En apenas un mes, dos antiguas iglesias bizantinas de Estambul utilizadas como museos durante décadas, la famosa Santa Sofía y la de San Salvador de Cora, han sido convertidas en mezquitas. La medida ha sido recibida con preocupación. Y la… Leer
En apenas un mes, dos antiguas iglesias bizantinas de Estambul utilizadas como museos durante décadas, la famosa Santa Sofía y la de San Salvador de Cora, han sido convertidas en mezquitas. La medida ha sido recibida con preocupación. Y la comunidad greco-ortodoxa de la ciudad siente que lo que está en juego va más allá de estos dos monumentos.
Los griegos ortodoxos de Estambul, los Rum Polites, constituyen la mayor parte de los feligreses del Patriarcado Ecuménico, el centro tradicional de la Iglesia Ortodoxa Oriental. Numerosos e influyentes durante las épocas bizantina y otomana, en la actualidad representan una pequeña minoría de apenas 2.000 personas. Las experiencias traumáticas que han sufrido a lo largo de la historia, incluyendo pogromos y expulsiones, han provocado que estén dispersos por todo el mundo. Pero los Rum Polites siguen manteniendo una fuerte conexión con Estambul y con su herencia bizantina, palpable en hitos arquitectónicos como Santa Sofía y Cora.
Tanto Santa Sofía como San Salvador de Cora eran iglesias reverenciadas en la Constantinopla bizantina. Santa Sofía, cuyo ingenio arquitectónico asombró al mundo, fue la iglesia imperial del Imperio Bizantino. Cora formaba parte de un complejo monástico rural y estaba ricamente adornada con impresionantes mosaicos y frescos.
Los dos lugares fueron convertidos en mezquitas por los otomanos: Santa Sofía, inmediatamente después de la caída de Constantinopla en 1453, y Cora medio siglo después. Ya en las décadas de 1930 y 1940, durante la República de Turquía, Santa Sofía y Cora fueron transformadas en museos, en consonancia con el espíritu laico y la actitud orientada hacia Occidente del nuevo Estado. Las representaciones de figuras en los mosaicos y frescos, que habían sido cubiertas de yeso por los otomanos, fueron sacadas de nuevo a la luz durante este periodo, mediante extensos proyectos de restauración.
La solución republicana ha sido deshecha con los recientes decretos presidenciales de Recep Tayyip Erdoğan que han reconvertido oficialmente Santa Sofía y Cora en mezquitas.
Al igual que muchos otros habitantes de Estambul, los Rum Polites temen que la transformación de iglesias históricas bizantinas en mezquitas suponga la decadencia de la identidad cosmopolita de la ciudad y de su historia de múltiples capas. «No debería existir una competición entre civilizaciones, especialmente en una ciudad tan culturalmente rica como Estambul, capital de un imperio durante más de 1.500 años», señaló Laki Vingas, presidente de la Asociación de Fundaciones Rum, tras la conversión de Cora.
Como museos, Santa Sofía y Cora personificaron el pasado bizantino y otomano, y fueron símbolos de la coexistencia entre múltiples religiones. Su conversión implica una jerarquía que da prioridad a su pasado islámico sobre todas las demás capas.
La decisión de Erdoğan es el reflejo de una retórica de conquista que intensifica la alienación del pasado cristiano de Estambul.
En el discurso del pasado 10 de julio en el que anunció la decisión de abrir Santa Sofía, el presidente turco destacó que la conversión de la antigua basílica satisfaría «el espíritu de conquista» de Mehmet II. El 24 de julio, Ali Erbas, jefe de la Dirección de Asuntos Religiosos de Turquía, pronunció el primer sermón del viernes en Santa Sofía con una espada en la mano, simbolizando asimismo una tradición de conquista. Podría decirse que semejante discurso marca a los no musulmanes de Turquía como sujetos reconquistados y ciudadanos de segunda clase.
El arzobispo Elpidoforos, de la Archidiócesis Ortodoxa Griega de América, y natural de Estambul, dijo a la BBC que Santa Sofía evoca «sentimientos especiales por cualquier cristiano, especialmente por los ortodoxos, que están más directamente relacionados con este monumento». Y añadió: «Soy un ciudadano turco, y no quiero que el estado tenga mentalidad de conquistador, porque no me considero parte de una minoría conquistada. Quiero sentirme en mi propio país como un ciudadano más».
En otra declaración igualmente personal y emotiva, el arzobispo de Constantinopla – Nueva Roma y Patriarca Ecuménico, Bartolomé I, dijo sentirse triste y «herido» por la conversión.
Las reconversiones de Santa Sofía y Cora en mezquitas pueden deberse a los muchos desafíos a los que se enfrenta Erdoğan, incluyendo sus maniobras para ganar poder geopolítico, su batalla contra el legado laicista del fundador de la Turquía moderna, Kemal Ataturk, su llamada al nacionalismo religioso para revivir su popularidad electoral, o sus tácticas para desviar la atención de la caída en picado de la economía turca. Sin embargo, como advierte el historiador rum Foti Benlisoy, sería un error pensar que se trata únicamente de conseguir pequeñas victorias en la política interna.
