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Palestina ya es oficialmente un Estado observador no miembro en el seno de Naciones Unidas. La Asamblea General aprobó este jueves por mayoría absoluta una resolución que así lo reconoce, en una votación directa celebrada al filo de las 17:00 horas (22:00 GMT).

Impulsada por el presidente palestino, Mahmud Abás, la resolución contó con 138 votos a favor, 9 en contra y 41 abstenciones. Votaron en contra de Palestina en la ONU Palaos, Nauru, Israel, Canadá, EE UU, Panamá, Micronesia, República Checa y las islas Marshall.

La resolución, que «reafirma el derecho del pueblo palestino a la autodeterminación e independencia en un Estado de Palestina a partir de las fronteras de 1967», eleva el estatus de la ANP de «entidad observadora» a «Estado observador no miembro». Expresa, además, la «urgente necesidad» de reanudar y acelerar las negociaciones para alcanzar un acuerdo de paz «justo, duradero y completo» entre palestinos e israelíes basado en las resoluciones de la ONU, los principios de Madrid y la hoja de ruta del Cuarteto.

Así votaron los miembros de la Asamblea General:

Resultado de la votación de la Asamblea General de la ONU para el reconocimiento de Palestina como Estado observador no miembro de las Naciones Unidas, realizada el 29 de noviembre de 2012. En color verde: a favor (138); en rojo: en contra (9: Israel, Estados Unidos, Canadá, República Checa, Panamá, Palaos, Micronesia y las Islas Marshall); en amarillo: abstención (41); en negro: ausentes (5). Pinchar en la imagen para ampliarla. Mapa: recortesdeorientemedio.com
Resultado de la votación de la Asamblea General de la ONU para el reconocimiento de Palestina como Estado observador no miembro de las Naciones Unidas, realizada el 29 de noviembre de 2012. En color verde: a favor (138); en rojo: en contra (9): Israel, Estados Unidos, Canadá, República Checa, Panamá, Palaos, Micronesia y las Islas Marshall); en amarillo: abstención (41); en negro: ausentes (5). Pinchar en la imagen para ampliarla. Mapa: recortesdeorientemedio.com. Ampliar

» La decisión de la ONU sobre Palestina, en siete claves

Palestina, «Estado observador» por goleada

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Religiones en Siria

Los principales grupos religiosos presentes en Siria, en un mapa original de M. Izady, Gulf/2000 Project, Columbia University, 2006, traducido al español. Fuente: Le Figaro.

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Grupos religiosos en Siria

Grupos religiosos en Siria

Los principales grupos religiosos presentes en Siria, en un mapa original de M. Izady, Gulf/2000 Project, Columbia University, 2006, traducido al español. Fuente: Le Figaro.

Oriente Medio, 1747

Oriente Medio, en un mapa de Emanuel Bowen, publicado en Londres en 1747. Título original: A new & accurate map of Turky in Asia, Arabia &c. Drawn from the best authorities, assisted by the most approved modern maps & charts. The whole being regulated by astronl. observatns. Fuente: David Rumsey Historical Map Collection.

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Oriente Medio, 1747

Oriente Medio, 1747

Oriente Medio, en un mapa de Emanuel Bowen, publicado en Londres en 1747. Título original: A new & accurate map of Turky in Asia, Arabia &c. Drawn from the best authorities, assisted by the most approved modern maps & charts. The whole being regulated by astronl. observatns. Fuente: David Rumsey Historical Map Collection.

Plano de Jerusalén de Christiaan van Adrichem, fechado en 1584. Título original: Ierusalem, et suburbia eius, sicut tempore Christi floruit…descripta per Christianum Adrichom Delphum. Fuente: Ancient Maps of Jerusalem, The Jewish National and University Library & The Hebrew University of Jerusalem.

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Jerusalén, 1584

Jerusalen 1584

Plano de Jerusalén de Christiaan van Adrichem, fechado en 1584. Título original: Ierusalem, et suburbia eius, sicut tempore Christi floruit…descripta per Christianum Adrichom Delphum. Fuente: Ancient Maps of Jerusalem, The Jewish National and University Library & The Hebrew University of Jerusalem.

