historia

Mehmed VI
El sultán Vahideddin (Mehmed VI), saliendo por la puerta trasera del palacio de Dolmabahçe en Estambul. Pocos días después de que se tomara esta fotografía, el sultán fue depuesto y exiliado (junto con su hijo) en un barco de guerra británico a Malta (el 17 de noviembre de 1922), y luego a San Remo (Italia), donde finalmente murió en 1926. Foto: Wikimedia Commons

La desaparición del Imperio otomano, paralela en muchos aspectos a la del Imperio austrohúngaro, produjo una larga serie de consecuencias políticas, sociales, económicas, culturales e incluso religiosas para una amplia franja de territorios europeos y asiáticos.

En una perspectiva combinada, destacan tres hechos fundamentales:

En primer lugar, la desaparición de una entidad política multiétnica y diversa, basada en autonomías culturales, en favor de la consolidación definitiva de Estados nación de vocación y titularidad monoétnicas.

En segundo lugar, el reparto desconsiderado de amplios territorios de Oriente Medio bajo la forma de Mandatos de la Sociedad de Naciones, germen de futuros permanentes conflictos en la zona. Los mandatos suponían que territorios o colonias que antiguamente pertenecían al Imperio alemán y al otomano pasaban a ser administrados por las potencias ganadoras de la Primera Guerra Mundial.

En tercer lugar, la redefinición drástica del pueblo turco en torno a un proyecto de occidentalización y secularización radical que en la práctica nunca pudo completarse del todo.

Soldados de la infantería turca en Alepo, actual Siria, durante la Primera Guerra Mundial. Foto: Wikimedia Commons (imagen coloreada)

En noviembre de 1922 se ponía fin definitivamente a una entidad política que había ocupado la historia de Europa, Asia y África durante más de 600 años. La decadencia política del Imperio otomano fue un proceso largo, pero el golpe definitivo fue el de la Primera Guerra Mundial (1914-1918), en la que se sumó al bando de los imperios centrales, a la postre derrotados.

Incluso tras el fin de la guerra, continuaron los conflictos bélicos con países vecinos como Grecia o entre etnias del propio Imperio. El resultado final fue la aparición de un gobierno alternativo exclusivamente turco designado para establecer la nueva República de Turquía.

Con todas sus imperfecciones, el Imperio otomano tenía una vocación plural y nunca pretendió la asimilación cultural o religiosa de sus poblaciones. Los turcos otomanos, conscientes de su inferioridad numérica, no aspiraron a diseñar un único modelo público para todos los súbditos.

La desaparición de una entidad política multiétnica

Como consecuencia de una tradición islámica que abre el camino a la convivencia de diferentes religiones, la idea de entidad política unificada o la lealtad esperada al sultán no se traducían en un modo de vida único. En el Imperio podían convivir poblaciones de religión cristiana, musulmana o judía. También etnias de origen túrquico, latino, eslavo, caucásico, iranio, griego o magiar, sin que ello implicara un cuestionamiento del proyecto común.

En realidad, el Imperio otomano constituye uno de los mejores ejemplos históricos de utilización de la autonomía como instrumento fundamental de la gestión de la diversidad. Diferentes grupos de población, básicamente alineados conforme a sus creencias religiosas (cristianos ortodoxos, cristianos armenios y judíos, fundamentalmente), componían los llamados millet. Estos fueron antecedentes de las autonomías personales o culturales existentes en varios países de la Europa central u oriental, o de Oriente medio.

Mediante los millet, los diferentes grupos religiosos disponían de autonomía en la gestión de sus propias normas y disputas, con tribunales propios. En última instancia, estos dependían de sus propios líderes religiosos, residentes, como el sultán, en la propia capital del Imperio. El número de millet, además, se amplió en los últimos siglos del Imperio.

Imperio otomano 1899
División administrativa del Imperio otomano en 1899. Mapa: SAİT71 / Wikimedia Commons

Lógicamente, el sistema pluralista del Imperio otomano no siempre funcionó a la perfección ni pudo evitar conflictos entre comunidades. Tampoco se fundamentaba en una igualdad estricta, puesto que hasta las reformas del siglo XIX la comunidad musulmana gozaba de cierta primacía incluso en el plano jurídico.

También resulta inevitable hacer referencia a un lamentable episodio que se produjo en los estadios finales del Imperio y en una situación bélica. Hablamos del genocidio armenio, una evacuación forzosa y letal de gran parte de la población armenia de Anatolia oriental bajo la acusación de colaborar con el enemigo ruso.

Si comparamos el modelo otomano y su desarrollo con las políticas seguidas en la mayor parte de los países de mayoría cristiana y, por supuesto, con las de los Estados nación que los sustituyeron, podemos afirmar que la desaparición de los imperios plurinacionales fue un duro golpe para la diversidad histórica de una buena parte de Europa y Asia.

Fronteras artificiales

La segunda gran consecuencia de la desaparición del Imperio fue la orfandad política en la que se dejó a una amplia zona del occidente de Asia, fundamentalmente poblada por el pueblo árabe.

Reino Unido y Francia se repartieron de forma secreta el control de dichos territorios y la legitimación de tal reparto se produjo mediante el sistema de Mandatos de la Sociedad de Naciones. Este sistema asignaba un territorio al gobierno de una potencia occidental con la excusa de garantizar el desarrollo de sus poblaciones bajo la supervisión de la Sociedad de Naciones. En realidad se trató de una nueva manera de adquirir colonias por parte de dichas potencias a costa de los países derrotados en la guerra.

El nuevo reparto territorial fue muy desafortunado. De entrada, privó de soberanía a los pueblos que poblaban dichos espacios. Además, estableció unas fronteras ilógicas que generaron gran resentimiento en el pueblo árabe al dividirlo arbitrariamente. Con ese sistema tampoco se satisfacían las aspiraciones de las comunidades judías que buscaban disponer de un hogar nacional propio en Tierra Santa.

Además, el reparto de fronteras obvió absolutamente la suerte de otros pueblos, como los kurdos, cuya existencia quedaba condenada a ser permanentemente minoritaria en diferentes Estados, con la consiguiente represión y su exclusión de la comunidad internacional.

El futuro turco

Por último, la desaparición del Imperio marcó la necesidad del pueblo turco, titular teórico de aquél, de redefinirse nacional, territorial y políticamente. El proceso se realizó en condiciones bélicas y de conflictos constantes por todos los puntos cardinales, y bajo la idea de crear un Estado nuevo al estilo occidental.

Retrato de Mustafá Kemal, ‘Atatürk’, realizado en torno a 1918. Foto: Wikimedia Commons

Los fundadores del nuevo Estado turco, liderados por el militar Mustafá Kemal (posteriormente conocido como Atatürk o «padre de los turcos»), implantaron sin piedad un proyecto radical basado en un laicismo estricto, y un nacionalismo mayoritario. Esto pronto supuso la exclusión y represión de la diversidad presente en el país, para desconsuelo de kurdos, caucásicos, griegos, armenios, árabes y otras minorías.

En definitiva, la desaparición del Imperio otomano no puede entenderse como una buena noticia. Los cien años transcurridos desde entonces han servido fundamentalmente para que los Estados sucesores reafirmen su uniformidad a costa de la diversidad y para que las minorías sufran represión y asimilación.

