Hula

Una selección de fotografías tomadas en Oriente Medio esta semana. Pincha en los enlaces de las localizaciones para ver las imágenes.


Alepo, Siria, 15/12/2013: Una mujer herida camina con sus hijos tras un bombardeo aéreo de las fuerzas gubernamentales sirias, en un área de la ciudad controlada por la oposición. La ofensiva lanzada por el régimen sirio en la última semana sobre la ciudad de Alepo, por cuyo control lleva luchando con los rebeldes desde hace más de un año, ha dejado al menos 300 muertos, según denunció este domingo el Observatorio Sirio por los Derechos Humanos (pro rebelde). De ellos, al menos 87 serían menores de edad. La ONG sostiene que tanto el casco urbano como la periferia de la ciudad están bajo un fuego constante, lo que ha llevado a Médicos Sin Fronteras a hablar de «los peores días» de la guerra en la zona. Foto: Mohammed Al Khatieb / AFP


Ciudad de Gaza, Gaza (Palestina), 16/12/2013: Personas rescatadas por los voluntarios de los servicios de emergencia, tras las graves inundaciones de hace unos días en la Franja de Gaza. Además de los miles de desplazados (la ONU llegó a hablar de 10.000), más del 10% de los invernaderos y campos de Gaza quedaron destruidos o dañados por la tormenta, al igual que unas 50 explotaciones avícolas y ganaderas. Foto: Mohammed Salem / Reuters


Gaza, Palestina, 18/12/2013: Una familia palestina, refugiada en una tienda tras las inundaciones que anegaron la Franja la semana pasada. Foto: Mohammed Abed / AFP


El Cairo, Egipto, 18/12/2013: Estudiantes de la Universidad de Ain Shams prenden fuego a una copia del borrador de la nueva constitución egipcia. El referéndum para la aprobación de la nueva carta magna se celebrará los próximos días 14 y 15 de enero, dentro del plan de transición diseñado por el gobierno instaurado por los militares tras el golpe de Estado que depuso al presidente Mohamed Mursi. Foto: Reuters


El Cairo, Egipto, 20/12/2013: Un seguidor del depuesto presidente Mohamed Mursi devuelve una granada de gas lacrimógeno lanzada por la policía, durante enfrentamientos en el distrito de Ciudad Naser. Foto: Mohamed Abd El Ghany / Reuters


Estambul, Turquía, 21/12/2013: El primer ministro turco, Recep Tayip Erdoğan, acusó el sábado a «grupos internacionales», «algunos embajadores» y «alianzas oscuras» de estar detrás del escándalo de corrupción que ha dejado al descubierto profundas divisiones entre él y un clérigo musulmán que vive en EE UU y que lo ayudó a llegar al poder. Dieciséis personas, incluyendo los hijos de dos ministros y el jefe del banco estatal Halkbank, han sido detenidas, en una investigación por corrupción que Erdoğan calificó de «operación sucia» para minar su mandato. La situación parece ser un reflejo de la lucha de poder existente entre Erdoğan y su exaliado, el clérigo Fethullah Gulen, quien tiene influencia sobre la policía y el poder judicial. Decenas de jefes de policía han sido retirados de sus puestos desde que empezaron los arrestos por sospechas de sobornos. En la imagen, policías frente al juzgado donde se presentaron algunos de los cargos. Foto: Osman Orsal / Reuters


Qalqilya, Cisjordania (Palestina), 19/12/2013: Familiares y amigos, durante el funeral de Saleh Yassin, un miembro de las fuerzas de seguridad palestinas muerto por disparos de soldados israelíes cuando éstos trataban de arrestarlo, el pasado jueves. Foto: Mohamad Torokman / Reuters


Baalbek, Líbano, 17/12/2013: Soldados libaneses examinan los restos de un coche bomba que explosionó el pasado martes junto a un puesto de Hizbulá situado cerca del poblado chií de Sbuba, causando un número no especificado de heridos. La guerra en Siria ha causado una profunda división en el vecino Líbano, donde se ha recrudecido la violencia, especialmente desde que Hizbulá (chií) confirmó su apoyo al régimen del presidente Bashar al Asad en su guerra contra los rebeldes, encabezados por sunníes. Foto: Ahmad Shalha / Reuters


