«Cuando esta historia se publique, Aliaa Elmahdy habrá borrado las huellas de su antigua vida y se hallará en un lugar desconocido para nosotros, donde continuará huyendo y temiendo el día en que alguno de los hombres de su Egipto natal la localice y se plante frente a ella para llevarla de vuelta».
Así arranca el reportaje, publicado el pasado martes por la revista alemana Der Spiegel, en el que el periodista Takis Würger nos cuenta qué ha sido de la joven egipcia Aliaa Elmahdy desde que en octubre de 2011 subió a su blog una foto de sí misma desnuda, con la intención, en sus propias palabras, de lanzar «un grito contra una sociedad basada en la violencia, el racismo, el sexismo, el acoso sexual y la hipocresía». La foto era un desafío a los sectores religiosos más conservadores de su país, y también, como revela ahora, a sus propios padres. Elmahdy tenía entonces 19 años y estaba bebiendo directamente los vientos de cambio de la revolución egipcia. Estaba, también, escapando de la represión que vivía en casa.
La foto la convirtió en uno de los iconos de la revolución. Su blog recibió más de dos millones de visitas y Elmahdy, que adquirió fama mundial, contó en un principio con numerosos apoyos, tanto de particulares como de organizaciones, incluyendo campañas internacionales de solidaridad. Pero aquella imagen acabó obligándola a cambiar radicalmente de vida.
Un grupo de abogados islamistas la acusó de «violar la moral, incitar a la indecencia e insultar al islam», otros pidieron a las autoridades que le revocasen la nacionalidad egipcia. Elmahdy sufrió amenazas de muerte por parte de islamistas extremistas, e incluso un intento de secuestro y violación:
Un hombre la llamó y le dijo que había encontrado su gato. Elle fue a verle, sola, pero el hombre la estaba esperando con un amigo. El amigo cerró con llave la puerta del apartamento y el hombre intentó bajarle los pantalones, diciéndole que eso era lo que se merecía por haber publicado una foto de ella misma desnuda. Finalmente pudo escapar, después de permanecer encerrada durante toda la noche y de que le robaran la cartera y el teléfono móvil.
En marzo de 2012, la joven decidió huir. Cogió un avión rumbo a Suecia, solicitó asilo y se instaló temporalmente en una pequeña ciudad del país escandinavo, desde la que se comunica solo con las personas que conoce. «No fue fácil contactarla», explica Würger. «Mucha gente ha intentado escribirle correos electrónicos o mensajes en Facebook, pero Elmahdy ignora todos los mensajes procedentes de extraños, porque la mayoría de los extraños solo le escriben para reprenderla».
Poco después. Elmahdy se uniría al grupo radical feminista Femen, fundado en Ucrania y famoso por sus protestas a pecho descubierto, con cuyas activistas ha participado en varias aciones, incluyendo una en Rusia para denunciar la represión contra los homosexuales en este país, y otra en Estocolmo frente a la embajada egipcia.
Würger, que ha logrado entrevistarla, cuenta así cómo nació la famosa fotografía:
Sus padres le decían que una mujer decente no debe posar en fotografías, ponerse flores en el pelo, mostrar las piernas o permanecer de pie con ellas abiertas, vestir prendas ajustadas o pintarse los labios.
Tras acabar el instituto, Elmahdy fue aceptada en la Universidad Americana de El Cairo, donde estudió arte. Sus padres la recogían cada día en el campus. Cuando su madre quiso comprobar si aún conservaba la virginidad, Elmahdy cogió un cuchillo de cocina y dijo que quería irse de casa. Su padre cambió las cerraduras.
En una ocasión en que estaba sola, colocó una cámara sobre un montón de libros en su habitaicón, se pintó los labios de rojo y se desnudó. Después se puso un par de medias y se colocó una flor en el pelo. Se hizo fotos en varias poses. Explica que las tomó para sí misma, como una forma de protesta silenciosa contra sus padres. Cada detalle, la flor, la pose, las medias, alude a una regla impuesta por ellos.
Unas pocas semanas después. Elmahdy se fue del aula en mitad de una clase. Llevaba una mochila en la que había metido algunas prendas de vestir. Tomó un autobús al centro de El Cairo y caminó por la orilla del Nilo, respirando profundamente. Sabía que no iba a volver a casa. […]
[…] Era el año 2011 y el pueblo egipcio estaba rebelándose contra el dictador. Elmahdy fue a la plaza Tahrir varias veces. Allí experimentaría una liberación personal, paralela a la liberación de su país, y allí debió de pensar que ambas cosas estaban relacionadas. Ahí es donde empezaron sus problemas.
En octubre, al pasar algunas fotos desde su cámara digital a su ordenador portátil, encontró las fotos con los desnudos y eligió la más atractiva. Después la subió a su página de Facebook. Los administradores de la red social la borraron a las pocas horas, pero Elmahdy, decidida a que nadie le volviese a decir lo que tenía que hacer, subió la foto a su blog para que todo el mundo pudiese verla.
Al final del reportaje, Würger pregunta a Elmahdy si su mirada en aquella fotografía tenía algún significado. «Significa que no me avergüenzo de ser la mujer que soy», responde ella.
La versión en inglés del reportaje completo puede leerse aquí.
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