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Edificios destruidos por las bombas en la ciudad siria de Alepo, en marzo de 2013. Foto: Foreign and Commonwealth Office / Wikimedia Commons

El 15 de marzo de 2011, hace ahora cuatro años, cientos de personas salieron a la calle en la localidad siria de Daraa para exigir la liberación de una quincena de estudiantes que habían sido detenidos por realizar pintadas en contra del régimen dictatorial del presidente Bashar al Asad. En plena efervescencia de la llamada ‘primavera árabe’, la protesta fue la mecha que prendió la llama. Las manifestaciones exigiendo democracia y el fin de la corrupción política y de los abusos a los derechos humanos pronto se extendieron por todo el país.

El Gobierno respondió con arrestos masivos, tortura de prisioneros, brutalidad policial, más censura, y, también, algunas concesiones políticas menores. Pero las protestas siguieron creciendo, y el cambio parecía posible. Tal vez más a la manera violenta de Libia que a la manera más o menos ‘pacífica’ de Túnez o Egipto, pero inevitable.

Cuatro años después, sin embargo, la guerra civil que estalló tras aquellas primeras protestas continúa, Al Asad sigue en el poder, y el nivel de destrucción del país hace ya tiempo que rebasó los límites de lo imaginable.

La compleja realidad étnica, social y religiosa de Siria, los intereses y apoyos internacionales, y la entrada en el tablero del yihadismo fundamentalista, entre otros factores, han estancado un conflicto cuyas cifras es difícil no calificar de escalofriantes: más de 210.000 muertos, casi cuatro millones de refugiados, cerca del 80% de la población viviendo en la pobreza… Más todo el sufrimiento que es imposible cuantificar en datos: familias destrozadas, daños psicológicos, sueños rotos, niños traumatizados. El país está arrasado desde todos los puntos de vista (humano, económico y cultural), las violaciones de los derechos humanos (tanto por las fuerzas del régimen como por grupos de la oposición) son continuas, el frágil tejido social que la mano de hierro de la dictadura había preservado unido durante décadas está hecho trizas, y las perspectivas de que la pesadilla acabe pronto son, siendo optimistas, escasas.

De momento, el principal ganador en el conflicto no es otro que el presidente sirio. La expansión de los integristas de Estado Islámico en Siria e Irak ha alterado por completo la balanza. Para los países occidentales y muchos países árabes que antes exigían su renuncia inmediata, el enemigo número uno no es ya Al Asad, sino el terror yihadista. Y en este contexto, Al Asad, cuyo ejército sigue masacrando a la población (indiscriminadas bombas de barril incluidas), pero está también en primera línea de combate contra los fundamentalistas, se ha convertido en una pieza clave.

Nadie lo reconoce abiertamente, pero, tanto en Estados Unidos como en Europa, cada vez son más las señales que indican una aceptación de facto de la permanencia de Al Asad en la presidencia, como primer paso hacia una futura coalición de unidad nacional que pueda incluir tanto al presidente como a la oposición antiyihadista. La propia oposición en el exilio ya no condiciona el diálogo a la renuncia del dirigente sirio, aunque aún confía en que el presidente acabe abandonando el poder.

De «carnicero» a objetivo secundario

En la UE, la hasta ahora posición casi unánime en contra de Al Asad empieza a diluirse, y pocos dirigentes le califican ya, como hicera en su día el primer ministro francés, Manuel Valls, de «carnicero».  «Al margen de Francia, Gran Bretaña y Dinamarca, que rechazan cualquier papel de Al Asad en el futuro de Siria, muchos países europeos piensan que después de cuatro años, esta posición resulta ya insostenible», afirma un diplomático europeo, en declaraciones recogidas por la agencia AFP.

Quien probablemente ha descrito mejor el nuevo escenario es, no obstante, el secretario de Estado estadounidense, John Kerry, quien declaró recientemente que el presidente sirio «ha perdido toda legitimidad, pero no tenemos otra prioridad más importante que desestabilizar y derrotar a Daesh [acrónimo en árabe del grupo Estado Islámico]».

El apoyo de Occidente a los autócratas de la región, moneda común hasta el estallido de la ‘primavera árabe’, se ha alimentado siempre de dos grandes excusas: garantizar el suministro de petróleo (obviando la evidencia de que los productores necesitan al consumidor tanto como los consumidores al productor), y frenar a los islamistas (obviando la evidencia de que el islamismo florece en contextos de represión, desigualdad y miseria). La segunda excusa vuelve a imponerse en Siria, y Al Asad parece ser ahora el «mal menor».

Muchos analistas consideran que la situación actual podría haberse evitado si la comunidad internacional hubiese intervenido eficazmente y desde un principio en favor de los rebeldes, y, en concreto, de la «oposición moderada» que llevó las riendas de la lucha en los primeros meses del conflicto. Pero el apoyo de países como Rusia, China e Irán al régimen de Al Asad, unido a los temores de que las armas acabasen en manos de la oposición yihadista, lo hizo imposible.

Las amenazas de EE UU de bombardear al régimen que siguieron a las denuncias por el uso de gases contra la población se quedaron en nada tras el acuerdo alcanzado con Rusia para la destrucción del arsenal químico sirio. Y la presión diplomática y a través de sanciones económicas más duras que, como alternativa a una nueva intervención militar en la región, podría haberse ejercido de no ser por los vetos de Rusia y China, parece hoy inviable y, para muchos expertos, incluso contraproducente.

La realidad sobre el terreno es que los aviones de la coalicion internacional liderada por EE UU están bombardeando a los, hoy por hoy, mayores enemigos del régimen sirio.

Un país devastado: las cifras

La guerra en Siria es una de las mayores crisis desde la II Guerra Mundial. Los siguientes datos corresponden a los cálculos realizados por las diferentes agencias de la ONU y organizaciones no gubernamentales que trabajan en el país, así como a un informe recién publicado por el Centro Sirio de Investigación Política, con el respaldo de Naciones Unidas.

  • Entre 210.000 y 220.000 muertos. De ellos, se calcula que cerca de 64.000 eran civiles;  más de 44.000, soldados del régimen; 31.300, milicianos leales al Gobierno; 17.000, funcionarios gubernamentales; unos 35.000, combatientes rebeldes; 2.400, opositores desertores del ejército; y más de 22.600, combatientes yihadistas.
  • Más de 840.000 heridos.
  • 3,8 millones de refugiados, repartidos, principalmente, entre Turquía (más de 1,7 millones), Líbano (1,2 millones), Jordania (622.000, incluyendo los 100.000 acogidos en el campo de refugiados de Za’atari, el segundo mayor del mundo, tras el de Dadaab, en Kenia), el Kurdistán iraquí (250.000) y Egipto (136.000). La mitad ellos son niños.
  • 7,6 millones de desplazados internos, en territorio sirio.
  • Más de 4,8 millones de sirios viven en lugares sitiados o de muy difícil acceso.
  • Más de 12,2 millones dependen de ayuda humanitaria de emergencia para sobrevivir (el presupuesto de la ayuda humanitaria necesaria para 2015 se calcula en 8.000 millones de dólares, de los que a día de hoy se ha cubierto solo un 2%).
  • La esperanza de vida se ha reducido de 75,9 años en 2010 a 55,7 años a finales de 2014 (un 27%).
  • 5,6 millones de niños necesitan ayuda, un 31% más que hace un año. De estos menores, unos dos millones viven sitiados en zonas a las que la ayuda humanitaria no puede acceder por los combates.
  • 2,6 millones de niños no pueden acudir a la escuela (muchas están destruidas o los padres tienen miedo de que vayan por temor a los ataques).
  • Las pérdidas económicas totales se calculan en unos 200.000 milllones de dólares.
  • El 80% de la población vive ahora en niveles de pobreza; el 30%, en pobreza extrema, con dificultades para satisfacer sus necesidades básicas de alimentos.
  • Casi tres millones de sirios han perdido sus puestos de trabajo, lo que implica que unos 12 millones han perdido su fuente principal de ingresos. El desempleo ha aumentado del 14,9% en 2011 al 57,7% en 2014.
  • El 83% de la luz eléctrica se ha apagado, según una investigación realizada por el académico Xi Li, de la Universidad de Wuhan (China), en la que compara imágenes de satélite captadas entre marzo de 2011 y febrero de 2015. En Damasco, la capital, se han extinguido el 33% de las luces, mientras que en las ciudades más afectadas por la guerra, como Alepo, Idlib y Raqa, la cifra alcanza el 97%:
Luces en Siria en marzo de 2011Luces en Siria en febrero de 2015
Imágenes de satélite muestran la extinción de luces en Siria a causa de la guerra, entre marzo de 2011 (izquierda) y febrero de 2015 (derecha). Fuente: #withSyria / Wuhan University
  • Según un informe, publicado por Médicos por los Derechos Humanos, 610 personas dedicadas a tareas médicas han muerto en Siria desde 2011, a raíz de 233 ataques a 183 instalaciones médicas.
  • La guerra ha provocado la destrucción total, o dañado seriamente, al menos 290 sitios del patrimonio cultural sirio, incluyendo importantes monumentos históricos e innumerables objetos artísticos, según un informe del Instituto para la Formación y la Investigación de Naciones Unidas, UNITAR, publicado a finales del año pasado.

El origen

La falta de libertades y el férreo control policial ejercido por el Gobierno sirio sobre una población que había vivido bajo una ley de emergencia desde que el partido Baaz llegó al poder en 1963, fueron los principales detonantes de las protestas iniciadas en 2011, en el marco de la llamada ‘primavera árabe’.

El país, de mayoría sunní, pero gobernado desde 1971 por la minoría alauí (una rama del chiísmo), representada ahora por el presidente Bashar Al Asad (quien sucedió a su padre a su muerte en 2000), vivió desde el 15 de marzo de 2011 las protestas antigubernamentales más graves de su historia reciente, desde la revuelta sunní de los Hermanos Musulmanes en 1982 en Hama, en la que murieron 20.000 de ellos.

Ante las críticas de la comunidad internacional, el régimen atribuyó a «grupos terroristas» el origen de las revueltas, al tiempo que aseguró ser objeto de un complot extranjero por su apoyo a grupos opuestos a EE UU, en referencia a la milicia chií libanesa Hizbulá, al palestino Hamás y a sus vínculos con Irán. La represión le ha supuesto a Siria sanciones por parte de organismos internacionales y la suspensión de la Liga Árabe en noviembre de 2011.

La situación se agravó a comienzos de febrero de 2012 a raíz del asedio a Homs, bombardeada desde el aire en ataques que dejaron centenares de muertos, y, después, en agosto, con las matanzas de Hula, Tremseh y Daraya, donde la oposición denunció el asesinato de más de 300 personas en cinco días, la mayoría civiles.

En noviembre de 2012 las fuerzas rebeldes crearon en Doha (Catar) la Coalición Nacional para las Fuerzas de la Revolución y la Oposición Siria (CNFROS), que ha sido reconocida por EE UU, Francia, la Liga Árabe y el Consejo de Cooperación del Golfo (CCG), entre otros países y organismos, como único representante del pueblo sirio.

Hasta ahora, las mediaciones de los enviados especiales de la ONU, primero Kofi Annan, quien dimitió ante la imposibilidad de imponer su plan de paz; después el argelino Ladjar Brahimi, que también renunció, y ahora el italiano Staffan de Mistura, no han conseguido detener la represión ni que prospere una resolución para una intervención militar.