Saná, Yemen, 16/12/2013: Un niño, en un centro de salud de la capital yemení, durante la campaña de vacunación contra la polio que están llevando a cabo Unicef y la Organización Mundial de la Salud tras la detección de al menos 17 casos de esta enfermedad en Siria. La campaña tiene como objetivo vacunar a un total de 23 millones de niños en todo Oriente Medio. Foto: Mohammed Huwais / AFP


Ammán, Jordania, 18/12/2013: Refugiadas sirias, durante la representación de la obra Las troyanas de Siria, en la capital jordana. A lo largo de seis semanas, la actriz siria Nanda Mohammad ha dirigido a un grupo de refugiadas de su país en el montaje una versión de la tragedia de Eurípides Las troyanas, en el que se establecen paralelismos entre la forma en que fueron tratadas las mujeres de Troya tras la caída de esta ciudad, y el destino de las mujeres sirias víctimas de la violencia y la guerra. Foto: Muhammad Hamed / Reuters


Jerusalén, 19/12/2013: Un palestino, propietario de una tienda en la Ciudad Vieja, con un maniquí vestido de Papá Noel. Foto: Abir Sultan / EPA


Al Masara, Cisjordania (Palestina), 20/12/2013: Un niño vestido de Papá Noel sujeta una bandera palestina junto a un grupo de soldados israelíes, cerca de la ciudad de Belén, durante una protesta contra el muro israelí de separación en Cisjordania. Foto: Ammar Awad / Reuters


Belén, Cisjordania (Palestina), 18/12/2013. Un sacerdote camina entre las columnas de la Basílica de la Natividad. Esta semana se puso en marcha la primera restauración del templo en casi tres siglos. Las obras serán financiadas por la Autoridad Nacional Palestina y varios países, entre ellos España, que donará 100.000 euros. Foto: Ammar Awad / Reuters


Entre Najaf y Karbala, Irak, 18/12/2013: Peregrinos musulmanes chiíes reciben naranjas en su camino desde Najaf hasta la ciudad santa de Karbala, a donde se dirigen para participar en el festival religioso de Arba’in, que marca el cuadragésimo día después de la Ashura (la conmemoración del asesinato de Hussein, en el siglo VII). Foto: Mohammed Sawaf / AFP


Tel Aviv, Israel, 19/12/2013: Los cuidadores del zoo Ramat Gan Safari Park pensaban que esta pareja de pingüinos estaba formada por un macho y una hembra, pero, tras realizar una serie de test sanguíneos para unas pruebas de malaria, descubrieron que Suki y Chupchikoni son, en realidad, dos hembras. La pareja, conocida ya como «las pingüinas lesbianas», ha construido su propio hogar, recogiendo materiales para el nido. Foto: Haaretz


Doha, Catar, 17/12/2013: Como parte de las celebraciones de su fiesta nacional, Catar exhibió el miércoles una bandera gigantesca del país, que ha sido calificada ya por el Libro Guinnes de los Récords como la más grande del mundo. La bandera ocupó un área de casi 102.000 metros cuadrados, en una zona industrial del norte de la capital, Doha. Pesaba 9,9 toneladas y fue elaborada a partir de tres grandes piezas de tela. Una vez concluida la festividad, estaba previsto reciclarla en 200.000 mochilas para escolares de 60 países. Foto: AFP


El Cairo, Egipto, 17/12/2013: La Orquesta de la Ópera de El Cairo, durante su concierto de Navidad de este año. Compartieron el escenario con el coro Celebración de El Cairo y los solistas de la Compañía de Ópera de El Cairo. Foto: Sherif Sonbol / Al Ahram


Valle de Jule, Israel, 20/12/2013: Una bandada de grullas, en la reserva del Parque Natural y Ornitológico del Lago Jule (o Hula), en el norte de Israel. Este valle es una de las principales paradas en la ruta migratoria de cientos de especies de aves que cubren cada año el trayecto entre el hemisferio norte y el sur. Foto: Nir Elias / Reuters


Estambul, Turquía, 18/12/2013: Un grupo de derviches, durante una ceremonia en el centro Galata Mevlevîhânesi. Foto: Gurcan Ozturk / AFP


Altos del Golán, Siria, 17/12/2013: Un caballo sobre la nieve, al pie del Monte Hermon, cerca de la frontera sirio-israelí. Foto: Nir Elias / Reuters

Las fotos de la semana

Una selección de fotografías tomadas en Oriente Medio esta semana. Pincha en los enlaces de las localizaciones para ver las imágenes.

