Mahsa Amini

Viñeta de Mana Neyestani para IranWire. Mana Neyestani / Instagram

El nombre de Mahsa Amini lleva más de cinco semanas apareciendo en los medios de comunicación de todo el mundo. Prensa, radio, televisión y redes sociales se han hecho eco de la muerte de la joven kurda de 22 años que se encontraba con su familia de turismo en Teherán, capital de Irán.

Con el pretexto de no llevar el velo obligatorio conforme a lo estipulado por la República Islámica, la joven fue detenida por los guardianes de la moral. Mahsa falleció el 16 de septiembre después de haber sido ingresada en el hospital y permanecer varios días en coma con claros signos de violencia corporal.

La respuesta de buena parte de la población iraní al conocerse la noticia se extendió por todo el país: de Teherán a Shiraz, pasando por Kerman e Isfahán y el Kurdistán iraní.

Ser mujer en Irán en 2022

En un Irán ahogado por las sanciones internacionales, sumido en una grave crisis económica y profundamente castigado por la covid-19, ha nacido esta rebelión que devuelve la esperanza en el cambio.

La República Islámica de Irán, cuyo líder supremo indiscutible es Alí Jamenei, al que queda subordinada la presidencia del gobierno, se rige en gran medida por la sharía o ley islámica, tal y como se contempla en la Constitución de 1979.

Esta ley influye directamente en los derechos y deberes de todos los iraníes, pero especialmente sobre los de la mujer, a la que considera subordinada al hombre: hereda la mitad que su hermano, su testimonio en un juicio tiene la mitad de valor y, en caso de divorcio, la custodia de los hijos pasa directamente al marido.

Asimismo, las mujeres no pueden acceder a ciertos cargos de poder, necesitan permiso del padre o del marido para realizar algunos trámites y se consiente el sigheh, contrato matrimonial temporal con una dote y una fecha de finalización acordada mutuamente. De esta forma, la prostitución encuentra un vacío legal en este estatus, al ser la duración mínima de una hora.

Todos los imperativos morales y religiosos se reflejan también en su cotidianidad, en el ocio, donde parece que todo está prohibido, como relata en su blog personal el dibujante iraní Touka Neyestani, exiliado en Canadá:

En todas partes me reía a carcajadas, lo que no estaba permitido. Me encantaba comer platos que no estaban permitidos. Prefería beber Pepsi en lugar de bebidas de yogur, y eso no estaba permitido. No se permitía leer ninguno de mis libros ni a mis escritores favoritos. Trabajé en periódicos y revistas que no estaban permitidos. Pensaba en cosas que no estaban permitidas. Tenía deseos que no estaban permitidos.

Desde el 16 de septiembre, las mujeres luchan no solo contra la obligatoriedad del pañuelo, sino contra todo lo que representa: luchan por el derecho a decidir sobre sus vidas y sobre sus cuerpos. El campo de batalla se ha establecido de una forma muy evidente en las calles, donde en símbolo de protesta, aupadas y respaldadas por sus compañeros, las mujeres iraníes se cortan el cabello y desafían las fuerzas de la ley.

Estos actos, sin embargo, están siendo brutalmente reprimidos mediante detenciones, golpes y muertes, cifradas en más de doscientas según la ONG Iran Human Rights. Las víctimas están siendo también menores de edad.

Los dibujantes alzan sus lápices

El activismo está cogiendo fuerza en las calles, pero también a través de manifestaciones artísticas que se comparten en las redes sociales, especialmente mediante Instagram.

La viñeta satírica es una herramienta clave a la hora de denunciar los abusos con pocas o ninguna palabra. De forma sencilla y contundente se convierte en un estandarte para los iraníes y una forma de comprender desde fuera qué está pasando.