La convivencia en la diversidad, la riqueza cultural y la autonomía de grupos, vividos durante siglos en Salónica, Adrianópolis, Esmirna, Damasco o la propia Estambul, son hoy poco más que un recuerdo de la Historia. Una historia no europea ni occidental, de la que sigue siendo necesario y urgente extraer lecciones.


Eduardo Ruiz Vieytez es profesor de la Universidad de Deusto, en la que ha ejercido como Director del Instituto de Derechos Humanos, Decano de la Facultad de Ciencias Sociales y Humanas, y Vicerrector de Estrategia Universitaria. En el pasado ejerció como asesor jurídico del Ararteko (Defensor del Pueblo del País Vasco) y fue presidente de una ONG de apoyo a inmigrantes extranjeros. Ha sido Vocal del Foro para la Integración Social de los Inmigrantes, del Comité Científico del Observatorio del Pluralismo Religioso, del Instituto Internacional de Sociología Jurídica (Oñati) y de los patronatos de las Fundaciones Ceimigra (Valencia) y Gernika Gogoratuz (Gernika). Ha realizado estancias de investigación y docencia en diversas universidades extranjeras y ha participado como experto independiente en misiones del Consejo de Europa sobre derechos de las minorías en países como Serbia, Ucrania, Moldavia, Armenia o la Federación Rusa. Sus publicaciones principales tratan sobre minorías nacionales en Europa, derechos humanos y diversidad cultural, lingüística o religiosa.


Publicado originalmente en The Conversation bajo licencia Creative Commons el 4/12/2022

Cien años del final del Imperio otomano: el mundo que dejó

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Trabajando a partir de las esculturas y pinturas, a menudo idealizadas, que nos han llegado desde la Antigüedad, la Edad Media y la Edad Moderna, y sacando el máximo partido de los últimos programas para la creación de imágenes en 3D, el artista gráfico chipriota Panagiotis Constantinou está logrando ‘devolver a la vida’ a decenas de personajes históricos, y mostrarlos tal y como podrían ser realmente si nos los cruzásemos por la calle hoy en día. El resultado puede ser más o menos científico, pero resulta, ciertamente, espectacular.

Sus creaciones, compartidas en forma de vídeos en su canal de YouTube, donde tiene unos 50.000 seguidores, incluyen grandes figuras de la historia, hombres y mujeres, en una larga lista que abarca desde el Antiguo Egipto hasta los más importantes científicos del Renacimiento, pasando por emperadores romanos, filósofos griegos, monarcas españoles, ingleses y polacos, zares rusos, conquistadores… Hay también espacio para un enfoque menos eurocéntrico, con algunos rostros de la India, Filipinas o de nativos norteamericanos, e incluso para personajes anónimos.

Según publicó el diario griego Proto Thema, Constantinou, «tras reconstruir muchos de los rostros famosos del pasado, se dio cuenta de que no eran tan diferentes a los de alguien que podría encontrar caminando por la Atenas o la Roma actuales».

El artista asegura que la recepción de su trabajo ha sido «abrumadoramente positiva», pero reconoce que ha recibido también «comentarios negativos de extremistas en ambos lados del espectro político». En la información de su canal de YouTube deja claro que se trata de «un lugar para personas de mente abierta y con visión de futuro que aman la historia». «Por favor, nada de racismo, fanatismo religioso o nacionalismo», añade.

A continuación, algunos de los trabajos que Constantinou dedica al Antiguo Egipto y a otras civilizaciones de Oriente Medio, realizados, según explica, «en un esfuerzo por separar los mitos y los conceptos erróneos de la realidad».

Los ‘verdaderos’ rostros del pasado

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El mural ‘Investidura de Zimri-Lim’, hallado en el Palacio Real de Mari (actual Siria) y conservado en el Museo del Louvre. Foto: Marie-Lan Nguyen / Wikimedia Commons

Los habitantes de las antiguas ciudades-estado de Oriente Medio disfrutaban de una vibrante vida social y económica centrada en las instituciones de los palacios y los templos, con el apoyo de las comunidades agrícolas y pastoriles de los alrededores. Las personas, los bienes y las ideas fluían entre estas ciudades generando una esfera cultural en la que se conservaban fuertes identidades y costumbres locales.

Una de esas costumbres, surgida en el área de Siria, fue la figura del acróbata profesional, o huppû, adscrito a la corte real.

La primera mención conocida del huppû se encuentra en documentos administrativos de la antigua ciudad de Ebla (Tell Mardikh), en Siria, que datan de en torno al año 2320 a. C. Los detalles de la profesión se pueden reconstruir a partir de fragmentos de información en un archivo real (1771-1764 a. C.) de unas 20.000 tablillas conservadas en la vecina ciudad de Mari (Tell Hariri), en el río Éufrates.

Los registros contables y las cartas personales revelan grupos de huppû que actuaban varias veces al mes en eventos especiales para celebrar el regreso del rey a la ciudad, la llegada de visitantes importantes y festivales religiosos. El programa del festival de la diosa Ishtar incluía huppû, luchadores y sacerdotes de lamentaciones que cantaban en el antiguo idioma sumerio acompañados de tambores.

Estos espectáculos eran tan admirados que el elenco y el equipo acompañaban al rey para entretenerlo y actuar en reinos extranjeros.

El oficio del ‘huppû’

Solo han perdurado dos términos de los que se utilizaban para describir las actuaciones del huppû, y ambos evocan un festín visual de movimiento y gran energía.

El primero, mēlulu, significaba «jugar», «actuar» o «luchar».

El segundo, nabalkutu, se aplicaba a toda una gama de acciones audaces y dinámicas: «quitar un obstáculo», «rebelarse contra la autoridad», «ponerse patas arriba», «cambiar de bando», «caer» (como un pájaro en vuelo) y «rodar» (aplicado también a una ola o un terremoto).

Podemos imaginar grupos de huppû exhibiendo una combinación coreografiada de proezas acrobáticas y danzas, armonizando la fuerza física y el control con la expresión corporal para ganarse a la audiencia.

El oficio era, al parecer, una actividad exclusivamente masculina. No hay registros de formas femeninas del sustantivo huppû, ni ningún huppû documentado con un nombre femenino.

Detalle de una pintura mural del Palacio Real de Zimri-Lim, en Mari (c. 1780 a. C.), conservada en el Louvre. Foto: Rama / Wikimedia Commons

El acceso a una educación formal en la escritura y las artes en la antigua Siria, como en otras partes de Oriente Próximo, estaba determinado principalmente por el estatus familiar: la mayoría de los niños seguían los pasos de sus padres.

Existían conservatorios especializados para músicos y cantantes prometedores, masculinos y femeninos, y, al igual que sucede con los atletas modernos, los jóvenes aprendices masculinos de huppû eran enviados a academias dedicadas al aprendizaje y el dominio del oficio, a través de años de ejercicios repetitivos y extenuantes.

La correspondencia entre la élite alfabetizada que se conserva parece indicar que la separación entre conservatorios artísticos y academias deportivas reflejaba a su vez una división entre mente y cuerpo en los valores culturales.

La tensión existente entre las escuelas aparece en una carta escrita por el agobiado líder de la compañía real de huppû, Piradi, al rey Zimri-Lim, fechada alrededor del año 1763 a. C.

Apelando primero al buen juicio del rey («mi señor sabe cuándo miento y cuándo no»), Piradi continúa lamentando la subestimada dificultad de su arte (un agravio confirmado hasta cierto punto por la disparidad salarial entre músicos y acróbatas en las cuentas reales) y el desprecio que sufre por parte de los músicos.

