Acuerdo de paz. Viñeta de Kal en The Economist.
Acuerdo de paz. Viñeta de Kal en The Economist.
Acuerdo de paz. Viñeta de Kal en The Economist.
Por primera vez desde 2010, israelíes y palestinos volverán a sentarse a negociar, según anunció este viernes en Ammán el secretario de Estado de EE UU, John Kerry, después de cuatro días de intensas conversaciones con ambas partes. El acuerdo debe ser aún formalizado, y no sabemos todavía qué se va a negociar exactamente ni en qué condiciones o con qué plazos, pero sí existe un compromiso. Los negociadores designados por los gobiernos de Israel y Palestina, Tzipi Livni y Saeb Erekat, respectivamente, viajarán a Washington la semana que viene para mantener contactos preliminares, con el objetivo de sentar las bases de la reanudación del proceso de paz.
El preacuerdo supone, aunque por ahora solo sea de palabra, acabar con una situación de estancamiento en la que Israel parecía sentirse cómodo, y contra la que las divididas autoridades palestinas no podían hacer gran cosa. Como ha reiterado estos días el propio Kerry, el tiempo para poder alcanzar un acuerdo basado en la solución de dos estados se estaba agotando. Ahora veremos si no se ha agotado ya.
De momento el anuncio es, más que nada, una victoria de la diplomacia estadounidense y un respiro para el gobierno de Obama, que, al menos durante unos días, podrá apuntarse un tanto en política exterior, después del vapuleo sufrido en medio mundo por las revelaciones de Edward Snowden sobre el espionaje masivo de la NSA.
Es, además, el primer logro destacable de John Kerry desde que asumió el cargo de secretario de Estado. La reanudación del proceso de paz era su principal objetivo (seis viajes a Oriente Próximo en apenas cinco meses así lo atestiguan), y este viernes confesó sentirse, si no optimista, sí «esperanzado».
Por último, la noticia supone asimismo para EE UU algo más o menos concreto a lo que agarrarse en una región donde, tras el golpe de estado en Egipto y los dilemas de la guerra en Siria, todo parece cada vez más complejo y ya nadie sabe a quién apoyar y a quién oponerse.
Kerry ha evitado ofrecer detalles sobre lo acordado («la mejor forma de darle a estas negociaciones una oportunidad es mantenerlas privadas», ha dicho), y tampoco han ido más allá este viernes ninguna de las dos partes implicadas. Pero resulta evidente que la negociación tendrá que enfrentarse a los grandes escollos de siempre: en primer lugar, las fronteras de los futuros dos estados y el problema de los asentamientos ilegales de colonos israelíes en territorio palestino; después, qué hacer con Jerusalén y cómo afrontar el retorno de los refugiados.
Funcionarios palestinos indicaron este viernes a la BBC que habían exigido «compromisos claros y por escrito» de que las negociación se basará en las fronteras de 1967 (las existentes antes de que Israel ocupase Jerusalén este y Cisjordania). También han pedido compensaciones en el caso de que reduzcan sus exigencias sobre una moratoria en la construcción de asentamientos israelíes en Cisjordania y Jerusalén oriental.
Por otro lado, fuentes palestinas próximas a la presidencia indicaron a Efe que Kerry presentó al presidente de la Autoridad Nacional Palestina, Mahmud Abás, «garantías» respecto al compromiso israelí de aceptar el principio de la solución de dos estados basada en las fronteras de 1967.
Por su parte, la prensa israelí ha señalado que el Gobierno de Netanyahu habría exigido que la negociación se reanudase sin condiciones previas, si bien podría estar contemplando la liberación de hasta 250 palestinos presos, según informó el Canal 2 de la televisión israelí.
Para Israel es también fundamental que Palestina suspenda por ahora sus intentos de ser reconocida plenamente como Estado por la comnunidad internacional, después de que, el pasado mes de noviembre, fuera admitida en la Asamblea General de Naciones Unidas como Estado observador no miembro, y dado que existe desde entonces la amenaza de que Israel pueda ser denunciado ante la Corte Penal Internacional de La Haya por supuestos crímenes de guerra.
«Los representantes de dos pueblos orgullosos han decidido hoy que merece la pena emprender este difícil camino», ha dicho Kerry este viernes. La parte más incuestionable de esta frase es que el camino será, efectivamente, difícil. Dos ejemplos poco esperanzadores: este mismo miércoles Israel aprobó definitivamente la construcción de 700 nuevas casas para colonos en Modiin Ilit, un asentamiento situado entre Jerusalén y Tel Aviv, en la Cisjordania ocupada; y en Gaza, según informa AFP, el partido islamista Hamás, que gobierna en la Franja, ya ha rechazado el anuncio de la reanudación del proceso de paz, señalando que Mahmud Abás no tiene ningún derecho a negociar en nombre del pueblo palestino.