Cuatro décadas de lucha contra el hijab en Irán en una viñeta de Mana Neyestani. IranWire / Twitter

Mana Neyestani, con más de un millón de seguidores en su cuenta de Instagram y publicando sus caricaturas de forma habitual en medios como IranWire, Cartooning for Peace o Dw Persian, tuvo que huir de Irán en 2006 tras un malentendido con una de sus viñetas, por lo que fue encarcelado en la prisión de Evin.

Pasó por Emiratos, Turquía y Malasia antes de llegar a Francia, donde actualmente vive como refugiado político. Sus cómics, autobiográficos como Una metamorfosis iraní, y ficcionados como L’Araignée de Mashhad, giran en torno a las repercusiones directas que el régimen actual tiene en la sociedad iraní y su cotidianidad.

Sin embargo, es por su trabajo como caricaturista por lo que es toda una celebridad para los iraníes: dibuja con sátira mordaz a los clérigos y representa al ayatollah Jamenei, aunque esté prohibido, con lo que señala y denuncia las injusticias. Tras la muerte de Mahsa Amini, mujeres y niños han sido los protagonistas de sus viñetas. La mujer empoderada y combativa y la fractura del poder y la autoridad aparecen en dibujos duros pero llenos de fuerza y esperanza por el cambio.

Mana es uno de los viñetistas que está haciendo de bisagra entre Irán y el exterior, compartiendo la actualidad para que ambas partes se mantengan informadas y conectadas y puedan seguir la rebelión que están liderando las mujeres.

Sin embargo, no es el único: Touka Neyestani, exiliado en Canadá, hace de la figura de Jamenei el blanco de su sátira, con un dibujo que nos remite a los grabados de Goya; Hadi Heidari, en Francia, habla de la falta de libertad mediante metáforas como la jaula o el fuego y dibuja a Mahsa Amini y a Nika Shakarami como estandartes y piezas clave de la rebelión.

Viñeta de Touka Neyestani de principios de octubre. Touka Neyestani / Instagram

Y ellas también (se) dibujan: Firoozeh Mozaffari, activista desde Irán, Zeynab Nikche o Nahid Zamani, así como las cuentas womanlifefreedom.art o freeiranianwomen2022 reúnen y comparten dibujos y viñetas con el hashtag #mahsaamini. El pelo, el pañuelo y metáforas que aluden a la prisión, la libertad y la lucha inundan sus dibujos, donde los colores verde, blanco y, especialmente, el rojo, se funden en una única reivindicación.

Viñeta de Zeynab Nikche. Zeynab Nikche / Instagram

Las viñetas denuncian pero también hacen memoria. Para comprender qué está sucediendo y hacerlo a través de historias individuales que nos transmiten también lo colectivo, se puede leer a Marjane Satrapi (especial mención a Bordados), Parsua Bashi, Shaghayegh Moazzami o Amir Soltani y Khalil Bendib, entre otros.

Irán, más allá de los titulares

Al margen de los cómics, el arte da muchas opciones para entender la situación actual de las iraníes. La literatura ofrece las obras de la Premio Nobel de la Paz Shirin Ebadi, la poesía de Forugh Farrojzad o análisis históricos como De la Revolución Islámica a la Revolución nuclear o El Sah o la desmesura del poder. También podemos aproximarnos al país a través del cine, las artes plásticas, o siguiendo el trabajo de mujeres como la abogada Nasrin Sotoudeh y la antropóloga Fariba Adelkah, que se han visto privadas de la libertad por defender sus derechos y los de las iraníes.

Aunque la solidaridad internacional no tardó en hacerse eco de las protestas por el asesinato de Mahsa, desde Occidente es posible hacer que no sea un apoyo efímero y amplificar sus voces, contribuyendo a que el apagón digital dentro del país sea menor.

Es pronto aún para entrar a valorar qué puede pasar en Irán a nivel político, social y cultural. Pero los cambios se están dando desde dentro, por los propios iraníes, y eso puede suponer transformaciones estructurales, tal vez lentas pero incontestables.


