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El MQ-9 Reaper, uno de los modelos de 'drones' que utiliza Estados Unidos. Foto: US Air Force
El MQ-9 Reaper, uno de los modelos de drones que usa EE UU. Foto: US Air Force

Los ataques con drones (aviones teledirigidos, no tripulados) ordenados por el Gobierno estadounidense de Barack Obama han causado alrededor de 4.000 muertes desde el año 2003. Es la cifra, aproximada, que manejan la mayoría de los estudios (los de New America Foundation y The Bureau of Investigative Journalism, entre ellos), con una horquilla de entre 3.300 y 4.600 muertos. El número exacto no es posible saberlo, ya que ni el Ejército ni el Gobierno facilitan información. El secretismo es una parte esencial en el uso de estos aviones en operaciones antiterroristas.

El principal arquitecto de esta guerra semiclandestina es John Brennan, el nuevo director de la CIA, designado por Obama. Brennan no solo justifica el uso de los drones, sino que los considera imprescindibles «para abatir a sospechosos de terrorismo, para salvar vidas y como última opción». La utilización de aviones no tripulados para matar personas se sistematizó con la llegada de Obama al poder. En ningún caso ha habido juicios. Se calcula que el 20% de los muertos, unos 800, son civiles.

Tras los atentados del 11-S el Congreso de EE UU aprobó una ley que permite al Gobierno usar su fuerza militar, incluyendo los aviones no tripulados, para combatir a Al Qaeda, pero eso no ha impedido que acabe estallando la polémica, principalmente porque varias de las víctimas han sido ciudadanos estadounidenses.

Un documento filtrado recientemente del Departamento de Justicia indica que es legal atacar a ciudadanos estadounidenses en el extranjero cuando representen una «amenaza inminente» por estar vinculados a Al Qaeda. El documento justifica el ataque con un dron que mató en 2011 a Anwar al Awlaki, un estadounidense considerado líder de Al Qaeda en la Península Arábiga, y a su hijo de 16 años. Se sabe que Al Awlaki predicaba el credo de la organización terrorista, pero nunca se presentaron evidencias de que hubiese planeado un atentado contra EE UU.

La Quinta Enmienda de la Constitución de EE UU garantiza que nadie puede ser privado de su vida sin un legítimo proceso judicial. Al Awlaki, como ciudadano estadounidense, tenía, por tanto, derecho a una detención, a un proceso y a un juicio justo con una condena apelable.

Sin embargo, documentos entregados al Congreso defienden los argumentos expuestos en el texto filtrado: Para que el presidente ordene un ataque contra un estadounidense no es necesario un proceso judicial. Basta con que un oficial de alto nivel considere que ese ciudadano está involucrado en un «plan de ataque» contra EE UU, que el Gobierno concluya que su captura «no es factible» y que la operación se realice en el marco de las «leyes de la guerra». El asesinato de Bin Laden, que ni siquiera era estadounidense, es un buen ejemplo.

«Llevamos a cabo esos ataques porque son necesarios para mitigar las amenazas reales en curso, detener complots, prevenir futuros ataques y salvar vidas estadounidenses», ha dicho el portavoz de la Casa Blanca, Jay Carney. Carney justificó asimismo los ataques a ciudadanos estadounidenses sospechosos de terrorismo, al calificarlos de «legales, éticos y sensatos».

Varios exmilitares y funcionarios de inteligencia, incluyendo el general Stanley A. McChrystal y el exdirector de la CIA Michael V. Hayden, han mostrado su preocupación por el hecho de que las operaciones en Pakistán y Yemen se están dirigiendo cada vez más hacia militantes de bajo nivel que no representan una amenaza directa para EE UU. «Incluso con Al Qaeda hay grados. Algunos de estos militantes que pierden la vida acaban de ser reclutados y no saben lo que significa el terrorismo», aseguró al New York Times Naji al Zaydi, exgobernador de la provincia yemení de Marib. También se ha puesto en duda la efectividad de los drones por el fuerte rechazo que generan entre la población local. Según indicó McChrystal a Reuters, estos ataques han contribuido a «una percepción de arrogancia estadounidense».

