Jerusalén

El presidente de EE UU, Donald Trump, y el primer ministro en funciones de Israel, Benjamin Netanyahu, tras presentar el plan de paz de EE UU para Israel y Palestina, en la Casa Blanca. Foto: The White House / Flickr

«Mi propuesta presenta una oportunidad con la que ganarían los dos lados, una solución realista de dos Estados que resuelve el riesgo que suponía para la seguridad de Israel un Estado palestino». Así desvelaba este martes Donald Trump en la Casa Blanca su «acuerdo del siglo» para Israel y Palestina, en una solemne ceremonia en la que el presidente estadounidense apareció acompañado del primer ministro israelí en funciones, Benjamin Netanyahu, y en la que, significativamente, no hubo representación palestina alguna, ni de ningún otro mandatario internacional.

El acuerdo fue rechazado de inmediato y con vehemencia por el presidente palestino, Mahmud Abás (lo calificó como «la bofetada del siglo»), y también por las distintas facciones palestinas, en una poco habitual muestra de unidad. En las calles de Gaza y Cisjordania el anuncio fue recibido con airadas protestas, mientras que Amnistía Internacional señalaba que se trata de «un manual para más sufrimiento y abusos».

Esperado desde hace más de dos años, el plan se ha dado finalmente a conocer en un momento políticamente crucial, tanto para Trump como para Netanyahu. El primero busca ponerle un broche histórico a su política internacional y, según muchos analistas, desviar también el foco del juicio político (impeachment) al que está siendo sometido en el Senado; el segundo, imputado por fraude, cohecho y abuso de confianza en tres casos de corrupción, y candidato asimismo en los comicios generales que celebrará Israel en marzo (los terceros en menos de un año), recibe un espaldarazo fundamental de su principal y más poderoso socio, y prácticamente carta blanca para consolidar promesas electorales que hasta ahora eran consideradas problemáticas, como la anexión de las colonias en los territorios ocupados.

¿Cuáles son los principales puntos del acuerdo?

En esencia, el plan de Trump mantiene la llamada solución de los dos Estados, reconociendo el derecho palestino a tener uno, pero anteponiendo en cualquier caso la seguridad de Israel y dando por muertas las demarcaciones que aún reconoce la ONU. Para ello contempla cambios fronterizos que permitirían a Israel anexionarse parte de Cisjordania. También amplía el territorio palestino, pero lo fragmenta más aún, dejando dentro los asentamientos israelíes. Además, en uno de sus aspectos más polémicos, apuntala Jerusalén como «capital indivisible» de Israel y, en principio, de un futuro Estado palestino que se antoja inviable.

¿Quién lo ha negociado y cómo?

Uno de los principales artífices del plan es Jared Kushner, yerno de Trump y asesor del presidente. Kushner elaboró la hoja de ruta junto con el embajador estadounidense en Israel, David Friedman, y el ahora exenviado de la Casa Blanca para Oriente Medio, Jason Greenblatt.

El equipo hizo un primer amago de presentar su acuerdo hace dos años, pero acabó aplazándolo una y otra vez, alegando que quería esperar a contar con un gobierno estable en Israel, y esperando conseguir asimismo más apoyos de los países árabes. Mientras, Trump seguía haciendo gestos políticos hacia Netanyahu, como el reconocimiento por parte de Washington de la soberanía israelí sobre los Altos del Golán.

Los líderes palestinos se han negado a negociar en los términos previstos y, de hecho, no tienen contacto oficial con Washington desde que Trump reconoció a Jerusalén como capital de Israel en 2017.

¿En qué se diferencia de acuerdos anteriores?

El acuerdo presentado por Trump incluye nuevas propuestas referentes al trazado de fronteras entre Israel y los territorios ocupados, y concreta el estatus de Jerusalén, que en procesos de paz anteriores se había dejado siempre como uno de los puntos finales sobre los que llegar a un consenso, una vez que se hubiesen conseguido los demás objetivos.

Resucita además la solución de los dos Estados, que empezó a gestarse tras el reconocimiento mutuo entre Israel y la OLP en 1993, a través de los Acuerdos de Oslo de ese mismo año, pero que estaba enterrada en la práctica.

Trump argumentó este martes que su plan de paz es «diferente» al de sus predecesores porque contiene muchos más detalles «técnicos» de partida, con 80 páginas de propuestas. «Esta es la primera vez que Israel ha autorizado la publicación de un mapa conceptual que ilustra las concesiones territoriales que está dispuesto a hacer para conseguir la paz», subrayó.

Lo más novedoso, no obstante, quizá sea que, a diferencia de todos los demás acuerdos de paz negociados por Estados Unidos, la Casa Blanca no ha buscado esta vez la aprobación de Palestina antes de cerrar el plan, sino que le ha bastado la luz verde israelí.

¿Desde cuándo están estancadas las negociaciones?

El último plan de paz de Washington para la zona lo presentó Barack Obama en 2011, e incluía un Estado palestino basado en las fronteras previas a la Guerra de los Seis Días de 1967, «con intercambios de tierra acordados mutuamente», algo que Netanyahu rechazó.

Aunque hubo un intento, fallido, de retomar conversaciones directas entre palestinos e israelíes en 2010, la negociaciones están estancadas desde 2008, cuando Israel lanzó la operación Plomo Fundido en la franja de Gaza en respuesta al lanzamiento de cohetes por Hamás, una operación que dejó más de 1.400 palestinos muertos.

¿Cómo cambiarían las fronteras actuales con el plan de Trump, y cómo sería el Estado palestino?

La Casa Blanca señala que su plan «quiere lograr un reconocimiento mutuo del Estado de Israel como una nación-Estado para el pueblo judío y el futuro Estado de Palestina como el Estado-nación del pueblo palestino, con los mismos derechos civiles para todos los ciudadanos».

El mapa que marca muestra, no obstante, un Estado palestino hiperfragmentado a modo de archipiélago, con asentamientos israelíes en su interior, conectados con el Estado israelí a través de corredores que parten el territorio.

Asimismo, concede a Israel zonas al oeste del valle del río Jordán, situadas en Cisjordania, con lo que este área ocupada quedaría sin salida directa a Jordania, a la que estaría vinculada por dos carreteras que cruzarían territorio israelí. «El valle del Jordán, que es crítico para la seguridad nacional de Israel, estará bajo la soberanía de Israel», sentencia el texto. Se trata de una zona que constituye alrededor del 30% del territorio de Cisjordania, y su anexión es un reclamo histórico de la derecha israelí.

Cisjordania y Gaza estarían unidas a través de un túnel que las conectaría y que atravesaría Israel.

Según el plan, las nuevas fronteras garantizan una «expansión territorial» a los palestinos a través de territorios en el desierto del Negev, que supondrían un territorio «comparable en tamaño» al que controlaban antes de 1967.

Mapa del plan del gobierno estadounidense de Donald Trump para Israel y Palestina. Mapa: Presidencia de Estados Unidos

¿Qué pasaría con los asentamientos?

Los asentamientos israelíes existentes en Cisjordania (considerados ilegales por la legislación internacional) serían incorporados al Estado de Israel, que se comprometería a no construir nuevos asentamientos, expandir los existentes o aprobar planes para construcción en las zonas que serán parte del Estado de Palestino.

