Ibrahim Munir, líder de los Hermanos Musulmanes de Egipto, falleció el pasado 4 de noviembre en su exilio en Londres. Aunque la noticia generó pocos titulares en la prensa internacional, la muerte de Munir marca un momento crítico en la… Leer
Ibrahim Munir, líder de los Hermanos Musulmanes de Egipto, falleció el pasado 4 de noviembre en su exilio en Londres. Aunque la noticia generó pocos titulares en la prensa internacional, la muerte de Munir marca un momento crítico en la evolución de un grupo fundado hace casi 100 años como movimiento social y religioso.
Con el paso de los años, la Hermandad se convirtió en el movimiento social más importante de Egipto, así como en la principal oposición política del país. Su ideología islamista, que aboga por políticas públicas acordes con su interpretación del Islam, adquirió una gran influencia en todo el mundo.
Pero desde el golpe militar de 2013, que apartó del poder al candidato de los Hermanos Musulmanes, Mohamed Mursi, el grupo ha quedado prácticamente destruido, con la mayoría de sus líderes encarcelados, asesinados o en el exilio.
De momento, el grupo tiene un nuevo líder interino: Muhyeddine Al Zayet, una figura de 70 años de edad y de alto rango en el movimiento. Pero la cruda realidad es que la Hermandad se encuentra en un punto de inflexión. El movimiento tendrá que reinventarse o enfrentarse a la perspectiva de desvanecerse gradualmente en la irrelevancia.
Como estudiosa de los movimientos sociales que ha analizado la evolución de la Hermandad y entrevistado tanto a miembros como a desertores, creo que su destino depende de tres cuestiones: cómo va a responder a la represión del presidente egipcio, Abdel Fatah Al Sisi, contra los grupos de la oposición, incluida la Hermandad; qué líderes van a guiar al movimiento durante esta crisis; y cómo se va a reconstruir el grupo en el exilio.
La organización de los Hermanos Musulmanes fue fundada en 1928 por Hassan Al Banna, un maestro de primaria que creía que la piedad y los valores islámicos podían ayudar a transformar al individuo, reformar la sociedad y, en última instancia, crear un Estado islámico.
Apelando a los egipcios desilusionados con las instituciones religiosas existentes en el país, críticos con el sistema político y enojados por la injerencia occidental en el mundo musulmán, la Hermandad creció como un movimiento de base con una intrincada red de escuelas, periódicos y servicios sociales.
A finales del siglo XX la Hermandad dominaba la sociedad civil en Egipto, convertida en una destacada fuente de oposición política, y con sucursales y afiliados en todo el mundo musulmán.
Tras la Primavera Árabe de 2011, en la que se produjeron levantamientos populares en varios países de Oriente Medio, la Hermandad llegó al poder en las primeras elecciones libres y justas celebradas en Egipto. Su partido político afiliado, el Partido Libertad y Justicia, obtuvo el mayor bloque parlamentario, y su candidato, Mohamed Mursi, fue elegido presidente. Sin embargo, en junio de 2013, la desilusión por la falta de avances políticos y los malos resultados económicos del país provocaron una amplia movilización popular contra la Hermandad. Un mes después, los militares derrocaron a Mursi.
Cuando los partidarios de la Hermandad salieron a la calle y exigieron la restitución del presidente elegido democráticamente, la policía y el ejército abrieron fuego contra los manifestantes. El 14 de agosto de 2013, las fuerzas de seguridad reprimieron brutalmente la sentada de protesta en la plaza de Rab’a, en el este de El Cairo, matando a más de 800 personas, en lo que Human Rights Watch calificó de probable crimen de lesa humanidad.
En algunos miembros de la Hermandad, la brutalidad de las fuerzas de seguridad despertó un deseo de venganza y justificó una respuesta violenta.
Para los líderes más veteranos, sin embargo, la violencia no resultaba una opción ni políticamente pragmática ni ideológicamente justificada. A falta de una visión clara de cómo responder a la crisis política, muchos miembros jóvenes se desilusionaron con la organización.
Para 2014, la Hermandad no solo estaba perdiendo miembros, sino que surgieron además otras dos líneas de fractura: la cuestión del liderazgo y la cuestión del exilio.
Las detenciones masivas provocaron un vacío de liderazgo que llevó a un nuevo grupo de miembros de rango intermedio a hacerse cargo de las actividades dentro de Egipto. Estos nuevos líderes adoptaron un tono más revolucionario y empezaron a actuar con independencia de los antiguos dirigentes. Las reivindicaciones paralelas de autoridad y las visiones divergentes sobre cómo responder a la represión política provocaron una escisión entre los llamados «líderes históricos» y los nuevos dirigentes.
En 2016 había ya, de hecho, dos Hermandades: el grupo original, bajo la dirección de Ibrahim Munir como guía adjunto que operaba desde el Reino Unido, y la llamada «Oficina General», bajo la nueva dirección. La Oficina General atrajo a muchos jóvenes revolucionarios, incluidas mujeres, pero el grupo contaba con muchos menos recursos, lo que hizo que acabara disipándose.
A través de entrevistas con miembros de la Hermandad pude saber que, con Munir ejerciendo de líder en el exilio, surgió un debate interno profundamente controvertido sobre la necesidad de reestructurar el movimiento y trasladar la toma de decisiones estratégicas a los líderes en el extranjero. Fuera de Egipto, la organización estableció consejos consultivos regionales en la mayoría de los Estados anfitriones con una presencia significativa de la Hermandad, sobre todo en Turquía.
Aunque esto permitió cierta apariencia de reconstrucción organizativa, algunos líderes siguieron insistiendo en que todas las decisiones importantes sobre la dirección, las tácticas y las estrategias de la Hermandad se tomaran dentro de Egipto.
Esta no es la primera vez que los Hermanos Musulmanes han estado a punto de ser destruidos por la represión gubernamental. En 1954, una facción militante de la Hermandad intentó supuestamente asesinar al primer ministro Gamal Abdel Nasser, lo que provocó una severa represión contra el grupo. La tortura y los abusos a los que se enfrentaron los miembros de la Hermandad en prisión inspiraron una nueva visión militante del activismo y llevaron a un pequeño grupo de miembros de la Hermandad a empezar a planear atentados contra funcionarios del gobierno. El gobierno descubrió estas células antes de que los planes fructificaran, lo que dio lugar a una segunda gran oleada de represión en 1965.
Pero las circunstancias en las que se encuentra hoy la Hermandad son diferentes a las de esos periodos pasados de represión. Ahora está más profundamente dividida que antes. Y, lo que es más importante, la represión actual se produce después de que el movimiento llegara al poder y tuviera la oportunidad de gobernar, pero finalmente fracasara.
El Barómetro Árabe, una red de investigación no partidista, muestra que desde 2013 los egipcios se muestran sistemáticamente escépticos ante el islam político expresado por la Hermandad, aunque la población siga siendo mayoritariamente religiosa. Para muchos de los jóvenes egipcios, la Hermandad no puede ofrecer ninguna solución a las dificultades económicas a las que se enfrenta el país, ni a las crecientes violaciones de los derechos humanos.
Ante estas divisiones internas y las difíciles circunstancias políticas, el camino no será fácil para la Hermandad. Como han admitido algunos de sus antiguos miembros, existe una tensión entre ser un movimiento social y ser un partido político.
La Hermandad sabe que, si bien muchos egipcios están de acuerdo con los valores religiosos del grupo, al mismo tiempo son profundamente críticos con sus ambiciones políticas.
Si la Hermandad quiere volver a ser una fuerza de cambio y atraer a una nueva generación de activistas islamistas, creo que necesita desarrollar una nueva visión y teoría de la agencia política que inspire tanto a los jóvenes en el exilio, que hablan el lenguaje de la inclusión, la diversidad y la revolución, como a los jóvenes de Egipto, hambrientos de libertad y oportunidades económicas.
Ioana Emy Matesan es Profesora Asociada de Gobierno en la Universidad de Wesleyan (EE UU), y centra su investigación en política contenciosa y en la política de Oriente Medio, con especial interés en la violencia política, la democratización y los movimientos islamistas. Ha realizado trabajos de campo en Egipto y en Indonesia, explorando por qué los grupos adoptan o abandonan las tácticas violentas, y cómo se produce el cambio táctico e ideológico dentro de los movimientos islamistas. En Wesleyan, Matesan imparte cursos de política comparada, política de Oriente Medio y terrorismo y cine.
