Hasan Rohaní

Protesta en Teherán el 11 de enero de 2020, tras el derribo de un avión de pasajeros ucraniano alcanzado por error por un misil iraní, en un incidente que dejó 176 muertos, la mayoría iraníes. Foto: MojNews / Wikimedia Commons

El bloque conservador se hizo con el control del Parlamento de Irán, incluidos los 30 escaños de Teherán, en las elecciones legislativas celebradas en el país el pasado 21 de febrero, unos comicios que estuvieron marcados por una participación que apenas llegó al 42% (la más baja en la historia de la República Islámica), la descalificación previa de muchos de los candidatos reformistas y moderados, y el llamamiento al boicot por parte de facciones de la oposición.

La Coalición de la Unidad, encabezada por el exalcalde de Teherán y antiguo comandante de la Guardia Revolucionaria Mohamad Baqer Qalibaf, y en la que se habían unido las dos listas principales de los conservadores y ultraconservadores, logró al menos 256 escaños de los 290 que componen la cámara.

El Parlamento iraní, que en la última legislatura ha estado dominado por los reformistas y los moderados, cambia así de manos, en un giro que podría obedecer no solo a la abultadísima abstención y al veto sufrido por muchos candidatos opositores, sino también a la crisis económica, consecuencia de, entre otros factores, las sanciones impuestas por Estados Unidos; a la represión de las recientes protestas populares contra el gobierno; o incluso al derribo por error del avión ucraniano de pasajeros el mes pasado, durante la reacción iraní al asesinato por parte de EE UU del comandante de la Fuerza Quds de los Guardianes de la Revolución Qasem Soleimani.

En 2017, el centrista Hasan Rohaní, apoyado por los reformistas, fue reelegido presidente en unos comicios en los que votaron cerca de dos tercios de los electores, y que, como se ha recordado estos días, fue visto casi como un referéndum sobre el acuerdo nuclear firmado por Teherán con las potencias occidentales. Sin embargo, la decisión del presidente de EE UU, Donald Trump, de dar por finiquitado el acuerdo ha impulsado a los ultras en Irán, aparte de dañar la economía al reactivar las sanciones. La subida del precio de la gasolina en noviembre del año pasado, por ejemplo, provocó fuertes protestas que fueron reprimidas con dureza.

Tras los comicios del 21 de febrero, el líder supremo iraní, Alí Jameneí, llegó a denunciar una «campaña mediática extranjera» para «desalentar» a los votantes y que no acudiesen las urnas. «Se oponen a las elecciones porque no quieren que el fenómeno de la participación popular en las urnas en nombre de la religión y al servicio a la revolución se institucionalice como una realidad», subrayó el ayatolá, en declaraciones recogidas por la agencia Efe.

Esta «campaña negativa» habría comenzado meses antes de las elecciones y se intensificó, según Jameneí, aprovechando el temor por la propagación del coronavirus causante de la COVID-19.

Cuando se celebraron las elecciones legislativas en la República Islámica, el brote de la epidemia en Irán había causado ya ocho muertos, con 43 contagiados confirmados, y provocado el cierre de escuelas y universidades en diez provincias, al tiempo que los países vecinos empezaban ya a bloquear fronteras y se suspendían cada vez más vuelos. Los últimos datos (7 de marzo) elevan a 5.823 el número de casos en el país (el tercero más afectado del mundo, tras China y Corea del Sur), y a 145 el de fallecidos.

No obstante, y tal y como contaba tras las elecciones Ángeles Espinosa, corresponsal de El País en la región, «pocos han creído la excusa posterior de que el temor al coronavirus alentado por la prensa extranjera alejó a los votantes. Al contrario, muchos iraníes sospechan que los responsables han jugado con el anuncio del brote para justificar el desinterés».

En cualquier caso, los resultados de estas elecciones legislativas suponen un duro golpe para Rohaní, que, con las próximas elecciones presidenciales de 2021 en el horizonte, está agotando ya su segundo y último mandato.