Israel no procederá a demoler estructuras existentes, una moratoria que no incluye «construcciones ilegales» ni aquellas que «supongan un riesgo de seguridad, según determine el Estado de Israel», o «demoliciones de castigo por actos de terrorismo».

Cerca del 97% de los israelíes en asentamientos en Cisjordania quedarían en territorio israelí adyacente, cifra similar para los palestinos en Cisjordania que quedarían en territorio palestino.

¿Y con Jerusalén?

La propuesta de la Casa Blanca reconoce a «Jerusalén como capital de Israel» y reitera que «debería permanecer como una ciudad íntegra».

Además, sostiene que Israel debe ser guardián de los lugares religiosos en Jerusalén, tanto judíos, como cristianos y musulmanes, y aboga por mantener el «estatus quo actual».

En cuanto a la capital del hipotético Estado palestino, el plan recoge que debería ubicarse en Jerusalén Este, concretamente, en «todas las zonas al este y el norte de las barreras de seguridad existentes, incluyendo Kafr Aqab, la parte este de Shuafat y Abu Dis», y que podría ser renombrada como Al Quds (como la denominan los árabes) o con otra denominación que decidan los palestinos.

Esto significa que la posible capital palestina se localizaría en barrios ubicados en las afueras de la Jerusalén actual.

¿Algún cambio sobre Gaza?

El plan recuerda que Gaza ha estado gobernada por el grupo islámico Hamás, al que describe como una «organización terrorista, responsable de asesinatos y ataques a miles de israelíes», y concede a Israel la soberanía de las aguas territoriales de la franja, al considerar que son vitales para la seguridad del Estado israelí.

Advierte además de que «no habrá mejoras significativas en Gaza hasta que haya un alto el fuego con Israel, una desmilitarización completa de la franja y una estructura de gobierno que permita a la comunidad internacional invertir de forma segura y cómoda» para mejorar su economía.

La iniciativa propone también que Israel ceda territorio a los palestinos cerca de Gaza, que pueden ser «áreas pobladas y no pobladas».

¿Quién se encargaría de la seguridad, y cómo?

Israel mantendría una «responsabilidad de seguridad predominante» del Estado de Palestina, con las fuerzas palestinas encargadas únicamente de la seguridad interna, de la lucha antiterrorista, la seguridad fronteriza y la respuesta a desastres.

Israel sería responsable de la seguridad en los cruces internacionales y, en el caso de Rafá, en la frontera con Egipto, se abordarían acuerdos específicos con El Cairo.

Además, Israel mantendría el control del espacio aéreo al oeste del río Jordán, mientras que la Armada israelí podría bloquear la entrega de «armas y materiales para la fabricación de materiales en el Estado de Palestina, incluida Gaza».

Gráfico: Carlos G. Kindelán / 20minutos

¿Podrían regresar los refugiados palestinos?

La iniciativa aborda uno de los temas más espinosos en unas hipotéticas negociaciones entre israelíes y palestinos: el derecho de retorno de los refugiados.

A ese respecto, y pese a lo que establece la resolución 194 de la ONU, el plan marca que «no habrá derecho de retorno, o absorción de ningún refugiado palestino en Israel».

Establece, no obstante, tres opciones para los refugiados palestinos que busquen un sitio permanente de residencia: «absorción» para aquellos registrados en la Agencia de la ONU para los Refugiados Palestinos (UNRWA) en el futuro Estado palestino; integración en sus países actuales de acogida; o su reasentamiento en los países miembros de la Organización de Cooperación Islámica (OCI), que los acepten.

En ese sentido, el plan indica que «los hermanos árabes tienen la responsabilidad moral de integrar a los refugiados en sus territorios del mismo modo que los judíos fueron integrados en el Estado de Israel».

¿Qué limitaciones tendría el nuevo Estado palestino

Entre otras, Palestina no podría alcanzar acuerdos militares, de Inteligencia o seguridad con ningún Estado u organización que «afecte de forma adversa la seguridad de Israel» ni podrá desarrollar capacidades «militares o paramilitares» dentro o fuera de su territorio.

Tampoco podría unirse a organizaciones internacionales sin el consentimiento de Israel, y debería retirar sus demandas contra Israel, EE UU y los ciudadanos de estos países ante el TPI, la CIJ o cualquier otro tribunal, así como no recurrir a Interpol contra ellos.

Así, el nuevo estado no podría tener «capacidades que puedan amenazar al Estado de Israel», mientras que Israel tendría derecho a «desmantelar o destruir» instalaciones utilizadas para producir armas o con «propósitos hostiles», así como para adoptar medidas de seguridad para mantener Palestina «desmilitarizada».

¿Recoge el plan alguna demanda palestina?

Según declaró a Efe el experto de la Universidad George Washington Nizar Farsakh, antiguo asesor del ex primer ministro palestino Salam Fayad y miembro en el pasado del equipo negociador palestino, cuando se lee el plan, «si se compara con la postura palestina publicada en la página web del Departamento de Estado, es exactamente lo opuesto a lo que los palestinos piden».

Trump prometió a los palestinos una inversión de 50.000 millones de dólares para duplicar su PIB y crear un millón de empleos, pero exigió a cambio un alto el fuego con Israel, cambios en su estructura de Gobierno y la desmilitarización de Gaza.

¿Hay un plazo para negociar?

Aunque Abás ya ha dicho «mil veces no» a la propuesta, Trump le ha dado cuatro años para superar sus reservas y sentarse a la mesa de negociación, y el Gobierno israelí ha indicado asimismo que está dispuesto a esperar ese tiempo.

¿Cómo ha reaccionado la comunidad internacional?

La ONU seguirá defendiendo una solución al conflicto que pase por la creación de dos Estados basados en las fronteras previas a 1967, según dijo este mismo martes el secretario general de la organización, António Guterres.

Entre los países árabes, Egipto llamó a Israel y Palestina a considerar «a fondo» el plan de Trump, y aplaudió los esfuerzos de Washington para lograr un acuerdo «amplio y justo». En una línea semejante se expresó Arabia Saudí, valorando positivamente los esfuerzos de EE UU y reafirmando su «apoyo a lograr una solución justa y completa al conflicto palestino».

Rusia considera que el plan debe ser analizado por el llamado Cuarteto de Madrid, formado por EE UU, la ONU, la UE y la propia Rusia, mientras que Irán afirmó que el acuerdo busca «humillar» a los musulmanes, y que «está muerto» antes de ver la luz. Es un plan que «nace muerto», indicó igualmente el Gobierno de Turquía.

El primer ministro del Reino Unido, Boris Johnson, afirmó por su parte que el plan de paz «podría ser un paso positivo hacia adelante», y la Unión Europea señaló, a través de su Alto Representante para Política Exterior y Seguridad Común, Josep Borrell, que la propuesta «supone una oportunidad para relanzar los muy necesarios esfuerzos» para lograr un acuerdo.

El primer ministro del Reino Unido, Boris Johnson, afirmó por su parte que el plan de paz «podría ser un paso positivo hacia adelante», y la Unión Europea señaló, a través de su Alto Representante para Política Exterior y Seguridad Común, Josep Borrell, que la propuesta «supone una oportunidad para relanzar los muy necesarios esfuerzos» para lograr un acuerdo.


