Desde el golpe de Estado que derrocó al presidente Mohamed Mursi, el Gobierno egipcio instaurado por los militares no ha escatimado esfuerzos en su misión de extender la imagen del ejército como necesario salvador de la patria, en un clima ultranacionalista que encuentra terreno abonado en la muy nacionalista sociedad egipcia.
Como complemento perfecto a la guerra ya sin cuartel desatada contra los Hermanos Musulmanes, recién declarados «organización terrorista», la maquinaria propagandística funciona a todo gas, con mensajes constantes en los medios de comunicación y, especialmente, en la televisión.
En una entrada titulada La construcción del fascismo en Egipto, Íñigo Sáenz de Ugarte publica este viernes en su blog el siguiente vídeo, uno de los difundidos en estos últimos meses. Es un ejemplo de hasta donde se puede llegar cuando el discurso dominante es una mezcla de militarismo, nacionalismo y patriotismo simplón, al servicio de los intereses del poder.
La niña protagonista ya ha visitado, acompañada de su orgullosa madre, los platós de televisión (minuto 1:00):
La aberración de pervertir la inocencia de los niños con uniformes, armas y banderas no es, por supuesto, algo exclusivo de Egipto. Se trata de un mal endémico, y no hace mucho mostrábamos en este blog otro ejemplo, esta vez en Israel.
La esperanza de que los valores integradores y democráticos que se enarbolaron durante la revolución acaben triunfando sigue viva en buena parte de la sociedad egipcia, pero la aparente disyuntiva de tener que elegir entre militares o fanáticos religiosos puede acabar desalentando hasta al más optimista.
(Al menos cuatro personas han fallecido, otras 87 han resultado heridas y más de 265 han sido detenidas este viernes durante enfrentamientos en distintas ciudades de Egipto entre la Policía y partidarios de los Hermanos Musulmanes, un día después de que el grupo islamista fuese declarado por el Gobierno «organización terrorista»).
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