Publicado originalmente en The Conversation bajo licencia Creative Commons el 16/12/2022
Traducción del original en inglés: Muslim Brotherhood at the crossroads: Where now for Egypt’s once-powerful group following leader’s death in exile, repression at home?
Ibrahim Munir, líder de los Hermanos Musulmanes de Egipto, falleció el pasado 4 de noviembre en su exilio en Londres. Aunque la noticia generó pocos titulares en la prensa internacional, la muerte de Munir marca un momento crítico en la… Leer
A las cinco y media de la mañana del 14 de agosto de 2013, hace hoy un año, fuerzas policiales y del ejército egipcio rodearon la zona de El Cairo en torno a las mezquitas de Al Raba y Al Adawiya, donde miles de partidarios del depuesto presidente Mohamed Mursi llevaban semanas desafiando al Gobierno en una masiva, y pacífica, acampada de protesta. Mursi, respaldado por la organización islamista de los Hermanos Musulmanes, había sido derrocado un mes antes por los militares en un golpe de Estado.
A través de megáfonos, las fuerzas de seguridad ordenaron a los manifestantes que desmantelasen el campamento y abandonasen el lugar. La mayoría no oyeron los mensajes, o simplemente no hicieron caso, determinados a mantener su protesta. Poco después, todas las salidas de la plaza fueron bloqueadas por vehículos blindados, al tiempo que se desplegaba un gran dispositivo militar y policial, con bulldozers, tropas de asalto y hasta francotiradores de élite en helicópteros. La mezquita, en la que se habían refugiado mujeres y niños, se incendió. Centenares de manifestantes fueron detenidos; muchos de ellos acabaron siendo «golpeados, torturados o ejecutados directamente». La trágica jornada se saldó con al menos 817 muertos. Esos son, en cualquier caso, los identificados hasta ahora. La cifra real podría superar los 1.150.
Todo según lo planeado: la masacre de Raba y la matanza de manifestantes en Egipto. Así titula Human Rights Watch el informe, de 188 páginas y publicado este martes, en el que esta organización documenta con todo detalle lo ocurrido hace un año en El Cairo, denuncia que la masacre fue premeditada, atribuye la responsabilidad a varios altos cargos del Gobierno (incluido el actual presidente, Abdel Fatah al Sisi), y sostiene que los hechos podrían constituir un crimen contra la humanidad.
«En la plaza de Raba, las fuerzas de seguridad egipcias cometieron en un solo día una de las matanzas de manifestantes más numerosas de la historia reciente», dijo el director ejecutivo de HRW, Kenneth Roth, en la presentación del informe, un documento que compara esta masacre con la de la plaza de Tiananmen de Pekín en 1989.
Roth, acompañado de la directora de HRW para Oriente Medio, Sarah Leah Whitson, viajó a Egipto el pasado domingo para hacer públicos los resultados de la investigación, pero, tras pasar 12 horas retenidos en el aeropuerto de El Cairo, las autoridades les negaron la entrada alegando «razones de seguridad». El informe tuvo que ser presentado por videoconferencia. Según indicó Roth posteriormente, era la primera vez en 25 años que Egipto impedía la entrada a HRW, una organización que también ha condenado en el pasado los abusos cometidos por los Hermanos Musulmanes.
Para elaborar el informe, los investigadores de HRW entrevistaron a más de 200 testigos, incluyendo manifestantes, médicos, periodistas y vecinos de la zona. También revisaron docenas de grabaciones de vídeo y analizaron las declaraciones de varios mandatarios egipcios.
El Gobierno de Al Sisi ha calificado el documento de «sesgado», y critica el hecho de que muchos de los testimonios incluidos sean anónimos. El texto reconoce, por otra parte, que algunos manifestantes estaban armados (se encontraron 15 armas de fuego en el campamento), una circunstancia que constituyó el principal argumento de las autoridades para justificar la violencia policial. No obstante, HRW indica que el uso de la fuerza fue «completamente desproporcionado», ya que los civiles armados eran una pequeña minoría. «Las pruebas muestran que las fuerzas de seguridad abrieron fuego contra la multitud desde los primeros minutos de la dispersión», indicó Roth.
Human Rights Watch escribió al Ministro del Interior egipcio, a la Oficina del Ministerio Público, al Ministerio de Defensa, al Ministerio de Asuntos Exteriores y a la Embajada de Egipto en Washington, instando a las autoridades egipcias a que expresaran sus opiniones sobre el informe. No recibió respuestas concretas a ninguna de estas peticiones.
Según señala la ONG, numerosos comunicados y registros de reuniones gubernamentales indican que oficiales de alto rango eran conscientes de que los ataques causarían un gran número de víctimas: «En el mayor incidente, el desalojo de los campamentos de Al Raba y Al Nahda, el Gobierno anticipó e hizo planes para la muerte de varios miles de manifestantes», indica el documento. HRW denuncia que, un año después, las fuerzas de seguridad continúan negando las acusaciones y que «ni un solo oficial de la policía o del ejército ha tenido que rendir cuentas por estas muertes».
Entre los mandos que, según HRW, deberían ser investigados por existir pruebas de su responsabilidad se encuentran el entonces ministro del Interior, Mohamed Ibrahim, quien «elaboró el plan de desalojo, supervisó su aplicación, y reconoció que había ordenado a las Fuerzas Especiales que «avanzaran y purificasen» los edificios clave de la plaza de Raba»; el entonces ministro de Defensa y actual presidente del país, Abdel Fatah al Sisi, quien «desempeñó un papel de mando sobre las fuerzas armadas que abrieron fuego contra los manifestantes los días 5 y 8 de julio, supervisó la seguridad nacional como vice primer ministro para Asuntos de Seguridad, y reconoció haber pasado «muchos largos días discutiendo los detalles» del desalojo de Raba»; y el comandante de las Fuerzas Especiales durante la operación en Raba, Medhat Menshawy, quien «se jactó de haberle dicho él mismo al ministro Ibrahim, desde la plaza Raba, en la mañana del 14 de agosto, que “atacaremos cueste lo que cueste”».
«Hemos compartido nuestro informe con altos funcionarios egipcios, y esperábamos tener reuniones con representantes [del Gobierno] para discutir nuestras conclusiones y recomendaciones, pero parece que el Gobierno egipcio no desea hacer frente a la realidad de estos abusos, y mucho menos que los responsables rindan cuentas», dijo Roth.
Al menos tres personas murieron este jueves, una de ellas un policía, y decenas resultaron heridas en las manifestaciones convocadas por los islamistas para conmemorar el primer aniversario de la masacre.
Más información y fuentes:
» All According to Plan: The Rab’a Massacre and Mass Killings of Protesters in Egypt (informe completo de Human Rights Watch, en inglés)
» Egipto prohíbe entrar al país a delegación de Human Rights Watch (HRW)
» Egypt’s cover-up (Sarah Leah Whitson, en openDemocracy)
» Massacre de Rabaa : le rapport que les autorités égyptiennes ne veulent pas qu’on lise (Orient XXI)
» Human Rights Watch acusa a Egipto de planear la matanza de islamistas (El País)
» HRW: Rabaa Massacre in Egypt «a Crime Against Humanity» (Democracy Now)
» Cairo’s Rabaa massacre: One year later (Al Jazeera)
» In Pictures: Memories of the Rabaa massacre (Al Jazeera)
» August 2013 Rabaa Massacre (Wikipedia)
Leer también:
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» Noche de pesadilla en Egipto
A las cinco y media de la mañana del 14 de agosto de 2013, hace hoy un año, fuerzas policiales y del ejército egipcio rodearon la zona de El Cairo en torno a las mezquitas de Al Raba y Al… Leer
En una decisión sin precedentes, un total de 529 partidarios de los Hermanos Musulmanes han sido condenados a muerte este lunes en Egipto por una serie de ataques contra edificios oficiales y el asesinato de un coronel en agosto de 2013. Numerosos seguidores del derrocado presidente islamista Mohamed Mursi ya habían sido sentenciados a prisión, pero hasta ahora no se habían dictado condenas a la pena capital.
La cofradía, declarada «grupo terrorista» el pasado mes de diciembre por el Gobierno instaurado por los militares golpistas, ha calificado la sentencia de «inhumana», y de «clara violación de todas las normas judiciales».
