Salim y Laila eran agricultores en Deraa, al suroeste de Siria, hasta el día en que su aldea fue bombardeada por las fuerzas del Gobierno y decidieron abandonar el país junto con sus ocho hijos. Escoltados por el Ejército Libre… Leer
Salim y Laila eran agricultores en Deraa, al suroeste de Siria, hasta el día en que su aldea fue bombardeada por las fuerzas del Gobierno y decidieron abandonar el país junto con sus ocho hijos. Escoltados por el Ejército Libre Sirio, la familia comenzó entonces un viaje aterrador a traves de territorio en poder del régimen. Para mantener a los niños tranquilos y evitar ser detectados, daban a sus hijos pastillas para dormir. Ahora viven en el gran campo de refugiados de Zaatari, en Jordania, una ciudad de tiendas de campaña en continua expansión, a 15 kilómetros de la frontera con Siria, y hogar de más de 110.000 refugiados, más de la mitad de los cuales son niños
Su historia la está contando la agencia de noticias de Naciones Unidas IRIN1 en una serie de vídeos titulada Where The War Still Echoes (donde la guerra sigue resonando), de la que hasta el momento ha publicado dos capítulos. La idea es acompañar a la familia durante un año, desde su llegada al campo de refugiados, en diciembre de 2012.
En la presentación de la serie, la agencia explica que ésta ofrece una mirada íntima sobre la lucha de la familia de Salim y Laila por adaptarse a su vida en el campamento, y sobre los efectos traumáticos del conflicto que continúa en su país, así como sobre la presión que sufre Selim para regresar y unirse a la rebelión.
En una escena del primer capítulo (minuto 7:50), la familia, gracias a una comunicación telefónica facilitada por la Cruz Roja, consigue hablar con parientes que continúan en Siria, bajo las bombas. El momento es a la vez dramático y tremendamente emotivo: «¿Cómo estáis?, ¿hay alguien herido?», pregunta directamente Salim. Cuando le pasa los auriculares a su mujer, Laila no puede contener las lágrimas: «Todos te decimos hola, no te preocupes, ¿cómo están los niños?». Después es el turno de Fátima, una de las hijas. La niña apenas puede hablar y estalla también en llanto.
(1) IRIN –Integrated Regional Information Networks– es un servicio de noticias de la ONU especializado en asuntos humanitarios, financiado por diferentes países y organizaciones humanitarias, y coordinado por la Oficina de las Naciones Unidas para la Coordinación de Asuntos Humanitarios, OCAH.
Salim y Laila eran agricultores en Deraa, al suroeste de Siria, hasta el día en que su aldea fue bombardeada por las fuerzas del Gobierno y decidieron abandonar el país junto con sus ocho hijos. Escoltados por el Ejército Libre… Leer
Los líderes mundiales de las principales agencias de la ONU grabaron hace unos días este vídeo con un llamamiento desesperado a detener la guerra en Siria. Sus palabras están dirigidas tanto a las partes implicadas en el conflicto como a la comunidad internacional y, en concreto, a cualquier gobierno que pueda tener alguna influencia en la crisis. Es un mensaje firme, contundente y emotivo. Lo más probable es que sirva de poco, o de nada, pero es moralmente necesario.
En el vídeo, Anthony Lake (UNICEF –infancia–), António Guterres (ACNUR –refugiados–), Valerie Amos (OCHA –asuntos humanitarios–), Ertharin Cousin (PMA –alimentos–) y Margaret Chan (OMS –salud–) hablan alto, claro y con una sola voz: «Basta, ya basta», repiten. Y una advertencia: si el número de niños y familias que necesitan ayuda humanitaria sigue creciendo cada semana al vertiginoso ritmo actual, las agencias de la ONU no podrán seguir garantizando el mantenimiento de sus operaciones con los fondos de que disponen.
Por primera vez, Naciones Unidas tendrá que plantearse el cierre de programas dentro de Siria, en áreas tan esenciales como la salud, la protección de la infancia o la educación. Y si eso ocurre, la situación, que ya es dramática, puede volverse un auténtico infierno. La interrupción de estos programas afectaría a decenas de miles de refugiados en Jordania, Irak, Líbano y Turquía, y también a programas de vacunación, al funcionamiento de centros de salud, a la escolarización… Según UNICEF, solo un 6% de los niños de Alepo están escolarizados ahora. Hace dos años eran el 85%.
La novedad del llamamiento es que no se centra en una petición de fondos a gran escala, por más que estos sea necesarios. Esta vez, los líderes de la ONU van directos a las causas de la tragedia, y no solo a sus consecuencias. Los fondos para hacer frente a los efectos del conflicto son importantes, pero lo esencial es parar la guerra, y hacerlo cuanto antes:
Tras más de dos años de conflicto y más de 70.000 muertes, incluidas las de miles de niños; a pesar de que más de 5 millones de personas se han visto obligadas a abandonar sus hogares, incluidos más de un millón de refugiados que viven en los países vecinos, sometidos a una intensa presión; a pesar de que tantas familias han sido separadas, y tantas comunidades, destruidas; a pesar de que escuelas y hospitales han sido destrozados, y los sistemas de agua desmantelados; a pesar de todo eso, parece que todavía no existe un sentimiento de urgencia lo bastante grande entre los gobiernos y las partes que podrían poner fin a la crueldad y a la carnicería en Siria.
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