Mohamed Mursi

En una decisión sin precedentes, un total de 529 partidarios de los Hermanos Musulmanes han sido condenados a muerte este lunes en Egipto por una serie de ataques contra edificios oficiales y el asesinato de un coronel en agosto de 2013. Numerosos seguidores del derrocado presidente islamista Mohamed Mursi ya habían sido sentenciados a prisión, pero hasta ahora no se habían dictado condenas a la pena capital.

La cofradía, declarada «grupo terrorista» el pasado mes de diciembre por el Gobierno instaurado por los militares golpistas, ha calificado la sentencia de «inhumana», y de «clara violación de todas las normas judiciales».

La condena, informa Efe, ha sido dictada en un tiempo récord en la segunda sesión del juicio, tan solo dos días después de que se iniciase el proceso. «Los tribunales egipcios actúan con rapidez para castigar a los seguidores de Mohamed Mursi, pero ignoran las violaciones graves de derechos humanos que cometen las fuerzas de seguridad», indica Amnistía Internacional en un comunicado.

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Familiares de los condenados, tras conocer la sentencia, en las afueras de la corte. Foto: AFP / Getty Images

La corte, presidida por el juez Said Yusef, ha encontrado a los condenados culpables de asaltar edificios gubernamentales en la provincia de Minia, matar a un coronel, intentar asesinar a otros dos responsables policiales, incendiar una comisaría y apoderarse de armas.

Estos ataques tuvieron lugar en protesta por el violento desalojo policial de las acampadas de los islamistas en El Cairo el pasado 14 de agosto, cuando murieron cientos de personas y se desató una ola de violencia en todo el país.

La agencia AFP informa de que solo 153 de los condenados se encuentran detenidos. Los demás están prófugos. Desde que el ejército derrocó a Mursi el pasado 3 de julio, 1.400 de sus partidarios han muerto por la represión y otros miles han sido encarcelados.

En total, más de 1.200 personas han sido procesadas por los actos de violencia que tuvieron lugar a mediados de agosto en la gobernación de Minia, a unos 250 kilómetros al sur de El Cairo.

Las fuerzas islamistas partidarias de Mohamed Mursi ya han convocado para el próximo miércoles multitudinarias manifestaciones en las principales plazas de Egipto.


Más información y fuentes:
» Condenan a muerte en Egipto a 529 partidarios del depuesto presidente Mursi (Efe)
» 529 Morsi supporters sentenced to death in Egypt (AFP)
» Egyptian court sentences 529 Brotherhood members to death (Reuters)
» Egypt sentences 529 Morsi supporters to death (AP)
» Egypt: More than 500 sentenced to death in ‘grotesque’ ruling (Amnistía Internacional)
» Hermanos Musulmanes, islamistas en el punto de mira de la Justicia egipcia (Efe)

Condenados a muerte en Egipto medio millar de seguidores de los Hermanos Musulmanes

En una decisión sin precedentes, un total de 529 partidarios de los Hermanos Musulmanes han sido condenados a muerte este lunes en Egipto por una serie de ataques contra edificios oficiales y el asesinato de un coronel en agosto de… Leer

Así amanecía hoy El Cairo, entre la bruma, el día después de la matanza provocada por el brutal asalto policial a la acampada de protesta de los seguidores de los Hermanos Musulmanes y del depuesto presidente Mohamed Mursi. La jornada se saldó con más de 300 muertos y unos 3.000 heridos (últimas cifras del Ministerio de Sanidad egipcio), la vuelta al estado de emergencia, como en los tiempos de Mubarak, y un futuro que está ahora envuelto en una niebla mucho más densa que la que se levanta desde las aguas del Nilo en la imagen captada esta mañana por el corresponsal de la BBC.

Los militares han hecho lo que cualquiera con dos dedos de frente sabía que harían, más aún cuando era evidente que los manifestantes no iban a retirarse. Y, ante la situación de total descontrol y la creciente violencia, el manual del golpe de Estado se ha completado con una de sus páginas más clasicas, el estado de excepción, es decir, posibilidad de detenciones sin cargos y de censura a los medios de comunicación, prohibición de manifestaciones de protesta, toque de queda, soldados ejerciendo de policías… Hasta los recintos arqueológicos y los museos han sido cerrados de manera indefinida.

Algunos enlaces de interés:

Crónicas

» More than 200 dead after Egypt forces crush protest camps (Yasmine Saleh y Tom Finn, Reuters)
» As it happened: Egypt camps stormed (BBC)
» El Ejército aplasta la protesta islamista (Rocío López en El País)
» Bloodshed in Cairo as pro-Morsi camps cleared (Patrick Kingsley en The Guardian)
» Una cadena de revueltas sacude Egipto (gráfico interactivo en El Mundo)
» Cairo clashes captured on social media (Storify de la NBC)

Análisis y opinión

» It only gets worse from here (Issandr El Amrani, en The Arabist)

You could ask a thousand questions about the violence that has shaken Egypt, from why police decided to move now against Islamist sit-ins and with such brutality after making so much of its careful planning in the last week, to whether the attacks on churches and Christians more generally that erupted in reaction are part of a pre-planned reaction or the uncontrollable sectarian direction political tensions take in moments of crisis. But the question that really bothers me is whether this escalation is planned to create a situation that will inevitably trigger more violence – that this is the desired goal. […]

[…] Over the last week there was much talk […] over whether or not to negotiate with the Brothers or break their sit-ins. The camp that eventually won does not just believe that the Brothers are not worth negotiating with. They want to encourage it in its provocative sectarian discourse, its supporters’ desire for violence, and push as much as the Islamist camp as possible into being outlaws.

Those who nurture such eradicateur sentiment do not so much actually want to physically eradicate all Islamists as to provoke them into a situation where their political existence will be eradicated because they will have opted for violence. They are willing to endure that violence, even a return to the counter-insurgency of the 1990s, and sporadic sectarian and terrorist attacks, because they believe it will strengthen their camp and enable them to permanently block most Islamists from politics. […]

Their thinking is cynical in the extreme, not unlike Bashar al-Assad’s push towards militarising the political conflict he faced [in Syria] in 2011.

» Tras el golpe, la locura (Luz Gómez García, en El País)

Quién contase con que los Hermanos Musulmanes se iban a retirar voluntariamente del escenario político, y hasta de la calle misma, cuando se les ha arrebatado la presidencia y el Gobierno de la nación, es que desconoce su capacidad de resistencia. No es el caso del Ejército y la clase política egipcios, que contaban con su aguante y han obrado consecuentemente, echando un órdago. La brutal represión era cuestión de tiempo, y el tiempo era el final de Ramadán. El caos no podía llegar en el mes sagrado pero era inevitable a su conclusión. Y ha ocurrido solo dos días después del fin de las festividades.

