Siria

Nombre completo: República Árabe Siria (الجمهوريّة العربيّة السّوريّة).

Independencia: 1946 (de Francia).

Población: 18,2 millones (Banco Mundial, 2021).

Capital: Damasco.

Superficie: 185.180 Km².

Idioma principal: Árabe.

Religión mayoritaria: Islam suní­. Minorí­as: cristianos (ortodoxos, maronitas, católicos de rito armenio, sirí­acos) y otros musulmanes (drusos, alawí­es, chií­es, ismailitas).

Esperanza de vida: 73,6 años (Banco Mundial, 2020).

Moneda: Libra siria.

Economí­a: La economía siria se ha visto devastada desde el inicio de la guerra civil en 2011, debido a la destrucción causada por el conflicto y a las sanciones internacionales impuestas al régimen. En 2018, el Banco Mundial calculó que alrededor de un tercio del parque de viviendas de Siria y la mitad de sus instalaciones sanitarias y educativas habían sido destruidas por la guerra. Según la misma fuente, entre 2011 y 2016 se perdió un total acumulado de 226.000 millones de dólares del PIB debido al conflicto.

Centralizada, de planificación estatal, aunque con reformas aperturistas en los últimos años, la economía siria está basada en la extracción de petróleo, y es deficitaria. La agricultura genera el 27% del PIB. Las industrias textil, alimentaria, metalúrgica y cementera, el 22%.

PNB per cápita: 1.265 dólares EE UU (Banco Mundial, 2018).

Desempleo: 10,6% (Banco Mundial, OIT, 2021).

Forma de gobierno: República presidencialista («popular, democrática y socialista»). Dominada por el partido Baaz, con solo otros 6 partidos menores permitidos. El poder polí­tico está en manos de una pequeña élite y la oposición es reprimida. El presidente goza de amplios poderes.

Lí­der (2012): Bashar al Asad (presidente), desde 2000. Sucedió en el cargo a su padre, Hafez al Asad, que había ocupado el cargo desde 1971.

Libertades y derechos humanos: Siria mantiene desde 1963 un estado de excepción que otorga a las fuerzas de seguridad amplios poderes de detención y reclusión. Desde el inicio de las revueltas en marzo de 2011, y durante la subsiguiente guerra civil, se han multiplicado las violaciones a los derechos humanos, principalmente por parte de fuerzas gubernamentales, pero también por parte de militantes opositores.

El informe de 2021 de Amnistía Internacional sobre Siria señala: «Las partes en el conflicto seguían cometiendo con impunidad violaciones graves del derecho internacional humanitario, incluidos crímenes de guerra, crímenes de lesa humanidad y otros abusos flagrantes contra los derechos humanos. Las fuerzas gubernamentales llevaron a cabo ataques directos contra población e infraestructura civiles —incluidos hospitales y gasolineras— y ataques indiscriminados mediante bombardeos aéreos y de artillería en la gobernación de Idlib y en la zona rural del oeste de la gobernación de Alepo. También asediaron a la población civil en el sur de Siria y restringieron y negaron el acceso a la ayuda humanitaria en todo el país. Las fuerzas de seguridad sometieron arbitrariamente a detención ilegítima, tortura y otros malos tratos, y desaparición forzada a personas refugiadas que regresaban a su hogar. Las autoridades gubernamentales continuaron deteniendo arbitrariamente a decenas de miles de personas —entre las que había participantes en acciones pacíficas, personal de ayuda humanitaria, profesionales de la abogacía y periodistas— que, en muchos casos, eran objeto de desaparición forzada. El Ejército Nacional Sirio, apoyado por Turquía, continuó sometiendo a la población civil de Afrín y Ras al Ain, ciudades del norte del país, a detención arbitraria, tortura y otros malos tratos, y secuestro. En el nordeste, la Administración Autónoma dirigida por el Partido de la Unión Democrática (PYD) detuvo arbitrariamente a niños y niñas en el campo de Al Hol y los trasladó a prisiones donde fueron recluidos con personas adultas. En el noroeste, el grupo armado de oposición Hayat Tahrir al Sham detuvo arbitrariamente y hostigó a activistas y periodistas. El gobierno no respondió con firmeza para frenar la propagación de la COVID-19 e impidió el acceso a asistencia médica a miles de personas en el sur y el nordeste del país. Decenas de miles de personas internamente desplazadas estaban expuestas a contraer la COVID-19 debido a las terribles condiciones de vida».

Pena de muerte: Sí­. Para casos de traición, asesinato, actos polí­ticos contra el paí­s, deserción de las fuerzas armadas, robo violento, violación…

En contexto: En marzo de 2011, y en el contexto de la ‘primavera árabe’, comenzaron protestas contra el gobierno que fueron duramente reprimidas y que derivaron en una sangrienta y compleja guerra civil entre grupos opositores y las fuerzas gubernamentales. La división de la oposición y el firme apoyo al presidente Asad por parte de sus aliados iraníes y rusos han ido inclinando la balanza a favor del Gobierno desde 2017. Según una estimación de la ONU de junio de 2022, el número de víctimas mortales en más de 10 años de guerra civil supera ya las 306.000 personas. A principios de 2022, aproximadamente 6,66 millones de sirios eran desplazados internos y 14,6 millones de personas necesitaban ayuda humanitaria en todo el país. Otros 5,6 millones de sirios estaban registrados como refugiados en Turquía, Jordania, Irak, Egipto y el norte de África.

Siria, uno de los antagonistas más acérrimos de Israel —que mantiene ocupados los Altos del Golán— retiró sus tropas del Lí­bano en 2005 después de tres décadas.



Actualizado: diciembre 2022
Foto: Mezquita Omeya, en Damasco

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