La condena, informa Efe, ha sido dictada en un tiempo récord en la segunda sesión del juicio, tan solo dos días después de que se iniciase el proceso. «Los tribunales egipcios actúan con rapidez para castigar a los seguidores de Mohamed Mursi, pero ignoran las violaciones graves de derechos humanos que cometen las fuerzas de seguridad», indica Amnistía Internacional en un comunicado.
Embed from Getty ImagesFamiliares de los condenados, tras conocer la sentencia, en las afueras de la corte. Foto: AFP / Getty Images
La corte, presidida por el juez Said Yusef, ha encontrado a los condenados culpables de asaltar edificios gubernamentales en la provincia de Minia, matar a un coronel, intentar asesinar a otros dos responsables policiales, incendiar una comisaría y apoderarse de armas.
Estos ataques tuvieron lugar en protesta por el violento desalojo policial de las acampadas de los islamistas en El Cairo el pasado 14 de agosto, cuando murieron cientos de personas y se desató una ola de violencia en todo el país.
La agencia AFP informa de que solo 153 de los condenados se encuentran detenidos. Los demás están prófugos. Desde que el ejército derrocó a Mursi el pasado 3 de julio, 1.400 de sus partidarios han muerto por la represión y otros miles han sido encarcelados.
En total, más de 1.200 personas han sido procesadas por los actos de violencia que tuvieron lugar a mediados de agosto en la gobernación de Minia, a unos 250 kilómetros al sur de El Cairo.
Las fuerzas islamistas partidarias de Mohamed Mursi ya han convocado para el próximo miércoles multitudinarias manifestaciones en las principales plazas de Egipto.
Más información y fuentes:
» Condenan a muerte en Egipto a 529 partidarios del depuesto presidente Mursi (Efe)
» 529 Morsi supporters sentenced to death in Egypt (AFP)
» Egyptian court sentences 529 Brotherhood members to death (Reuters)
» Egypt sentences 529 Morsi supporters to death (AP)
» Egypt: More than 500 sentenced to death in ‘grotesque’ ruling (Amnistía Internacional)
» Hermanos Musulmanes, islamistas en el punto de mira de la Justicia egipcia (Efe)
En una decisión sin precedentes, un total de 529 partidarios de los Hermanos Musulmanes han sido condenados a muerte este lunes en Egipto por una serie de ataques contra edificios oficiales y el asesinato de un coronel en agosto de… Leer
Un ciudadano vota en el referéndum constitucional de Egipto, en El Cairo. Foto: Ed Giles / Getty Images
Es la primera parada en el camino trazado por los militares egipcios para legitimar y apuntalar el golpe de Estado que acabó con el gobierno islamista del presidente Mohamed Mursi: aprobar una nueva constitución para, en unos meses, poder celebrar unas elecciones a las que, aunque aún no lo ha anunciado de manera oficial, es muy probable que se presente el general golpista Abdul Fatah al Sisi, jefe de las fuerzas armadas y actual hombre fuerte del país.
La nueva carta magna, redactada por el gobierno instaurado por el ejército, ha empezado a someterse a referéndum este martes, en un proceso electoral que durará dos días. Teniendo en cuenta la imposibilidad de una campaña libre por el «No», la abrumadora propaganda por el «Sí» desplegada por la maquinaria del Estado, la previsiblemente importante abstención ciudadana y el boicot anunciado por los islamistas, el resultado a favor parece cantado. Como cuenta el periodista Mikel Ayestaran, «las calles de todo el país están empapeladas de carteles pidiendo el ‘Sí’ y los medios de información se han volcado con el nuevo texto. No hay espacio para el ‘No’, las voces críticas han sido silenciadas y políticos y activistas de la oposición han sido detenidos por mostrar su rechazo a la constitución».
El objetivo del Gobierno interino egipcio es demostrar, a través de las urnas, que los militares contaban con apoyo popular, tanto cuando derrocaron al presidente Mursi como en la brutal represión de los Hermanos Musulmanes que vino después. Públicamente, las autoridades sostienen que el nuevo borrador constitucional es una notable mejora con respecto a la carta anterior, puesto que reconoce más derechos y libertades y representa un paso crucial en el camino a la «estabilidad».
La nueva constitución viene a reemplazar a la aprobada en referéndum en diciembre de 2012 (una consulta en la que participó tan solo el 33% del electorado), y que fue suspendida tras el golpe de Estado de julio de 2013.
La constitución de Mursi no era, ciertamente, un modelo de carta democrática o respetuosa con los derechos humanos. Sus críticos, las fuerzas liberales y laicas, aseguran, con razón, que el gobierno respaldado por los Hermanos Musulmanes alumbró una constitución que no representaba la realidad de la sociedad egipcia, y que no protegía las libertades por las que luchó la revolución que acabó con el régimen de Hosni Mubarak en 2011. Ni los derechos de las mujeres ni los de los cristianos (aproximadamente el 10% de la población) estaban suficientemente salvaguardados.
Pero la nueva constitución, la del general Al Sisi, aparte de emanar de una autoridad ilegítima, tampoco es precisamente ejemplar. Es cierto que reconoce una mayor libertad religiosa (aunque solo protege el credo y la práctica religiosa de «aquellos que creen en las religiones celestiales: islam, cristianismo y judaísmo»), pero, en la práctica, supone un importante fortalecimiento del poder del ejército.
Para empezar, conserva la cláusula que hace posible que los civiles sean juzgados en tribunales militares. No permite estos juicios expresamente, pero las excepciones son tantas, que lo que en realidad se pretende es no tolerar ningún tipo de amenaza percibida contra el poder militar. Por otra parte, los militares tendrán control sobre el nombramiento del ministro de Defensa durante los dos primeros periodos presidenciales tras la aprobación de la constitución, una disposición que implica que el presidente no podrá decidir libremente sobre la elección de este cargo.
En la nueva constitución, que fue redactada por un comité de 50 personas, entre las que solo había dos representantes de partidos islamistas, el islam sigue siendo «la religión del Estado» y los principios de la sharia se mantienen como «la principal fuente de legislación». Sin embargo, y tal y como se explica bien en este análisis de la BBC, ha sido eliminada una disposición de la constitución de 2012 que daba una detallada definición de estos «principios». Por otro lado, con el nuevo texto, los partidos «no podrán ser formados sobre la base de religión, género, raza o geografía». En la constitución anterior tan solo se especificaba que no podrían «discriminar» atendiendo a la religión.
Otra disposición importante de la nueva carta magna es que, por primera vez, el Parlamento tendrá la facultad de remover a un presidente electo y procesarlo.
Entre los aspectos mejorados con respecto a la constitución anterior destacan la inclusión de la prohibición explícita del tráfico de personas y una mayor protección para los menores, cláusula esta última que quedó fuera en la constitución islamista anterior. El nuevo borrador establece que «todos los menores de 18 años son niños», lo que abre la puerta a prohibir los matrimonios forzosos de mujeres menores de edad.
Aparte de la casi totalidad de las opiniones expresadas en los canales de televisión, tanto públicos como privados, la nueva constitución tiene el apoyo de los partidos Al Nur (salafistas), Dustour, Wafd y Egipcios Libres. El movimiento popular Tamarod, responsable en buena parte de la convocatoria que sacó a miles de egipcios a la calle en contra de Mursi, antes del golpe militar, también respalda el «Sí». En general, la constitución de Al Sisi tiene las bendiciones de un amplio espectro que incluye a liberales, socialistas, naseristas, nacionalistas e incluso socialdemócratas, unidos por el común denominador de su rechazo al islamismo.
En contra de la nueva carta magna están el Partido Fuerte de Egipto, el movimiento juvenil 6 de Abril (uno de los instigadores de las protestas que llevaron a la caída de Mubarak), el movimiento Socialistas Revolucionarios y el movimiento No a los Juicios Militares. La mayoría de las razones de su rechazo se encuentran en los artículos que mantienen o amplían el poder de los militares, o en el hecho de que se trate de un proceso promovido por autoridades golpistas.
En cuanto a los islamistas, la coalición Alianza Nacional de Apoyo a la Legitimidad (NASL), en la órbita de los ilegalizados (y declarados «grupo terrorista») Hermanos Musulmanes, anunció su boicot al referéndum.
En su crónica previa al referéndum, el corresponsal de El País en El Cairo, David Alandete, escribe:
El Cairo ha quedado cubierto estos días de miles de grandes carteles, azules y verdes, en los que se lee «sí a la constitución». Muchos van acompañados por el marchamo de la foto del general Al Sisi, que considera presentarse a la presidencia, con uniforme militar. Un anuncio radiofónico repite machaconamente la frase «vota sí, vota contra el terrorismo». En el golpe de Estado los militares no dejaron muchas opciones al poder de Morsi y los Hermanos Musulmanes. Ahora han seguido ese mismo patrón. El sí parece ser la única opción de Egipto.
