Beirut

Protesta en Beirut, Líbano, el 22 de noviembre de 2019, Día de la Independencia del país. Foto: Nadim Kobeissi / Wikimedia Commons

Después de casi nueve meses de disputas entre los partidos gobernantes del Líbano sobre su participación en el ejecutivo, y mientras la economía del país y las vidas de sus habitantes se arruinaban, el primer ministro designado, Saad Hariri, ha declarado su decisión de dimitir sin haber podido formar un nuevo gobierno.

Saad es hijo del ex primer ministro y multimillonario Rafiq Hariri, asesinado en 2005, y arquitecto del catastrófico sistema económico y financiero del país.

Este habría sido el tercer mandato de Saad como primer ministro: renunció bajo la presión de las protestas masivas en 2019 y ya ha fracasado en el cargo dos veces.

Saad ha fracasado también al frente de las empresas privadas que heredó de su difunto padre. Al igual que los bancos que están reteniendo el dinero de innumerables personas en el Líbano, Saad tampoco pagó a sus empleados lo que se les debía. No es, en cualquier caso, el único líder incompetente entre los partidos que han estado gobernando el país y supervisando el saqueo de su riqueza durante décadas.

Explosiones

La semana pasada, el primer ministro en funciones del Líbano, Hassan Diab, anunció a los embajadores de varias naciones una inminente «explosión social» en el país. Con voz severa, suplicó a «reyes y príncipes, presidentes y líderes» de otros países que donasen dinero al Líbano para evitar la catástrofe. Sin embargo, el hombre en la cima del poder ejecutivo del país no les dijo a los embajadores ni a su propia gente cómo iba a utilizar exactamente esas donaciones potenciales para evitar la anticipada explosión.

Una explosión real fue lo que ocurrió hace casi un año, cuando toneladas de nitrato de amonio almacenadas descuidadamente en el puerto de Beirut detonaron y destruyeron gran parte de la capital libanesa, matando a cientos e hiriendo a miles. Las familias de las víctimas, junto con el resto de la población, han estado pidiendo respuestas, justicia y rendición de cuentas. La única respuesta del Parlamento y del Ministerio del Interior ha sido negarse a levantar la inmunidad que protege a los funcionarios convocados para ser interrogados por el juez de instrucción. En cambio, las familias fueron atacadas por el ejército y la seguridad interna mientras protestaban frente a las casas del ministro del Interior y del presidente del Parlamento.

Es posible que los seres queridos de las víctimas no lleguen a obtener sus respuestas. Pero todos sabemos que la explosión en el puerto fue el síntoma de un desastre más profundo. No hay guerra en el Líbano. El país no está sitiado ni ha sufrido un desastre natural. Y, sin embargo, se enfrenta a un colapso total.

Mientras el estado se va hundiendo cada vez más en la crisis financiera, no se ha intentado ni siquiera idear un plan, aunque fuese un mal plan que pudiera ser criticado. Los partidos políticos discuten sobre lo poco que queda y tienen una sola estrategia: mendigar.

Dejadez y especulación

La idea es dejar que la crisis se resuelva sola. En realidad, queda en manos de las élites que controlan todos los sectores vitales de la economía, los bancos que durante décadas se han beneficiado de un sistema disfuncional, y un gobernador de un banco central que está siendo investigado por corrupción en varios países y que ha sido acusado por el gobierno de retener datos, de mala gestión y de tener mucha responsabilidad en las políticas que llevaron a la actual catástrofe económica.

Las crisis, además, producen siempre sus propios especuladores, y en el Líbano hay una larga historia de especuladores de la guerra.

En su libro Las venas abiertas de América Latina, Eduardo Galeano escribió sobre los «proxenetas de la miseria» del continente, que acumulan miles de millones en sus cuentas bancarias en el extranjero a expensas del resto de la población, sumergida en el dolor.

«Incorporadas desde siempre a la constelación del poder imperialista, nuestras clases dominantes no tienen el menor interés en averiguar si el patriotismo podría resultar más rentable que la traición, o si la mendicidad es la única forma posible de la política internacional», escribe Galeano. «Se hipoteca la soberanía porque “no hay otro camino”; las coartadas de la oligarquía confunden interesadamente la impotencia de una clase social con el presunto vacío de destino de cada nación».

Qué ajustada resulta esta descripción a la situación actual del Líbano, un país que, a diferencia de la mayoría de los estados latinoamericanos, tiene pocos recursos, aparte de su valor geopolítico y de la vida barata de su población; un país cuyos corruptos gobernantes son en su mayoría antiguos señores de la guerra que no parecen tener ninguna ambición nacional, impulsados únicamente por sus intereses personales y los dictados de sus patrocinadores extranjeros.

Dos años de crisis

Desde el verano de 2019 Líbano se ha hundido en una grave crisis financiera y política. Si hace dos años necesitabas 1.500 libras libanesas para comprar un dólar estadounidense, ahora te costará más de 20.000. Y, a diferencia de momentos anteriores de crisis económica y financiera en la historia reciente de la nación, esta vez ningún país rico, árabe o no, está dispuesto a rescatar a este estado fallido.

Esta vez, los compinches en el poder deben valerse por sí mismos, pero son tan incompetentes, corruptos e irresponsables, que se ven incapaces y sin voluntad de intentar gobernar, no digamos ya de proponer planes reales.

Cualquier solución real pasa por rendir cuentas de un modo también real, lo que inevitablemente significa el fin de la carrera política de quienes han estado en el poder desde el fin de la guerra civil del país (1975-1990), y que han llevado al Líbano a su estado actual. Han pasado casi dos años desde la severa crisis financiera, y esas mismas personas en el poder continúan culpándose entre sí, sin ofrecer responsabilidad, transparencia o soluciones.

