Arabia Saudí­

Nombre completo: Reino de Arabia Saudí­ (مملكة البحرين).

Independencia: 1932 (unificación del reino).

Población: 35,3 millones (Banco Mundial, 2021).

Capital: Riad.

Superficie: 2.240.000 Km².

Idioma principal: Árabe.

Religión mayoritaria: Islam suní­.

Esperanza de vida: 75,5 años (Banco Mundial, 2020).

Moneda: 1 rial = 100 halalah.

Economí­a: Petróleo (primer exportador del mundo y segundo productor, solo por detrás de Rusia) y gas (cuarta mayor reserva del mundo). En menor medida, cemento, plásticos, fertilizantes, metales, construcción civil. Se importa prácticamente todo lo demás. En el país hay unos 6 millones de trabajadores extranjeros, que realizan en torno al 75% de los trabajos en el sector privado (datos de 2021).

PNB per cápita: 23.585 dólares EE UU (Banco Mundial, 2021). La clase superior incluye algunas de las personas más ricas del mundo, pero entre los ciudadanos de a pie la riqueza petrolera se distribuye muy poco uniformemente.

Desempleo: 7,7% (OIT, Banco Mundial, 2020).

Forma de gobierno: Monarquí­a absolutista. La dinastí­a de los Al Saud gobierna concentrando toda la autoridad.

Lí­der (2022): Salman bin Abdulaziz al Saud (rey y Jefe del Estado). Ascendió al trono en enero de 2015, tras la muerte de su medio hermano, el rey Abdullah. El príncipe heredero es Mohamed bin Salmán.

Libertades y derechos humanos: La polí­tica y la expresión cultural están fuertemente restringidas. La oposición polí­tica está prohibida. La práctica abierta de cualquier otra fe que no sea el islam es ilegal. Existen graves restricciones en prácticamente todos los aspectos de la vida de las mujeres, que tuvieron que esperar hasta 2015 para poder votar y ser elegidas (solo en elecciones municipales), y hasta 2017 para poder conducir (después de 30 años de lucha por parte de las activistas). Internet y los medios de comunicación están fuertemente controlados por el Gobierno.

El informe de 2021 de Amnistía Internacional sobre Arabia Saudí señala: «Continuaron las restricciones del derecho a la libertad de expresión, de asociación y de reunión. El Tribunal Penal Especializado impuso duras penas de prisión a personas por su trabajo de derechos humanos y por expresar opiniones disidentes. Entre las personas detenidas arbitrariamente, enjuiciadas o condenadas había defensores y defensoras de los derechos humanos, personas críticas con el gobierno y otras que realizaban activismo político. A las defensoras de los derechos humanos que salían de prisión en libertad condicional se les imponía la prohibición judicial de viajar. Los tribunales recurrieron ampliamente a la pena de muerte, y hubo ejecuciones por una gran variedad de delitos. Los trabajadores y trabajadoras migrantes seguían siendo vulnerables a los abusos y la explotación en virtud del sistema de patrocino laboral del país, y miles de ellos fueron recluidos arbitrariamente y posteriormente deportados. Las autoridades penitenciarias violaron el derecho a la salud de defensores y defensoras de los derechos humanos y otras personas encarceladas tras juicios manifiestamente injustos».

Pena de muerte: Sí­. Contemplada para casos de asesinato, apostasí­a, cargos de drogas, «brujería», «comportamiento sexual inadecuado»… El método de ejecución más usado es la decapitación por sable. En 2022, Arabia Saudí aplicó la pena de muerte a al menos 144 personas (47 por motivos políticos y 56 por asesinato), según datos del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos publicados en noviembre de ese año. También se reanudaron las ejecuciones a condenados por delitos relacionados con el tráfico de drogas, tras una moratoria oficiosa de 21 meses.

En contexto: Arabia Saudí­ es uno de los principales protagonistas en los mundos árabe y musulmán. Su importancia se basa en su prestigio como custodio de la cuna del islam, en el hecho de ser uno de los principales productores de petróleo del mundo, y en su tamaño geográfico. De mayoría y gobierno suní, su rivalidad con Irán (chií) ha marcado la geopolítica en la región, especialmente en los últimos años. Desde marzo de 2015, Arabia Saudí lidera una intervención militar en el vecino Yemen, destinada, en teoría, a defender al Gobierno yemení frente a la revuelta hutí, y a preservar la hegemonía saudí en la región. En enero de 2021 Arabia Saudí anunció el fin de la crisis que había enfrentado al país, Bahréin y otros Estados con Catar desde 2017, así como el restablecimiento de los lazos comerciales con este último. El papel, directo o indirecto, de Arabia saudí como financiador y/o inspirador de movimientos fundamentalistas islamistas (muchos, con base en el wahabismo imperante en el país) ha sido clave para la proliferación y expansión de los grupos yihadistas. Su riqueza petrolera y su importancia estratégica como aliado en Oriente Medio hace que los países occidentales eviten las críticas a las violaciones a los derechos humanos y la falta de democracia, y que mantengan fuertes lazos comerciales, incluyendo millonarios contratos armamentísticos.


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Actualizado: diciembre 2022
Foto: Fieles en torno a la Kaaba, en el Masjid al-Haram de la Gran Mezquita de La Meca. (Al Jazeera / Flickr, Creative Commons)

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