Área de Hula investigada, en un mapa incluido en el informe del Consejo de Derechos Humanos de la ONU

La comisión independiente auspiciada por el Consejo de Derechos Humanos de la ONU para investigar las violaciones de los derechos fundamentales en Siria desde el inicio del conflicto, hace 17 meses, ha publicado este miércoles sus conclusiones. El informe tiene 102 páginas y será presentado oficialmente el 17 de septiembre ante el Consejo de Derechos Humanos. Estos son los puntos clave:

1. Tanto el Gobierno sirio como los rebeldes han cometido crímenes contra la humanidad, incluidos asesinatos y torturas, detenciones y arrestos arbitrarios, violencia sexual, ataques indiscriminados, pillaje y destrucción de la propiedad. No obstante, los crímenes perpetrados por los grupos opositores «no han alcanzado la gravedad, la frecuencia y la escala de los abusos cometidos por el régimen y sus fuerzas leales».

2. La matanza del pasado mes de mayo en la localidad de Hula, en la que fueron asesinadas 108 personas, la mitad de ellas mujeres y niños, es atribuida a la milicia de los shabihas (grupos paramilitares leales al régimen de Bashar al Asad). El informe señala que «a pesar de que la naturaleza, composición y jerarquía de los shabihas aún no está clara, la información permite llegar a la conclusión de que actuaron en concierto con las fuerzas del Gobierno».

3. Los asesinatos, torturas, violencia sexual y ataques indiscriminados cometidos en Hula «indican una implicación de los más altos niveles de las fuerzas armadas y de seguridad, y del Gobierno».

4. La mayor parte del informe, que cubre el periodo comprendido entre el 15 de febrero y el 20 de julio de este año, está basado en entrevistas realizadas tanto en los lugares de los hechos, en Siria, como a refugiados sirios fuera del país. En total se llevaron a cabo 1.062 entrevistas, aunque los autores destacan que no han podido cumplir en su totalidad el mandato de la ONU, debido a las dificultades encontradas en Siria para realizar la investigación.

5. Desde marzo de 2011 han muerto más de 10.000 personas en Siria a causa de la violencia, aproximadamente 230.000 personas se han visto obligadas a desplazarse y 60.000 han buscado refugio en países limítrofes como Turquía y Líbano.

Aquí, el informe completo (en inglés).

Cinco claves del informe de la ONU sobre Siria

La comisión independiente auspiciada por el Consejo de Derechos Humanos de la ONU para investigar las violaciones de los derechos fundamentales en Siria desde el inicio del conflicto, hace 17 meses, ha publicado este miércoles sus conclusiones. El informe tiene… Leer

Protesta contra el presidente sirio, Bashar al Asad, en El Cairo, en octubre de 2011. Foto: lokha / Flickr (CC)

«Otra descarada mentira». Así calificó este jueves la embajadora de los Estados Unidos ante la ONU, Susan Rice, la versión oficial del régimen sirio, que responsabilizó a «grupos armados» de la matanza perpetrada el pasado viernes en la ciudad de Hula, donde murieron más de un centenar de personas, incluyendo 49 niños.

La masacre, según los observadores de la ONU, llevaba el sello del régimen y de las milicias progubernamentales conocidas como shabiha. «Está bastante claro lo que pasó, no hay lugar para ambigüedades acerca de quién usó artillería pesada contra quién, ni tampoco sobre la implicación de milicias progubernamentales en los asesinatos de inocentes, en ejecuciones que se realizaron puerta a puerta», dijo Rice.

El régimen, sin embargo, insiste en negar su responsabilidad. A falta de una declaración del presidente, Bashar al Asad (quien lleva semanas sin dirigirse en público a la nación, pese a la gravedad de los últimos acontecimientos y al incremento de la presión internacional), el general Qasem Yamal Suleiman aseguró que su gobierno «no puede cometer un crimen tan horrible».

Si algo está claro en el conflicto sirio es la gran dificultad existente a la hora de comprobar lo que está ocurriendo. Con la presencia de periodistas extranjeros fuertemente restringida, o directamente vedada, los medios de comunicación occidentales tienen que acudir a las informaciones proporcionadas por los grupos opositores o a testimonios ciudadanos para contrarrestar la propagandadel régimen. A los observadores de Naciones Unidas les fue denegado el acceso a Hula el pasado viernes, cuando comenzó el bombardeo sobre la ciudad.