En su lugar, los líderes presumen de consignas vacías sobre la lucha contra la misma corrupción de la que están todos acusados y sobre la responsabilidad que ellos mismos están impidiendo, y se acusan unos a otros de ser obstáculos para las reformas que están todos bloqueando.

El plan real es simplemente seguir avivando las divisiones sectarias, para mantener a la población dividida dócil, asustada y dependiente de los partidos sectarios. Y, mientras tanto, aquellos que tienen las influencias adecuadas continúan haciendo contrabando con su riqueza en el extranjero, y los que no, tienen sus depósitos retenidos por los bancos en el Líbano, sin poder retirar salvo algunas fracciones que determinan al azar los bancos y un gobierno que, aunque renunció, todavía no se ha ido.

Sin alternativas

Líbano no está en guerra. No está bajo asedio. Pero en el espacio de dos años, el salario mínimo ha pasado de alrededor de 450 dólares a menos de 40. Según un informe reciente de UNICEF, el 77% de los hogares no tiene suficiente comida o dinero para comprar alimentos. Para los hogares sirios en el Líbano, la cifra es del 99%. De acuerdo con el mismo informe, uno de cada cinco hogares no tiene suficiente agua potable.

Para un país que produce muy poco de sus necesidades básicas y tiene una de las economías del mundo más dependiente de las importaciones, la disminución del valor de la moneda coincide con un aumento alarmante de los precios de casi todo. Los sectores productivos del país han sido sistemáticamente destruidos desde el final de la guerra civil, con un plan económico construido en torno al consumismo, el turismo, la especulación inmobiliaria y la banca.

Existen salidas, pero todas ellas se enfrentan a la rigidez de una clase dominante violenta y poderosa que controla todos los aspectos de la economía, protegida por milicias y que, sobre todo, mantiene a la gente como rehén del sectarismo y de las redes de clientelismo.

Todas las soluciones posibles requieren la destitución de la clase política al completo, pero esto es una hazaña imposible, teniendo en cuenta que no hay una alternativa viable, que las elecciones no son ni libres ni justas, y que una gran parte de la población sigue dependiendo de, o es leal a, sus corruptos líderes.

Visitando una casa… cambiada

Escribir sobre los desastres de tu propio país no es fácil cuando ya no vives en él. Tengo que luchar contra la culpa del superviviente, y reconozco el privilegio de ser uno de los «afortunados» que se fueron.

Durante un viaje a casa el mes pasado, después de estar demasiado tiempo encerrado en Berlín, me convertí en un visitante que presenciaba el colapso, pero siempre con la opción de irme. Ver a mi familia, a mis seres queridos y a otras personas descender hacia la pobreza, la escasez y la miseria es doloroso, especialmente si se mezcla con un sentimiento de impotencia y culpa.

Para las personas de mi generación, que crecieron durante la guerra civil del país, esto es algo familiar. Pero también es enervante ver a nuestros padres, que sobrevivieron y lucharon por vivir y por darnos una oportunidad durante la guerra y sus secuelas, tener que sufrirlo de nuevo, ahora ya en su vejez, con mucha menos energía, más amargura y, a menudo, por su cuenta.

Vivieron en medio de la guerra, nos tuvieron durante la guerra, nos criaron y nos protegieron en plena guerra. Y ahora tienen que volver a pasar por lo mismo, en su vejez, por ver a sus hijos irse o sufrir. Y los que nos vamos, debemos vivir con nuestra culpa por irnos y con el sentimiento de impotencia por lo poco que podemos hacer para que tengan una vida que sea algo más que supervivencia, soledad, humillación y corazones rotos.

Incluso para aquellos lo suficientemente jóvenes como para tener un futuro y la energía para enfrentarse a las luchas diarias, ¿cómo se puede trabajar, pensar, esperar y vivir, cuando la vida diaria es una serie de logísticas, ansiedades y frustraciones? Esperar horas para obtener una fracción de tu dinero en el banco o una ración de gas; disponer de solo dos horas de electricidad al día, y pagar una factura del generador cada vez mayor, si es que tienes la suerte de poder permitirte uno; carecer de internet, de medicinas, de agua, de trabajo, mientras la violencia y la inseguridad aumentan, y con una moneda en constante declive que ha caído a menos de una décima parte de su valor y sigue bajando cada vez más…

En Líbano resulta difícil respirar, literalmente. Con menos de dos horas de electricidad al día, los generadores privados mantienen las luces encendidas para quienes pueden pagarlas. Funcionan con diesel y llenan el aire de un humo espeso. La semana pasada, la vacunación contra la COVID-19 tuvo que suspenderse por falta de luz y de internet en los centros de vacunación. El costo humano del colapso empeora: los cortes de energía y la escasez de medicamentos y de combustible están matando a la gente. Hay noticias frecuentes en los medios sobre peleas en estaciones de servicio, personas que sacan cuchillos, palos o incluso pistolas para conseguir un galón de gasolina. Y es solo el comienzo.

Hora de una revolución

Líbano se está enfrentando, realmente, a un colapso total. Pero no son donaciones de potencias extranjeras lo que necesita, especialmente cuando lo más probable es que estas terminen en las arcas de la misma élite corrupta que ha desangrado la economía para poder mantener sus posiciones.

Mientras, el movimiento de protesta que estalló en octubre de 2019, y que fue vital para sacudir el estancamiento del régimen, se enfrenta no solo a la resistencia despiadada de la clase dominante, sino también a sus propias deficiencias en la organización de alternativas viables. Tal vez no sea su culpa, pero es así.

