500 ‘recortes’ y una esperanza terca

30/7/2013 | Miguel Máiquez

De pronto publicas la última entrada y el editor del blog te avisa, por si te interesa saberlo, que es la número 499. Esta es, por tanto, para quien le interese saberlo, la número 500.

Podría ser un motivo de celebración, y, en cierto sentido, lo es. Lo que comenzó siendo un rincón perdido y solitario en la inmensidad de Internet tiene ahora, cinco años después, unos cuantos lectores. No muchos, es verdad, pero fieles. Y la ilusión por seguir haciéndolo lo mejor posible, pese a la limitación de estar a miles de kilómetros de distancia, de ignorar tantas cosas, de creer insensatamente que se saben tantas otras, y de la falta de tiempo, esa ilusión, en fin, sigue intacta.

Uno de los primeros diseños del blog

Sin embargo, un simple vistazo a las palabras que salpican los últimos titulares no deja mucho espacio para la fiesta. «Matadero», «pesadilla», «golpe de Estado», «guerra»… Desgraciadamente, Oriente Medio sigue siendo un lugar tan castigado por la violencia y la injusticia como hace cinco años, si no más. Y, por más que desde este blog se haga un esfuerzo constante por mostrar otras caras (el arte, la cultura, la ciencia, los logros de la gente corriente, los ejemplos de solidaridad y de rebeldía, los motivos para la esperanza), al final, la dura realidad se impone con la machacona perseverancia de un martillo incansable.

Aún así, en los días buenos uno se inclina a pensar que el pesimismo solo conduce a la parálisis. Esta misma semana, por ejemplo, israelíes y palestinos se han vuelto a sentar a hablar. Tienen pocas posibilidades de éxito, es cierto, pero algo es algo. Y, por otra parte, a pesar de los muchos pasos atrás, de los muertos, de la represión, de la intolerancia, del fanatismo religioso, del despotismo, del atropello continuo a los derechos humanos y de los perversos intereses económicos y políticos, de aquí y de allí, los movimientos ciudadanos y regeneradores que hemos venido en llamar primavera árabe tal vez estén aquí para quedarse. No va a ser fácil ni rápido y, probablemente, no será tampoco el triunfo de una paz estable, ni, por pedir, el advenimiento al fin de la libertad, la igualdad y la fraternidad para todos. No va a ser la disolución de las fronteras ni la conquista del pan. Pero al menos es un madero al que agarrarse, en espera de tiempos mejores.

Es necesario creer que las nuevas generaciones, los jóvenes, en todo Oriente Medio, no van a conformarse fácilmente con un futuro igual de podrido que el presente que les han dejado en herencia. El pedazo de planeta donde viven es demasiado fascinante, rico y lleno de posibilidades como para sucumbir a la resignación.

Un millón de gracias a todos los que seguís ahí, al otro lado, haciendo con vuestra presencia que mantener esa esperanza valga la pena.

PD. La entrada más leída, ésta.


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