Aún así, existe un consenso generalizado en la comunidad internacional sobre la responsabilidad del gobierno sirio en las masacres y sobre la brutalidad de la represión. Así lo confirman las sanciones económicas impuestas, las reiteradas llamadas a Asad para que abandone el poder, las continuas condenas verbales o, como ocurrió tras la matanza de Hula, la expulsión de los embajadores sirios de la mayoría de las potencias occidentales, España incluida.

Más de 9.000 muertos

Tampoco hay dudas sobre quiénes son las víctimas de esta situación: Los propios ciudadanos sirios, que han visto convertidas las protestas que se iniciaron de forma pacífica hace unos catorce meses en un conflicto cada vez más complejo y sangriento en el que, pese a que la principal carga violenta corresponde al régimen, no faltan tampoco ataques y graves violaciones de los derechos humanos por parte de grupos armados de la oposición.

Según la ONU, desde el inicio de las protestas han muerto más de 9.000 personas, unas 200.000 se han desplazado a otras zonas dentro del país y al menos 30.000 se han refugiado en países vecinos, especialmente en Turquía. Hace tan solo unas semanas el Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) informó de que 14.500 refugiados sirios se han registrado en Jordania desde marzo de 2011.

En resumen, la situación en Siria es cada vez más insostenible, al tiempo que los esfuerzos diplomáticos parecen cada vez más inútiles. La aceptación teórica del plan del alto el fuego del enviado especial de la ONU, Kofi Annan, y la llegada del primer contingente de observadores de la ONU, no ha significado de momento ni la retirada de los soldados del régimen de las localidades más conflictivas (Hama e Idlib), ni el fin de las acciones armadas de los rebeldes.

¿Qué espera entonces la comunidad internacional para intervenir? ¿Por qué no actúa como lo hizo en Libia, o incluso en los Balcanes? Muchos analistas, de hecho, ven semejanzas entre la matanza de Hula y la ocurrida en la ciudad bosnia de Srebrenica en 1995, una masacre que supuso el abandono de la diplomacia y el recurso a la acción militar. Sin embargo, tanto EE UU, como la UE (salvo advertencias poco concretas de Francia) y la OTAN insisten en que, de momento, la intervención armada en Siria no se contempla. Algunos países árabes, sobre todo Arabia Saudí y Catar (enemigos acérrimos de Asad, a quien ven como un aliado de su némesis chií en la región, Irán), piden el uso de la fuerza, pero limitándola a proporcionar armas y dinero a la oposición siria. Y, sobre todo, Rusia y China siguen oponiéndose firmementea todo lo que huela a intervención exterior en el país árabe.

El rechazo ruso y el miedo a Al Qaeda

La principal razón que está frenando una intervención occidental en Siria, ya sea militar o de apoyo directo a los grupos rebeldes, es la oposición de Rusia, cuyos intereses en la zona son grandes y que mantiene un importante comercio de armas con Damasco. Mientras Rusia (y también China) mantenga su veto en el Consejo de Seguridad, la OTAN no podrá intervenir respaldada por una resolución de la ONU, como hizo en Libia.

Pero, además, como explica en la BBC Shashank Joshi, del Royal United Services Institute, el creciente papel de Al Qaeda y de otros grupos yihadistas similares en Siria en los últimos meses (parecen ser los responsables de los recientes atentados en Damasco, por ejemplo), ha hecho que Washington tema que el apoyo a la oposición termine en manos de los mismos grupos que organizaron los ataques en Irak contra las fuerzas occidentales.

Apoyar a la oposición, por otra parte, tampoco sería tarea fácil. Los rebeldes, dentro y fuera de Siria, están profundamente divididos y no han logrado unificarse, ni política ni militarmente, en más de 14 meses de levantamiento. Y en cuanto al ataque militar, Siria tiene, en comparación con Libia, defensas aéreas mejor preparadas y una capacidad defensiva mucho mayorque la del país norteafricano.