Siendo alguien que va a regresar a una situación de seguridad y estabilidad, no me corresponde a mí juzgar. Encontrar alternativas políticas mientras se vive en una situación así no es tarea fácil. Para la mayoría de las personas en el país, la supervivencia es la prioridad en este momento, y la clase política sabe muy bien que cuando la gente está demasiado ocupada sobreviviendo, es poco probable que tenga la energía para levantarse contra ella. Y, sin embargo, existe una delgada línea entre la supervivencia y no tener nada que perder.

La ira es un sentimiento político. La pregunta es: ¿cómo puede aprovecharse en un proyecto?


Walid el Houri es un investigador, periodista y cineasta, residente entre Berlín y Beirut. Es el editor de la sección de Norte de África – Asia Occidental (NAWA) en openDemocracy. Tiene un doctorado en Estudios de Medios por la Universidad de Ámsterdam, y su trabajo y publicaciones tratan sobre los movimientos de protesta, las políticas del fracaso y las geografías de la guerra y la violencia.


Publicado originalmente en openDemocracy bajo licencia Creative Commons el 15/7/2021
Traducción del original en inglés: After nine months of waiting, Lebanon has neither a government nor accountability

Líbano, sin gobierno ni responsables tras nueve meses de espera

Después de casi nueve meses de disputas entre los partidos gobernantes del Líbano sobre su participación en el ejecutivo, y mientras la economía del país y las vidas de sus habitantes se arruinaban, el primer ministro designado, Saad Hariri, ha… Leer

El puerto de Beirut, devastado por la gran explosión del pasado 4 de agosto, que causó al menos 190 muertos y 6.500 heridos, además de daños incalculables. Foto: Mahdi Shojaeian / Mehr News Agency / Wikimedia Commons

Hay muchos motivos históricos e intereses económicos detrás de las asiduas visitas del presidente francés Emmanuel Macron a Beirut en los últimos meses. Líbano se está enfrentando a una nueva crisis económica, política y social, que en el pasado dio origen a una peligrosa falta de seguridad que puso al país entero en una débil situación, en la que la verdadera soberanía brilla por su ausencia.

La invasión siria de Líbano en 1976 y de Israel en 1982 son las más poderosas, y el control de Damasco, Teherán, Tel Aviv y Riad en la política interna del país ha sido importante en los últimos treinta años, tras del fin oficial de la guerra civil (1991).

La población civil lleva décadas intentando hacer lo mismo que trata de promover ahora: liberarse del sistema político neofeudal que ha fragmentado el país en enclaves divididos por razones étnicas, religiosas y políticas, y que en las últimas décadas lo ha dejado a merced de los intereses de países extranjeros, vecinos y no vecinos, en el difícil tablero geopolítico de Oriente Medio.

En los últimos años se han producido protestas en el país, como la Revolución de los Cedros, que, tras el asesinato del primer ministro Rafic Hariri (2005), intentó impulsar movimientos civiles desde abajo, si bien estos nunca fueron realmente independientes de los partidos políticos clásicos.

Liberarse del pasado

Los asesinatos de los periodistas Samir Kassir y Gebran Tueni en 2005, ambos miembros de una sociedad civil que quería llamar la atención sobre el problema de la soberanía de Líbano, son sintomáticos de la dificultad de este país para liberarse de su pasado.

Sin embargo, hay diferentes niveles de responsabilidad por la situación libanesa. En parte se debe al elevado nivel de apoyo por parte de la población; asimismo, las fuerzas de seguridad han mantenido siempre una posición de salvaguarda de la corrupción del gobierno; y otro aspecto es la gestión colonial de Francia desde el siglo XIX.

La última visita del presidente francés, en el centenario de la creación del «Gran Líbano», señala una total ausencia de capacidad de crítica histórica, pues resulta bastante claro que, por un lado, la situación libanesa actual es tan delicada por motivos relacionados con el nivel de corrupción interna, la falta de capacidad a la hora de contar con candidatos y políticos independientes de los señores feudales de hoy, así como por su economía, completamente privatizada y en la que el valor de ser ciudadano no tiene sentido porque no existe un sistema público que proteja a quienes pagan impuestos al Estado.

Y por otro lado está la creación de una convivencia enraizada en la visión de superioridad de una etnia o religión sobre las otras, originada en la fase colonial.

Como se sabe, el «Gran Líbano» fue constituido para permitir a los maronitas cristianos ser mayoría relativa en un nuevo Estado más próximo a Francia y al colonialismo europeo.

La situación cambió en el siglo XX, tras el fin de la Segunda Guerra Mundial, abriendo el país a la independencia y a la multiplicación de los conflictos internos de matriz colonial entre el presidente cristiano y el primer ministro musulmán.

Precarios equilibrios internos

Este conflicto político duró hasta el momento en que la presencia militar y civil de la Organización para la Liberación de Palestina (1971-1975) modificó unos equilibrios internos ya precarios.

Desde entonces, la soberanía del país ha estado dominada por los intereses extranjeros y los diferentes actores internos que han luchado por preservar una posición de poder con la ayuda de países como Siria, Irán, Israel, Arabia Saudita, Francia y Estados Unidos.

En los últimos años, después de 2005, las alianzas políticas han acabado basándose en principios religiosos o étnicos, y las dos coaliciones han sumado miembros de todas las facciones indistintamente: la Alianza del 14 de marzo y la Alianza del 8 de marzo, donde maronitas, sunnitas, chiítas, armenios y drusos se opusieron a Amal, Hizbulá (chiítas), en unidad con maronitas, drusos, armenios y sunnitas respectivamente.

Esta «revolución» política y de partidos no ha mejorado claramente la vida de los ciudadanos libaneses; por el contrario, ha trasladado al Estado libanés el conflicto geopolítico en Oriente Medio entre Estados Unidos, Arabia Saudí, Israel e Irán, Siria y Hizbulá.

