Estatua de Horus en Edfu, Lost Egypt Photographic Catalog, The Oriental Institute, University of Chicago.
Estatua de Horus en Edfu, Lost Egypt Photographic Catalog, The Oriental Institute, University of Chicago. Fuente: oi.uchicago.edu.
A principios de los años treinta, durante unas excavaciones en la antigua ciudad de Persépolis, el arqueólogo Ernst Herzfeld, un erudito alemán que trabajaba para el Instituto Oriental de la Universidad de Chicago, descubrió y desenterró decenas de miles de fragmentos de tablillas de arcilla de los tiempos del rey Darío el Grande (unos 500 años antes de Cristo).
Las tablillas, grabadas en lenguaje cuneiforme y escritas en idioma elamita, fueron empaquetadas en más de 2.000 cajas y enviadas por barco a Estados Unidos, con el permiso del entonces gobierno iraní, que confiaba en recuperarlas una vez fuesen estudiadas y traducidas. La tarea, sin embargo, es ingente, y los expertos llevan más de siete décadas encajando piezas y desentrañando textos. Tampoco había prisa…
Hasta ahora: Los investigadores han tenido que empezar a fotografiar y digitalizar todo el material en una carrera contra reloj, ante el temor de que acabe siendo subastado al mejor postor y termine en manos de coleccionistas privados, tras una demanda judicial en la que las víctimas de un atentado terrorista pidieron las tablillas como indemnización.
La batalla legal, en la que, además de la Universidad de Chicago, están involucrados el Museo de Bellas Artes (MFA) de Boston y la Universidad de Harvard, comenzó en 2004, cuando el director del Instituto Oriental, Gil Stein, devolvió a Teherán 300 tablillas ya traducidas, en un gesto de buena voluntad para estrechar lazos con los museos y académicos iraníes.
La visita de Stein a Irán tuvo, sin embargo, más publicidad de la esperada, hasta el punto de atraer la atención de un abogado, David Strachman, que representaba a un grupo de estadounidenses en una demanda contra el Gobierno iraní. Los demandantes reclamaban a Teherán una compensación económica por los daños sufridos en el atentado suicida perpetrado en la calle comercial Ben Yehuda de Jerusalén en 1997, en el que murieron cinco turistas de Estados Unidos y decenas más resultaron heridos. El atentado fue reivindicado por la organización palestina Hamas, cuyos lazos con Irán llevaron a Strachman a demandar a la República Islámica, como ha hecho en otras ocasiones de forma similar en acciones judiciales contra la Autoridad Nacional Palestina o la propia Hamas.
Un juzgado estadounidense de primera instancia dio la razón a Strachman y estableció la indemnización en 300 millones de dólares. Irán ignoró la sentencia y el abogado apuntó entonces a los bienes iraníes existentes en suelo estadounidense y, en concreto, a las tablillas del Instituto Oriental y a otros objetos arqueológicos iraníes guardados en Harvard y en el MFA. El valor de todo este material en el mercado de antigüedades podría alcanzar una enorme cantidad de millones de dólares.
Tras un largo, complicado y costoso proceso legal, una corte de apelaciones de Chicago rechazó finalmente en 2011 la petición de los demandantes, señalando que la Ley de Inmunidad de Soberanía Extranjera (la misma que ha invocado España para recuperar el tesoro de la fragata Nuestra Señora de las Mercedes, encontrado por la empresa Odyssey) protege los bienes de otros países en Estados Unidos, excepto si son usados con fines comerciales. El proceso obligó a los gobiernos de EE UU e Irán a involucrarse y, por una vez, estuvieron del mismo lado, a favor de mantener las tablillas fuera del mercado privado. «Estas tablillas no pertenecen a ningún gobierno, sino a la nación de Irán y al mundo», dijo el entonces presidente iraní, Mohamed Jatamí, cuando se entrevistó en 2006 con el director del Instituto Oriental.
La decisión de la corte de apelaciones supuso un alivio para los investigadores, pero, al margen de que los demandantes hayan dicho o no su última palabra, el escenario ha cambiado radicalmente: Irán no quiere arriesgarse a que sus bienes puedan verse amenazados de nuevo, y probablemente incrementará la presión para que le sean devueltas las tablillas lo antes posible. Y las cada vez más tensas relaciones entre Washington y Teherán, por otra parte, no auguran precisamente un buen clima de diálogo, ni en esta ni en ninguna otra cuestión. Así que los investigadores, por si acaso, han empezado a digitalizar a marchas forzadas.