Elena Pérez Elena es doctoranda FPU en el programa Estudios Artísticos, Literarios y de la Cultura de la Universidad Autónoma de Madrid (UAM) y profesora en el Grado de Lenguas Modernas, Cultura y Comunicación (UAM).


Publicado originalmente en The Conversation bajo licencia Creative Commons el 31/10/2022

La fuerza de las viñetas se suma a la rebelión en Irán

El nombre de Mahsa Amini lleva más de cinco semanas apareciendo en los medios de comunicación de todo el mundo. Prensa, radio, televisión y redes sociales se han hecho eco de la muerte de la joven kurda de 22 años… Leer

Miles de personas se dirigen hacia el cementerio de Aichi, en Saqez, en el Kurdistán iraní, al cumplirse 40 días de la muerte de Mahsa Amini. Foto: Publicada en redes sociales, autoría no identificada

Irán ha vivido este miércoles una jornada especialmente dramática, marcada por la multitudinaria conmemoración del fin del periodo de duelo por la muerte de Mahsa Amini, y por un brutal atentado en un santuario de Shiraz, reivindicado por Estado Islámico, que ha dejado al menos 15 muertos y 40 heridos.

En Saqez, en el Kurdistán iraní, miles de personas desafiaron a las autoridades y se congregaron en el cementerio de Aichi, donde está enterrada la joven Amini, muerta el pasado 16 de septiembre a los 22 años cuando se encontraba bajo custodia policial, tras haber sido detenida por la llamada Policía de la moral por no llevar bien puesto el velo islámico. Fue la más multitudinaria de las numerosas concentraciones que se llevaron a cabo en varias ciudades del país durante la jornada de este miércoles.

A pesar de que la oficina del gobernador de la provincia había anunciado que la familia no iba a celebrar la ceremonia –el rito, propio de la cultura chií iraní, de poner fin a un periodo de luto recordando al difunto pasados 40 días de su muerte–, ni la fuerte presencia policial ni las advertencias de las autoridades evitaron que una auténtica marea humana se dirigiese hacia el cementerio de la ciudad de la que era originaria la joven, con las consignas que se han hecho ya habituales desde que comenzaron las protestas en todo el país tras la muerte de Amini: «Mujer, vida, libertad», «Muerte al dictador» (en referencia al líder supremo de Irán, Ali Jameneí), «Todos somos Mahsa»…

Medios oficiales como la agencia Fars indicaron que la concentración reunió a unas 2.000 personas, pero, como informa Efe, los vídeos compartidos por activistas en redes sociales muestran una multitud mucho mayor, incluyendo colas kilométricas en las carreteras en dirección al cementerio.

En la propia ciudad natal de Amini se produjeron choques con las fuerzas de seguridad, que medios oficiales como la agencia ISNA calificaron como «enfrentamientos dispersos». Sin embargo, la ONG Hengaw, una organización con sede en Noruega que monitorea los abusos a los derechos humanos en las regiones kurdas de Irán, aseguró que la Policía usó gases lacrimógenos y llegó a disparar a la multitud. Testigos citados por el diario The Guardian confirmaron que hubo disparos, mientras que el Gobierno iraní dijo que las fuerzas de seguridad se vieron obligadas a responder a los disturbios. Las autoridades restringieron el acceso a internet en toda la provincia para intentar controlar las protestas, según informó la plataforma NetBlocks.

Fue precisamente en el cementerio de Aichi donde, el pasado 17 de septiembre, un día después de la muerte de Amini, comenzaron las protestas y se quemaron los primeros pañuelos en rechazo a la obligatoriedad del velo islámico. Desde entonces se suceden las manifestaciones, centradas ahora sobre todo en las universidades, en medio de una fuerte represión que ha causado al menos 108 muertos, informa Efe, con datos de la ONG Iran Human Rights.