La asunción de responsabilidades por la explosión de Beirut

Es difícil que se depuren responsabilidades por la impresionante explosión del puerto de Beirut ocurrida el pasado 4 de agosto.

Sin embargo, las manifestaciones de ciudadanos libaneses que comenzaron ya en febrero de 2020 muestran nuevamente que parte de la población de este país necesita y merece una clase política diferente, capaz de intervenir en la economía y de cambiar radicalmente el proceso de privatización neoliberal promovido en Líbano desde los años noventa. Las desigualdades quedan patentes en esta nación.

A pesar de que se trata de un país con solo cuatro millones de habitantes, en la lista de multimillonarios de Forbes 2020, 17 eran de esta nacionalidad, y en 2019 ascendían a 20. Actualmente cuenta con un elevado nivel de alfabetización, buenas universidades y una inteligencia cosmopolita, de modo que las responsabilidades políticas de esta generación tienen un gran calado.

Sería necesario que antes de que explote una nueva fase interna más violenta, los libaneses puedan tratar de cambiar su futuro sin estar bajo el yugo de los intereses extranjeros.


Marco Demichelis es investigador de Estudios Islámicos e Historia de Oriente Medio, en la Universidad de Navarra.


Publicado originalmente en The Conversation bajo licencia Creative Commons el 7/9/2020

Líbano necesita liberarse de su pasado (y de las injerencias externas)

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Al menos 41 personas murieron y 200 resultaron heridas en un doble atentado suicida reivindicado por el grupo yihadista Estado Islámico, en el barrio de Burch Barachne, uno de los feudos del grupo chií libanés Hizbulá, en el sur de Beirut.

Salvaje atentado de Estado Islámico en Beirut: 41 muertos

Al menos 41 personas murieron y 200 resultaron heridas en un doble atentado suicida reivindicado por el grupo yihadista Estado Islámico, en el barrio de Burch Barachne, uno de los feudos del grupo chií libanés Hizbulá, en el sur de… Leer

Una selección de fotografías tomadas en Oriente Medio esta semana. Pincha en los enlaces de las localizaciones para ver las imágenes.


Bam, Irán, 19/12/2013: Una jugadora de baloncesto entrena en un pabellón deportivo de Bam, la localidad iraní que hace ahora diez años, el 26 de diciembre de 2003, quedó arrasada por un terrible seísmo de 6,6 grados en la escala de Richter. Entre 35.000 y 46.000 personas (alrededor del 40% de la población total de la ciudad) murieron a causa del terremoto; 50.000 resultaron heridas y 80.000 perdieron su hogar. El 70% de las casas, la mayoría de ellas de construcción precaria, quedaron destruidas. Foto: Atta Kenare / AFP


Belén, Cisjordania (Palestina), 25/12/2013: Una niña enciende una vela en el interior de la Basílica de la Natividad, el lugar donde la tradición señala el nacimiento de Jesús, y al que cada año por estas fechas acuden miles de peregrinos cristianos de todo el mundo. Foto: Oren Ziv


Belén, Cisjordania (Palestina), 24/12/2013: Niños palestinos vestidos de Papá Noel, en las afueras de la Basílica de la Natividad. Foto: Majdi Mohammed / AP


Ammán, Jordania, 25/12/2013: Un refugiado iraquí, cristiano ortodoxo, asiste a la misa del día de Navidad en una iglesia de la capital jordana a la que acudieron familias iraquíes y sirias para rezar por sus respectivos países. Foto: Mohammad Hannon / AP


Mansura, Egipto, 24/12/2013: Un hombre trata de pasar entre los restos dejados por la explosión en un cuartel de la policía que mató a al menos una docena de personas, y dejó heridas a más de un centenar, el pasado martes. El Gobierno egipcio instaurado por los militares culpó del atentado a los Hermanos Musulmanes y al día siguiente declaró al grupo «organización terrorista». La Hermandad, sin embargo, condenó la acción y negó toda responsabilidad en el ataque. Foto: Ahmed Ashraf / AP


El Cairo, Egipto, 27/12/2013: Un manifestante se pone a cubierto durante los enfrentamientos de este viernres entre manifestantes en apoyo de los Hermanos Musulmanes y la policía, tras declarar el Gobierno provisional «organización terrorista» al grupo islamista. Una persona murió y cerca de 150 fueron detenidas durante los disturbios. Foto: Khaled Elfiqi / EPA


Beirut, Líbano, 27/12/2013: Un hombre lleva en brazos a una mujer herida tras el atentado con coche bomba que sacudió la capital libanesa a primeras horas de la mañana de este viernes. En la acción terrorista perdieron la vida un total de ocho personas, incluyendo al exministro de Finanzas Mohamed Chatah, economista, diplomático, antiguo consejero de los exjefes de gobierno Fuad Siniora y Saad Hariri, y probable objetivo del atentado. Foto: Bilal Hussein / AP


Beirut, Líbano, 29/12/2013: Familiares y amigos del exministro de Finanzas libanés Mohamed Chatah, asesinado el viernes en un atentado con coche bomba, durante el funeral. Foto: Bilal Hussein / AP


Rahat, Israel, 25/12/2013: Un grupo de beduinos se reúne en torno a la tumba de Salah Abu Latif, un beduino funcionario israelí de 22 años que fue asesinado, según el Gobierno israelí, por un francotirador palestino, cuando trabajaba en la valla de separación entre Israel y Gaza. Tras la muerte de Latif, el ejército israelí lanzó el martes una serie de ataques aéreos contra la Franja de Gaza, en los que, según fuentes palestinas, murió una niña de tres años de edad. Foto: Oded Balilty / AP


