Militantes armados de Hamás han ejecutado este viernes en Gaza a 18 palestinos acusados de colaborar con Israel, un día después de que el ejército de este país matara a tres comandantes del grupo islamista que gobierna la Franja, en el mayor golpe causado a los milicianos desde que se inició la ofensiva militar israelí, el pasado 8 de julio.
En las que han sido las primeras ejecuciones públicas llevadas a cabo en el enclave palestino desde la década de los noventa, siete personas fueron abatidas a tiros delante de un grupo de fieles, frente a una mezquita ubicada en una de las principales plazas de Gaza. Otras once murieron en una comisaría abandonada cerca de Ciudad de Gaza, según informaron funcionarios de seguridad de Hamás.
En la ejecución, informa Reuters, militantes con máscaras y vestidos de negro asesinaron a tiros a los sospechosos, que tenían las manos atadas y los rostros cubiertos, cuando los fieles salían de la mezquita Omar, situada en uno de los distritos más concurridos de Gaza.
«La resistencia ha comenzado con una operación llamada ‘estrangula los cuellos’, dirigida a colaboradores que ayudan a la ocupación [israelí], matan a nuestra gente y destruyen casas», dijo un sitio en Internet pro Hamas. Reuters informa asimismo de que un mensaje firmado por «Resistencia Palestina» fue colocado en una pared cerca de donde yacían los cuerpos de los supuestos colaboradores. El aviso decía:
Ellos entregaron al enemigo información sobre el paradero de combatientes, los túneles de resistencia, las bombas, las casas de los combatientes y los lugares de [lanzamiento de] cohetes, y la ocupación bombardeó estas áreas matando a varios combatientes […]. Por lo tanto, fue impuesto el fallo de la justicia revolucionaria.
Por otra parte, y aunque no ha sido confirmado por los líderes del grupo, un dirigente de Hamás afirmó este jueves desde su exilio en Turquía que el secuestro y posterior asesinato en junio de tres jóvenes israelíes fue responsabilidad de un ala del movimiento islamista, tal y como había mantenido, sin aportar prueba alguna, el Gobierno israelí. Salé al Aruri, alto cargo de Hamás en Cisjordania, se refirió a la «operación heroica» llevada a cabo por el brazo armado de Hamás, las Brigadas Ezzedin al Qassam, al raptar a «tres colonos» en Hebrón. Hamás no condenó el secuestro y asesinato de los jóvenes, pero ha negado siempre oficialmente su implicación en los hechos.
El carácter «terrorista» de Hamás (así consideran aún al grupo EE UU y la UE) es la gran excusa en la que fundamenta Israel sus crímenes contra la Franja, empezando por la despiadada ofensiva militar que ha dejado ya más de 2.000 palestinos muertos (entre ellos, casi medio millar de niños), y siguiendo por el bloqueo económico y humano que ahoga Gaza desde hace ya siete años. Es, también, la gran excusa para boicotear una y otra vez unas conversaciones de paz en las que, en el fondo, Israel no tiene el más mínimo interés.
A la hora de demonizar al adversario, todo vale: aprovechando la conmoción internacional causada por el salvaje asesinato en Siria de un periodista estadounidense a manos de fanáticos yihadistas, Netanyahu se ha apresurado a decir que Hamás y el grupo Estado Islámico son lo mismo, «ramas de un mismo árbol» (aquí enumeran siete diferencias para quien se sienta tentado a dar crédito al disparate del primer ministro israelí).
Pero reconocer la interesada hipocresía propagandista del Gobierno israelí no puede hacernos olvidar las muchas razones por las que es, no solo legítimo, sino también necesario, criticar a Hamás, sin que ello suponga restar razones a la causa palestina. Parece obvio, pero, en tiempos en los que parece que todo tiene que ser blanco o negro, no está de más recordarlo.
Hamás, ciertamente, y por muchas razones, ha recorrido un largo camino desde que aterrorizaba a los ciudadanos israelíes con mortíferos coches bomba y continuos atentados suicidas, pero aún sigue ejerciendo su poder en Gaza de un modo claramente autoritario, alejado en muchos casos del respeto más elemental a los derechos humanos, y amparándose en el estado de resistencia permanente fruto de la ocupación y el bloqueo.
Y en situaciones como la provocada ahora por la ofensiva militar israelí, estas prácticas, empezando por la aplicación sumaria de la pena de muerte, se llevan a cabo con total impunidad. Es una guerra, y en una guerra, desde el punto de vista de Hamás, la única justicia que vale es la «justicia revolucionaria». Más aún si décadas de represión y miles de muertos causados por el enemigo han creado un clima en el que la violencia, la venganza, el odio y las posturas radicales son omnipresentes.
El Centro Palestino para los Derechos Humanos en Gaza ya ha denunciado las ejecuciones: «Exigimos a la Autoridad Nacional Palestina y a la resistencia [las facciones armadas palestinas] que intervengan para detener estas ejecuciones extrajudiciales, sin importar sus razones y motivos», dijo Raji al-Surani, presidente de la organización, en un comunicado.
Al final, lo único que consiguen los milicianos islamistas con este tipo de acciones es dar argumentos a Israel frente a una opinión pública internacional (y, especialmente, estadounidense) que a menudo no entiende de matices.
Porque es verdad que la carta fundacional de Hamás, redactada hace 25 años, es un documento racista y abiertamente antisemita, en el que se afirma además que el objetivo del movimiento es «la obliteración» de Israel, se rechaza cualquier salida negociada del conflicto y se aboga por un Estado teocrático, con todo lo que ello supone de medieval, irracional y antidemocrático. Pero también lo es que, en la práctica, esa famosa carta es vista ya como poco más que un documento histórico. El líder de Hamás, Khaled Meshaal, la ha definido como «un pedazo de la historia que ya no es relevante, pero que no se puede cambiar por razones internas». Y el número dos del grupo, Mousa Abu Marzouk, ha ido más lejos aún, calificando el documento de «difunto»: «La carta no es el Corán, puede cambiarse». Muchos dirigentes islamistas (aunque es cierto que no todos) han ido entendiendo que se puede negar la legitimidad del Estado israelí sin que ello suponga querer aniquilar a sus habitantes.
A fin de cuentas, también la coalición derechista gobernante en Israel, el Likud, establece entre sus principios fundamentales, redactados en 1999, que «el río Jordán será la frontera oriental permanente del Estado de Israel», que Jerusalén es la «capital eterna y unida de Israel y solo de Israel», y que el Gobierno «rechazará siempre» cualquier propuesta palestina cuyo objetivo sea dividir esta ciudad o crear un Estado palestino independiente al oeste del río Jordán. Y tanto la literatura fundacional sionista como las declaraciones de muchos de sus líderes históricos están llenas de ejemplos que solo pueden ser calificados como racistas y claramente colonialistas.