Fragmentación y radicalización

En mayo de 2013 el conflicto se extendió al Líbano, después de que la milicia Hizbulá, aliada de Damasco, interviniera al lado del Ejército para combatir a los rebeldes en la ciudad de Quseir, un enclave estratégico para la oposición debido a su ubicación en la ruta que conecta el norte del Líbano, de mayoría sunní, con Homs, lo que permitía el abastecimiento de armas.

Desde entonces, la guerra ha evolucionado hacia una creciente fragmentación de las fuerzas participantes, marcada por la irrupción de varios grupos yihadistas, especialmente Estado Islámico (EI), que han aprovechado la revolución para reforzarse y ampliar su territorio de operaciones. Estos grupos armados extremistas defienden postulados ideológicos muy alejados de los objetivos iniciales de los revolucionarios, y cuentan con la oposición de una gran parte de la población, debido a su violencia. En septiembre de 2014, EE UU y naciones aliadas, incluyendo varios países árabes, iniciaron una ofensiva de ataques aéreos contra las posiciones de EI.

Mientras, el Ejército Sirio Libre, que durante meses constituyó la base de la rebelión  respaldada por Occidente, y que logró incluso algunas victorias contra el régimen, es ahora una alianza de pequeños grupos sin apenas recursos, y tanto los gobiernos de la región como la comunidad internacional han ido tomado posiciones, respaldando con financiación, armas o ayuda no letal a alguno o a varios de los grupos que participan en los combates, complicando más aún la situación.

Actualmente, la comunidad internacional está centrada en la lucha contra Estado Islámico, lo que ha rebajado la presión contra el presidente, Bashar al Asad, quien ha visto reafirmada su retórica de lucha antiterrorista para justificar su represión.

Las fuerzas del régimen

El bando gubernamental está compuesto, principalmente, por las Fuerzas Armadas (el ejército regular) y las Fuerzas de Defensa Nacional (surgidas en 2012 al unirse los Comités Populares y otros grupos armados pro Asad, y que operan bajo el mando de comandantes regionales coordinados desde Damasco). Ambas están controladas por el presidente.

En el lado del régimen combaten asimismo varias milicias y brigadas progubernamentales que, especialmente en algunas zonas del país, como el noroeste, han ido cobrando cada vez más peso. Entre ellas destacan los Batallones Baaz (considerados el brazo armado del partido, y con una gran presencia en Alepo), y el grupo Resistencia Siria (de tendencia marxista-leninista, y dominado por la minoría alauí, a la que pertenecen tanto el presidente como la clase política dominante siria).

Uno de los principales aliados políticos y militares de Al Asad es el partido-milicia chií libanés Hizbulá, cuyos combatientes han sido determinantes en algunas de las victorias más significativas conseguidas por el régimen. El Partido Alauí Democrático, una formación también libanesa, respalda asimismo al presidente sirio, así como numerosas brigadas iraquíes de mayoría chií que combaten en distintas partes del país.

El Gobierno de Al Asad sigue contando con el respaldo diplomático de Rusia, China, Irán, Irak, Venezuela y Corea del Norte.

Islamistas y yihadistas

El denominado originalmente Estado Islámico de Irak y Levante (ISIL), que cambió su nombre por el de Estado Islámico (EI) en junio de 2014, comenzó sus operaciones en territorio sirio en abril de 2013; el Frente al Nusra, considerado la rama de Al Qaeda en Siria, se constituyó en enero de 2012.

El ISIL tuvo su origen en el grupo Estado Islámico de Irak y se creó en octubre de 2006 a partir de la unión de varias organizaciones radicales durante la ocupación estadounidense del territorio iraquí. Ambos combatían con los mismos objetivos, hasta que en junio de 2013 estallaron sus diferencias cuando el líder de Al Qaeda, Ayman Al Zawahiri, designó al Frente al Nusra como la única facción de su grupo en Siria y pidió al ISIL limitar sus acciones únicamente al territorio iraquí, al tiempo que se desvinculaba de él. Ello provocó tensión entre ambos grupos, una situación que empeoró debido a los conflictos entre el ISIL y el resto de organizaciones islamistas opositoras, entre ellas, el Frente Islámico Sirio (FIS), la mayor alianza rebelde, que incluye varias brigadas de combatientes islamistas.

Pese a ser uno de los últimos grupos armados en irrumpir en el conflicto, el peso adquirido por Estado Islámico en Irak, la extrema violencia de sus prácticas (miles de civiles y de prisioneros asesinados a sangre fría, decapitaciones y crucifixiones, rehenes occidentales ejecutados, violaciones, mujeres esclavizadas y homosexuales degollados, persecución brutal de minorías religiosas, destrucción vandálica de patrimonio histórico….), su maquinaria publicitaria (mediantes vídeos y a través, sobre todo, de las redes sociales), y su capacidad para atraer a miles de combatientes extranjeros (cientos de europeos incluidos) han puesto a Estado Islámico en el foco de todas las miradas en la región y el mundo. La formación, relacionada pero no vinculada ya con Al Qaeda –que ha rechazado los métodos del grupo–, ha conseguido importantes avances en Irak y Siria, provocando una intervención militar internacional, principalmente en forma de ataques aéreos, para intentar frenar su expansión.

A pesar de compartir muchos conceptos ideológicos, Estado Islámico (autoproclamado «califato» desde el año pasado), se ha enfrentado, además de al Gobierno sirio, a otras formaciones yihadistas que se encontraban previamente en el país, como el mencionado Frente al Nusra y el Grupo Jorasán (parte también de la red de Al Qaeda y que se coordina con su rama en Siria).

Otro grupo importante es Jund al Aqsa, una escisión del Frente al Nusra formado sobre todo por desertores de otras milicias islamistas. Está integrado en la llamada Alianza Muhayirin ua Ansar, de la que también forman parte los grupúsculos salafistas Liuaa al Umma, la Brigada Omar y la Brigada Haq.

La oposición moderada

La mayoría de las fuerzas no islamistas, o moderadas, de oposición al régimen de Bashar al Asad están actualmente integradas en la Coalición Nacional de Siria (CNFROS), constituida el 11 de noviembre de 2012 tras un acuerdo alcanzado en Catar con el objetivo de aglutinar a todos los grupos de oposición y acabar con sus diferencias. Desde el pasado 5 de enero de 2015 está liderada por Jaled Joya.

El grupo más importante dentro de la CNFROS, y su embrión, es el Consejo Nacional Sirio (CNS), que nació en agosto de 2011 como un movimiento en el exilio con el propósito de coordinar la revuelta. El CNS está dirigido por el veterano opositor izquierdista y de confesión cristiana George Sabra.

CNFROS y CNS han participado en distintas reuniones en el exilio (en El Cairo y Estambul, principalmente) para preparar una «hoja de ruta» para la etapa transitoria, así como para mantener la lucha y respaldar al rebelde Ejército Libre de Siria (ELS), que opera en el interior, hasta la caída del régimen sirio.

El ELS fue creado en Turquía el 4 de octubre de 2011 por un grupo de desertores y pocos meses después trasladaron su base al interior del país para dirigir sus operaciones sobre el terreno. Cuando comenzaron a operar los grupos yihadistas, el ELS y el FIS centraron sus ataques sobre los fundamentalistas. Según el Ejército Libre de Siria, unos 50.000 combatientes de distintas facciones se enfrentan actualmente sobre el terreno a los yihadistas que, se calcula, cuentan con 7.000 milicianos.

Los kurdos

Dentro de Siria combate también contra los yihadistas el Partido de la Unión Democrática (PYD), una de las principales formaciones políticas de la oposición kurdo-siria, que representa al 9% de la población del país y que opera mediante su brazo armado, las Unidades de Protección del Pueblo Kurdo, con el objetivo último de instaurar un estado autónomo.

Las Unidades de Protección han adoptado una posición defensiva para proteger a la población kurda, y se han acabado convirtiendo en uno de los los actores clave en la lucha contra los avances de Estado Islámico en el noreste de Siria. Cuentan con la ayuda de los peshmerga, las fuerzas de seguridad del Kurdistán iraquí, que también combaten a los yihadistas en el país vecino, así como con el respaldo aéreo de la coalición internacional que lidera EE UU.

El mapa de la guerra

Desde que comenzó la guerra, las zonas que dominan los diferentes bandos han ido cambiando con frecuencia, en un conflicto que se caracteriza por combates muy intensos y ganancias pequeñas de terreno.

Actualmente, el régimen controla en torno al 40% del territorio, principalmente en la parte oriental del país, e incluyendo la capital (salvo algunos distritos cercanos donde se sigue combatiendo) y las grandes ciudades, excepto Raqa y la mitad de Alepo. En total, el 60% de la población se encuentra en zonas dominadas por el Gobierno.

Las fuerzas de la oposición no islamista, por su parte, controlan aún bastante territorio en el noroeste del país, parte de Alepo y zonas al sur de la capital y junto a los Altos del Golán, mientras que los yihadistas de Estado Islámico dominan el norte y el noreste, en un territorio conectado con la zona de Irak bajo su control, y con centro en la ciudad de Raqa.

La guerra civil siria, en marzo de 2015. En rosa, las zonas controladas por el régimen de Bashar al Asad; en verde, las zonas controladas por la oposición; en gris, la zona controlada por Estado Islámico (una gran parte, desierto deshabitado); en amarillo, las zonas controladas por fuerzas kurdas. Mapa: Wikipedia Commons. Ampliar

Los principales escenarios bélicos continúan siendo las ciudades:

  • Damasco. La capital y sus alrededores siguen siendo una de las zonas clave en la guerra. Mediante estrategias basadas en asedios y en bombardeos aéreos intensivos, el régimen ha logrado negociar treguas con varios grupos armados, pero los rebeldes continúan atacando, especialmente desde distritos situados al sur y al este de la ciudad. Las luchas internas entre los diferentes grupos armados de la oposición también han aumentado en los últimos meses.
  • Alepo. Los combates estallaron en la, junto con Damasco, ciudad más grande de Siria en julio de 2012, cuando los rebeldes consiguieron tomar numerosos distritos de la entonces capital económica del país. La ofensiva, sin embargo, se estancó y comenzó entonces una guerra de desgaste en la que la línea del frente va cambiando continuamente. Una gran parte de la ciudad ha sido destruida por los combates y por los bombardeos, y los habitantes sufren escasez de suministro de agua y cortes de luz constantes. De los dos millones de personas que vivían al inicio del conflicto en el este de la ciudad, hoy apenas quedan 300.000. Desde finales de 2013, los ataques con barriles bomba por parte del régimen de Bashar al Asad han causado miles de muertos y mutilados, y han provocado un daño devastador en infraestructuras y viviendas. De los alrededor de 2.500 médicos que trabajaban en Alepo al inicio del conflicto, menos de un centenar siguen en los hospitales que todavía operan en la ciudad, según un informe de Médicos sin Fronteras.
  • Kobani. Esta estratégica ciudad, situada en la frontera con Turquía y habitada por población kurda, se ha convertido en uno de los símbolos de la resistencia contra Estado Islámico. Asediada por los yihadistas desde julio de 2014, los milicianos kurdos, apoyados por ataques aéreos estadounidenses, lograron finalmente retomar su control a finales del pasado mes de enero, tras meses de intensos combates que dejaron al menos 1.600 muertos. El 80% de la ciudad había sido destruido, y más de 200.000 personas habían huido como refugiados a Turquía.
  • Homs. La tercera ciudad más grande del país, considerada la «capital de la revolución», fue recuperada por el Gobierno el pasado mes de mayo, tras tres años de resistencia y fuertes combates. Fue en Homs donde estallaron las primeras protestas masivas contra el régimen de Al Asad, y donde miles de residentes participaron, en abril de 2011, en manifestaciones que fueron reprimidas brutalmente por las fuerzas de seguridad. Desde entonces gran parte de la ciudad fue cayendo bajo el control de las fuerzas de oposición, pero el ejército fue recuperando la mayoría de los distritos con una estrategia basada en combates calle por calle, bombardeos y bloqueos de la ayuda humanitaria. La toma de Homs, ubicada entre Alepo y Damasco, cerca del Líbano, y principal vía de comunicación entre la capital y el oeste del país, fue fundamental para el régimen.
  • Yarmuk. El campamento de refugiados de Yarmuk, situado a tan solo 8 kilómetros de Damasco, dentro de los límites de la capital, se construyó en 1957 para acoger a los refugiados palestinos tras la ocupación israelí. Comenzó ocupando un área de 2,1 Km2 para dar cabida a los refugiados (unos 150.000 palestinos en la actualidad) que fueron construyendo mezquitas, escuelas y otros lugares públicos en lo que es considerado ya como un distrito más de la ciudad. Tras el estallido de la guerra civil, sin embargo, miles de sirios comenzaron a llegar  al campamento, y la zona se convirtió en el escenario de intensos combates entre los rebeldes del Ejército Libre de Siria y sus aliados palestinos (Liwa al-Asifa) por un lado, y una facción del Frente Popular para la Liberación de Palestina apoyada por las fuerzas del Gobierno sirio, por otro. El Ejército sirio sitió el campamento, lo que se tradujo en una situación desesperada para miles de personas, que reciben ayuda internacional con cuentagotas y viven, según la ONU, en una situación de «privación completa». El pasado día 6, la ONU pudo al fin reactivar el reparto de alimentos, tras tres meses de bloqueo en los que no pudo entregar ayuda humanitaria a los cientos de familias que viven allí.