Entre las movilizaciones de este miércoles destacó asimismo la convocada por los médicos de la capital, Teherán, en protesta por la presencia de agentes de seguridad en los hospitales donde se recuperan los heridos en las concentraciones por la muerte de Amini. Europa Press informa de que testigos presenciales consultados por la agencia alemana DPA hablaron de un «enorme despliegue policial» para controlar la manifestación, que acabó siendo disuelta con el lanzamiento de gases lacrimógenos.

Masacre en Shiraz

Mientras, en Shiraz, en el sureste del país, al menos 15 personas murieron y otras 40 resultaron heridas en un ataque armado contra el santuario chií de Shah Cheragh, que ha sido reivindicado por Estado Islámico.

Según explicó un responsable de Seguridad de la gobernación de Fars, el ataque se produjo mientras los fieles realizaban sus oraciones, en la hora en que más visitantes suele haber en el templo. Al parecer, el atentado fue llevado a cabo por un único individuo, que comenzó a disparar con un rifle tras lograr entrar en el santuario, y que fue finalmente detenido, según aseguraron las autoridades. Otras fuentes, no obstante, hablan de al menos tres atacantes y dos arrestados.

El presidente iraní, Ebrahim Raisi, ha afirmado que el ataque fue perpetrado por «los enemigos de la revolución islámica» y ha prometido «una respuesta severa», mientras que el ministro de Exteriores, Hossein Amir-Abdollahian, ha dicho que Teherán tomará medidas contra «terroristas y entrometidos extranjeros». «Este crimen ha dejado completamente claras las siniestras intenciones de los promotores del terror y la violencia en Irán», ha añadido Amir-Abdollahian en un comunicado difundido por los medios estatales.

Estado Islámico (grupo yihadista suní) ha reivindicado varios ataques anteriores en Irán, incluido el doble atentado de 2017 en Teherán, que tuvo como objetivo el Parlamento y la tumba del fundador de la República Islámica, el ayatolá Jomeini, con el resultado de 23 muertos (incluidos cinco atacantes) y medio centenar de heridos.


Más información y fuentes:
» Miles de iraníes recuerdan a Amini en su tumba al terminar el luto (Efe)
» Iran’s security forces reportedly open fire as thousands mourn Mahsa Amini (The Guardian)
» Iran protests: Police fire on Mahsa Amini mourners – witnesses (BBC)
» Cientos de manifestantes protestan contra el Gobierno de Irán junto a la tumba de Mahsa Amini (Europa Press)
» Estado Islámico reivindica el ataque con 15 muertos en un santuario de Irán (Efe)
» Islamic State claims Iran shrine attack, Iran vows response (Reuters)

Leer también:
» Las mujeres iraníes mantienen la presión por un cambio real, pero ¿seguirán recibiendo apoyo?
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Duelo multitudinario, violencia policial y terrorismo en un día dramático para Irán

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Una mujer se corta el pelo en Teherán el 20 de septiembre de 2022, durante una protesta tras la muerte bajo custodia policial de Mahsa Amini, detenida por llevar mal puesto el velo. Foto: @chawshin_83 / Twitter (captura de vídeo)

El mundo ha quedado absorto ante las imágenes de mujeres iraníes gritando «mujeres, vida, libertad», encabezando manifestaciones de protesta, bailando en las calles y quemando sus velos mientras se enfrentan a soldados armados.

Las recientes demostraciones de coraje de las mujeres iraníes no son diferentes a su participación masiva en la manifestación de 2009 contra las disputadas elecciones presidenciales de ese año, cuando la brutalidad del régimen fue simbolizada por el asesinato de la joven Neda Agha-Soltan, que recibió un disparo durante la protesta.

Las protestas actuales estallaron tras el asesinato de la kurdo-iraní Mahsa Amini, quien murió a causa de las heridas que sufrió mientras estaba bajo custodia policial por presuntamente violar las leyes conservadoras sobre el hiyab de Irán.