La agencia AP, por su parte, ha recogido los testimonios de varios ciudadanos en las calles de la capital egipcia. Estos son algunos de ellos:
«He votado “Sí” porque creo que estamos en una crisis. Esta constitución no es perfecta, pero necesitamos avanzar primero y arreglarla después». (Ameena Abd Al-Salaama, 65 años, en el barrio de Zamalek, una zona rica de la ciudad)
«Los Hermanos Musulmanes son como un pollo sin cabeza que está exhalando su último aliento, y un “sí” significará su final. Yo estoy aquí para enviar al mundo y a aquellos que odian a Egipto el mensaje de que queremos vivir y que nuestro país vuelva a funcionar». (Alaa al-Nabi Mohammed, 67 años, en el barrio de Imbaba)
«Esta constitución no está construida desde la legitimidad. Yo no voy a votar. Sé que va a aprobarse, lo queramos o no, pero no puedo participar en algo de lo que no estoy covencido. Y si digo algo en contra de ella, me detendrán. Mantenerse callado es mejor». (Hani Abdel-hakim, 33 años, en el barrio de Assuit, de mayoría islamista)
«Voy a votar “Sí”. Voté “Sí” en el referéndum anterior y votaré “Sí” otra vez. Porque necesitamos un país seguro, necesitamos progreso. Solo Dios sabe si las cosas cambiarán en realidad, o no». (Fatma Ahmed, 58 años, en Ciudad Nasser)
«Sinceramente, no puedo ir a votar. Yo estuve con los manifestantes en las protestas de Rabaa, y les vi morir. Para mi, este referéndum no tiene ninguna legitimación». (Ahmed Zakaria, 24 años, cerca de un colegio electoral situado junto a la mezquita de Rabaa Adawiyya, la zona donde las fuerzas de seguridad disolvieron violentamente una protesta de varios días en favor de Mursi, con el resultado de unos 300 muertos)
El pasado 28 de diciembre, un par de días después de que los Hermanos Musulmanes fuesen declarados «organización terrorista», la arabista Luz Gómez García señalaba en un imprescindible artículo, publicado en El País, que la nueva carta magna egicpia «refuerza el papel de la religión y las Fuerzas Armadas, y su publicación coincide con una ley que restringe el derecho de reunión. El país es hoy más militar y más islamista que hace tres años». Y concluía:
La nueva Constitución, tan semejante a sus predecesoras, no podrá hacer frente al cambio social que ha vivido Egipto. Ha nacido apoyándose en la represión y no augura su fin. La declaración, por parte del Gobierno golpista, de los Hermanos Musulmanes como organización terrorista es una sentencia a muerte para la democracia. Lo lógico sería que Egipto se siga considerando revolucionario y le aplique a Al Sisi el correctivo que le aplicó a Morsi por menos.
Más información y fuentes:
» Egypt’s winding path toward a new constitution (Ursula Lindsey, en Mada Masr)
» Referendo en Egipto: qué está en juego (BBC)
» Egipto, represión y Constitución (Luz Gómez García, en El País)
» Egypt votes this week on new constitution, with result already known (Nancy A. Youssef, en McClatchy)
» Una constitución a medida del régimen (David Alandete, en El País)
» Egypt’s Good, Bad, and Ugly (H. A. Hellyer, en Foreing Policy)
» A constitutional mirage in Egypt (Islam Abdel-Rahman, en openDemocracy)
» Doing the math on Egypt’s referendum (Wael Nawara, en Al Monitor)
» Voices of Egypt’s voters on draft constitution (AP)
» On Egypt’s General Sisi (Nervana)
Es la primera parada en el camino trazado por los militares egipcios para legitimar y apuntalar el golpe de Estado que acabó con el gobierno islamista del presidente Mohamed Mursi: aprobar una nueva constitución para, en unos meses, poder celebrar unas elecciones a las que, aunque aún no lo ha anunciado de manera oficial, es muy probable que se presente el general golpista Abdul Fatah al Sisi, jefe de las fuerzas armadas y actual hombre fuerte del país. […]
Una selección de fotografías tomadas en Oriente Medio esta semana. Pincha en los enlaces de las localizaciones para ver las imágenes.
Bam, Irán, 19/12/2013: Una jugadora de baloncesto entrena en un pabellón deportivo de Bam, la localidad iraní que hace ahora diez años, el 26 de diciembre de 2003, quedó arrasada por un terrible seísmo de 6,6 grados en la escala de Richter. Entre 35.000 y 46.000 personas (alrededor del 40% de la población total de la ciudad) murieron a causa del terremoto; 50.000 resultaron heridas y 80.000 perdieron su hogar. El 70% de las casas, la mayoría de ellas de construcción precaria, quedaron destruidas. Foto: Atta Kenare / AFP
Belén, Cisjordania (Palestina), 25/12/2013: Una niña enciende una vela en el interior de la Basílica de la Natividad, el lugar donde la tradición señala el nacimiento de Jesús, y al que cada año por estas fechas acuden miles de peregrinos cristianos de todo el mundo. Foto: Oren Ziv
Belén, Cisjordania (Palestina), 24/12/2013: Niños palestinos vestidos de Papá Noel, en las afueras de la Basílica de la Natividad. Foto: Majdi Mohammed / AP
Ammán, Jordania, 25/12/2013: Un refugiado iraquí, cristiano ortodoxo, asiste a la misa del día de Navidad en una iglesia de la capital jordana a la que acudieron familias iraquíes y sirias para rezar por sus respectivos países. Foto: Mohammad Hannon / AP
Mansura, Egipto, 24/12/2013: Un hombre trata de pasar entre los restos dejados por la explosión en un cuartel de la policía que mató a al menos una docena de personas, y dejó heridas a más de un centenar, el pasado martes. El Gobierno egipcio instaurado por los militares culpó del atentado a los Hermanos Musulmanes y al día siguiente declaró al grupo «organización terrorista». La Hermandad, sin embargo, condenó la acción y negó toda responsabilidad en el ataque. Foto: Ahmed Ashraf / AP
El Cairo, Egipto, 27/12/2013: Un manifestante se pone a cubierto durante los enfrentamientos de este viernres entre manifestantes en apoyo de los Hermanos Musulmanes y la policía, tras declarar el Gobierno provisional «organización terrorista» al grupo islamista. Una persona murió y cerca de 150 fueron detenidas durante los disturbios. Foto: Khaled Elfiqi / EPA
Beirut, Líbano, 27/12/2013: Un hombre lleva en brazos a una mujer herida tras el atentado con coche bomba que sacudió la capital libanesa a primeras horas de la mañana de este viernes. En la acción terrorista perdieron la vida un total de ocho personas, incluyendo al exministro de Finanzas Mohamed Chatah, economista, diplomático, antiguo consejero de los exjefes de gobierno Fuad Siniora y Saad Hariri, y probable objetivo del atentado. Foto: Bilal Hussein / AP
Beirut, Líbano, 29/12/2013: Familiares y amigos del exministro de Finanzas libanés Mohamed Chatah, asesinado el viernes en un atentado con coche bomba, durante el funeral. Foto: Bilal Hussein / AP
Rahat, Israel, 25/12/2013: Un grupo de beduinos se reúne en torno a la tumba de Salah Abu Latif, un beduino funcionario israelí de 22 años que fue asesinado, según el Gobierno israelí, por un francotirador palestino, cuando trabajaba en la valla de separación entre Israel y Gaza. Tras la muerte de Latif, el ejército israelí lanzó el martes una serie de ataques aéreos contra la Franja de Gaza, en los que, según fuentes palestinas, murió una niña de tres años de edad. Foto: Oded Balilty / AP
Bilin, Cisjordania (Palestina), 27/12/2013: Un joven palestino lanza piedras contra soldados israelíes durante un acto en contra de los asentamientos judíos en territorio ocupado por Israel, cerca de Ramala. Al fondo, el muro de separación israelí. Foto: Mohamad Torokman / Reuters
Estambul, Turquía, 27/12/2013: Manifestantes contra el Gobierno se enfrentan a la policía durante una protesta por el escándalo de corrupción que ha causado en apenas una semana la dimisión de tres ministros, el relevo de otros diez y la renuncia a sus escaños de tres parlamentarios del AKP, el partido islamista gobernante en Turquía. El escándalo ha destapado las luchas internas en el seno del islamismo turco y ha puesto contra las cuerdas al primer ministro, Racip Tayip Erdoğan. Las claves, aquí. Foto: Tolga Bozoglu / EPA
