David Grossman

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Los escritores israelíes David Grossman, A. B. Yehoshua y Amos Oz, durante una conferencia de prensa en Tel Aviv el 10 de agosto de 2006, en la que pidieron públicamente al Gobierno israelí que detuviese la guerra contra las milicias de Hizbulá en Líbano. Tres días después, el hijo de Grossman, el sargento del Ejército israelí Uri Grossman, de 20 años, murió en un ataque con misiles durante una ofensiva israelí contra combatientes de Hizbulá en el sur de Líbano. Foto: Alon Ron / Getty Images.

Los escritores israelíes David Grossman, A. B. Yehoshua y Amos Oz, durante una conferencia de prensa en Tel Aviv el 10 de agosto de 2006, en la que pidieron públicamente al Gobierno israelí que detuviese la guerra contra las milicias de Hizbulá en Líbano. Tres días después, el hijo de Grossman, el sargento del Ejército israelí Uri Grossman, de 20 años, murió en un ataque con misiles durante una ofensiva israelí […]

Unos 250.000 ‘indignados’ tomaron este sábado por la noche las calles de las principales ciudades israelíes para quejarse de la carestía de la vivienda y la vida, en una protesta inspirada en la española y que se ha convertido en la mayor contestación social de la historia del país. En la imagen, Tel Aviv.
Foto: avivi / Wikimedia Commons

David Grossman, en El País (7/8/2011):

El sábado 30 de julio por la tarde, mientras nos manifestábamos en Jerusalén, miré a mi alrededor y vi un río de gente que recorría las calles. Había miles de personas que llevaban años sin hacer oír sus voces, que habían abandonado toda esperanza de cambio, que se habían encerrado en sus problemas y su desesperación.

No les resultó fácil unirse a los jóvenes ruidosos provistos de altavoces. Quizá por la timidez propia de unas personas poco acostumbradas a levantar la voz, sobre todo en medio de un coro de gritos. A veces, tenía la impresión de que nos mirábamos asombrados e incrédulos, sin creernos del todo lo que salía de nuestras bocas. ¿De verdad éramos aquella turba, aquella muchedumbre indignada, que levantaba el puño como habíamos visto hacer en Túnez y Egipto, en Siria y Grecia? […]

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Protesta en Tel Aviv, este 30 de julio. Foto: Uriel Sinai / Getty Images

Protesta histórica en Israel

David Grossman, en El País

David Grossman. Foto: Yaffa Phillips / Flickr

Carmen Sigüenza (Efe), 16/3/2010:

El escritor israelí David Grossman acaba de publicar en España su novela La vida entera, un mosaico sobre la condición humana y la dura realidad de su país. «Necesitamos unos dirigentes valientes que digan a la gente lo que es inevitable hacer y hoy el Gobierno de Israel está cometiendo error tras error», dice.

Humanista convencido, el narrador y ensayista David Grossman (Jerusalén, 1954), cuyo deseo tanto en la literatura como en el ensayo «es conocer y comprender al otro» y «ponerse en su lugar», cree que en Israel como en Palestina «se necesitan unos dirigentes que no trasmitan miedo a la población». […]

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David Grossman: la vida entera y el futuro por delante

Carmen Sigüenza (Efe)

Un extracto de un artículo publicado en El País hace ya algún tiempo (en febrero de 2008) por el escritor israelí David Grossman:

[…] Hoy en día, Israel es un país insoportablemente turbio. Se respira una atmósfera empañada, y esto no es algo que empezara ni con Ehud Olmert ni con la última guerra, si bien Olmert con su conducta ha contribuido bastante a ello. A veces parece que hemos perdido el instinto natural de supervivencia que posee todo pueblo, eso que marca el orden de prioridades adecuado y que sirve para resolver los conflictos internos con el fin de evitar perderlo todo.

Actualmente, tenemos la ocasión de ver cómo está actuando en este país un gen destructor, bien conocido por nosotros, capaz de llevarnos a una guerra fratricida. Es como si tras más de 100 años de incesantes luchas políticas, de guerras y de infinitas operaciones militares de castigo, la sospecha y la hostilidad con que nos hemos acostumbrado a mirar a nuestros enemigos se hubieran convertido en nuestra forma casi automática de pensar y comportarse con el resto, con todo aquel diferente de nosotros, aunque, por así decirlo, sea «uno de los nuestros».

Carecemos de compasión. No nos compadecemos de nosotros mismos y mucho menos de los demás. No existe el compromiso recíproco que precisa la frágil situación en que nos hallamos. Y en ocasiones parece que no respetamos como se debe el derecho que nos han brindado de tener un Estado judío soberano tras 2.000 años sin poder tenerlo […].

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El miedo a desaparecer del mapa

David Grossman, en El País