Las armas químicas

En 2011, el presidente de EE UU, Barack Obama, trazó lo que denominó una «línea roja», cuyo traspaso motivaría la intervención militar estadounidense en el conflicto: el uso de armas químicas contra la población. Tras producirse varias denuncias, en las que el régimen de Al Asad fue acusado de utilizar gas sarín, el 21 de agosto de 2013 cerca de medio millar de personas murieron y miles resultaron heridas en el distrito de Goutha, cercano a Damasco, víctimas de gases químicos. La oposición, así como Estados Unidos y algunos de sus aliados occidentales, atribuyeron el ataque al las fuerzas del Gobierno sirio. El régimen de Al Asad, por su parte, culpó a los rebeldes.

Las amenazas de ataque por parte de Washington y Londres que siguieron a lo ocurrido en Goutha acabaron siendo neutralizadas finalmente por la firma de un pacto entre EE UU y Rusia para la destrucción de todo el arsenal químico sirio, calculado en más de 1.000 toneladas. El acuerdo, marcado por los continuos retrasos, pero algunas de cuyas fases ya se han completado, especificaba que ambos países llevarían a cabo una evaluación conjunta del tipo y cantidad de armas químicas que posee Siria; que la eliminación del arsenal químico debería realizarse «lo antes posible» y «de forma segura»; y que la destrucción de todas las armas químicas debería haberse completado a mediados de 2014, con el apoyo logístico de Naciones Unidas.

Estados Unidos anunció el pasado mes de agosto que había completado en alta mar la neutralización del arsenal químico entregado por Siria hasta la fecha. Obama declaró, no obstante, que Damasco aún debía «cumplir su compromiso de destruir las restantes plantas de fabricación de armas químicas declaradas», y que sigue habiendo «graves dudas», debido a las «omisiones y discrepancias» en la declaración siria sobre su arsenal químico, así como por las acusaciones de que ha seguido usando este tipo de armamento.

A pesar de las críticas de EE UU y de otros países, como el Reino Unido, la Organización para la Prohibición de las Armas Químicas (OPAQ) ha declarado que la respuesta del régimen sirio está siendo «satisfactoria», y Rusia destaca la «buena voluntad» del Gobierno de Al Asad.

«Un peligroso punto de inflexión»

La crisis de los refugiados sirios ha desbordado por completo la capacidad de respuesta de los gobiernos de la región y de los organismos internacionales. En Líbano y Jordania, el crecimiento de la población experimentado en el espacio de estos pocos años ha alcanzado niveles para los que estos países no preveían estar preparados hasta dentro de varias décadas. Un tercio de la población actual del Líbano es palestina o siria. Jordania se enfrenta a un desafío similar. Y Turquía se ha convertido ya en el país que más refugiados acoge del mundo. Hay que sumar, además, otros dos millones de desplazados internos en Irak en 2014, y las cerca de 220.000 personas que han buscado refugio en otros países.

El alto comisionado de la Agencia de la ONU para los Refugiados (ACNUR), António Guterres, explicó hace unos días ante el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas que el continuo crecimiento en el número de desplazados «es asombroso» y que, al mismo tiempo, la naturaleza misma de la crisis está cambiando: «A medida que aumenta el nivel de desesperación y se va reduciendo el espacio de protección disponible, nos acercamos a un peligroso punto de inflexión».

Tras pasar años en el exilio, los recursos de los refugiados hace tiempo que se han agotado, y sus condiciones de vida se están deteriorando drásticamente. Más de la mitad de los refugiados sirios en Líbano habitan en viviendas inseguras, casi un tercio ya el año pasado. Y una encuesta realizada a 40.000 familias sirias en Jordania reveló que dos tercios de éstas están viviendo por debajo de la línea absoluta de pobreza. «Los llamamientos humanitarios se encuentran sistemáticamente faltos de fondos», denunció Guterres.

El flujo de refugiados ha supuesto un enorme impacto para las economías y las sociedades, sobre todo en Líbano, Jordania y el norte de Irak, desbordando los servicios sociales, las infraestructuras y los recursos gubernamentales. Y a medida que los países de acogida se enfrentan a crecientes riesgos de seguridad, como consecuencia de la expansión regional del conflicto, y no reciben la ayuda necesaria para responder a esta avalancha, los sirios lo tienen cada vez más difícil para alcanzar su propia seguridad.

El número mensual de registros en ACNUR en Líbano ha caído en cerca de un 80% con respecto a principios de 2014, y el número de los que entran en Jordania se ha reducido también sustancialmente. Un número relevante de refugiados sigue cruzando la frontera hacia Turquía, cuyo gobierno ha gastado ya alrededor de 6.000 millones de dólares en asistencia directa a los refugiados sirios.

El drama se ha extendido también hasta el Mediterráneo: miles de familias sirias que han huido de la guerra se ven forzadas a arriesgar de nuevo sus vidas en precarias embarcaciones, buscando protección en Europa. Desde principios de 2015, unas 370 personas han muerto tratando de cruzar el mar. Es decir, un muerto ahogado por cada veinte que consiguen llegar.

Cronología del conflicto

Los principales acontecimientos de estos cuatros años de guerra, en una cronología elaborada por la agencia Efe:

2011

  • 15 de marzo. Primeras protestas en la provincia sureña de Deraa bajo el lema «Una Siria sin tiranía».
  • 20 de  marzo. Violentos enfrentamientos en Deraa, epicentro de la revuelta.
  • 30 de marzo. Bashar al Asad se dirige por primera vez a la nación y denuncia una conspiración.
  • 29 de julio. Formación del Ejército Libre Sirio (ELS).
  • 18 de agosto. EE UU anuncia sanciones a las que se suma por primera vez la UE.
  • 23 de agosto. La oposición política crea el Consejo Nacional Sirio (CNS).
  • 4 de octubre. Rusia y China vetan una resolución de la ONU contra el régimen sirio.
  • 12 de noviembre: La Liga Árabe expulsa a Siria.

2012

  • 23 de enero. Comienza a actuar el Frente al Nusra, filial siria de Al Qaeda.
  • 3-4 de febrero. Un bombardeo en Homs provoca 300 muertos. Segundo veto de Rusia y China en el Consejo de Seguridad.
  • 6 de febrero. EE UU cierra su embajada en Damasco.
  • 10 de marzo. Kofi Annan, nombrado mediador de la ONU. Renunciará en agosto.
  • 7 de mayo. Elecciones legislativas, boicoteadas por la oposición.
  • 24 de mayo. El nuevo parlamento inaugura sus reuniones, con mayoría absoluta del partido Baaz, de Al Asad.
  • 29 de mayo. Los países occidentales expulsan a los embajadores sirios por la matanza de Hula.
  • 18 de julio. Mueren en un atentado el ministro de Defensa, Daud Abdelá Rayiha, su viceministro y cuñado de Al Asad, general Asef Shaukat, y el jefe de Seguridad Hisham Ijtiar.
  • 19 de julio. Los rebeldes lanzan una ofensiva para tomar Alepo, y controlan parte de la ciudad. Tercer veto de Rusia y China en el Consejo Seguridad.
  • 6 de agosto. El primer ministro, Riad Hiyab, se convierte en el desertor más importante del régimen de Damasco.
  • 17 de agosto. El diplomático argelino Lajdar Brahimi, nuevo mediador de la ONU.
  • 11 de noviembre. Grupos opositores se unen en la Coalición Nacional para las Fuerzas de la Revolución y la Oposición Siria (CNFROS).
  • 12 de noviembre. La Liga Árabe reconoce a la CNFROS como representante de la oposición siria.
  • 3 diciembre. La ONU retira a su personal «no esencial» de Siria.

2013

  • 7 de marzo. La ciudad de Raqa se convierte en la primera capital provincial en caer en manos de los rebeldes.
  • 8 de abril. El grupo yihadista Estado Islámico de Irak anuncia que comienza a actuar en Siria.
  • 9 de abril. Raqa pasa a estar bajo control del ahora denominado grupo Estado Islámico de Irak y del Levante.
  • 4 de junio. La ONU constata el uso de armas químicas, pero no sabe quien las usó, según su informe.
  • 13 de junio. Obama autoriza el envío de armas a la oposición.
  • 21 de agosto. La oposición denuncia 1.300 muertos por los efectos de armas químicas en la periferia de Damasco.
  • 24 de agosto: Médicos Sin Fronteras afirma que en tres hospitales de Damasco fueron atendidos unos 3.600 pacientes con síntomas de estar afectados por productos neurotóxicos, de los que 355 murieron.
  • 27 de agosto. Obama considera que «debe haber una respuesta adecuada» al régimen por el posible uso de armas químicas.
  • 5 de septiembre. El primer ministro británico, David Cameron, denuncia que, por pruebas realizadas en el Reino Unido, se utilizó gas sarín en el ataque de agosto en las afueras de Damasco.
  • 13 de septiembre. Siria se adhiere a la Convención Internacional para la Prohibición de las Armas Químicas (OPAQ).
  • 14 de septiembre. El acuerdo entre Rusia y EE UU para el desmantelamiento del arsenal químico sirio aleja la posibilidad de una intervención militar.
  • 1 de octubre. Los inspectores de la ONU y de la OPAQ, que tienen como misión verificar el desmantelamiento del arsenal del régimen de Damasco, llegan a Siria.
  • 6 de octubre. Los expertos comienzan a destruir el arsenal químico.
  • 23 de noviembre. Estado Islámico de Irak y del Levante y el Frente al Nusra arrebatan al régimen el mayor campo de petrĺeo de Siria en Deir al Zur.