Así las cosas, EE UU confía en acabar convenciendo a Moscú para que facilite la salida de Asad sin que ello suponga necesariamente la caída total del régimen, en una maniobra similar a la llevada a cabo para sacar del poder al presidente de Yemen, Alí Abdulá Saleh. Pero el problema es que Siria no tiene nada que ver con Yemen. El régimen de Damasco es muy personalista y, además, cuenta con un considerable apoyo entre la población, no tanto, desde luego, como asegura el gobierno, pero más del que quieren creer muchas cancillerías occidentales.

Los peligros de intervenir

En cualquier caso, la opción de la intervención exterior tampoco es vista por muchos expertos como la solución idónea. Para algunos puede ser incluso desastrosa. Es la opinión, por ejemplo, de Mariano Aguirre, director del Centro Noruego de Recursos para la Paz (Noref, por sus siglas en inglés), quien, en un artículo titulado Armas vs negociaciones, afirma: «Es legítimo que los gobiernos y ciudadanos de la comunidad internacional estén preocupados por la represión en Siria, y es lógico que algunos sirios estén empuñando las armas. Pero la urgencia moral por proteger a las víctimas puede esconder importantes factores que deberían ser reconocidos, tales como las posibles consecuencias negativas de estas buenas intenciones, los verdaderos motivos que subyacen bajo el deseo de algunos países de ver caer a Asad, el coste de descartar las vías políticas para parar las muertes, o la complejidad de la realidad política siria, que no puede ser entendida desde una visión simplista de blanco o negro, y que va más allá de un régimen brutal, una sociedad reprimida y una valiente oposición armada».

Según Aguirre, proporcionar armas a los grupos rebeldes no serviría más que para agravar el conflicto y para dar al presidente sirio excusas para intensificar la represión. Esto pondría a Estados Unidos, Europa, Turquía y los países árabes ante el dilema de tener que elegir entre dejar que el régimen siga aplastando el levantamiento o intervenir militarmente, que es justo lo que se pretende evitar proporcionando armas a los rebeldes. El gobierno, a su vez, respondería explotando la rivalidad entre suníes y chiíes, y aumentando la tensión entre otras minorías (cristianos, drusos, kurdos). Más armas en manos de civiles, indica, podría conducir a Siria a «una mezcla entre el Líbano de los años 70, la Argelia de los 80 y el Irak desde 2003». Mientras, Arabia Saudi y Catar están pasando ya armas a los rebeldes, pero sus intereses tienen más que ver con derribar a un aliado de Irán que con cuestiones humanitarias.

Aguirre cita el caso de Libia, donde las milicias siguen controlando el país, como un ejemplo claro de la necesidad de «ser prudentes a la hora de derrocar dictadores sin tener un plan», y concluye apostando por la propuesta realizada por el International Crisis Group, consistente, en líneas generales, en una transición en el poder que preserve la integridad de las instituciones claves del Estado, una reforma gradual y completa de los servicios de seguridad, y el inicio de un proceso de justicia y reconciliación nacional.

Una propuesta «lenta y dolorosa»

En la misma línea que Aguirre, Yezid Sayigh, del Carnegie Middle East Center, señala que «la propuesta del plan de Annan puede ser lenta y dolorosa, pero ofrece una oportunidad crucial a la oposición para sustituir la confrontación en el plano militar, donde el régimen es más fuerte, por la lucha en el plano político y el plano moral, donde la oposición es más fuerte».

También en contra de armar a los rebeldes, Samer Araabi escribe en Right Web: «El gobierno no parece capaz de mantener el control sobre todo el territorio sirio, y aunque los puntos fuertes de los rebeldes han sido machacados, está claro que el régimen ha perdido el apoyo de base que necesita para seguir gobernando. Antes o después, tendrá que enfrentarse a esta realidad. Pero cuanto más dure la violencia, más podrá centrarse en acabar con una oposición armada que sencillamente no puede hacer frente al poder militar y la cohesión interna del ejercito sirio. […] Con más armas, más fondos y más legitimidad, los rebeldes sirios podrían abandonar el patrón de ir ganando terreno que caracterizó la victoria libia, y centrarse, en su lugar, en tácticas asimétricas como bombas, secuestros o asesinatos […]. Y si la historia enseña algo, estas tácticas no es probable que produzcan el tipo de victoria, o de apoyo, que los combatientes necesitarán en una nueva Siria».