Publicado originalmente en 20minutos
Con información de Efe y Europa Press

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Presidido por la espectacular bóveda dorada de la Cúpula de la Roca, el complejo conocido como Explanada de las Mezquitas (para los musulmanes), o Monte del Templo (para los judíos), es una de las señas de indentidad más reconocibles de Jerusalén, y también el escenario de una interminable disputa, cuyo fondo religioso no puede separarse de su evidente significación política.

Situado en la parte ocupada de la ciudad, el recinto alberga, entre otros lugares sagrados, la mezquita de Al Aqsa, y es considerado el tercer lugar más venerado del islam, solo por detrás de La Meca y Medina. El área tiene asimismo una importancia religiosa capital para los judíos, al ser el emplazamiento de los históricos templos bíblicos. El interesante y bastante completo documental de Al Jazeera (en inglés) que encabeza estas líneas repasa su historia y las claves para entender los últimos disturbios ocurridos en torno al recinto, origen, entre otros factores, de la actual oleada de violencia en Israel y Palestina, en el contexto de un proceso de paz totalmente bloqueado.

El documental recuerda cómo el complejo, una zona amurallada de aproximadamente 15 hectáreas, ubicada en lo alto de una colina en la ciudad vieja de Jerusalén, ha sido un foco permanente de tensión desde los tiempos del mandato británico en Palestina.

En 1929, el denominado por los árabes Muro de Al Buraq, situado en la parte occidental del recinto, y conocido por los judíos como Muro de las Lamentaciones, fue el escenario del inicio de la primera gran revuelta palestina contra la creciente presencia sionista en la región. En 1969, un fundamentalista cristiano evangélico, el australiano Dennis Roham, prendió fuego a la mezquita de Al Aqsa (o Al Qabali), causando graves destrozos, y el 8 de octubre de 1990, fecha conocida como «lunes negro», 20 palestinos murieron en la Explanada, en disturbios con las fuerzas de seguridad israelíes.

Otras 63 personas murieron en septiembre de 1996 durante las protestas por las obras israelíes para la construcción de un nuevo túnel bajo el Muro de las Lamentaciones, y fue también en la Explanada de las Mezquitas donde, en el año 2000, una provocativa visita del entonces líder de la oposición israelí, Ariel Sharon, colmó el vaso que acabó dando origen a la Segunda Intifada.

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La Explanada de las Mezquitas, o Monte del Templo, en Jerusalén. Foto: Andrew Shiva / Wikimedia Commons

Israel ocupa la zona desde que se la arrebató a Jordania durante la Guerra de los Seis Días (1967), pero el área ha permanecido bajo administración musulmana desde entonces. Un acuerdo alcanzado hace décadas permite el acceso a visitantes no musulmanes, pero la cada vez mayor presencia de visitantes judíos, en muchos casos alentados por activistas ultraortodoxos que buscan incrementar la presencia judía en el Monte, ha hecho crecer entre los palestinos el temor de que Israel esté planeando modificar los términos del acuerdo, e imponer un sistema de turnos para que el lugar pueda ser visitado alternativamente por judíos y musulmanes.

La idea de compartir pacíficamente estos lugares sagrados, que entraría dentro de la lógica en muchas otras partes del mundo, es vista por los palestinos como una imposición más fruto de la ocupación, y como el primer paso para el total control israelí de la zona. En el documental, que también refleja los problemas que este sistema ha causado en la Tumba de los Patriarcas, en Hebrón (Cisjordania ocupada), ambas partes dejan muy claras sus posiciones en este sentido.

El Gobierno israelí insiste en negar estos rumores, y acusa a las autoridades palestinas, tanto civiles como religiosas, de haberlos propagado para incitar a la violencia. Por su parte, el presidente de la Autoridad Nacional Palestina, Mahmud Abás, ha acusado a los colonos judíos y a las autoridades israelíes de realizar los actos de agresión que han motivado la  actual ola de violencia.

El pasado 13 de septiembre, la Policía israelí entró en la Explanada, tras los disturbios ocurridos en la víspera del Año Nuevo judío como consecuencia de esos rumores. Los enfrentamientos, espoleados por la decisión israelí de limitar el acceso de los palestinos al Monte como medida de seguridad, continuaron durante varios días, y el día 28 de ese mismo mes, después de que el Gobierno israelí autorizase la utilización de fuego real contra quienes lanzasen piedras, las fuerzas de seguridad israelíes volvieron a entrar en la Explanada. El 1 de octubre, una pareja de colonos judíos fueron asesinados ante sus cuatro hijos cerca de Nablús, en la Cisjordania ocupada. Dos días después empezaron los apuñalamientos.

Desde entonces, la oleada de violencia, caracterizada principalmente por ataques con armas blancas de jóvenes palestinos a ciudadanos israelíes (la mayoría, colonos, o uniformados), y por la respuesta, en muchos casos letal, contra los supuestos atacantes, ha dejado hasta ahora un saldo de casi un centenar de muertos (80 palestinos, 18 judíos israelíes, un ciudadano árabe-israelí, un refugiado eritreo y un ciudadano estadounidense), además de centenares de heridos, y una creciente sensación de inseguridad en Israel y de represión en los territorios ocupados.


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Contendores ardiendo durante una protesta cerca de Ramala, Cisjordania, el 10 de octubre de 2015. Foto: Wikimedia Commons

Después de un par de semanas de relativa calma, la oleada de violencia que sufren desde hace cerca de dos meses Israel y los territorios palestinos ocupados ha vuelto a repuntar con fuerza en estos últimos días, no solo en Jerusalén, el epicentro de los enfrentamientos y de una tensión cada vez más insoportable, sino también en otras ciudades, como Hebrón.

Con la atención del mundo desplazada hacia otras zonas de la región, como Siria o Irak, donde la guerra y el terror yihadista empiezan a tener consecuencias cada vez más serias para Occidente (la crisis de los refugiados, brutales ataques en ciudades europeas como los atentados de París de esta semana), y con un proceso de paz completamente paralizado, la mayor parte de los enfrentamientos actuales están protagonizados por jóvenes que se niegan a aceptar un statu quo basado, esencialmente, en que todo siga igual.

Es la llamada ya «generación de Oslo», en referencia a los palestinos nacidos tras los acuerdos alcanzados en la capital noruega en 1993, unos acuerdos que propiciaron la creación de la Autoridad Nacional Palestina, y cuyo objetivo último, lograr una solución permanente al conflicto, y el cumplimiento de la resolución 242 de la ONU, en la que se exige la retirada israelí de los territorios ocupados, hace ya mucho que quedó en agua de borrajas.

Frustrados por la falta de futuro, criados en el opresivo entorno de la ocupación, y con poco que perder, muchos de estos jóvenes parecen haberse sacudido el miedo a las tropas israelíes, al tiempo que se sienten cada vez menos representados por el a menudo inoperante gobierno palestino y sus llamamientos a la resistencia pacífica. Son, además, muy conscientes de la firme determinación del Gobierno israelí de Benjamin Netanyahu de no avanzar ni un milímetro hacia esa solución de dos Estados en la que, al menos a medio plazo, muy pocos confían ya.

