Aviones, material electrónico militar, fusiles, armas de asalto… En total, unos 200 millones de dólares. El comprador, el Gobierno de Bahréin. El vendedor, el Gobierno de Estados Unidos. La fecha, unos meses antes del estallido de las revueltas populares en el país árabe, y de la consiguiente represión de los manifestantes por parte de las autoridades bahreiníes.
Son los datos del informe anual del Departamento de Estado estadounidense, en el que se da cuenta de todos los acuerdos de venta de armas autorizados entre firmas de «defensa» de Estados Unidos y gobiernos extranjeros. Este informe revela, según informa la agencia Associated Press, un aumento de 112 millones de dólares en ventas a Bahréin entre los años fiscales 2009 y 2010. Washington había autorizado 88 millones de dólares en ventas militares a este país en 2009.
Buena parte de las ventas a Bahréin fueron de aviones y artefactos electrónicos militares, pero Estados Unidos también autorizó la exportación de fusiles, escopetas y otras armas de asalto en 2010, por un valor total de de 760.000 dólares.
Las manifestaciones de los opositores al régimen comenzaron el pasado mes de febrero. Hasta ahora ha habido, al menos, 31 muertos y cientos de heridos.
Según informa AP, «la posibilidad» de que las armas estadounidenses hayan sido utilizadas contra los manifestantes planteó «interrogantes» en el Congreso y contribuyó a que el Departamento de Estado decidiera en marzo revisar sus acuerdos comerciales defensivos con varias naciones de Oriente Medio. Algunas transacciones están interrumpidas.
Cabe preguntarse para qué pensaron que iba el Gobierno de Bahréin a comprar las armas si no era para utilizarlas. ¿Para el museo del ejército? El interrogante que nadie pareció plantearse en Washington durante años es, como suele ocurrir, el más obvio: ¿Qué puede pasar si armamos hasta los dientes a un régimen autoritario?
«Si bien el impacto sobre nuestras relaciones de defensa y el comercio de defensa es incierto, los cambios en la región podrían conducir a cambios de política y, por lo tanto, al modo en que hacemos negocios», dijo el mes pasado Andrew Shapiro, subsecretario de Estado para asuntos políticos y militares.
Bahréin ha sido durante décadas un aliado de confianza para EE UU, que tiene en el país árabe una de las bases de la Quinta Flota, varias instalaciones militares y fuerzas de apoyo para sus acciones en Irak y Afganistán.
De todos modos, la venta de armas estadounidenses a Bahréin no es un caso aislado. El pasado mes de marzo, cuando la represión de las protestas contra el régimen autocrático del rey Al Jalifah estaba alcanzando una de sus etapas más violentas, Amnistía Internacional denunció que, según datos oficiales del Ministerio de Industria, España ha exportado armas a Bahréin por valor de 18,9 millones de euros entre los años 2006 y 2008. El material vendido está catalogado en lo que se conoce como Categoría 4, e incluye bombas, torpedos, cohetes, y misiles. Al menos, entre 2009 y el primer semestre de 2010 no hubo exportaciones (todavía no se habían hecho públicos los datos del segundo semestre de 2010).
Amnistía Internacional instó entonces al Gobierno español a suspender «de forma inmediata» toda transferencia de armamento a Bahréin, incluyendo municiones y explosivos, y otros materiales utilizados por la policía antidisturbios y las fuerzas de seguridad.
Pese a lo que podría pensarse atendiendo al sentido común, parece que peticiones así siguen siendo necesarias.
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