El asesinato en París de tres activistas vinculadas al Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK) ha causado una gran conmoción en la numerosa comunidad kurda de Francia y ha disparado las sospechas de que se trate de un acto… Leer
El asesinato en París de tres activistas vinculadas al Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK) ha causado una gran conmoción en la numerosa comunidad kurda de Francia y ha disparado las sospechas de que se trate de un acto relacionado con el reciente diálogo entre representantes kurdos y el Gobierno turco. Las tres asesinadas son Sakine Cansiz, miembro fundador del PKK; Didan Dogan, representante en Francia del Congreso Nacional del Kurdistán y trabajadora del Centro de Información del Kurdistán de París, donde se perpetró el crimen; y Leyla Soylemez, presentada como una joven activista.
Según informa la agencia Efe, sus cadáveres fueron encontrados esta madrugada, con disparos en la cabeza, en el interior del edificio de la calle Lafayette que alberga el mencionado organismo, formalmente de carácter cultural, aunque directamente relacionado con el PKK. La policía sospecha que los asesinatos, cometidos con armas automáticas, pudieron producirse el miércoles por la tarde, cuando se sabe que las tres debían encontrarse en las oficinas. No se han encontrado signos de que las puertas fueran forzadas.
El diario británico The Guardian publica en su edición online un perfil bastante completo de Sakine Cansiz, quien, además de participar en la fundación del PKK en 1978, era asimismo una de las principales organizadoras de los movimientos femeninos en el seno de esta formación.
Originaria de Tunceli (parte oriental de Turquía), Cansiz fue encarcelada, junto con otros muchos miembros del PKK, tras el golpe militar de 1980. La activista fue recluida durante varios años en la prisión de Diyarbakir, donde al menos 34 reclusos murieron por torturas entre 1981 y 1989. Allí lideró un movimiento de protesta entre los presos kurdos que, según señala un activista kurdo citado por The Guardian, «la convirtió en una leyenda dentro del PKK». Tras su liberación, Cansiz participó en uno de los campos de entrenamiento del PKK y se unió a la lucha armada contra el Gobierno turco desde el norte de Irak, bajo las órdenes de Osman Ocalan, hermano del líder del partido, Abdulá Ocalan.
Embed from Getty ImagesSakine Cansiz y el líder del PKK, Abdullah Ocalan, en 1995. Foto: Iha / AFP / Getty Images
Desde esta posición, continúa el diario, Cansiz comenzó a organizar el movimiento femenino en el partido. Según cuenta Aliza Marcus en su libro Blood and Belief, en 1993 las mujeres constituían aproximadamente un tercio del total de combatientes del PKK. «[Cansiz] era la activista kurda más importante. Siempre decía lo que pensaba, especialmente cuando se trataba de problemas que afectaban a las mujeres», indica al Guardian un periodista de la agencia pro kurda de noticias DIHA.
En 1992, Cansiz fue enviada a Europa por Murat Karayilan, el entonces líder del brazo armado del PKK. Tras pasar un tiempo en Alemania se trasladó finalmente a Francia, donde continuó trabajando para la organización. En el interrogatorio al que fue sometido tras su encarcelamiento en 1999, Abdulá Ocalan dijo: «El movimiento de las mujeres nació para liberarlas del feudalismo de los hombres y para crear un tipo fuerte de mujer. Quería que discutiésemos animadamente sobre ello, y, en este aspecto, recuerdo el nombre de Sakine Polat [alias de Cansiz]. Tanto en su mente como en sus emociones, es una mujer fiel al partido».
Más información y fuentes:
» Sakine Cansiz: ‘a legend among PKK members’ (The Guardian)
» Halladas tres activistas kurdas muertas por disparos en la cabeza en París (El País)
» Turquía: El asesinato de tres activistas kurdas busca frenar el proceso de paz (El Mundo)
» Turquía y la guerrilla kurda intentan por tercera vez negociar un alto el fuego (RTVE)
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En el pasado y el presente del islam no faltan ejemplos de oscurantismo, de fanatismo, de irracionalidad, una pesada losa que comparten casi todas las grandes religiones, empezando por el cristianismo. Pero el pasado y el presente del islam están también, como los de casi todas las religiones, llenos de brillo. Es el brillo que ha hecho posible un fondo de solidaridad y espiritualidad del que se han nutrido y se siguen nutriendo millones de personas, el brillo que ha alumbrado algunas de las obras de arte más maravillosas creadas por el ser humano.
Para quien necesite pruebas, el Museo del Louvre ha abierto esta semana al público, tras ocho años de obras, las puertas de su octavo departamento: una nueva sala dedicada al arte islámico. El nuevo espacio del museo parisino, una gran estructura cubierta por una capa ondulada parcialmente metálica y translúcida, alberga 15.000 piezas de la colección y 3.400 préstamos permanentes del Museo de Artes Decorativas de Francia, que durante décadas dejó de exhibir una gran cantidad de obras por no contar con las instalaciones adecuadas. Es el añadido arquitectónico más importante en el museo desde la inauguración de la famosa pirámide de cristal, en 1989.
En palabras de Henri Loyrette, presidente y director del museo, «hay una tendencia doble, que va del interés a la repulsión, con respecto al arte islámico y hacia el islam en particular. Queremos revelar el aspecto radiante de esta civilización y su indiscutible contribución al mundo».
Más información: El Louvre quiere «revelar el aspecto radiante del Islam» con una nueva sala monumental (20minutos)
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