Como escribe, de hecho, un músico: «Si rompo mi juramento, ¡pueden perseguirme y convertirme en un huppû!».

La vida del ‘huppû’

Los miembros de la compañía vivían fuera del palacio y probablemente tenían familias, aunque no siempre felices: a juzgar por la declaración de Piradi, una mujer acababa de salir de su casa y robarle sus posesiones.

El empleo era ocasional. Los pagos se cobraban después de las representaciones, probablemente varias veces al mes, en forma de siclos de plata.

Una lista que se ha conservado de los desembolsos del palacio para un viaje a una ciudad vecina apunta a una vida razonable: un huppû ordinario cobró un siclo; el segundo al mando, dos; el principal, cinco.

(Para ponerlo en perspectiva, con un siclo de plata podían comprarse 300 kilos de cebada).

El huppû principal tenía un papel especialmente privilegiado. Piradi disfrutaba de acceso directo al oído del rey, y conseguía lujosos obsequios, como prendas de «primera calidad», armas de plata y vino.

En una profesión tan competitiva, no obstante, el puesto de jefe de compañía era muy estresante.

Los huppû de la ciudad de Mari vivían con la amenaza siempre presente de la competencia externa, especialmente de sus rivales de la famosa escuela huppû de la cercana Halep (la actual Alepo), y de la posible falta de trabajo o los despidos que pudiera suponer la llegada de un nuevo gobernante dispuesto a recortar los fondos para las artes.

Un legado duradero

La profesión de huppû se mantuvo bajo el mismo nombre, y probablemente de la misma forma, durante más de mil años.

Así lo refleja por un contrato legal firmado en el año 628 a. C. por un entrenador huppû privado llamado Nanā-uzelli, a unos 450 kilómetros de Mari, en Borsippa, cerca de Babilonia, en el actual Irak. Por el precio de dos siclos de plata, entrenaría al hijo de un hombre por un periodo de dos años y cinco meses.

Otra prueba de la gran expansión que tuvo el oficio de huppû a través de Oriente Medio, desde su tierra natal en Siria, es una escena de un banquete real grabada dentro de un cuenco de bronce elamita del suroeste de Irán, de alrededor del año 600 a. C.

El cuenco, una de las representaciones más antiguas de su tipo, muestra un conjunto de músicos que actúan junto a una compañía de acróbatas que se inclinan hacia atrás, se balancean sobre unos zancos y caminan con las manos.

La próxima vez que veas gimnasia, o acróbatas en el circo, piensa en cómo los seres humanos han estado llevando sus cuerpos al límite desde hace miles de años.


Javier Alvarez-Mon es profesor de Arqueología y Arte de Próximo Oriente en la Universidad de Macquarie (Sídney, Australia).

Yasmina Wicks es investigadora de postdoctorado en la Universidad de Macquarie.


Publicado originalmente en The Conversation bajo licencia Creative Commons el 10/10/2021
Traducción del original en inglés
: The world’s first professional acrobats were flipping through the Middle East 4,000 years ago

Los primeros acróbatas profesionales hacían sus piruetas en Oriente Medio hace 4.000 años

Los habitantes de las antiguas ciudades-estado de Oriente Medio disfrutaban de una vibrante vida social y económica centrada en las instituciones de los palacios y los templos, con el apoyo de las comunidades agrícolas y pastoriles de los alrededores. Las… Leer

El arqueólogo británico Howard Carter, en la tumba de Tutankamón, en 1924. Foto: Harry Burton

La popularidad de un personaje histórico suele ser proporcional, no tanto a lo que hizo o dejó de hacer, como a lo que sabemos de él o de ella, y, a veces, el tiempo (o la suerte) premia a quienes pasaron sin dejar apenas rastro. El caso de Tutankamón, el célebre faraón egipcio de la XVIII dinastía, es un buen ejemplo.

Su repentina y temprana muerte a los 19 años de edad hizo que su reinado fuera breve (apenas nueve años, entre 1336 y 1327 a. C.), y no hay constancia de que se tratase de un monarca especialmente notable o conocido en la Antigüedad. Pero cuando, en 1922, el arqueólogo británico Howard Carter descubrió su relativamente pequeña tumba, el sepulcro estaba prácticamente intacto. Sus tesoros (más de 5.000 artefactos, muchos de ellos en perfecto estado) habían permanecido a salvo de los saqueadores durante milenios, y el hallazgo no solo supuso un aporte fundamental para la comprensión de la historia y la cultura egipcias, sino que disparó el interés de la prensa y del público por todo lo relacionado con el Antiguo Egipto.

Con la apertura de su tumba, Tutankamón, cuyo mandato había significado poco más que un nuevo paso hacia el restablecimiento del orden tradicional del Egipto faraónico, por encima de la influencia de sacerdotes y generales (a veces la historia no evoluciona tanto), se convirtió en el faraón por excelencia, y su idealizada máscara dorada, en el símbolo, junto con el busto de su madrastra Nefertiti, de la belleza del país del Nilo.

Casi un siglo después de aquel extraordinario descubrimiento («Veo cosas maravillosas», exclamó Carter cuando, acompañado por su mecenas, Lord Carnavon, entró por primera vez en la tumba), y gracias a la detección mediante escáner de lo que parecen ser dos nuevas cámaras en el sepulcro, las modernas autoridades egipcias han vuelto a poner la mirada en el legendario faraón para tratar de resucitar la maltrecha industria turística del país, gravemente afectada por el actual clima de violencia e inestabilidad política.

El turismo en Egipto cayó en picado durante la revolución que, en 2011, sacó del poder al dictador Hosni Mubarak, y se mantuvo bajo mínimos durante los convulsos acontecimientos posteriores: las protestas ciudadanas contra el gobierno de Mohamed Mursi (el presidente islamista elegido en los primeros comicios democráticos), el golpe militar que le derrocó, la brutal represión que siguió al golpe, y los continuos atentados terroristas y enfrentamientos ocurridos en diversas partes del país.

Según reconoció recientemente Mustafa Waziry, director de Antigüedades de Luxor, en declaraciones al diario The New York Times, un año antes de la revolución había cada día 12.000 personas haciendo colas para visitar las atracciones turísticas del Valle de los Reyes. En 2012, apenas 300.

No obstante, los números habían empezado a remontar tímidamente a lo largo de 2014 y 2015, y la mano dura del actual presidente, el general golpista Abdel Fatah al Sisi, parecía estar empezando a tener el efecto de vender en el exterior la idea de que Egipto volvía a ser un país seguro. La tendencia, sin embargo, volvió a invertirse cuando, el 31 de octubre del año pasado, un avión comercial ruso se estrelló en el Sinaí a causa de una explosión a bordo (un atentado terrorista, según admitió posteriormente Moscú), acabando con la vida de sus 200 pasajeros.

El siniestro se producía, además, tan solo un par de meses después de que el Ejército egipcio matase «por error» a un grupo de turistas mexicanos, al confundirlos con “terroristas”.

Entre noviembre y diciembre de 2015 (meses en los que hace menos calor y, considerados, por tanto, temporada alta), visitaron Egipto tan solo un millón de turistas, un 41% menos que en 2014, y la peor cifra desde el año 2005.