2014

  • 22 de enero. El Gobierno sirio y la oposición se sientan por primera vez en la mesa de negociaciones en la primera ronda de la conferencia de paz de Ginebra 2.
  • 31 de enero. Culmina la primera ronda de negociaciones de Ginebra 2, sin grandes avances.
  • 6 de febrero. La ONU anuncia un acuerdo entre el Gobierno y los rebeldes para evacuar a los civiles del casco viejo de la ciudad de Homs.
  • 7 de febrero. Comienza la evacuación de civiles del asediado casco antiguo de la ciudad de Homs.
  • 10 de febrero. Inicio de la segunda ronda de Ginebra 2.
  • 15 febrero. Acaba la segunda ronda de negociaciones en Ginebra, sin acuerdo para volver a reunirse.
  • 17 de marzo. El Parlamento sirio aprueba la nueva Ley Electoral, que permite por primera vez en décadas que se presenten varios candidatos a los comicios.
  • 4 de mayo. Rebeldes y régimen sirio firman un acuerdo para un repliegue insurgente del casco viejo de Homs. Cinco días después, termina la retirada.
  • 13 de mayo. Brahimi renuncia ante la falta de progresos y la convocatoria de elecciones.
  • 3 de junio. Al Asad es reelegido en los comicios como presidente.
  • 29 de junio. Estado Islámico (EI) proclama un califato que se extiende desde la provincia siria de Alepo hasta la iraquí de Diyala.
  • 10 de julio. El diplomático sueco-italiano Staffan de Mistura es designado nuevo enviado especial de la ONU para Siria.
  • 16 de septiembre. EI inicia una ofensiva contra el enclave kurdo sirio de Kobani.
  • 23 de septiembre. EE UU y los países aliados (Arabia Saudí, Baréin, Emiratos Árabes Unidos y Jordania) inician ataques aéreos contra posiciones de EI.
  • 1 de octubre. Aviones de la coalición internacional bombardean los alrededores de Kobani, enclave kurdo fronterizo con Turquía, en un intento de impedir la expansión de EI.
  • 16 de octubre. La ONU confirma que más de 200.00 personas han muerto desde el inicio de la guerra en Siria.
  • 30 de octubre. De Mistura presenta ante la ONU su propuesta para un alto el fuego en Alepo.

2015

  • 26 de enero. Los kurdos expulsan a EI y recuperan el control de Kobani.
  • 12 de marzo. El Alto Comisionado de la ONU para los Refugiados (ACNUR) denuncia que los 3,9 millones de refugiados que ha provocado hasta el momento el conflicto en Siria se enfrentan a «un futuro aún más sombrío» a falta de más ayuda internacional y de perspectivas de una solución política. «Esta es la peor crisis humanitaria de nuestra era», afirma.

Publicado originalmente en 20minutos

Siria entra en su quinto año de guerra arrasada y con Asad reforzado por el avance yihadista

El 15 de marzo de 2011, hace ahora cuatro años, cientos de personas salieron a la calle en la localidad siria de Daraa para exigir la liberación de una quincena de estudiantes que habían sido detenidos por realizar pintadas en contra del régimen dictatorial del presidente Bashar al Asad. En plena efervescencia de la llamada ‘primavera árabe’, la protesta fue la mecha que prendió la llama. Las manifestaciones exigiendo democracia y el fin de la corrupción […]

Miembros de una familia de refugiados sirios, en su casa alquilada en la localidad de Abbasieh, en el sur del Líbano. Foto: B. Hansford / UNHCR

El Consejo de Seguridad de la ONU tuvo oportunidad de escuchar este jueves detalles y cifras sobre la cada vez más alarmante situación de los 3,8 millones de personas que Naciones Unidas identifica ya como refugiados por la guerra en Siria: «El continuo crecimiento en el número de desplazados es asombroso. Pero, al mismo tiempo, la naturaleza misma de la crisis está cambiando. A medida que aumenta el nivel de desesperación y se va reduciendo el espacio de protección disponible, nos acercamos a un peligroso punto de inflexión», dijo ante este organismo el alto comisionado de la ONU para los Refugiados, António Guterres.

Por su parte, la subsecretaria general adjunta de la ONU para Asuntos Humanitarios, Kyung-wha Kang, lamentó la falta de fondos internacionales para atender esta crisis, y recordó que, al cierre del año pasado, el plan para dar repuesta al drama humano creado por el conflicto sirio solo había recibido un 48% de la financiación requerida. «Pedimos a los miembros de este consejo que muestren liderazgo para terminar la guerra bárbara y brutal en Siria», dijo. «Nos estamos quedando sin palabras para describir las terribles consecuencias humanitarias».

Éste es, traducido al castellano, el texto completo leído por Guterres ante el Consejo de Seguridad:

Señor presidente, excelencias, damas y caballeros:

Al informar a este Consejo en 2013 afirmé que la guerra en Siria no solo había desatado la peor crisis humanitaria de nuestro tiempo, sino que suponía, además, una terrible amenaza para la estabilidad regional y para la paz y la seguridad globales.

Esta es la realidad a la que nos enfrentamos hoy.

Irak ha sufrido el mayor y más aterrador desbordamiento de su historia reciente causado por un conflicto en un país vecino. Líbano se encuentra en un estado casi permanente de alerta por razones de seguridad, y en los últimos meses ha habido amenazas cada vez mayores incluso en Jordania. Según diversas informaciones, al menos 20.000 combatientes extranjeros de unos 50 países han viajado a Siria e Irak desde 2011, una cifra que casi se duplicó a lo largo del año pasado.

Y, mientras, la crisis de los refugiados sirios ha desbordado por completo la actual capacidad de respuesta, con un total de 3,8 millones de refugiados registrados en los países vecinos.

En Líbano y Jordania, el crecimiento de la población experimentado en el espacio de estos pocos años ha alcanzado niveles para los que estos países no preveían estar preparados hasta dentro de varias décadas. Un tercio de la población actual del Líbano es palestina o siria. Jordania se enfrenta a un desafío similar. Y Turquía se ha convertido ya en el país que más refugiados acoge del mundo.

Hay que sumar, además, otros dos millones de desplazados internos en Irak en 2014, y las cerca de 220.000 personas que han buscado refugio en otros países.

El continuo crecimiento en el número de desplazados es asombroso. Pero, al mismo tiempo, la naturaleza misma de la crisis está cambiando. A medida que aumenta el nivel de desesperación y se va reduciendo el espacio de protección disponible, nos acercamos a un peligroso punto de inflexión.

Tras pasar años en el exilio, los recursos de los refugiados hace tiempo que se han agotado, y sus condiciones de vida se están deteriorando drásticamente. He conocido familias de clase media con hijos que sobreviven a duras penas en las calles mientras rezan para poder superar el invierno. Más de la mitad de los refugiados sirios en Líbano habitan en viviendas inseguras, casi un tercio ya el año pasado. Y una encuesta realizada a 40.000 familias sirias en Jordania reveló que dos tercios de éstas están viviendo por debajo de la línea absoluta de pobreza. Un padre de cuatro hijos comparaba su vida como refugiado a estar atrapado en arenas movedizas. Cada vez que te mueves, te hundes un poco más. Los llamamientos humanitarios se encuentran sistemáticamente faltos de fondos. Simplemente, no hay suficiente asistencia para los refugiados sirios.

Al mismo tiempo, las comunidades de acogida se encuentran completamente sobrecargadas. El flujo de refugiados ha supuesto un enorme impacto para las economías y las sociedades, sobre todo en Líbano, Jordania y el norte de Irak, desbordando los servicios sociales, las infraestructuras y los recursos gubernamentales. La ayuda internacional está muy lejos de poder seguir el ritmo que marca la magnitud de estas necesidades.

Y a medida que los países de acogida se enfrentan a crecientes riesgos de seguridad, como consecuencia de la expansión regional del conflicto, y no reciben la ayuda necesaria para responder al flujo de refugiados, los sirios lo tienen cada vez más difícil para alcanzar su propia seguridad. El número mensual de registros en ACNUR en Líbano ha caído en cerca de un 80% con respecto a principios de 2014, y el número de los que entran en Jordania se ha reducido también sustancialmente.

Es importante subrayar asimismo que un número relevante de refugiados sigue cruzando la frontera hacia Turquía. El Gobierno turco ha gastado ya alrededor de 6.000 millones de dólares en asistencia directa a los refugiados sirios. En una histórica decisión, adoptada el año pasado, Turquía aprobó un decreto temporal de protección que permite a los sirios acceder al mercado de trabajo, así como obtener educación y sanidad gratuitas.

Pero en el contexto global que estoy describiendo, no puede sorprendernos que la creciente desesperación este forzando a más y más refugiados sirios a desplazarse cada vez más lejos. Lo ilustra la dramática situación en el Mediterráneo, donde los sirios constituyeron un tercio de las 220.000 personas que llegaron a Europa en bote el año pasado.

Excelencias,

La situación de los refugiados, cada vez más prolongada y más desesperada, amenaza con convertir a dos millones de sirios menores de 18 años en una generación perdida. Y muchos de los más de 100.000 niños refugiados nacidos en el exilio podrían enfrentarse al peligro de no ser reconocidos por ningún estado. Si no actuamos de manera apropiada, la crisis que se está gestando puede tener enormes consecuencias en el futuro, no solo en Siria, sino en toda la región.

A medida que se reducen los recursos, abandonar a los refugiados a la desesperación les expone a un sufrimiento aún mayor, a la explotación y a peligrosos abusos. Y dejar que los países de acogida se hagan cargo de la situación sin ayuda puede dar lugar a una grave desestabilización regional, y a más preocupaciones de seguridad en otras partes del mundo.

Debería ser obvio que para poder prevenir esto y preservar los espacios de protección en la región, tanto los refugiados como los países de acogida necesitan una ayuda internacional masiva. El Plan Regional de Resistencia para los Refugiados (o 3RP) aspira a coordinar los esfuerzos humanitarios y a largo plazo de los gobiernos de acogida con más de 200 socios de Naciones Unidas y de organizaciones no gubernamentales. Sus programas están diseñados para que sean financiados no solo por presupuestos humanitarios, sino también, cada vez más, por partidas dedicadas a la cooperación para el desarrollo.

Tengo la esperanza de que la próxima Conferencia Kuwait III desempeñará un papel determinante en la estabilización de los países que acogen a refugiados. Más allá de las prioridades humanitarias inmediatas, es esencial que los actores implicados en el desarrollo financien los pilares del plan 3RP y aporten fondos a los planes de los gobiernos de acogida. Países como Líbano y Jordania necesitan mucha más asistencia financiera, no solo para las comunidades locales de acogida a refugiados, sino también a través presupuestos gubernamentales de ayuda para necesarias inversiones estructurales en sistemas de salud, educación, agua, electricidad y otras infraestructuras públicas que están fallando debido a esta gran presión.

Como se discutió ampliamente durante la Conferencia de Berlín, la situación en Siria ilustra hasta qué punto son peligrosamente inadecuadas las actuales políticas de cooperación, en un tiempo de múltiples conflictos. Para hacer frente a esto, donantes bilaterales y multilaterales, así como instituciones financieras internacionales, deberían revisar sus criterios y prioridades. Es absurdo, por ejemplo, que ni Líbano ni Jordania tengan acceso a las subvenciones del Banco Mundial porque son considerados países de ingresos medios.