La «intifada de los cuchillos»

Algunos analistas han calificado esta nueva oleada de violencia como «la intifada de los cuchillos», ya que, a pesar de que ha habido varios casos de tiroteos y atropellos intencionados, la mayor parte de los ataques protagonizados por palestinos se producen con armas blancas. De momento, es difícil saber si se trata de una revuelta con la suficiente extensión y proyección en el tiempo como para poder ser comparada con las dos anteriores intifadas (la primera, la «intifada de las piedras», entre 1987 y 1991, y la segunda, la «intifada de Al Aqsa», entre 2000 y 2005), pero lo cierto es que se trata de la mayor insurrección contra la ocupación israelí desde el último gran levantamiento popular, hace ya diez años.

Solo entre el 1 y el 13 de octubre, los días de mayor violencia hasta ahora, se registraron al menos 17 casos de apuñalamientos de israelíes por jóvenes árabes, y en esta última semana, los ataques y las represalias han sido prácticamente diarios.

El pasado domingo, seis israelíes resultaron heridos y dos palestinos muertos por disparos de las fuerzas de seguridad de Israel en al menos tres incidentes registrados en Cisjordania. El lunes, una joven palestina fue tiroteada tras intentar apuñalar a guardias israelíes en un control, también en la Cisjordania ocupada. El martes, soldados israelíes mataron a un palestino que supuestamente pretendía acuchillarles en Jerusalén, donde dos adolescentes palestinos resultaron asimismo heridos de bala tras acuchillar al vigilante de un tranvía. El viernes murieron dos colonos judíos por disparos cerca del asentamiento ilegal de Otniel, en Hebrón; dos palestinos perdieron también la vida en enfrentamientos con soldados israelíes cerca de esta ciudad, y un tercero falleció a causa de las heridas recibidas en un ataque anterior

Uno de los episodios que más denuncias ha provocado, no obstante, se produjo el jueves, cuando soldados israelíes disfrazados de civiles irrumpieron en un hospital de Hebrón para detener a un palestino al que responsabilizaban de otro acuchillamiento, y acabaron matando a tiros a un joven que se encontraba con el acusado. La rocambolesca entrada de los agentes fue grabada en vídeo por las cámaras de seguridad del hospital, y las imágenes han sido ampliamente difundidas en Internet.

En total, en todo el mes de octubre y lo que llevamos de noviembre, esta última oleada de violencia ha causado ya cerca de un centenar de muertos. La gran mayoría (al menos 78) de los fallecidos son palestinos, y de ellos, una treintena eran presuntos atacantes. Las víctimas mortales israelíes sobrepasan la docena (14 muertes registradas hasta ahora). Hay, además, centenares de heridos, y el miedo (en algunas zonas de Jerusalén, a simplemente caminar por la calle) se ha apoderado de una gran parte de la sociedad israelí.

Éstas son, en preguntas y respuestas, algunas claves para entender mejor lo que está pasando.

¿Cómo y cuándo empezó?

La situación comenzó a deteriorarse a mediados del pasado mes de septiembre, con los enfrentamientos ocurridos tras la propagación de rumores según los cuales Israel pretendía modificar el antiguo acuerdo que permite el acceso al Monte del Templo (para los judíos), o Explanada de las Mezquitas (para los musulmanes). Esta zona de la parte ocupada de Jerusalén, un área vigilada y controlada por las fuerzas israelíes, alberga la mezquita de Al Aqsa y la denominada Cúpula de la Roca, y es considerada el tercer lugar más sagrado del islam. El área tiene asimismo una gran importancia religiosa para los judíos, al ser el emplazamiento de los históricos templos bíblicos.

Israel ocupa la zona desde que se la arrebató a Jordania durante la guerra de 1967, pero el área ha permanecido bajo administración musulmana desde entonces. Un acuerdo alcanzado hace décadas permite el acceso a visitantes no musulmanes, pero la cada vez mayor presencia de visitantes judíos, en muchos casos alentados por activistas que buscan incrementar la presencia judía en el Monte, ha hecho crecer entre los palestinos el temor de que Israel esté planeando modificar los términos del acuerdo.

El Gobierno israelí ha negado estos rumores, y acusa a las autoridades palestinas, tanto civiles como religiosas, de haberlos propagado para incitar a la violencia. Por su parte, el presidente de la Autoridad Nacional Palestina, Mahmud Abás, ha acusado a los colonos judíos y a las autoridades israelíes de realizar «actos de agresión» que han motivado la reciente ola de violencia.

El 13 de septiembre, la Policía israelí entró en la Explanada de las Mezquitas, tras los disturbios ocurridos en la víspera del Año Nuevo judío como consecuencia de los mencionados rumores. Los enfrentamientos, espoleados por la decisión israelí de limitar el acceso de los palestinos al Monte como medida de seguridad, continuaron durante varios días, y el día 28 de ese mismo mes, después de que el Gobierno israelí autorizase la utilización de fuego real contra quienes lanzasen piedras, las fuerzas de seguridad israelíes volvieron a entrar en la Explanada. Durante una intervención ante la Asamblea General de la ONU, Abás afirmó que Palestina está viviendo la situación más crítica desde 1948, y dio por enterrados los acuerdos de Oslo.

El 1 de octubre, una pareja de colonos judíos fueron asesinados ante sus cuatro hijos cerca de Nablús, en la Cisjordania ocupada. Dos días después empezaron los apuñalamientos.

¿Quiénes están realizando los ataques?

La mayoría son jóvenes, en muchos casos menores de edad, y con una mayor presencia de mujeres, incluyendo universitarias, que en revueltas anteriores.

Si bien no parece existir una organización centralizada, se ha hablado de una cierta coordinación a través de las redes sociales, donde, en cualquier caso, se han multiplicado los mensajes que exhortan a realizar más ataques, y han ido ganando terreno etiquetas como «Jerusalén Intifada» o «Intifada de cuchillos». Varios de estos ataques han sido filmados con teléfonos móviles o por cámaras de seguridad, y compartidos en Internet.

¿Cómo se producen y con qué consecuencias?

Aunque la tensión y alarma social habían descendido ligeramente a finales de octubre, la cadena de apuñalamientos e intentos de apuñalamiento de jóvenes palestinos contra israelíes (en su mayoría colonos o uniformados) se ha reanudado en estas dos últimas semanas como un goteo permanente. A principios de noviembre, y según informó Efe, el servicio de emergencias israelí aseguró haber tratado en 40 días a un total de 170 víctimas de ataques, de los que 12 habían muerto y 159 resultaron heridos, una veintena de ellos, graves. En muchos de los casos los atacantes y supuestos atacantes fueron abatidos por las fuerzas de seguridad o por viandantes armados.

Las autoridades palestinas cuestionan esas cifras y consideran que en muchos de los sucesos no hay pruebas que demuestren que los palestinos iban a atacar, por lo que hablan de «ejecuciones sumarias» de inocentes. También denuncian un «uso abusivo de la fuerza» que ha llevado a matar a muchos atacantes pese a que se les podía haber neutralizado y detenido sin matarlos, así como abusos y maltrato innecesario a los agresores una vez neutralizados.