Las protestas públicas continúan, a pesar de una represión estatal cada vez más intensa y extensa que ya ha causado la muerte de más de 200 personas, cientos de heridos y miles de detenidos.

La llama de la indignación pública

En acciones sin precedentes, muchas mujeres, jóvenes y mayores, están expresando su apoyo a la protesta cortándose el cabello, reviviendo así una práctica preislámica de luto por parte de las mujeres.

El asesinato de Amini ha provocado el episodio más reciente de indignación pública, pero las quejas por la opresión política, las dificultades económicas, los desastres ambientales, la discriminación contra las minorías étnicas y religiosas, las instituciones estatales corruptas y poco representativas y la falta de respeto por la vida y la dignidad de los ciudadanos han dado lugar a varias protestas populares en las últimas décadas.

La respuesta sorda de la República Islámica a estas protestas es evidente ante sus afirmaciones de que la muerte de Amini se debió a un problema de salud. Es una respuesta similar a los crueles encubrimientos posteriores al derribo de un avión de pasajeros ucraniano en enero de 2020, incluyendo las violentas represiones contra civiles, jóvenes entre ellos. Estas negaciones han dejado a muchos iraníes sintiéndose desilusionados por el régimen teocrático.

Con las mujeres al frente, las demandas clave de las protestas actuales son el respeto por los derechos humanos fundamentales, la dignidad y un cambio real. Las mujeres iraníes siempre han participado en manifestaciones de protesta, pero esta es la primera vez que sus demandas se consideran demandas de la nación.

Las mujeres exigen cambio… otra vez

Muchas mujeres salieron a las calles para ayudar a derrocar a la dinastía Pahlavi en 1979, exigiendo democracia y libertad de expresión sin discriminación por género.

Sin embargo, poco después de la revolución, el clero gobernante conservador emergente anuló a las pocas semanas de llegar al poder los modestos derechos que las mujeres habían obtenido bajo el régimen anterior.

Si bien muchas mujeres iraníes protestaron por estos cambios, recibieron poco apoyo de los hombres y otros grupos políticos opositores que priorizaban la postura anticolonial del régimen y creían que las mujeres deberían tolerar las injusticias, al menos temporalmente.

Aunque desanimadas por la indiferencia de los hombres, una de las primeras protestas populares contra la teocracia, la que tuvo lugar en marzo de 1979, fue organizada por mujeres. El velo obligatorio que el régimen exigía como símbolo de su identidad siguió siendo un asunto doloroso en las relaciones entre entre el gobierno y la sociedad.

Conscientes de que el extremismo religioso a menudo se centra en los cuerpos de las mujeres —al igual que algunos estados modernos—, las mujeres iraníes continuaron desafiando la reversión de sus derechos legales y sociales, tanto desde dentro como fuera de las instituciones estatales formales.

En muchas ocasiones, como ha documentado nuestra investigación, las mujeres unieron fuerzas de todo el espectro ideológico para impulsar sus demandas.

Mujeres laicas y religiosas, por ejemplo, trabajaron juntas para reformar varias leyes familiares discriminatorias de género en la década de 1990 y principios de la de 2000. Las colaboraciones de las mujeres también dieron como resultado la creación de un bloque de votantes femenino que contribuyó a la elección del clérigo reformista Mohamed Jatamí como presidente de 1997 a 2005, lo que ayudó a marcar el comienzo de una serie de importantes cambios legales y oportunidades políticas.

El movimiento reformista giró en torno a un nuevo pensamiento religioso que incluye reinterpretaciones de los textos religiosos centradas en la mujer, el también denominado feminismo islámico.

Los conservadores, nerviosos

Este desarrollo, sin embargo, amenazó a las élites ultraconservadoras que, bajo el siguiente presidente, Mahmoud Ahmadineyad, comenzaron a imponer restricciones a las publicaciones de mujeres y a muchas organizaciones no gubernamentales de mujeres.

