rebeldes sirios

La primera víctima de cualquier guerra, ya se sabe, es la verdad, y la guerra que está devastando Siria no es una excepción. En la propaganda de ambas partes abundan las exageraciones y, directamente, las mentiras descaradas. Y la consecuencia es que cuando nos informan de que ha sucedido algo terrible, ya no sabemos, como en el cuento de Pedro y el lobo, si creerlo o no. La imposibilidad de verificar los datos sobre el terreno de forma independiente hace que las crónicas periodísticas, casi siempre de segunda mano, se llenen de prudencia, cuando no de puro escepticismo. Sin embargo, cuando nos encontramos ante una denuncia tan grave como la conocida este miércoles, es mejor arriesgarse, contarla, y rectificar después si es necesario, que mirar para otro lado. Por muchas dudas que se tengan y con toda la cautela que haga falta.

La oposición siria ha acusado al régimen de Bashar al Asad de haber perpetrado el peor ataque con armas químicas de los últimos 25 años. La ofensiva habría dejado unos 1.300 muertos en el este de la capital, Damasco; concretamente, en el suburbio de Guta. Las imágenes facilitadas por los rebeldes (fotos y vídeos) son espantosas: decenas de cadáveres, muchos de ellos niños, pupilas dilatadas, convulsiones, espuma en la boca…

No da la impresión de que sea un montaje. Los testimonios son abundantes (médicos incluidos) y las imágenes parecen reales, aunque no hay manera de verificar, de momento, si realmente han sido filmadas donde y cuando aseguran los rebeldes. Expertos consultados por diversos medios de comunicación indican, en cualquier caso, que lo que se ve en ellas pueden ser, efectivamente, las consecuencias de un ataque químico con gas nervioso, tanto por los síntomas que presentan las víctimas vivas como por la ausencia de daños físicos externos (sangre, heridas) de los cadáveres. El ministro de Exteriores británico ha hablado de «escalada pavorosa» en el conflicto, y el Consejo de Seguridad de la ONU se ha reunido con carácter de urgencia, aunque sin abandonar su parálisis.

Las imágenes de los siguientes vídeos, publicados por la oposición siria, son muy duras. En el primero se muestra lo que parecen ser los primeros momentos tras el ataque; en el segundo, decenas de cadáveres. Más vídeos, aquí.

De confirmarse, este ataque químico sería el más grave desde que en 1988 Sadam Husein gaseó a miles de kurdos iraquíes en Halabja. Es, también, la peor denuncia desde el supuesto ataque del pasado 19 de marzo en Jan al Assal, donde murieron al menos 30 personas, y del que se culpan mutuamente el régimen y la oposición. La gravedad de la acusación ha devuelto por un día a Siria al primer plano informativo en Oriente Medio, por delante incluso de la noticia de la puesta en libertad de Hosni Mubarak en Egipto.

El Gobierno sirio ha reconocido que ha atacado el área (un bastión rebelde), pero niega tajantemente la utilización de armamento ilegal: «Los datos difundidos en canales de televisión como Al Yazira, Al Arabiya y Sky News, entre otras cadenas, que están implicadas en el derramamiento de sangre siria y en apoyar el terrorismo, son completamente sin fundamento», indicó la agencia oficial de noticias, Sana, añadiendo que el objetivo de la difusión de este tipo de noticias es «distraer a la misión de la ONU» que actualmente está en el país para investigar el supuesto uso de armas químicas.

Ciertamente, resulta extraño (y muy oportuno, desde el punto de vista de la oposición) que el régimen haya decidido lanzar un ataque químico de este calibre justo cuando los inspectores de Naciones Unidas se encuentran en el país, pero, a la vez, puede ser el mejor momento para culpar a los rebeldes de atacar a su propia gente con fines propagandísticos.

Aún así, y como escribe Inocencio Arias en El Mundo, «si los inspectores piden trasladarse a un barrio que está a pocos kilómetros del centro de la capital, ¿que tendrá que inventar el Gobierno para negarse? La negativa aumentaría las sospechas. ¿Se le ha podido ir la mano a un comandante local encolerizado por algún golpe de los rebeldes?». Para Brian Whitaker, sin embargo, el régimen sabe bien lo que se hace: «La ONU puede, por supuesto, pedir que los hechos de hoy sean incluidos [en la investigación de los inspectores], pero el régimen podría entonces alargar el debate hasta que fuese imposible encontrar algo».

Tampoco es probable que Asad estuviese muy preocupado por el resultado de la reunión del Consejo de Seguridad. Rusia, uno de sus principales aliados y país con derecho a veto en este organismo, empezó tachando de «bulo» el supuesto ataque: «Si de verdad fueron utilizadas armas químicas, eso parece más bien el estilo de los rebeldes», dijo el vicepresidente del Comité de Asuntos Exteriores de la Duma, Leonid Kaláshnikov. Poco después, el portavoz del Ministerio de Exteriores, Alexander Lukashevich, indicó que se debe hacer una investigación «justa y profesional», si bien agregó que «todo esto sugiere que una vez más se trata de una provocación planeada, como demuestra el hecho de que el acto criminal ha sido cometido cerca de Damasco, en el mismo momento en el que la misión de la ONU estaba trabajando en la investigación del supuesto uso de armas químicas allí».