Creer que la democracia y la revolución son posibles en un Egipto con los hermanos acallados, es un absurdo ejercicio de posibilismo. Hemos tenido un ejemplo en las buenas intenciones de la mediación internacional. Lo efectivo habría sido condenar el golpe desde el principio y que la comunidad internacional exigiese la reposición de Morsi. El Ejército egipcio no es una fuerza política que se avenga a razones. Y ha pasado lo que tenía que pasar, la tragedia era inevitable. […]

» Los militares egipcios eligen la vía de la represión (Íñigo Sáenz de Ugarte, en Guerra Eterna)

[…] La confrontación civil es total. El Ejército no va a renunciar a corto plazo a una posición de fuerza en la que cuenta con el apoyo expreso de todas las fuerzas políticas que no son islamistas. Aparentemente, todos esos grupos opinan que acabar con los Hermanos es un precio que están gustosos a pagar aunque tengan que aceptar un Gobierno controlado por los militares. La idea de que sobre esto se pueda construir una transición democrática es absurda. En cualquier caso, al Ejército no le preocupa lo más mínimo la opinión pública internacional o los gobiernos extranjeros. […]

» Egypt Crosses the Line (Peter Hessler, en The New Yorker)

[…] The two sides in this showdown are typically portrayed in religious terms: the Islamists, who support the Brotherhood, and the secularists, who stand with the military. But religion has a way of dominating any discussion of the Middle East, until it’s easy to forget that other forces also shape the way people behave. In Egypt, the current conflict reflects the vastly different responses that groups can have to a fledgling democracy after decades of dictatorship. For the Brotherhood, this means stubbornly following what it believes to be the correct and legitimate political path, even if it alienates others and leads to disaster; for the military, it’s a matter of implementing the worst instincts of the majority. In each case, one can recognize a seed of democratic instinct, but it’s grown in twisted ways, because the political and social environment was damaged by the regimes of the past half-century. […]

» Military crackdown: Egypt’s Tiananmen Square (The Guardian, editorial)

[…] Today, military rule has been revealed for what it is, and anyone thinking that it will be temporary or last for just one month has got to be supremely optimistic. Calm and a national dialogue cannot be restored in that time. More likely are repression and further rounds of arrests – the Brotherhood leader Mohammed El-Beltagy, whose 17-year-old daughter was killed in the storming of the camps, was one of those detained last night – that will in turn provoke fresh protest. The defiance of the Brotherhood, and especially of those leaders who have lost family members, will be redoubled. There were already revenge attacks on Christian churches in upper Egypt by militants whom the Brotherhood do not and can not control. […]

» Egypt’s Military Cracks Down on Muslim Brotherhood: Will Chaos Follow Killings? (Ashraf Khalil, en Time)

[…] A full Brotherhood purge from public and political life, which seems likely at this point, would drive the venerable and still powerful Islamist organization back underground — where it spent decades of its existence before the 2011 revolution. It would be an embittered, aggrieved faction, emboldened by the memories of its adherents’ recent sacrifices and the knowledge that it won every postrevolutionary election it entered. If the military’s crackdown continues, it will likely radicalize certain elements of the group and could herald a new, unwelcome era of armed Islamist insurgency. […]

» Avec les Frères musulmans, l’armée a aussi écrasé la démocratie naissante (Christophe Ayad en Le Monde)

Les islamistes ne sont pas les seules victimes de l’assaut donné mercredi par les forces de sécurité contre les deux « sit-in » de militants pro-Morsi, au prix, semble-t-il, de plus de 230 morts selon des bilans encore provisoires à l’échelle nationale. […]

[…] Avec la vague de violences sans précédent qui a été soulevée par l’assaut contres les camps de Rabiya Al-Adawiya et de la place Al-Nahda – attaques d’églises, de citoyens coptes, de commissariats –, l’état d’urgence n’est pas près d’être levé. L’Egypte s’apprête à entrer dans un cycle de violences au moins comparable à celui des années 1990, lorsque le pouvoir a mis six ans (1992-1998) à écraser une insurrection de bien moindre ampleur des Gamaat al-islamiya, qui s’en prenaient quotidiennement aux policiers, aux coptes ou aux touristes, d’abord au Caire, puis en Haute-Egypte. Le retour au calme s’était fait au prix de la détention de quelque 90 000 personnes, de violations massives des droits de l’homme et d’une absence totale de démocratie.

» Experts reflect on Egypt’s turmoil (Al Jazeera)
» What’s Going On In Egypt: A Brief Explanation (Kim Gamel, en The Huffington Post)
» Egypt: a divided state (vídeo, The Guardian)

Sobre el estado de emergencia

» What it means that Egypt is entering a ‘state of emergency’ (The Washington Post)
» Egipto retrocede 30 años (El País)

Sobre la reacción de Estados Unidos

» Egypt erupts as security forces attack Morsi supporters (The Washington Post, editorial)

[…] This refusal to take a firm stand against massive violations of human rights is as self-defeating for the United States as it is unconscionable. Continued U.S. support for the Egyptian military is helping to push the country toward a new dictatorship rather than a restored democracy. […]

» Military Madness in Cairo (The New York Times, editorial)

The United States must distance itself from Egypt’s destructive generals, even if that means suspending all American aid.

» U.S. Condemns Crackdown, but Doesn’t Alter Policy (Mark Landler y Michael R. Gordon en The New York Times)

Fotos:

» Mosa’ab El Shamy:

» Más fotogalerías: BBC, El País, The Guardian, 20minutos.es, Al Jazeera, NBC, Reuters, The Atlantic


Actualización (15/8/2013, 23:15 GMT):

El Gobierno egipcio ha reconocido este miércoles que el asalto policial a los campamentos islamistas ha causado al menos 630 muertos –entre ellos, 43 policías– y más de 3.000 heridos.


Leer también:
» El golpe en Egipto, paso a paso
» Las revoluciones las hace el pueblo, no el ejército
» Las acusaciones contra Mursi, más leña al fuego

Egipto, en una niebla cada vez más densa

Así amanecía hoy El Cairo, entre la bruma, el día después de la matanza provocada por el brutal asalto policial a la acampada de protesta de los seguidores de los Hermanos Musulmanes y del depuesto presidente Mohamed Mursi. La jornada… Leer

Varias mujeres lloran cerca de la acampada de protesta de los seguidores de Mursi, en El Cairo, tras la represión policial. Foto: Elizabeth Arrott / Voice of America / Wikimedia Commons

Como era previsible, las manifestaciones de este viernes en Egipto a favor y en contra del depuesto presidente Mohamed Mursi acabaron en un baño de sangre. La jornada transcurrió en relativa calma, pero sobre las dos de la madrugada del sábado empezaron en el barrio cairota de Madina al Nasser los choques entre la policía y los partidarios de los Hermanos Musulmanes. Las fuerzas de seguridad cumplieron a rajatabla el ultimátum dado por el ejército y actuaron con contundencia. Según fuentes oficiales del Ministerio de Sanidad egipcio, 38 muertos. Según los Hermanos Musulmanes, cerca de 70 (inicialmente hablaban de 200, pero luego rebajaron la cifra), y unos 4.000 heridos. Todos ellos, civiles.