Bilin, Cisjordania (Palestina), 27/12/2013: Un joven palestino lanza piedras contra soldados israelíes durante un acto en contra de los asentamientos judíos en territorio ocupado por Israel, cerca de Ramala. Al fondo, el muro de separación israelí. Foto: Mohamad Torokman / Reuters


Estambul, Turquía, 27/12/2013: Manifestantes contra el Gobierno se enfrentan a la policía durante una protesta por el escándalo de corrupción que ha causado en apenas una semana la dimisión de tres ministros, el relevo de otros diez y la renuncia a sus escaños de tres parlamentarios del AKP, el partido islamista gobernante en Turquía. El escándalo ha destapado las luchas internas en el seno del islamismo turco y ha puesto contra las cuerdas al primer ministro, Racip Tayip Erdoğan. Las claves, aquí. Foto: Tolga Bozoglu / EPA


Homs, Siria, 25/12/2013: Un gorro de Papá Noel, entre las ruinas de un edificio destruido por las bombas. El papa Francisco dedicó a Siria una mención especial en su primer discurso de Navidad: «Demasiadas vidas ha destruido en los últimos tiempos el conflicto de Siria. Sigamos rezando al Señor para que el amado pueblo sirio se vea librado de sufrimientos, y las partes en conflicto permitan el paso de la ayuda humanitaria», dijo. Foto: Yazan Homsy / Reuters


Alepo, Siria, 29/12/2013: Varios niños cruzan con sacos llenos de pertenencias la zona de Karaj al Hajez, un pasaje en Alepo que separa el barrio de Bustan al Qasr, controlado por los rebeldes, del de Al Masharqa, bajo el control del régimen. Foto: Ammar Abdullah / Reuters


Alepo, Siria, 28/12/2013: Una niña es rescatada de entre las ruinas de un edificio que se vino abajo tras dos ataques aéreos de fuerzas del régimen, en el barrio de Maysar, según informaron activistas de la oposición siria. Foto: Jalal Alhalabi / Reuters

Esmirna, Turquía, 22/12/2013: Al menos 10 personas murieron y 17 resultaron heridas al naufragar un remolcador en un astillero militar cercano a la ciudad turca de Izmir (Esmirna), en el mar Egeo, por causas que aún se desconocen, y que están siendo investigadas, según informaron fuentes militares. Foto: Emin Menguarslan / Anadolu


Tel Aviv, Israel, 26/12/2013: Manifestación cerca de la sede del Ministerio de Defensa israelí, en contra de la liberación de prisioneros palestinos que llevará a cabo el Gobierno a partir de esta semana, como parte del acuerdo patrocinado por Estados Unidos en julio, dentro de los esfuerzos por reanudar las conversaciones de paz. Foto: Ammar Awad / Reuters


Beersheva, Israel, 26/12/2013: Pilotos de la Fuerza Aérea israelí lanzan sus gorras al aire celebrando su graduación, en la base aérea de Hatzerim, en el desierto del Neguev. Foto: Jack Guezjack / AFP


Estambul, Turquía, 27/12/2013: Dos niños, junto a una de las obras del escultor indio Anish Kapoor que se exhiben hasta el próximo mes de febrero en el museo Sakip Sabanci. Foto: Murad Sezer / Reuters


El Cairo, Egipto, 24/12/2013: Cuatro artistas egipcios, Hany Rashed, Ganzeer, Ahmed Hefnawy y Ammar Abu Bakr, han montado estos días en un hotel del centro de la capital del país la exposición Libertad, en lo que han denominado «Museo de la Revolución». La muestra incluye graffitis, pinturas, esculturas y hasta simulaciones de granadas de gas. Foto: Rowan El Shimi / Al Ahram. Más fotos, aquí.


Bursa, Turquía, 26/12/2013: El Ayuntamiento de la ciudad turca de Bursa, en el noroeste del país, ha decidido iluminar con tecnología LED los edificios históricos más emblemáticos de la localidad. Foto: Anadolu Agency. Más fotos, aquí.


Ciudad de Gaza, Gaza (Palestina), 29/12/2013: Un hombre cabalga por una playa a orillas del Mediterráneo. Foto: Hatem Moussa / AP

Las fotos de la semana

Una selección de fotografías tomadas en Oriente Medio esta semana. Pincha en los enlaces de las localizaciones para ver las imágenes.

El líder de Hizbulá, Hasan Nasrala, durante una visita a Irán en 2005. Foto: Satyar Emami / Wikimedia Commons

Cuatro personas resultaron heridas este domingo al impactar tres cohetes en el barrio de Chiyah, un feudo de Hizbulá en la periferia del sur de Beirut. El ataque se produjo al día siguiente de que Hasan Nasrala, el líder de la milicia y partido político chií, justificase su apoyo al régimen sirio de Bashar al Asad y anunciara que sus hombres continuarán combatiendo en el país vecino «hasta la victoria». Ha sido el primer ataque dirigido directamente contra un bastión de Hizbulá en la capital libanesa desde que estalló el conflicto sirio, hace dos años.

«Continuaremos hasta el final del camino», dijo Nasrala el sábado en un discurso televisado. «Aceptamos esta responsabilidad y aceptaremos todos los sacrificios y las consecuencias de esta posición. Seremos los que traigamos la victoria», sentenció.

La guerra en Siria está polarizando el Líbano hasta extremos cada vez más alarmantes. En general, los suníes apoyan la rebelión contra Asad, cuyos oponentes profesan mayoritariamente esta confesión del islam, mientras que los chiíes de Hizbolá y sus aliados respaldan al presidente sirio. En los últimos meses, la tensión ha sido especialmente fuerte en la ciudad de Trípoli, donde se han producido numerosos estallidos de violencia entre la mayoría suní y su pequeña comunidad alauí (la secta, conectada con el chiísmo, a la que pertenecen Asad y la cúpula gobernante en Siria), con un saldo hasta ahora de más de 30 muertos y alrededor de 200 heridos.