Al final, como era de esperar, el Consejo de Seguridad ha sido incapaz de ponerse de acuerdo para pedir formalmente que se lleve a cabo una investigación. Aunque dijeron apoyar la determinación del secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, de pedir una investigación imparcial sobre lo ocurrido, los miembros del Consejo no lograron consensuar una resolución (ni tan siquiera una declaración presidencial) para pedirlo formalmente. Tampoco ordenará a los inspectores que están en Damasco que se acerquen a la zona del supuesto ataque químico, según la ONU, porque no está garantizada la seguridad; según informa Reuters citando fuentes diplomáticas, por la oposición de Rusia y China.

La presión, mientras tanto, vuelve a recaer ahora sobre los hombros de Barack Obama. Como recuerda Ramón Lobo en InfoLibre, «hace meses, el presidente de EE UU se tendió una trampa política a sí mismo cuando dijo que el uso de armas químicas era la línea roja que podría precipitar algún tipo de intervención. Desde entonces las denuncias de ataques químicos llevados a cabo por tropas de Al Asad se han multiplicado».

Según los servicios secretos occidentales, Siria dispone de unas mil toneladas de agentes químicos, sobre todo gases sarín, mostaza y VX. Se trata del mayor arsenal de Oriente Próximo.


Más información y fuentes:
» Hundreds reported killed in Syria gas attack (Al Jazeera)
» Cientos de niños y otros civiles muertos tras un ataque químico del ejército sirio, según la oposición (Periodismo Humano)
» Siria: denuncian cientos de muertos por un ataque con armas químicas (La Nación)
» Alí ‘el Químico’ en Siria (Ramón Lobo, en InfoLibre)
» Method in Assad’s madness? (Brian Whitaker, en Al Bab)
» Siria cruza la línea roja (Inocencio Arias, en El Mundo)
» Syria video ‘consistent with chemical attack’ (BBC)
» El régimen sirio niega supuesto ataque con armas químicas cerca de Damasco (Efe)
» U.N. Security Council says ‘clarity’ needed after alleged Syria attack (Reuters)
» Los inspectores de la ONU en Siria no investigarán el supuesto ataque químico (El País)
» Las claves sobre el uso de armas químicas en la guerra de Siria (El País)

El brutal ataque químico en Siria, supuesto, pero verosímil

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Vista aérea de Homs. Foto: Shaam News Network / Facebook

Parece el decorado digital de una película apocalíptica, pero es real. Se trata de una espeluznante fotografía aérea del distrito de Jalidiya, en la ciudad siria de Homs, distribuida este lunes por la red de comunicación opositora Shaam News Network. Según informó el domingo por la noche la televisión estatal siria, el barrio, uno de los más grandes de la ciudad, ha sido recuperado por las tropas del régimen tras meses de encarnizados combates. La destrucción es absoluta; la presencia humana, inexistente. Los únicos signos de vida son unos cuantos matojos desperdigados entre las ruinas. Aquí puede verse la misma imagen, mucho más nítida, distribuida por la agencia AFP.

Después de más de un año de cerco y bombardeos casi diarios, el ejército sirio, apoyado por combatientes de la milicia libanesa Hizbulá, lanzó su ofensiva contra este bastión rebelde hace aproximadamente un mes. De confirmarse la caída, el régimen solo tendría por delante unos cuantos barrios rebeldes de la zona vieja de Homs, antes de recuperar por completo la «capital de la revolución», como llaman los militantes opositores a la tercera ciudad más grande de Siria.

Homs. Fuente: BBC

Entre tanto, y al igual que ocurrió durante la toma de Qusair, la intensificación de los combates tanto en Homs como en Alepo ha impedido durante estas últimas semanas a las agencias humanitarias distribuir asistencia y alimentos a los civiles atrapados en el fuego cruzado, según alertó el Programa Mundial de Alimentos (PMA) de la ONU.

El objetivo del PMA era poder alimentar a tres millones de sirios en el interior del país durante el mes de julio, pero Naciones Unidas ya dijo hace unos días que la meta no se podría cumplir, y que, de hecho, la ayuda humanitaria iba a llegar a menos personas que en junio (2,4 millones, frente a los 2,5 millones del mes anterior).


Más fotos

Más información y fuentes:
» Syria army ‘retakes’ key Homs district of Khalidiya (BBC)
» El incremento de combates en Homs y Aleppo impiden la distribución de comida (Efe)

Homs: la imagen de la devastación total

Parece el decorado digital de una película apocalíptica, pero es real. Se trata de una espeluznante fotografía aérea del distrito de Jalidiya, en la ciudad siria de Homs, distribuida este lunes por la red de comunicación opositora Shaam News Network…. Leer

Un miembro del Ejército Libre Sirio, durante un combate en Alepo, en noviembre de 2012. Imagen: Voice of America / Wikimedia Commons

«Se ha llegado a decir que los rebeldes son ángeles, pero los combatientes que tienen un pasado democrático, los que creen en el mosaico sirio y desean un Estado para todos, son solo una minoría. La mayoría de los rebeldes está muy lejos de tener pensamientos democráticos, tiene otras aspiraciones». Son palabras, recogidas por Reuters, del brasileño Paulo Pinheiro, jefe de un equipo independiente de expertos comisionados por la ONU que acaba de realizar un informe sobre la guerra en Siria

Pinheiro, que adelantó este martes en París algunas de las conclusiones del trabajo, destacó también que el conflicto se está radicalizando cada vez más y que las atrocidades van en aumento: «En lo que respecta a radicalización, violaciones de los derechos humanos y leyes de la guerra, el informe es terrible», dijo.  El documento se presentará oficialmente el próximo 4 de junio, y está basado en entrevistas a víctimas y testigos realizadas fuera de Siria, ya que los expertos no han podido entrar en el país.