Entre los casos más controvertidos se encuentra el de dos primos del clan Yabari de Hebrón, de 15 y 17 años, que, según denunció el gobernador de esta ciudad, recibieron 57 balas entre ambos y que «no habían atacado a nadie». Otro caso que ha levantado fuertes críticas es la muerte de Thawarat Ashrawi, una anciana de 72 años de Hebrón que fue acribillada por soldados que aseguran que trató de atropellarlos, mientras su familia lo niega y afirma que iba a poner gasolina y no se dio cuenta de que le daban el alto.

A las decenas de palestinos abatidos en ataques (demostrados o supuestos) se unen los muertos por fuego israelí en protestas contra puestos de control militares israelíes en Gaza, Cisjordania y Jerusalén Este, lo que eleva los palestinos muertos a cerca de 80, y a los que se suman más de 7.000 heridos (según la ONU) y 1.200 detenidos, en su mayoría jóvenes.

¿Cómo está reaccionando la sociedad israelí?

Según un recientre sondeo de la agencia Midgham, realizado entre ciudadanos israelíes, y citado por Efe, el 75% de los encuestados cree que «se debe matar a los terroristas sorprendidos en el lugar de un ataque», frente a un 25% que discrepa. Además, un 55% de israelíes judíos opina que no se debe imputar por sus actos a quienes «atacan a un terrorista después de que haya sido neutralizado».

Tanto la policía israelí como el propio alcalde de Jerusalén, Nir Barkat, han llegado a aconsejar a los habitantes de la ciudad que posean licencia de armas que salgan con ellas a la calle. El alcalde insiste en que solo la mano dura logrará frenar esta oleada de violencia: «El número de terroristas que ha surgido de los barrios árabes de Jerusalén en las últimas semanas es inaceptable. Lo que hay que hacer para proteger la vida de la gente es bloquear y controlar muchísimo más de lo que hicimos en el pasado», aseguró.

Las zonas palestina e israelí de Jerusalén, separadas desde hace décadas por una frontera invisible, están estos días más divididas que nunca. Como escribe para la agencia Efe la periodista Ana Cárdenes, «consumados o frustrados, probados o dudosos, los ataques que se registran cada día han alterado las rutinas de muchos, y han extendido el miedo en ambos lados, convirtiendo en habitual una violencia que, según los expertos en seguridad, no va a acabarse pronto».

El miedo a los ataques con arma blanca hace que las calles del corazón de Jerusalén y de la Ciudad Vieja estén excepcionalmente silenciosas y semivacías: «El ulular de las sirenas y el sobrevuelo de los helicópteros se ha convertido en la música de fondo de la ciudad. Las agresiones, casi espontáneas y perpetradas por palestinos sin antecedentes ni especial militancia política, son prácticamente imposibles de abortar, y el nerviosismo de los israelíes es palpable», explica por su parte Beatriz Lecumberri en El País.

Este miedo está también muy presente en la comunidad palestina, donde todos se han convertido en sospechosos, y donde muchos temen ser atacados por colonos u hostigados y detenidos por la policía.

¿Será una nueva intifada?

El histórico dirigente palestino de Al Fatah Marwan Barghouti, uno de los principales líderes de la segunda intifada, y actualmente encarcelado a perpetuidad en una prisión israelí, hizo pública una carta en la que saluda a la «nueva generación que se ha levantado para defender su derecho y su deber de resistir la ocupación […], desarmada y enfrentándose a una de las mayores potencias militares mundiales».

La revuelta tiene, ciertamente, algunos elementos en común con la segunda intifada, cuyo detonante fue la visita del entonces líder de la oposición israelí, Ariel Sharon, a la Explanada de las Mezquitas. Y para muchos analistas, el colapso de las negociaciones de paz, la falta de esperanza por conseguir un Estado propio a medio, o incluso a largo plazo, y la ira y la frustración acumuladas por varias generaciones durante una ocupación que dura ya cerca de medio siglo, han creado el caldo de cultuvo necesario para el estallido de un nuevo levantamiento en toda regla.

No obstante, de momento existen algunas diferencias importantes con las intifadas anteriores, empezando por el hecho de que el presidente palestino, Mahmud Abás, ha reiterado su rechazo a la violencia y ha mantenido, aunque siempre del modo más discreto posible, la coordinación entre las fuerzas de seguridad palestinas y las israelíes, en un intento de evitar que los enfrentamientos se descontrolen por completo.

Durante la anterior intifada, los ataques estaban respaldados por grupos organizados de militantes palestinos que contaban, además, con el apoyo tácito de sus líderes. La mayoría de estos grupos han sido desmantelados durante los últimos años, y muchos de sus miembros están ahora en prisión. Los ataques actuales los llevan a cabo individuos sin afiliaciones políticas declaradas y que parecen actuar por su cuenta. Las milicias de Al Fatah no se han sumado, y Hamás ha mantenido la tregua en la Franja de Gaza, el territorio que controla, pese a alentar la revuelta en Jerusalén y Cisjordania. Esta actuación de lo que se ha venido en llamar «lobos solitarios» ha hecho que, para Israel, su tradicional respuesta puramente militar sea esta vez mucho más complicada.

¿Hay alguna solución a la vista?

No parece probable, al menos mientras el proceso de paz continúe bloqueado. Y los actuales dirigentes de ambas partes tienen poca voluntad, en el caso de Netanyahu, o pocas posibilidades, en el de Abás, de reactivarlo.

El dirigente palestino cuenta con cada vez menos apoyo popular (una encuesta reciente indica que el 65% de los palestinos desea su renuncia), y es continuamente desacreditado como negociador válido por el Gobierno israelí, que le reprocha carecer de la fuerza suficiente para lograr acuerdos. Abás no ha condenado los ataques perpetrados en las calles israelíes, pero mantiene su oposición a una nueva intifada armada y sigue ofreciendo a Israel una cooperación en materia de seguridad que desgasta su imagen entre los palestinos

Como explica el experto en Oriente Medio Nathan Thrall, del International Crisis Group, en un artículo publicado en la revista London Review of Books, cuando Abás llegó al poder en 2005, el veterano líder palestino, «más un funcionario que un líder carismático como Arafat», fue visto como una figura de transición tras los acuerdos de Oslo, en un momento en que los palestinos estaban exhaustos tras las luchas de la segunda intifada, y con una gran necesidad de reconocimiento internacional. El contexto, con Hamás y Barghouti ausentes en las elecciones, los líderes fundadores de Al Fatah asesinados o en prisión, y el firme apoyo del Gobierno estadounidense de George W. Bush, también le favoreció.

Pero estas condiciones, como era previsible, no duraron mucho: «Los palestinos —señala Thrall— se recuperaron de la fatiga de luchar contra Israel, Hamás volvió a la política, el mantenimiento de la ocupación alentó la resistencia, los líderes que cuestionaron esa resistencia fueron desacreditados, y una nueva generación de palestinos creció sin los recuerdos del coste que supusieron las intifadas, e incapaz de entender por qué sus padres aceptaron no solo abandonar la lucha contra el ejército israelí, sino incluso cooperar con él, a través de acuerdos negociados por el propio Abás». Como apuntaba recientemente el dirigente palestino Nabil Shaat, «han pasado 22 años desde la firma de los Acuerdos de Oslo y en la Cisjordania ocupada hay ya 400.000 colonos».