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Dos tomas aéreas de la zona de Atatra, en el norte de la Franja de Gaza, antes y después de los bombardeos israelíes. Fotos: UNITAR-ONU
La pesadilla de las bombas ha vuelto a Gaza tras el fracaso del último alto el fuego temporal. El miércoles, fuentes militares israelíes aseguraron haber realizado 60 ataques aéreos contra la Franja, en respuesta a más de 80 cohetes disparados por militantes palestinos. Al menos 20 personas han muerto desde la reanudación de los bombardeos.
En esta nueva fase, el ejército israelí parece estar centrándose en intentar eliminar a los líderes de las milicias armadas palestinas. En las últimas 24 horas ha matado a los tres comandantes de Hamás en el sur de Gaza y a al menos cuatro miembros notables de Yihad Islámica. El primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, quien no ha tenido ningún problema en comparar a Hamás con los asesinos yihadistas del grupo Estado Islámico («son ramas del mismo árbol», dijo), insiste en que la ofensiva «no ha terminado».
No es posible predecir cuánto más va a durar aún este horror, pero lo que es seguro es que Gaza hace mucho que sobrepasó el límite de lo humanamente soportable. Estas son las cifras del conflicto hasta ahora, de acuerdo con datos recogidos por la Oficina para la Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHA) de la ONU y por otras ONG desde que comenzó la ofensiva israelí, el pasado 8 de julio:
Víctimas
2.030 palestinos muertos, de los cuales 1.434 son civiles. De estos, 244 son mujeres y 469 niños.
66 israelíes muertos, de los cuales 64 son soldados y 2 civiles.
Unos 400.000 desplazados internos en Gaza. De ellos, alrededor de 65.000 son desplazados de larga duración que se encuentran refugiados en escuelas de la ONU.
Entre 1.000 y 3.000 menores palestinos heridos, muchos de los cuales sufrirán discapacidades de por vida.
Unos 6.000 niños palestinos que tienen a al menos uno de sus padres con una discapacidad de por vida.
Alrededor de 1.500 niños palestinos huérfanos.
Cerca de 3.000 menores asistidos psicológicamente por equipos internacionales, según datos de UNICEF, que calcula que aún sería necesario atender a unos 373.000 más. Los niños de la Franja, según dijo este jueves la jefa de la oficina de esta agencia de la ONU en Gaza, Priscilla Ironside, están «en estado de trauma».
Infraestructuras
Unas 103.000 personas tienen sus casas destruidas o severamente dañadas.
216 escuelas en Gaza, de las cuales 141 son del Gobierno y 75 de la ONU, además de 4 jardines de infancia, han sido parcialmente dañadas por los bombardeos. Unas 25 han resultado severamente dañadas, por lo que no podrán usarse.
Dos escuelas israelíes han sido dañadas por cohetes lanzados desde Gaza.
Cohetes
Según el ministerio de Defensa Israelí, más de 3.700 cohetes han sido lanzados desde Gaza hacia Israel desde el 8 de julio.
Los siguientes mapas muestran claramente, si no la devastación humana, sí al menos toda esta destrucción física. Fueron publicadas hace un par de semanas por el Instituto de las Naciones Unidas para la Formación y la Investigación (UNITAR), y se basan en fotografías y datos obtenidos por satélite. Vienen acompañados de imágenes en las que se ven determinadas zonas de la Franja antes y después de los bombardeos. (Pinchar en los mapas para verlos grandes).
Daños en terrenos agrícolas en la Franja de Gaza. Mapa: UNITARDaños en Atatra, en el norte de la Franja de Gaza. Mapa: UNITARDaños en la zona de Jarara, Gaza. Mapa: UNITARDaños en Ciudad de Gaza. Mapa: UNITARDaños en Khuza’a y Al Qararra. Mapa: UNITARDaños en Rafah, Gaza. Mapa: UNITAR
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«Anoche murieron niños cuando dormían junto a sus padres en el suelo de un aula, en un refugio de la ONU en Gaza. Niños muertos mientras dormían. Es una afrenta para todos nosotros, una vergüenza universal».
Así comienza el duro comunicado hecho público este miércoles por Pierre Krähenbühl, comisionado general de la Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados Palestinos en Oriente Próximo (UNRWA), después de que al menos 19 civiles murieran y otros 90 resultaran heridos en un nuevo ataque del ejército israelí contra una escuela de esta organización en Gaza.
El ataque, que se produjo de madrugada, alcanzó de lleno la escuela Abu Al Hussein, en el campamento de refugiados de Yabalia, donde impactaron varios proyectiles de artillería. Médicos citados por la agencia palestina de noticias Maan aseguraron que la mayoría de las víctimas son niños y mujeres que se habían refugiado en las instalaciones de la agencia de la ONU. La escuela acoge a familias enteras que han tenido que evacuar sus casas en la zona por los bombardeos israelíes de las últimas tres semanas.
El ejército israelí dijo «no tener constancia» del ataque, si bien reconoció que decenas de blancos en Gaza habían sido bombardeados durante la madrugada.
Un niño palestino, en las ruinas de la la escuela Abu Al Hussein, en el campamento de refugiados de Yabalia, en Gaza, tras el ataque israelí. Foto: Mustafa Hassona / Anadolu Agency / Getty Images
Horas después, y a pesar de que las fuerzas israelíes habían anunciado una tregua humanitaria, se reanudaron los bombardeos. Esta vez alcanzaron, entre otros lugares, el principal mercado de la franja, situado en el barrio de Shajaiya. Estaba lleno de gente. Al menos 17 personas murieron y un centenar resultaron heridas por los disparos de artillería.
Los testigos afirman que los tanques siguieron disparando, pese a que en el lugar había miembros de los equipos médicos y periodistas. Entre los muertos hay un reportero palestino y un paramédico.
Este es el comunicado completo del comisionado general de la UNRWA:
Anoche murieron niños cuando dormían junto a sus padres en el suelo de un aula, en un refugio de la ONU en Gaza. Niños muertos mientras dormían. Es una afrenta para todos nosotros, una vergüenza universal. Hoy el mundo está en desgracia.
Hemos visitado el lugar y hemos reunido pruebas. Hemos analizado fragmentos, examinado los cráteres y otros daños. Nuestra valoración inicial es que fue la artillería israelí quien atacó nuestra escuela, un lugar en el que habían buscado refugio 3.300 personas. Creemos que se produjeron al menos tres impactos. Aún es muy pronto para dar una cifra confirmada de muertes, pero sabemos que ha habido muchos civiles muertos y heridos, incluidos mujeres, niños y el vigilante de la UNRWA que intentaba proteger el lugar. El ejército israelí había ordenado a estas personas que abandonasen sus casas.
Tanto la localización exacta de la Escuela Elemental de Niñas de Yabalia, como el hecho de que acogía a miles de desplazados internos, había sido comunicado al ejército israelí en 17 ocasiones, con el fin de asegurar su protección. La última fue a las nueve menos diez de la noche pasada, solo unas horas antes del fatal bombardeo.
Condeno en los más duros términos posibles esta grave violación del derecho internacional por parte de las fuerzas israelíes.