Tirón publicitario

¿Puede un descubrimiento arqueológico, por relevante que resulte, devolver a Egipto su principal fuente de ingresos? Evidentemente, son muchas las cosas que tienen que cambiar en el país para que pueda volver a hablarse de ‘normalidad’ en términos turísticos. Y la caótica situación de la región tampoco ayuda. Pero, a pesar de que aún no sabemos qué puede haber en esas cámaras, las autoridades egipcias están apostando fuerte por que así sea, organizando ruedas de prensa entre gran expectación, dosificando la información convenientemente y, sobre todo, aprovechando el tirón publicitario que la mera mención de nombres como Tutankamón o Nefertiti sigue teniendo, tanto entre el público como entre los especialistas.

Cuando en los años veinte del siglo pasado, poco después del hallazgo de la tumba, murieron varios de los exploradores que habían participado en el descubrimiento —algunos de ellos en extrañas circunstancias—, la prensa sensacionalista de la época y, posteriormente, el cine, alimentaron todo tipo de leyendas e historias fantásticas sobre «la maldición de Tutankamón» (la explicación de infecciones causadas por esporas en el aire viciado de la cámara era mucho menos atractiva). Ahora, Egipto espera que la maldición pueda llegar a convertirse en una auténtica bendición, al menos en lo que respecta a sus castigadas arcas. «Es como estar avanzando en mitad del océano», indicaba Mustafa Waziry, «necesitamos algo así». «Si descubrimos algo, todo va a cambiar, y [los turistas] vendrán», añadía.

Estas son las claves de lo que sabemos hasta ahora acerca de los recientes hallazgos en la tumba del conocido como «el rey niño»:

«El descubrimiento del siglo»

Según anunció este jueves el ministro egipcio de Antigüedades, Mamduh al Damati, una serie de estudios con escáneres no intrusivos efectuados por un equipo japonés, bajo la dirección del experto en radar Hirokatsu Watanabi, han revelado la existencia de «dos huecos o cámaras» ocultos detrás de los muros de la tumba del faraón Tutankamón (técnicamente, la tumba KV62), situada en la ciudad monumental de Luxor. «Podría ser el descubrimiento del siglo», declaró el ministro.

Al Damati explicó que los investigadores están seguros de esta hipótesis «al 90%», pero añadió que todavía son necesarios más escáneres. Según el ministro, estos nuevos espacios podrían ser tanto cámaras como corredores, y en ellos también se ha detectado material orgánico y metálico, lo que deja abierta la posibilidad de que alberguen objetos o incluso restos humanos. «Seguramente hay algo detrás de los muros norte y oeste» de la cámara funeraria, dijo Al Damati.

En concreto, detrás del muro norte se ha detectado un hueco o nicho de hasta 1,5 metros de diámetro y 2 metros de profundidad, según revela un análisis con rayos infrarrojos realizado a finales del pasado mes de noviembre. Este escaneado reveló asimismo que en la pared norte existe un hueco, quizás una puerta de acceso a la cámara oculta, que fue cubierto con material más ligero que el resto de las paredes hechas de piedra maciza.

El anuncio de esta semana es, pues, la segunda parte del proyecto adelantado en noviembre por el Gobierno egipcio, cuando el ministro de Antigüedades explicó que los primeros análisis realizados en la tumba indicaban la presencia de «un área que tiene una temperatura diferente a otras zonas del muro norte».

Varias hipótesis

De momento, los investigadores manejan varias hipótesis sobre estas nuevas cámaras o corredores. Una de ellas es que se trate de recintos inacabados, cuya construcción se habría interrumpido debido a la repentina muerte del faraón. Según explica Jacinto Antón en El País, ello explicaría el reducido tamaño de la tumba KV62, y el hecho de que se encontrase tan llena de objetos.

En ese caso, los indicios de materiales metálicos y orgánicos podrían corresponder a herramientas abandonadas o a objetos ceremoniales desechados o sobrantes. Antón recuerda, en este sentido, que la pequeña tumba KV63, encontrada en 2005 muy cerca de la de Tutankamón, resultó ser un almacén o depósito de material relacionado con la momificación (incluidos ataúdes).

Otra teoría es que se trate de cámaras que quedaron separadas de la tumba principal por otros motivos, incluyendo la posibilidad de que estuviesen destinadas al sepulcro de otro personaje de la realeza, y que el conjunto fuese aprovechado para enterrar a Tutankamón, cuya tumba auténtica fuese, originalmente, otra.

¿La tumba de Nefertiti?

Estos hallazgos confirmarían la hipótesis, divulgada desde principios de 2015 por el arqueólogo británico Nicholas Reeves, y rechazada en un principio por muchos egiptólogos, según la cual la tumba de la famosa reina Nefertiti (una de las esposas del faraón Akenatón, padre de Tutankamón) se encuentra oculta y aledaña a la del propio Tutankamón.

Reeves fundamenta su teoría en una fisura, precisamente en el muro norte, que puede observarse en una reconstrucción informática tridimensional de la tumba, y que indicaría la existencia de una puerta o acceso tapiado a otra tumba real. El arqueólogo se basa igualmente en la comparación del mapa de la tumba de Tutankamón con los de otros sepulcros, y en el resultado de escaneos láser de alta resolución practicados a la tumba, los cuales revelarían rastros de pasadizos y aberturas de puertas que parecen haber sido encaladas y sobrepintadas.

En contra de la teoría de Reeves, no obstante, hay varias circunstancias, empezando por el hecho de que la tumba está situada en el Valle de los Reyes, donde no imperaba la ideología fundada por Akenatón (un reformador religioso que convirtió al dios Atón en la única deidad oficial del Estado, en perjuicio del hasta entonces predominante culto a Amón), quien está enterrado en Amarna.

En este sentido, el exministro de Antigüedades egipcio Zahi Hawass señala, en una entrevista en El Mundo, que «Nefertiti jamás pudo ser enterrada en el Valle de los Reyes. Era creyente de Atón y en ningún caso un sacerdote de Amón le habría permitido situar allí su sepultura. Tutankamón no fue enterrado junto a su madre [madrastra] y, si hubiera sido el caso, nunca habría bloqueado el resto de la tumba. La sepultura fue construida para Ay, pero se la cedió a Tutankamón cuando éste falleció».

Hawass, en cualquier caso, no oculta su enemistad con Reeves. En 2002 el mediático exministro egipcio retiró al arqueólogo británico el permiso para excavar en Egipto, bajo acusaciones de tráfico ilegal de antigüedades. La acusación no pudo probarse, a pesar de que las investigaciones se alargaron durante cerca de tres años, y Reeves acabó siendo rehabilitado.

Al Damati, por su parte, ha apuntado en varias ocasiones que las nuevas cámaras podrían albergar también la momia de la reina Meritatón (hija de Akenatón y Nefertiti, y casada a su vez con su padre), o incluso la de la madre de Tutankamón, Kiya.

Aportación española

La fase actual del estudio de la tumba de Tutankamón tiene su origen en la presentación digital interactiva de las paredes del sepulcro que, utilizando imágenes de una altísima resolución, desarrolló la Fundación Factum, con sede en Madrid, para el Consejo Superior de Antigüedades de Egipto. Las imágenes, publicadas en Internet, permitieron a Reeves detectar las mencionadas anomalías o marcas en los muros.