Pinheiro no quiso pronunciarse sobre la decisión de la Unión Europea de levantar el embargo de armas a ciertos grupos de rebeldes sirios, adoptada este mismo martes, pero sí dejó claro que «es muy difícil distinguir entre rebeldes buenos y malos». En medio, una vez más, de una gran  división, la UE acabó permitiendo a sus Estados miembros que suministren armas a grupos de la oposición, al ser incapaz de ponerse de acuerdo para renovar el embargo existente hasta ahora. Todos los países se comprometieron, no obstante, a no hacerlo antes de agosto, con el fin de dar una oportunidad a las conversaciones de paz que se están intentando preparar, con muchos problemas, en Ginebra. La decisión, que nadie se plantea de momento, al menos a corto plazo, ha supuesto un nuevo encontronazo con Rusia.

Según informa Reuters, el Consejo de Seguridad de la ONU tiene previsto incluir al grupo radical islamista Frente Al Nusra, uno de los que combaten contra las fuerzas de de Bashar a Asad, en la lista negra de las facciones de Al Qaeda en Irak. Numerosos militantes radicales suníes provenientes de Arabia Saudí, Libia, Túnez, Líbano y Egipto, además del propio Irak, han radicalizado a los grupos rebeldes en los últimos meses, y la milicia libanesa chií Hizbulá está combatiendo al lado del régimen. Las tensiones entre suníes y chiíes en toda la región se han disparado. Irán (chií) respalda al Gobierno sirio; Catar y Arabia Saudí (suníes) ayudan (con armas y dinero) a los rebeldes.

La exfiscal general suiza y del Tribunal Penal Internacional para la antigua Yugoslavia Carla del Ponte, una de los cuatro comisionados del equipo de expertos que ha realizado el informe, asegura que «los dos bandos han cometido crímenes». Y añade: «Su crueldad es increíble, nunca había visto algo así, ni siquiera en Bosnia».

Este miércoles, el Consejo de Derechos Humanos de la ONU aprobó una resolución en la que condena la presencia de combatientes extranjeros en la guerra civil siria, así como los recientes ataques perpetrados en torno a la ciudad de Qusair, asediada por las fuerzas leales al régimen de Asad. «Si la situación actual persiste, o se deteriora todavía más, el aumento de las masacres entre grupos será una certidumbre y no un riesgo», dijo la Alta Comisionada para este organismo, Navi Pillay.

Pillay ha insistido en varias ocasiones en la necesidad de que el Consejo de Seguridad ordene al Tribunal Penal Internacional que investigue los crímenes internacionales cometidos por ambas partes: «La comunidad internacional parece incapaz de asumir un fuerte compromiso para resolver la crisis. A veces parece que no podemos hacer más que llorar y contar los muertos», ha dicho.

Naciones Unidas calcula que desde marzo de 2011, cuando comenzó el levantamiento popular contra el régimen de Bashar al Asad, han muerto unas 70.000 personas a causa de los combates. Los grupos opositores elevan la cifra a 94.000.

Lo cierto es que esta última constatación de los expertos de la ONU solo puede sorprender a quienes aún sigan pretendiendo entender Oriente Medio en términos de blanco y negro, de aliados o enemigos, de «buenos y malos». La realidad es, obviamente, mucho más compleja, y llegado este punto no parece haber soluciones perfectas, en las que el remedio no acabe siendo peor, o tan malo al menos, como la enfermedad. Cada vez más analistas, de hecho, se están limitando a reflejar el «callejón sin salida» de Siria, y pocos son los que se atreven a mojarse.

Lo que sí empieza a estar claro es que, sin más ayuda exterior, los rebeldes sirios van a tener muy complicado acabar por sí solos con el régimen brutal de Bashar al Asad. Y, en el caso de que el Gobierno logre finalmente imponerse (según Asad, ya va camino de ello, gracias a la llegada de los primeros misiles comprados a Rusia y, en menor medida, a la ayuda de Hizbulá), en lo que venga después las represalias son bastante más probables que las reformas.

Pero a la vez, un apoyo militar decidido que facilite la victoria de la oposición conlleva el riesgo de que sean los radicales islamistas quienes dominen el futuro Estado, con el consiguiente peligro de radicalización, sectarización y desestabilización regional, si es que puede hablarse de estabilidad en una zona donde el mayor problema es, precisamente, el carácter ficticio e interesado con que en tantas ocasiones se ha aplicado hasta ahora ese concepto.

Rusia, Irán, China y otros países abogan por una «solución pacífica», pero sus propuestas, aparte de ser poco factibles (y menos creíbles), suponen, en la práctica, la continuidad del régimen de Asad, y eso es algo que a estas alturas resulta no solo dudosamente viable sino también moralmente intolerable.