Por su parte, el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu (en el cargo desde 2009, y reciente ganador de las elecciones celebradas el pasado 18 de marzo), se mantiene en la idea de que el mejor proceso de paz es el actual proceso inexistente. Como dijo el pasado 27 de octubre, «Israel vivirá siempre con la espada en la mano», para explicar después su intención de mantener el control total sobre toda la Palestina histórica, incluyendo los territorios ocupados.

El dirigente israelí, enfrentado al presidente Obama tras el acuerdo nuclear alcanzado con Irán, y criticado por numerosos líderes europeos, está sometido, además, a una gran presión por parte del ala más dura de su coalición de gobierno, que le exige una respuesta aún más contundente (ya se ha incrementado el número de efectivos militares en Jerusalén y Cisjordania, y se han relajado las normas sobre cuándo puede abrirse fuego sobre los manifestantes) ante la actual oleada de violencia palestina.

Una de las principales características de esta nueva revuelta es, probablemente, la ausencia de actores políticos con la suficiente credibilidad como para poder frenarla o encontrar soluciones.

En este sentido, el profesor del Centro de Relaciones Internacionales de la Universidad de Groninga (Holanda) Sami Faltas señala al diario El Universal que «en la primera intifada había todavía lazos entre Israel y Palestina por actividades económicas transfronterizas, así como actores políticos que creían en la viabilidad de los acuerdos de Oslo, pero hoy la gente tiene menos que perder que antes. La interdependencia económica, que es fórmula para la paz, no existe más, debido al cierre de las fronteras y a la construcción, por parte de Israel, de un muro de hormigón de hasta ocho metros de altura».

Con Estados Unidos alejado de una implicación directa en el proceso de paz, no existen tampoco otros actores externos de peso con la capacidad de detener una posible irrupción de violencia a gran escala. Egipto, socio reconocido por ambas partes, no está en condiciones de asumir responsabilidades como consecuencia de su situación interna, y la Unión Europea, indica Faltas, ha perdido influencia «por pensar de manera equivocada que resolvería el conflicto solo inyectando dinero».


Publicado originalmente en 20minutos

El precio de un ‘statu quo’ insostenible: las claves de la ola de violencia en Palestina

Después de un par de semanas de relativa calma, la oleada de violencia que sufren desde hace cerca de dos meses Israel y los territorios palestinos ocupados ha vuelto a repuntar con fuerza en estos últimos días, no solo en Jerusalén, el epicentro de los enfrentamientos y de una tensión cada vez más insoportable, sino también en otras ciudades, como Hebrón. Con la atención del mundo desplazada hacia otras zonas de la región, […]

Los apuñalamientos presuntamente cometidos por palestinos que han causado dos muertos y dos heridos, y las protestas, han disparado la tensión en Israel y Cisjordania en las últimas horas. Una mujer falleció y otras dos personas sufrieron heridas en uno de estos ataques, perpetrado al parecer por un palestino que resultó herido de gravedad en el bloque de asentamientos judíos de Gush Etzión, en Cisjordania, horas después de que un soldado israelí fuera apuñalado en una estación de tren de Tel Aviv y que terminó muriendo a causa de las lesiones, informa Efe.

¿El germen de una nueva intifada?

Los apuñalamientos presuntamente cometidos por palestinos que han causado dos muertos y dos heridos, y las protestas, han disparado la tensión en Israel y Cisjordania en las últimas horas. Una mujer falleció y otras dos personas sufrieron heridas en uno… Leer

Dos policías israelíes, pertenecientes, al parecer, a la guardia de fronteras, fueron grabados en vídeo este viernes en Jerusalén propinándole una brutal paliza a un joven que organizaciones palestinas han identificado como el adolescente palestino-estadounidense Tarek Abu Jedeir, de 15 años de edad. Después, y según denuncia la familia de la víctima, pasaron cerca de cinco horas antes de que el chico recibiera asistencia médica. Jedeir, además, habría sido detenido sin cargos, según denunció Adameer, la ONG palestina que difundió el vídeo y, posteriormente, varias fotografías del joven herido.

El Tribunal de la Magistratura de Jerusalén ordenó este domingo la libertad condicional bajo fianza de Jedeir, quien, no obstante, tendrá que pasar nueve días en arresto domiciliario. Se ha abierto una investigación por «atentado contra la autoridad» y, en principio, para esclarecer los hechos.

Tarek Abu Jedeir tiene nacionalidad estadounidense y vive en Tampa (Florida, EE UU). Se encontraba en Jerusalén visitando a unos familiares. Su familia asegura que fue arrestado, junto a otros jóvenes, cerca de la casa de Muhamad Abu Jedeir, el chico palestino de 16 años (primo suyo) que fue asesinado (quemado vivo) el pasado miércoles, en venganza por el asesinato de los tres adolescentes israelíes secuestrados cuyos cadáveres aparecieron el lunes. La policía israelí ha detenido este domingo a seis ultranacionalistas judíos sospechosos del asesinato de Muhamad Abu Jedeir, y uno de ellos ha confesado su participación en el crimen.

La Policía israelí afirma que el vídeo está «editado» y lo califica de «sesgado». También asegura que Tarek Abu Jedeir es una de las seis personas que fueron detenidas el viernes, durante los enfrentamientos que estallaron tras el entierro de su primo entre «jóvenes radicales» palestinos y fuerzas antidisturbios israelíes.

En el vídeo, la víctima (a quien los policías llegan a dejar inconsciente a base de golpes) aparece encapuchada y no es reconocible a simple vista. De lo que no parece haber ninguna duda es de que miembros de las fuerzas de seguridad israelíes están apaleando salvajemente a una persona.

Salvajismo policial en Jerusalén

Dos policías israelíes, pertenecientes, al parecer, a la guardia de fronteras, fueron grabados en vídeo este viernes en Jerusalén propinándole una brutal paliza a un joven que organizaciones palestinas han identificado como el adolescente palestino-estadounidense Tarek Abu Jedeir, de 15 años de edad…. Leer

Una selección de fotografías tomadas en Oriente Medio esta semana. Pincha en los enlaces de las localizaciones para ver las imágenes.


Gaza, Palestina, 20/3/2014: Un hombre y su hija, en un campo lleno de flores de la planta de la mostaza. Foto: Mohammed Abed / AFP


Teherán, Irán, 18/3/2014: Linternas y fuego durante la celebración del último miércoles del calendario solar persa, en el parque Pardisan de la capital iraní. La fiesta de Noruz, el Año Nuevo, es una de las más importantes en Irán. Comienza el primer día de primavera, en el momento exacto del equinocio. Foto: Vahid Salemi / AP


Diyarbakir, Turquía, 21/3/2014: Decenas de miles de kurdos se reunieron este viernes para celebrar el Noruz (año nuevo, llegada de la primavera), en un acto en el que se leyó un mensaje del encarcelado líder del PKK kurdo Abdula Ocalan. En el comunicado, Ocalan pide al Gobierno turco que establezca un marco para la celebración de conversaciones de paz, y recuerda que ha pasado ya un año desde que ordenó un alto el fuego a sus combatientes. Foto: Umit Bektas / Reuters


Dahuk, Irak, 20/3/2014: Kurdos iraquíes despliegan entre antorchas una bandera gigante de la región autonóma del Kurdistán, en Irak, durante las celebraciones de Noruz. Foto: Azad Lashkari / Reuters


Nueva York, EE UU, 20/3/2014: Un centenar de personas se concentraron el jueves en Times Square como parte de un flashmob en solidaridad con la población siria atrapada en mitad de la guerra. El acto tuvo lugar bajo una pantalla gigante en la que se proyectó la ya famosa fotografía, distribuida hace unas semanas por la Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados, y en la que puede verse a miles de refugiados sirios esperando la distribución de alimentos y ayuda humanitaria en Yarmuk. Fotos: John Makely / NBC, UNRWA-AP.