Hasta no hace mucho, Hizbulá insistía en que no había enviado, oficialmente, combatientes a Siria. Su apoyo a Bashar al Asad, sin embargo, cobró total visibilidad la semana pasada, cuando fuerzas de la milicia chií y tropas del régimen sirio lanzaron un ataque conjunto para expulsar a los rebeldes de Qusair, una estratégica localidad situada a tan solo 7 kilómetros de la frontera con el Líbano, que era utilizada por los insurgentes como parte de la ruta de suministro de armas.

La apuesta de Hizbulá por Asad no es una apuesta fácil. Con ella, la milicia libanesa se alinea con Irán, la gran potencia chií de la región y su principal patrocinador, al tiempo que, de algún modo, devuelve al presidente sirio el apoyo que éste le prestó durante la guerra contra Israel en 2006. Pero el precio, esas «consecuencias» de las que hablaba Nasrala, es alto, ya que supone «derramar la sangre de hermanos árabes musulmanes», y echar más leña al fuego de la violencia confesional en la región. El momento, por otra parte, no puede ser peor, si consideramos que los enfrentamientos entre suníes y chiíes en Irak (de origen interno, pero conectados también con la situación en Siria) han puesto también a este país en la antesala de una nueva guerra civil.

Hizbulá, además, es consciente de que puede estar erosionando gravemente su imagen y su influencia en el mundo árabe, y dilapidando el enorme crédito obtenido tras su éxito en, precisamente, la guerra contra Israel de 2006.

Para justificar su postura, Nasrala insiste en que el respaldo de Hizbulá al régimen sirio no tiene nada que ver con motivos sectarios o confesionales, sino que se trata de una lucha contra «extremistas apoyados por Estados Unidos e Israel». En este sentido, el líder de la milicia libanesa asegura que los rebeldes sirios están dominados por «yihadistas islámicos fundamentalistas» que están tratando de imponer su influencia en los países sacudidos por la llamada primavera árabe. «Libia y Túnez ya están sufriendo a causa de estos grupos, y esta enfermedad está llegando también al Líbano. Si no les combatimos, los tendremos aquí», dijo.

Nasrala parece olvidar que, aunque de características distintas al integrismo suní, Hizbulá no es exactamente un grupo islámico moderado (más bien todo lo contrario), o que la creciente presencia de facciones fundamentalistas (algunas, directamente vinculadas a Al Qaeda) entre los rebeldes sirios es uno de los muchos factores que están paralizando a Occidente, con EE UU a la cabeza, a la hora de intervenir abiertamente en Siria apoyando a los insurgentes.

Parece obvio, en cualquier caso, que, al margen de que Nasrala crea o no en sus propias palabras, lo que está haciendo realmente Hizbulá es tratar de cubrirse las espaldas, ya que la caída del gobierno de Asad le dejaría sin uno de sus mejores aliados, y cortaría el camino a través del cual la milicia recibe armas de Irán.

De momento, Nasrala cuenta con el apoyo incondicional de las bases de Hizbulá, o al menos eso es lo que la organización puso en escena durante un multitudinario acto celebrado este mismo sábado en la localidad de Mashgara, para conmemorar el 13 aniversario de la retirada israelí del sur del Líbano, y durante el que se retransmitió el discurso del líder de la milicia a través de una gran pantalla de televisión.

«Si vienen aquí, moriremos; no tienen nuestra misma religión», decía una joven de 16 años, participante en la manifestación, a la corresponsal de la cadena de televisión pública estadounidense PBS. «Ellos no tienen la compasión que tenemos nosotros», añadía. Y una mujer de 64 años indicaba: «Si no les combatimos vendrán a por nosotros. Nosotros no somos como ellos». Preguntada por la corresponsal a qué se refería, la mujer alude entonces al famoso vídeo, publicado hace unas semanas en YouTube, en el que un rebelde fundamentalista suní aparece rajando el pecho de un soldado sirio muerto, y mordiendo después los órganos de la víctima. «Nosotros no nos comenos el corazón de nuestros enemigos; no somos salvajes como ellos», afirma la mujer.


Más información y fuentes:
» Hezbolá promete la victoria en Siria y Beirut es atacada con cohetes (Reuters)
» Atacan con cohetes el feudo de Hezbolá en la capital de Líbano (El País)
» Hezbollah Commits to an All-Out Fight to Save Assad (The New York Times)
» Hezbollah’s Vow to Fight for Assad Gets Boost from Images of Syrian Rebel Savagery (PBS)
» After Syria. If the Assad regime falls, can Hezbollah survive? (The New Yorker)
» Hezbollah’s war in Syria threatens to engulf Lebanon (Robert Fisk, en The Independent)

La complicada apuesta de Hizbulá

Cuatro personas resultaron heridas este domingo al impactar tres cohetes en el barrio de Chiyah, un feudo de Hizbulá en la periferia del sur de Beirut. El ataque se produjo al día siguiente de que Hasan Nasrala, el líder de… Leer

Una mujer pela patatas junto a su hija, en el balcón de su casa, rodeada de edificios completamente destrozados por la guerra, en Beirut, Líbano, en 1982.
Foto: Steve McCurry (Magnum).

Beirut, Líbano, 1982. Foto: Steve McCurry.

Taha – Beirut, Líbano. Foto: Gabriele Galimberti, de su serie Toy Stories.