Y, sin embargo, tal vez es en estos países donde esté la clave. Un cambio en su actual postura diplomática de apoyo al Gobierno sirio, aunque fuese con matices, aunque se edulcorase con retórica, aunque fuese condicionado, dejaría solo a Bashar al Asad y podría provocar eventualmente la caída del régimen, sin necesidad de meter más armas en un conflicto que ya es lo bastante sangriento. La solución duradera a una guerra rara vez es más guerra.

Este giro, que no tiene por qué ser un cheque en blanco, facilitaría también una transición más política, menos marcada por la victoria militar de unos grupos cuyas intenciones democráticas es casi imposible garantizar. Y, tras la celebración de unas elecciones limpias (y todo lo supervisadas que se quiera), obligaría a Occidente a respetar la decisión del pueblo, por más que ésta no fuese de su agrado (como en Egipto o en Túnez), o estuviese cargada de dificultades e incertidumbres.

Se ha hablado incluso del peligro de desintegración del Estado sirio, del país, que supondría la caída del régimen y el ascenso de un gobierno dominado por radicales suníes. Y la desintegración de un Estado es algo que Occidente suele considerar poco menos que una catástrofe. Pero en realidad tampoco puede decirse que Siria haya estado nunca muy integrada, teniendo en cuenta que se trata de un país nacido, como tantos otros en Oriente Medio, del tiralíneas y las cenizas del colonialismo europeo.

Se trata, en definitiva, de elegir entre dos males. Pero mientas que uno de ellos es real, está ocurriendo, el otro es, de momento, solo posible. Es un riesgo muy alto, pero habrá que asumirlo y tratar de minimizarlo. Como indica el dicho inglés, «ya cruzaremos ese puente cuando lleguemos a él». No quedan muchas más opciones.

Hoy por hoy, todo esto es, desde luego, ciencia ficción. Pero al menos sería algo más que «llorar y contar los muertos».


Más información y fuentes:
» U.N. investigators say most Syria rebels not seeking democracy (Reuters)
» La mayoría de los combatientes opositores no busca la democracia en Siria (Europa Press / Reuters)
» La UE levanta con condiciones su embargo de armas a la oposición siria (Efe)
» Rusia: la UE muestra un “doble rasero” al levantar el embargo de armas (Efe)
» Catar y Arabia Saudí sufragan la revuelta siria
» La ONU condena el aumento de combatientes extranjeros en Siria y el asedio a Al Qusair (RTVE / Agencias)

Leer también: Las razones de Rusia

Los rebeldes sirios, la democracia y la única salida posible

«Se ha llegado a decir que los rebeldes son ángeles, pero los combatientes que tienen un pasado democrático, los que creen en el mosaico sirio y desean un Estado para todos, son solo una minoría. La mayoría de los rebeldes… Leer

Rebeldes del Ejército Libre Sirio (ELS), en Alepo, en octubre de 2012. Imagen: Scott Bobb / Voice of America / Wikimedia Commons (captura de vídeo)

Después de 20 meses de combates y bombardeos, más de 35.000 muertos, unos 400.000 refugiados (700.000 para fin de año), en torno a dos millones y medio de desplazados, incontables vidas destrozadas, daños incalculables en ciudades e infraestructuras y más de un año de duras sanciones económicas internacionales, la guerra civil en Siria parece estar alcanzando al fin un desenlace, y el régimen de Bashar Al Asad podría tener sus días contados. El problema es saber cuántos días son esos, o si, lo más probable, serán más bien semanas o incluso varios meses.

Los últimos acontecimientos sobre el terreno hacen pensar que, efectivamente, la balanza está empezando a desequilibrarse. Los rebeldes han conseguido avances importantes y han derribado, por primera vez, aviones del Gobierno. También han capturado bases militares y han logrado interrumpir algunas vías de suministro del régimen. Por otra parte, los heterogéneos grupos de la oposición han conseguido llegar a un acuerdo y elegir un líder común provisional.

Pero lo más significativo puede ser el aumento de la presión internacional. Nadie habla aún de una intervención militar directa, pero el tono, animado por la debilidad en que parece encontrarse el gobierno de Damasco, empieza a ser distinto. La OTAN ha anunciado el despliegue de misiles Patriot en suelo turco para la defensa de la frontera con Siria, y ha destacado un gran número de efectivos en la zona (en principio, para defender a Turquía de un posible ataque, pero el caso es que ahí están); las advertencias de EE UU y otros países occidentales se han hecho más duras ante la posibilidad de que Asad pueda estar planteándose utilizar armas químicas y, lo verdaderamente importante, Rusia ha empezado a aflojar su apoyo al régimen sirio. Básicamente, y al margen de otros respaldos más morales que reales, a Asad solo le queda Irán.

Estas son las claves que podrían estar marcando el principio del fin de la guerra en Siria, y los problemas que vendrán el día después.

Avances rebeldes

En el apartado militar, las unidades de rebeldes sirios operan según tres estrategias fundamentales: Cortar las rutas de suministro del régimen, capturar bases militares y apoderarse del mayor número de armas posible. En las tres están teniendo éxito, aunque de momento no de una manera que pueda considerarse totalmente definitiva. Lo que sí parece claro es que los rebeldes han empezado a dar muestras de una mayor organización y efectividad, algo de lo que no habían sido capaces hasta ahora. De hecho, no han cedido terreno desde el mes de septiembre, a pesar de que la respuesta militar del régimen no ha dejado de incrementarse.