Excelencias,

Como Alto Comisionado para los Refugiados, me rompe el corazón ver cómo familias sirias que han huido de una guerra horrible se ven forzadas a arriesgar de nuevo sus vidas en precarias embarcaciones, buscando protección en Europa. Desde principios de 2015, unas 370 personas han muerto tratando de cruzar el Mediterráneo. Es decir, un muerto ahogado por cada veinte que consiguen llegar. Pero la operación italiana Mare Nostrum se dio por finalizada, y la iniciativa Tritón de la UE es limitada, tanto en poderes como en recursos. Europa debe incrementar su capacidad para salvar vidas con una robusta operación de búsqueda y rescate en el Mediterráneo central. De no ser así, miles, incluidos muchos, muchos sirios, perecerán.

Pero lo primero que hay que hacer para reducir el número de personas que se embarcan es habilitar nuevas vías legales para los sirios que buscan protección en terceros países. Varios países cuentan con programas de asentamiento y admisión humanitaria, pero las necesidades exceden con mucho el espacio disponible. Creemos que una décima parte de los refugiados sirios necesitan ser realojados para que su falta de protección encuentre una respuesta adecuada. Políticas flexibles de visados, extensión de reunificaciones familiares, becas escolares y sistemas privados de patrocinio deben complementar estas medidas. Siguiendo el ejemplo de países como Alemania o Suecia, otros estados de Europa y de la región del Golfo deberían considerar la opción de ofrecer un acceso legal con más oportunidades, aliviando así parte de la presión que sufren los vecinos de Siria, y ofreciendo a los refugiados un modo alternativo de alcanzar la seguridad.

Sin estas alternativas, el número de personas que se aventura en el mar seguirá creciendo. Y no solo se enfrentan a serias violaciones de los derechos humanos por parte de los traficantes y contrabandistas. Ahora estamos viendo también grupos armados que amenazan con entrar en el negocio del tráfico de personas con el objetivo de sembrar terror.

Esto debería recordarnos que proteger a los refugiados significa asimismo enfrentarse al racismo y a la xenofobia. En el actual clima de pánico creciente, me preocupa profundamente que se mezcle la situación de los refugiados con problemas de seguridad, y que éstos tengan que sufrir hostilidad en lugares donde pensaron que estarían seguros. En numerosos debates públicos, los refugiados son los chivos expiatorios de todos los problemas, desde el terrorismo hasta las dificultades económicas, y acaban siendo percibidos como amenazas para el modo de vida de las comunidades que les acogen. Lo que es necesario recordar es que los refugiados no son la amenaza; son ellos los amenazados.

Los sirios constituyen actualmente la mayor población de refugiados bajo el mandato del ACNUR. A medida que su número sigue creciendo, y que su situación se hace cada vez más vulnerable, las graves repercusiones que ello tiene para toda la región no son más que un recordatorio de lo obvio: la urgente necesidad de que la comunidad internacional reúna a todos los actores clave para acabar con el conflicto. En esta guerra no hay vencedores; todos salen perdiendo. Pero el mayor precio lo están pagando los refugiados y el resto de víctimas inocentes que permanecen en el país.

Muchas gracias.

Refugiados sirios: los peores augurios, cumplidos

El Consejo de Seguridad de la ONU tuvo oportunidad de escuchar este jueves detalles y cifras sobre la cada vez más alarmante situación de los 3,8 millones de personas que Naciones Unidas identifica ya como refugiados por la guerra en Siria:… Leer

Una barcaza con inmigrantes africanos a bordo, cerca de la isla italiana de Lampedusa

Dos barcos comerciales y un navío de la guardia costera italiana rescataron el viernes, cerca de la costa de Libia, a unos 700 inmigrantes que intentaban cruzar a Europa a bordo de precarios botes. El sábado fueron recogidos otros 600, entre ellos varias mujeres embarazadas, que viajaban en seis embarcaciones similares. Este mismo domingo, los servicios de salvamento localizaron una decena de embarcaciones más (lanchas neumáticas), con más de 2.100 inmigrantes a bordo.

Los rescatados fueron trasladados a la isla italiana de Lampedusa, donde desembarcaron con los rostros aún ateridos por el frío, pero, al parecer, en buenas condiciones de salud. Ahora les toca enfrentarse al calvario de una probable deportación, y a la perspectiva de tener que regresar a lugares en los que seguir viviendo supone una opción peor que jugarse la vida a bordo de una barcaza, en pleno invierno, sin papeles ni dinero, y con un futuro incierto. Pero al menos pueden contarlo.

Menos de un año y medio después de que, a primeros de octubre de 2013, dos naufragios sucesivos frente a las costas de Lampedusa provocaran la muerte de 366 inmigrantes, muchos de ellos niños, una nueva tragedia volvió a teñir de luto hace unos días el Canal de Sicilia. Las noticias empezaron a llegar el pasado sábado y se fueron confirmando durante las horas siguientes: al menos 300 personas habían muerto de frío o engullidas por las olas tras pasar varios días a la deriva, cuando trataban de cruzar a Italia desde Libia.

El Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) asegura que al menos 218.000 inmigrantes y refugiados cruzaron el Mediterráneo en bote el año pasado. De ellos, unos 3.500 murieron en la travesía. Entre 2000 y 2013, más de 23.000 personas perdieron la vida mientras intentaban alcanzar el viejo continente, lo que supone una media de más de 1.700 fallecimientos documentados cada año. En total, alrededor de 26.000 muertos en 14 años. Las cifras reales, en cualquier  caso, no se conocerán nunca, ya que muchos cuerpos se los traga el mar.

La catástrofe de 2013 en Lampedusa conmocionó a la opinión pública europea y pareció activar respuestas en las instituciones. Pero la realidad ha puesto en evidencia que o no se ha hecho nada, o lo que se ha hecho no está siendo eficaz. En el centro de las críticas se encuentra la decisión de sustituir la operación de búsqueda y rescate italiana Mare Nostrum por una misión de control fronterizo, mucho más limitada, de la Unión Europea, conocida como Tritón.

El pasado jueves, el Alto Comisario de Naciones Unidas para los Refugiados, Antonio Guterres, afirmó que la Unión Europea debe establecer una operación de búsqueda y rescate a gran escala para evitar más tragedias: «No cabe duda, después de los sucesos de esta semana, que la Operación Tritón europea es una sustituta tristemente inadecuada de la italiana Mare Nostrum», indicó. «El foco tiene que estar en salvar vidas. Necesitamos una operación de búsqueda y rescate robusta en el Mediterráneo central, no solo una patrulla fronteriza», añadió.

Y, como recordaba Amnistía Internacional (AI) en un reciente informe sobre refugiados e inmigrantes en el Mediterráneo, no es probable que el número de quienes intentan llegar a Europa vaya a disminuir: «Por una parte, el conflicto en Siria continúa, y la violencia se sigue extendiendo por  Oriente Medio y el África Subsahariana; por otra, se cierran las fronteras terrestres de la ‘Fortaleza Europa’, especialmente vía Turquía, Grecia y Bulgaria, y muchas personas refugiadas y migrantes consideran que la única ruta que aún tienen abierta es la peligrosa travesía por mar hacia Italia o Malta».

La UE y sus Estados miembros, denuncia la ONG, «están imponiendo una prueba de supervivencia a las personas refugiadas y migrantes. Imposibilitadas de entrar en la UE a través de rutas seguras y adecuadas, decenas de miles de personas, desesperadas por encontrar asilo y una vida mejor, tratan de cruzar el Mediterráneo central cada año».

Estas son algunas de las claves de la mayor crisis en términos de vidas humanas a la que se ha enfrentado Europa en los últimos años.

La última tragedia

ACNUR y la Organización Internacional de las Migraciones (OIM) confirmaron el pasado miércoles que al menos 300 personas habían desaparecido en el mar ser abatidos por una fuerte tormenta cuando intentaban cruzar el Mediterráneo.

Del recuento que hicieron los propios supervivientes se desprende que cuatro botes neumáticos con unas cien personas a bordo cada uno partieron de una playa cercana a Trípoli (Libia) el pasado sábado por la tarde. Traficantes de personas les quitaron sus pertenencias antes de embarcarlos y les llevaron a alta mar a pesar de las pésimas condiciones meteorológicas.

El lunes, la guardia costera italiana rescató a 106 de los que viajaban en el primer bote. Otros 29 habían muerto ya de hipotermia. El miércoles, un barco comercial italiano rescató a nueve inmigrantes más, dos de los cuales viajaban con el segundo bote y siete en el tercero. Según la OIM, el número de supervivientes, entre los que hay niños que viajaban solos, asciende a 115. En total habían emprendido el viaje entre 400 y 450 inmigrantes. Todos los rescates se llevaron a cabo entre la isla italiana de Lampedusa y la costa libia.

«Sabíamos que nos arriesgábamos, que cabía la posibilidad de morir. Es un sacrificio consciente que hicimos ante la posibilidad de tener un futuro», dijo a la OIM uno de los supervivientes, citado por la agencia Efe.

La isla italiana de Lampedusa. Mapa: Wikimedia Commons

Los naufragios más graves

La posibilidad de morir en estas travesías, es, efectivamente, muy elevada, como lo demuestra un repaso a los naufragios más graves ocurridos en los últimos años:

  • 17 de junio de 2003. Naufragio al sur de Sicilia de un barco cargado con inmigrantes, procedente de Libia, con el resultado de 67 muertos y desaparecidos.
  • 19 de octubre de 2003. Mueren o desaparecen 83 inmigrantes por un naufragio frente a las costas de Sicilia.
  • 20 de diciembre de 2003. Cerca de 70 inmigrantes mueren en Marmaris (suroeste de Turquía) debido al hundimiento de su barco, con el que trataban de llegar a Grecia.
  • 15 de abril de 2004. Un total de 80 inmigrantes procedentes de Libia fallecen por el naufragio en Sicilia de su embarcación.
  • 15 de febrero de 2011. Unos 60 tunecinos mueren ahogados frente a la costa de Zarzis (Túnez) cuando intentaban llegar a Italia. Según el relato de los supervivientes fue la guardia costera tunecina la que provocó el naufragio al embestir a su embarcación, en la que viajaban unas 150 personas.
  • 6 de abril de 2011. Cerca de 150 refugiados somalíes procedentes de Libia y Eritrea desaparecen tras el hundimiento de su barco en la isla italiana de Lampedusa.
  • 9 de mayo 2011. Una embarcación procedente de Libia con 72 personas a bordo queda a la deriva durante 16 días. Todos los inmigrantes menos 11 mueren de sed y hambre.
  • 3 de octubre de 2013. Un barco que transportaba inmigrantes desde Libia a Italia se hunde frente a Lampedusa. La mayoría de los inmigrantes eran originarios de Eritrea, Somalia y Ghana. Se confirman un total de 359 muertos, sin incluir a los desaparecidos.
  • 11 de octubre de 2013. Se produce un segundo naufragio a 120 kilómetros de Lampedusa. El barco transportaba inmigrantes procedentes de Siria y Palestina. Mueren al menos 34 personas.

Los que llegan

Al menos 218.000 personas cruzaron el Mediterráneo en 2014 en busca de una vida mejor en Europa. El Ministerio del Interior italiano asegura que solo durante el mes de enero de 2015 atravesaron el Mediterráneo 3.528 migrantes, la mayoría de ellos provenientes de Siria (764), Gambia (451), Mali (436), Senegal (428), Somalia (405) y Eritrea (171).

Según datos ofrecidos por Amnistía Internacional en su informe Vidas a la deriva. Personas refugiadas y migrantes en el Mediterráneo Central (publicado a finales de 2014), entre 2009 y 2012 entraron en la UE más de 1,7 millones de inmigrantes a largo plazo. En términos relativos, añade la ONG, el número de quienes entraron clandestinamente por mar es bastante pequeño. Se calcula que entre 1998 y 2013, 623.118 refugiados y migrantes alcanzaron las costas de la UE de forma irregular, lo que supone una media de casi 40.000 personas al año.

