A finales de marzo de 2011, en plena efervescencia inicial de la llamada primavera árabe, la CNN envió un equipo a Bahréin para producir un documental sobre la influencia de Internet y las redes sociales en las protestas. El resultado, presentado por Amber Lyon, fue iRevolution, un programa en el que el gobierno de Bahréin, país aliado de Estados Unidos, no salía precisamente bien parado.
Sin embargo, pese al alto costo que supuso su producción, pese a haber recibido varios premios periodísticos, pese a los problemas que sufrió el equipo en numerosas ocasiones durante la filmación, y pese a que, como explicó la propia Lyon, estaba dirigido principalmente a una audiencia global, la CNN decidió no emitir el documental en su canal internacional, que es el canal de noticias en inglés más visto en Oriente Medio. iRevolution únicamente se emitió (y tan solo una vez, en junio del año pasado) en el canal local para Estados Unidos de la CNN.
La historia la cuenta con todo detalle Glenn Greenwald en The Guardian. El fragmento del documental dedicado a Bahréin puede verse (de momento) en YouTube. Dejando al margen el protagonismo de la presentadora y el tono más o menos hollywoodiense, el vídeo nos permite, en poco más de diez minutos, hacernos una idea bastante exacta de cómo estaban (y están) las cosas en Bahréin, incluyendo la represión violenta de protestas pacíficas, las detenciones arbitrarias y los intentos del régimen por silenciarlo todo. Uno de los protagonistas del documental, el presidente del Centro por los Derechos Humanos de Bahréin, Nabil Rajab, fue condenado recientemente a tres años de cárcel por haber participado en protestas contra el gobierno.
Greenwald escribe:
Es cierto que CNNi [CNN International] puede señalar numerosos informes recientes que describen la violencia contra los manifestantes por parte del régimen de Bahréin. Dado el alcance de la violencia, y lo ampliamente que se ha informado de ella en otros lugares, sería prácticamente imposible que CNNi no emitiera nunca esos informes y mantuviera alguna pretensión de credibilidad. Pero esos reportajes requerían mucha más valentía periodística para ser emitidos en la primera mitad de 2011, cuando pocos sabían de la brutalidad a la que había recurrido el régimen, que ahora, cuando es ampliamente conocida. Además, los informes de CNNi sobre la violencia en Bahréin tienen un tono mucho más apagado que cuando informa sobre regímenes desfavorecidos por Estados Unidos, como Irán o Siria.
Y lo que es más importante, el maremágnum de colaboraciones y asociaciones de CNNi con el régimen de Bahréin, y la hagiografía que ha emitido sobre él […], parecen haber abrumado cualquier cobertura verdaderamente crítica.
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