Esta es la sexta vez que es atacada una de nuestras escuelas. Nuestro personal, las personas que dirigen la respuesta humanitaria, está muriendo. Nuestros refugios están desbordados. Si continúan estos ataques, decenas de miles de personas pueden quedarse pronto en las calles de Gaza, sin comida, agua ni refugio.
Ya no podemos limitarnos a la acción humanitaria; es hora de exigir responsabilidades. Hago un llamamiento a la comunidad internacional para que tome medidas políticas que pongan fin de inmediato a esta constante carnicería.
Amnistía Internacional también ha condenado con firmeza el ataque a la escuela de la ONU:
[…] «Si los disparos han procedido de la artillería israelí, se trataría de un ataque indiscriminado y, probablemente, de un crimen de guerra. La artillería no debería utilizarse nunca contra blancos situados en áreas civiles llenas de gente, y su empleo en esas circunstancias nunca puede ser considerado como un ‘ataque quirúrgico’», dijo Philip Luther, director de Amnistía Internacional en Oriente Medio y el Norte de África.
«La cifra de muertes continúa creciendo a un ritmo alarmante, e Israel tiene la obligación de tomar todas las precauciones factibles para proteger a los civiles. Es terrible que civiles que siguieron los avisos israelíes para que abandonaran sus casas hayan muerto o hayan resultado heridos durante la noche en el teórico santuario de una escuela de Naciones Unidas», añadió.
El empleo repetido de artillería contra zonas densamente pobladas provoca que, inevitablemente, mueran y resulten heridos civiles, y causa asimismo la destrucción de edificios civiles, sea cual sea el objetivo previsto. Las fuerzas israelíes ya han usado estas tácticas temerarias anteriormente, como en la operación Plomo fundido, entre 2008 y 2009, cuando murieron unos 1400 palestinos, la mayoría de ellos, civiles. […]
De acuerdo con los últimos datos aportados por el Ministerio de Sanidad de Gaza, un total de 93 personas han muerto en la franja durante la jornada de hoy, la mayoría civiles. El número de víctimas desde el inicio de la campaña israelí asciende ya a 1.327 muertos y más de 7.000 los heridos.
Israel bombardea otra escuela de la ONU en Gaza «Anoche murieron niños cuando dormían junto a sus padres en el suelo de un aula, en un refugio de la ONU en Gaza. Niños muertos mientras dormían. Es una afrenta para todos… Leer
Los bombardeos israelíes sobra Gaza, en toda su crudeza. Ya hay más de 200.000 desplazados, un 10% de la población de la Franja. En 22 días de ofensiva el balance es de más de 1.200 palestinos y al menos 55 israelíes muertos.
Los bombardeos israelíes sobra Gaza, en toda su crudeza. Ya hay más de 200.000 desplazados, un 10% de la población de la Franja. En 22 días de ofensiva el balance es de más de 1.200 palestinos y al menos 55… Leer
La única central eléctrica existente en la franja de Gaza se ha visto obligada a suspender su actividad este martes, debido a un incendio provocado por los intensos bombardeos israelíes de las últimas horas, que alcanzaron un depósito de combustible en la planta. Antes de este cierre provisional de la central, la electricidad ya estaba restringida en la franja por el bloqueo impuesto por Israel.
Gaza, donde los cortes de energía eléctrica son constantes, tiene una demanda de unos 360 megawatios al día, y la planta eléctrica genera solo 80 megawatios diarios. Israel y Egipto suministran 120 y 22 megawatios adicionales, respectivamente, que resultan aún insuficientes. En la franja viven 1,8 millones de personas.
El principal hospital de Gaza, Al Shifa, depende de cuatro generadores para funcionar, cuyo mantenimiento es muy complicado debido al cierre de las fronteras con Israel y Egipto. Según datos oficiales, el 20% de la franja está sin electricidad, y a los lugares a donde llega, solo lo hace cuatro horas al día.
La pasada madrugada fue una de las más violentas desde que empezaron los ataques del ejército israelí, hace 22 días. Solo este martes, los bombardeos han dejado un centenar de muertos palestinos. El balance total de víctimas tras 22 días de ofensiva contra Gaza asciende ya a 1.130 muertos y al menos 6.500 heridos.
La única central eléctrica existente en la franja de Gaza se ha visto obligada a suspender su actividad este martes, debido a un incendio provocado por los intensos bombardeos israelíes de las últimas horas, que alcanzaron un depósito de combustible en la planta. Antes… Leer
Un obús (tal vez varios) impactó este jueves en una de las escuelas de Gaza que administra la UNRWA (la agencia de Naciones Unidas que asiste a los refugiados palestinos), causando al menos 15 muertos y unos 200 heridos. Muchas de las víctimas son niños y mujeres civiles. También han muerto trabajadores de la ONU. La escuela, situada en Beit Hanun, al norte de la franja, era utilizada como refugio por muchas familias palestinas que han tenido que abandonar sus hogares en las últimas semanas debido al ataque israelí. En un contexto donde la cifra de muertos desde que se inició la operación militar contra Gaza se acerca ya a las 800 personas (el 20%, niños), donde miles de familias lo han perdido todo y no saben ya ni a dónde huir, las imágenes de hoy son especialmente difíciles de digerir.
Heridos en el ataque a una escuela de la UNRWA en Beit Hanun, Gaza. Foto: Majdi Fathi / NurPhoto / Getty Images
Las autoridades palestinas en la franja han culpado desde el principio a un tanque israelí. Naciones Unidas ha indicado que no puede determinar aún la fuente de los disparos. Israel, hasta el momento, no ha confirmado ni desmentido nada oficialmente, pero nada más conocerse el suceso se apresuró a sugerir que la escuela había sido alcanzada por un cohete de Hamás cuya trayectoria se habría quedado corta (Beit Hanun está muy cerca de la frontera con Israel, en el norte de la franja). El comandante de la división que entró en Gaza hace siete días, Michael Edelestein, reconocío que todavía no estaban seguros de lo que había ocurrido, pero añadió que «nunca bombardearíamos un sitio así».
Sin embargo, a última hora de la tarde, el ejército israelí daba pistas en Twitter de que es más que probable que el ataque haya procedido de uno de sus tanques, aunque indique que habría sido «en respuesta» a disparos de Hamás:
La serie completa de tuits dice así: «En los últimos días, Hamás ha disparado cohetes desde el área de Beit Hanun donde está situado el refugio de la UNRWA. Anoche le dijimos a la Cruz Roja que evacuase a los civiles del refugio entre las 10 am y las 2 pm. La UNRWA y la Cruz Roja recibieron el mensaje. Hamás impidió que los civiles fuesen evacuados durante el tiempo que les dimos. Hoy, Hamás ha continuado disparando desde Beit Hanun. El IDF [ejército israelí] respondió apuntando al lugar de donde procedían los disparos».