ACNUR, por su parte, indica que en 2013 llegaron en total 60.000 personas por mar a través del Mediterráneo; de ellas, 43.000 llegaron a Italia. En 2014, los refugiados e inmigrantes que entraron de forma irregular en la frontera meridional de Europa por vía marítima fueron más de 130.000, 118.000 de los cuales llegaron a Italia. La gran mayoría de estas personas salieron de Libia.

Más de 150.000 inmigrantes fueron rescatados, y 330 traficantes, arrestados, tras un año de la Operación Mare Nostrum, puesta en marcha por el Gobierno italiano tras el aumento del fenómeno migratorio y las tragedias del 3 y el 11 de octubre de 2013 frente a Lampedusa.

Se calcula que uno de cada siete de estos inmigrantes son menores de edad, y muchos vienen huyendo de la guerra civil en Siria. Según ACNUR, más de la mitad de los niños viajaban solos en sus embarcaciones, sin sus padres o algún otro familiar que les acompañase.

Los que mueren en el intento

El número de personas fallecidas en el mar ha aumentado constantemente desde principios de la década de 2000. Según ACNUR, que ya en 2011 había calificado al Mediterráneo como «la extensión de agua más mortal para refugiados y migrantes», en ese mismo año hubo alrededor de 1.500 muertes. En 2014, unas 3.500.

De acuerdo con los resultados publicados en marzo del año pasado en el informe The Migrants Files, una exhaustiva investigación en la que colaboraron el diario digital español El Confidencial y otros nueve periódicos y diez periodistas de seis países del continente, más de 23.000 migrantes murieron mientras intentaban alcanzar el viejo continente entre 2000 y 2013. Se trata de una cifra un 50% mayor (1.700 fallecimientos documentados cada año, de media) de lo que se calculaba en las estimaciones realizadas hasta la fecha, y que ni siquiera incluía el elevadísimo número de muertes que se produjeron finalmentre el año pasado.

La travesía

Los refugiados e inmigrantes que logran sobrevivir suelen calificar la travesía por mar de experiencia terrorífica. Como recoge Amnistía Internacional en el mencionado informe, los relatos de estas personas son muy coherentes entre sí en lo que respecta a sus descripciones, tanto de cómo se organizan las salidas desde Libia para cruzar el Mediterráneo central, como de las circunstancias del viaje.

Además de las dificultades del viaje en sí, incluyendo las adversas condiciones climatológicas cuando se realiza en invierno, es habitual que estas embarcaciones, no aptas para navegar, dirigidas por capitanes sin experiencia y abarrotadas, se pierdan, se queden sin combustible, y sufran averías en el motor y vías de agua.

En muchas ocasiones los inmigrantes se deshidratan por la escasez de agua potable, se intoxican con el humo del motor o inlcuso mueren asfixiados por el exceso de personas y la falta de aire en las salas de máquinas del casco del barco. Casi nunca hay chalecos salvavidas u otros equipos de salvamento, y muchos de los viajeros no saben nadar. «Los incidentes mortales no son nada excepcionales, incluso cuando el barco no se hunde», indica Amnistía.

ACNUR también ha recogido numerosos testimonios acerca de las duras condiciones del viaje: «Entregaron sus ahorros de toda la vida a los traficantes para poder viajar en embarcaciones precarias y saturadas, hacinados en pocos metros cuadrados sin alimentos, sin agua y sin chalecos salvavidas», relató el Alto Comisionado de esta organización, añadiendo que algunas de las embarcaciones que emprenden el viaje, que habitualmente dura unos cuatro días, se quedan varadas durante el trayecto y permanecen en el mar durante más de dos semanas antes de que llegue el rescate.

Aterrorizados y perdidos

Las condiciones previas a la salida al mar no son mucho mejores. Uno de los testimonios que recoge AI en su informe es el de Abdel, un marmolista de 37 años y padre de seis hijos que huyó de Alepo (Siria) en dirección a Libia en 2012. En 2014 le empezó a preocupar la seguridad de su familia en Libia y decidió marcharse: «El contrabandista organizó que nos recogieran y nos llevaran a la playa de Zuwara a mi familia y a mí. Había aproximadamente 300 sirios en el grupo y alrededor de 500 africanos de diversas nacionalidades. Los libios implicados en la operación llegaban a la playa todos los días con armas de fuego y nos aterrorizaban. Vi cómo pegaban a algunos africanos y a algunos incluso los mataron a golpes con trozos de madera y hierro. Los africanos lo tenían peor porque los trataban como si no fueran seres humanos».

«Finalmente –continúa Abdel–, unos hombres armados llevaron a todos más cerca de la costa, donde esperaban unos botes hinchables. Cuando nos llevaron a mi familia y a mí al barco más grande, esperábamos que fuera mayor porque éramos muchos. Enseguida nos sentimos inquietos por el viaje. Había demasiada gente en el barco. El capitán era uno de los pasajeros africanos y no era un capitán de verdad. Nos hicieron creer que tardaríamos unas seis o siete horas en llegar, pero a mediodía del domingo aún no habíamos llegado. Estábamos perdidos».

Barcos-chatarra

Un fenómeno que ha cobrado especial intensidad este invierno es la aparición en el Mediterráneo de ‘cargueros fantasma’ (barcos sin bandera, sin matrícula ni armador conocido, y normalmente en un lamentable estado de conservación), atestados de refugiados de guerra e inmigrantes. Como indica Ana Carbajosa en un reportaje publicado en El País, «en los últimos diez años, el invierno había sido temporada baja para los traficantes, que encontraban a menos gente dispuesta a morir de frío en los botes de goma. Los cargueros, mucho más seguros y protegidos de las bajas temperaturas, amenazan con poner fin a los patrones estacionales de la migración».

«Fletar barcos-chatarra, llenarlos de cientos de desesperados previo cobro de cientos de miles de euros y abandonarlos a su suerte en alta mar es un lucrativo negocio. El pasaje puede costar tres veces más que en los barcos pequeños, pero a la vez, dispara las probabilidades de sobrevivir», añade. En lo que va de invierno, 14 buques de carga con inmigrantes a bordo han sido interceptados en el Mediterráneo central. En cada barco viajan entre 200 y 800 personas.

De ‘Mare Nostrum’ a ‘Tritón’

El pasado 1 de noviembre arrancó la nueva misión conjunta de la Agencia Europea para la Gestión de la Cooperación Operativa en las Fronteras Exteriores de los Estados miembros de la Unión (Frontex), denominada Operación Tritón. Con la puesta en marcha de Tritón, Italia dio por cerrada su propia operación de rescate y salvamento de inmigrantes, Mare Nostrum, que había sido activada tras la tragedia migratoria en Lampedusa en octubre de 2013, y cuyo coste en su primer año de funcionamiento fue de 114 millones de euros.

Tritón, una operación bastante menos costosa, nació para intentar responder a la petición de ayuda de las autoridades italianas, desbordadas en el rescate de personas en el mar. Sin embargo, la operación arrancó lastrada por la incertidumbre presupuestaria y entre las críticas de muchas ONG’s, que denunciaron que no está diseñada para la búsqueda y salvamento.

El programa cuenta con presupuesto mensual de 2,9 millones de euros (Mare Nostrum costaba a las arcas del Estado italiano 9,3 millones de euros mensuales), y tanto su zona operativa como los recursos necesarios fueron acordados entre Frontex e Italia. Está financiado por las donaciones de unos 26 países de la UE, pero dispone de menos medios que Mare Nostrum (barcos más pequeños, por ejemplo), y su posibilidad de alejarse de las costas italianas (tan solo 30 millas) es muy limitada. De hecho, la Comisión Europea ha insistido en que Tritón no sustituye a Mare Nostrum porque su perímetro es mucho más restringido en torno a Italia y las patrullas no se acercan a las costas libias.

Según la propia agencia, su objetivo es «apoyar la labor de los Estados miembros en el control eficaz de las fronteras en la región del Mediterráneo, y, al mismo tiempo, proporcionar asistencia a las personas o los buques en peligro durante estas operaciones». Pero fuentes de los servicios de la Comisión Europea citadas por Efe reconocieron que el refuerzo en el presupuesto de Frontex para que la operación pueda llevarse a cabo no era suficiente para dotar a Tritón más allá del pasado 31 de diciembre. Fue necesario, por tanto, que el Parlamento Europeo y el Consejo de la UE diesen luz verde a un aumento del presupuesto de la agencia de fronteras exteriores para 2015 para prorrogar la operaciones.

De acuerdo con las cifras proporcionadas por ACNUR, el número de inmigrantes que llegaron por mar el pasado enero subió un 60% respecto al mismo mes del año anterior, cuando Mare Nostrum estaba aún operativo.

Las razones del fin de Mare Nostrum no fueron solo presupuestarias. El programa había recibido asimismo críticas políticas, incluyendo las del Gobierno británico, que llegó a afirmar que la existencia de esta operación suponía «un incentivo» para que los inmigrantes se lanzaran al mar en rudimentarias embarcaciones.

Más control, menos rescates

Tras la investigación que llevaron a cabo en zonas de alta intensidad migratoria de Malta e Italia, los autores del documento Vidas a la deriva concluyeron que «la excesiva preocupación por el control migratorio por parte de los Estados europeos ha reducido la capacidad de los servicios de rescate marítimos en el Mediterráneo». Según explicaron, el cierre de las fronteras ha acaparado la mayoría de los fondos de la Unión en materia migratoria, en detrimento de otras medidas para la atención humanitaria de los inmigrantes.

El gran aumento de personas refugiadas y migrantes dispuestas a correr el riesgo de realizar largos viajes en embarcaciones destartaladas y en condiciones de hacinamiento no es solo consecuencia del aumento de la inestabilidad en Oriente Medio y el Norte de África, o del deterioro de la situación en Libia. «También es consecuencia –indica el informe–, del progresivo cierre de las fronteras terrestres de Europa y de la inexistencia de vías seguras y legales de entrada en la UE para estas personas. Mientras los países de la UE sigan empujando a quienes huyen del conflicto o la pobreza a realizar peligrosos trayectos marítimos, deberán estar dispuestos, colectivamente, a cumplir su obligación de salvar vidas».

«Es una ecuación sencilla: mientras el número de personas que toma esta peligrosa ruta marítima aumente y los recursos dedicados a la búsqueda y el rescate disminuyan, más personas morirán», dijo por su parte John Dalhuisen, director del Programa Regional para Europa y Asia Central de Amnistía Internacional.

Las mafias de traficantes

Pese a que también ha reconocido en varias ocasiones las deficiencias de sus operaciones de rescate, la Comisión Europea, responsable de las políticas migratorias de la UE, suele poner el acento en la necesidad de combatir las mafias de traficantes de personas que controlan las salidas de los inmigrantes desde el sur del Mediterráneo. Poco después de conocerse las primeras muertes de la última tragedia en el Canal de Sicilia, el comisario europeo de Inmigración, Dimitris Avramopoulos, afirmó que «el drama continúa. Nuestra lucha contra los traficantes continúa de manera incansable y coordinada. Hay que hacer más».