El periodista Jordi Pérez Colomé escribe:

La estrategia general de Obama contra el terrorismo difiere poco de la del presidente anterior, George W. Bush. Tras el 11 de septiembre, la administración Bush llevó a 136 detenidos a terceros países para que fueran torturados. Pasaron por Guantánamo 775 presos; en septiembre de 2012 quedaban 167.

Apenas llegó a la presidencia, Obama firmó una orden ejecutiva donde condenaba el uso de la tortura, prohibía el uso de «técnicas de interrogación reforzada» y ordenaba el cierre de las cárceles secretas, pero no ponía punto y final a la práctica de llevar a posibles presos de un país a otro. Si ha ocurrido, no se sabe cuánto o cómo.

Obama optó en cambio por perfeccionar otro método que también había iniciado Bush: el uso de drones para asesinar a cabecillas de Al Qaeda. Bush ordenó 50 ataques selectivos en sus ocho años, más que ningún otro presidente en la historia.

Obama lleva ya más de 350 (estas cifras no incluyen los ataques en zonas de guerra, como Afganistán, dirigidos por el ejército). De todos estos ataques, el 95 por ciento ha sido ejecutado por drones; el resto con comandos o con cazas tripulados o misiles.

Los siguientes datos sobre el uso de drones han sido recopilados por la agencia Efe, a partir de diversos estudios:

• Pakistán ha concentrado la mayor parte de los ataques con aviones no tripulados, 363 desde 2004, según la organización periodística sin ánimo de lucro The Bureau of Investigative Journalism. Estos ataques han causado entre 2.600 y 3.500 muertos en el país asiático, según el centro londinense.

• Yemen es el segundo país que más ataques con drones ha recibido, alrededor de una cincuentena, según The Bureau of Investigative Journalism. El centro indica que estos ataques, junto con otra decena de ofensivas no perpetradas con drones, son responsables de entre 640 y 930 muertos.

• Somalia es el tercer país en el que se han registrado más ataques con aviones no tripulados, entre 3 y 9, señala el centro londinense. Junto con otra decena de ataques, estos son responsables de aproximadamente un centenar de muertes, casi la mitad civiles.

• De acuerdo con un estudio conjunto de las universidades de Stanford y New York University, los drones se usaron por vez primera contra objetivos terroristas en Pakistán en 2004, en el noroeste del país, una zona donde predomina la población de etnia pastún y donde se cobijaron muchos miembros de Al Qaeda tras la invasión de Afganistán.

• Aun así, los estudios de las universidades destacan que ya se habían producido algunos ataques aislados con anterioridad en otros países como Afganistán tras los atentados del 11 de septiembre de 2001. Los estudios indican que bajo la administración de Obama, su uso se ha incrementado notablemente.

• Según el centro de estudios New America Foundation, el año en el que se registraron más ataques en Pakistán fue 2010, con un total de 122. Le siguieron 2011 y 2012.

• Los ataques con aviones no tripulados más recientes de los que se tiene constancia se perpetraron en Pakistán el pasado 6 de febrero (con al menos tres muertos) y en Yemen el 23 de enero (causando unos ocho muertos, se cree que entre ellos dos niños), según The Bureau of Investigative Journalism.

• Se calcula que el ejército estadounidense dispone en la actualidad de una flota de entre 6.000 y 8.000 drones, de acuerdo con cifras de varios informes no oficiales y medios de comunicación. Las universidades de Stanford y New York University cifran la flota en 7.000.

• Hasta la fecha, solo se tiene constancia de que EE UU, el Reino Unido e Israel hayan usado drones en combate, aunque unos 70 países disponen de algún modelo de avión no tripulado –no tienen por qué ser necesariamente militares–, entre ellos, China, según el periodista y analista de Seguridad Nacional Peter Bergen.

• Los drones son dirigidos mediante control remoto e incluyen sensores visuales que permiten la focalización en objetivos muy concretos. Además, pueden portar varios tipos de armas.

• Existen muchos tipos de aviones no tripulados y no todos ellos tienen capacidad de ataque ni son usados con fines militares. Modelos comunes son el MQ-1B Predator, que puede volar a una altitud media durante largos períodos de tiempo, muy usado en misiones de reconocimiento, aunque también dispone de capacidad ofensiva, o el MQ-9 Reaper, usado fundamentalmente para «localizar y matar» objetivos concretos.


