Presidido por la espectacular bóveda dorada de la Cúpula de la Roca, el complejo conocido como Explanada de las Mezquitas (para los musulmanes), o Monte del Templo (para los judíos), es una de las señas de indentidad más reconocibles de Jerusalén, y también el escenario de una interminable disputa, cuyo fondo religioso no puede separarse de su evidente significación política.
Situado en la parte ocupada de la ciudad, el recinto alberga, entre otros lugares sagrados, la mezquita de Al Aqsa, y es considerado el tercer lugar más venerado del islam, solo por detrás de La Meca y Medina. El área tiene asimismo una importancia religiosa capital para los judíos, al ser el emplazamiento de los históricos templos bíblicos. El interesante y bastante completo documental de Al Jazeera (en inglés) que encabeza estas líneas repasa su historia y las claves para entender los últimos disturbios ocurridos en torno al recinto, origen, entre otros factores, de la actual oleada de violencia en Israel y Palestina, en el contexto de un proceso de paz totalmente bloqueado.
El documental recuerda cómo el complejo, una zona amurallada de aproximadamente 15 hectáreas, ubicada en lo alto de una colina en la ciudad vieja de Jerusalén, ha sido un foco permanente de tensión desde los tiempos del mandato británico en Palestina.
En 1929, el denominado por los árabes Muro de Al Buraq, situado en la parte occidental del recinto, y conocido por los judíos como Muro de las Lamentaciones, fue el escenario del inicio de la primera gran revuelta palestina contra la creciente presencia sionista en la región. En 1969, un fundamentalista cristiano evangélico, el australiano Dennis Roham, prendió fuego a la mezquita de Al Aqsa (o Al Qabali), causando graves destrozos, y el 8 de octubre de 1990, fecha conocida como «lunes negro», 20 palestinos murieron en la Explanada, en disturbios con las fuerzas de seguridad israelíes.
Otras 63 personas murieron en septiembre de 1996 durante las protestas por las obras israelíes para la construcción de un nuevo túnel bajo el Muro de las Lamentaciones, y fue también en la Explanada de las Mezquitas donde, en el año 2000, una provocativa visita del entonces líder de la oposición israelí, Ariel Sharon, colmó el vaso que acabó dando origen a la Segunda Intifada.
Israel ocupa la zona desde que se la arrebató a Jordania durante la Guerra de los Seis Días (1967), pero el área ha permanecido bajo administración musulmana desde entonces. Un acuerdo alcanzado hace décadas permite el acceso a visitantes no musulmanes, pero la cada vez mayor presencia de visitantes judíos, en muchos casos alentados por activistas ultraortodoxos que buscan incrementar la presencia judía en el Monte, ha hecho crecer entre los palestinos el temor de que Israel esté planeando modificar los términos del acuerdo, e imponer un sistema de turnos para que el lugar pueda ser visitado alternativamente por judíos y musulmanes.
La idea de compartir pacíficamente estos lugares sagrados, que entraría dentro de la lógica en muchas otras partes del mundo, es vista por los palestinos como una imposición más fruto de la ocupación, y como el primer paso para el total control israelí de la zona. En el documental, que también refleja los problemas que este sistema ha causado en la Tumba de los Patriarcas, en Hebrón (Cisjordania ocupada), ambas partes dejan muy claras sus posiciones en este sentido.
El Gobierno israelí insiste en negar estos rumores, y acusa a las autoridades palestinas, tanto civiles como religiosas, de haberlos propagado para incitar a la violencia. Por su parte, el presidente de la Autoridad Nacional Palestina, Mahmud Abás, ha acusado a los colonos judíos y a las autoridades israelíes de realizar los actos de agresión que han motivado la actual ola de violencia.
El pasado 13 de septiembre, la Policía israelí entró en la Explanada, tras los disturbios ocurridos en la víspera del Año Nuevo judío como consecuencia de esos rumores. Los enfrentamientos, espoleados por la decisión israelí de limitar el acceso de los palestinos al Monte como medida de seguridad, continuaron durante varios días, y el día 28 de ese mismo mes, después de que el Gobierno israelí autorizase la utilización de fuego real contra quienes lanzasen piedras, las fuerzas de seguridad israelíes volvieron a entrar en la Explanada. El 1 de octubre, una pareja de colonos judíos fueron asesinados ante sus cuatro hijos cerca de Nablús, en la Cisjordania ocupada. Dos días después empezaron los apuñalamientos.
Desde entonces, la oleada de violencia, caracterizada principalmente por ataques con armas blancas de jóvenes palestinos a ciudadanos israelíes (la mayoría, colonos, o uniformados), y por la respuesta, en muchos casos letal, contra los supuestos atacantes, ha dejado hasta ahora un saldo de casi un centenar de muertos (80 palestinos, 18 judíos israelíes, un ciudadano árabe-israelí, un refugiado eritreo y un ciudadano estadounidense), además de centenares de heridos, y una creciente sensación de inseguridad en Israel y de represión en los territorios ocupados.
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