Las autoridades iraquíes asumieron este viernes el control de la última base militar que estaba en poder del Ejército de Estados Unidos y, pese a que la retirada completa de las tropas no concluirá hasta el próximo 31 de diciembre, el fin oficial de la ocupación estadounidense permite ya a hacer balance.
Así, estos días se multiplican las informaciones sobre el costo económico total de la guerra (más de 800.000 millones de dólares), sus consecuencias políticas, económicas y geoestratégicas y, especialmente, el número de muertos, militares y civiles, iraquíes y estadounidenses, después de ocho años y medio de conflicto.
Mientras que el número de soldados estadounidenses muertos está claro (cerca de 4.500), la cifra de fallecidos iraquíes sigue sujeta a debate. La organización Iraq Body Count habla de 106.000 civiles fallecidos hasta 2010, un estudio respaldado por la ONU contabilizaba 151.000 iraquíes muertos hasta junio de 2006, y la revista The Lancet publicó en 2006 un informe en el que se cifraba en casi 655.000 el número de iraquíes que han perdido la vida.
La mayoría de los balances, sin embargo, parecen estar olvidando a las principales víctimas del conflicto: Los que siguen vivos. Los heridos, los amputados, las viudas y los viudos, los huérfanos, los cientos de miles de refugiados. Sobre el número total de personas marcadas para siempre por la huella de la guerra y los atentados apenas hay cifras fiables.
«El principal legado que esta guerra ha dejado en Irak es un millón de viudas, dos millones de huérfanos y un sistema de salud destruido, además de los más de 100.000 muertos y un enorme número todavía desconocido de amputados y discapacitados», explicaba a la BBC el doctor Salam Obeidi, director de la organización Médicos para Irak, establecida en 2003 inmediatamente después de la invasión.
Según cifras del Ministerio de Salud de Irak, publicadas en 2008 y citadas por la cadena pública británica, actualmente hay en el país cerca de 80.000 amputados, de los cuales entre un 75% y un 85% fueron víctimas de minas u otros tipos de artillería no explosionada. Y eso era hace tres años.
Muchos de estos heridos, como destaca Obeidi, son niños y mujeres totalmente desconectados del conflicto.
El médico recuerda, además, la evidencia de que ser un amputado en Irak hoy en día es muy distinto de ser un amputado en un país desarrollado. La infraestructura iraquí de salud no está preparada para tratar a estos pacientes, y muchos no tienen otra opción que quedar inmovilizados en sus hogares, sin esperanza de recuperación.
«Tenemos un número muy limitado de programas sociales que puedan absorber a estas personas para darles oportunidades, y tenemos muy pocas clínicas en el país que puedan ofrecerles una prótesis» señala el médico a la BBC.
Según los expertos, serán necesarios entre 20 y 30 años para poder establecer una infraestructura adecuada de atención médica para los sobrevivientes de la guerra en Irak.
Archivado en: Actualidad
Más sobre: EE UU, Irak, ocupación