Más información y fuentes:
» Cifras y datos sobre el uso de «drones» por parte del Ejército de EE UU (Efe)

» Living Under Drones: Death, Injury and Trauma to Civilians from US Drone Practices in Pakistan
» Covert Drone War (The Bureau of Investigative Journalism)
» The Year of the Drone (International Security Program)
» Justice Department memo reveals legal case for drone strikes on Americans (NBC)
» Bush torturaba a presuntos terroristas, Obama los mata (Obamaworld)
» Retired general cautions against overuse of “hated” drones (Reuters)
» Drone Strikes’ Risks to Get Rare Moment in the Public Eye (The New York Times)
» The debate over drones (The Economist)
» Why we must name all drone attack victims (The Bureau of Investigative Journalism)
» Brennan, de arquitecto del programa de los ‘drones’ a director de la CIA (Deia)
» Los drones, el arma de EE UU contra el terrorismo, cada vez más en entredicho (Efe, 20minutos.es)
» Dónde atacan los drones (Miren Mariño, en 20minutos.es)
» El secreto de los drones (El Espectador)
» La ONU no quiere decir «drones», pero sí usarlos (IPS)
» La historia de los aviones no tripulados (Hernán Zin, en 20minutos.es)

Drones: 4.000 muertos ‘justificados’

El MQ-9 Reaper, uno de los modelos de 'drones' que utiliza Estados Unidos. Foto: US Air Force

Los ataques con drones (aviones teledirigidos, no tripulados) ordenados por el Gobierno estadounidense de Barack Obama han causado alrededor de 4.000 muertes desde el año 2003. Es la cifra, aproximada, que manejan la mayoría de los estudios (los de New… Leer

El complejo en el que se encontraba Bin Laden, en Abottabad, Pakistán.
Foto: Sajjad Ali Qureshi / Wikimedia Commons

Es mucho lo que sabemos ya acerca de las circunstancias que han rodeado la muerte de Osama bin Laden; mucho más lo que, con toda probabilidad, iremos sabiendo en los próximos días y mucho, también, lo que ignoramos aún, ignoraremos siempre o, sencillamente, está sujeto a diferentes versiones, más o menos subjetivas.

En general, las preguntas básicas están respondidas, al menos, de forma oficial. Conocemos el qué, el cómo, el cuándo, el dónde y, aunque esta cuestión pueda ser más interpretable, también el porqué.

Sabemos que comandos especiales de la Marina de EE UU mataron al líder de Al Qaeda en una operación militar la noche del pasado domingo. Que los hechos ocurrieron en la localidad paquistaní de Abottabad, al norte del país, no muy lejos de Islamabad. Que Bin Laden vivía en un complejo residencial relativamente aislado, que fue tomado al asalto con la ayuda de helicópteros. Que hubo «intercambio de disparos» y que, además de Bin Laden, murieron otras tres personas. Que el líder terrorista no estaba armado y que falleció tras recibir un disparo en la cabeza y varios en el pecho.

Sabemos también que la operación duró exactamente 38 minutos, que el riesgo de fracaso era elevado (las posibilidades de encontrar allí a Bin Laden eran del 60%) y que el gobierno paquistaní no había sido informado. Y sabemos, además, que la orden directa del ataque la dio el presidente de EE UU, Barack Obama, y que lo hizo sin el pleno consenso de su equipo. No sólo eso. Sabemos que la orden no era capturarlo vivo, sino matarlo, a menos que Bin Laden «levantase las manos y se rindiera», algo que, según había expresado el propio líder de Al Qaeda en muchas ocasiones, era prácticamente imposible que ocurriese.

¿Qué más? Hemos visto gráficos detallados de la casa, de cómo atacaron los soldados y hasta de las armas que llevaban. Nos han dicho que el cuerpo de Bin Laden fue «arrojado al mar» y que su ADN está comprobado. Y con la información que hay ya sobre las pistas, informantes y torturas en Guantánamo (asfixia simulada incluida) que condujeron hasta el (aún presunto) cerebro del 11-S, contamos con material de sobra para escribir el guión de una película (Hollywood ya la está preparando).