Las autoridades afirman que utilizaron solo gases lacrimógenos para dispersar a los manifestantes, cuando estos intentaban cortar el puente 6 de Octubre. Los médicos de los hospitales y de los puestos sanitarios de campaña afirman, sin embargo, que la mayoría de las víctimas murieron por disparos de bala. Imágenes como muchas de las captadas por el fotógrafo Mosa’ab El Shamy (algunas son especialmente duras) parecen corroborar la segunda versión:

En el siguiente vídeo, distribuido este sábado por la policía egipcia, se ven también ataques de partidarios de Mursi a las fuerzas de seguridad:

El testimonio de un testigo, en Twitter:

Dos resúmenes de la jornada, en Euronews:

Y más testimonios en Twitter:

Del fotógrafo Mosa’ab El Shamy (mensajes seleccionados por Zeinobia en Egyptian Chronicles):

De Quentein Sommerville, corresponsal de la BBC:

La jornada estuvo marcada por el anuncio de que las autoridades habían presentado finalmente cargos formales contra Mursi, quien permanece detenido, incomunicado y en paradero desconocido desde el golpe militar. Le acusan, entre otras cosas, de traición, por haber conspirado con Hamás durante la fuga de la prisión de Wadi al Natrun, durante la revolución dee 2011, una acción en la que fueron asesinados presos y funcionarios, se secuestró a soldados y se prendió fuego a edificios.

Según informa AP, durante estas tres semanas de detención Mursi ha sido interrogado por oficiales de la inteligencia militar por lo menos una vez al día, en sesiones de hasta cinco horas. Los interrogatorios se han centrado en decisiones adoptadas por su presidencia y en el papel desempeñado por otros líderes de la Hermandad, lo que, según la agencia de noticias, podría significar que las autoridades estarían recabando información para intentar ilegalizar la organización islamista.


Leer también:
» Las acusaciones contra Mursi, más leña al fuego
» El golpe en Egipto, paso a paso
» Las revoluciones las hace el pueblo, no el ejército

Más información y fuentes:
» Decenas de muertos en enfrentamientos entre islamistas y la policía en El Cairo (El País)
» Los Hermanos Musulmanes rebajan a 66 los muertos entre los partidarios de Mursi (El Mundo)
» Egypt crisis: ‘Scores killed’ at Cairo protest (BBC)
» The Aftermath of #July26 , Blood runs in #Egypt like River “Graphic” one again (Egyptian Chronicles)
» Egypt’s Revocouption Part Deux: Dueling Crowds leave 30 Dead (Informed Comment)
» Egypt military builds case on Morsi (AP)

Noche de pesadilla en Egipto

Como era previsible, las manifestaciones de este viernes en Egipto a favor y en contra del depuesto presidente Mohamed Mursi acabaron en un baño de sangre. La jornada transcurrió en relativa calma, pero sobre las dos de la madrugada del… Leer

Seguidores del depuesto presidente egipcio Mohamed Mursi, durante una manifestación en Damieta, Egipto, el pasado 5 de julio. Foto: Mohamed Elsayed / Wikimedia Commons

Tras haberle mantenido casi un mes «retenido» sin cargos e incomunicado (es decir, secuestrado), las nuevas autoridades egipcias controladas por el ejército han presentado al fin este viernes acusaciones contra el depuesto presidente Mohamed Mursi, junto con una orden de prisión preventiva de quince días. Las acusaciones, dadas a conocer justo el mismo día en que hay convocadas masivas concentraciones ciudadanas a favor y en contra del golpe de Estado, se centran en que Mursi supuestamente conspiró con el grupo palestino islamista Hamás para perpetrar «acciones enemigas contra el país» (lo que, técnicamente, equivale a traición) y escapar de la cárcel durante la revolución de 2011 contra Mubarak, una acción en la que fueron asesinados presos y funcionarios, se secuestró a soldados y se prendió fuego a edificios. Por todo ello, y según informa Reuters, Mursi estaría acusado también de asesinato y secuestro.

La medida ha sido adoptada por el juez Hasan Samir, del Tribunal de Apelación de El Cairo, tras interrogar a Mursi, y hace referenecia a los sucesos ocurridos el 28 de enero de 2011 (la jornada conocida como «Día de la Ira», durante la revolución), cuando cientos de detenidos, Mohamed Mursi entre ellos, escaparon de la cárcel de Wadi Al Natrun, al noroeste de El Cairo. Trece personas murieron durante la fuga, y Hamás (organización conectada con los Hermanos Musulmanes que respaldan a Mursi) fue acusada de haber conspirado para llevar a cabo el ataque a la prisión.  Ello supondría que los lideres de los Hermanos Musulmanes habrían colaborado con elementos extranjeros en una acción contra la soberanía nacional y la seguridad del Estado.

Hace tres días, el jefe del Gobierno de Hamás en Gaza, Ismail Haniye, negó toda implicación de su movimiento en Egipto y pidió a los medios de comunicación de este país que dejen de publicar acusaciones «falsas». Los Hermanos Musulmanes, por su parte, se han apresurado a rechazar las acusaciones: «Todos sabemos que estos cargos no son más que el producto de la fantasía de un puñado de generales y de una dictadura militar», ha dicho su portavoz, Gehad al Haddad. «Vamos a continuar con las protestas en las calles», añadió.

Fantasía o no, pretender que la razón por la que se ha privado a Mursi de libertad durante todo este tiempo tiene que ver con la fuga de una prisión ocurrida hace dos años resulta un poco burdo. Los propios militares habían dicho anteriormente que Mursi estaba retenido para asegurar su «protección».

En cualquier caso, no parece que a los mandos del ejército egipcio les preocupe mucho el asunto de la legitimidad judicial. Su argumento sigue siendo que la legitimidad se la ha dado la calle, es decir, las manifestaciones (multitudinarias e impresionantes, sin duda, pero ni unánimes ni tan numerosas como se ha llegado a informar) contra Mursi que precedieron al golpe de Estado. Por eso, el jefe del ejército, el general Abdel Fatah al Sisi, hizo hace unos días un llamamiento a los egipcios para que se manifestaran este mismo viernes en apoyo de las medidas adoptadas desde el golpe, y para respaldarle en su intento de «acabar con la violencia y el terrorismo» en el país, donde en los últimos días han muerto una quincena de personas.

Y, mientras tanto, Estados Unidos sigue intentando nadar y guardar la ropa. Tras recibir asesoramiento legal de sus abogados, el Gobierno estadounidense ha concluido que no tiene obligación legal de determinar si la deposición de Mursi por parte de los militares fue o no un golpe de Estado. Y es que, en el caso de que Washington lo definiese como tal, EE UU debería suspender, por ley, su ayuda financiera a Egipto, una acción que, según la administración estadounidense podría desestabilizar más aún el país árabe, por no hablar de las consecuencias para algunas empresas de EE UU. En este sentido, un alto funcionario citado por The New York Times señaló que «la ley no nos obliga a realizar una declaración formal sobre si ha habido o no un golpe de Estado, y hacer semejante declaración no conviene a nuestro interés nacional».