También la Organización Internacional para las Migraciones señala como principales culpables a las mafias: el pasado miércoles la OIM denunció que «traficantes ilícitos de personas en Libia son los responsables de la muerte de cientos de migrantes africanos enviados al mar durante una tormenta en botes neumáticos no aptos para navegar. Lo que está ocurriendo ahora es peor que una tragedia: es un crimen, el más atroz que he visto en cincuenta años de servicio», declaró el director general de la organización, William Lacy Swing. «Estas redes de contrabando actúan con casi total impunidad y cientos de personas están muriendo.  El mundo debe actuar», añadió

Sin embargo, mientras que la Comisión Europea pide «redoblar los esfuerzos contra los traficantes que explotan la desesperación de las personas que intentan alcanzar Europa», las organizaciones internacionales de ayuda responden de forma casi unánime que son las políticas europeas migratorias las que acaban forzando a los inmigrantes, especialmente a los de origen africano, a caer en manos de estas mafias.

«La mayoría de las personas que llegan a las costas italianas son potenciales refugiados. Proceden de países en guerra, sufren tortura o situaciones de persecución… Pero estas personas no pueden pedir protección internacional de ninguna otra forma que viajando de forma ilegal. Ellos mismos les están casi obligando a caer en manos de los traficantes», denuciaba en eldiario.es Virginia Álvarez, responsable de política interior de Amnistía Internacional, una contestación compartida por ACNUR y por la Coordinadora Española de ONGs, en conversaciones mantenidas con ese mismo diario.

Disputas entre Italia y Malta

La falta de coordinación entre los Estados ribereños, y especialmente entre Malta e Italia, agrava aún más los peligros del viaje. La disputa que mantienen desde hace tiempo estos dos países respecto a sus obligaciones de búsqueda y salvamento pudo ser, según denunció Amnistía Internacoinal, una de las causas de la tragedia de octubre de 2013, cuando un barco arrastrero que transportaba a más de 400 personas se hundió en la zona de búsqueda y salvamento maltesa.

AI argumenta asimismo que el Reglamento de Dublín, en virtud del cual el primer Estado miembro de la UE al que llega el solicitante es el responsable de tramitar su solicitud de asilo, impone «una injusta presión» sobre los países implicados en las operaciones de salvamento, responsables de cubrir sus necesidades a más largo plazo.

El hecho de que no haya un reparto de responsabilidades entre los países de la UE disuade a los países meridionales, especialmente a Malta, de traer a sus puertos a refugiados e inmigrantes.

Las medidas de Europa

Según un informe de la Comisión Europea (CE), de 2006, la UE recibirá 40 millones de inmigrantes hasta 2050, que compensarán «solo en parte» el envejecimiento poblacional. La población activa se reducirá en 48 millones y la UE pasará de cuatro a solo dos personas activas por cada jubilado.

En febrero de 2002 los Quince aprobaron el Plan Global contra la Inmigración Ilegal, que incluía un banco de datos para controlar visados, mejoras en los controles fronterizos y políticas de repatriación. El Consejo Europeo de Sevilla de junio 2003 estableció un calendario para crear una política común, además de vincular las relaciones con terceros países a la colaboración de éstos contra la inmigración ilegal. Desde entonces, la UE ha firmado con varios países acuerdos de readmisión. En mayo de 2005 se constituyó la Agencia de Control de Fronteras Exteriores (Frontex), encargada de formar a agentes nacionales de fronteras y del seguimiento de la vigilancia fronteriza.

Tras los asaltos a las vallas de Ceuta y Melilla en 2005 y la llegada masiva de cayucos a Canarias desde 2006, España fue la primera en pedir ayuda a Frontex, y la UE puso a disposición española el Centro de seguimiento de satélites europeo de Torrejón de Ardoz. En agosto siguiente, Frontex lanzó el primer despliegue de aviones y barcos para frenar la avalancha de cayucos. La Operación Hera fue relanzada en 2007 y 2008.

El 18 de junio de 2008, la Eurocámara aprobó una polémica directiva europea de repatriación, que suscitó la condena unánime de los gobiernos latinoamericanos y algunos africanos. Según la directiva los indocumentados (incluidos los menores) podrán ser detenidos e «internados» en centros especiales por hasta 18 meses mientras se tramita su expulsión de Europa, adonde no podrán regresar en cinco años. En julio siguiente, los ministros de Interior acogieron la propuesta francesa de un pacto sobre inmigración que propugnaba un modelo selectivo, totalmente controlado, y firmeza absoluta con los indocumentados.

Así, el 16 de octubre de 2008 se aprobó formalmente y por unanimidad el Pacto Europeo sobre la Inmigración y Asilo, que busca limitar la inmigración a las necesidades del mercado laboral. Con él «Europa se dota de una auténtica política de inmigración», algo que era «indispensable», afirmó el entonces presidente francés, Nicolas Sarkozy (presidente de turno).

España fue el país de la Unión Europea que impidió la entrada a más inmigrantes en 2013. En total, se denegó el acceso a 317.840 personas en todo ese año, un 0,6% más que el año anterior, y el 61% de ellas recibió la negativa de las autoridades españolas, según el V Informe Anual de Migración y Asilo (2013) de la Comisión Europea que fue remitido al Parlamento.

Algunas propuestas

Entre las recomendaciones que el informe de la UE hacía a las instituciones y Estados miembros de la UE, se encuentra ofrecer rutas adecuadas y más seguras para que las personas refugiadas tengan acceso a la protección, lo que supone aumentar el número de plazas de reasentamiento y admisión humanitaria de personas refugiadas, facilitar la reunificación familiar a las personas refugiadas que tengan familiares que vivan en la UE, aplicar una definición amplia del concepto de familiar, que abarque la familia extensa o no nuclear, y aplicar una mayor flexibilidad en cuanto a los requisitos documentales y de otra índole.

También se pide que se garantice que las personas refugiadas que llegan a las fronteras terrestres exteriores de la UE puedan acceder a los procedimientos de concesión de asilo, así como un refuerzo de las operaciones de búsqueda y salvamento en el mar Egeo y en el Mediterráneo, lo que incluye comprometer recursos económicos, navales y aéreos suficientes para Frontex, que patrullar en un grado proporcional a la escala de las salidas desde las costas del Norte de África.

Otras recomendaciones son adoptar medidas urgentes para garantizar el registro de información sobre las personas refugiadas y migrantes que mueren o desaparecen en el mar, y su identificación, especialmente mediante entrevistas sistemáticas de las personas rescatadas en el mar,y crear una base de datos y un mecanismo de comunicación centralizados de la UE para proporcionar información oficial a las familias.


Publicado originalmente en 20minutos

Más de 26.000 muertos a las puertas del muro de Europa

Dos barcos comerciales y un navío de la guardia costera italiana rescataron el viernes, cerca de la costa de Libia, a unos 700 inmigrantes que intentaban cruzar a Europa a bordo de precarios botes. El sábado fueron recogidos otros 600, entre ellos varias mujeres embarazadas, que viajaban en seis embarcaciones similares. Este mismo domingo, los servicios de salvamento localizaron una decena de embarcaciones más (lanchas neumáticas), con más de 2.100 inmigrantes a bordo. […]

La Fundación Hamdi, una organización benéfica que colabora con ACNUR, ha producido un impactante vídeo sobre la difícil situación de los millones de refugiados sirios. Las imágenes muestran el bullicioso distrito de Manhattan, en Nueva York, como un escenario desolado y en ruinas. Los semáforos cambian en calles desiertas, los vagones del metro están vacíos: «Si los 1,5 millones de personas que viven en Manhattan huyeran de sus hogares, el mundo se daría cuenta».

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«Somos lo mismo, somos realmente parte de una misma familia, y, en el mejor de los casos, los miembros de una familia hacen todo lo que pueden por ayudarse entre sí». Neil Gaiman, en el campo de refugiados sirios de Zaatari, en Jordania.

«Somos familia»

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Cerca de 1,2 millones de personas han abandonado sus hogares en Irak este año, según cálculos de la Agencia para los Refugiados de Naciones Unidas (ACNUR). Desde principios de agosto, unas 200.000 de ellas, la mayoría pertenecientes a la minoría yazidí, se han establecido en la región del Kurdistán iraquí, después de que la ciudad de Sinjar y las áreas vecinas fueran tomadas por el grupo yihadista Estado Islámico. Al menos 11.000 yazidíes se han refugiado en la vecina Siria, y unos 300 cruzan cada día la frontera en la localidad de Peshkabour.

El siguiente mapa, elaborado por la agencia Reuters con información de Naciones Unidas, refleja la distribución de los desplazados internos en Irak por gobernaciones (provincias). Un tercio del total proceden de la región de Anbar. El mapa recoge asimismo, a fecha del 15 de agosto, las ciudades controladas por Estado Islámico, las que permanecen en disputa y aquellas en las que ha habido combates recientes. También muestra los lugares donde están llegando los yazidíes a Siria y los campos de refugiados establecidos en el Kurdistán iraquí.

ACNUR, en colaboración con la Unión Europea, lanzó este miércoles una operación especial de ayuda para entregar suministros a más de medio millón de personas desplazadas por los combates en el norte de Irak.

La operación se inició con entregas aéreas de tiendas de campaña y otros bienes en Arbil, y continuará con un convoy terrestre desde Turquía y Jordania. Habrá también envíos marítimos desde Dubai a través de Irán durante los próximos diez días.

Este envío inicial de ayuda, al que contribuyen también, entre otros donantes, Estados Unidos y Arabia Saudí, incluye 3.300 tiendas de campaña y 20.000 sábanas de plástico, así como 18.500 sets de cocina y 16.500 garrafas.


Más información y fuentes:
» Mapping Iraq’s displaced (Reuters)
» U.N. sends aid to half a million fleeing violence in Iraq (Reuters)
» La ONU declara por primera vez en su historia el máximo nivel de emergencia humanitaria en cuatro países (Europa Press)
» Los yazidíes huidos en Irak: «Vi a familias dejar en el camino a sus hijos muertos» (Laura J. Varo, en El Confidencial)

Leer también:
» Yazidíes, del terror a la desesperación

Más de un millón de iraquíes han tenido que dejar atrás sus casas en lo que va de año

Desplazados internos en Irak, 2014

Cerca de 1,2 millones de personas han abandonado sus hogares en Irak este año, según cálculos de la Agencia para los Refugiados de Naciones Unidas (ACNUR). Desde principios de agosto, unas 200.000 de ellas, la mayoría pertenecientes a la minoría yazidí, se… Leer

Desplazados forzosos en el mundo, entre 1993 y 2013. Gráfico: UNHCR

Por primera vez desde que acabó la Segunda Guerra Mundial, el número de refugiados, solicitantes de asilo y desplazados internos en todo el mundo ha sobrepasado los 50 millones, según refleja un informe hecho público este viernes por la Agencia para los Refugiados de la ONU (ACNUR), con motivo del Día Internacional del Refugiado.

Concretamente, el informe, que se realiza cada año utilizando datos de gobiernos, organizaciones no gubernamentales y la propia agencia de Naciones Unidas, indica que al menos 51,2 millones de personas habían sido desplazadas de forma forzosa al final del año 2013, lo que supone 6 millones más que en 2012, cuando la cifra fue de 45,2 millones.

Este espectacular incremento se debe, fundamentalmente, a la guerra en Siria. Según indica ACNUR, a finales del año pasado el conflicto había convertido en refugiados a 2,5 millones de personas, y había provocado 6,5 millones de desplazados internos.

Los otros grandes focos de desplazados forzosos se encuentran en África, en especial en la República Centroafricana y en Sudán del Sur.