Ya tenemos incluso una lectura política: La popularidad de Obama ha subido como la espuma, tras haber caído en los últimos meses como consecuencia de estar acorralado en el Congreso y de haber perdido parte de su prestigio internacional.

Y, sin embargo, los interrogantes siguen siendo, como poco, igual de numerosos.

Muchos de ellos tienen que ver con la legalidad de la operación militar en sí y, en este caso, hay respuestas en los dos sentidos. Otros, como qué va a ocurrir ahora con Al Qaeda, o hasta qué punto la muerte de Bin Laden supondrá un antes y un después en la llamada guerra contra el terrorismo, sólo pueden responderse todavía en el terreno de la especulación, en caliente. Y algunas de las preguntas que todavía no tienen respuesta son, por último, mucho más concretas, pero, por una u otra razón, no tenemos una versión oficial clara, o simplemente permanecen en secreto.

Vista aérea del complejo en el que se encontraba Bin Laden, en Abottabad, Pakistán.
Foto y mapa: CIA / Departamento de Defensa de EE UU

Estos son, sin necesidad de acudir a las muchas teorías ‘conspiranóicas’ que ya han surgido, 20 de los muchos misterios que envuelven aún la muerte del terrorista más buscado del mundo.

1. ¿Ha sido una operación legal según el derecho internacional?

Teniendo en cuenta que las fuerzas estadounidenses no contaban con autorización expresa del gobierno paquistaní para entrar en el país y llevar a cabo una operación militar, la respuesta es que no. Estamos ante una violación de la soberanía de un Estado.

El director de la CIA, Leon Panetta, no se ha andado por las ramas: «El Gobierno paquistaní nunca supo nada sobre esta misión, porque Estados Unidos se planteó de forma deliberada que se trataría de una misión unilateral. El presidente Obama había dejado muy claro a los paquistaníes que si teníamos pruebas sólidas de dónde estaba localizado Bin Laden, entraríamos a por él. Y eso es justo lo que ocurrió».

Algunos expertos, sin embargo, lo justifican apelando a la condición de criminal internacional de Bin Laden y a la ineficacia (en el mejor de los casos) para capturarle demostrada por el país en el que se encontraba. Argumentan asimismo que la legislación internacional es ambigua y deja espacio suficiente como para que un Estado que está inmerso en un conflicto armado, o en una legítima defensa, pueda llevar a cabo este tipo de acciones sin necesidad de aplicar procesos legales.

2. ¿Y según la legislación interna estadounidense?

Depende. Según expertos consultados por la BBC, las dos normas fundamentales para responder a esta pregunta son la «Autorización para el uso de la fuerza militar» y la «Resolución de poderes de guerra». La primera fue emitida tras el 11-S y autoriza al presidente a emplear toda la fuerza necesaria contra quienes «considere que de forma determinante» son responsables de los atentados.

Pero esta facultad estaría supeditada, en principio, a la segunda norma mencionada, aprobada en 1973, y que exige que el inicio de hostilidades bélicas sea consultado al Congreso, algo que no se ha hecho en esta ocasión.

El debate queda reconducido, por tanto, a si se ha tratado de un acto de guerra o no.

3. ¿Ha sido un acto de guerra?

Implícitamente, EE UU considera que sí. Bin Laden se declaró en guerra contra el país norteamericano, y eso le habría convertido automáticamente en enemigo. Pero, por una parte, muchos expertos opinan que sólo puede existir guerra, jurídicamente hablando, cuando ambos contendientes son Estados y, por otro lado, Washington no se ha declarado nunca oficialmente en guerra contra Bin Laden (o contra Al Qaeda, para el caso). De hecho, EE UU sólo ha declarado oficialmente la guerra cinco veces a ocho países en toda su historia. Muchos de los conflictos en los que ha participado (Vietnam, Irak, Afganistán) han sido calificados de «enfrentamientos militares».

4. Una operación así, ¿no debería autorizarla el Consejo de Seguridad de la ONU, o algún otro organismo internacional?

Si se trata de una intervención militar en un país extranjero, parece lógico pensar que habría sido necesario el visto bueno del Consejo de Seguridad de la ONU (el caso de Libia, por ejemplo). No, evidentemente, en el momento mismo de la operación, sino como una especie de aval, «ocurra cuando ocurra». EE UU, desde luego, no lo tenía.

