de los informes más concluyentes en ese sentido es el hecho público hace unos días por Médicos sin Fronteras. Según esta ONG, tres hospitales de la provincia de Damasco a los que presta su apoyo la organización informaron de la llegada de aproximadamente 3.600 pacientes con síntomas neurotóxicos en un periodo de menos de tres horas durante la mañana del pasado día 21. De ellos, 355 fallecieron.

No está tan claro aún, sin embargo, quién fue el responsable. Los rebeldes, obviamente, acusan al régimen; el régimen, a los rebeldes. Resulta difícil creer que alguien pueda perpetrar semejante monstruosidad contra su propia gente, aunque sea con motivos propagandísticos, o para forzar una intervención internacional, pero tampoco encaja en el sentido común que el Gobierno sirio lance un ataque de esas características justo cuando acaban de llegar los inspectores de la ONU. Sea como fuere, eso es, precisamente, lo que hay que investigar. No tanto el «qué», sino el «quién».

Las especulaciones, mientras tanto, continúan. Brian Whitaker se hace eco en su blog de un reportaje publicado por Phil Sands en The National, un diario de los Emiratos, según el cual el bombardeo fue ordenado por oficiales que ignoraban el contenido químico de los misiles. Una de las fuentes de Sands (procedente de «una familia con buenos contactos, tanto entre la oposición como entre los fieles al régimen») indica:

Personas cercanas al régimen nos han contado que que los misiles químicos fueron suministrados tan solo unas horas antes de los ataques. No procedían del Ministerio de Defensa, sino del servicio de inteligencia de la fuerza aérea, bajo las órdenes de Hafez Maklouf [primo de Bashar al Asad]. Los oficiales del ejercito aseguran que no sabían que se trataba de armas químicas. E incluso algunas de las personas que las transportaron afirman que no tenían ni idea de que lo que había en esos cohetes. Pensaban que eran explosivos convencionales.

La comunidad internacional parece haber salido de su letargo con respecto a Siria, pero lo ha hecho sin una sola voz, demasiado tarde y con la opción de más guerra aún como única alternativa. En su editorial de este lunes, El País señala:

Las potencias occidentales tardaron en implicarse en Siria porque pensaron que Al Asad tenía los días contados. Y esa misma tardanza es la que ahora dificulta extraordinariamente la intervención. Al contrario de lo que ocurrió en Libia, el régimen no implosionó, y la situación ha derivado, al cabo de dos años y medio, en una brutal guerra sectaria que enfrenta a suníes, chiíes, alauíes, cristianos y kurdos. Nadie quiere poner las botas en Siria y se estudia una ofensiva con misiles tierra-aire contra objetivos militares y, tal vez, una zona de exclusión aérea. Las opciones son escasas y el riesgo de inflamar toda la región es alto. […]. Con las espadas en alto, la conferencia sobre Siria prevista en Ginebra en octubre parece un sarcasmo, pero es la única alternativa pacífica que queda.


Más información y fuentes:
» Is a US attack on Syria now inevitable? (Mark Mardell, en la BBC)
» US rallies support for Syria air strikes (Brian Whitaker, en Al Bab)
» Una eventual intervención militar en Siria divide a las principales potencias mundiales (20minutos.es)
» La opción de los Tomahawk (Íñigo Sánez de Ugarte, en Guerra Eterna)
» Strikes on Syria may now start – but the solutions are not military (Mark-Malloch-Brown, en The Financial Times)
» Obama’s Limited Options: Bombing Syria unlikely to be Effective (Juan Cole, en Informed Comment)
» Obama no necesita aprobación del Congreso si decide intervenir en Siria (AFP)
» Obama Can Strike Syria Unilaterally (Time)
» Syrian chemical attack spurs finger-pointing inside Assad regime (The National)
» Top U.S. officer outlines options for military force in Syria (Reuters)
» El avispero sirio (El País, editorial)
» Convention on the Prohibition of the Development, Production, Stockpiling and Use of Chemical Weapons and on their Destruction (ONU)

Leer también:
» El brutal ataque químico en Siria, supuesto, pero verosímil
» Los rebeldes sirios, la democracia y la única salida posible
» Siria, un atolladero cada vez más sangriento

Intervenir en Siria: ¿demasiado tarde?