Leer también:
» El golpe en Egipto, paso a paso
» Las revoluciones las hace el pueblo, no el ejército

Más información y fuentes:
» Egypt’s Mursi accused of murder, kidnapping before rallies (Reuters)
» Egypt court orders Morsi detention over Hamas collaboration (Al Ahram)
» The curious case of the Wadi el-Natrun escape (The Egyptian Gazette)
» El jefe del Ejército insta a los egipcios a manifestarse para mostrar su apoyo al golpe (RTVE)
» Egypt braced for showdown between army supporters and Muslim Brotherhood – live updates (The Guardian)
» Aid to Egypt Can Keep Flowing, Despite Overthrow, White House Decides (The New York Times)

Las acusaciones contra Mursi, leña al fuego

Tras haberle mantenido casi un mes «retenido» sin cargos e incomunicado (es decir, secuestrado), las nuevas autoridades egipcias controladas por el ejército han presentado al fin este viernes acusaciones contra el depuesto presidente Mohamed Mursi, junto con una orden de… Leer

Una selección de fotografías tomadas en Oriente Medio esta semana. Pincha en los enlaces de las localizaciones para ver las imágenes.


Mafraq, Jordania, 18/7/2013: Vista aérea del campo de refugiados sirios de Zaatari. El inmenso campamento, convertido ya en la quinta ciudad más grande de Jordania, y que alberga a unas 115.000 personas (más de la mitad de las cuales son menores de edad), fue visitado este jueves por el secretario de Estado de EE UU, John Kerry. Foto: Mandel Ngan / AFP


El Cairo, Egipto, 15/7/2013: Un seguidor del depuesto presidente egipcio Mohamed Mursi, durante enfrentamientos con la policía el pasado lunes. Esa noche, la violencia desatada tras el golpe militar dejó en la capital al menos siete muertos, más de 250 heridos y unos 400 detenidos. El viernes, décimo día del Ramadán, miles de islamistas volvieron a protestar en la calle, y hubo al menos tres muertos en choques entre partidarios y detractores de Mursi en Mansura. Foto: Mohamed Abd El Ghany / Reuters


El Cairo, Egipto, 20/7/2013: Manifestantes en contra del depuesto presidente egipcio Mohamed Mursi, y a favor, este sábado, en la capital del país. Fotos: Mai Shaheen / Al Ahram


Ramala, Cisjordania (Palestina), 19/7/2013. El secretario de Estado de EE UU, John Kerry, anunció esta semana un preacuerdo entre israelíes y palestinos para reaunadar las conversaciones sobre el proceso de paz, lo que puede suponer acabar con un estancamiento en las negociaciones que duraba ya tres años. En la imagen, Kerry, con el presidente palestino, Mahmud Abás, este viernes. Foto: Mandel Ngan / AFP / Pool


Kfar Nubul, Siria, 16/7/2013: El niño Yahya Sweed, de 13 años de edad, acompañado por su padre, un día después de ser dado de alta del hospital donde tuvieron que amputarle una pierna, tras resultar herido durante un bombardeo de las fuerzas gubernamentales sirias. Foto: Daniel Leal-Olivas / AFP


Deir al Zor, Siria, 17/7/2013: Un joven miembro del Ejército Libre Sirio combate el calor con una improvisada ducha de agua fría en la calle. Foto: Khalil Ashawi / Reuters


Alepo, Siria, 15/7/2013: Combatientes del Ejército Libre Sirio avanzan en plena noche por una calle desierta en el distrito de Karm al Jabal. Foto: Muzaffar Salman / Reuters


Sarafand, Líbano, 17/7/2013: Fatima Darrar (a la derecha), de 17 años de edad e hija del analista político sirio Mohamed Darrar Yamo, partidario del régimen de Bashar al Asad, llora la muerte de su padre, asesinado este miércoles en su casa del sur del Líbano por un grupo de hombres armados. Foto: EPA


Gastria, Chipre, 17/7/2013: Un vertido de al menos 100 toneladas de fueloil procedente de una central eléctrica afectó esta semana a entre siete y diez kilómetros de la costa septentrional chipriota, en una zona bajo jurisdicción de la autoproclamada República Turca del Norte de Chipre. El incidente, que se produjo en torno a la central AKSA Elektrik, ha provocado un gran desastre ambiental. De acuerdo con la prensa turcochipriota, al menos una piscifactoría con 400 toneladas de pescado se ha visto afectada por el vertido. En la imagen, un cangrejo en una de las playas contaminadas. Foto: Harun Ucar / AP


Tel Aviv, Israel, 15/7/2013: Un manifestante sostiene una bandera palestina durante una protesta contra un proyecto aprobado por el Gobierno israelí que contempla el desplazamiento y la relocalización de cerca de 30.000 beduinos nómadas del sur del desierto del Neguev. Foto: Ariel Schalit / AP


Altos del Golán, 17/7/2013: Un soldado israelí limpia el cañón de un tanque cerca de la frontera con Siria, en los Altos del Golán. La guerra civil siria ha acabado con décadas de relativa calma en este territorio ocupado por Israel desde la guerra de 1967. El ejército israelí está en alerta permanente ante los combates que libran los grupos rebeldes y las fuerzas del régimen de Bashar al Asad en las localidades cercanas. Foto: Baz Ratner / Reuters


Estambul, Turquía, 20/7/2013: Nuray Cokol, una enfermera de 32 años, y Ozgur Kaya, un electricista de 34, se conocieron (y enamoraron) durante las protestas del pasado mes de junio en la plaza Taksim de Estambul. Esta semana se casaron, y decidieron hacerlo en el emblemático lugar donde se inició la revuelta ciudadana, el parque Gezi. La pareja, en la imagen, convirtió la ceremonia en un acto reivindicativo, al que acudieron cerca de un millar de personas. La policía intervino restringiendo el acceso al parque y dispersando a los congregados. El parque volvió a abrise al público a mediados de julio, pero las manifestaciones siguen prohibidas. Foto: Ozan Köse / AFP


Qalandia, Cisjordania (Palestina), 19/7/2013: Una familia palestina se dirige hacia un control israelí, de camino a la mezquita de Al Aqsa, en Jerusalén, durante el mes sagrado musulmán del Ramadán. Foto: Majdi Mohammed / AP. Más fotos del Ramadán, aquí y aquí.