Amenaza creíble

En el otro lado del debate se sitúan Steven Heydemann, del U.S. Institute of Peace, y Reinoud Leenders, profesor de la Universidad de Amsterdam. Ambos firman un artículo conjunto titulado Crisis siria: Una amenaza creíble es lo que hace falta, en el que afirman que la escalada de la violencia del régimen no es una respuesta a una oposición armada, sino la reacción del gobierno de Asad a un levantaniento popular que ha demostrado una gran resistencia: «Considerar la militarización [de la oposición] como una causa de la violencia del régimen, en lugar de como una legítima y desesperada respuesta de vulnerables y acorralados ciudadanos a los actos brutales de un régimen ilegítimo es un caso especialmente flagrante de culpar a la víctima de los actos de su verdugo», indican.

Según estos expertos, «la resistencia pacífica puede ser efectiva en muchos casos, y siempre es deseable, pero cuando, como en el caso de Siria, las fuerzas represoras continúan sus ataques contra manifestantes pacíficos y soldados desertores por igual, la resistencia armada se convierte en inevitable,para salvar la propia vida y la de los demás, y para evitar que el régimen acabe borrando las exigencias populares de cambio».

Los analistas favorables a la intervención argumentan asimismo que la militarización de la oposición es ya un hecho: Actualmente están ya entrando armas en Siria a través de conductos informales y no regulados, lo que impide controlar el tipo de armas que se está suministrando, a quiénes están llegando, y cómo van a ser usadas. Así, el crecimiento de la criminalidad entre grupos armados de la oposición mal dirigidos, algunos de los cuales tienen un carácter sectario, sería una consecuencia de esta militarización irregular. Además, el actual proceso de militarización no controlada estaría exacerbando la fragmentación de la oposición, y minando las iniciativas para que los grupos armados acepten la autoridad del Consejo Nacional Sirio o de otras autoridades civiles.

Zonas de exclusión

Uno de los artículos en favor de la intervención en Siria más comentados ha sido el publicado en The New York Times por Ann-Marie Slaughter, profesora de Relaciones Internacionales en la Universidad de Princeton y directora de Planificación Política en el Departamento de Estado de EE UU entre 2009 y 2011. Según Slaughter, la intervención militar extranjera en Siria supone la mayor esperanza para evitar una guerra civil: «El mantra de quienes se oponen a la intervención -afirma- es que Siria no es Libia. Efectivamente: Siria está situada en una posición mucho más estrategica que Libia, y una guerra civil tendría consecuencias mucho peores».

Para Slaughter, no obstante, limitarse a armar a la oposición, «la opción más fácil», conllevaría  el peor escenario posible: una guerra por el poder que podría salpicar al Líbano, Turquía, Irak y Jordania, y que fracturaría Siria en grupos sectarios. También «facilitaría a Al Qaeday otros grupos terroristas poner un pie en Siria y, tal vez, lograr acceso a armas químicas y biológicas».

En este sentido, la alternativa que propone es establecer «zonas de exclusión» para «proteger a todos los sirios, independientemente de su credo, su etnia o sus ideas políticas». El Ejército Libre Sirio, una fuerza cada vez mayor formada por desertores del Ejército sirio, se encargaría de establecer estas zonas cerca de las fronteras con Turquía, Líbano y Jordania  para «permitir la creación de corredores humanitarios a través de los cuales la Cruz Roja y otras organizaciones puedan introducir comida, agua y medicinas, y evacuar heridos». El establecimiento de estas zonas requeriría que países como Turquía, Catar, Arabia Saudí y Jordania suministrasen a la oposicion armamento antitanque y antiaéreo, y fuerzas especiales de Catar, Turquía y, posiblemente, el Reino Unido y Francia, podrían «ofrecer apoyo táctico y estratégico».

Con respecto a la legitimidad de esta intervención, Slaughter señala que «al igual que en Libia, la comunidad internacional no debería actuar a menos que contase con la aprobación de los países de la región más directamente afectados». Es decir, correspondería a Turquía y a la Liga Árabe adoptar un plan de acción. Y si Rusia y China se abstuviesen, en lugar de volver a imponer su veto, entonces la Liga Árabe podría pedir la aprobación del Consejo de Seguridad. En caso contrario, concluye Slaughter, «Turquía y la Liga Árabe deberían actuar de acuerdo con su propia autoridad, con la de los otros 13 miembros del Consejo de Seguridad y con la de los 137 miembros de la Asamblea General que han condenado la brutalidad de Asad».


Publicado originalmente en 20minutos

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