Gracias a esta presión, los rebeldes han podido hacerse con el control de grandes regiones del norte del país (donde ya solo pueden ser atacados por aire), y sumar armas más pesadas a las que reciben ya desde Arabia Saudí y Catar a través de la frontera turca. Hace algo más de una semana consiguieron derribar un caza y un helicóptero del ejército usando misiles tierra-aire.

La captura de armas es fundamental para los insurgentes, ya que las potencias occidentales y los países de la zona han rechazado hasta ahora armarlos directamente, debido a dos razones: la falta de unión entre los opositores y el creciente número de militantes fundamentalistas islámicos (‘yihadistas’ y salafistas) entre las filas rebeldes. No obstante, esta política podría estar cambiando ya, al menos de forma extraoficial. El diario francés Le Figaro, por ejemplo, ha revelado que asesores militares franceses se reunieron con insurgentes sirios en las últimas semanas, para identificar a posibles receptores de suministros de armas. Los agentes franceses conversaron directamente con miembros del Ejército Libre Sirio «en una zona entre el Líbano y Damasco», según el diario. Agentes británicos y estadounidenses también estarían en conversaciones con líderes rebeldes.

Objetivos importantes

Las fuerzas opositoras que siguen luchando por controlar Alepo (la segunda ciudad más grandes de Siria) culminaron el pasado 18 de noviembre un asedio de casi dos meses al conquistar el emplazamiento del Regimiento 46º, una de las unidades importantes dentro de las fuerzas del Gobierno destacadas en torno a la ciudad. Según indicó a la BBC Elias Hanna, un analista militar en la Universidad Americana de Beirut, esta victoria fue un «punto de inflexión táctico que puede dar lugar a un cambio estratégico». Dos días más tarde, los rebeldes reforzaron su control de la provincia Deir Az Zur (situada al este del país y rica en petróleo) tras capturar un batallón de artillería, después de otro asedio de tres semanas.

Milicias de la oposición siria han tomado ya numerosas posiciones en torno a las localidades de Idlib, Deir Az Zur y la propia Alepo. Con estos objetivos rodeados, o a punto de ser capturados, la siguiente ciudad en caer podría ser la importante localidad de Hama, en el oeste del país. En sus avances, los rebeldes han conseguido conquistar un aeropuerto militar y dos campos de petróleo, mientras siguen atacando asimismo bases militares cercanas a Damasco.

La lucha en Damasco

Los combates que se libran en torno a la capital y, en concreto, en la autovía que une la ciudad con el aeropuerto, han empezado a afectar al tráfico aéreo. El pasado 29 de noviembre hubo interrupciones de vuelos, y, como indica Jordi Pérez Colomé en eldiario.es, si la situación se empieza a repetir, la llegada de la crucial ayuda iraní al régimen puede verse comprometida.

En Damasco, el éxito de los rebeldes reside en que, pese a que no han logrado avanzar significativamente aún, tampoco han podido ser rechazados todavía por las fuerzas del régimen, e incluso han conseguido atentar contra infraestructuras militares (y también en zonas civiles) en la ciudad. James Miller explica en EAWorldView que la lucha es muy complicada para el Gobierno, porque, además de los ataques militares que recibe desde los alrededores de la ciudad, muchos rebeldes y enemigos del régimen están infiltrados en barrios y distritos del interior de la capital y sus suburbios.

También es importante la cuestion de la lealtad de los soldados sirios al régimen, ya que las deserciones, a medida que los rebeldes vayan logrando nuevas victorias, pueden convertirse en un elemento desequilibrador clave. Según explica Stephen Starr, autor del libro Revuelta en Siria: testigos del levantamiento, el creciente uso de artillería al inicio de la guerra y de bombardeos aéreos ahora es una señal clara de que el Ejército no confía en sus propios soldados, y de que tienen que recurrir al uso indiscriminado de la fuerza para derrotar a los rebeldes.

Armas químicas y amenazas

De forma paralela al desgaste causado por los éxitos militares rebeldes, y en parte como consecuencia de ello, el régimen sirio ha visto cómo la presión de las potencias occidentales se ha incrementado notablemente en los últimos días. Las últimas informaciones suministradas por los servicios de inteligencia estadounidenses, en el sentido de que el ejército sirio podría estar ultimando los preparativos para la utilización de armas químicas en la guerra, han hecho saltar las alarmas. Tanto Washington como Londres han advertido a Asad de que no tolerarán el uso de este tipo de armamento, y han amenazado, aunque sin llegar a concretar, con tomar medidas. El uso de armas químicas requeriría una respuesta lo más rápida posible, por lo que se supone que estas «medidas» no se refieren a un incremento de las sanciones económicas, o a pasar armas a los rebeles, sino a medidas militares más directas que probablemente incluirían bombardeos aéreos y las largamente demandadas por la oposición zonas de exclusión aérea.

La CIA sostiene que Siria cuenta «desde hace años» con un programa de armas químicas, y que dispone de un arsenal que puede ser utilizado en aviones de combate, misiles balísticos y cohetes de artillería. La agencia de espionaje estadounidense también sospecha que Siria ha intentado desarrollar agentes nerviosos más tóxicos y persistentes, como el gas VX, y que posee gas mostaza y gas sarín. Además, un informe independiente, que cita a agencias de inteligencia árabes y occidentales, calcula que Siria posee unas mil toneladas de armas químicas, almacenadas en medio centenar de pueblos y ciudades.