Creada entre los años 1999 y 2000, y dirigida por el artista Adam Lowe, Factum ha colaborado con algunos de los principales museos del mundo, incluyendo el Británico, el del Louvre, el del Prado o el de Pérgamo. Desde abril 2014, una réplica de la tumba descubierta por Carter, situada junto al sepulcro original y basada en el proyecto de Factum, permite al público «revivir» la experiencia del arqueólogo. A la réplica se accede atravesando un estrecho pasillo y una antecámara, y en su interior se reproduce el ambiente que encontró el egiptólogo británico, incluyendo luces tenues, altas temperaturas y una gran humedad.

Esta reproducción, que forma parte asimismo del intento del Gobierno egipcio por recuperar el turismo, tiene capacidad para soportar más de medio millón de visitas al año, según sus autores, y puede ser asimismo una opción para reducir, o incluso detener, la afluencia de turistas a la tumba original, que, con más de 3.300 años de antigüedad, sufre el desgaste del paso del tiempo y de la presencia humana.

El próximo paso

A fines de este mes, un equipo de especialistas de National Geographic viajará a Egipto, por invitación del ministro Al Damati, para realizar nuevas pruebas con radar, y con la intención de confirmar los resultados obtenidos por el equipo de Hirokatsu Watanabi.

Según explicó Al Damati, una de las finalidades principales del nuevo escaneo será determinar el espesor de las paredes, para decidir el siguiente paso de la investigación. No obstante, el ministro se negó a revelar cuál será ese paso: «Tendremos que esperar», dijo.

El faraón más mediático

Desde el descubrimiento de su tumba en 1922, todo lo relacionado con Tutankamón se convierte en noticia, incluyendo desde descubrimientos sobre su físico, su familia o su muerte, hasta desmanes cometidos en la restauración de sus tesoros. Algunas de las más recientes:

  • No murió asesinado. En una de las inspecciones de la momia de Tutankamón realizadas en 1968, se descubrió una muesca en el cráneo que hizo pensar que Tutankamón pudo haber sido asesinado por un golpe en la cabeza. Entre los sospechosos, uno de sus sacerdotes y el comandante de su ejército. Sin embargo, las conclusiones de un nuevo y detallado análisis de los restos, publicadas en 2005, revelaron que el joven faraón presenta una fractura en la pierna y que, aunque ésta no fuera la causa directa de su muerte, pudo desencadenar una infección que acabó llevándole a la tumba. Los investigadores concluyeron que los fragmentos del cráneo se rompieron durante el proceso de embalsamado, o que fueron dañados por el equipo de Howard Carter.
  • Accidente de caza. En 2007, otro estudio, divulgado por un documental del Canal 5 de la televisión británica, y basado en análisis con tomografía computerizada (TC), y en las carrozas y la ropa encontradas en la tumba, se sumó a la teoría de la muerte por la fractura en la pierna, e indicó que la causa de la herida había sido un accidente de caza.
  • Malaria. En 2010, sin embargo, un nuevo estudio paleogenético concluyó que la muerte del faraón se debió a la malaria y a una enfermedad ósea. Esta investigación, realizada bajo la dirección del entonces ministro de Antigüedades egipcio, Zahi Hawass, se fundamentó en exhaustivos análisis antropológicos, radiológicos y del ADN, tanto de la momia de Tutankamón como de otras diez momias de la época, posiblemente emparentadas con él.
  • El pene perdido y hallado. El propio Zahi Hawass aseguró que, durante la investigación realizada en 2005, fue hallado asimismo el pene de Tutankamón, que estaba presente en el sarcófago cuando fue descubierto en 1922 (había sido embalsamado en posición erecta), pero que había «desaparecido» cuando se examinó la momia en 1968. «El equipo cree que lo han localizado, suelto en la arena que rodea el cuerpo del faraón», indicó.
  • La cara del faraón. En noviembre de 2007, la momia de Tutankamón, que se encontraba hasta entonces dentro de un sarcófago en su propia tumba, se expuso al público por primera vez en la historia, en una urna de cristal. La cara del faraón fue mostrada tras una vitrina protegida del polvo, la humedad y los cambios de temperatura, situada a poca distancia del sarcófago, dentro de la misma tumba.
  • Hijas gemelas. Tutankamón iba a ser padre de dos niñas gemelas que no llegaron a nacer o nacieron muertas, y que fueron momificadas y enterradas junto al joven faraón en su tumba del Valle de los Reyes, según la teoría apuntada en 2008 por el antropólogo Robert Connolly, de la Universidad de Liverpool, quien estudió los restos de ambos fetos (depositados en la Facultad de Medicina de El Cairo desde que la tumba fue descubierta), y aseguró que podrían ser las hijas gemelas del faraón y de su también joven esposa Ajensenamón.
  • El impacto del primer cometa. Una piedra, presente en un broche del tesoro de Tutankamón, proporcionó evidencias del primer impacto conocido de un cometa contra la atmósfera de la Tierra, según una investigación publicada en 2013 por el científico Jan Kramer en la revista Earth and Planetary Science Letters. Según explica el estudio, el cometa entró en la atmósfera sobre Egipto hace unos 28 millones de años y explotó, calentando la arena a una temperatura de unos 2.000 grados centígrados. De este suceso nació una enorme cantidad de vidrio de sílice de color amarillo, que los expertos llaman vidrio del desierto de Libia y que se lleva estudiando desde hace años. Uno de estos cristales, pulido por joyeros antiguos y deformado hasta conseguir la forma de un escarabajo, se encuentra en una de las joyas pertenecientes a Tutankamón. Al estudiarlo, el investigador, de la Universidad de Johannesburgo, detectó que se trata del «primer espécimen conocido de un núcleo de un cometa».
  • Paternidad en duda. La historia de la dinastía XVIII egipcia podría dar un vuelco con el descubrimiento, realizado por un equipo español y publicado en 2014, de que Amenhotep III y su hijo Amenhotep IV (Akenatón) compartieron reinado durante diez años, lo que arrojaría nuevos datos sobre la paternidad siempre dudosa de Tutankamón. Según pruebas de ADN realizadas en 2010, el padre de Tutankamón, que reinó entre 1361 y 1352 a. C, fue Akenatón, lo que le haría nieto de Amenhotep III, unos datos que parecía que por fin cerraban las dudas y aclaraban la falta de información sobre la paternidad de «faraón niño». Pero los hallazgos realizados por el equipo dirigido por Francisco Martín Valentín demuestran, «de forma incuestionable», según el arqueólogo español, la corregencia durante al menos 10 años de Amenhotep III y Akenatón. De esta forma, diez años de cada reinado pasarían a ser un único periodo, por lo que desaparecerían diez años de la línea de tiempo de la dinastía. Eso posibilitaría que Tutankamón fuera hijo de Amenhotep III y, por tanto, hermano, y no hijo, de Akenatón.
  • Pie zambo, caderas anchas y dientes de conejo. Una autopsia virtual realizada en 2014 a la momia de Tutankamón por el investigador Albert Zink, del Instituto de Momias y el Hombre de Hielo (Italia), determinó cuál era el aspecto del faraón. Pese a la majestuosidad del sarcófago de oro que cubre su momia, los expertos señalaron que Tutankamón tenía un pie zambo, caderas anchas y dientes de conejo. Usando más de 2.000 ordenadores para este trabajo, reflejado en un reportaje de la BBC, los científicos consiguieron el examen más detallado realizado hasta ahora de los restos del faraón egipcio, y obtuvieron un análisis genético conjunto de la familia de Tutankamón, que apoya la evidencia de que sus padres eran hermanos. Los científicos indicaron asimismo que esta relación fraternal entre sus progenitores pudo ser la causante de su discapacidades físicas, provocadas por desequilibrios hormonales, y, al final, también de su muerte.
  • Restauración chapucera. El pasado mes de enero, ocho empleados del Museo Egipcio de El Cairo fueron enviados a juicio después de que fuese establecida su «negligencia» al restaurar la máscara de Tutankamón (de 3.000 años de antigüedad), cuya perilla fue pegada con una resina agresiva que causó daños en la pieza, de inestimable valor. La Fiscalía confirmó que los acusados utilizaron un pegamento sin base científica para pegar esa pieza de la máscara, que se había desprendido durante unas obras en el Museo Egipcio, donde se encuentra custodiada en una sala especial. Los restauradores están acusados también de emplear instrumentos punzantes para quitar los restos de pegamento, lo que causó daños y arañazos.

