Lí­bano

Nombre completo: República Libanesa (الجمهوريّة اللبنانيّة).

Independencia: 1943 (de Francia).

Población: 6,7 millones (Banco Mundial, 2021).

Capital: Beirut.

Superficie: 10.452 Km².

Idioma principal: Árabe.

Religiones mayoritarias: Islam: 59.7% (chií­tas, suní­es, drusos, ismailitas, alawitas); Cristianismo: 39% (católicos —maronitas, romanos, armenios—, ortodoxos —griegos, sirios, armenios—, caldeos, coptos…).

Esperanza de vida: 79 años (Banco Mundial, 2020).

Moneda: Libra libanesa.

Economí­a: La economía de Líbano, clasificada como una economía en desarrollo de renta media-baja, se expandió significativamente tras la guerra de 2006, pero se vio afectada de nuevo a partir de 2011 por la guerra civil siria. Desde finales de 2019 atraviesa una gran crisis, que incluye un colapso bancario, una crisis de liquidez y un impago soberano. En 2021 el Banco Mundial clasificó la crisis económica de Líbano entre las 10 más graves del mundo desde mediados del siglo XIX. Al concluir el año, la lira libanesa había perdido el 95% de su valor desde finales de 2019 y, en noviembre de 2021, la inflación anual del precio de los alimentos se situaba en el 357,95%. El Programa Mundial de Alimentos declaró en septiembre que el 22% de la población libanesa, el 50% de las personas refugiadas sirias y el 33% de la población refugiada de otras nacionalidades sufrían inseguridad alimentaria. Según un estudio de la ONU, en septiembre, el 82% de la población vivía en situación de pobreza multidimensional.

La economía libanesa está orientada principalmente a los servicios, con el comercio como principal actividad, y tiene una fuerte tradición de laissez-faire. Los principales sectores son los productos metálicos, la banca, la agricultura, los productos químicos y los equipos de transporte. La balanza comercial es muy deficitaria debido a los bajos recursos y la abultada deuda externa. Líbano es uno de los países más endeudados del mundo en términos de ratio deuda/PIB.

PNB per cápita: 2.670 dólares EE UU (Banco Mundial, 2021).

Desempleo: 14,5% (Banco Mundial, OIT, 2021).

Forma de gobierno: Democracia parlamentaria regida por un marco confesionalista, en el que los cargos principales son repartidos proporcionalmente entre las distintas comunidades religiosas del paí­s.

Lí­deres (2022): Najib Mikati (primer ministro), desde 2021; presidencia vacante.

Libertades y derechos humanos: El informe de 2021 de Amnistía Internacional sobre Líbano señala: «La respuesta de las autoridades a la crisis económica cada vez más profunda no garantizó el derecho a la salud de la población residente, ni siquiera su derecho a la vida durante los momentos de mayor escasez de combustible y medicamentos, pues se retiraron subvenciones sin desplegar un programa de protección social eficaz que ayudara a mitigar el impacto de esas políticas. La impunidad seguía protegiendo a responsables de asesinato, tortura y de la devastadora explosión ocurrida en el puerto de la capital, Beirut, en 2020. Las autoridades utilizaron cargos de terrorismo para procesar a manifestantes de Trípoli que exigían derechos socioeconómicos. La población trabajadora migrante, especialmente las empleadas domésticas, seguía viendo vulnerados sus derechos en virtud del sistema discriminatorio de kafala (patrocinio). Las mujeres continuaban sufriendo discriminación en la legislación y en la práctica. Las autoridades siguieron deportando a personas refugiadas sirias pese a que a su regreso a Siria corrían peligro de sufrir abusos atroces contra los derechos humanos. Seguían sin investigarse las denuncias de tortura de refugiados sirios documentadas desde 2014, ni siquiera cuando se presentaban en los tribunales».

Pena de muerte: Sí­. Contemplada para delitos de asesinato. En 2021 los tribunales siguieron imponiendo condenas a muerte, pero no se llevaron a cabo ejecuciones.

En contexto: Lí­bano fue hasta los años 70 del siglo XX el centro financiero de Oriente Próximo. Esta opulencia monetaria fue rota por la guerra civil (1975-1990), en la que se enfrentaron las distintas facciones internas (cristianos maronitas, libaneses musulmanes suní­es y chií­es, y palestinos), además de Israel, Siria y la OLP palestina. La inestabilidad perduró por los conflictos derivados de la influencia de Siria, la presencia de la pro iraní­ Hizbulá y las intervenciones de Israel (que invadió el paí­s en 1978 y entre 1982 y 2000).

Najib Mikati, el hombre más rico de Líbano, volvió a encabezar el gobierno en septiembre de 2021, tras haber sido primer ministro en dos ocasiones anteriores. Su nombramiento puso fin a 13 meses de parálisis política, mientras el país luchaba contra el hundimiento de la economía y casi dos años de protestas que exigían una reforma política total. Líbano llevaba sin gobierno desde que Hassan Diab dimitió tras la gran explosión que destruyó el puerto de Beirut y sus alrededores en agosto de 2020, dejando más de 200 muertos. En mayo de 2022, Líbano celebró sus primeras elecciones desde que la crisis económica lo arrastrara al borde de convertirse en un Estado fallido. El movimiento chií Hizbulá, respaldado por Irán, y sus aliados perdieron la mayoría parlamentaria.


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Actualizado: diciembre 2022
Foto: Templo de Baco, en Baalbek, Líbano. (Jerzy Strzelecki, cc)

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