Siria no ha firmado la Convención sobre Armas Químicas ni ha ratificado la Convención sobre Armas Biológicas y Tóxicas, y el régimen no ha negado que posee este tipo de armas, aunque insiste en que «en el caso de tenerlas, jamás las utilizaría» contra su propia población. Damasco acusa a las potencias occidentales de inventar la amenaza de las armas químicas como excusa para una eventual intervención militar, de un modo que no es difícil relacionar con aquellas inexistentes armas de destrucción masiva que invocaban EE UU y sus aliados como justificación para la invasión de Irak.

«Lo que genera preocupación en torno a las noticias publicadas por los medios es nuestro temor a que algunos de los países que respaldan al terrorismo y a los terroristas [en referencia a los rebeldes] puedan entregarles armas químicas y afirmar que fue el Gobierno sirio el que usó este armamento», indicó este domingo el Ministerio de Exteriores sirio en una carta enviada a Naciones Unidas.

Rusia empieza a ceder

La clave del final del régimen de Bashar al Asad estará, probablemente, en Rusia. Hasta ahora, tanto Moscú como Pekín han impedido con su veto condenas firmes a Siria por parte del Consejo de Seguridad de la ONU, haciendo imposible que se llegue a plantear una intervención militar como la llevada a cabo en Libia. Ni EE UU ni la UE han mostrado mucho interés en una acción semejante (que sería ejecutada por la OTAN), argumentando que, con Irán, Líbano e Israel a tiro de piedra, el riesgo de desestabilización y de guerra a gran escala en la zona es mucho mayor que el que existía en Libia, donde, por otra parte, había también más intereses económicos (gas y petróleo) en juego. Pero, en cualquier caso, el rechazo ruso (más explícito y determinante que el chino, en este caso) ha impedido que la opción se haya llegado ni siquiera tener en cuenta, y, lo más importante, Asad ha sentido que no estaba aislado ante la comunidad internacional.

Ahora, sin embargo, Rusia parece haber entendido que el final de Asad puede estar cerca, y necesita situarse en una mejor posición de cara al día después, cuando sus lazos históricos y económicos con Damasco (una relación que se remonta a los tiempos de la Unión Soviética, y que incluye un importante comercio de armas y el uso por parte de Moscú de la base naval siria de Tartus) podrían volverse en su contra. Por otra parte, la especial sensibilidad de la población rusa ante políticas que siguen «los dictados de Occidente» y su «doble moral» es ahora menos importante para el Kremlin, una vez pasadas ya las elecciones de marzo.

Pero, al margen de estas consideraciones de lectura más política, también es cierto que Moscú, que ha apostado desde el principio por una salida negociada a la crisis, esté empezando a asumir que eso no será posible, y que el régimen de Asad está cada vez más debilitado. El jueves, Vladimir Vasilyev, aliado del presidente Vladimir Putin en el Parlamento ruso, indicó que «seguimos pensando que el actual gobierno ruso debería llevar a cabo sus funciones, pero el tiempo está demostrando que esa tarea está más allá de sus fuerzas».

Así, la diplomacia ha empezado a funcionar ya de un modo más activo. El pasado lunes Putin se reunió en Estambul con el presidente turco, Recep Tayyip Erdoğan, un paso importante, ya que ambos países han encabezado las dos posiciones opuestas sobre el conflicto (Turquía, partidaria de una intervención más directa; Rusia, partidaria de no intervenir). Y el jueves el ministro ruso de Exteriores, Sergei Lavrov, mantuvo un encuentro en Dublín con la seceretaria de Estado de EE UU, Hillary Clinton, y con el enviado internacional en Siria, Lakhdar Brahimi.

A pesar de todo, las espadas entre Rusia y EE UU siguen en alto, al menos de cara a la galería. Las negociaciones no van a ser fáciles ni rápidas. Tras la reunión de Dublín, Clinton dijo que «no creo que nadie piense que exista algún progreso importante», y Lavrov se mostró igual de escéptico: «No haría pronósticos optimistas. Queda por ver qué saldrá de esto», declaró. Los rusos, además, se han desmarcado también de las acusaciones sobre las armas químicas.

¿Y después?

Según sugería hace unos días The New York Times, la discusión se centra ahora no tanto en cómo acabar con Asad, sino en qué hacer una vez que el presidente sirio haya caído. En este sentido, a EE UU le preocupa su falta de influencia en los grupos rebeldes, y cada vez más voces están reclamando a Washington que, al igual que han hecho la Unión Europea (encabezada por Francia) y varios países del Golfo, reconozca plenamente a la coalición de oposición siria.

El problema es a quién reconocer y a quién apoyar. Como explica en su blog el periodista Íñigo Sáenz de Ugarte, EE UU se encuentra ante el mismo difícil dilema al que ya tuvo que enfrentarse en Irak: «Los grupos del exilio están formados por gente desconocida en Siria, sin contar con los aprovechados que quieren hacer negocio (siempre hay mucho dinero disponible). Los grupos del interior del país, incluidas las milicias, responden más a lealtades locales, no cuentan con una organización nacional que les represente y coordine, y tienen una presencia importante de grupos suníes e islamistas a los que se supone hostiles a los intereses de EE UU y Europa».