Hebrón, Cisjordania (Palestina), 18/7/2013: Niños palestinos esperan en un comedor social un reparto de comida donada por fieles, durante el mes sagrado musulmán del Ramadán. Foto: Ammar Awad / Reuters


Saná, Yemen, 15/7/2013: Varios hombres leen el Corán en una mezquita, durante el mes sagrado musulmán del Ramadán. Foto: Yahya Arhab / EPA


Jerusalén, 16/7/2013: Judíos ortodoxos duermen junto al Muro de las Lamentaciones, durante una noche de oración dentro del ayuno anual conocido como Tisha B’av, una festividad religiosa que conmemora las destrucciones del primer y segundo templos. Foto: Abir Sultan / EPA


Barcelona, España, 17/7/2013: El equipo de natación sincronizada de Egipto entrena en el Palau Sant Jordi, una de las sedes del Campeonato Mundial de Natación, que se celebra en la capital catalana hasta el 4 de agosto. La competición había sido adjudicada originalmente a Dubai (Emiratos Árabes Unidos), en 2009, pero en marzo de 2010 el comité organizador de este país renunció a la organización del evento, y en septiembre de ese mismo año la FINA reeligió a Barcelona como sede. Foto: Albert Gea / Reuters


Venecia, Italia: Por primera vez desde la invasión de Irak que lideró EE UU en 2003, la Biennale de Venecia, considerada el mayor festival de arte contemporáneo del mundo, acoge este año trabajos de artistas iraquíes. El pabellón iraquí, denominado Welcome to Iraq (bienvenidos a Irak), ha sido organizado por la Fundación Ruya, e incluye obras de once artistas de este país. Entre ellos se encuentran Hashim Taeeh y Yassen Wami, quienes exhiben una habitación (foto), en la que todos los elementos son esculturas realizadas con cajas de cartón desechadas, un material que los artistas utilizan desde 1991, año en que Irak estaba bajo diversas sanciones económicas. Foto: Catherine Milner / Al Jazeera

Las fotos de la semana

Una selección de fotografías tomadas en Oriente Medio esta semana. Pincha en los enlaces de las localizaciones para ver las imágenes.

El entonces ministro de Defensa de Egipto, Abdel Fatah Al Sisi, en abril de 2013. Foto: RogDel / Wikimedia Commons

Podemos elucubrar y hasta filosofar todo lo que queramos sobre si lo sucedido en Egipto es o no un mal menor, tal y como estaban las cosas. Pero negar que el derrocamiento del presidente Mursi ha sido un golpe de Estado es como decir que el caballo blanco de Santiago es negro. Los militares han destituido a un presidente democráticamente electo, han suspendido la Constitución, se han autoproclamado salvadores de la patria, han sacado tanques y soldados a la calle, han detenido a los líderes del partido gobernante, han cerrado los medios de comunicación que no les apoyan y han prometido nuevas elecciones pero sin concretar aún cuándo («el año que viene»). Eso, en castellano, es un golpe de Estado, en toda regla y de manual.

La pregunta, por tanto, es más bien si ha sido un golpe de Estado «bueno», necesario incluso, o no. Y la respuesta, en mi opinión, es que no, por la sencilla razón de que no existe tal cosa. Cualquier intervención de los militares en la vida política de una sociedad democrática (y, si apuramos, en cualquier aspecto de la vida, salvo catástrofes en las que puede resultar útil un cuerpo jerarquizado y disciplinado, aunque no necesariamente armado) es negativa.

Es cierto, como se cita una y otra vez estos días, que fueron los militares, por ejemplo, quienes derribaron al dictador Salazar en Portugal, o que, sin ir tan lejos, fueron también ellos quienes realmente acabaron derrocando al propio Mubarak, cuya caída habría sido mucho más complicada si el ejército no le hubiese dado el golpe de gracia durante la histórica revolución popular que sentó las bases para ello. Pero ninguno de los dos eran líderes con legitimidad democrática, y a los dos, además, los habían puesto donde estaban, o mantenido allí, los propios militares.

Mursi era un fracaso como gobernante. Su política económica, si es que la tenía, estaba resultando nefasta. Por falta de tiempo –solo llevaba un año en el poder–, por la descomposición del régimen anterior y la entrada en el siempre difícil periodo de transición, por su poca experiencia, por una agenda interesada y sectaria, por pura ineptitud o por todo lo anterior, su gobierno no ha llegado a abordar los dos problemas fundamentales de la sociedad egipcia: la pobreza y el paro. El último invierno ha sido especialmente duro para el ciudadano de a pie, con escasez de gasolina y cortes diarios de electricidad.

Además, la brecha con la oposición (laicos y antiislamistas, pero no solo ellos) no ha hecho más que crecer durante su mandato, polarizando en extremo al país, y la Constitución aprobada por su gobierno –sin consenso, pero ratificada en referéndum– estaba muy lejos de lo que en Occidente consideraríamos una carta magna mínimamente respetuosa con los derechos de colectivos como las mujeres o las minorías religiosas.

Mursi ni siquiera era popular, no es un líder carismático. Sus medidas y golpes de efecto iniciales (cuando consolidó su poder destituyendo a la vieja guardia del ejército, o cuando patrocinó el alto el fuego entre Israel y Hamás), han quedado en el olvido. Y tampoco estaba preparado, ni él ni los Hermanos Musulmanes que le respaldan, para dar respuesta a las enormes expectativas generadas por la revolución. La calle había exigido pan y justicia social, y Mursi no ha sido capaz de ofrecer ni una cosa ni la otra.

A todo eso hay que sumar la presión ejercida contra determinados medios de comunicación (en el último año abogados islamistas han presentado decenas de demandas contra periodistas y activistas, acusándoles de insultar al presidente o de difamar la religión), la nula reforma del aparato policial y la falta de condenas a los responsables de represión y torturas durante las protestas de 2011 (la mayoría de los oficiales juzgados han sido absueltos), las críticas de una gran parte del sector cultural por lo que denuncian como un intento de islamizar el arte, o la presentación de una ley que aumenta el control estatal sobre la financiación y las actividades de las ONG.

Y, de fondo, un sistema político encargado de pilotar la transición que no es precisamente un ejemplo de consenso y eficacia. Como recuerda en El Mundo Francisco Carrión, la Cámara Baja fue disuelta en junio de 2012, las elecciones legislativas que debían celebrarse la pasada primavera han sido aplazadas, y el poder legislativo lo ostentaba de manera temporal la Shura o Cámara Alta, un hemiciclo elegido en 2012 por un 7% del censo electoral, en un proceso que, al igual que la composición de la Asamblea Constituyente, fue declarado ilegal por el Tribunal Constitucional.

En definitiva, razones para el descontento y para la preocupación por el futuro no faltaban. Pero Mursi había ganado las elecciones de forma legítima y, aunque ha intentado controlar cada vez más resortes del Estado, no había convertido Egipto en un sistema dictatorial. Sus detractores le acusan de haber gobernado sin sentido de Estado y de servir a los intereses de los Hermanos Musulmanes, pero, por más que hubiese logrado colocar a sus hombres en ciertos puestos clave, no había conseguido avanzar demasiado en lo que la oposición denomina su proyecto de «islamización».

Ganar unas elecciones no es obtener un cheque en blanco, y la democracia es, o debería ser, algo más que depositar un voto cada cuatro años. Pero no pueden ser los militares quienes decidan cuándo se ha perdido la legitimidad obtenida en las urnas, y cuándo hay que devolver el cheque (las comparaciones son odiosas, pero imaginemos por un momento que el ejército hubiese decidido derrocar al Gobierno en España por no atender las justas demandas del 15-M, o por haber apoyado la guerra de Irak pese a las masivas manifestaciones en contra). No olvidemos, además, que los militares egipcios tienen un gran interés por mantenerse en el poder, o cerca de él, para poder conservar sus grandes privilegios económicos.