¿Llevaba Sir Winston Churchill unas cuantas copas de más cuando, armado de una simple pluma y, según dicen, a mano alzada, trazó el borrador de la actual frontera entre Jordania y Arabia Saudí? Las malas lenguas aseguran que sí, y si uno echa un simple vistazo al mapa, todo parece indicar que, efectivamente, el legendario estadista británico iba algo cargadillo aquel domingo por la tarde del mes de marzo de 1921 en que, según se vanagloriaba él mismo años después, creó el reino de Transjordania durante una reunión en El Cairo. Por lo visto, antes de plantarse delante del mapa, el entonces Secretario para las Colonias había estado disfrutando de una copiosa -y sin duda bien regada- comida con un grupo de oficiales.

La historia es lo suficientemente jugosa (y, dado el carácter y los hábitos de Churchill, verosímil) como para haberse convertido en una de las anécdotas más citadas cuando se habla del personaje, o incluso de la forma arbitraria y contra natura en que las potencias coloniales se repartían el mundo y trazaban fronteras a base de escuadra y cartabón. De hecho, a la aparentemente absurda línea que separa la actual Jordania de Arabia Saudí se la conoce, entre los interesados en el tema, como «el hipo de Churchill». Y si encima añadimos la ironía de que Arabia Saudí, donde el consumo de alcohol está absolutamente prohibido, deba su frontera norte al efecto de unos cuantos lingotazos de whisky, el episodio cobra, desde luego, un especial interés.

La realidad, sin embargo, se empeña en echar por tierra las mejores anécdotas, y la historia del hipo de Churchill no es una excepción. Estuviese o no algo bebido aquella tarde, no fue el alcohol lo que determinó ese extraño trazado en zigzag (no olvidemos que estamos hablando de kilómetros y kilómetros de desierto), sino una serie de factores, geopolíticos e históricos, algo más complejos. El hipo de Churchill es lo que hoy llamaríamos, de no ser por lo deshabitado del contexto, una leyenda urbana.

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Winston Churchill, durante la conferencia de El Cairo, en 1921. Foto: General Photographic Agency / Hulton Archive / Getty Images

Los entresijos que llevaron a la creación del totalmente artificial reino de Jordania tienen su origen en la Primera Guerra Mundial, en la revuelta árabe contra el Imperio Otomano y en cómo se dividieron británicos y franceses toda la región tras la victoria, aplicando el famoso tratado de Sykes-Picot, y a pesar de la promesa hecha a los árabes de que contarían con un gran estado independiente una vez terminado el conflicto.

En aquel célebre acuerdo, firmado en 1916 a espaldas de los árabes, toda la zona quedaba partida en dos grandes áreas: una al norte, en lo que actualmente es, aproximadamente, Siria y Líbano, de influencia francesa, y otra al sur (actuales Irak y Jordania), de influencia británica, con Palestina como protectorado del Reino Unido.

Acuerdo Sykes-Picot
El plan para el reparto de Oriente Próximo entre británicos y franceses tras la derrota del Imperio Otomano, según el acuerdo Sykes-Picot

En julio de 1919, tras expulsar a los turcos de Damasco, el recién nacido Congreso Nacional Árabe dijo que lo prometido es deuda y proclamó su soberanía sobre «Siria», un amplio territorio en el que incluían, también, los actuales Líbano, Jordania, Israel y los Territorios Palestinos. A la cabeza del nuevo estado embrionario se colocó el emir Faisal, de la dinastía hachemí, procedente de Arabia Saudí, y que había liderado la rebelión con el apoyo de los británicos.

El reinado de Faisal, sin embargo, duró poco. Los franceses no estaban dispuestos a perder su parte del pastel, y el monarca fue expulsado sin contemplaciones de Siria en 1920. En compensación, los británicos ofrecieron a Faisal el trono de Irak, pero ahora les quedaba otro rey sin reino, el segundo hijo del emir, Abd Allah. De modo que terminaron creando para él un país surgido de la nada, sin apenas recursos hídricos y cuyo territorio era y es, en su mayoría, puro desierto: el Reino Hachemí de Jordania.