Publicado originalmente en 20minutos

¿La bendición de Tutankamón?

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Trabajos de excavación en los restos del ‘Esmeralda’, cerca de la isla de Al Hallaniyah. Foto: Esmeralda Shipwreck

Los restos de un naufragio descubiertos hace ocho años frente a las costas de la isla de Al Hallaniyah, en aguas de Omán, pueden ser los de uno de los barcos de la flota del famoso navegante portugués Vasco de Gama, según ha anunciado este martes el propio Gobierno de Omán, y detalla a su vez un informe publicado en la Revista Internacional de Arqueología Náutica.

Los investigadores creen que los restos encontrados pertenecen al Esmeralda, uno de los navíos con los que el explorador luso realizó su segundo viaje a la India, y que se cree fue destruido en 1503 durante una gran tormenta en el Mar de Arabia.

El barco fue localizado en 1998 por la empresa británica Blue Water Recoveries, coincidiendo con el 500 aniversario de la primera ruta directa por mar llevada a cabo desde Europa hasta la India (circunnavegando todo el continente africano por el cabo de Buena Esperanza), comandada por Vasco de Gama entre 1497 y 1499, y que fue el viaje oceánico más largo realizado hasta entonces.

Los primeros trabajos arqueológicos, no obstante, no comenzaron hasta 2013. Las tareas de excavación, identificación, catalogación, rescate y conservación, en las que ha participado el Ministerio de Cultura y Patrimonio de Omán, con el apoyo, entre otras instituciones, de la National Geographic Society, finalizaron el año pasado.

Se trata de la embarcación de la época de los grandes exploradores portugueses más antigua encontrada hasta ahora. En total, se han hallado alrededor de 2.800 objetos, incluyendo cañones, la campana del barco, algunas monedas consideradas muy raras (acuñadas en 1499, después del primer viaje de De Gama a la India, y que ayudaron a a datar el naufragio), y un emblema personal del rey Manuel I de Portugal.

El hundimiento del ‘Esmeralda’, en una ilustración del ‘Livro das Armadas’. Imagen: Esmeralda Shipwreck

Fue precisamente Manuel I quien, en 1502, puso a Vasco de Gama al frente de una nueva expedición rumbo a la India, con una flota de 20 barcos fuertemente armados para hacer frente a posibles ataques de comerciantes musulmanes.

De Gama regresó a Lisboa un año después, en 1503, pero dejó atrás un escuadrón de cinco navíos, entre ellos, el Esmeralda, con la mision de proteger los enclaves comerciales portugueses establecidos en la costa suroccidental de la India.

Al mando de esta flotilla quedó Vicente Sodré, tío materno del explorador, quien, en lugar de permanecer en la India, puso rumbo hacia el Golfo de Adén a bordo del Esmeralda, acompañado por su hermano Brás a bordo del São Pedro. Una vez allí, los hermanos se dedicaron a asaltar y saquear barcos árabes.

En mayo de ese mismo año, el escuadrón se encontraba fondeado en Al Hallaniyah, la mayor de las islas Juriya, al sur del actual Omán, cuando los Sodré recibieron el aviso de que se aproximaba una gran tormenta. No hicieron caso, y los barcos fueron alcanzados de lleno por el temporal. El São Pedro pudo ser remolcado a tierra, y la mayoría de su tripulación sobrevivió. El Esmeralda, sin embargo, no corrió la misma suerte, y se fue a pique, junto con todos sus hombres.

A pesar de que fueron cientos los barcos que se hundieron en la «carrera de la India» (entre 1498 y 1650), hasta ahora solo han sido localizados unos pocos. Antes del descubrimiento del Esmeralda, el más antiguo encontrado era el São João, hundido en 1552 frente a las costas de la actual Suráfrica.


Más información y fuentes:
» Vasco Da Gama Shipwreck discovered (Nota de prensa oficial del hallazgo)
» Esmeralda Shipwreck (Página web de la excavación)
» Shipwreck Discovered from Explorer Vasco da Gama’s Fleet (Kristin Romey, en National Geographic)
» A Portuguese East Indiaman from the 1502–1503 Fleet of Vasco da Gama off Al Hallaniyah Island, Oman: an interim report (International Journal of Nautical Archaeology)
» Esmeralda Shipwreck en YouTube (Vídeos de la excavación)
» Vasco de Gama (Wikipedia)

Hallado en aguas de Omán un barco de Vasco de Gama

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'Hejaz Railway to Wadi Sirhan'. Mapa trazado por T.E. Lawrence en el que se muestra su campaña militar de 1917. Sotheby's
‘Hejaz Railway to Wadi Sirhan’. Mapa trazado por T.E. Lawrence en el que se muestra su campaña militar de 1917. Imagen: Sotheby’s

La casa londinense Sotheby’s sacará a subasta el próximo 4 de noviembre un histórico mapa del norte de la actual Arabia Saudí dibujado a mano por T. E. Lawrence (Lawrence de Arabia). El mapa, titulado Hejaz Railway to Wadi Sirhan, detalla la travesía realizada por el famoso militar británico en mayo de 1917 al frente de las milicias árabes, en los días anteriores a la captura de Aqaba, en el Mar Rojo. Se trata, de acuerdo con la propia casa de subastas, del único mapa que guió a Lawrence en la campaña contra las tropas otomanas durante la Primera Guerra Mundial. Sotheby’s calcula que la subasta puede llegar a alcanzar los 125.000 euros.

Según explica Sotheby’s, tras conocer al explorador y cartógrafo Douglas Carruthers, Lawrence creó este mapa en algún momento entre 1918 y 1922, empleando para ello sus propias anotaciones, que se conservan actualmente en la Biblioteca Británica. Después lo firmó y escribió las palabras: «Esta es la única copia dibujada así que, por favor, no la pierdan prematuramente». En 1962, Carruthers donó el mapa a la Royal Society of Asian Affairs, en cuya colección ha permanecido hasta la fecha.