Los representantes de esta línea dura también hostigaron a activistas por los derechos de las mujeres y grupos de estudiantes universitarios progresistas. Para atraer a algunas élites conservadoras, Ahmadineyad fortaleció asimismo el aparato de seguridad del estado, incluida una fuerza policial para hacer cumplir una estricta observancia del hiyab, según lo consideraron apropiado los conservadores.

En 2009, las mujeres volvieron a sentirse animadas cuando los principales candidatos presidenciales reformistas, en un esfuerzo por ganar el voto femenino, colocaron las preocupaciones de las mujeres en el centro de sus campañas electorales. Sin embargo, para su total consternación, Ahmadineyad fue declarado ganador, lo que provocó una ola de protestas en las que las mujeres volvieron a desempeñar un papel destacado.

Los levantamientos del Movimiento Verde dieron a conocer las demandas clave de la población en general, incluidos los derechos civiles y políticos básicos, como el derecho a elecciones justas, la libertad de expresión y la democracia. Pero las poderosas élites conservadoras no electas desencadenaron las fuerzas de seguridad y aplastaron violentamente las protestas de 2009, obligando a pasar a la clandestinidad a los movimientos organizados por los derechos de las mujeres.

La candidatura a la presidencia del moderado Hasan Rohaní en 2013 impulsó una vez más el voto femenino, lo que llevó a su aplastante victoria. Poco después, en 2015, los iraníes celebraron la firma de un acuerdo nuclear con Occidente y recuperaron parcialmente su fe en una mayor estabilidad económica y social.

Sin embargo, las celebraciones se acabaron pronto, cuando Donald Trump, presidente de Estados Unidos en ese momento, se retiró unilateralmente del acuerdo y restableció sanciones integrales contra Irán y su población. Esto enfureció aún más a las facciones conservadoras y aumentó su desconfianza hacia Estados Unidos.

Control total

En las siguientes elecciones, los conservadores dejaron de lado a sus principales competidores y recuperaron el control del Parlamento y la Presidencia en 2020 y 2021, respectivamente, aunque con la tasa de participación electoral más baja desde 1979.

Con control total sobre el estado, la facción conservadora ha implementado desde entonces una serie de restricciones, entre ellas una mayor vigilancia y hostigamiento de quienes desafían el statu quo, incluidas las mujeres que se oponen al velo obligatorio.

Las protestas que comenzaron en septiembre de 2022 continúan, mientras aumenta la violencia estatal. A pesar de las restricciones impuestas en Internet, los iraníes, independientemente de su género, etnia, clase, edad o ideología, han salido a las calles de las diversas regiones del país con una voz aparentemente unificada, para expresar que se les ha acabado la paciencia con el régimen teocrático.

No está claro si estas protestas conducirán a una revolución política. Para muchos, la verdadera revolución ya ha ocurrido, dada la aceptación por parte del público en general de las demandas de democracia real y respeto a los derechos humanos exigidas por las mujeres y las minorías en estas protestas.

La pregunta es si esta solidaridad se mantendrá, y si el régimen iraní estará dispuesto a escuchar esta vez.


Homa Hoodfar es profesora de Antropología, emérita, en la Universidad de Concordia. Su principal campo de investigación y experiencia radica en la intersección de la economía política; derechos de género y ciudadanía; y política formal e informal sobre mujeres, género y esfera pública en contextos musulmanes. Entre sus libros más recientes se encuentran Women’s Sport as Politics in Muslim Contexts (WLUML, 2015); Sexuality in Muslim Contexts: Restrictions and Resistance (Zed Books, 2012); y Electoral Politics: Making Quotas Work for Women (WLUML, 2011), coescrito con Homa Hoodfar.