Cómo funciona el veto a los candidatos

En cada elección en Irán, ya sean parlamentarias o presidenciales, se registran como candidatos miles de personas. Para las legislativas de este año se inscribieron en torno a 14.000 iraníes. Pero, para poder presentarse, los candidatos tienen que pasar primero el visto bueno del Consejo de Guardianes, la institución más influyente del país, solo por debajo del líder supremo, que designa directamente a la mitad de sus doce miembros. La ley establece que los candidatos deben ser «personalidades políticas y religiosas» de nacionalidad iraní, administradores experimentados, con buenos antecedentes, «dignos de confianza y virtuosos», y creyentes y comprometidos con los principios de la República Islámica y la confesión oficial del país (el islam chií). En estas elecciones, el Consejo de Guardianes, que no está obligado a explicar las razones de sus vetos, rechazó a aproximadamente la mitad de los inscritos. Algunos de los que no pasaron la criba eran representantes de partidos conservadores, pero la inmensa mayoría se identificaban como reformistas o moderados. Además, a unos 90 candidatos reformistas que eran ya miembros del Parlamento se les impidió presentarse a la reelección.

Giro conservador en Irán con baja participación y opositores vetados

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Hasan Rohamí, en abril de 2013. Foto: Mojtaba Salimi / Wikimedia Commons

(Actualizado: 15/6/2013, 16.30 GMT)

El clérigo considerado moderado Hasan Rohaní logró este viernes la victoria en las elecciones presidenciales de Irán con el 50,68% de los votos, según ha anunciado finalmente este sábado el Ministerio del Interior iraní, tras un largo recuento. El resultado (18,6 millones de votos) deja a Rohaní a una gran distancia de sus dos rivales más cercanos, los ultraconservadores Mohamed Qalibaf y Said Yalilí, y supone una mayoría absoluta que, aunque muy ajustada, evita la celebración de una segunda vuelta.

Rohaní sustituirá así a Mahmud Ahmadineyad, quien ha ocupado el cargo durante dos mandatos consecutivos (ocho años), tras unos comicios marcados por la ausencia de candidatos verdaderamente opositores, y por el férreo control del régimen. Según las autoridades, la participación ha alcanzado el 72,7%.

Hasan Rohaní (de 64 años, nacido en Sorjé, un poblado de la provincia iraní de Semnán, y cuyo nombre es transcrito también como Rouhani, Ruhani o Rowhani), fue secretario del Consejo Superior de Seguridad Nacional entre 1989 y 2007 y es actualmente el representante del líder supremo (jefe del Estado), Alí Jamenei, en este mismo organismo.

Pese a la etiqueta que le colocan muchos medios occidentales, Rohaní no es exactamente un reformista. Su programa no incluye grandes cambios en la esencia del régimen, ni mucho menos un cuestionamiento del sistema. Por otra parte, sus manos estarán muy atadas por quien verdaderamente detenta el poder en Irán, el líder supremo.

Otra cosa es que un nuevo presidente de talante menos radical pueda contribuir a suavizar las tensas relaciones entre Irán y los países occidentales (particularmente, con Estados Unidos), o incluso influir en las posiciones de la cúpula dirigente, dejando espacio para una mayor libertad interna, como ya ocurrió durante el mandato del reformista Mohamed Jatamí (1997-2005).

Lo que sí parece haber logrado Rohaní es el apoyo de los representantes de esta corriente, aunque sea como último recurso tras haber quedado fuera de juego los dos principales candidatos opositores, Akbar Hashemí Rafsanyaní  y Esfandiar Rahim Mashaí (a quienes el Consejo de Guardianes no ha permitido presentarse), después de la renuncia del otro candidato moderado Mohamed Reza Aref, y al estar bajo arresto domiciliario los dos principales líderes reformistas, Mir Husein Musaví y Mehdi Karrubí.

Rohaní tiene experiencia en lidiar con uno de los aspectos que más preocupan a Occidente, el programa nuclear iraní, ya que estuvo al frente del equipo que negoció con la troika formada por el Reino Unido, Francia y Alemania, en un periodo, entre 2003 y 2005, en el que Irán llegó a aceptar una suspensión temporal de las actividades de enriquecimiento de uranio. Dejó el puesto al ser elegido Ahmadineyad como presidente, en agosto de ese último año.