La tentación es optar por la la recientemente formada Coalición Nacional de Fuerzas Revolucionarias y de Oposición de Siria, la alianza opositora creada el mes pasado en Catar bajo los auspicios de las potencias árabes y occidentales y, según afirma Joshua Landis, profesor de estudios de Oriente Medio en la Universidad de Oklahoma y experto en Siria, «relativamente proamericana, no demasiado antiisraelí y no demasiado islamista».

Sáenz de Ugarte, sin embargo, recuerda que «quienes llevan la iniciativa sobre el terreno son grupos armados, unos integrados por ciudadanos que han abandonado sus profesiones para coger las armas y otros auspiciados por grupos radicales que no tienen la menor intención de seguir las pautas que desearían los lectores de la prensa occidental. Libertad para ellos significa elegir su propio destino, y eso puede no pasar necesariamente por respetar los derechos de las minorías o de la mujer».

Mando unificado

Mientras tanto, los rebeldes (o por lo menos los que están organizados) también empiezan ya a prepararse para la caída del régimen. Este sábado, un total de 263 figuras destacadas de la oposición, civiles y militares, la mayoría de tendencia islamista, eligieron en Turquía al general de brigada Selim Idris, un antiguo oficial del Ejército sirio que desertó, como jefe del nuevo mando unificado de la rebelión armada. Idris liderará un mando conjunto de 30 miembros.

Según informó la agencia Reuters, la nueva dirección del comando centralizado de la insurgencia incluye a numerosos dirigentes vinculados a los Hermanos Musulmanes, y también a grupos salafistas, partidarios de una interpretación estricta y tradicional de la ley islámica. En cambio, margina a otros oficiales de alto rango que han desertado de las filas del Ejército para unirse a la rebelión. En concreto, se calcula que dos tercios de los mandos pertenecen a los Hermanos Musulmanes y sus aliados, un reflejo del peso cada vez mayor que tienen las milicias islamistas en los combates.

Está por ver, sin embargo, el alcance real de este acuerdo alcanzado en Turquía, ya que muchas de las unidades y milicias que están luchando en el interior del país, islamistas radicales incluidos, están fuera del control de los grupos que conforman el Ejército Libre Sirio, o simplemente no lo reconocen.

El destino de Bashar al Asad

Pocos son los analistas que se atreven a vaticinar un final rápido del régimen de Bashar al Asad, pero también son pocos los que ponen en duda que esto ocurrirá tarde o temprano, agotadas ya las posibilidades de una salida negociada con la oposición. Y ante ese escenario, al presidente sirio le quedarán dos opciones: Exiliarse o, como él mismo ha insistido en sus pocas apariciones públicas durante la crisis, «morir en Siria».

Con respecto a la posibilidad del exilio, los rumores han comenzado ya, una prueba más de que la situación no es la que era hace tan solo unos meses. Según informó esta semana el diario israelí Haaretz, Asad estaría estudiando pedir asilo político en algún país de América Latina para él y su familia, en el caso de que fuera obligado a abandonar Damasco. Las fuentes citadas por el periódico indicaban que la diplomacia siria habría inicado «contactos» con Cuba, Venezuela y Ecuador.

Según el diario,  el viceministro sirio de Exteriores, Faisal al Miqdad, mantuvo encuentros en estos tres países latinoamericanos y llevó consigo cartas personales clasificadas de Asad a los respectivos presidentes. El Ministerio de Exteriores venezolano confirmó al diario El Universal que Al Miqdad entregó una carta para el presidente del país, Hugo Chávez, que éste recibió antes de viajar a Cuba el miércoles pasado para recibir tratamiento médico.


Publicado originalmente en 20minutos

Siria, en el posible principio de un complicado final

Después de 20 meses de combates y bombardeos, más de 35.000 muertos, unos 400.000 refugiados (700.000 para fin de año), en torno a dos millones y medio de desplazados, incontables vidas destrozadas, daños incalculables en ciudades e infraestructuras y más de un año de duras sanciones económicas internacionales, la guerra civil en Siria parece estar alcanzando al fin un desenlace, y el régimen de Bashar Al Asad podría tener sus días contados. […]

Conviviendo con un grupo de rebeldes sirios de la Brigada Al Tawhid, en Alepo. Un impactante vídeo de C. J. Chivers y Ben Solomon para The New York Times.

Cinco días con los rebeldes sirios

Conviviendo con un grupo de rebeldes sirios de la Brigada Al Tawhid, en Alepo. Un impactante vídeo de C. J. Chivers y Ben Solomon para The New York Times.

Área de Hula investigada, en un mapa incluido en el informe del Consejo de Derechos Humanos de la ONU

La comisión independiente auspiciada por el Consejo de Derechos Humanos de la ONU para investigar las violaciones de los derechos fundamentales en Siria desde el inicio del conflicto, hace 17 meses, ha publicado este miércoles sus conclusiones. El informe tiene 102 páginas y será presentado oficialmente el 17 de septiembre ante el Consejo de Derechos Humanos. Estos son los puntos clave:

1. Tanto el Gobierno sirio como los rebeldes han cometido crímenes contra la humanidad, incluidos asesinatos y torturas, detenciones y arrestos arbitrarios, violencia sexual, ataques indiscriminados, pillaje y destrucción de la propiedad. No obstante, los crímenes perpetrados por los grupos opositores «no han alcanzado la gravedad, la frecuencia y la escala de los abusos cometidos por el régimen y sus fuerzas leales».