» Fuente: Un mapa de Lawrence de Arabia podría alcanzar los 125.000 € en subasta (Efe)
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Hasta 125.000 euros por un mapa de Lawrence

El Hiyaz, 1917, por T. E. Lawrence

La casa londinense Sotheby’s sacará a subasta el próximo 4 de noviembre un histórico mapa del norte de la actual Arabia Saudí dibujado a mano por T. E. Lawrence (Lawrence de Arabia). El mapa, titulado Hejaz Railway to Wadi Sirhan, detalla… Leer

Manifestación de anarquistas kurdos en Estambul, en 2009. En la pancarta puede leerse ‘Em hemû Kawane li dijî Dehaqan’ (Todos somos Kaveh contra Dahaka), en alusión al héroe mítico kurdo más famoso y a su resistencia contra el tirano extranjero (Kāveh, o Kawe, el Herrero, contra el demonio Azhi Dahaka, o Zahhak). Foto: anarkismo.net

¿Anarquistas en Oriente Medio? En una zona del mundo donde las fuerzas asociadas al nacionalismo y a la religión tradicional se viven de un modo tan intenso, herida por un pasado colonial, y plagada de estados todopoderosos y luchas sectarias, los movimientos anarquistas no han tenido, ciertamente, ni mucho éxito ni mucha visibilidad.

La cuestión resurgió, y tampoco por mucho tiempo, con la aparición del llamado Black Block (bloque negro) en Egipto, durante las manifestaciones y disturbios de enero de 2013, en el segundo aniversario de la revolución que acabó con el régimen de Hosni Mubarak. Pero, más allá del grado de ‘anarquismo real’ presente en estos grupos, la actitud violenta de algunos de sus miembros sirvió a las autoridades para recuperar la ya clásica identificación entre anarquistas y «terroristas», una interesada generalización a la que sigue recurriendo el poder (a menudo, con la complicidad de los medios de comunicación), no solo en Egipto, sino en medio mundo.

En Palestina opera, desde el año 2003, el grupo de origen israelí Anarquistas Contra el Muro, que nació en respuesta al muro de separación construido por Israel en la Cisjordania ocupada. El grupo trabaja en cooperación con activistas palestinos y, desde su formación, ha participado en cientos de manifestaciones y acciones directas contra el muro en particular y la ocupación en general. Todo su trabajo es coordinado a través de comités populares locales de comunidades palestinas.

Pero la propagación de un ideario libertario y contrario al concepto mismo de estado no es una tarea fácil en un territorio ocupado, o entre una población que sigue teniendo la consecución de un estado propio entre sus aspiraciones y reivindicaciones históricas esenciales. Joshua Stephens lo refleja con claridad en un artículo publicado en la web del Institute For Anarchist Studies, donde reseña una conversación mantenida con un anarquista palestino:

«Sinceramente, todavía estoy intentando desprenderme del hábito nacionalista», bromea Ahmad Nimer, mientras hablamos en un café de Ramala. Nuestro tema de conversación parece bastante poco común: vivir como un anarquista en Palestina. «En un país colonizado resulta bastante difícil convencer a la gente con ideas antiautoritarias y soluciones sin estados. Lo que te encuentras, básicamente, es una mentalidad estrictamente anticolonial y, a menudo, basada en un nacionalismo estrecho», lamenta Nimer. Realmente, los anarquistas de Palestina tienen hoy en día un problema de visibilidad. El alto perfil internacional de la actividad anarquista israelí no parece encontrar mucho reflejo entre los propios palestinos.

El problema es similar, salvando todas las distancias y las grandes diferencias, tanto históricas como sociales, en el Kurdistán. Y lo es especialmente ahora, cuando, debido al avance del yihadismo extremista en Irak y a la amenaza de desintegración que se cierne sobre este país, el nacionalismo independentista kurdo parece estar más cerca que nunca de lograr avances importantes (aunque ya ha recibido el rechazo frontal de Estados Unidos, el presidente de la región autónoma del Kurdistán iraquí, Masud Barzani, pidió esta semana al Parlamento que fije una fecha para celebrar un referéndum en las zonas en disputa con Bagdad, como primer paso para una futura consulta de independencia).

Y, sin embargo, incluso entre los kurdos, «el mayor pueblo del mundo sin un estado propio», existe una historia anarquista que, con todo su necesario idealismo y su inevitable candor, resulta interesante recordar, precisamente ahora.

Lo que sigue es, traducido del inglés, un extracto del segundo volumen de la obra de Michael Schmidt y Lucien Van Der Walt Global Fire: 150 Fighting Years of International Anarchism and Syndicalism (AK Press, 2008), publicado en The Anarchist Library:

El anarquismo en Turquía, que llegó a ser una importante fuerza radical en la lucha contra el poder del imperialismo otomano sobre los pueblos búlgaros, macedonios, griegos, árabes, africanos y judíos, empezó a renacer a finales de los años setenta. Sin embargo, este florecimiento se vio obligado a echar raíces en suelo hostil, ya que, desde la formación del Estado turco en 1923, la izquierda política turca estuvo dominada por la tradición comunista y por grupos nacionalistas y socialistas que buscaban la independencia del Kurdistán, un territorio dividido entre Irán, Irak, Siria y la propia Turquía. Los más importantes entre estos grupos eran el Partido de los Trabajadores Kurdos, o PKK, fundado a mediados de los setenta, y el Partido Comunista Marxista-Leninista Turco, TKP-ML, ambos de tendencia básicamente maoísta. Los separatistas kurdos eran también un factor en Irán y en Irak.

[…] El anarquista estadounidense Sam Dolgoff menciona en sus memorias que en 1979 conoció a un anarquista turco en los Estados Unidos, y, según se indica en Anarquismo en Turquía (publicado por el grupo anarquista turco Karambol Publications), grupos y publicaciones anarquistas comenzaron a surgir en los años ochenta, expandiéndose durante los noventa: «En 1993, los anarquistas, con sus banderas negras, participaron por primera vez en las celebraciones del Primero de Mayo en Estambul, y lo harían también al año siguiente en Ankara y otras ciudades, creando mucho interés en los medios, que les dieron una gran cobertura y anunciaron que “al fin tenemos nuestros propios anarquistas”». Entre esta nueva generación de grupos anarquistas turcos se encuentra Firestarter, fundado alrededor de 1991, una Federación de Jóvenes Anarquistas (AGF), los Anarquistas Anatolios (AA), el Grupo Anarquista Karasin (KAG) y, ya en los años 2000, el grupo majnovista KaraKizil (NegroRojo) y sus afiliados de la Iniciativa Anarco Comunista (AKi), esta última, uno de los colectivos fundadores de anarkismo.net.

En los años ochenta surgió también una corriente anarquista entre los kurdos de Turquía, con movimientos como el Grupo 5 de Mayo, formado por turcos y kurdos exiliados en Londres. Estos grupos planteaban la cuestión de la independencia kurda en términos inequívocamente libertarios, y se oponían tanto al fundamentalismo islámico como al nacionalismo. En el manifiesto Hemos venido a enterrar la República de Turquía, no a alabarla, el grupo 5 de Mayo argumentaba que el enfrentamiento entre los nacionalistas modernizadores –los kemalistas que tomaron el poder tras el fin del Imperio Otomano– y los grupos islamistas es, más que un conflicto entre dos sistemas distintos, «una lucha por el poder entre dos fuerzas que en realidad no son tan diferentes la una de la otra». Este grupo condenaba asimismo el autoritarismo de las izquierdas turca y kurda, y ponía como ejemplo la tendencia del PKK a utilizar la fuerza para «eliminar a las organizaciones rivales, tanto turcas como kurdas». Del mismo modo, se oponían a las ambiciones imperiales de la propia Turquía, indicando que «estamos en contra de la política colonialista del Estado turco, y de sus políticas de asimilación, asentamientos e inmigraciones forzosas en la parte norte de Chipre». En el mismo artículo el grupo añade:

«El concepto de nación es un concepto imaginario empleado frecuentemente por las élites dominantes como base para su estructura de poder, así como por las camarillas aspirantes para engañar a las minorías oprimidas. Por esta razón, nosotros no creemos en la llamada auotodeterminación de una ‘nación’ imaginaria, sino en el autogobierno de individuos voluntarios, grupos y comunidades, trabajadores y no asalariados, etc».