Mona Tajali es profesora asociada de de Relaciones Internacionales y Estudios de la Mujer, el Género y la Sexualidad. Es autora de Women’s Political Representation in Iran and Turkey: Demanding a Seat at the Table (Edinburgh University Press, 2022), un trabajo en el que investiga cómo las normas religiosas y culturales, las actitudes, las estructuras institucionales y el comportamiento de los votantes afectan la representación de las mujeres y la calidad de la democracia en contextos musulmanes, con un enfoque comparativo en Irán y Turquía. Su primer libro, Electoral Politics: Making Quotas Work for Women (WLUML, 2011), coescrito con Homa Hoodfar, ha sido traducido al persa y al árabe, y se utiliza como manual para quienes abogan por una mayor representación política de las mujeres en todo el mundo musulmán.


Publicado originalmente en The Conversation bajo licencia Creative Commons el 13/10/2022
Traducción del original en inglés: Iranian women keep up the pressure for real change — but will broad public support continue?

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Homenaje durante una protesta en Stuttgart a víctimas de la represión del régimen iraní tras la muerte de Mahsa Amini. Foto: Ideophagous / Wikimedia Commons

El máximo órgano militar de Irán dio instrucciones a los jefes de las fuerzas armadas en todas las provincias de «reprimir con severidad» a las personas que salieron a las calles a manifestarse tras la muerte bajo custodia policial de la joven Mahsa Amini, según denunció este viernes Amnistía Internacional (AI), tras obtener documentos oficiales filtrados que «revelan el plan de las autoridades de aplastar sistemáticamente las protestas a toda costa».

Masha Amini, una joven iraní kurda de 22 años, fue detenida el pasado 14 de septiembre por la llamada Policía de la Moral en Teherán, donde se encontraba de visita, y trasladada a una comisaría para asistir a «una hora de reeducación» por llevar mal colocado el hiyab (velo islámico). Murió tres días más tarde en un hospital adonde llegó en coma tras haber sufrido un ataque al corazón, que las autoridades han atribuido a problemas de salud —algo que niega su familia—, calificando los hechos de «incidente desafortunado».

La muerte de Amini ha provocado las protestas de miles de iraníes, que han salido a las calles con gritos como «Justicia, libertad y no al hiyab obligatorio», «Mujeres, vida, libertad», o «Muerte al dictador». A diferencia de otras ocasiones en que las manifestaciones se redujeron a fragmentados grupos sociales movilizados por la economía, esta vez las protestas están siendo multitudinarias y se han extendido por ciudades de todo el país. Las imágenes de mujeres quemando sus velos públicamente o cortándose el cabello se han convertido en el símbolo de la rebelión.

Según AI, la represión de las protestas por parte de las autoridades ha dejado hasta el momento al menos 52 víctimas mortales identificadas y cientos de personas heridas.

En su informe publicado este viernes, Amnistía Internacional divulga datos sobre «el plan de las autoridades iraníes» de «aplastar brutalmente las manifestaciones» mediante el despliegue de la Guardia Revolucionaria, la fuerza paramilitar Basij, la Fuerza de Aplicación de la Ley de la República Islámica de Irán, la policía antidisturbios y agentes de seguridad vestidos de civil. La organización también comparte datos sobre «el uso generalizado de fuerza letal y de armas de fuego» por las fuerzas de seguridad iraníes, que «o bien tenían intención de matar a manifestantes, o deberían haber sabido con un grado razonable de certeza que su uso de armas de fuego causaría muertes».

«Las autoridades iraníes decidieron intencionadamente hacer daño o matar a personas que salieron a las calles para expresar su indignación por décadas de represión e injusticia», señala Agnès Callamard, secretaria general de Amnistía Internacional, en un comunicado. «En el marco de una epidemia de impunidad sistemática que prevalece desde hace tiempo en Irán, decenas de hombres, mujeres, niñas y niños han sido víctimas de homicidios ilegítimos en episodio más reciente de baños de sangre», añade.

«A menos que la comunidad internacional adopte medidas colectivas y firmes, que deben ir más allá de meras declaraciones de condena, innumerables personas más pueden ser víctimas de homicidio, mutilación, tortura, agresión sexual o metidas entre rejas por el solo hecho de participar en las protestas», afirma Callamard.