Este comunicado se contradice, en cualquier caso, con la versión del intento de evacuación dada por la ONU. Según la UNRWA, «el Ejército de Israel había recibido las coordenadas exactas de la localización del refugio» para evitar su bombardeo y, a lo largo del día, la agencia de la ONU había intentado, sin éxito, acordar con los militares una forma en que los civiles pudieran evacuar el centro, situado en una zona cada vez más peligrosa, a medida que se iban acercando los combates:
Los refugiados no recibieron aviso alguno de que el edificio iba a ser atacado de forma inminente. Uno de los proyectiles estalló en el patio central, lleno de gente en esos momentos. La escuela y la zona colindante fue alcanzada, al parecer, por varios obuses.
«El patio de la escuela quedó cubierto de charcos de sangre y libros diseminados. Había una gran quemadura en el suelo, en el lugar donde estalló el proyectil», contaba un testigo a la agencia AP. En el hospital Kamal Adwan, donde fueron trasladados algunos de los heridos, un sobreviviente decía a un periodista de Al Jazeera: «Estábamos en la escuela porque nos habían dicho que era un lugar seguro. Allí no había un solo combatiente, ningún disparo salió de allí. ¿Por qué disparan a una escuela? ¿Por qué? ¿Puede alguien explicármelo? ¿Puede alguien explicarme esto? ¿Qué culpa tiene una escuela?».
Muertos israelíes y palestinos desde que comenzó la operación contra Gaza. Gráfico: The Economist
El colegio bombardeado es uno de los cerca de 100 centros que la ONU ha habilitado como refugio para los más de 100.000 desplazados por la operación militar israelí en Gaza. Acogía a alrededor de un millar de personas. La ONU había decidido vaciar la escuela por los duros bombardeos israelíes, por tierra y aire, de los últimos días.
Israel ha acusado reiteradamente a Hamás de utilizar algunas de estas escuelas operadas por la ONU como lugar de lanzamiento de cohetes, algo que la UNRWA niega. Lo que sí ha admitido, y condenado, la UNRWA es haber encontrado cohetes en algunas de sus escuelas vacías.
El de hoy no es el primer ataque que sufre una instalación de la ONU en Gaza desde que comenzó la ofensiva terrestre israelí. El lunes fue alcanzada una escuela en la que se refugiaban cerca de 300 personas, y el martes por la mañana, otra en Dair Al Balah donde hay acogidos 1.500 refugiados. En este último ataque se registraron al menos cinco heridos.
Miles de personas (unas 10.000, según la agencia palestina Maan) se manifestaron este jueves por la noche en Ramala, Cisjordania, contra la intervención israelí en Gaza. Los manifestantes, convocados a través de las redes sociales, partieron del campo de refugiados de Al Amari en dirección al paso de Qalandia, tomado por las fuerzas israelíes. La protesta derivó en enfrentamientos con soldados israelíes, quienes utilizaron fuego real, pelotas de goma y gases lacrimógenos para tratar de dispersar a los palestinos. Los choques han dejado al menos dos muertos y más de un centenar de heridos, de los cuales unos 60 presentaban heridas de bala.
Un obús (tal vez varios) impactó este jueves en una de las escuelas de Gaza que administra la UNRWA (la agencia de Naciones Unidas que asiste a los refugiados palestinos), causando al menos 15 muertos y unos 200 heridos. Muchas… Leer
Cuatro niños palestinos murieron este miércoles en un ataque de la Marina israelí contra una playa de la ciudad de Gaza en la que se encontraban jugando con otro grupo de doce compañeros, que resultaron heridos. Los cuerpos de los niños quedaron sin vida sobre la arena después de que uno de los barcos que imponen el bloqueo marítimo al que Israel somete a la franja abriera fuego (por dos veces) contra la playa. Eran alrededor de las cuatro de la tarde.
Algo después, y tras una petición del coordinador especial de Naciones Unidas para Oriente Próximo, Robert Serry, el Gobierno israelí accedió a interrumpir los bombardeos durante varias horas para permitir el reparto de ayuda humanitaria a la población de Gaza. En principio, este alto el fuego, que no necesitaría de ningún gesto por parte de Hamás, durará seis horas, a partir de las diez de la mañana de este jueves, hora local. La evolución de la tregua dependería de si Hamás y las milicias palestinas se suman a ella o no. Hamás, de momento, mantiene sus condiciones mínimas para aceptar un alto el fuego: el fin del bloqueo de la franja y la liberación de presos.
Familiares de los niños muertos en el ataque de la Marina israelí, durante el funeral, en Ciudad de Gaza. Foto: Mohammed Abed / AFP / Getty Images
Con la muerte de los cuatro niños de hoy, son ya 43 los menores palestinos fallecidos desde que el pasado 8 de julio Israel lanzó su actual ofensiva militar contra Gaza. Hasta el momento han muerto ya más de 200 palestinos, más de un 75% de ellos civiles, y cerca de 1.500 han resultado heridos. Según datos del ministerio de Sanidad de Gaza, entre las víctimas mortales también hay 24 mujeres y una decena de hombres de avanzada edad.
Los niños muertos este martes pertenecen todos a la familia Bakr, y eran hijos de pescadores de la zona. Se trata de Ahed Atef Bakr (10 años), Zakaria Ahed Bakr (10 años), Mohamed Ramez Bakr (11 años), e Ismael Mohamed Bakr (9 años).
Aquí, una muy dura entrevista de Jon Snow, del canal de televisión británico Chanel 4, al portavoz del Gobierno israelí, Mark Regev:
Israel mata a cuatro niños en una playa Cuatro niños palestinos murieron este miércoles en un ataque de la Marina israelí contra una playa de la ciudad de Gaza en la que se encontraban jugando con otro grupo de doce compañeros,… Leer
Cohetes lanzados desde Gaza hacia Israel, este 15 de julio. Foto: Thomas Coex / AFP / Getty Images
La violencia ha vuelto a desatarse con intensidad este martes entre Israel y los milicianos de Gaza, después del fracaso del alto el fuego propuesto por Egipto, una tregua que habría supuesto, en teoría, el cese de las hostilidades a partir de las nueve de la mañana. La propuesta contemplaba el fin de los ataques en las doce horas siguientes a su entrada en vigor y, después, en un plazo de 48 horas, negociaciones en El Cairo entre Hamás y el Gobierno de Israel.
La oferta fue aceptada en un principio por el Gobierno de Netanyahu, pero las milicias armadas de Gaza la rechazaron. Desde Hamás se emitieron mensajes contradictorios. El grupo islámico que gobierna en la franja no llegó a dar el sí y, al final, el rechazo era ya un hecho. Seis horas después de haber respondido afirmativamente a la propuesta egipcia, Israel reanudó los bombardeos sobre Gaza (Netanyahu ya había amenazado con intensificar los ataques si Hamás no aceptaba), en respuesta al disparo de hasta 70 cohetes desde la franja.