Los defensores del golpe argumentan que el ejército se ha limitado a escuchar la voz del pueblo y a actuar en consecuencia. Pero «la voz del pueblo» es un concepto demasiado abstracto y, sobre todo, demasiado difícil de medir. Es obvio que una gran parte de la sociedad egipcia exigía la dimisión del presidente (las multitudinarias manifestaciones en los días que precedieron a la intervención militar así lo reflejan), pero también lo es que otra buena parte le apoyaba y le apoya. El pueblo, y particularmente el pueblo egipcio, tiene muchas voces. La triste realidad de los enfrentamientos y las decenas de muertos de estos últimos días habla por sí misma. Por otra parte, tampoco el apoyo popular es siempre una garantía. Pinochet contaba con mucho cuando derribó el gobierno de Salvador Allende.

Otro aspecto importante es saber hasta qué punto los militares y la policía han contribuido al éxito de las protestas. En las manifestaciones de los últimos meses contra el gobierno de Mursi apenas había fuerzas de seguridad. Tras el golpe, la presencia de agentes en las calles fue inmediata. Y, según informa The New York Times, las gasolineras vuelven a tener combustible y los cortes de luz han cesado desde que los militares se hicieron con el poder.

El debate que subyace bajo todo esto es, obviamente, viejísimo. De lo que estamos hablando, en el fondo, es de si es legítimo o no matar al tirano, de dónde ubicar los límites del poder de las mayorías, de si el fin justifica los medios, de si existen verdades objetivas y principios ‘naturales’ y universales, por encima del comportamiento de aquellos a quienes hemos cedido el mando. Es decir, de cómo nos organizamos como sociedad. Pero, por concretar un poco y evitar en lo posible el bizantinismo, lo que parece claro en este caso es que el remedio puede ser peor que la enfermedad.

Lo último que necesitaban los Hermanos Musulmanes es más persecución, más victimismo, más mártires, más clandestinidad. Lo que realmente necesitan es enfrentarse al duro muro de la realidad democrática, al día a día de la economía, a los caminos poco épicos de la negociación, el compromiso y, posiblemente, el fracaso. Tal vez así, el elemento religioso pasará a ser secundario para muchos de los que les votan (tanto en Egipto como en otros países), y serán los resultados de su gestión los que determinen el apoyo que reciben. Cuando nunca has gobernado (y un año no es suficiente) es fácil decir que puedes arreglarlo todo. Después de cuatro años en el poder, la cosa no es tan sencilla. De seguir la trayectoria que llevaba, no es descabellado pensar que Mursi habría perdido muchos de los votos que consiguió en las últimas elecciones. Ahora, depuesto y ultrajado, sus posibilidades electorales (o las de los Hermanos) puede que vuelvan a subir como la espuma.

Eso no quiere decir que el dilema egipcio tenga fácil solución. El riesgo de que el Gobierno de Mursi hubiera avanzado cada vez más hacia el autoritarismo y hacia la islamización de la sociedad, coqueteando con un Estado teocrático, era real, y la situación económica empezaba a ser intolerable. El problema es que hayan sido los generales los encargados de pararle los pies.

Podemos estar de acuerdo o no con los sistemas representativos capitalistas a los que llamamos democracia, podemos pensar que están pervertidos y que en muchos casos son ampliamente mejorables, pero lo cierto es que, hoy por hoy, en los modelos democráticos imperantes, y mientras sigamos creyendo en el discutible principio de que necesitamos a alguien que nos gobierne para poder vivir, la única forma razonablemente justa de dilucidar hacia dónde se inclina la mayoría es mediante unas elecciones. ¿Permitirán los militares (o el recién formado gobierno provisional) que se presenten los Hermanos Musulmanes en los próximos comicios? En las últimas elecciones legislativas obtuvieron una victoria muy ajustada (el 51% de los votos). ¿Qué ocurriría ahora? ¿Qué pasará si vuelven a ganar?

En principio, y aunque no es fácil pedir paciencia a un pueblo que ha estado sometido a un gobierno dictatorial durante décadas, bastaba con esperar a que Mursi agotase su mandato, y retirarle entonces el apoyo en las urnas. Pero incluso para quienes piensan que la situación era excepcionalmente urgente y que no era posible esperar tres años más, existen otros mecanismos de lucha, todos ellos preferibles al lenguaje de la bota militar, y que tampoco suponen necesariamente tomar la Bastilla. Huelga, desobediencia, resistencia pacífica, boicot, presión (política, mediática y cultural), mociones de censura, protesta civil, campañas internacionales… Está todo inventado hace mucho tiempo y, si es realmente una «inmensa mayoría» quien se planta, las posibilidades de cambio existen.

Tal vez sea una ingenuidad, o la expresión de un deseo, pero las revoluciones las hace el pueblo, no el ejército.


Leer también:
» El golpe en Egipto, paso a paso

Más información y fuentes:
» Tarjeta roja contra Mursi, las claves de una rebelión (Francisco Carrión, en El Mundo)
» Las contradicciones de un golpe de Estado ‘democrático’ (Olga Rodríguez, en eldiario.es)
» Egipto, las extrañas alianzas y los retos de la revolución (Olga Rodríguez, en eldiario.es)
» ¿Qué tiene que ocurrir en un golpe de Estado para que se le pueda llamar golpe de Estado? (Guerra Eterna)
» La estrategia del Ejército egipcio que desembocó en el golpe (Guerra Eterna)
» La sospechosa campaña contra los islamistas egipcios (Guerra Eterna)
» Egipto: ¿qué pasa si los islamistas vuelven a ganar las elecciones? (Kevin Connolly, en BBC)
» Egypt’s Economic Tragedy In 3 Simple Charts (Joe Weisenthal, en Business Insider)
» Los desafíos en Egipto tras el golpe de Estado: violencia, deriva económica y proyectos políticos (20minutos.es)
» Seis claves sobre el golpe en Egipto (Obamaworld)
» Les élections, l’Egypte et la démocratie (Nouvelles d’Orient)
» Egypt’s tragedy (The Economist)
» ¿Regresan los golpes tolerables? (Andrés Oppenheimer, en El País)
» The Demons in Egypt (Jon Lee Anderson, en The New Yorker)
» Egypt military’s economic empire (Sherine Tadros, en Al Jazeera)
» Sudden Improvements in Egypt Suggest a Campaign to Undermine Morsi (Ben Hubbard y David D. Kirkpatrick, en The New York Times)

Las revoluciones las hace el pueblo, no el ejército

Podemos elucubrar y hasta filosofar todo lo que queramos sobre si lo sucedido en Egipto es o no un mal menor, tal y como estaban las cosas. Pero negar que el derrocamiento del presidente Mursi ha sido un golpe de… Leer

El jefe militar de las fuerzas armadas de Egipto, Abdel-Fatá al Sisi, en la televisión estatal, el pasado 3 de julio. Imagen: Televisión Estatal de Egipto (captura de vídeo)

7 de marzo: La Comisión Electoral egipcia suspende la convocatoria de las elecciones legislativas que estaban previstas para el 22 de abril.