Tampoco se ha tratado de una operación coordinada por organismos policiales como la Interpol, con capacidad legítima para actuar internacionalmente. En este sentido, la pregunta vuelve a remitir al punto de partida: ¿Era una operación militar o una operación policial?

5. ¿Qué era Bin Laden? ¿Un delincuente o un enemigo?

Tampoco está claro. Si se le consideraba un delincuente, un criminal, entonces se ha violado la presunción de inocencia, el derecho a un juicio justo y el derecho a una defensa legal. Se le ha aplicado la pena de muerte (a él y a las otras personas que murieron en el asalto) sin proceso alguno.

Y si se le consideraba un enemigo, entonces tenía derecho a la protección que establece, entre otros acuerdos, la Convención de Ginebra, a menos que su muerte se haya producido durante una acción bélica. En cualquier caso, la intención, como ha reconocido el propio jefe de la CIA, era acabar con su vida.

6. ¿Era inevitable acabar con su vida?

No lo sabemos. Nos han dicho que hubo «resistencia», pero no exactamente cuánta ni de qué tipo.

El portavoz de la Casa Blanca, Jay Carney, reveló el martes que Bin Laden estaba desarmado en el momento en el que las fuerzas especiales de EE UU accedieron a su domicilio, pero que «se resistió» a ser capturado y no mostró intención de rendirse. Este relato contradice la primera versión ofrecida por el principal asesor de seguridad de la Casa Blanca, John Brennan, quien aseguró que Bin Laden «estuvo implicado en el tiroteo».

Las operaciones especiales son patrimonio de hombres sometidos a durísimos entrenamientos de resistencia física y psicológica. Solo las personas más excelentes tienen acceso a cuerpos de élite como los Navy SEALS, responsables de la operación que acabó con la vida de Bin Laden. Brennan matizó que «si se hubiese podido capturar vivo a Bin Laden, se habría hecho». Resulta cuando menos dudoso pensar que este comando no pudo haber reducido a un hombre desarmado de 54 años sin necesidad de matarlo a tiros. «Existen formas de resistencia que no implican esgrimir un arma», puntualizó Carney.

Una hija del terrorista, bajo custodia paquistaní, aseguró que su padre fue capturado vivo por soldados antes de recibir un tiro en la cabeza y en el pecho ante su familia.

Planta de la casa donde se escondía Osama bin Laden, en Abottabad, Pakistán.
Gráfico: Departamento de Defensa de EE UU

7. ¿Qué habría pasado si le hubiesen capturado vivo?

Aunque aquí entramos en el terreno de la elucubración, los defensores de la acción estadounidense destacan que un Bin Laden vivo y ante los tribunales habría sido aprovechado de forma propagandística por Al Qaeda y el integrismo islámico. Argumentan, también, que ninguna de las posibles opciones era recomendable: ¿Lo habrían enviado a Guantánamo o habría sido juzgado en suelo estadounidense (en Nueva York o en Washington, en este caso, que es donde cometió los delitos)? ¿Bin Laden en Nueva York? ¿O habría sido juzgado, tal vez, en Afganistán (el país que invadió EE UU para capturarlo), en plena guerra contra los talibanes? ¿Y qué habría pasado si los saudíes, aliados de EE UU, hubiesen querido extraditarlo?

Los detractores de la operación de EE UU, sin embargo, indican que con su muerte se ha fabricado un mártir, un héroe al que no han logrado capturar vivo, una leyenda. Y otros, como el periodista británico Robert Fisk, van más allá aún: «Un tribunal podría haber preocupado a más gente, no sólo a Bin Laden. Después de todo, Bin Laden podría haber hablado de sus contactos con la CIA durante la ocupación soviética de Afganistán, o acerca de sus encuentros íntimos en Islamabad con el príncipe Turki, el jefe de la inteligencia saudí. Justo igual que ocurrió con Sadam, que fue juzgado por el asesinato de sólo 153 personas, y no por los miles de kurdos a los que gaseó, y que fue ahorcado antes de que tuviese la oportunidad de contarnos cosas sobre los componentes de las armas químicas procedentes de EE UU, o sobre su amistad con Donald Rumsfeld, a quien recibió en 1980 después de invadir Irán, siendo éste asistente militar del ejército estadounidense».