Celebración en la calle de la victoria de Rohaní

Único clérigo de los seis candidatos que se han presentado a estos comicios, Rohaní defiende la redacción de un código de derechos civiles, la creación de un Ministerio de la Mujer y también una política exterior que acabe con «el ambiente de confrontación con el mundo», ponga fin al creciente  aislamiento de Irán y libere al país de las sanciones internacionales, informa Efe.

Íñigo Sáenz de Ugarte explicaba este viernes en su blog que el atractivo electoral de Rohaní «procede del hecho de que en su campaña ha lanzado mensajes discretos pero nítidos al sector de la población que, en especial en las grandes ciudades, apoyó a los candidatos reformistas en anteriores elecciones. Algunos datos anecdóticos, como la participación en las urnas en las zonas de Teherán de clase media alta, hacen pensar que una parte de ese electorado votará a Rohani como mal menor o por miedo a los candidatos más cercanos a Jamenei. El apoyo público de los expresidentes Jatamí y Rafsanyani también le habrá beneficiado».

Otro aspecto clave de su éxito electoral puede haber sido la división en las filas ultraconservadoras, corriente a la que pertenecían cuatro de los seis candidatos.

Cuando Rohaní anunció su candidatura, el pasado 11 de abril, identificó como principales problemas del país una inflación del 30%, la caída del valor del rial (la moneda iraní), el paro y el estancamiento de la economía, y anunció como objetivos «rescatar la economía y reavivar la ética y la interacción con el mundo». Posteriormente ha defendido su modelo económico como «libre, con justicia y basado en la religión».

Un antiguo embajador occidental en Irán que trató con Rohaní durante el Gobierno de Jatamí lo describió a la agencia Reuters como «accesible y no sin sentido», «más un servidor tranquilo, ortodoxo, eficiente y sencillo que una figura carismática o independiente».

Rohaní es considerado un líder pragmático y cercano al expresidente reformista moderado Rafsanyaní. Se le atribuyen buenas relaciones con el líder supremo, el ayatolá Ali Jamenei, con quien colabora desde la época de la guerra con Irak, en la década de los 80. Otras fuentes, sin embargo, señalan que existe tensión entre ambos.

Con respecto al presidente saliente, Rohaní ha criticado abiertamente a Ahmadineyad en varias ocasiones, llegando a decir que su «comentarios descuidados y poco calculados» le han costado muy caro al país.

De acuerdo con un perfil publicado en la BBC, en 1999, durante unas manifestaciones estudiantiles en contra del cierre de un periódico reformista, Rohaní mantuvo una posición dura, y afirmó que aquellos que habían sido arrestados por sabotaje y por destruir propiedad privada se enfrentarían a la pena de muerte si eran declarados culpables.

Más recientemente, sin embargo, Rohaní se mostró más tolerante con las protestas que estallaron tras las polémicas elecciones de 2009, y criticó al Gobierno por reprimir el derecho de la gente a manifestarse de forma pacífica.

Finalmente, sobre el inicio de su carrera política, un extracto de la información recogida en Wikipedia:

Desde su etapa de joven seminarista, Hasán Rouhaní fue influido por los discursos del ayatolá Jomeini en su oposición a los proyectos modernizadores del shah Mohammad Reza Pahlevi en el año 1963, y como otros muchos religiosos comenzó entonces su militancia política. En 1965 comenzó a viajar por distintas ciudades de Irán haciendo discursos en contra de la monarquía, resultando detenido ya en su primer viaje como después en numerosas ocasiones, además de prohibírsele oficialmente predicar desde los almimbares, según sus propias memorias. En otoño de 1977, Rouhaní fue el primero en aplicar a Jomeini el título de «imam» en una prédica en la mezquita del ‪‪‪‪bazar de Teherán, con ocasión de un homenaje al hijo del ayatolá, Mostafá Jomeini. Al perseguirlo tras ese discurso la SAVAK, Rouhaní huyó del país, aconsejado por los mulás revolucionarios Morteza Motahharí y Seyed Mohammad Beheshtí. Tras algo más de un año dedicado a la propaganda revolucionaria entre los estudiantes iraníes en Reino Unido y Francia, con el retorno triunfal de Jomeini a Irán, Rouhaní también regresó. Tras la caída de la dinastía Pahlaví, Rouhaní se dedicó a la tarea de organizar el ejército iraní y sus bases militares, en estado caótico.