Para dar forma a los detalles del rompecabezas, Churchill convocó una conferencia de expertos, políticos y militares, que finalmente se celebró en El Cairo en marzo de 1921, y en la que participaron, entre otros, personajes tan conocidos como T. E. Lawrence (Lawrence de Arabia) o la famosa escritora, viajera, arqueóloga y administradora colonial de Irak (a cuya creación como estado contribuyó de forma esencial), Gertrude Bell.

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Asistentes a la Conferencia de El Cairo, de 1921. Sentado en el centro de la primera fila, Winston Churchill; el cuarto por la derecha, en la segunda fila, T. E. Lawrence; la segunda por la izquierda, también en la segunda fila, Gertrude Bell. Foto:General Photographic Agency / Getty Images

El problema para los británicos era mantener a raya a la dinastía de Saud, rival de los hachemíes, dominante en Arabia Saudí, y dejada de lado por Londres cuando Lawrence se inclinó por Faisal para el liderazgo de la revuelta árabe. Como cuenta con todo detalle Frank Jacobs en su blog Borderlines, en la edición digital de The New York Times, era necesario establecer un límite en una zona en la que el ir y venir de los beduinos quitaba todo el sentido al concepto mismo de frontera, y donde los turcos se habían contentado con dibujar vagas líneas discontinuas para marcar los bordes de la Arabia no otomana.

Palestina y Kerak (Transjordania), con las fronteras entre Jordania y Arabia Saudí aún sin definir, en el ‘Times Survey Atlas of the World’, de 1922. Mapa: Bartholomew, J. G. (John George), 1860-1920 / Wikimedia Commons

Al final, los británicos acabaron cediendo al emir Ibn Saud una parte de la región de Wadi Sirhan, como parte de un complejo acuerdo, y en compensación por la anexión de la ciudad de Aqaba por parte de Londres. El resultado fue, tras el tira y afloja, ese errático trazado en el mapa.

Jacobs, cuyo artículo ha servido de inspiración a esta entrada, y que es autor también de un fascinante blog sobre mapas extraños y curiosidades cartográficas (Strange Maps), lo explica así:

En noviembre de 1923, el acuerdo de Hadda estipuló una frontera no muy diferente de la actual: Wadi Sirham pasó a ser parte del Nejd [Arabia Saudí], y Aqaba quedó integrada en Transjordania [actual Jordania]. Ibn Saud tuvo que renunciar a su exigencia de disponer de un corredor hasta Siria, pero ganó un derecho de libre tránsito. Gran Bretaña perdió el Hijaz [noroeste de Arabia Saudí], pero retuvo una salida al mar para Transjordania [Aqaba] y bloqueó la expansión wahhabi [Saud] hacia Palestina y Egipto.

La influencia de Churchill en el rediseño del mapa de Oriente Medio fue fundamental, pero, para desgracia de su extenso anecdotario, la frontera jordana no fue el resultado de un ataque de hipo etílico.

En cualquier caso, y como dicen los romanos, se non è vero, è ben trovato.

Churchill y Lawrence en El Cairo, 1921. Foto: Biblioteca del Congreso, EE UU

El hipo de Churchill

¿Llevaba Sir Winston Churchill unas cuantas copas de más cuando, armado de una simple pluma y, según dicen, a mano alzada, trazó el borrador de la actual frontera entre Jordania y Arabia Saudí? Las malas lenguas aseguran que sí, y… Leer

Ruinas de Babilonia, 1829

Mapa de las ruinas de Babilonia, publicado por Henry Colburn and Richard Bentley en Londres, en 1829. Título original: Travels in Chaldaea, including a journey from Bussorah to Bagdad, Hillah, and Babylon, performed on foot in 1827.

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Las ruinas de Babilonia

Ruinas de Babilonia, 1829

Mapa de las ruinas de Babilonia, publicado por Henry Colburn and Richard Bentley en Londres, en 1829. Título original: Travels in Chaldaea, including a journey from Bussorah to Bagdad, Hillah, and Babylon, performed on foot in 1827.