Saeb Erekat. Miembro del Parlamento palestino por la jurisdicción de Jericó, Saeb Erekat fue uno de los principales negociadores palestinos en los Acuerdos de Oslo, y se mantuvo al frente de las conversaciones con Israel entre 1995 y mayo de 2003, año en que dimitió por discrepancias con el Gobierno de la ANP. Volvió al puesto unos meses después, y en 2007 participó en la fallida Conferencia de Annapolis. En febrero de 2011 dimitió de nuevo como jefe negociador, en protesta por las concesiones reveladas en los llamados Papeles de Palestina. Erekat es uno de los políticos palestinos con más experiencia en negociar con Israel, y también de los que más presencia tiene en la prensa occidental.
Tzipi Livni. Ministra de Justicia desde el pasado mes de marzo, Tzipi Livni es también la principal responsable del gobierno de Netanyahu en lo que respecta a las negociaciones de paz con los palestinos. Durante el gobierno de Ehud Ólmert (2006-2009) Livni destacó como ministra de Asuntos Exteriores y ocupó asimismo el cargo de viceprimera ministra. Tras fracasar en su intento de formar gobierno despues de las elecciones de 2009, se convirtió en la líder de la oposición y del partido Kadima, hasta 2012. Después de los comicios de 2013 regresó al actual gobierno de coalición, como líder del partido Hatnuah (liberal). Considerada nacionalista, es una firme defensora de la solución de los dos estados. Este viernes, en su página de Facebook, Livni indicó que «cuatro años de estancamiento diplomático están a punto de terminar, después de meses de escepticismo y cinismo».
Más información y fuentes:
» Palestinos e israelíes volverán a sentarse a negociar tres años después (Efe)
» Israel and Palestinians reach agreement to resume talks (BBC)
» Kerry logra un acuerdo para reanudar el proceso de paz entre israelíes y palestinos (El País)
» Talks between Israel and Palestinian negotiators to start next week (The Guardian)
» Kerry Achieves Deal to Revive Mideast Talks (The New York Times)
» Hamas rechaza reanudación de negociaciones israelo-palestinas (AFP)
Por primera vez desde 2010, israelíes y palestinos volverán a sentarse a negociar, según anunció este viernes en Ammán el secretario de Estado de EE UU, John Kerry, después de cuatro días de intensas conversaciones con ambas partes. El acuerdo… Leer
El pasado 21 de marzo, Abdulá Ocalan, el líder y fundador del Partido de los Trabajadores Kurdos (PKK), instó a los militantes de esta organización a poner fin a las hostilidades y a retirarse «más allá de las fronteras» de Turquía «para que callen las armas y hablen las ideas». Ocalan, que cumple cadena perpetua en la isla de Imrali, en el mar de Mármara, desde 1999, reclamó que turcos y kurdos «permanezcan unidos» como lo han estado «en el pasado».
La carta de Ocalan, difundida en turco y en kurdo, ha sido interpretada como histórica, por lo que supone de esperanza para acabar con un conflicto que dura ya más de 30 años y que ha dejado unos 40.000 muertos, muchos de ellos civiles: «Hemos sacrificado nuestra juventud. Hemos pagado un alto precio, pero no ha sido en vano. La lucha permitió a los kurdos recuperar su identidad. Pero la sangre que mana del pecho de los jóvenes es la misma sean estos kurdos o turcos. Estamos ante una nueva era. En lugar de armas, tenemos ideas», escribió el líder kurdo. Dos días después, la guerrilla del PKK anunció un alto el fuego.
El comunicado es, en cualquier caso, la consecuencia lógica de un proceso iniciado hace ya algún tiempo. En los últimos años, Ocalan y su grupo han moderado sus posiciones, y su principal reclamación se basa ahora, más que en la independencia, en una mayor autonomía para la región kurda del sudeste turco. De hecho, el Gobierno turco reveló el pasado mes de diciembre que llevaba meses conversando con Ocalan para buscar una solución al conflicto con el PKK, una organización armada fundada en 1974 como movimiento de liberación nacional, considerada actualmente como «terrorista» por Turquía, la UE y EE UU, y que se define como comunista-socialista, nacionalista y separatista.