Homs, Siria, 25/12/2013: Un gorro de Papá Noel, entre las ruinas de un edificio destruido por las bombas. El papa Francisco dedicó a Siria una mención especial en su primer discurso de Navidad: «Demasiadas vidas ha destruido en los últimos tiempos el conflicto de Siria. Sigamos rezando al Señor para que el amado pueblo sirio se vea librado de sufrimientos, y las partes en conflicto permitan el paso de la ayuda humanitaria», dijo. Foto: Yazan Homsy / Reuters
Alepo, Siria, 29/12/2013: Varios niños cruzan con sacos llenos de pertenencias la zona de Karaj al Hajez, un pasaje en Alepo que separa el barrio de Bustan al Qasr, controlado por los rebeldes, del de Al Masharqa, bajo el control del régimen. Foto: Ammar Abdullah / Reuters
Alepo, Siria, 28/12/2013: Una niña es rescatada de entre las ruinas de un edificio que se vino abajo tras dos ataques aéreos de fuerzas del régimen, en el barrio de Maysar, según informaron activistas de la oposición siria. Foto: Jalal Alhalabi / Reuters
Esmirna, Turquía, 22/12/2013: Al menos 10 personas murieron y 17 resultaron heridas al naufragar un remolcador en un astillero militar cercano a la ciudad turca de Izmir (Esmirna), en el mar Egeo, por causas que aún se desconocen, y que están siendo investigadas, según informaron fuentes militares. Foto: Emin Menguarslan / Anadolu
Tel Aviv, Israel, 26/12/2013: Manifestación cerca de la sede del Ministerio de Defensa israelí, en contra de la liberación de prisioneros palestinos que llevará a cabo el Gobierno a partir de esta semana, como parte del acuerdo patrocinado por Estados Unidos en julio, dentro de los esfuerzos por reanudar las conversaciones de paz. Foto: Ammar Awad / Reuters
Beersheva, Israel, 26/12/2013: Pilotos de la Fuerza Aérea israelí lanzan sus gorras al aire celebrando su graduación, en la base aérea de Hatzerim, en el desierto del Neguev. Foto: Jack Guezjack / AFP
Estambul, Turquía, 27/12/2013: Dos niños, junto a una de las obras del escultor indio Anish Kapoor que se exhiben hasta el próximo mes de febrero en el museo Sakip Sabanci. Foto: Murad Sezer / Reuters
El Cairo, Egipto, 24/12/2013: Cuatro artistas egipcios, Hany Rashed, Ganzeer, Ahmed Hefnawy y Ammar Abu Bakr, han montado estos días en un hotel del centro de la capital del país la exposición Libertad, en lo que han denominado «Museo de la Revolución». La muestra incluye graffitis, pinturas, esculturas y hasta simulaciones de granadas de gas. Foto: Rowan El Shimi / Al Ahram. Más fotos, aquí.
Bursa, Turquía, 26/12/2013: El Ayuntamiento de la ciudad turca de Bursa, en el noroeste del país, ha decidido iluminar con tecnología LED los edificios históricos más emblemáticos de la localidad. Foto: Anadolu Agency. Más fotos, aquí.
Ciudad de Gaza, Gaza (Palestina), 29/12/2013: Un hombre cabalga por una playa a orillas del Mediterráneo. Foto: Hatem Moussa / AP
El Gobierno instaurado en Egipto por los militares golpistas estrechó este miércoles más aún si cabe su cerco contra los Hermanos Musulmanes, al declarar «organización terrorista» al grupo que respalda al depuesto presidente Mohamed Mursi. Según señaló el propio Ejecutivo, la decisión se tomó horas después de que un ataque suicida contra una sede policial causara el martes al menos 13 muertos y 134 heridos en Mansura, al norte de El Cairo. Las autoridades egipcias insisten en culpar del brutal atentado a los Hermanos Musulmanes, a pesar de que la acción ha sido reivindicada por un reconocido grupo yihadista, Ansar Beit al Maqdis, y de que la propia Hermandad condenó de inmediato el ataque.
Como era de esperar, los Hermanos han reaccionado afirmando que continuarán desarrollando sus actividades y que «seguirán existiendo», porque «recibimos nuestra fuerza del pueblo egipcio». Su portavoz Islam Taufiq recordó este miércoles que «otros gobiernos egipcios prohibieron al movimiento en el pasado, pero la Hermandad siguió existiendo y ellos desaparecieron». Añadió que la medida del Ejecutivo «carece de base jurídica» porque la Justicia egipcia «no ha condenado a ninguno de los detenidos de los Hermanos Musulmanes por terrorismo».
A partir de ahora, la justicia egipcia podrá condenar por pertenencia a banda armada a cualquier miembro de la Hermandad o incluso a «cualquier persona que se una a sus actividades», si bien aquellos que la abandonen «serán perdonados», según aseguró el ministro de Universidades, Hossam Eissa, al anunciar la medida del Gobierno.
La cofradía ya había sido ilegalizada el pasado mes de septiembre, algo que podría sucederle también en breve a su rama política, el Partido de la Libertad y la Justicia, ya que la resolución de una demanda de disolución presentada contra esta formación debe resolverse en las próximas semanas. Desde el golpe militar contra Mursi, las autoridades han reprimido por la fuerza las manifestaciones de los islamistas y han detenido a sus principales dirigentes. Además, el Gobierno ha congelado los fondos de 1.130 asociaciones dependientes de la cofradía, controladas ahora por el Ejecutivo.
Según informa Efe, citando a la agencia estatal de noticias Mena, las fuerzas de seguridad egipcias han detenido en las últimas horas a 65 miembros y partidarios de los Hermanos Musulmanes en redadas lanzadas en varias zonas del país. Un total de 42 personas fueron arrestadas en las localidades de Tanta, Qatur, Al Mahala y Zafta, en la provincia de Al Garbiya, en el delta del río Nilo. Todas ellas, entre las que hay dos imanes de mezquitas locales, están acusadas de causar disturbios e incitar a la violencia.
A pesar de la prohibición de las autoridades, decenas de islamistas se manifestaron este miércoles en varias ciudades de Egipto para pedir la restitución de Mursi.
En declaraciones recogidas también por Efe, el movimiento juvenil 6 de Abril –uno de los instigadores de las protestas que llevaron a la caída del presidente Hosni Mubarak en 2011– manifestó este miércoles su rechazo a la decisión de declarar «organización terrorista» a la Hermandad: «Se ha cerrado la última puerta que podría salvar a Egipto del caos», afirmó. El movimiento 6 de abril se ha posicionado en contra del Gobierno actual por la violencia que ejerce contra los Hermanos Musulmanes, pero también se opone a la vuelta de Mursi: «El futuro de Egipto no está en manos ni de Al Sisi ni de Mursi», señalaba este lunes su coordinador general, Amr Alí, en una entrevista en La Voz de Galicia.
La declaración de los Hermanos Musulmanes como organización terrorista no parece, ciertamente, un buen paso hacia la recuperación, si no de la legitimidad democrática, sí al menos de la convivencia pacífica hasta que se celebren nuevas elecciones.
La bloguera egipcia Zeinobia escribe en Egyptian Chronicles:
¿Cómo van a aplicar [la medida] a los cientos de miles de seguidores [de los Hermanos Musulmanes] en Egipto? No hay listas reales de miembros de los Hermanos Musulmanes, así que van a ser días muy divertidos, con detenciones indiscriminadas, sin derechos ni permisos. Y los detenidos podrían enfrentarse a juicios militares. Y si cualquier agente abre fuego contra un presunto terrorista, no será castigado, porque estaba luchando contra el terrorismo. Y la ley no acaba ahí, sino que se extiende también a cualquiera que promueva la organización en sus escritos. Una caza de brujas contra escritores y periodistas. […]
[…] Ahora los Hermanos han vuelto al lugar donde se sienten más cómodos, el territorio subterráneo donde han pasado la mayor parte de su existencia, donde han florecido y desde el que se han extendido.