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Quién es Hasan Rohaní, el vencedor en las elecciones de Irán

El clérigo considerado moderado Hasan Rohaní logró este viernes la victoria en las elecciones presidenciales de Irán con el 50,68% de los votos, según ha anunciado finalmente este sábado el Ministerio del Interior iraní, tras un largo recuento. El resultado (18,6 millones de votos) deja a Rohaní a una gran distancia de sus dos rivales más cercanos, los ultraconservadores Mohamed Qalibaf y Said Yalilí, y supone una mayoría absoluta que, aunque muy ajustada, evita la celebración de una segunda vuelta. […]

Los candidatos a las elecciones presidenciales en Irán, de izquierda a derecha y de arriba a abajo: Hasan Rohaní, Mohamed Baqer Qalibaf, Alí Akbar Velayatí, Mohamed Gharazí, Mohsen Rezaí y Said Yalilí. Fotos: Wikimedia Commons

Irán celebra este viernes unas elecciones presidenciales importantes para el futuro del país, pero marcadas por el control del todopoderoso Consejo de Guardianes, por la ausencia de auténticos opositores al régimen y, de fondo, por el más que probable mantenimiento del polémico programa nuclear del país, pase lo que pase.

Tras la exclusión inicial de dos de los candidatos favoritos, y después de la retirada de dos más en estos últimos días, quedan un total de seis aspirantes al puesto que ocupa Mahmud Ahmadineyad desde que fuera elegido para un segundo mandato en las controvertidas y caóticas elecciones de hace cuatro años. Solo uno de ellos, Hasan Rohaní, puede considerarse medianamente reformista, o, más exactamente, moderado.

No es previsible que ninguno de los posibles vencedores vaya a modificar las líneas principales de la política exterior iraní, especialmente en asuntos que conciernen a Occidente, como el programa nuclear o el apoyo al régimen sirio de Bashar al Asad. En ambos casos, las decisiones últimas dependen directamente del líder supremo. Sobre el programa nuclear, el jefe del equipo negociador iraní y uno de los candidatos a las presidenciales, Said Yalilí, ya adelantó el mes pasado a la cadena Euronews que «los resultados de las elecciones no van a afectar a las actividades de enriquecimiento [de uranio]».

Otra cosa es que un nuevo presidente de talante menos radical pueda llegar a influir en las posiciones de la cúpula dirigente, como ya ocurrió durante el mandato del reformista Mohamed Jatamí (1997-2005). En cualquier caso, sí existen diferencias entre los aspirantes a la presidencia, entre los que aún no había un favorito claro al cierre de la campaña electoral, que pueden afectar al día a día de los iraníes.

Estas son algunas claves de los comicios:

Adiós a Ahmadineyad

Los iraníes están convocados para elegir en las urnas al que será el undécimo presidente de la República Islámica, en sustitución del actual, Mahmud Ahmadineyad. Ahmadineyad ha concluido su segundo mandato de cuatro años, y la Constitución iraní establece que el presidente no tiene derecho a presentarse a un tercero.

En el caso de que ningún candidato consiga más del 50% de los votos habrá una segunda vuelta, prevista, en principio, para el próximo 21 de junio, y en la que se volverán a enfrentar los dos candidatos que más votos hayan obtenido.

El cargo de presidente es el segundo más importante en la estructura política iraní, después del de líder supremo (jefe del Estado), puesto que ocupa desde 1989 el ayatolá Alí Jamenei.

Los Guardianes deciden

La elección se lleva a cabo por sufragio universal directo, pero, para poder presentarse, los candidatos tienen que pasar primero el visto bueno del Consejo de Guardianes, a través de un organismo formado por expertos en ley islámica y juristas especializados.