A falta de saber cuándo y en qué condiciones los guerrilleros del PKK iniciarían su retirada, el Gobierno y el Parlamento de Ankara discuten ahora cómo avanzar en el proceso de paz. Los cuatro partidos presentes en la Asamblea ya han enviado sus borradores a la comisión encargada de la redacción de una nueva Constitución. El Partido de la Justicia y el Desarrollo (AKP, el partido islamista moderado gobernante) y el Partido para la Paz y la Democracia (BDP, la principal fuerza política prokurda) quieren limitar la actual definición nacionalista turca del Estado y abren la puerta al uso cooficial del kurdo, a lo que se oponen los dos grandes partidos de la oposición.
El proceso de paz abierto, como cualquier iniciativa de diálogo encaminada a acabar con un conflicto armado, supone un paso fundamental, pero presenta, asimismo, muchas dificultades e interrogantes. El más inmediato es, sin duda, el problema de las armas.
En un segundo comunicado, dado a conocer el pasado día 4 por un diario turco, aunque desmentido después por el principal partido político kurdo, Ocalan habría pedido los combatientes del PKK que se retiren de territorio turco «sin armas». En este sentido, los líderes del PKK en las montañas del norte de Irak han pedido a las autoridades turcas garantías legales de que el ejército no atacará a los guerrilleros antes de que crucen la frontera, pero el Gobierno de Recep Tayyip Erdoğan ha rechazado estas condiciones. Durante una retirada anterior, en 1999, murieron cientos de guerrilleros como consecuencia de los enfrentamientos entre milicianos del PKK y las fuerzas de seguridad.
«No podemos dejar las armas y entonces retirarnos, eso es imposible. Dejar las armas es lo último sobre lo que tenemos que discutir ahora que estamos iniciando este proceso», asegura el comandante y jefe militar de la guerrilla del PKK Murat Karayilan, en una entrevista a El País. «Erdoğan quiere discutir el desarme al inicio del proceso, pero eso es como poner el carro delante del caballo», añade.
Otros obstáculos, no menos importantes, los expone el analista turco Ali Gokpinar en un artículo publicado hace unos días en openDemocracy. Según Gokpinar, la clave, como suele suceder en estas situaciones, es el perdón:
[Ocalan] ha instado a kurdos y turcos a que se perdonen los unos a los otros, pero no está claro que semejante camino pueda recorrrese de un modo fluido. El Gobierno turco ha rechazado firmemente la idea de conceder una amnistía a los exguerrilleros, o incluso de comenzar un proceso legal para ello. Este es el punto más débil de las actuales negociaciones de paz, porque, aunque todo el mundo habla de desmovilización y reintegración, parece que todos los actores principales están evitando discutir sobre un auténtico proceso de reconciliación y perdón. ¿Cómo nos vamos a perdonar los unos a los otros si no encaramos las heridas abiertas? ¿Cómo van a perdonar las madres kurdas y turcas a las fuerzas turcas y kurdas que han asesinado a sus seres queridos?
El propio Karayilan también hace referencia al problema:
Querríamos que se establezca una comisión para la verdad y la reconciliación, porque nosotros también hemos matado a soldados turcos. A través de esta comisión, ambas partes, mutuamente, se pueden perdonar.
Por otra parte, Ocalan pone las bases simbólicas para una aproximación entre kurdos y turcos en la coexistencia de varios grupos étnicos y religiosos en Mesopotamia, enfatizando los elementos comunes de todos ellos como pueblos hermanos en torno a las culturas del Cercano Oriente asentadas entre el Tigris y el Éufrates. Pero sus planteamientos están llenos de referencias islámicas, lo que no deja de ser paradójico, considerando el origen declaradamente laico y marxista del pensamiento de Ocalan. «Es cierto que muchos kurdos son devotos del islam, y que apoyarían la idea de construir los nuevos cimientos sobre la base del islam, pero la cuestión es cómo podrán asumir esta idea los muchos kurdos laicos o el propio PKK», indica Gokpinar.
Otros problemas tienen más que ver con la situación interna que viven ambas partes. Como escribe Pelin Turgut en Time:
Ocalan cuenta con que sigan sus pasos unos mandos del PKK con los que no tiene contacto desde hace una década. Y en Ankara, Erdoğan está obligado a lidiar con los elementos más duros de una oposición que, tanto desde la derecha como desde la izquierda, le acusan de estar asfaltando el camino para una mayor autonomía kurda, a costa del Estado turco.