Abril: Miembros del Movimiento Egipcio por el Cambio, que se formó en 2004 para impulsar la reforma política bajo el gobierno del expresidente Hosni Mubarak, fundan Tamarod (rebelión), el nuevo movimiento que convocará las protestas de finales de junio, asegurando haber acumulado más de 22 millones de firmas a favor de la dimisión del presidente Mohamed Mursi.

30 de junio-1 de julio: Masivas manifestaciones contra Mursi en la plaza Tahrir de El Cairo. El Ejército da 48 horas al presidente para que cumpla las demandas de los manifestantes. Enfrentamientos entre islamistas y opositores dejan al menos 20 muertos en distintos puntos del país.

2 de julio: Dimiten varios ministros del Gobierno de Mursi.

3 de julio: El Ejército suspende la Constitución, depone a Mursi y coloca al presidente del Tribunal Constitucional, Adli Mansur, en la jefatura del Estado.

4 de julio: Al menos 15 muertos en enfrentamientos tras el golpe. Mansur jura su cargo como presidente interino. La Fiscalía prohíbe salir del país a Mursi. La televisión egipcia informa sobre la detención del guía espiritual de la Hermandad, Mohamed Badia, acusado de instigar al asesinato de manifestantes pacíficos, y del número dos, Jairat al Shater, aunque no hay confirmación oficial.

5 de julio: La Unión Africana suspende a Egipto de este organismo. Mansur disuelve el Parlamento, dominado por los islamistas. Mueren tres manifestantes pro Mursi después de que el Ejército abriese fuego. Mohamed Badia aparece en público después que se anunciara su arresto y dice que seguirán en las plazas hasta que vuelva Mursi. El Ejército despliega carros de combate cerca de la plaza Tahrir para intentar controlar los choques entre partidarios y detractores del depuesto presidente, que han causado ya al menos 30 muertos y 1.077 heridos en varios puntos del país.

6 de julio: Mansur se reúne con el ministro de Defensa y jefe de las Fuerzas Armadas, el general Abdel Fatah al Sisi, y con el ministro de Interior, Mohamed Ibrahim, para analizar la crisis. El partido salafista Al Nur, que en principio apoyó el golpe, critica que el nuevo presidente haya comenzado a emitir declaraciones constitucionales «sin efectuar consultas con la sociedad y los partidos». El premio Nobel de la Paz Mohamed ElBaradei es nombrado primer ministro provisional del gobierno de transición.

8 de julio. La tensión y el riesgo de conflicto civil se dispara tras la muerte de al menos 50 partidarios del depuesto presidente Mursi en un ataque de la Policía y las Fuerzas Armadas, durante choques ocurridos en El Cairo. Los partidarios de Mursi mantienen que fueron atacados mientras rezaban. El Ejército asegura que varios «terroristas» abrieron fuego contra los soldados e intentaron «asaltar» el cuartel para liberar a Mursi.

16 de julio. Tras una nueva noche de violencia (siete muertos, más de 250 heridos y al menos 400 detenidos), se forma el nuevo gobierno provisional, encabezado por el economista Hazem el Beblaui y sin islamistas. Los nuevos ministros (una treintena, entre ellos, tres mujeres) toman juramento ante el presidente interino, Adli Mansur. El hasta ahora ministro de Defensa y jefe de las Fuerzas Armadas, Abdel Fatah al Sisi, mantiene la cartera y ocupa además el puesto de primer viceprimer ministro. Los Hermanos Musulmanes rechazan el gabinete al considerarlo «ilegítimo». Estados Unidos, que desde un principio evitó hablar de «golpe de Estado», respalda el nuevo proceso de transición e insta a que esta etapa sea «transparente e inclusiva» , con un «diálogo continuo, sin excluir a ninguna parte».


Con información de las agencias Efe, Reuters, AP y AFP
Vídeos: Euronews, CNN, Al Jazeera, AP

El golpe en Egipto, paso a paso

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Las fuerzas armadas egipcias participaron en «desapariciones forzosas», torturas y asesinatos durante las protestas de 2011 contra el régimen de Hosni Mubarak, a pesar de que los líderes militares habían declarado públicamente su neutralidad, y según confirma un informe presidencial sobre los crímenes cometidos durante la revolución.

El informe, elaborado para el actual presidente, Mohamed Mursi, por un comité seleccionado por él mismo el pasado mes de enero, no se ha hecho público aún de manera oficial, pero una parte de la investigación, a la que ha tenido acceso en exclusiva el diario británico The Guardian, implica directamente a los militares en una serie de delitos contra civiles desde el primer momento en que los soldados fueron destacados en las calles.

Algunos de estos crímenes, de los que ya existían numerosas denuncias, fueron cometidos en el Museo Egipcio de El Cairo. El informe recomienda al Gobierno que investigue a los rangos más altos del ejército para determinar responsabilidades.

Es probable que esta investigación incremente la presión sobre Mursi, quien, hasta el momento, ha rechazado procesar judicialmente a oficiales, a pesar de las denuncias por abusos presentadas contra algunos altos mandos. Mursi asumió el poder de la mano del Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas tras las elecciones del pasado mes de junio.

Se calcula que más de un millar de personas, incluyendo a muchos presos, desaparecieron durante los 18 días que duraron las protestas. En uno de los casos incluidos en el capítulo del informe difundido por el diario británico, los investigadores señalan que miembros de las fuerzas armadas detuvieron a un número indeterminado, «pero probablemente grande», de civiles en un control de carretera al sur de El Cairo, y que ninguno de los arrestados ha vuelto a ser visto desde entonces.

Los investigadores constatan asimismo torturas a manifestantes detenidos en el Museo Egipcio, antes de ser trasladados a prisiones militares; la muerte de al menos una persona, y la entrega en la capital a coroneles del Gobierno de al menos once cuerpos no identificados, presuntamente prisioneros, que fueron enterrados cuatro meses después en tumbas de indigentes.

«El comité ha comprobado que hubo ciudadanos que murieron estando detenidos por las fuerzas armadas, y que fueron enterrados después en tumbas de indigentes, al ser considerados como no identificados», señala el informe, añadiendo que las autoridades no llevaron a cabo investigación alguna, a pesar de que había pruebas evidentes de graves torturas.

El informe podría ser determinante en el nuevo juicio al que van a someterse tanto el expresidente Mubarak como su ministro del Interior, Habib Al Adly, quienes volverán a sentarse en el banquillo a partir de este sábado por su presunta responsabilidad en la muerte de manifestantes durante la revolución.