Otro texto clave es ¿Necesitan los kurdos un estado?, publicado en 1996 por los Anarquistas Kurdos. En él se condena al PKK y a los grupos separatistas que, «en el nombre de un Kurdistán libre, y apoyados por terratenientes y comerciantes […] se han autoproclamado nuevos jefes del Kurdistán, aplastando con mano de hierro cualquier descontento y cualquier desafío a su poder y a sus propiedades, como cualquier otra autoridad en el mundo». El texto rechaza una solución basada en un estado: «Es una gran mentira, una mentira imperdonable, contarle al mundo, a través de sus medios masivos de comunicación, que el sufrimiento en las vidas de la mayoría del pueblo kurdo está provocado por la falta de un poderoso estado kurdo. La verdad es que la población pobre del Kurdistán está sufriendo, como, en muchos sentidos, la población trabajadora del resto del mundo, debido a las brutales fuerzas del sistema capitalista y sus propias autoridades».

La solución, argumentan los Anarquistas Kurdos, es «decirles a los trabajadores, a los profesores, a los estudiantes del Kurdistán, en las granjas, en las escuelas, en los lugares de trabajo, que no se dejen engañar por un simple cambio de jefes, de turcos a kurdos, de persas a kurdos, de árabes a kurdos; que aprendan de su propia historia y del conjunto de la historia de la clase obrera. La solución es una revolución anarco-comunista, una tarea enorme y que costará sangre, a una escala internacional, que encenderá la llama de la revuelta y de los corazones y las conciencias de turcos, persas y árabes, trabajadores, estudiantes y soldados, para acabar con el poder de la pobreza y con el poder del dinero». «Nuestro objetivo», concluyen, «es eliminar la religión, el estado, el racismo y el dinero».


Más información:
» Michael Schmidt & Lucien van der Walt, The Kurdish Question: Through the lens of Anarchist Resistance in the Heart of the Ottoman Empire 1880–1923 (The Anarchist Library)
» Anarchism en Turkey (Karambol Publications)
» Do the Kurdisk people need a state? (Umanita Nova, 1996)
» A short report on Anarchism in Turkey in 2000
» Interview with Kurdistan Anarchists Forum (anarkismo.net)
» Palestinian Anarchists in Conversation: Recalibrating anarchism in a colonized country (Institute For Anarchist Studies)
»The colour brown: de-colonising anarchism and challenging white hegemony (Budour Hassan)
» Tahrir International Collective Network 

La independencia kurda con ojos anarquistas

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El entonces presidente de Siria, Hafez al Asad, y su ministro de Defensa, Mustafa Tlas, durante la guerra árabe-israelí de 1973, en el frente del Golan. Foto: Wikimedia Commons

El canal en inglés de Al Jazeera emitió el pasado mes de abril un documental en dos partes sobre la historia de Siria desde su independencia de Francia hasta nuestros días. Dirigido por Suhaib Abu Doulah, y con un título que deja bastante claro el enfoque, Syria: The Reckoning (Siria: el ajuste de cuentas) ayuda a entender un poco mejor el camino recorrido por el país hasta la guerra que lo está devastando desde hace ya más de dos años. Le falta algo de ritmo, el montaje es bastante básico, la parte dedicada a Bashar al Asad es demasiado breve y, como casi siempre en estos casos, las «reconstrucciones» con actores no son muy afortunadas, pero aún así, vale la pena.

Al margen del efecto provocado por la llamada primavera árabe en las primeras protestas contra el régimen, no es posible comprender del todo el conflicto actual en Siria sin recordar también la importancia que continúan teniendo en la memoria del país hechos fundamentales como las circunstancias que llevaron a Hafez al Asad al poder, o los enfrentamientos entre el régimen y los grupos islamistas suníes, que culminaron en la masacre de Hama de 1982.

Siria: un poco de contexto histórico

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Jerusalén, siglo XII
Plano de Jerusalén realizado entre los años 1100 y 1150. Título original: ‘Gresta Francorum Iherusalem expugnantium, folio 50v’. Fuente: Bibliothèque d’agglomération de Saint-Omer

El manuscrito titulado Gesta Francorum Iherusalem expugnantium (sobre el sitio de los francos a Jerusalén) fue elaborado en torno al año 1106, y es un resumen de la primera parte de la crónica de Foulcher de Chartres sobre las acciones llevadas a cabo por los cristianos («francos») durante la Primera Cruzada, ocurrida tan solo unos años antes, a partir de 1096.

El texto de Foulcher no es, sin embargo, la única fuente, ya que se mencionan asimismo otros hechos no relatados por él.

El manuscrito, conservado en la abadía de Saint-Bertin (Saint-Omer, Francia), incluye este plano de Jerusalén, organizado en torno al cardo y al decumanus, y que, en consonancia con la idea de la ciudad santa como centro del mundo, se asemeja a un planisferio.


» Fuente: Bibliothèque d’agglomération de Saint-Omer
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Jerusalén, siglo XII

Jerusalén, siglo XII

El manuscrito titulado Gesta Francorum Iherusalem expugnantium (sobre el sitio de los francos a Jerusalén) fue elaborado en torno al año 1106, y es un resumen de la primera parte de la crónica de Foulcher de Chartres sobre las acciones… Leer

De entre la gran cantidad de películas que la compañía cinematográfica francesa Pathé filmó entre finales del siglo XIX y principios del XX, acaba de emerger una pequeña joya: las primeras imágenes rodadas en Bursa, antigua capital del Imperio Otomano, y actualmente la cuarta ciudad más importante de Turquía. Se trata, en realidad, de dos pequeños filmes, realizados ambos en el año 1890, durante la época del sultán Abdul Hamid II. El primero describe el viaje hasta la ciudad; el segundo muestra algunos de sus lugares más célebres, incluidos los baños turcos o los jardines de Muradiye. En total, unos cinco minutos.

Según informa la agencia turca de noticias Anadolu, la película fue hallada por un investigador durante la restauración que se está llevando a cabo en el complejo de Muradiye. El responsable de la compañía que se encarga de los trabajos de rehabilitación, Mahmut Sabuncuoğlu, la pasó entonces al alcalde de la ciudad para que la hiciese pública y la compartiese «con toda Bursa y toda Turquía». Bursa, uno de los destinos turísticos más importantes de Turquía, fue capital del Imperio Otomano entre 1326 y 1365.

El archivo de Pathé, combinado desde 2004 con el catálogo de la Cinemateca Gaumont, constituye el mayor banco francés de imágenes históricas, con más de 12.000 horas de películas que abarcan hasta el año 1979.

Cinco minutos en la Turquía de 1890

De entre la gran cantidad de películas que la compañía cinematográfica francesa Pathé filmó entre finales del siglo XIX y principios del XX, acaba de emerger una pequeña joya: las primeras imágenes rodadas en Bursa, antigua capital del Imperio Otomano,… Leer

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