Taha – Beirut, Líbano. Foto: Gabriele Galimberti, de su serie Toy Stories.

Según denuncia la organización Save Beirut Heritage, este edificio histórico de la capital libanesa tiene sus días contados. Una promotora inmobiliaria proyecta construir en la zona tres rascacielos de lujo. Foto: Save Beirut Heritage / Facebook

A principios de los noventa, después de 25 años de guerra civil y con todo por reconstruir, el Gobierno del Líbano elaboró una extensa lista de lugares históricos, con el objetivo de preservarlos. Entre el patrimonio seleccionado por la Dirección General de Antigüedades del Ministerio de Cultura se encontraban 1.600 edificios de la capital, Beirut, la mayoría de ellos pertenecientes a las épocas del Imperio Otomano y del Mandato Francés. Actualmente, el 80% de estos edificios han sido demolidos. Solo quedan unos 300.

El dato lo ofrecen dos organizaciones que trabajan activamente por salvar la herencia arquitectónica del Líbano, la Asociación para la Protección del Patrimonio Libanés (APLH, por sus siglas en inglés), y el grupo Salvad el Patrimonio de Beirut (SBH), y lo publica este lunes en un reportaje el portal libanés Now. «Nuestra identidad se está muriendo», dice Pascale Ingea, una de los tres miembros fundadores de APLH.

Las razones de esta destrucción son varias, pero ambas asociaciones destacan dos: la «falta de voluntad» por parte de los sucesivos gobiernos libaneses a la hora de hacer cumplir la ley sobre patrimonio histórico, y la inexistencia de normas verdaderamente eficaces que regulen la fiebre de la construcción. A ello hay que sumar que la Dirección General de Antigüedades cuenta con un presupuesto de tan solo 3 millones de dólares, apenas el 0,02% del gasto anual del Gobierno.

El año pasado SBH logró detener el derribo de 150 edificios históricos en Beirut. Fue un logro importante, pero, al ritmo que marchan las demoliciones, insuficiente. «Lo único que puede salvar Beirut es un auténtico despertar popular, algo que no llegó a ocurrir nunca en los años noventa», asegura la organización en su página de Facebook.

Otro factor importante es la gran cantidad de inmuebles de renta antigua existentes aún en la capital. De acuerdo con la ley actual, muchas de las personas que vivían de alquiler antes del inicio de la guerra, en 1975, siguen pagando lo mismo que pagaban entonces (en algunos casos, en torno a 300 dólares al año). Según explica Pascale, la ley de renta antigua impide a los propietarios aumentar el precio del alquiler o echar a los inquilinos, con lo que el dinero que obtienen por los inmuebles no es suficiente para mantenerlos en buen estado.

El daño no es solo histórico; es también económico. La pérdida del patrimonio cultural afecta directamente al turismo, uno de los principales recursos del Líbano. «Al sustituir nuestros barrios tradicionales por grandes centros comerciales, edificios modernos de apartamentos y espacios para aparcamientos estamos despojando al Líbano de lo que lo hace atractivo para el turismo», indica Ingea a Now. «Esta política de desarrollo urbano puede ser rentable para los promotores, pero los libaneses en general salen perdiendo, tanto a corto como a largo plazo», añade.

Georges Zaioun, que ha trabajado durante años para la UNESCO y ayudó a la reconstrucción de la sede de esta organización en el Líbano, sentencia: «En Beirut hemos copiado el modelo equivocado, el modelo de las ciudades del Golfo, cuando deberíamos haber seguido el ejemplo de otras ciudades mediterráneas».

El problema no es nuevo. Hace ya un par de años, la arquitecta libanesa Mona Hallak decía en una entrevista: «Cuando miro ahora Beirut, todo lo que veo son bloques de cemento… Esto es desgarrador». Hallak, una de las principales activistas en la lucha por salvaguardar el patrimonio histórico de su país, añadía: «La ciudad está perdiendo sus típicas casas viejas tradicionales, con sus tejados rojos, las ventanas en forma de arco, los bellos balcones y jardines… En pocos años será difícil ver un espacio verde, y Beirut no tendrá en absoluto un legado histórico…».


Más información y fuentes:
» Demolishing Lebanese identity (Now)
» Association pour la Protection du Patrimoine Libanais
» Save Beirut Heritage
» Beirut pierde su historia urbana (DPA, El Universal)
» El patrimonio arquitectónico de Beirut, bajo amenaza (AFP, vídeo)

Beirut sigue perdiendo su historia

A principios de los noventa, después de 25 años de guerra civil y con todo por reconstruir, el Gobierno del Líbano elaboró una extensa lista de lugares históricos, con el objetivo de preservarlos. Entre el patrimonio seleccionado por la Dirección… Leer

Una selección de fotografías tomadas en Oriente Medio esta semana. Pincha en los enlaces de las localizaciones para ver las imágenes.


Nabi Saleh, Cisjordania, 2/11/2012: La niña de 12 años Ahed Tamimi amenaza con el puño a un soldado israelí, durante una protesta contra la extensión del asentamiento judío de Halamish, cerca de Ramala. Foto: Majdi Mohammed / AP


Alepo, Siria, 30/10/2012: Edificios destruidos por los combates y los bombardeos en la zona de Karm al Jabal, vistos a través de un espejo usado por los combatientes rebeldes para vigilar las posiciones de los soldados gubernamentales. Foto: Narciso Contreras / AP


Alepo, Siria, 1/11/2012: Un herido durante los combates entre rebeldes y fuerzas gubernamentales, mientras sus hijos son atendidos en un hospital. Foto: Javier Manzano / AFP


Alepo, Siria, 3/11/2012: Un maniquí, usado como señuelo por el Ejército Libre Sirio en una zona de la ciudad vieja, donde continúan los combates con las fuerzas gubernamentales. Foto: Asmaa Waguih / Reuters