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La primera víctima de cualquier guerra, ya se sabe, es la verdad, y la guerra que está devastando Siria no es una excepción. En la propaganda de ambas partes abundan las exageraciones y, directamente, las mentiras descaradas. Y la consecuencia es que cuando nos informan de que ha sucedido algo terrible, ya no sabemos, como en el cuento de Pedro y el lobo, si creerlo o no. La imposibilidad de verificar los datos sobre el terreno de forma independiente hace que las crónicas periodísticas, casi siempre de segunda mano, se llenen de prudencia, cuando no de puro escepticismo. Sin embargo, cuando nos encontramos ante una denuncia tan grave como la conocida este miércoles, es mejor arriesgarse, contarla, y rectificar después si es necesario, que mirar para otro lado. Por muchas dudas que se tengan y con toda la cautela que haga falta.

La oposición siria ha acusado al régimen de Bashar al Asad de haber perpetrado el peor ataque con armas químicas de los últimos 25 años. La ofensiva habría dejado unos 1.300 muertos en el este de la capital, Damasco; concretamente, en el suburbio de Guta. Las imágenes facilitadas por los rebeldes (fotos y vídeos) son espantosas: decenas de cadáveres, muchos de ellos niños, pupilas dilatadas, convulsiones, espuma en la boca…

No da la impresión de que sea un montaje. Los testimonios son abundantes (médicos incluidos) y las imágenes parecen reales, aunque no hay manera de verificar, de momento, si realmente han sido filmadas donde y cuando aseguran los rebeldes. Expertos consultados por diversos medios de comunicación indican, en cualquier caso, que lo que se ve en ellas pueden ser, efectivamente, las consecuencias de un ataque químico con gas nervioso, tanto por los síntomas que presentan las víctimas vivas como por la ausencia de daños físicos externos (sangre, heridas) de los cadáveres. El ministro de Exteriores británico ha hablado de «escalada pavorosa» en el conflicto, y el Consejo de Seguridad de la ONU se ha reunido con carácter de urgencia, aunque sin abandonar su parálisis.

Las imágenes de los siguientes vídeos, publicados por la oposición siria, son muy duras. En el primero se muestra lo que parecen ser los primeros momentos tras el ataque; en el segundo, decenas de cadáveres. Más vídeos, aquí.

De confirmarse, este ataque químico sería el más grave desde que en 1988 Sadam Husein gaseó a miles de kurdos iraquíes en Halabja. Es, también, la peor denuncia desde el supuesto ataque del pasado 19 de marzo en Jan al Assal, donde murieron al menos 30 personas, y del que se culpan mutuamente el régimen y la oposición. La gravedad de la acusación ha devuelto por un día a Siria al primer plano informativo en Oriente Medio, por delante incluso de la noticia de la puesta en libertad de Hosni Mubarak en Egipto.

El Gobierno sirio ha reconocido que ha atacado el área (un bastión rebelde), pero niega tajantemente la utilización de armamento ilegal: «Los datos difundidos en canales de televisión como Al Yazira, Al Arabiya y Sky News, entre otras cadenas, que están implicadas en el derramamiento de sangre siria y en apoyar el terrorismo, son completamente sin fundamento», indicó la agencia oficial de noticias, Sana, añadiendo que el objetivo de la difusión de este tipo de noticias es «distraer a la misión de la ONU» que actualmente está en el país para investigar el supuesto uso de armas químicas.

Ciertamente, resulta extraño (y muy oportuno, desde el punto de vista de la oposición) que el régimen haya decidido lanzar un ataque químico de este calibre justo cuando los inspectores de Naciones Unidas se encuentran en el país, pero, a la vez, puede ser el mejor momento para culpar a los rebeldes de atacar a su propia gente con fines propagandísticos.