Según sostiene Benlisoy, estos actos de reislamización o desoccidentalización probablemente reflejan una orientación «neo-otomana» hacia la construcción de una «identidad nacional alternativa» basada en la polarización. Esta guerra cultural conduce a un clima hostil que, especialmente para las comunidades vulnerables como los Rum Polites, pone en peligro aún más su supervivencia en la ciudad.
La comunidad de los Rum Polites es una parte tan valiosa del patrimonio cosmopolita de la ciudad como lo son Santa Sofía y Cora. Las urbes metropolitanas como Estambul deben abrazar su legado multicultural en su totalidad, tanto en el tejido urbano como en la diversidad cultural, y crear un lugar seguro para la convivencia. De lo contrario, la identidad de la propia ciudad puede verse en peligro.
Algunos monumentos son tan grandiosos que su impacto va más allá de los habitantes de la ciudad en que se encuentran, o incluso de los visitantes; pertenecen a la humanidad. Sin embargo, siguen siendo la principal referencia para algunos lugareños, o para sus compañeros de la diáspora, cuya identificación con la ciudad se materializa a través de esos monumentos. Es el caso de Santa Sofía y Cora para la comunidad ortodoxa griega de los Rum Polites, en Estambul y más allá.
Ilay Romain Ors es investigadora del Centro de Migración, Políticas y Sociedad (COMPAS) de la Universidad de Oxford. Actualmente vive en Grecia y trabaja en un proyecto de investigación sobre las migraciones en el Mar Egeo, financiado por la Independent Scholar Research Foundation.
Tuğba Tanyeri-Erdemir es investigadora en el Departamento de Antropología de la Universidad de Pittsburgh. Su trabajo se centra en la vertiente etnográfica de los edificios religiosos históricos reconvertidos, la gestión del patrimonio cultural de sitios sagrados y la reutilización y museificación del patrimonio religioso.
Publicado originalmente en The Conversation bajo licencia Creative Commons el 15/9/2020
Traducción del original en inglés: Former Byzantine churches are being converted to mosques – this threatens Istanbul’s cosmopolitan identity
En apenas un mes, dos antiguas iglesias bizantinas de Estambul utilizadas como museos durante décadas, la famosa Santa Sofía y la de San Salvador de Cora, han sido convertidas en mezquitas. La medida ha sido recibida con preocupación. Y la… Leer
Más de 68.000 visitantes, 100 galerías, 600 artistas, unas 3.000 obras, la oportunidad de ver originales de Warhol, Botero, Picasso, Gursky, Banksy, Hirst, Lichtenstein o Haring… La feria Contemporary Istanbul cerró hace unos días en la ciudad turca su séptima edición y, según cuentan las crónicas de los medios locales y las webs especializadas, lo hizo con un gran éxito de público y crítica. Aunque no llegó a alcanzar las expectativas puestas en el apartado comercial (se vendió en torno al 50%), la muestra ha logrado convertirse en pocos años en todo un ejemplo del buen momento que atraviesa el mercado del arte en Turquía.
Como señala Miguel Llorenci desde Estambul, el impulso que supuso la designación de esta ciudad como Capital Europea de la Cultura en 2010 ha contribuido a la creación de nuevas infraestructuras culturales y artísticas, y desde entonces han surgido numerosas galerías y espacios impulsados por artistas, así como museos e instituciones (públicas y privadas), ferias de arte y casas de subastas. Más de la mitad de las galerías participantes en Contemporary Istanbul eran locales. Y, además de esta feria, la Bienal de Estambul, que el año que viene celebrará su edición número 13, es ya una de las más importantes del mundo.
Valga todo ello como excusa para presentar, a quien no lo conozca aún, a uno de los artistas turcos contemporáneos más interesantes y originales: Devrim Erbil.
Erbil, cuya obra ha estado presente en esta última edición de Contemporary Istanbul, es un auténtico icono en el mundo del arte en su país, y su trabajo (pinturas, alfombras, grabados…) lleva atrayendo también la atención internacional desde mediados de los años sesenta. Tras una larga trayectoria profesional, numerosos premios y mucha dedicación al desarrollo y la promoción del arte en Turquía, actualmente da clases en la Universidad Mimar Sinan.
Nacido en Uşak in 1937 y educado artísticamente en Occidente (Madrid, Barcelona, París, Londres), pero alimentado por la tradición oriental, Erbil es un buen ejemplo de ese carácter mixto y de cruce de caminos que define a una buena parte de la sociedad turca, por más que a menudo pretendan negarlo los amantes del reduccionismo y de las etiquetas, tanto a un lado del Bósforo como al otro. No en vano sus obras más populares son las dedicadas a la ciudad puente por antonomasia: Estambul, una urbe fascinante, inabarcable y llena de vida que, en la mirada de este artista, se transforma en un intenso sueño de color. La vieja Constantinopla de Erbil es como un hormiguero de mil trazos contenido por el mar, la mejor viñeta de un buen cómic, un boceto laberíntico cuyos infinitos detalles (tantos como vidas) parecen estar pidiendo a gritos una lupa y un estado de ánimo diferente para cada tonalidad.
» Página oficial de Devrim Erbil
» Entrevista a Devrim Erbil (2003)
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