Teherán, Irán, 2/11/2012: Estudiantes pasan junto a un retrato del líder supremo iraní, el ayatola Ali Jamenei, de camino a una manifestación contra Estados Unidos, en el 33 aniversario de la toma de la embajada estadounidense. Foto: Abedin Taherkenareh / EPA


Beit Omar, Cisjordania, 30/10/2012: Un médico atiende a varios palestinos heridos en una ambulancia, cerca de Hebrón. Fuentes palestinas informaron de que el ejército israelí atacó una vivienda donde se escondían supuestos militantes palestinos, con el resultado de un muerto. Foto: Abed Hashlamoun / EPA


Estambul, Turquía, 30/10/2012: La policía dispara un cañón de agua contra manifestantes kurdos, durante una manifestación de apoyo a los alrededor de 700 prresos kurdos en cárceles de Turquía que se encuentran en huelga de hambre. Los presos exigen la liberación del líder kurdo Abdullah Ocalan, el derecho a la educación en lengua kurda y el derecho a usar el idioma kurdo en los tribunales de justicia. Foto: Bulent Kilic / AFP


Riad, Arabia Saudí, 1/11/2012: Al menos 10 personas murieron el jueves por la explosión de un camión cisterna de combustible que provocó el colapso de un edificio industrial en la capital saudí. El suceso ocurrió tras un accidente de tráfico. Otras 50 personas resultaron heridas. Foto: Reuters


Ankara, Turquía, 29/10/2012: Coincidiendo con la celebración del aniversario de la fundación de la república turca, decenas de miles de personas se manifestaron en la capital, en defensa de los valores laicos del Estado. La policía los dispersó empleando cañones de agua y gases lacrimógenos. Foto: Adem Altan / AFP


Nablus, Cisjordania, 29/10/2012: Miembros de la comunidad samaritana, una fe semejante al judaísmo, participan en la tradicional peregrinación de la festividad de Sucot, en el Monte Gerizim. Foto: Baz Ratner / Reuters


Jerusalén, 2/11/2012: Cristianos durante una misa en la Iglesia del Santo Sepulcro. Los administradores del templo, situado en el lugar donde la tradición cristiana sitúa la crucifixión y muerte de Jesucristo, deben 2,3 millones de dólares a la compañía de aguas Hagighon, de Jerusalén. Según la compañía, por esa razón esta semana se congelaron las cuentas bancarias del patriarca ortodoxo de Jerusalén, cuyas oficinas se encuentran en la iglesia, y quien tiene numerosas propiedades en el país. Foto: Baz Ratner / Reuters


Tel Aviv, Israel, 30/10/2012: Niños judíos inmigrantes de Etiopía, durante un acto de bienvenida en el aeropuerto Ben Gurion. Foto: Uriel Sinai / Getty Images


Abusir, Egipto, 2/11/2012: La tumba de una princesa faraónica de la V dinastía (2.500 AC) ha sido descubierta en la región de Abusir, a 25 kilómetros al sur de El Cairo, según anunció este viernes el ministro de Antigüedades egipcio, Mohamed Ibrahim. «Hemos descubierto la antecámara -en la imagen- de la tumba de la princesa faraónica Shert Nebti, en cuyo centro hay cuatro columnas de caliza», afirmó Ibrahim. Estas columnas tienen «inscripciones jeroglíficas con el nombre de la princesa y sus títulos», agregó. Fue la misión del Instituto Checo de Egiptología, dependiente de la Facultad de Letras de la Universidad Carlos de Praga, la que descubrió la tumba. Foto: AFP


Jenin, Cisjordania, 3/11/2012: Una mujer palestina trabaja en la cosecha de aceituna, cerca del asentamiento judío de Shakid. Foto: Mohammed Ballas / AP


Ciudad de Gaza, Gaza, 29/10/2012: Un parque de atracciones, durante las fiestas del Eid al Adha. Foto: Mohammed Abed / AFP


Ciudad de Gaza, Gaza, 29/10/2012: Un miembro del grupo circense egipcio Al Nobi, durante una representación, dentro de las festividades del Eid al Adha. Foto: Mohammed Salem / Reuters


Beersheva, Israel, 1/11/2012: Miembros de la antigua brigada de caballería ligera australiana (Australian Light Horse) se preparan para participar en una recreación de la batalla de Beersheva, ocurrida en 1917, durante la Primera Guerra Mundial, dentro de la campaña del Sinaí y Palestina. Foto: Jim Hollander / EPA


Beirut, Líbano, 29/10/2012: Varias modelos se preparan para exhibir la colección otoño-invierno del diseñador Tony Yaacoub, en la capital libanesa. Foto: Jamal Saidi / Reuters


Estambul, Turquía, 2/11/2012: Una modelo junto a un coche, durante la feria automovilística Istanbul Auto Show. Foto: Emrah Gürel / Hürriyet


Doha, Catar, 2/11/2012: El español Raúl, tras marcar para su equipo, el Al-Sadd, durante el partido contra el Al Rayyan, en el campeonato de liga de Catar. Foto: Reuters


Tel Aviv, Israel, 31/10/2012: Nachi, una macaco de cresta negra, con su cría de dos semanas de edad, en la reserva zoológica de Ramat Gan Safari. Según informó el zoo, los macacos de cresta negra, originarios del sureste asiático, están en peligro, debido a la caza y a la destrucción de su hábitat natural. Foto: Nir Elias / Reuters

Las fotos de la semana

Una selección de fotografías tomadas en Oriente Medio esta semana. Pincha en los enlaces de las localizaciones para ver las imágenes.

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