2. La matanza del pasado mes de mayo en la localidad de Hula, en la que fueron asesinadas 108 personas, la mitad de ellas mujeres y niños, es atribuida a la milicia de los shabihas (grupos paramilitares leales al régimen de Bashar al Asad). El informe señala que «a pesar de que la naturaleza, composición y jerarquía de los shabihas aún no está clara, la información permite llegar a la conclusión de que actuaron en concierto con las fuerzas del Gobierno».

3. Los asesinatos, torturas, violencia sexual y ataques indiscriminados cometidos en Hula «indican una implicación de los más altos niveles de las fuerzas armadas y de seguridad, y del Gobierno».

4. La mayor parte del informe, que cubre el periodo comprendido entre el 15 de febrero y el 20 de julio de este año, está basado en entrevistas realizadas tanto en los lugares de los hechos, en Siria, como a refugiados sirios fuera del país. En total se llevaron a cabo 1.062 entrevistas, aunque los autores destacan que no han podido cumplir en su totalidad el mandato de la ONU, debido a las dificultades encontradas en Siria para realizar la investigación.

5. Desde marzo de 2011 han muerto más de 10.000 personas en Siria a causa de la violencia, aproximadamente 230.000 personas se han visto obligadas a desplazarse y 60.000 han buscado refugio en países limítrofes como Turquía y Líbano.

Aquí, el informe completo (en inglés).

Cinco claves del informe de la ONU sobre Siria

La comisión independiente auspiciada por el Consejo de Derechos Humanos de la ONU para investigar las violaciones de los derechos fundamentales en Siria desde el inicio del conflicto, hace 17 meses, ha publicado este miércoles sus conclusiones. El informe tiene… Leer

Al final, los únicos inocentes en cualquier guerra son siempre las víctimas. Sin dejar de condenar las «tácticas brutales» del régimen de Bashar al Asad, cuya represión de la rebelión iniciada hace un año en Siria se ha cobrado ya cerca de 8.000 muertos, la organización Human Rights Watch ha publicado este martes una carta abierta a los líderes de la oposición, en la que denuncia graves violaciones de los derechos humanos cometidas por miembros armados de los grupos rebeldes.

Los abusos incluyen secuestros, detenciones y torturas de miembros de las fuerzas de seguridad sirias, así como de personas que apoyan al gobierno o que han sido identificadas como integrantes de milicias progubernamentales. La ONG asegura asimismo haber recibido informes de ejecuciones de miembros de las fuerzas de seguridad y de civiles, llevadas a cabo por grupos armados de la oposición.

«Las tácticas brutales del Gobierno sirio no pueden justificar abusos por parte de los grupos armados opositores. Los líderes de la oposición deberían indicar claramente a sus seguidores que en ningún caso está permitido torturar, secuestrar o ejecutar», escribe en la carta Sarah Leah Whitson, directora de Human Rights Watch (HRW) para Oriente Medio.

La organización de defensa de los derechos humanos indica que hasta septiembre de 2011 el movimiento de protesta contra el régimen fue «abrumadoramente pacífico», pero que desde entonces un número cada vez mayor de desertores del ejército y de residentes en las zonas en conflicto han decidido tomar las armas, alegando la necesidad de defenderse contra las fuerzas de seguridad, y atacando puestos de control e instalaciones del gobierno en sus ciudades. La ONG añade que los combates se han intensificado desde el pasado mes de febrero, cuando el régimen comenzó los ataques militares a gran escala contra los principales focos rebeldes.

HRW aclara que muchos de los grupos antigubernamentales que han sido denunciados por cometer abusos no parecen pertenecer a una estructura organizada de mando, ni seguir órdenes del Consejo Nacional Sirio, pero añade que los líderes de la oposición tienen la responsabilidad de denunciar y condenar estas violaciones.

«Cualquier persona que esté bajo la custodia del Ejercito Libre Sirio, incluyendo miembros de las fuerzas de seguridad o de las milicias progubernamentales [los denominados shabeeha], debería ser tratada con humanidad, y de acuerdo con las normas internacionales sobre derechos humanos», señala la organización. «[Los líderes de la oposición] deben dejar claro que la Siria por la que luchan significa dejar atrás las violaciones de  la era de Asad, y acoger a todo el mundo, independientemente de su grupo religioso o de sus orígenes, sin discriminación alguna», añade.

A continuación, HRW detalla una serie de testimonios de casos de abusos y torturas cometidos por grupos autoproclamados de la oposición. Todos ellos pueden leerse aquí. El informe va acompañado de numerosos enlaces, incluyendo algunos a vídeos muy duros de torturas y ejecuciones.

La carta está dirigida al coronel Riad al Asad, comandante del Ejército Libre Sirio, al doctor Burhan Ghalioun, presidente del Consejo Nacional Sirio, y al general Mustafa al Sheij, líder del Consejo Militar.

El lado oscuro de la oposición siria

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