8. ¿Es cierto que no hubo ninguna baja estadounidense durante la operación?

En principio, esa es la versión oficial, pero algunos analistas militares consideran poco probable que, si realmente hubo un tiroteo intenso, no se produjese ni un solo herido, aunque fuese leve, entre los soldados de EE UU.

En cualquier caso, se trata de la fuerza de élite de los marines, especialmente entrenada para este tipo de misiones y de una eficacia letal (no en vano le cuestan al contribuyente de EE UU unos 1.000 millones de dólares al año), por lo que, de haber contado con el elemento sorpresa, tampoco es descartable que no se produjeran bajas.

9. ¿Cuántos helicópteros se emplearon en el ataque y de dónde venían?

Según el diario británico Daily Telegraph, que cita fuentes de la inteligencia de Pakistán, en la operación tomaron parte cuatro helicópteros que despegaron de una base paquistaní, en el norte del país (otras informaciones sitúan en Afganistán el inicio de la operación). La revista Time también informa de cuatro aparatos, pero The Wall Street Journal habla de sólo dos, y The New York Times señaló que testigos habían visto un total de tres.

10. ¿Qué pasó con el helicóptero destruido?

Tampoco está claro qué pasó con el helicóptero que fue destruido con explosivos por los propios soldados estadounidenses tras el asalto, teóricamente, para que los restos no fuesen confiscados. Según algunas versiones, había sido alcanzado por disparos efectuados desde tierra, mientras que en otras, la mayoría, se especula con la posibilidad de un fallo mecánico.

11. ¿Por qué han arrojado al mar el cuerpo?

Según se ha informado, el cuerpo de Bin Laden fue trasladado hasta el Mar Arábigo, envuelto en un manto blanco y lanzado al mar. Estados Unidos justificó la rapidez de esta acción amparándose en la ley islámica, que aconseja enterrar a los difuntos en un corto plazo de tiempo. Sin embargo, expertos en el islam han explicado que arrojar un cadáver al mar contradice la sharia.

¿Cuál es, en cualquier caso, la verdadera razón para hacer desaparecer el cadáver? ¿Evitar que una posible tumba se convierta en santuario para sus seguidores y fuente de futuros conflictos? Por otro lado, si se tiene en cuenta que Bin Laden nació en Yemen, creció en Arabia Saudí y luego renegó de este país y vivió en Sudán, Afganistán y Pakistán, tampoco resultaba fácil decidir dónde enviar sus restos para ser enterrados.

Y queda pendiente, además, otra cuestión importante: ¿Qué pasa con el derecho de los familiares a recuperar el cuerpo?

12. ¿Veremos las fotos del cadáver?

El director de la CIA dice que sí, pero Barack Obama ha decidido que no se publiquen porque el cadáver de Bin Laden «no es un trofeo». La fotografía, supuestamente, muestra una enorme herida encima del ojo izquierdo que deja entrever parte del cerebro.

La imagen de un Bin Laden cosido a tiros puede resultar, en palabras de funcionarios del propio gobierno estadounidense, «incendiaria». Pero, a la vez, sería una prueba más sólida que las muestras de ADN (unas muestras que tampoco se han hecho públicas hasta ahora) de cara a que, tanto los más escépticos como muchos de sus seguidores, pudiesen convencerse de que realmente ha muerto.

Celebraciones en Times Square, Nueva York, tras la muerte de Osama bin Laden.
Foto: Josh Pesavento / Wikimedia Commons

13. ¿Es cierto que Bin Laden usó a una de sus mujeres como escudo humano?

El Pentágono, Washington y el propio John Brennan defendieron en un primer momento que Bin Laden había utilizado a una de sus mujeres como escudo humano para refugiarse de los disparos. La información ha sido desmentida posteriormente por todas las partes. La mujer en cuestión permanece hospitalizada con un tiro en la pierna y no fue utilizada como escudo.

14. ¿Llegaron a decirle algo antes de matarlo?

No ha trascendido si los militares estadounidenses y Bin Laden intercambiaron o no palabra alguna, o si Bin Laden llegó a expresar algún mensaje antes de ser abatido.

15. ¿Quiénes son las otras víctimas de la operación?