Alepo, Siria (aviso: esta imagen puede herir la sensibilidad), 18/3/2014 : Los cuerpos de dos niños sirios, entre las ruinas de un edificio residencial bombardeado, según informó la oposición, por un helicóptero de las fuerzas gubernamentales. Foto: Khaled Khatib / AFP


Morek, Siria, 21/3/2014: Un tanque del ejército gubernamental sirio, alcanzado por un proyectil durante combates con las fuerzas de la oposición en la provincia de Hama. Foto: Badi Kklif / Reuters


Homs, Siria, 21/3/2014: Columnas de humo en la aldea situada bajo la fortaleza medieval del Crac des Chevaliers (Crac de los Caballeros), tomada por las tropas gubernamentales sirias esta semana. Foto: Khaled al-Hariri / Reuters


Altos del Golán, 19/3/2014: Soldados israelíes miran hacia Siria. Los Altos del Golán, pertenecientes a Siria, fueron ocupados por Israel durante la Guerra de los Seis Días (1967) y, de nuevo, en la Guerra de Yom Kipur (1973). En 1981, Israel los incorporó unilateralmente a su territorio. Foto: Ronen Zvulun / Reuters


Halabja, Irak, 16/3/2014: Una mujer kurdo-iraquí visita el cementerio donde están enterradas las víctimas del ataque químico ordenado por Sadam Husein hace ahora 26 años. Unos 5.000 kurdos de la ciudad de Halabja murieron en 1988, cuando el régimen de Sadam Husein usó gas nervioso contra la población. Se calcula que cerca de 182.000 civiles murieron entre 1986 y 1989 durante operaciones militares contra las zonas rurales del Kurdistán iraquí. Foto: Safin Hamed / AFP


Deir Al Asal, Cisjordania (Palestina), 19/3/2014: Funeral de Yussef Sami Shawamreh, un chico palestino de 15 años muerto por disparos de soldados israelíes. Foto: Hazem Bader / AFP


Ankara, Turquía, 21/3/2014: El Gobierno turco de Recep Tayyip Erdoğan ordenó esta semana el bloqueo de la red social Twitter en la Internet turca, una decisión precedida de tres sentencias judiciales y de una decisión de la Fiscalía, así como de las amenazas del propio primer ministro, quien había advertido su intención de «erradicar» Twitter, «diga lo que diga la comunidad internacional». Muchos usuarios, no obstante, encontraron pronto modos de burlar el bloqueo, y las caricaturas, los memes y los mensajes alusivos a la censura han sido omnipresentes durante estos días. En la imagen, miembros del Sindicato Joven Turco, durante una manifestación de protesta. Foto: Burhan Ozbilici / AP


Estambul, Turquía, 23/3/2014: Seguidores del primer ministro turco, Recep Tayyip Erdoğan, durante una manifestación celebrada este domingo. Erdoğan se dirigió a la multitud y dijo que quienes le acusan de corrupción serán «machacados por su propia inmoralidad». Foto: Murad Sezer / Reuters


Ciudad de Gaza, Gaza (Palestina), 23/3/2014: Dos niños observan el desfile organizado con motivo del décimo aniversario del asesinato por Israel del líder espiritual de Hamas, el jeque Ahmed Yassin. Al acto acudieron decenas de miles de personas. Foto: Suhaib Salem / Reuters


Jerusalén, 21/3/2014: Un niño palestino reza en presencia de varios soldados israelíes durante la oración del viernes en el barrio de Ras al Amud, en Jerusalén Este. La Policía israelí ha impuesto un límite de edad a los palestinos hombres que quieran entrar los viernes en la Ciudad Vieja. Solo podrán hacerlo los mayores de 40 años. Foto: Ammar Awad / Reuters


Jerusalén, 17/3/2014: Judíos ultraortodoxos bailan en un seminario rabínico, durante las celebraciones de la fiesta de Purim. Foto: Sebastian Scheiner / AP


Jerusalén, 21/3/2014: Algunos de los cerca de 20.000 corredores que participaron este viernes en el IV Maratón Internacional de Jerusalén, a su paso por la Ciudad Vieja. Foto: Ronen Zvulun / Reuters


Guiza, Egipto, 17/3/2014: Un arqueólogo trabaja en la restauración de una momia del Antiguo Egipto, en el laboratorio del Gran Museo Egipcio. Foto: Reuters


Dubai, Emiratos Árabes Unidos, 19/3/2014: La obra In The Moonlight (a la luz de la luna), del escultor Adam Henein, en la exposición de arte contemporáneo Art Dubai, celebrada esta semana. Foto: Rowan El Shimi / Al Ahram


El Cairo, Egipto, 23/3/2014: Las aguas del Nilo presentaban esta semana un inusual color amarillo, como consecuencia de la gran presencia de limo acumulado durante la crecida del río. Foto: Bassam Al-Zoghby / Al Ahram

Las fotos de la semana

Una selección de fotografías tomadas en Oriente Medio esta semana. Pincha en los enlaces de las localizaciones para ver las imágenes.

Muro de las Lamentaciones, Jerusalén, día y noche. Un fotomontaje de Stephen Wilkes, quien explica así en la revista Time el proceso de creación de la imagen:

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Muro de las Lamentaciones, Jerusalén, día y noche. Un fotomontaje de Stephen Wilkes, quien explica así en la revista Time el proceso de creación de la imagen:

Una selección de fotografías tomadas en Oriente Medio esta semana. Pincha en los enlaces de las localizaciones para ver las imágenes.