El reto, según informó la revista Archaeology, es concluir todo el arduo proceso de digitalización antes de dos años. No será fácil. Para ello, el Instituto Oriental ha contratado lo que Stein llamó el ‘dream team’ de la preservación de documentos, un equipo formado por académicos expertos en textos antiguos, arqueólogos y técnicos especializados en catalogar, fotografiar y digitalizar. El objetivo final es exponer al público los resultados y hacerlos accesibles a estudiosos de todo el mundo.
La digitalización de las tablillas de Darío, una fuente de incalculable valor para conocer la vida diaria en el antiguo Imperio Persa, desde los reyes y sacerdotes a los campesinos y comerciantes, asegurará, en cualquier caso, que semejante tesoro quede a salvo, acabe donde acabe.
Más información:
» University of Chicago Persian antiquities crisis (Wikipedia)
» The Truth Behind the Tablets (Archaeology Magazine, enero 2012)
A principios de los años treinta, durante unas excavaciones en la antigua ciudad de Persépolis, el arqueólogo Ernst Herzfeld, un erudito alemán que trabajaba para el Instituto Oriental de la Universidad de Chicago, descubrió y desenterró decenas de miles de… Leer
Poco conocido en España fuera de los ambientes especializados, el egiptólogo estadounidense James Henry Breasted (1865-1935) es, sin embargo, una figura clave en la historia de la arqueología. Fue el primer profesor de Egiptología en Estados Unidos y estuvo al frente de la generación de arqueólogos e historiadores que amplió el concepto de la civilización occidental, al incluir todo el Cercano Oriente en las raíces culturales de Europa.
Escritor y gran divulgador de la Historia, a Breasted se debe, además, el desarrollo definitivo del Instituto Oriental (Oriental Institute) de la Universidad de Chicago, una de las más prestigiosas e influyentes instituciones del mundo en lo que respecta al estudio de la historia y la arqueología del antiguo Oriente Medio.
Geoff Emberling, actual conservador jefe del Instituto Oriental, recuerda en un reportaje publicado en el número de julio de 2010 de la revista Archaeology el famoso viaje que realizó Breasted por Oriente Medio, poco después de acabar la Primera Guerra Mundial. Un extracto:
En 1919, John D. Rockefeller Jr. concedió al egiptólogo estadounidense James Henry Breasted una beca de cinco años para que fundase el Instituto Oriental en la Universidad de Chicago, y lo convirtiese en un «laboratorio de investigación» para el estudio de las civilizaciones de Oriente Medio. A pesar de que la Primera Guerra Mundial acababa de concluir, y de que Oriente Medio estaba lejos de ser una zona estable o segura, Breasted, que tenía entonces 53 años, se puso inmediatamente a hacer planes para viajar, junto a cuatro compañeros, a lo que hoy en día es Egipto, Irak, Siria, Líbano e Israel, con el objetivo de comprar antigüedades e identificar yacimientos para futuras excavaciones.
En agosto de ese mismo año, Breasted llegó en barco a Inglaterra. Allí se reunió con colegas y funcionarios del Gobierno británico, que le proporcionaron cartas de presentación y permisos para poder viajar por zonas que seguían estando bajo el control militar británico (la primera de las fronteras nacionales que nos resultan familiares hoy no se estableció hasta el año 1921). En uno de estos permisos se autorizaba a Breasted a viajar con una pistola.
Después de pasar por París, donde adquirió diversas antigüedades para el Instituto Oriental, Breasted llegó a Egipto a finales de octubre de 1919. En esta época, la arqueología estaba cobrando cada vez más importancia, tanto para los poderes coloniales como para los crecientes movimientos nacionalistas de Oriente Medio. Breasted se entrevistó con el Alto Comisionado para Egipto, el general Edmund Allenby, quien le facilitó nuevos permisos y cartas de presentación dirigidas a los oficiales británicos destinados en Mesopotamia, así como acceso a un avión militar que Breasted había solicitado para poder tomar fotografías aéreas de los yacimientos, incluyendo las pirámides de Guiza. Allenby había leído el libro de Breasted Ancient Times, y había utilizado incluso el relato de Breasted sobre la batalla de Megido para planear la invasión de esta región de Palestina durante la Primera Guerra Mundial. […]
Leer el artículo completo (en inglés)
Algunas fotos de la expedición:
Más información:
» The 1905–07 Breasted Expeditions to Egypt & Sudan (todas las fotos de la expedición –1.875 imágenes–, en la web del Oriental Institute)
» Lawrence de Arabia, 75 años de erosión sobre un mito esculpido en arena
» Los marfiles que Agatha Christie salvó con crema de cutis (El País)
» Acuerdo Sykes-Picot (1916)
Poco conocido en España fuera de los ambientes especializados, el egiptólogo estadounidense James Henry Breasted (1865-1935) es, sin embargo, una figura clave en la historia de la arqueología. Fue el primer profesor de Egiptología en Estados Unidos y estuvo al… Leer