«Lo que estamos viendo aquí es el coste inmenso de no acabar con las guerras, o de no ser capaces de resolver o prevenir los conflictos», indicó el Alto Comisionado para los Refugiados de la ONU, António Guterres. «Actualmente, la paz presenta un déficit peligroso. Las agencias humanitarias pueden ayudar como paliativos, pero resulta vital encontrar soluciones políticas. Sin ellas continuarán los alarmantes niveles de conflicto y el sufrimiento masivo que reflejan estas cifras», añadió.

Principales países de procedencia de los refugiados a finales de 2013. Gráfico: UNHCR

ACNUR recuerda asimismo que esta inmensa cantidad de personas necesitadas conlleva graves implicaciones tanto en los presupuestos que los gobiernos destinan a cooperación internacional, como en la cada vez menor capacidad que los países en primera línea de las zonas de crisis tienen para absorber y acoger a los desplazados.

La mayoría de los refugiados que se encuentran actualmente bajo la protección de Naciones Unidas son originarios de Afganistán, Siria y Somalia, y juntos suponen más de la mitad de la población refugiada mundial.


Más información y fuente: Global forced displacement tops 50 million for first time in post-World War II era (UNHCR)

La guerra en Siria dispara hasta 50 millones el número de desplazados forzosos en el mundo

Por primera vez desde que acabó la Segunda Guerra Mundial, el número de refugiados, solicitantes de asilo y desplazados internos en todo el mundo ha sobrepasado los 50 millones, según refleja un informe hecho público este viernes por la Agencia… Leer

Refugiados sirios en Egipto esperan para recibir asistencia. Foto: Refugees International

Cerca de tres millones de sirios han huido de su país desde que comenzó la guerra. La mayoría se han refugiado en los países vecinos (Irak, Jordania, Líbano y Turquía), pero un número importante de ellos, cuya situación es menos conocida, ha buscado refugio en otras partes. En Egipto hay registrados alrededor de 135.000, aunque tanto la Agencia para los Refugiados de la ONU (ACNUR) como otras organizaciones humanitarias calculan que el número real es más del doble.

La mayor oleada de refugiados sirios llegó a Egipto en la segunda mitad de 2012. Para finales de ese año, las autoridades locales hicieron un llamamiento a la ONU solicitando ayuda. La ayuda ha ido llegando desde entonces, pero no es suficiente. Y la situación en el propio Egipto tampoco ha contribuido a mejorar las condiciones en que viven. Más bien todo lo contrario.

Según denuncia un informe de la organización Refugees International publicado hace solo unos días, los recortes en las ayudas económicas, unidos a las restricciones que las actuales autoridades egipcias imponen a las organizaciones no gubernamentales (tanto locales como internacionales), están provocando que los refugiados sirios tengan que luchar cada día por acceder a las necesidades más básicas, incluyendo comprar comida, pagar el alquiler de las casas donde viven o acceder a asistencia sanitaria.

El informe recuerda que, al principio, los refugiados sirios fueron recibidos en Egipto con los brazos abiertos: «Los lazos históricos entre ambos países habían creado un importante sentimiento de solidaridad. Las nuevas organizaciones asistenciales egipcias se esforzaron por ofrecer ayuda y, en general, había una gran preocupación por el bienestar de los recién llegados». El informe cita a un egipcio de El Cairo que, con el recuerdo aún fresco de la reciente revolución en su país, indica, refiriéndose a los refugiados sirios, que «podríamos haber sido nosotros».

Muchos sirios optaron por Egipto al considerar este país una opción más estable y segura que el Líbano («demasiado parecido a Siria»), con un coste de la vida menos caro que Turquía y Jordania, y, a diferencia del norte de Irak, no «reservado» a los refugiados kurdos.

Pero, sobre todo, los sirios llegaron a Egipto atraídos por el hecho de que El Cairo no les exigía entonces un visado para poder entrar. El Gobierno islamista del ahora depuesto presidente Mohamed Mursi apoyaba expresamente a los rebeldes sirios (mayoritariamente suníes), y era considerado favorable a la llegada de estos refugiados. Según sus seguidores, por razones humanitarias; según sus detractores, para afianzar su poder gracias al apoyo que, en principio, obtendría de los sirios.

Todo cambió, sin embargo, en el verano de 2013. Tras las multitudinarias protestas contra el Gobierno de Mursi, los militares derrocaron al presidente en un golpe de Estado y lanzaron a continuación una brutal represión contra sus seguidores en general, y contra los Hermanos Musulmanes en particular. La nueva situación se tradujo en una creciente hostilidad hacia los ciudadanos sirios, vistos por una parte de la población egipcia como seguidores de los islamistas, e incluso como «agentes» al servicio de la Hermandad: «Los sirios –explica el informe– empezaron a ser demonizados en los medios de comunicación y algunos niños fueron incluso atacados cuando iban a la escuela. Las continuas noticias sobre detenciones y deportaciones les hacían sentirse cada vez más vulnerables».

Refugiados sirios registrados en Egipto desde julio de 2012 hasta mayo de 2014. Gráfico: Syria Regional Refugee Response / UNHCR
Refugiados sirios registrados en Egipto desde julio de 2012 hasta mayo de 2014. Gráfico: Syria Regional Refugee Response / UNHCR

Las nuevas autoridades egipcias han hecho de los refugiados sirios un problema de seguridad nacional, y han comenzado a exigirles visados y antecedentes penales de todo tipo para poder entrar en el país. En la práctica, y según indica el informe, lo que han hecho es cerrar la puerta a la llegada de nuevos refugiados.

Y, entre tanto, el deterioro de la vida para los que ya están en Egipto ha hecho que cada vez sean más los que intentan abandonar el país, a menudo a bordo de precarias embarcaciones desde la costa mediterránea, en un intento desesperado por alcanzar Europa para reunirse allí con familiares o tratar de encontrar un trabajo.

Según indica el informe, «el hecho de que muchos de estos sirios hayan sido detenidos, o hayan muerto en el intento, no ha tenido mucha fuerza disuasoria. Los refugiados continúan sintiéndose inseguros, dudan de que sea posible regresar a Siria hasta que pasen varios años, y no ven un futuro ni digno ni productivo en Egipto». Un funcionario de ACNUR citado en el informe señala que «solo el 50% de los refugiados que tratan de llegar a Europa lo consiguen, pero para los que siguen aquí, se trata de un porcentaje esperanzador».

El problema, además, es que los que se echan al mar no son solo jóvenes con la suficiente energía como para emprender semejante viaje. En muchos casos se trata también de familias enteras con niños pequeños. «El horror de las historias vividas por los que les han precedido no parece afectarles», indica el informe: «En Egipto, donde las condiciones políticas están en constante cambio, les resulta cada vez más difícil encontrar apoyo. Cruzar el Mediterráneo les sigue pareciendo la mejor opción».

Egipto, concluye el informe, ha dejado de ser un lugar seguro de refugio, para convertirse en una estación de paso en el camino hacia Europa.

¿Y los que se quedan? Como para el resto de refugiados sirios en otros países, el paso del tiempo va haciendo el día a día más y más difícil. El poco dinero que trajeron consigo se va acabando, y encontrar un empleo, incluso en la economía sumergida, no es tarea fácil, especialmente en un país como Egipto, donde, aparte de ser necesario un permiso de trabajo si se es extranjero, la tasa de paro es enorme.

Otro desafío importante es, por último, la ayuda que está prestando la comunidad internacional, una ayuda que el informe califica de «decepcionante»: «En los cuatro meses que llevamos de año, la solicitud de ayuda realizada por la ONU para los refugiados sirios en Egipto apenas ha alcanzado el 9% del objetivo total. La consecuencia es que algunas organizaciones humanitarias se han visto obligadas a reducir sus programas de apoyo para poder centrarse en los casos más vulnerables, y que mucha gente que sigue necesitando ayuda no la está recibiendo».


Más información y fuentes:
» Tough Times for Syrian Refugees in Egypt (Refugees International)
» Syrian refugees in Egypt swept up in turmoil (AP)
» «We cannot live here any more»: Refugees from Syria in Egypt (Amnistía Internacional)
» Egypt: Deplorable detention and deportation of refugees from Syria (Amnistía Internacional)
» Syria Regional Refugee Response: Egypt (UNHCR)
» Syrian Refuges: No work, no home (Daily News Egypt)
» Driven out of Egypt (Deutsche Welle / Qantara.de)
» Syrian refugees in Egypt: The long and hard road to safety (Al Ahram)
» Syrian refugees find hostility in Egypt (The Washington Post)

Refugiados sirios en Egipto: de mal en peor

Cerca de tres millones de sirios han huido de su país desde que comenzó la guerra. La mayoría se han refugiado en los países vecinos (Irak, Jordania, Líbano y Turquía), pero un número importante de ellos, cuya situación es menos… Leer

Refugiados sirios registrados en Líbano por ACNUR, la agencia de la ONU para los refugiados, en junio de 2012, junio de 2013 y abril de 2014 (pinchar en el mapa para verlo grande).


Fuente: Syria Regional Refugee Response (UNCHR / ACNUR)

El éxodo sirio desborda Líbano

Refugiados sirios registrados en Líbano por ACNUR, la agencia de la ONU para los refugiados, en junio de 2012, junio de 2013 y abril de 2014.

Dylan, un niño kurdo sirio de 12 años de edad, es uno de los miles de refugiados que cruzaron recientemente la frontera hacia el norte de Irak, huyendo de la guerra en su país. Dylan es ciego, y tiene una pasión: la música. «Solía tocar para mis amigos, cantar para ellos, pero cuando oía el sonido de las bombas y de los aviones tenía que parar de repente, y me asustaba tanto que iba corriendo a buscar a mis padres», dice el chico en un vídeo de la Agencia para los Refugiados de la ONU (ACNUR), en el que se cuenta su historia. Ahora, la música le ayuda a combatir los horrores de la memoria y la precariedad de su vida diaria.

«Su instrumento lo es todo para él», señala su padre: «Se lo compró su abuelo cuando tenía cuatro años y después le enseñamos a tocarlo. Se siente muy unido a él. Cuando cruzamos la frontera se negó a abandonarlo. Lo apretó fuertemente contra su pecho y siguió caminando».

El hecho de ser invidente acrecentaba, más aún si cabe, el miedo causado por la guerra: «Dylan es ciego, pero no está sordo. Escuchaba todo el tiempo el ruido de las bombas. Hasta que un día me dijo: ‘Tengo miedo, vámonos al Kurdistán, como el resto de la gente’. Y por eso vinimos aquí», explica su padre.

La música de Dylan, se narra en el vídeo, no es solo un alivio para él. Es también un recordatorio agridulce para los refugiados que le escuchan, «un recordatorio de lo que echan de menos, de lo que han dejado atrás, de lo que esperan volver a encontrar de nuevo».

(Según los datos que maneja el ACNUR, cada 15 segundos, un sirio se convierte en refugiado. A principios de septiembre, la agencia de la ONU informó de que el número de desplazados por la guerra había superado ya los dos millones de personas. Hace un año eran  230.671. «Mujeres, niños y hombres desbordan las fronteras, a menudo con poco más que la ropa que llevan puesta», señalaba el organismo internacional. Su comisionado, Antonio Guterres, calificó el drama como «la mayor crisis de desplazados de la historia reciente».)

El alivio de la música en la oscuridad

Dylan, un niño kurdo sirio de 12 años de edad, es uno de los miles de refugiados que cruzaron recientemente la frontera hacia el norte de Irak, huyendo de la guerra en su país. Dylan es ciego, y tiene una… Leer

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