Turgut destaca asimismo el elemento externo, en la cambiante situación actual de la región:
Hay también un sentimiento de urgencia que no está ligado tan solo a la dinámica interna de la política turca. El mapa de Oriente Medio está cambiando rápidamente, y los kurdos de Turquía están siendo impulsados por un Kurdistán iraquí rico en petróleo y cada vez más confiado. En Siria, los kurdos están emergiendo también como un nuevo actor autónomo. Se suele afirmar que los kurdos constituyen el mayor pueblo del mundo sin un Estado propio, pero los líderes kurdos, incluido Ocalan, aseguran cada vez más que ya no están tan interesados en un único Estado kurdo, sino en una especie de confederación que se extendería a través de varias fronteras nacionales.
En un estudio de 2011 citado por El País, la Asociación Internacional Kurda, una organización formada por kurdos residentes en EE UU, situaba en 37 millones el total de la población kurda en el mundo. La gran mayoría viven repartidos entre Turquía (cerca de la mitad, lo que supone en torno al 20% de la población de este país), Siria, Irak, Irán y, en menor medida, Armenia. En Europa hay una importante diáspora, principalmente en Alemania (unos 700.000) y en Francia (150.000).
Más información y fuentes:
» El líder del grupo armado PKK, Abdullah Ocalan, pide dejar las armas (Efe)
» Demystifying Ocalan’s letter (openDemocracy)
» New Day for the Kurds: Will Ocalan’s Declaration Bring Peace With Turkey? (Time)
» Peace Comes to Turkey (The New Yorker)
» «Es imposible que dejemos las armas antes de retirarnos de Turquía» (El País)
» Un siglo de enfrentamientos entre Turquía y su población kurda (El País)
» Turquía se contrae (III) (Hemisferio Cero)
» PKK should leave unarmed, says Turkish president (Hürriyet)
» Kurdish rebel chief urges unarmed pullout – Turkish paper (Reuters)
Leer también:
» ¿Y la primavera kurda?
El pasado 21 de marzo, Abdulá Ocalan, el líder y fundador del Partido de los Trabajadores Kurdos (PKK), instó a los militantes de esta organización a poner fin a las hostilidades y a retirarse «más allá de las fronteras» de Turquía… Leer
Fuentes oficiales palestinas han reaccionado con indignación ante la publicación de documentos filtrados que revelan la existencia de un acuerdo secreto en el que se acepta la anexión israelí de todos los asentamientos construidos ilegalmente en Jerusalén Este menos uno.
Los llamados Papeles de Palestina han sido publicados por la cadena de televisión por satélite árabe Al Jazeera, y por el diario británico The Guardian.
La cuestión de los asentamientos es uno de los temas más sensibles sobre la mesa en el conflicto palestino israelí. Líderes palestinos califican los documentos filtrados de «propaganda», mientras que Hamás acusa a la OLP de haber traicionado los intereses de Palestina.
Más información:
» El seguimiento de la noticia hoy, en The Guardian
» The Palestine Papers
» Palestinians offered Israel ‘biggest Jerusalem in history’
» East Jerusalem residents dismiss land-swap proposals
» Interactive: browse the documents
Fuentes oficiales palestinas han reaccionado con indignación ante la publicación de documentos filtrados que revelan la existencia de un acuerdo secreto en el que se acepta la anexión israelí de todos los asentamientos construidos ilegalmente en Jerusalén Este menos uno…. Leer
Aaron David Miller, en Foreign Policy (19/4/2010):
El 18 de octubre de 1991, con todo en contra y ante una prensa incrédula, el secretario de Estado estadounidense James Baker III y el ministro soviético de Exteriores, Boris Pankin, anunciaron que invitaban a árabes e israelíes a una conferencia de paz en Madrid. Aquel día, de pie, al fondo del vestíbulo del hotel Rey David en Jerusalén, me asombró lo que había conseguido Estados Unidos. En el plazo de 18 meses, más o menos, Henry Kissinger había negociado tres acuerdos de retirada de las dos partes y Jimmy Carter había logrado un tratado de paz entre Egipto e Israel; EE UU había librado una guerra breve y triunfal –el mejor tipo de guerra– y expulsado a Sadam Husein de Kuwait. Y ahora tenía grandes posibilidades de dar a árabes e israelíes el último empujón diplomático. O eso pensé.
Baker, que quitaba importancia a todo, se mostró tan precavido como de costumbre. «Chicos», nos dijo a unos cuantos ayudantes en su suite tras la rueda de prensa, «si queréis bajaros del tren, éste es el momento, porque a partir de aquí es todo cuesta abajo». Pero yo no estaba escuchándole. Estados Unidos había utilizado su poder para la guerra y ahora quizá podría usarlo para la paz. Me había vuelto creyente.
Ya no lo soy. […]
Aaron David Miller, en Foreign Policy