La ley establece que los candidatos deben ser «personalidades políticas y religiosas» de nacionalidad iraní, administradores experimentados, con buenos antecedentes, «dignos de confianza y virtuosos», y creyentes y comprometidos con los principios de la República Islámica y la confesión oficial del país (el islam chií).

Dos favoritos, fuera de juego

De las 686 candidaturas presentadas inicialmente, el Consejo de Guardianes, que no está obligado a explicar las razones de sus vetos, aprobó un total de ocho. Y entre los excluidos se encuentran dos de los candidatos que a priori estaban entre los favoritos: Akbar Hashemí Rafsanyaní, un reformista moderado que fue hombre de confianza del ayatolá Jomeini, que ha sido responsable en gran medida de la conformación política del aparato del Estado, y que ya ejerció la presidencia entre 1989 y 1997, y Esfandiar Rahim Mashaí, nacionalista conservador y liberal en cuestiones sociales, aliado político de Ahmadineyad y enfrentado a sectores clericales vinculados a Jamenei. Ambos, el primero desde el reformismo y el segundo desde el oficialismo, son vistos como los principales opositores a la línea del líder supremo.

Según explica Rana Rahimpour, del servicio en persa de la BBC, la descalificación de estos dos candidatos muestra que el líder supremo «ha optado por tener una elección tranquila, al convertirla en un partido amistoso entre conservadores y centristas».

Retiradas y consenso reformista

El primero en retirarse de los ocho candidatos admitidos fue el diputado Gholam Ali Hadad Adel, uno de los cinco aspirantes ultraconservadores islámicos a la presidencia. Un día después, este mismo martes (penúltimo día de campaña), anunció asimismo su renuncia el candidato reformista moderado Mohamed Reza Aref, quien explicó que abandonaba la campaña para dar más opciones al otro candidato de su corriente, Hasan Rohaní, y a petición del expresidente Jatamí, al que calificó de «líder reformista».

Los reformistas, que están centrando su estrategia en forzar una segunda vuelta entre Rohaní y uno de los cuatro candidatos ultraconservadores que quedan, esperaban también la renuncia en favor de Rohaní del tecnócrata Mohamed Gharazí, quien apuntó hace días que podría retirarse, aunque este miércoles su hijo lo negó.

Sin riesgos

Ninguno de los seis candidatos representa, de todos modos, una auténtica oposición que suponga una alternativa al régimen, situación que es interpretada como un intento por parte del Consejo de evitar que se repita el gran movimiento de protesta que estalló tras las elecciones de 2009 (la conocida como «revolución verde»).

No obstante, tanto Aref como Rohaní han llamado a acudir a las urnas a los seguidores de los reformistas, entre los que cunde el desencanto y el rechazo al Gobierno tras la crisis política y la represión que siguieron a los últimos comicios. Entonces, los reformistas denunciaron fraude y promovieron protestas multitudinarias que fueron reprimidas con el resultado de decenas de muertos y miles de heridos. Los dos líderes de esta corriente, Mir Husein Musaví y Mehdi Karrubí, fueron detenidos y en la actualidad permanecen bajo arresto domiciliario, prácticamente incomunicados.

Calificados de «sediciosos», los reformistas más avanzados han sido barridos de la contienda electoral y han pasado a promover el boicot a los comicios, mientras que el entorno de Ahmadineyad también ha sido marginado por el sector más religioso, y tachado de «desviacionista» del régimen islámico.

Los conservadores

Mientras, entre los cuatro candidatos considerados ultraconservadores y cercanos al líder supremo, las dudas sobre quién puede ser el ganador siguen sin despejarse.

Ali Akbar Velayatí, asesor del líder, parecía descartado, pero ha conseguido apoyos importantes entre influyentes clérigos chiíes. Otro de los mejor situados es Said Yalilí, el negociador nuclear de Irán, pero su candidatura solo la respaldan, principalmente, los grupos más radicales. Los otros dos, Mohamed Bagher Qalibaf (alcalde de Teheran) y Mohsen Rezaí (secretario del Consejo del Discernimiento) son más pragmáticos y pueden tener opciones si los electores se centran en temas como la economía o la gestión de los impuestos.