Los Hermanos Musulmanes y el «Estado profundo» se necesitan mutuamente para existir. El Estado necesita a los Hermanos como su particular ‘hombre del saco’, y los Hermanos necesitan este tipo de régimen para sobrevivir, como siempre, en el papel de víctimas. […]
[…] Los revolucionarios están atrapados entre el antiguo régimen y los Hermanos Musulmanes, los dos mayores poderes en Egipto, cuya lucha está debilitando a quienes hicieron la revolución y que son, en realidad, antirrevolucionarios.
Más información y fuentes:
» El Gobierno egipcio declara a los Hermanos Musulmanes «grupo terrorista» (Efe)
» El Gobierno de Egipto designa a los Hermanos Musulmanes como grupo terrorista (Reuters)
» Egipto declara «organización terrorista» a los Hermanos Musulmanes (Ricard González, en El País)
» #1954Redux: Muslim Brotherhood is officially a terrorist organization (Egyptian Chronicles)
» «El futuro de Egipto no está en manos ni de Al Sisi ni de Mursi» (entrevista al coordinador general del movimiento 6 de abril, por Laura Fernández-Palomo, en La Voz de Galicia)
» La accidentada vida de los Hermanos Musulmanes de Egipto (BBC)
» Ansar Beit al Maqdis, la nueva pesadilla del ejército egipcio (Francisco Carrión, en El Mundo)
El Gobierno instaurado en Egipto por los militares golpistas estrechó este miércoles más aún si cabe su cerco contra los Hermanos Musulmanes, al declarar «organización terrorista» al grupo que respalda al depuesto presidente Mohamed Mursi. Según señaló el propio Ejecutivo,… Leer
Un tribunal egipcio ordenó este lunes la prohibición de todas las actividades de los Hermanos Musulmanes en el país y la confiscación de sus bienes. No es una ilegalización formal del influyente movimiento islámico, registrado oficialmente como organización no gubernamental el pasado mes de marzo, pero, a efectos prácticos, viene a ser lo mismo. La corte ha actuado a petición de la formación izquierdista Tagammu, que había solicitado la prohibición de la agrupación, la confiscación de los bienes de sus dirigentes y la congelación de sus fondos en el país.
La decisión judicial supone estrechar más aún el cerco al movimiento que respaldó al gobierno del presidente Mohamed Mursi hasta que fue derrocado por los militares el pasado 3 de julio. Y, aunque no ha sido directamente promovido por las autoridades golpistas que gobiernan ahora el país, ni mencione específicamente al brazo político de la Hermandad (el Partido Libertad y Justicia), parece claro que el veredicto es un paso encaminado a despejar el terreno para unas eventuales elecciones en las que no podría haberse descartado una nueva victoria islamista.
Los Hermanos Musulmanes, que tienen ya a la práctica totalidad de su cúpula dirigente en la cárcel (incluido su principal líder, Mohamed Badie), vuelven así a la clandestinidad en la que pasaron cerca de seis décadas, desde que fueron ilegalizados en los años cincuenta hasta la revolución que derrocó el régimen de Mubarak en 2011.
Y al veredicto de este lunes se suma otra amenaza inminente, después de que la Autoridad de Comisarios Estatales, el órgano de asesoramiento legal del Gobierno, haya recomendado la disolución de la Hermandad por su presunta relación con milicias armadas.
En cualquier caso, no está claro aún hasta donde llegará el celo de las autoridades a la hora de aplicar el fallo emitido este lunes. Como explica desde El Cairo Ricard González en El País, «durante las últimas semanas, habían aflorado disensiones dentro del ejecutivo respecto a la conveniencia de ilegalizar la cofradía. El propio primer ministro, Hazem Beblawi, había apostado por esta medida inicialmente, pero luego se echó atrás, alimentando los rumores sobre unas hipotéticas negociaciones secretas entre el Ejército y la Hermandad».
«Por otro lado –continúa González–, tampoco está clara cuál será la efectividad real de la decisión, pues los Hermanos Musulmanes han pasado la mayor parte de su historia en la clandestinidad, y conocen perfectamente los entresijos legales para poder continuar operando en las sombras a través de numerosas organizaciones caritativas y escuelas afiliadas indirectamente al movimiento».
Además, el fallo contra la organización es recurrible y, como ya se ha señalado, atañe, en principio, a la ong de la Hermandad, y no a su rama política, el Partido Libertad y Justicia. En este sentido, Michael Collins Dunn, editor del Middle East Journal, señala en su blog:
Los secularistas egipcios que piensen que la decisión del tribunal […] supondrá el final definitivo de la organización tienen muchas posibilidades de equivocarse. Incluso dejando a un lado la historia de la Hermandad como un organismo subterráneo fuertemente organizado y capaz de haber sobrevivido en las sombras durante décadas, hay que tener en cuenta que la decisión de hoy será apelada. […]
Tampoco está claro en el veredicto si la frase «cualquier organización derivada» incluye o no al Partido Libertad y Justicia, el ala política de la Hermandad. Si se acaba prohibiendo al PLJ presentarse a las elecciones parlamentarias, la Hermandad no tendrá ningún motivo para tratar de encontrar un ‘modus vivendi’ con los militares que respaldan al Gobierno.
De momento, la Hermandad ya ha dicho, según informa AFP, que la prohibición de sus actividades por parte de la justicia es «una decisión política manchada de corrupción», y han prometido seguir «presentes en el terreno».
Los Hermanos Musulmanes, un movimiento fundado hace 85 años, son una organización políticamente reformista y moralmente ultraconservadora. Entre sus objetivos declarados se encuentra el establecimiento por medios pacíficos de un estado civil islámico en Egipto. Su influencia, tanto política como social, es muy grande, no solo en Egipto, sino también en otros lugares de Oriente Medio, como Jordania o los territorios palestinos. En Gaza, Hamás, el movimiento islámico que gobierna la franja, se nutre de sus mismos principios ideológicos.
Como recuerda la agencia Efe, durante el régimen de Mubarak, la Hermandad fue considerada un grupo ilegal pero semitolerado, e incluso llegaron a conseguir 88 escaños en el Parlamento (presentándose como independientes) en las elecciones de 2005. En noviembre de 2010 se presentaron a las legislativas, pero ninguno de sus candidatos logró imponerse en las urnas y boicotearon la segunda vuelta, acusando al Gobierno de fraude.
Durante la revolución de febrero de 2011, la cofradía apoyó las protestas, aunque desde un discreto segundo plano. Tras la caída de Mubarak, una junta militar encabezó el poder de forma interina, y fue entonces cuando los Hermanos crearon su propia formación política, el Partido Libertad y Justicia (PLJ), con la que lograron tres cuartas partes de los escaños de la Cámara Baja en los comicios legislativos de noviembre 2011 y enero de 2012. El líder de este nuevo partido, Mohamed Mursi, triunfó en las primeras elecciones presidenciales democráticas tras la caída de Mubarak, y se convirtió en el primer jefe de Estado civil del país desde 1952.
Durante el año que los Hermanos gobernaron, sin embargo, sus opositores los acusaron de querer monopolizar el poder y de despreciar el consenso necesario en toda época de transición. La redacción de la nueva Constitución, cuyo contenido fue ampliamente denunciado por organizaciones de defensa de los derechos humanos, fue muy polémica, y aunque finalmente se aprobó en referéndum, la Carta Magna fue boicoteada por las fuerzas no islamistas, que acusaron a la Hermandad y a los salafistas de acaparar su elaboración.
La situación dio un un vuelco el pasado 3 de julio, cuando el Ejército depuso a Mursi durante una oleada de protestas ciudadanas en las que se pedía su dimisión. Tras el golpe militar, los seguidores de la Hermandad levantaron en El Cairo acampadas de protesta, que fueron desmanteladas en una brutal operación policial que causó más de 600 muertos. Desde entonces, los principales miembros de la Hermandad han sido detenidos por las autoridades y se han abierto procesos judiciales contra ellos. El Gobierno colocado por los militares ha tratado de justificar esta represión como parte de su lucha contra el «terrorismo».
Motasem Dalloul escribe en Middle East Monitor:
Considerando su historia, a lo largo de la cual a los Hermanos Musulmanes no se les ha permitido trabajar con libertad, y teniendo en cuenta su fácil acceso a medios de comunicación de masas (a pesar del apagón informativo impuesto por el Gobierno egipcio), puedo predecir que la prohibición acordada hoy tan solo va a servir para aumentar la simpatía popular hacia la Hermandad, que logrará sobrevivir a esta nueva odisea. ¿Cómo? Sencillamente, de la misma manera en que ha sobrevivido siempre que ha sido prohibida. Y cuando llegue la próxima oportunidad democrática. volverán a hacerlo mejor que sus oponentes.