Lo único que se sabe es que se trata de dos hombres y una mujer, pero nada más. Tampoco se ha informado de qué se ha hecho con sus cuerpos.

16. ¿Quién más había en la casa? ¿Hay algún detenido?

Según la agencia AP, los soldados dejaron en el recinto a 23 niños y nueve mujeres, pero un funcionario paquistaní indicó que están bajo custodia solo nueve niños de entre dos y 12 años. El gobierno de Pakistán, por su parte, habría asegurado tener bajo custodia a una mujer de Bin Laden y a una de sus hijas, detenidas tras el asalto a la residencia.

La agencia Efe, citando una fuente de los servicios secretos de Pakistán, añade que ambas se encontraban en la casa cuando entraron los soldados.

A día de hoy, se desconoce el número de colaboradores de Bin Laden detenidos en la operación, o quiénes son.

17. ¿Tiene derecho EE UU a llevarse la información obtenida en la casa de Bin Laden?

Según informó el portal de Internet Politico, el comando que asaltó la casa de Bin Laden logró hacerse con gran cantidad de equipo informático y discos duros pertenecientes al jefe de Al Qaeda. Los servicios de inteligencia de EE UU estarían revisando estos discos duros y externos en un enclave secreto en Afganistán, desde donde, también teóricamente, se lanzó la operación. Pero, ¿tiene Estados Unidos derecho legal a sacar ese tipo de material del país donde ha sido requisado?

18. ¿Cómo es posible que llevase al menos tres años viviendo en Pakistán sin que lo supiesen los servicios secretos de este país?

Es las pregunta del millón. Bin Laden ocupaba un complejo nada discreto, a unas cuantas decenas de kilómetros de la capital paquistaní, cerca de una ciudad en la que hay una base y una academia militar del ejército de Pakistán. En principio, con los servicios de inteligencia de medio mundo detrás de él, no parece el mejor escondite. Muchos en EE UU apuntan ya directamente a una complicidad de Pakistán. Las otras opciones son dos, una ineficacia total por parte de los servicios secretos de este país, o una habilidad increíble por parte de Bin Laden.

En este sentido, la revista The New Yorker plantea un buen número de interrogantes que, no por obvios, tienen menos importancia: ¿De quién es la tierra donde construyó Bin Laden la casa? ¿Cómo adquirió el terreno o a través de quién? ¿Quién le diseñó la vivienda? ¿Quiénes trabajaban allí? ¿Le visitaba alguien? ¿Con qué frecuencia?

Y, más aún: ¿No salía nunca? ¿No le vio nunca nadie? ¿Había cambiado de aspecto para evitar ser reconocido? ¿Qué aspecto tenía? ¿Cuántas personas sabían de su presencia allí? ¿Alguna de ellas tenía algún tipo de cargo público?

19. ¿Dónde se ocultó Bin Laden antes de allí? ¿Llegó a vivir en cuevas?

No hay ninguna prueba real de que Bin Laden haya vivido en cuevas durante estos años, pese a que eso es lo que se creyó durante mucho tiempo.

A principios de los noventa, y con propósitos propagandísticos, Bin Laden invitaba a algunos periodistas a entrevistarle en cuevas de Tora Bora, en Afganistán, pero él vivía realmente en un confortable complejo perteneciente a uno de los señores de la guerra locales. A finales de esa década se mudó a otro complejo cerca de Kandahar, también en Afganistán, y ahora vivía en otra gran vivienda en Pakistán.

Entre medias, aún no se sabe, pero la Casa Blanca ha indicado que, tras años de búsqueda, EE UU se dió cuenta finalmente de que Al Qaeda prefiere «áreas muy pobladas» a «cuevas o pequeños pueblos».

20. ¿Quién filtró la foto falsa de Bin Laden?

Una imagen del supuesto cadáver de Osama bin Laden fue divulgada por varios medios y redes sociales poco después de conocerse la muerte del líder de Al Qaeda. Sin embargo, según un comunicado de la Unión Europea de Radiodifusión (UER) emitido horas después, la imagen era falsa. ¿Quién filtró la fotografía? ¿Con qué intención?


Publicado originalmente en 20minutos

Veinte incógnitas sobre la muerte de Osama bin Laden

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