‘The World as known to the Ancients’ (fragmento). Principal Playfair’s New General Atlas, Ancient and Modern. Edimburgo, Londres, 1814

Creo que se trata de un cuento de Borges pero, sinceramente, no lo sé. Lo sea o no (dejemos la búsqueda en Google para otro día), lo cierto es que podría serlo: Un rey decide elaborar para su reino el mejor mapa posible y encarga la tarea a sus más afamados cartógrafos y dibujantes. Tras recorrer todo el país, y después de meses de intenso trabajo, la comisión presenta el libro al monarca. Están realmente satisfechos. No puede haber un atlas mejor.

El rey, sin embargo, está decepcionado. Faltan muchas cosas, dice. Ha de ser más grande. Al cabo de un tiempo, los cartógrafos le presentan un atlas del tamaño de un elefante, pero tampoco esta vez logran satisfacer al rey. Más grande, ordena, aún faltan cosas. Los cartógrafos realizan entonces un libro aún mayor, y después otro y otro más, hasta que el atlas tiene exactamente el mismo tamaño del reino. Ahora está todo, no falta nada, pero ni al rey ni a su pueblo les queda espacio para vivir. (No sé si la historia acababa así o no, pero bueno).

Hoy en día el mundo entero está cartografiado en Internet. Herramientas como Google Maps, Google Earth o algunas aplicaciones de la Nasa, por citar sólo tres de las más espectaculares, nos permiten acercarnos desde la visión espacial de la Tierra hasta el portal de nuestra propia casa (literalmente) en sólo un par de clics, en relieve, con imágenes de satélite o de la forma que elijamos, y desde cualquier ángulo imaginable. Por el camino, además, todo tipo de información (callejeros, fotografías, enlaces, artículos, vídeos, cámaras en directo, otros mapas) nos va saliendo al paso en cada parada, en cada tramo. Y todo ello en la pantalla del ordenador o en el teléfono que llevamos (o que llevan muchos) en el bolsillo.

Un paraíso para los amantes de la cartografía… Y una pesadilla para los editores de los atlas de papel, cuyas opciones competitivas han tenido que ir dejando el terreno de la utilidad e ir conquistando poco a poco, otra vez, el de la belleza.

La apuesta merece la pena, y los ejemplos, aunque a precios a menudo prohibitivos, abundan en las librerías. A fin de cuentas, ninguna página web puede, en mi opinión, reemplazar la excitación anticipada que supone tener un buen atlas entre las manos, con el mundo aguardando en cada página y miles de hermosos y desconocidos nombres de ríos, ciudades, mares y montañas esperando ser descubiertos.

Es también, de algún modo, una forma de recuperar una antigua tradición en la que los atlas se encontraban siempre entre los libros más hermosos de cualquier biblioteca. Y, como ejemplo, los mapas de Oriente Medio que acompañan a estas líneas. Pertenecen a un atlas de 1814 que fue editado en Londres y Edimburgo por el entonces director de la Universidad de St. Andrews, y está elaborado con grabados de, según reza la portada, «los más eminentes artistas» de la capital británica.

'Egyptus Antiqua. Egypt'. Principal Playfair’s New General Atlas, Ancient and Modern. Edimburgo, Londres, 1814
'Arabia'. Principal Playfair’s New General Atlas, Ancient and Modern. Edimburgo, Londres, 1814
'Map of the World According to Strabo'. Principal Playfair’s New General Atlas, Ancient and Modern. Edimburgo, Londres, 1814
'Modern Asia Minor'. Principal Playfair’s New General Atlas, Ancient and Modern. Edimburgo, Londres, 1814
'Palestine and Syria. Syria Antiqua et Palaestina'. Principal Playfair’s New General Atlas, Ancient and Modern. Edimburgo, Londres, 1814
'Persia'. Principal Playfair’s New General Atlas, Ancient and Modern. Edimburgo, Londres, 1814
'The World as known to the Ancients' (fragmento). Principal Playfair’s New General Atlas, Ancient and Modern. Edimburgo, Londres, 1814

PD. Efectivamente, era un relato de Borges (el original, al menos…):


» Fuente de los mapas: David Rumsey Map Collection
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» Más mapas de Oriente Medio, en general, aquí

El bello arte de la cartografía

Creo que se trata de un cuento de Borges pero, sinceramente, no lo sé. Lo sea o no (dejemos la búsqueda en Google para otro día), lo cierto es que podría serlo: Un rey decide elaborar para su reino el… Leer

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