La ilegalización, aunque sea aún ‘de facto’, de los Hermanos Musulmanes es una mala noticia, y no solo por lo que pueda tener de antidemocrática (un argumento que no convence a los detractores de la cofradía, para quienes el movimiento encarna, precisamente, lo contrario de la democracia), sino, también, porque buena parte del tirón popular de la Hermandad se debe no solo a motivos exclusivamente religiosos, sino al hecho de que nunca han llegado a quemarse en el poder.
Los Hermanos no han tenido que enfrentarse (un año en el Gobierno no es bastante) al desgaste que supone la dura realidad democrática de tener que ceder, negociar, renunciar, equivocarse y rectificar; a la dura realidad de una economía en estado de coma; al efecto electoral que sus políticas sectarias y cercanas al fundamentalismo podría haber tenido entre los moderados que les apoyan .
Es fácil ser «el partido ideal» cuando no se puede gobernar; es muy difícil seguir siéndolo tras una legislatura completa en el poder. A la vista de la más que deficiente gestión que estaban llevando a cabo, los Hermanos Musulmanes iban camino de eso, de la desmitificación social. Los militares lo han impedido.
Más información y fuentes:
» Egipto prohíbe las «actividades» de los Hermanos musulmanes y decomisa sus bienes (AFP)
» Un tribunal egipcio disuelve los Hermanos Musulmanes (El País)
» Los Hermanos Musulmanes egipcios denuncian que su prohibición es una decisión «política» (AFP)
» Los Hermanos Musulmanes egipcios, un grupo acostumbrado a la clandestinidad (Efe)
» Banning the Brotherhood, Again (Middle East Institute, Editor’s Blog)
» New ban of Muslim Brotherhood is hardly a game-changer (Motasem Dalloul, en Middle East Monitor)
Un tribunal egipcio ordenó este lunes la prohibición de todas las actividades de los Hermanos Musulmanes en el país y la confiscación de sus bienes. No es una ilegalización formal del influyente movimiento islámico, registrado oficialmente como organización no gubernamental… Leer
«Irán apoya a Asad. ¡Los estados del Golfo están en contra de Asad!
Asad está en contra de los Hermanos Musulmanes. Los Hermanos Musulmanes y Obama están en contra del general Sisi.
¡Pero los estados del Golfo son pro Sisi! ¡Lo que significa que están en contra de los Hermanos Musulmanes!
Irán es pro Hamás, ¡pero Hamás respalda a los Hermanos Musulmanes!
Obama apoya a los Hermanos Musulmanes y, sin embargo, ¡Hamás está en contra de Estados Unidos!
Los estados del Golfo están con Estados Unidos. Y Turquía está con los estados del Golfo en contra de Asad, pero Turquía está con los Hermanos Musulmanes en contra de Sisi. ¡Y el general Sisi tiene el respaldo de los estados del Golfo!
Bienvenido a Oriente Medio, que tenga un buen día».
KN Al -Sabah, Londres
(Carta al director en The Financial Times, vista en The Angry Arab gracias a Laura Fernández Palomo)
«Irán apoya a Asad. ¡Los estados del Golfo están en contra de Asad! Asad está en contra de los Hermanos Musulmanes. Los Hermanos Musulmanes y Obama están en contra del general Sisi. ¡Pero los estados del Golfo son pro Sisi!… Leer
Así amanecía hoy El Cairo, entre la bruma, el día después de la matanza provocada por el brutal asalto policial a la acampada de protesta de los seguidores de los Hermanos Musulmanes y del depuesto presidente Mohamed Mursi. La jornada se saldó con más de 300 muertos y unos 3.000 heridos (últimas cifras del Ministerio de Sanidad egipcio), la vuelta al estado de emergencia, como en los tiempos de Mubarak, y un futuro que está ahora envuelto en una niebla mucho más densa que la que se levanta desde las aguas del Nilo en la imagen captada esta mañana por el corresponsal de la BBC.
Los militares han hecho lo que cualquiera con dos dedos de frente sabía que harían, más aún cuando era evidente que los manifestantes no iban a retirarse. Y, ante la situación de total descontrol y la creciente violencia, el manual del golpe de Estado se ha completado con una de sus páginas más clasicas, el estado de excepción, es decir, posibilidad de detenciones sin cargos y de censura a los medios de comunicación, prohibición de manifestaciones de protesta, toque de queda, soldados ejerciendo de policías… Hasta los recintos arqueológicos y los museos han sido cerrados de manera indefinida.
Algunos enlaces de interés:
Crónicas
» More than 200 dead after Egypt forces crush protest camps (Yasmine Saleh y Tom Finn, Reuters)
» As it happened: Egypt camps stormed (BBC)
» El Ejército aplasta la protesta islamista (Rocío López en El País)
» Bloodshed in Cairo as pro-Morsi camps cleared (Patrick Kingsley en The Guardian)
» Una cadena de revueltas sacude Egipto (gráfico interactivo en El Mundo)
» Cairo clashes captured on social media (Storify de la NBC)
Análisis y opinión
» It only gets worse from here (Issandr El Amrani, en The Arabist)
You could ask a thousand questions about the violence that has shaken Egypt, from why police decided to move now against Islamist sit-ins and with such brutality after making so much of its careful planning in the last week, to whether the attacks on churches and Christians more generally that erupted in reaction are part of a pre-planned reaction or the uncontrollable sectarian direction political tensions take in moments of crisis. But the question that really bothers me is whether this escalation is planned to create a situation that will inevitably trigger more violence – that this is the desired goal. […]
[…] Over the last week there was much talk […] over whether or not to negotiate with the Brothers or break their sit-ins. The camp that eventually won does not just believe that the Brothers are not worth negotiating with. They want to encourage it in its provocative sectarian discourse, its supporters’ desire for violence, and push as much as the Islamist camp as possible into being outlaws.
Those who nurture such eradicateur sentiment do not so much actually want to physically eradicate all Islamists as to provoke them into a situation where their political existence will be eradicated because they will have opted for violence. They are willing to endure that violence, even a return to the counter-insurgency of the 1990s, and sporadic sectarian and terrorist attacks, because they believe it will strengthen their camp and enable them to permanently block most Islamists from politics. […]
Their thinking is cynical in the extreme, not unlike Bashar al-Assad’s push towards militarising the political conflict he faced [in Syria] in 2011.
» Tras el golpe, la locura (Luz Gómez García, en El País)
Quién contase con que los Hermanos Musulmanes se iban a retirar voluntariamente del escenario político, y hasta de la calle misma, cuando se les ha arrebatado la presidencia y el Gobierno de la nación, es que desconoce su capacidad de resistencia. No es el caso del Ejército y la clase política egipcios, que contaban con su aguante y han obrado consecuentemente, echando un órdago. La brutal represión era cuestión de tiempo, y el tiempo era el final de Ramadán. El caos no podía llegar en el mes sagrado pero era inevitable a su conclusión. Y ha ocurrido solo dos días después del fin de las festividades.