Según relatos de testigos presenciales y materiales audiovisuales examinados por AI, ninguna de las 52 víctimas identificadas suponía una amenaza inminente de muerte o lesión grave que justificara el uso de armas de fuego contra ellas.

«Reprimir sin piedad, incluso causando muertes»

Amnistía Internacional ha obtenido una copia filtrada de un documento oficial que, según la ONG, afirma que, el 21 de septiembre de 2022 la Jefatura General de las Fuerzas Armadas dictó una orden a los jefes en todas las provincias en la que se les daban instrucciones de «reprimir con severidad a alborotadores y antirrevolucionarios». Esa misma noche, señala AI, el uso de medios letales en todo el país se intensificó y «decenas de hombres, mujeres, niños y niñas murieron».

Otro documento filtrado e incluido en el informe muestra que, el 23 de septiembre, el jefe de las fuerzas armadas en la provincia de Mazandarán ordenó a las fuerzas de seguridad en todas los pueblos y ciudades de la provincia «reprimir sin piedad, incluso causando muertes, cualquier disturbio de alborotadores y antirrevolucionarios».

AI asegura haber examinado fotografías y vídeos que muestran que la mayoría de las víctimas murieron por disparos de munición real efectuados por las fuerzas de seguridad. «Al menos tres hombres y dos mujeres murieron cuando las fuerzas de seguridad dispararon proyectiles metálicos desde corta distancia, mientras que Sarina Esmailzadeh, una joven de 16 años, murió tras ser brutalmente golpeada en la cabeza con porras», indica la organización.

La ONG denuncia asimismo que, «en un intento de eximirse de responsabilidad en las muertes, las autoridades iraníes han difundido relatos falsos sobre las víctimas, en los que intentan describirlas como ‘peligrosas’, o ‘individuos violentos’, o afirman que murieron a manos de ‘alborotadores’». «Las autoridades también han intimidado y hostigado a las familias de las víctimas para que guarden silencio, o les han prometido compensaciones económicas si grababan vídeos para atribuir la responsabilidad de la muerte de sus seres queridos a ‘alborotadores’ que trabajan para ‘enemigos’ de la República Islámica de Irán», añade.

Torturas

Amnistía Internacional ha documentado además «constantes generalizadas de tortura y otros malos tratos a manos de las fuerzas de seguridad, incluidas brutales palizas a manifestantes y transeúntes». La organización también recoge «agresiones sexuales y otras formas de violencia sexual y de género, incluendo casos en los que las fuerzas de seguridad agarraron los pechos de las mujeres o les tiraron violentamente del cabello cuando ellas se quitaron el pañuelo en señal de protesta».

Según documenta AI, el 28 de septiembre una persona que se manifestaba en Isfahán relató a representantes de la ONG: «He visto golpear a manifestantes. La noche anterior, mis amistades contaron que vieron cómo una mujer [manifestante] era arrastrada por el suelo tirándole del cabello. Iba perdiendo la ropa según la arrastraban, pero las fuerzas de seguridad siguieron tirándole del cabello…». «Hace dos noches», agregó, «varias de mis amistades fueron golpeadas con porras. Una de ellas, que ahora tiene hematomas en el antebrazo y en las piernas, me dijo que las fuerzas de seguridad las arrinconaron en un callejón y las golpearon con porras. Un miembro de las fuerzas de seguridad dijo entonces: ‘Vamos a dispararles también en la pierna’, y otro agente de seguridad dijo: ‘No, vámonos’».

Amnistía Internacional también señala que ha visto material filmado e informes que sugieren que algunos manifestantes han participado en actos de violencia. No obstante, la ONG destaca que «los actos violentos de una minoría de manifestantes no justifican el uso de medios letales».

Órdenes de «reprimir sin piedad» las protestas en Irán tras la muerte de Mahsa Amini

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