Jerusalén, 13/12/2013: Israelíes y palestinos comenzaban a volver este domingo a la normalidad después de cuatro días de temporal en los que decenas de carreteras han estado cortadas y miles de personas tuvieron que ser evacuadas. La tormenta de este fin de semana, la peor en décadas, con acumulaciones de nieve de hasta 70 centímetros a partir de los 600 metros de altitud, causó al menos tres muertos en Israel y uno en los territorios palestinos. Hasta 60.000 hogares llegaron a estar sin electricidad en los momentos más duros de frío. En la imagen, la zona del Muro de las Lamentaciones, completamente cubierta de nieve. Foto: Dusan Vranic / AP


Nablus, Cisjordania (Palestina), 12/12/2013: Un grupo de jóvenes palestinos, jugando en la nieve en Nablus. La mayoría de los colegios y universidades en las zonas montañosas, tanto israelíes como palestinas, seguían cerrados este domingo a causa del temporal. En Cisjordania, más de 4.000 personas requirieron la asistencia de los servicios de emergencia. Foto: Alaa Badarneh / EPA


Jerusalén, 13/12/2013: Vehículos bloqueados por la nieve. El transporte público también tuvo que ser interrumpido. Foto: Ahmad Gharabli / AFP


Jerusalén, 13/12/2013: Un hombre reza bajo la nieve en el Muro de las Lamentaciones. Foto: Darren Whiteside / Reuters


Jerusalén, 13/12/2013: Una mujer desafía las condiciones meteorológicas en la piscina al aire libre del hotel David Citadel. Foto: Brian Snyder / AP


Ciudad de Gaza, Gaza (Palestina), 13/12/2013: Más de 5.000 personas seguían refugiadas este domingo en colegios e instituciones públicas en Gaza, después de ver sus casas inundadas por los torrentes que provocaron las fuertes lluvias caídas durante este fin de semana.  Al menos 90 personas resultaron heridas en la franja como consecuencia del temporal. La zona más afectada fue la de Shej Raduán, completamente anegada y de la que hubo que evacuar en bote a cientos de vecinos. Foto: Adel Hana / AP


Baaloul, Líbano, 12/12/2013: Un refugiado sirio quita la nieve de su tienda, en un campo de refugiados del valle de la Beká, tras la tormenta del pasado jueves. Foto: Mahmoud Zayyat/AFP


Baloul, Líbano, 12/12/2013: Niños refugiados sirios hacen un muñeco de nieve. Foto: Mahmoud Zayyat—AFP


Alepo, Siria, 11/12/2013: Un grupo de combatientes rebeldes sirios, en plena batalla de bolas de nieve. Foto: Ammar Abdullah / Reuters


Aklan, Arabia Saudí, 15/12/2013: Una tormenta que se prolongó durante varias horas este domingo por la mañana cubrió de nieve grandes zonas del noroeste de Arabia Saudí e hizo bajar el termómetro por debajo de los cero grados en ciudades como Tabuk. En la imagen, el desierto cubierto de nieve cerca de la localidad de Alkan. Foto: Mohamed Alhwaity / Reuters

» Más fotos de la nieve en Oriente Próximo, aquí y aquí.


Alepo, Siria, 9/12/2013: Un hombre lleva a una niña herida tras un bombardeo aéreo, el pasado lunes. Los ataques contra los barrios controlados por los rebeldes no han cesado. Este domingo, el Observatorio Sirio de Derechos Humanos (OSDH, pro rebelde), informó de la muerte de al menos 36 personas, entre ellas 15 menores, como consecuencia de ataques de la aviación gubernamental. Foto: Ammar Abdullah / Reuters


Alepo, Siria, 15/12/2013: A pesar de la guerra, la vida continúa con cierta apariencia de normalidad. En la imagen, niños jugando al futbolín en la calle. Foto: Molhem Barakat / Reuters


Haifa, Israel, 9/12/2013: Un grupo de judíos ultraortodoxos, entre ellos, varios rabinos, durante una manifestación de apoyo a jóvenes ultraortodoxos detenidos por negarse a realizar el servicio militar. Según la policía israelí, la protesta reunió a más de un millar de personas. Foto: Ariel Schalit / AP


El Cairo, Egipto, 9/12/2013: Más de 300 trabajadores de la planta de acero Metallurgical Industries de Helwan, en Egipto, se manifestaron el lunes en el centro de la capital del país, tras haber mantenido durante dos semanas una sentada de protesta en la sede de la factoría. Los trabajadores exigen mejoras salariales, un cambio en la dirección de la compañía y el regreso de empleados que han sido transferidos de forma arbitraria. La empresa emplea a unas 12.0000 personas. Foto: Mai Shaheen / Al Ahram


El Cairo, Egipto, 10/12/2013: Un policía trata de detener a un estudiante de la Universidad de El Cairo durante una manifestación en apoyo de los Hermanos Musulmanes. Un total de trece organizaciones egipcias e internacionales de derechos humanos instaron esta semana a las autoridades militares que dirigen el país desde el golpe de Estado a que investiguen la matanza de islamistas ocurrida el pasado 14 de agosto en la capital. Foto: Mohamed El-Shahed / AFP


Beit Lahia, Gaza (Palestina), 12/12/2013: Israel empezó en 2011 a permitir a los palestinos de Gaza exportar fresas, a pesar del bloqueo económico impuesto sobre la Franja. Tanto esta fruta como las flores son de los pocos productos que los agricultores de Gaza pueden seguir haciendo llegar a los mercados europeos. En la imagen, una niña, este jueves, en un campo de recolección del norte de la Franja. Foto: Mohammed Abed / AFP


Ankara, Turquía, 11/12/2013: El debate para la aprobación de los presupuestos del año 2014 acabó en insultos e incluso intentos de agresiones físicas entre los diputados turcos. Foto: Selahattin Sönmez / Hürriyet


Rafah, Gaza, 10/12/2013: Un trabajador palestino, en un túnel bajo la frontera con Egipto. Desde el pasado mesde julio, las fuerzas de seguridad egipcias han intensificado sus acciones contra el contrabando. Foto: Wissam Nassar / Xinhua Press


Ciudad de Gaza, Gaza (Palestina), 10/12/2013: Atardecer a orillas del Mediterráneo. Foto: Majdi Fathi / NurPhoto


Ciudad de Gaza, Gaza (Palestina), 11/12/2013: Un hombre juega con su hija en una playa de la Ciudad de Gaza, poco antes de que se desencadene una tormenta. Foto: Mohammed Salem / Reuters

Las fotos de la semana

Una selección de fotografías tomadas en Oriente Medio esta semana. Pincha en los enlaces de las localizaciones para ver las imágenes.

Jerusalén hacia 1870. Foto: Félix Bonfils.

Jerusalén hacia 1870. Fotografía de Félix Bonfils.

Jerusalén, siglo XII
Plano de Jerusalén realizado entre los años 1100 y 1150. Título original: ‘Gresta Francorum Iherusalem expugnantium, folio 50v’. Fuente: Bibliothèque d’agglomération de Saint-Omer

El manuscrito titulado Gesta Francorum Iherusalem expugnantium (sobre el sitio de los francos a Jerusalén) fue elaborado en torno al año 1106, y es un resumen de la primera parte de la crónica de Foulcher de Chartres sobre las acciones llevadas a cabo por los cristianos («francos») durante la Primera Cruzada, ocurrida tan solo unos años antes, a partir de 1096.

El texto de Foulcher no es, sin embargo, la única fuente, ya que se mencionan asimismo otros hechos no relatados por él.

El manuscrito, conservado en la abadía de Saint-Bertin (Saint-Omer, Francia), incluye este plano de Jerusalén, organizado en torno al cardo y al decumanus, y que, en consonancia con la idea de la ciudad santa como centro del mundo, se asemeja a un planisferio.


» Fuente: Bibliothèque d’agglomération de Saint-Omer
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Jerusalén, siglo XII

Jerusalén, siglo XII

El manuscrito titulado Gesta Francorum Iherusalem expugnantium (sobre el sitio de los francos a Jerusalén) fue elaborado en torno al año 1106, y es un resumen de la primera parte de la crónica de Foulcher de Chartres sobre las acciones… Leer

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