Aún así, y como escribe Inocencio Arias en El Mundo, «si los inspectores piden trasladarse a un barrio que está a pocos kilómetros del centro de la capital, ¿que tendrá que inventar el Gobierno para negarse? La negativa aumentaría las sospechas. ¿Se le ha podido ir la mano a un comandante local encolerizado por algún golpe de los rebeldes?». Para Brian Whitaker, sin embargo, el régimen sabe bien lo que se hace: «La ONU puede, por supuesto, pedir que los hechos de hoy sean incluidos [en la investigación de los inspectores], pero el régimen podría entonces alargar el debate hasta que fuese imposible encontrar algo».

Tampoco es probable que Asad estuviese muy preocupado por el resultado de la reunión del Consejo de Seguridad. Rusia, uno de sus principales aliados y país con derecho a veto en este organismo, empezó tachando de «bulo» el supuesto ataque: «Si de verdad fueron utilizadas armas químicas, eso parece más bien el estilo de los rebeldes», dijo el vicepresidente del Comité de Asuntos Exteriores de la Duma, Leonid Kaláshnikov. Poco después, el portavoz del Ministerio de Exteriores, Alexander Lukashevich, indicó que se debe hacer una investigación «justa y profesional», si bien agregó que «todo esto sugiere que una vez más se trata de una provocación planeada, como demuestra el hecho de que el acto criminal ha sido cometido cerca de Damasco, en el mismo momento en el que la misión de la ONU estaba trabajando en la investigación del supuesto uso de armas químicas allí».

Al final, como era de esperar, el Consejo de Seguridad ha sido incapaz de ponerse de acuerdo para pedir formalmente que se lleve a cabo una investigación. Aunque dijeron apoyar la determinación del secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, de pedir una investigación imparcial sobre lo ocurrido, los miembros del Consejo no lograron consensuar una resolución (ni tan siquiera una declaración presidencial) para pedirlo formalmente. Tampoco ordenará a los inspectores que están en Damasco que se acerquen a la zona del supuesto ataque químico, según la ONU, porque no está garantizada la seguridad; según informa Reuters citando fuentes diplomáticas, por la oposición de Rusia y China.

La presión, mientras tanto, vuelve a recaer ahora sobre los hombros de Barack Obama. Como recuerda Ramón Lobo en InfoLibre, «hace meses, el presidente de EE UU se tendió una trampa política a sí mismo cuando dijo que el uso de armas químicas era la línea roja que podría precipitar algún tipo de intervención. Desde entonces las denuncias de ataques químicos llevados a cabo por tropas de Al Asad se han multiplicado».

Según los servicios secretos occidentales, Siria dispone de unas mil toneladas de agentes químicos, sobre todo gases sarín, mostaza y VX. Se trata del mayor arsenal de Oriente Próximo.


Más información y fuentes:
» Hundreds reported killed in Syria gas attack (Al Jazeera)
» Cientos de niños y otros civiles muertos tras un ataque químico del ejército sirio, según la oposición (Periodismo Humano)
» Siria: denuncian cientos de muertos por un ataque con armas químicas (La Nación)
» Alí ‘el Químico’ en Siria (Ramón Lobo, en InfoLibre)
» Method in Assad’s madness? (Brian Whitaker, en Al Bab)
» Siria cruza la línea roja (Inocencio Arias, en El Mundo)
» Syria video ‘consistent with chemical attack’ (BBC)
» El régimen sirio niega supuesto ataque con armas químicas cerca de Damasco (Efe)
» U.N. Security Council says ‘clarity’ needed after alleged Syria attack (Reuters)
» Los inspectores de la ONU en Siria no investigarán el supuesto ataque químico (El País)
» Las claves sobre el uso de armas químicas en la guerra de Siria (El País)

El brutal ataque químico en Siria, supuesto, pero verosímil

La primera víctima de cualquier guerra, ya se sabe, es la verdad, y la guerra que está devastando Siria no es una excepción. En la propaganda de ambas partes abundan las exageraciones y, directamente, las mentiras descaradas. Y la consecuencia… Leer