La justicia egipcia anuló en enero la sentencia que condenó a Mubarak a cadena perpetua por la muerte de manifestantes. El Tribunal de Apelación aceptó entonces los recursos presentados, tanto por los propios Mubarak y Al Adli, como por la Fiscalía General. La defensa de Mubarak sostenía que la histórica sentencia emitida por la corte el 2 de junio de 2012 no contaba con pruebas suficientes, mientras que la Fiscalía General apeló el fallo al considerar que Mubarak y Al Adli debían haber sido castigados con la pena de muerte.

A comienzos de este año, sin embargo, una comisión de investigación ordenada por el presidente Mursi presentó los resultados de sus pesquisas sobre el asesinato de manifestantes durante la revolución, y aportó nuevas pruebas que supuestamente demuestran que Mubarak siguió por un canal interno de televisión lo sucedido, lo que habría dado lugar al nuevo juicio.


Actualización (11/4/2012):

The Guardian publica este jueves nuevos detalles del informe, entre ellos, que las fuerzas armadas del régimen de Mubarak tenían permiso oficial para disparar munición real sobre los manifestantes en Suez durante los primeros días de la revolución, y que algunos médicos de un hospital de El Cairo «recibieron órdenes de operar sin anestesia» a manifestantes heridos.


» Artículo en The Guardian
» Texto íntegro del capítulo filtrado del informe (en árabe)

El ejército egipcio, implicado en torturas y asesinatos

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Foto: Al Arabiya

Ya sabíamos que, aparte de no servir para mucho, las cumbres de la Liga Árabe no son precisamente un ejemplo de dinamismo. Pero, por si necesitábamos una prueba gráfica, aquí tenemos esta imagen de la delegación egipcia al completo, con el presidente Mursi a la cabeza, sesteando sin rubor (¿meditando?) durante la sesión inaugural celebrada este martes en Doha, Catar. Y eso que, por una vez, algún titular sí que ha dado el encuentro: la Liga ha reconocido el derecho de los países miembros a armar a la oposición siria, que, además, ha participado con escaño propio en la cumbre.

Las apasionantes cumbres de la Liga Árabe

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Las principales fuerzas políticas y sociales egipcias han dado este jueves un primer paso para tratar de resolver la grave crisis que atraviesa el país, en un encuentro auspiciado en El Cairo por la influyente universidad suní Al Azhar. Todas las partes –líderes islamistas y laicos, movimientos juveniles y representantes de las iglesias– han apostado por el diálogo y han condenado la reciente violencia, tras una semana de graves enfrentamientos entre opositores y fuerzas del orden que han provocado más de medio centenar de muertos, principalmente en Port Said, y han enturbiado el segundo aniversario de la revolución que derrocó al presidente Mubarak.

Los grupos opositores, no obstante, mantienen las protestas convocadas para este viernes contra el presidente, el islamista Mohamed Mursi. Aparte de los difícilmente evitables hechos aislados de violencia que puedan darse, lo que ocurra en estas manifestaciones puede ser un buen test para saber si las fuerzas sociales y políticas del país siguen controlando las protestas, o si la calle se mueve ya al margen de sus representantes.

El documento acordado insta a «la reconciliación» y a «la protección de la unidad nacional frente a las violencias sectarias y de los grupos armados», con el fin de cumplir «los valores supremos» de la revolución del 25 de enero de 2011. También subraya la necesidad de dialogar y de buscar un consenso, «especialmente en las situaciones críticas y de discrepancia». El acta indica que el deber del Estado es proteger la seguridad ciudadana y sus derechos y libertades constitucionales, pero que esto debe efectuarse en el marco del respeto a la ley y de los derechos humanos, «sin excesos».

Se trata de una declaración de intenciones muy general, y lo bastante poco concreta como para poder contentar a todas las partes. Pero el principal objetivo de la reunión no era acordar acciones específicas, o nuevas leyes, sino enfriar la tensión, condenar la violencia y alcanzar un terreno común desde el que establecer nuevos escenarios de diálogo a partir de ahora.

También parece existir un deseo de enfatizar el papel del Estado y de las instituciones como protagonistas de la transición egipcia, un aspecto importante ante la reciente aparición de grupos antisistema como los enmascarados del Black Bloc, que operan al margen y en contra del funcionamiento político tradicional. En este sentido, el ministro de Defensa, Abdel Fatah al Sisi, expresó el martes esta preocupación cuando dijo que la crisis actual puede llevar al «colapso del Estado».

Estos son, según publica el diario egipcio Al Ahram, los 10 puntos fundamentales del acuerdo:

1. Todas las leyes y religiones garantizan el derecho a la vida. Ninguna nación o sociedad que fracase en reconocer el carácter sagrado de la vida humana puede obtener beneficio alguno.

2. Es necesario distinguir entre acción política y acción violenta y criminal, destacando el carácter sacrosanto de la propiedad pública y privada y de [evitar el derramamiento de] sangre.

3. Debe ponerse un énfasis especial en la obligación que tienen el Estado y su aparato de seguridad de proteger a los ciudadanos y de velar por sus derechos constitucionales y sus libertades, sin atentar contra las leyes ni contra los derechos humanos.

4. Denuncia, así como criminalización, tanto legal como religiosa, de la violencia en todas sus formas.

5. Condena de la incitación a la violencia.

6. Las formas violencia incluyen la difamación y la propagación de rumores contra figuras públicas y entidades. Estas acciones serán consideradas como crímenes éticos.

7. Compromiso para alcanzar formas pacíficas de hacer política en Egipto y para educar a la siguiente generación en una cultura política basada en discursos pacíficos.

8. Compromiso para establecer un diálogo serio entre los diferentes grupos políticos, especialmente en tiempos de crisis, propiciando y fortaleciendo el respeto a la diversidad.

9. Protección de la sociedad egipcia ante llamamientos de carácter sectario o racista, ante grupos militantes ilegales y ante intervenciones extranjeras ilegales.

10. La protección del Estado egipcio es responsabilidad de todas las partes: el Gobierno, la oposición, el pueblo, la juventud, los ancianos, los partidos políticos y todos los distintos grupos y movimientos.

Entre los asistentes a la reunión estaban Mahmud Ezat, número dos de los Hermanos Musulmanes, y Saad al Katatni, jefe del Partido Libertad y Justicia, vinculado al movimiento. La televisión los mostró sentados enfrente de los políticos liberales Mohamed ElBaradei y Amr Musa, y del izquierdista Hamdin Sabahi, todos ellos figuras prominentes en la alianza de agrupaciones que se opone a Mursi, el denominado Frente de Salvación Nacional, y que han rechazado en las últimas semanas el diálogo. También participaron representantes salafistas y el excandidato presidencial islamista Abdelmoneim Abul Futuh.

Tras la reunión, el exdiputado y activista Mustafa Naggar informó de que el comité conjunto preparará ahora un diálogo nacional «inmediato y global».


Más información y fuentes:
» Al-Azhar unveils 10-point initiative to end Egypt’s political crisis (Al Ahram)
» Los líderes egipcios acuerdan iniciar un diálogo y rechazan la violencia (Efe)
» Los políticos egipcios se comprometen a renunciar a la violencia (Reuters)

Pacto de supervivencia en Egipto

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