Los cohetes palestinos han causado este martes el primer muerto israelí, un civil que llevaba comida a los soldados del puesto fronterizo de Erez. En Gaza han muerto ya cerca de 200 personas, la mayoría civiles y muchos de ellos, niños. Hay, además, más de 1.400 heridos, miles de ciudadanos desplazados y refugiados en escuelas y centros comunitarios, y cientos de viviendas e infraestructuras arrasadas. Aquí hay una lista, con edades, nombres y apellidos, de los muertos en la franja desde que comenzó la operación Borde Protector, hace ocho días.
En el caso de que Hamás se hubiese inclinado por aceptar la propuesta egipcia, el grupo islámico habría necesitado más tiempo para tratar de convencer a la quincena de milicias armadas que operan en Gaza, muchas de las cuales tienen capacidad para seguir lanzando cohetes, como lo están demostrando ahora (más de 140 disparados este martes, según el ejército israelí). Pero no era muy probable que Hamás fuese a aceptar una iniciativa pactada sin su participación, y en la que no se le hace ninguna concesión explícita. El plan egipcio se limita a proponer una apertura de pasos fronterizos «cuando la situación sea estable», y deja las demás cuestiones, incluyendo las relativas a la seguridad, para que sean discutidas por ambas partes.
Hamás exige, como mínimo, y además del fin del bloqueo israelí a la franja, la liberación de los presos detenidos durante la búsqueda de los tres jóvenes israelíes secuestrados en junio y la apertura permanente de la frontera con Egipto. Sería una sorpresa que el gobierno egipcio del mariscal Al Sisi aceptase este último punto. Estamos hablando del mismo gobierno que ha perseguido implacablemente a los Hermanos Musulmanes desde que los militares arrebataron el poder al presidente Mohamed Mursi (quien sí simpatizaba con Hamás) en un golpe de Estado. El problema es que, de momento, Egipto parece ser el único mediador posible entre unas partes que no negocian de forma directa, puesto que no se reconocen mutuamente.
Para Netanyahu, el rechazo de la tregua por parte de Hamás supone, en sus propias palabras, una «legitimización ante la comunidad internacional» para continuar con los ataques a Gaza. El primer ministro israelí no estaba dispuesto a conceder más tiempo al grupo islamista, ante una situación de la que podría salir reforzado si, como era previsible, el alto el fuego era rechazado en la franja. Aún así, Netanyahu tuvo que enfrentarse a la presión de buena parte de la población israelí (según un sondeo de una televisión local, un 53% se opone a un alto el fuego en Gaza), y a la oposición frontal del ala más derechista de su coalición de gobierno: este martes, Netanyahu destituyó a su viceministro de Defensa, Danny Danon, tras unas declaraciones en las que éste criticaba duramente la decisión de aceptar la tregua.
El fracaso del alto el fuego puede dar, por otra parte, algo de protagonismo al presidente de la Autoridad Nacional Palestina, Mahmud Abás, quien no ha tenido hasta ahora la más mínima influencia en la crisis. Este miércoles está previsto que viaje a El Cairo para reunirse con Al Sisi y tratar de impulsar un nuevo intento de negociación.
En la franja, entre tanto, la situación es cada vez más desesperada.
El siguiente vídeo, del canal en inglés de Al Jazeera, muestra la vida diaria de una familia en Gaza:
Y aquí, cómo se está viviendo la crisis en Cisjordania:
Mientras, el ejército israelí continúa con su campaña de lavado de imagen en las redes sociales, insistiendo en la tesis del «derecho a defenderse» (los palestinos no se defienden, se limitan a llevar a cabo «acciones terroristas» y a «sacrificar a su propia gente»). Este martes publicaban en Twitter una foto en la que puede verse la ciudad de París bombardeada y el mensaje «¿Qué harías tú?». La imagen, sin embargo, ha resultado ser un arma de doble filo:
(«¿Qué harías tú si el ejército israelí estuviera bombardeando tu ciudad?»)
La violencia ha vuelto a desatarse con intensidad este martes entre Israel y los milicianos de Gaza, después del fracaso del alto el fuego propuesto por Egipto, una tregua que habría supuesto, en teoría, el cese de las hostilidades a partir de las nueve de la mañana. La propuesta contemplaba el fin de los ataques en las doce horas siguientes a su entrada en vigor y, después, en un plazo de 48 horas, negociaciones en El Cairo entre Hamás y el […]
Funeral en Bait Hanun, Gaza, por seis miembros de una misma familia palestina, muertos en un ataque israelí el 8 de julio. Foto: Muhammad Sabah / B’Tselem
«Han bombardeado casas con familias completas, y las familias aquí no son como en España, aquí son por lo menos de ocho o diez miembros… Es una locura, un genocidio, un acto criminal… Por la noche no hay luz, hay oscuridad absoluta acompañada de ambiente de guerra. La gente está en casa, no sale…». Así describía Ahmad Yacoub, secretario de la Asociación de Escritores Palestinos, a 20minutos.es el infierno en que se ha convertido la franja de Gaza desde que, hace ya casi una semana, comenzaron los bombardeos israelíes.
El balance de víctimas, tras un total de 1.320 ataques, habla por sí mismo: hasta este domingo, al menos 165 palestinos muertos y cerca de 700 heridos. Tres de cada cuatro fallecidos son civiles, y más de una veintena, niños. Dos terceras partes de los heridos son mujeres y menores de edad. Las cifras son de la Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados de Palestina en Oriente Próximo (UNRWA).
Desde la franja los milicianos de Hamás (la organización islamista que gobierna en Gaza) y de otras facciones palestinas continúan lanzando cohetes contra Israel (en torno a 800 desde el martes, según el Ejército israelí), pero ni su capacidad ni su eficacia son comparables con el poder de la maquinaria de guerra israelí, que dispone, además, de un sofisticado sistema defensivo antiaéreo (Iron Dome, Cúpula de Hierro), capaz de interceptar una buena parte de los proyectiles. De momento, los cohetes palestinos han herido de diversa consideración a una docena de israelíes (dos graves, diez leves, y tres de ellos, militares).
Todo parece indicar que la violencia no va a detenerse pronto. Israel realiza ya incursiones terrestres (los bombardeos no están consiguiendo el objetivo de neutralizar los lanzamientos de cohetes), y el primer ministro, Benjamin Netanyahu, ha dejado claro que su gobierno contempla «todas las opciones». También ha hecho oídos sordos a las ofertas de mediación realizadas por Estados Unidos, aunque sabe que, de todos modos, cuenta con el respaldo prácticamente incondicional del presidente Barack Obama. Washington ha hecho un llamamiento al cese de los ataques por ambas partes, pero insiste en que Israel tiene «derecho a defenderse».
Este derecho a la defensa es, una vez más, el principal argumento israelí a la hora de justificar el ataque. En este sentido, el Ejército israelí afirma que solo ataca las viviendas de miembros de Hamás implicados en ataques a Israel, blancos que denomina «objetivos terroristas», e incluso denuncia el uso de civiles palestinos como «escudos humanos». En ocasiones, también avisa por teléfono (minutos antes) a las familias de las casas que van a ser bombardeadas. Pero, dejando a un lado el hecho de que se trataría de intentos de ejecuciones sin juicio, la muerte de familiares, víctimas inocentes y civiles en general, es difícilmente evitable. Gaza es una de las regiones más densamente pobladas del mundo.