Quién es quién

Hasan Rohaní (64 años, moderado). Fue secretario del Consejo Superior de Seguridad Nacional entre 1989 y 2007 y es el actual representante del líder supremo en este mismo organismo. No es exactamente un reformista (su programa no incluye grandes cambios en la esencia del régimen), pero sí ha logrado el apoyo de los representantes de esta corriente, aunque sea como último recurso. Rohaní lideró el equipo iraní de negociación con la troika formada por el Reino Unido, Francia y Alemania en torno a los conflictos derivados del programa nuclear de Irán. Defiende la redacción de un código de derechos civiles, la creación de un Ministerio de la Mujer y también una política exterior que acabe con «el ambiente de confrontación con el mundo», ponga fin al creciente aislamiento de Irán y libere al país de las sanciones internacionales. Es el único clérigo de los seis candidatos.

Mohamed Gharazí (71 años, independiente). Ingeniero eléctrico de profesión, fue ministro de Correos y Telégrafos bajo la presidencia de Rafsanyani (entre 1985 y 1997) y, antes, ministro del Petróleo (entre 1981 y 1985). Puede lograr parte del voto reformista.

Mohamed Baqer Qalibaf (51 años, conservador). Es el alcalde de la capital, Teherán, desde 2005, y fue comandante de la Guardia Revolucionaria durante la guerra entre Irán e Irak. Doctor en geografía política, ejerció asimismo como comandante de los cuerpos de policía iraníes entre 2000 y 2005. En la asamblea del Foro Económico Mundial de 2008 en Davos (Suiza), Qalibaf afirmó que Irán no necesita armamento nuclear ni no convencional para su defensa, añadiendo que «según nuestra creencia islámica, ese tipo de cosas está prohibido». Qalibaf condenó el apoyo que mostraron a la primavera árabe y a la revolución egipcia los reformistas Musaví y Karrubí, a quienes ha calificado de «jefes de la sedición» y de «delincuentes». Ha criticado también a Ahmadineyad por su falta de tacto diplomático (al cuestionar el Holocausto, por ejemplo).

Mohsen Rezaí (58 años, conservador). Fue también comandante de la Guardia Revolucionaria durante la guerra Irán-Irak, y es actualmente secretario del Consejo de Discernimiento del Interés del Estado desde 1997. Formado en economía, Rezaí tiene como prioridades en su programa modernizar el sector agrícola para garantizar la seguridad alimentaria nacional, sustituir importaciones de Extremo Oriente, apoyar la industria, y cooperar más con el suroeste asiático. En noviembre de 2006, un juez argentino emitió una orden de arresto internacional contra él, otros seis iraníes y un libanés, en conexión con el atentado del 18 de julio de 1994 contra el centro cultural judío AMIA en Buenos Aires, que causó 85 muertos y 151 heridos. Las autoridades iraníes rechazan tajantemente la acusación.

Alí Akbar Velayatí (67 años, conservador). Fue ministro de Exteriores durante 16 años (con Jomeini, con el primer ministro Mir Hosein Musavi y con el presidente Rafsanyani, entre 1981 y 1997). Actualmente es consejero de política internacional del ayatolá Jamenei. Es la figura política de la República Islámica que más tiempo ha sido ministro, habiendo ejercido tanto durante casi toda la guerra Irán-Irak como durante el inicio del desarrollo de las relaciones con los países occidentales durante la presidencia de Rafsanyani. Tiene el apoyo de varias asociaciones de clérigos, pero le falta respaldo popular.

Said Yalilí (47 años, conservador). Candidato del partido Frente por la Firmeza de la República Islámica, es, desde 2007, el responsable de la diplomacia relativa al programa nuclear de Irán, un puesto en el que se ha mostrado inflexible, enarbolando insistentemente el derecho de Irán a desarrollar una «energía nuclear pacífica». Fue vicepresidente primero de Ahmadineyad desde 2009 y es considerado uno de los ‘duros’ de la política iraní. De fuertes convicciones religiosas, luchó en la guerra con Irak y es doctorado en Ciencias Políticas (publicó su tesis en 1994 bajo el título La política exterior del Profeta). Asesor del líder supremo y muy protegido por éste, se le considera el favorito del régimen.