Creer que la democracia y la revolución son posibles en un Egipto con los hermanos acallados, es un absurdo ejercicio de posibilismo. Hemos tenido un ejemplo en las buenas intenciones de la mediación internacional. Lo efectivo habría sido condenar el golpe desde el principio y que la comunidad internacional exigiese la reposición de Morsi. El Ejército egipcio no es una fuerza política que se avenga a razones. Y ha pasado lo que tenía que pasar, la tragedia era inevitable. […]
» Los militares egipcios eligen la vía de la represión (Íñigo Sáenz de Ugarte, en Guerra Eterna)
[…] La confrontación civil es total. El Ejército no va a renunciar a corto plazo a una posición de fuerza en la que cuenta con el apoyo expreso de todas las fuerzas políticas que no son islamistas. Aparentemente, todos esos grupos opinan que acabar con los Hermanos es un precio que están gustosos a pagar aunque tengan que aceptar un Gobierno controlado por los militares. La idea de que sobre esto se pueda construir una transición democrática es absurda. En cualquier caso, al Ejército no le preocupa lo más mínimo la opinión pública internacional o los gobiernos extranjeros. […]
» Egypt Crosses the Line (Peter Hessler, en The New Yorker)
[…] The two sides in this showdown are typically portrayed in religious terms: the Islamists, who support the Brotherhood, and the secularists, who stand with the military. But religion has a way of dominating any discussion of the Middle East, until it’s easy to forget that other forces also shape the way people behave. In Egypt, the current conflict reflects the vastly different responses that groups can have to a fledgling democracy after decades of dictatorship. For the Brotherhood, this means stubbornly following what it believes to be the correct and legitimate political path, even if it alienates others and leads to disaster; for the military, it’s a matter of implementing the worst instincts of the majority. In each case, one can recognize a seed of democratic instinct, but it’s grown in twisted ways, because the political and social environment was damaged by the regimes of the past half-century. […]
» Military crackdown: Egypt’s Tiananmen Square (The Guardian, editorial)
[…] Today, military rule has been revealed for what it is, and anyone thinking that it will be temporary or last for just one month has got to be supremely optimistic. Calm and a national dialogue cannot be restored in that time. More likely are repression and further rounds of arrests – the Brotherhood leader Mohammed El-Beltagy, whose 17-year-old daughter was killed in the storming of the camps, was one of those detained last night – that will in turn provoke fresh protest. The defiance of the Brotherhood, and especially of those leaders who have lost family members, will be redoubled. There were already revenge attacks on Christian churches in upper Egypt by militants whom the Brotherhood do not and can not control. […]
» Egypt’s Military Cracks Down on Muslim Brotherhood: Will Chaos Follow Killings? (Ashraf Khalil, en Time)
[…] A full Brotherhood purge from public and political life, which seems likely at this point, would drive the venerable and still powerful Islamist organization back underground — where it spent decades of its existence before the 2011 revolution. It would be an embittered, aggrieved faction, emboldened by the memories of its adherents’ recent sacrifices and the knowledge that it won every postrevolutionary election it entered. If the military’s crackdown continues, it will likely radicalize certain elements of the group and could herald a new, unwelcome era of armed Islamist insurgency. […]
» Avec les Frères musulmans, l’armée a aussi écrasé la démocratie naissante (Christophe Ayad en Le Monde)
Les islamistes ne sont pas les seules victimes de l’assaut donné mercredi par les forces de sécurité contre les deux « sit-in » de militants pro-Morsi, au prix, semble-t-il, de plus de 230 morts selon des bilans encore provisoires à l’échelle nationale. […]
[…] Avec la vague de violences sans précédent qui a été soulevée par l’assaut contres les camps de Rabiya Al-Adawiya et de la place Al-Nahda – attaques d’églises, de citoyens coptes, de commissariats –, l’état d’urgence n’est pas près d’être levé. L’Egypte s’apprête à entrer dans un cycle de violences au moins comparable à celui des années 1990, lorsque le pouvoir a mis six ans (1992-1998) à écraser une insurrection de bien moindre ampleur des Gamaat al-islamiya, qui s’en prenaient quotidiennement aux policiers, aux coptes ou aux touristes, d’abord au Caire, puis en Haute-Egypte. Le retour au calme s’était fait au prix de la détention de quelque 90 000 personnes, de violations massives des droits de l’homme et d’une absence totale de démocratie.
» Experts reflect on Egypt’s turmoil (Al Jazeera)
» What’s Going On In Egypt: A Brief Explanation (Kim Gamel, en The Huffington Post)
» Egypt: a divided state (vídeo, The Guardian)
Sobre el estado de emergencia
» What it means that Egypt is entering a ‘state of emergency’ (The Washington Post)
» Egipto retrocede 30 años (El País)
Sobre la reacción de Estados Unidos
» Egypt erupts as security forces attack Morsi supporters (The Washington Post, editorial)
[…] This refusal to take a firm stand against massive violations of human rights is as self-defeating for the United States as it is unconscionable. Continued U.S. support for the Egyptian military is helping to push the country toward a new dictatorship rather than a restored democracy. […]
» Military Madness in Cairo (The New York Times, editorial)
The United States must distance itself from Egypt’s destructive generals, even if that means suspending all American aid.
» U.S. Condemns Crackdown, but Doesn’t Alter Policy (Mark Landler y Michael R. Gordon en The New York Times)
Fotos:
» Más fotogalerías: BBC, El País, The Guardian, 20minutos.es, Al Jazeera, NBC, Reuters, The Atlantic
Actualización (15/8/2013, 23:15 GMT):
El Gobierno egipcio ha reconocido este miércoles que el asalto policial a los campamentos islamistas ha causado al menos 630 muertos –entre ellos, 43 policías– y más de 3.000 heridos.
Leer también:
» El golpe en Egipto, paso a paso
» Las revoluciones las hace el pueblo, no el ejército
» Las acusaciones contra Mursi, más leña al fuego
Así amanecía hoy El Cairo, entre la bruma, el día después de la matanza provocada por el brutal asalto policial a la acampada de protesta de los seguidores de los Hermanos Musulmanes y del depuesto presidente Mohamed Mursi. La jornada… Leer
Como era previsible, las manifestaciones de este viernes en Egipto a favor y en contra del depuesto presidente Mohamed Mursi acabaron en un baño de sangre. La jornada transcurrió en relativa calma, pero sobre las dos de la madrugada del sábado empezaron en el barrio cairota de Madina al Nasser los choques entre la policía y los partidarios de los Hermanos Musulmanes. Las fuerzas de seguridad cumplieron a rajatabla el ultimátum dado por el ejército y actuaron con contundencia. Según fuentes oficiales del Ministerio de Sanidad egipcio, 38 muertos. Según los Hermanos Musulmanes, cerca de 70 (inicialmente hablaban de 200, pero luego rebajaron la cifra), y unos 4.000 heridos. Todos ellos, civiles.
Las autoridades afirman que utilizaron solo gases lacrimógenos para dispersar a los manifestantes, cuando estos intentaban cortar el puente 6 de Octubre. Los médicos de los hospitales y de los puestos sanitarios de campaña afirman, sin embargo, que la mayoría de las víctimas murieron por disparos de bala. Imágenes como muchas de las captadas por el fotógrafo Mosa’ab El Shamy (algunas son especialmente duras) parecen corroborar la segunda versión:
En el siguiente vídeo, distribuido este sábado por la policía egipcia, se ven también ataques de partidarios de Mursi a las fuerzas de seguridad:
El testimonio de un testigo, en Twitter:
Dos resúmenes de la jornada, en Euronews:
Y más testimonios en Twitter:
Del fotógrafo Mosa’ab El Shamy (mensajes seleccionados por Zeinobia en Egyptian Chronicles):
De Quentein Sommerville, corresponsal de la BBC:
La jornada estuvo marcada por el anuncio de que las autoridades habían presentado finalmente cargos formales contra Mursi, quien permanece detenido, incomunicado y en paradero desconocido desde el golpe militar. Le acusan, entre otras cosas, de traición, por haber conspirado con Hamás durante la fuga de la prisión de Wadi al Natrun, durante la revolución dee 2011, una acción en la que fueron asesinados presos y funcionarios, se secuestró a soldados y se prendió fuego a edificios.
Según informa AP, durante estas tres semanas de detención Mursi ha sido interrogado por oficiales de la inteligencia militar por lo menos una vez al día, en sesiones de hasta cinco horas. Los interrogatorios se han centrado en decisiones adoptadas por su presidencia y en el papel desempeñado por otros líderes de la Hermandad, lo que, según la agencia de noticias, podría significar que las autoridades estarían recabando información para intentar ilegalizar la organización islamista.
Leer también:
» Las acusaciones contra Mursi, más leña al fuego
» El golpe en Egipto, paso a paso
» Las revoluciones las hace el pueblo, no el ejército
Más información y fuentes:
» Decenas de muertos en enfrentamientos entre islamistas y la policía en El Cairo (El País)
» Los Hermanos Musulmanes rebajan a 66 los muertos entre los partidarios de Mursi (El Mundo)
» Egypt crisis: ‘Scores killed’ at Cairo protest (BBC)
» The Aftermath of #July26 , Blood runs in #Egypt like River “Graphic” one again (Egyptian Chronicles)
» Egypt’s Revocouption Part Deux: Dueling Crowds leave 30 Dead (Informed Comment)
» Egypt military builds case on Morsi (AP)
Como era previsible, las manifestaciones de este viernes en Egipto a favor y en contra del depuesto presidente Mohamed Mursi acabaron en un baño de sangre. La jornada transcurrió en relativa calma, pero sobre las dos de la madrugada del… Leer