Una familia palestina huye de su casa en Gaza, en plena noche. Foto: Mohammed Abed / AFP / Getty Images
En cuanto a Hamás, y a pesar del alto precio que está pagando, tampoco parece muy dispuesta a detener sus ataques. La resistencia tiene un efecto propagandístico importante, y los islamistas no pueden permitirse ceder ante Israel, más aún cuando parece que tienen un importante respaldo social y de otros movimientos. El nivel de violencia infligido por Israel y la importancia que da la población a la cuestión de los prisioneros, de los que Hamás se ha constituido siempre en portavoz, y cuya liberación es ahora una de las condiciones para el alto el fuego, fomentan este apoyo.
Estas son las claves de la última gran crisis entre israelíes y palestinos, un nuevo callejón de difícil salida que en apenas una semana ha relegado en los medios no solo a la ya de por sí olvidada guerra en Siria, sino incluso a los yihadistas de Irak y su «califato» fundamentalista; las claves, también, del territorio que, con dos tercios de su población viviendo por debajo del nivel de pobreza y dependiendo de la ayuda humanitaria, más la está sufriendo.
Los detonantes
La crisis actual es el desenlace de una tensión que no ha hecho más que crecer desde que el pasado día 30 se confirmó que habían sido asesinados tres jóvenes israelíes secuestrados semanas antes en Cisjordania, y cuya búsqueda dejó a su vez seis palestinos muertos, 118 heridos y 471 detenidos.
El Gobierno de Netanyahu acusó a Hamás del secuestro, aunque hasta ahora no ha presentado pruebas que lo demuestren. Hamás, por su parte, negó estar implicada. La crisis se agravó cuando dos días después ultranacionalistas judíos se vengaron quemando vivo a un joven palestino en Jerusalén, y cuando, en esa misma semana, se publicó un vídeo en el que se ve cómo policías israelíes apalean brutalmente a un chico palestino.
Durante las tres semanas que pasaron desde que se produjo el secuestro de los estudiantes israelíes hasta que se anunció el hallazgo de sus cadáveres, el ejército israelí golpeó duramente la estructura de Hamás en Cisjordania. En ese tiempo no hubo más que unos pocos lanzamientos de cohetes, que además no fueron reivindicados. Pero la eliminación de siete combatientes del movimiento islamista en un ataque israelí realizado con drones en Gaza, el 7 de julio, fue interpretada como un acto de agresión que rompía el alto el fuego negociado con Israel en noviembre de 2012 (el compromiso establecía que ninguna de las partes se implicaría en una operación militar contra la otra). Hamás y su rama militar, las brigadas Ezzedine Al-Qassam, pasaron a la acción y el lanzamiento de cohetes se intensificó.
Los ataques con cohetes desde Gaza permitieron al gobierno de Netanyahu desencadenar una nueva ofensiva contra la franja y, de paso, satisfacer las exigencias de una parte de la población israelí y del ala más derechista de su coalición de gobierno, que reclamaban un duro «castigo» por el asesinato de los tres jóvenes, algo con respecto a lo que el primer ministro había expresado contención en un primer momento.
Entre tanto, al reivindicar los lanzamientos, Hamás, criticada por algunos sectores por su reciente reconciliación con Al Fatah (el partido que gobierna la Autoridad Nacional Palestina, en Cisjordania), intenta reengancharse al alcance popular que tienen otras organizaciones islamistas, o incluso nacionalistas y miembros de la OLP, como las Brigadas de los Mártires de Al Aqsa, de Al Fatah, o el Frente Popular y Democrático de Liberación de Palestina, grupos que también lanzan cohetes.
Para Hamás es también muy importante seguir siendo el principal portavoz de los presos en cárceles israelíes. Ahora mismo, su principal exigencia es que Israel vuelva a liberar a 56 palestinos que habían sido puestos en libertad en el canje de prisioneros de 2011, y que fueron vueltos a detener por fuerzas israelíes en Cisjordania durante la búsqueda de los estudiantes secuestrados.
El contexto político
En ambas partes existe asimismo un fondo político que es necesario tener también en cuenta para comprender lo que está pasando. Lo más importante es, tal vez, que esta nueva crisis se produce en un contexto en el que las negociaciones de paz han fracasado. Tras el pacto de unidad firmado finalmente por Al Fatah y Hamás el pasado 23 de abril, Netanyahu dio por terminado el diálogo con los palestinos, y un par de meses después, en junio, autorizó la construcción de centenares de centenares de nuevas viviendas en asentamientos situados en Cisjordania, en territorio ocupado.
Algunos analistas han interpretado el acoso llevado a cabo contra Hamás tras el secuestro de los jóvenes israelíes como un intento de dinamitar la frágil reconciliación palestina. El pasado jueves, el presidente de la Autoridad Nacional Palestina (ANP), Mahmud Abás, se dirigió a Hamás a través de la televisión palestina: «¿Qué vais a lograr lanzando cohetes? Es mejor luchar con sabiduría y con la política», afirmó. Era la primera vez que Abás criticaba abierta y públicamente a los milicianos islamistas.
Por otro lado, el ataque a Gaza ha estado marcado por la división existente en la coalición derechista que gobierna Israel: la operación militar estuvo precedida por un largo pulso entre Netanyahu, y los elementos más ultras de su Ejecutivo, encabezados por el ministro de Exteriores, el xenófobo y partidario de arrasar Palestina («no dejar piedra sobre piedra») Avigdor Lieberman. Sin llegar a romper la coalición de Gobierno, el partido de Lieberman llegó a ‘separarse’ del Likud de Netanyahu por entender que no estaba aplicando suficiente «mano dura» contra Hamás. Poco después, el Gabinete de seguridad israelí pasaba de la «contención» a los ataques actuales.
Con respecto a Hamás, la organización se encuentra en una situación de debilidad (lo que le habría llevado a pactar con Al Fatah), y necesita volver a ser percibida como el principal representante de la resistencia palestina. La destrucción por parte del nuevo gobierno egipcio de los túneles que unían la franja con el Sinaí ha privado a los residentes de Gaza de un suministro básico de bienes. Y, a pesar del pacto con Al Fatah, aún no ha llegado a Gaza ninguna ayuda económica desde la ANP. Los 50.000 funcionarios de la franja llevan meses sin cobrar sus salarios.
Además, el grupo islamista ha perdido últimamente apoyos cruciales. Irán y Siria, sus aliados tradicionales, han cortado el grifo de las ayudas como consecuencia de la decisión de Hamás de apoyar a los rebeldes que luchan contra el régimen del presidente sirio, Bashar Al Asad.