El peso de las sanciones

En un país que sufre desde hace años el rigor de las sanciones impuestas por Occidente, a causa, fundamentalmente, del desarrollo de su programa nuclear, la gestión de la economía se ha convertido en un tema ineludible dentro del debate político nacional.

El régimen mantiene que las sanciones no están teniendo consecuencias graves, y es cierto que no puede hablarse de la gran escasez que, por ejemplo, padeció en este sentido el Irak de Sadam Huseín. Pero el veto financiero esta impidiendo que se realicen transferencias y operaciones bancarias entre Irán y otros países, y ello ha causado una falta de reservas de divisas fuertes (dólares, euros), que impide a Teherán importar muchas mercancías y productos que, en teoría, no están sujetos a sanciones, entre ellos, fármacos y equipos médicos. El régimen ha llegado a reconocer tambien una caída en sus ingresos por las vitales exportaciones de petróleo.

Boicot y desencanto

Otro factor clave en estas elecciones será la participación. Por un lado, los sectores más liberales han llamado al boicot; por otro, es probable que una parte importante de la población opte por la abstención, ante la falta de esperanzas de un cambio real, y tras la dramática experiencia de los últimos comicios.

Entre los más apáticos parecen encontrarse los jóvenes. Según explicaba un profesor universitario a la corresponsal de El País, «en las últimas elecciones, cuando preguntaba a mis alumnos, todos menos tres o cuatro iban a votar por [el líder opositor Mir-Hosein] Musaví. Ahora, solo tres o cuatro dicen que van a votar».

Bloqueo en Internet

Las autoridades iraníes han incrementado los obstáculos para el acceso a Internet en las últimas semanas, con más bloqueos, sobre todo, a las redes sociales, VPN y servicios proxy. Un experto iraní en Internet, que pidió no ser identificado, dijo a la agencia Efe que «los servicios secretos han tomado todo tipo de medidas para ralentizar el uso de Internet y evitar el acceso a cualquier página que consideran potencialmente peligrosa para la seguridad».

Un gran número de páginas web están bloqueadas en Irán, entre ellas las de muchos medios de comunicación extranjeros y también las de grupos sociales y políticos, tanto iraníes como de otros países e internacionales, que el Gobierno de Teherán considera hostiles.

También locales

En estos comicios está previsto elegir también a los miembros de los concejos municipales, así como a los representantes en la asamblea legislativa iraní de cuatro distritos electorales. A las elecciones locales, ensombrecidas por las presidenciales, se presentan un total de 285.000 candidatos.

La estructura de poder en Irán

Irán es un régimen teocrático cuya estructura de poder tiene cuatro pilares fundamentales:

Líder Supremo: Es la máxima autoridad política y religiosa. Controla también las fuerzas armadas.

Consejo de Guardianes: La institución más influyente. Está compuesto por doce miembros, la mitad de los cuales son designados directamente por el líder supremo. Revisa que las leyes no contradigan el espíritu de la revolución islámica.

Parlamento: El poder legislativo es ejercido por la Asamblea Consultiva Islámica. En la última elección (2012) ganaron los ultraconservadores, lo que acrecentó la influencia del líder supremo.

Guardia revolucionaria: Es el cuerpo armado que se encarga de mantener la seguridad interna y de preservar la revolución.


Con información de Efe, Reuters, Europa Press y Wikipedia
Publicado originalmente en 20minutos

Irán elige presidente bajo el férreo control del régimen

Irán celebra este viernes unas elecciones presidenciales importantes para el futuro del país, pero marcadas por el control del todopoderoso Consejo de Guardianes, por la ausencia de auténticos opositores al régimen y, de fondo, por el más que probable mantenimiento del polémico programa nuclear del país, pase lo que pase. Tras la exclusión inicial de dos de los candidatos favoritos, y después de la retirada de dos más en estos últimos días, quedan un total de seis aspirantes […]