Y en cuanto a la división interna en el seno de Hamás, es cierto que hubo fuertes divergencias ante el acuerdo de reconciliación con Al Fatah, pero ahora mismo parece haber consenso sobre cómo operar y sobre la necesidad de responder a Israel.
Los ataques
Desde que, el pasado lunes, se inició la denominada operación Borde Protector (Protective Edge), y hasta este domingo, las Fuerzas Armadas israelíes han alcanzado unos 1.320 objetivos en Gaza, en ataques lanzados tanto desde el aire como desde los buques de guerra que bloquean los accesos marítimos a la franja. Las bombas han caído no solo en presuntos objetivos de milicianos de Hamás, sino también en viviendas, mezquitas, clínicas sanitarias y hasta en un centro de atención a discapacitados. Los milicianos, por su parte, han lanzado contra Israel en torno a 800 cohetes, según el último parte militar israelí.
Este domingo, soldados israelíes permanecieron en territorio gazatí bajo el paraguas de helicópteros artillados y de barcos de guerra, y destruyeron lanzaderas de cohetes. En la operación, la primera que el Ejército reconoce haber realizado por tierra dentro de la franja, resultaron heridos de forma leve cuatro soldados israelíes. Israel tiene movilizados a 20.000 reservistas en la zona, y 40.000 en todo el país.
La última oleada de bombardeos israelíes causó la noche del sábado la muerte de 18 palestinos, cuando un avión atacó una mezquita y una vivienda adyacente, según informó el portavoz de los servicios de emergencia en la franja. Otros tres palestinos murieron en el sur de Gaza en ataques aéreos contra posiciones islamistas en la ciudad de Rafah. Con estas últimas víctimas, el recuento de muertos en el lado palestino ascendería ya a 165, la mayoría civiles, y los heridos, a un millar.
Funeral en el campo de refugiados de Jan Yunis (sur de la franja de Gaza) por siete miembros de una misma familia palestina muertos en un ataque israelí. Foto: Thomas Coex / AFP
Los severos bombardeos nocturnos en Gaza siguieron al lanzamiento de cohetes por las milicias palestinas contra Tel Aviv y otras ciudades del centro de Israel, en un ataque que el brazo armado del movimiento islamista Hamás anunció previamente por televisión, informando del uso de un nuevo cohete de largo alcance, el J80. Los proyectiles fueron derribados en vuelo por el sistema Cúpula de Hierro, que en cinco días ha neutralizado 147 de los que se dirigían a centros urbanos israelíes. Los cohetes palestinos han causado, además del cierre de comercios y colegios, y de la alarma entre la población, una docena de heridos de diversa consideración (dos de ellos, graves).
La actual es la tercera operación militar que dirige el Gobierno de Netanyahu contra Gaza. Las dos anteriores se llevaron a cabo en 2012: en la primera, bautizada como Eco de Vuelta, murieron 24 palestinos; en la segunda, Pilar de la Defensa, 158. La ofensiva más devastadora hasta ahora, no obstante, fue la llamada Plomo Fundido, lanzada entre finales de 2008 y principios de 2009, con Ehud Olmert como primer ministro y Ehud Barak como ministro de Defensa. Causó más de 1.300 muertos (en su mayoría civiles) y 5.000 heridos. En las dos últimas operaciones no llegó a haber incursión militar terrestre en la franja (sí la hubo en Plomo Fundido), aunque en Pilar de la Defensa el ejército israelí llegó a movilizar a unos 75.000 reservistas.
Las reacciones
Hasta el momento, y más allá de declaraciones y de llamamientos a un genérico alto el fuego, la reacción (efectiva) de la comunidad internacional brilla por su ausencia. EE UU se ha ofrecido como mediador y presiona para que cesen los ataques «de ambos bandos», pero tiene las manos atadas por su compromiso de apoyo a Israel. Los europeos se han limitado a pedir el fin de las hostilidades y a condenar la violencia, pero la posibilidad de sanciones no se vislumbra en la agenda.
En cuanto al mundo árabe, el nuevo presidente egipcio, el mariscal Abdul Fatah al Sisi, parece haber optado por ganar tiempo y, a diferencia de sus predecesores Hosni Mubarak y Mohamed Mursi, por no implicarse personalmente. No obstante, Egipto, junto con otros países, como Catar, estaría elaborando un borrador para un posible alto el fuego. Las condiciones incluidas en el documento pasarían por el fin del bloqueo israelí a la franja (impuesto en 2007) o por que el perímetro que Israel mantiene como zona de seguridad en torno a Gaza se reduzca. Esta semana, Egipto abrió el paso fronterizo con el territorio palestino para facilitar la asistencia a heridos.
Los contrastes
Hablar en términos de guerra convencional del conflicto entre israelíes y palestinos –especialmente entre Israel y Gaza, o entre Israel y Hamás, como prefiere denominarlo el Gobierno israelí– supone obviar la espectacular diferencia en el número de víctimas, el hecho de que una de las partes ejerce una ocupación sobre la otra, y la evidente desproporción militar existente entre ambos bandos.
En esta última crisis los milicianos de Gaza están disparando cohetes de mayor alcance, y han demostrado que pueden hacer daño y que no es fácil neutralizarlos, pero realmente poco es lo que pueden hacer frente a la tecnología punta armamentística, los cazas, los misiles de última generación y los sofisticados sistemas de defensa de Israel, un país en constante pie de guerra donde el servicio militar (obligatorio) ocupa buena parte de las vidas de sus ciudadanos, y que dispone además de decenas de miles de reservistas, por no hablar del apoyo, por acción u omisión, de las principales potencias occidentales. Siguen siendo piedras contra tanques.
Este contraste no se limita, en cualquier caso, a la faceta puramente militar. Las condiciones de vida de las poblaciones en ambos bandos están separadas por un auténtico abismo.
Israel, con una población de 8,1 millones de habitantes y una superficie de 22.1452 Km² (incluyendo los territorios anexionados de Jerusalén Este y los Altos del Golán), tiene una renta per cápita de 34.875 dólares y una esperanza de vida de 81,1 años. La tasa de paro en 2012 fue del 6,9%, y en 2013 ocupó el puesto 16 en el Índice de Desarrollo Humano de la ONU.
En los escasos 360 Km² de Gaza viven 1,7 millones de personas, de las que 1,1 millones son refugiados. Aproximadamente 500.000 de ellos habitan en los ocho campos que administra la UNWRA. Cerca de dos tercios de la población de la franja vive por debajo del nivel de pobreza y depende de la ayuda humanitaria. La renta per cápita es de 2.900 dólares (la información disponible incluye Cisjordania, donde la renta es mayor), y la esperanza de vida, de 74 años. El paro alcanzó en 2010 al 45% de la población activa (una cifra sin precedentes), según datos de Naciones Unidas. Palestina (incluyendo también Cisjordania) ocupó en 2013 el puesto 110 en el Índice de Desarrollo Humano de la ONU.
Desde el bloqueo impuesto por Israel en 2007, cuando Hamás se hizo con el control de Gaza tras expulsar a Al Fatah, después de haber ganado las elecciones un año antes, los habitantes de la franja no pueden entrar ni salir de la franja con libertad. El bloqueo tiene, además, un enorme coste económico. Israel no permite a Gaza tener su propio aeropuerto ni puertos comerciales; todo el comercio exterior se lleva a cabo a través de puertos israelíes. A los pescadores de Gaza, por ejemplo, solo se les permite faenar hasta un máximo de 9,6 Km de la costa (menos de un tercio del área estipulada en los Acuerdos de Oslo). Y los túneles de contrabando que comunican la franja con Egipto, por los que pasaban suministros esenciales, han sido destruidos en su mayoría por el Gobierno egipcio.
La precariedad es especialmente grave en el apartado de la salud. Según informa Al Jazeera, el Ministerio de Sanidad de Gaza dispone tan solo de 192 tipos de medicinas (el 40% de las consideradas esenciales), e Israel ha restringido, «por razones de seguridad», los permisos que concede a pacientes para que puedan ser tratados en hospitales israelíes cuando no existe un tratamiento adecuado disponible en la franja. Naciones Unidas calcula que para el año 2020 Gaza necesitará unos mil médicos y dos mil enfermeros y enfermeras más de los que hay actualmente.
Las condiciones sanitarias también son muy deficientes. El acuífero costero que proporciona agua a la población está altamente contaminado, y la ONU ha advertido de que para el año 2016 podría quedar completamente inutilizable. Mientras, muchas casas solo disponen de agua corriente en periodos de entre seis y ocho horas (el 25% de forma diaria, el 40% un día sí y otro no, el 20% cada tres días y el 15% cada cuatro). El 80% de la población compra agua para beber, lo que puede suponer hasta un tercio de los ingresos.
Otro gran problema son los constantes cortes de electricidad. La franja tiene una demanda de unos 360 megawatios al día, pero la única planta eléctrica existente genera solo 80 megawatios diarios. Israel y Egipto suministran 120 y 22 megawatios adicionales, respectivamente, que resultan aún insuficientes. El principal hospital de Gaza, Al Shifa, depende de cuatro generadores para funcionar, cuyo mantenimiento es complicado debido al cierre de las fronteras con Israel y Egipto.
Y en cuanto a la educación, antes de la Segunda Intifada, que comenzó en 2000, los estudiantes de Gaza que deseaban estudiar en el extranjero podían viajar a través del aeropuerto israelí de Ben Gurion, la frontera entre Cisjordania y Jordania, la frontera de Rafah con Egipto, o el Aeropuerto Internacional de Gaza. Hoy solo les queda el paso de Rafah, que suele estar cerrado. Según datos de la Autoridad Nacional Palestina, citados también por Al Jazeera, más de 2.700 estudiantes de Gaza, de todos los niveles educativos, están esperando para poder estudiar en el extranjero.
Poca esperanza
La brecha es muy grande también en el aspecto sociológico, donde las nuevas generaciones parecen cada vez más irreconciliables. Si bien existen en Israel (principalmente en las zonas más urbanas, como Tel Aviv) muchos ciudadanos que simpatizan con la causa palestina, o que apoyan, al menos, una solución pacífica al conflicto, así como organizaciones que trabajan muy activamente en defensa de los derechos humanos y por el fin de la ocupación, las encuestas no dejan lugar para demasiadas esperanzas a corto o medio plazo.
El 60% de los israelíes apoyaría, en general, «un acuerdo que estableciera un Estado palestino al lado de uno israelí», pero el rechazo es del 58% cuando en la pregunta se especifican las concesiones. Y en el lado palestino, un 60% cree aún que el objetivo final de las negociaciones debe ser «reclamar la Palestina histórica desde el río al mar».
El 60% de los israelíes apoyaría, en general, «un acuerdo que estableciera un Estado palestino al lado de uno israelí», pero el rechazo es del 58% cuando en la pregunta se especifican las concesiones. Y en el lado palestino, un 60% cree aún que el objetivo final de las negociaciones debe ser «reclamar la Palestina histórica desde el río al mar».
«Han bombardeado casas con familias completas, y las familias aquí no son como en España, aquí son por lo menos de ocho o diez miembros… Es una locura, un genocidio, un acto criminal… Por la noche no hay luz, hay oscuridad absoluta acompañada de ambiente de guerra. La gente está en casa, no sale…». Así describía Ahmad Yacoub, secretario de la Asociación de Escritores Palestinos, a 20minutos.es el infierno en que se ha convertido la franja de Gaza desde que, hace ya casi una semana […]
Explosión durante un ataque contra Ciudad de Gaza el 18 de julio de 2014*, en una imagen tomada con un teléfono móvil. Foto: Wikimedia Commons
Una carta escrita desde Gaza por la joven palestina Manal Miqdad, publicada este jueves en su página de Facebook, y traducida aquí de la versión en inglés realizada por Yasmine Haj a partir del texto original en árabe:
La situación es peor de lo que uno pueda imaginarse, esto no tiene nada que ver ni con el valor ni con la capacidad de resistir y recuperarse. La noche pasada fue una de las más violentas desde que empezó la guerra en Gaza. Y esta vez, en contra de mi costumbre, no lloré. Tal vez el continuo estruendo que escuchaba me impidió reaccionar.
Por la mañana, después del último ataque de la fuerza aérea de la ocupación sionista, reuní fuerzas y empecé a recoger mis cosas: el carnet de identidad, los certificados de la escuela y la universidad, regalos, lo que queda de las cartas que envió mi tío desde las cárceles israelíes, el móvil, el portátil…
Me quedé un buen rato mirando mi biblioteca personal. Solo puedo conservar una pequeña parte; no resulta fácil cargar con todos esos libros cuando estás huyendo. Decidí apartar los libros autografiados. Me sentía asfixiada. No quería perder mi biblioteca por segunda vez. Ya la perdí durante la primera guerra.
Por un momento me sentí aplastada. Pero, ¿por qué preocuparme por todas esas pequeñas cosas que quizá no podré salvar, sabiendo que la muerte va a venir más rápidamente hacia mí de lo que pueda ir yo hacia ellas?
Y la muerte siempre se ha dado prisa en llegar, sin ser invitada… Me iré con ella, desprovista de todo, sin mis recuerdos, sin mis papeles, sin mis libros, sin mis seres queridos, sin mis amigos ni mis regalos, sin mis sueños. Me iré con ella, ligera y sola.
PD. A los amigos a los que he prestado libros, no os preocupéis por devolverlos cuando muera, pero, por favor, cuidad de ellos. Y a mi primo, si mi biblioteca sobrevive y no se convierte en un rehén de guerra, es toda tuya.
Una carta escrita desde Gaza por la joven palestina Manal Miqdad, publicada este jueves en su página de Facebook, y traducida aquí de la versión en inglés realizada por Yasmine Haj a partir del texto original en árabe: La situación es peor de lo… Leer