La cifra de muertos por los terremotos que sacudieron Turquía y Siria el 6 de febrero ha superado los 21.000 en cuatro días, dejando atrás la estimación de 20.000 de la Organización Mundial de la Salud, y sigue aumentando cada hora que pasa, a medida que se hacen más sombríos descubrimientos bajo los escombros.
Las labores de búsqueda y rescate están bien encaminadas en Turquía tras una respuesta inicialmente lenta, pero aún no han despegado realmente en el norte de Siria. Los sirios de las zonas controladas por los rebeldes se quedaron esperando ayuda debido a las tensiones políticas y a las infraestructuras destrozadas tras el terremoto y más de diez años de conflicto.
Hasta ahora, nadie sabe cuántas personas siguen atrapadas bajo los escombros. Ovgun Ahmet Ercan, experto turco en terremotos, declaró a The Economist que había calculado que 180.000 personas o más podrían estar atrapadas bajo los escombros, casi todas muertas.
Un convoy de la ONU logró finalmente acceder al norte de Siria el jueves por la mañana, un día después de lo que se considera el plazo crítico de 72 horas para encontrar supervivientes. Pero las esperanzas de una misión de rescate realmente eficaz se desvanecieron, ya que no se proporcionó equipo pesado de búsqueda y rescate. Ahora la tasa de supervivencia de las personas atrapadas bajo los escombros es inferior al 6%.
Para evitar la pérdida de más vidas y reducir el sufrimiento, la respuesta de la ayuda internacional será ahora más crítica que nunca. Basándome en mi investigación doctoral, centrada en la ayuda humanitaria en situaciones de conflicto y crisis política, he aquí las prioridades clave.
Desafíos enormes
Será una operación de ayuda extremadamente difícil. Para empezar, el tiempo no está del lado de los equipos de respuesta: ambos países están sufriendo un duro y húmedo invierno. También hay tensiones políticas regionales y millones de refugiados en ambos países debido al conflicto en Siria.
Siria se enfrenta a una convergencia de catástrofes. El conflicto, un brote de cólera y unas instalaciones médicas ya peligrosamente sobrecargadas son solo algunos de los problemas a los que hay que hacer frente.
Un centro crucial de ayuda de la ONU para el norte de Siria, cercano al epicentro del terremoto inicial en Turquía, se vio afectado. Esto podría haber agravado la escasez de suministros clave necesarios inmediatamente después del seísmo.
Respuesta política
Una de las decisiones más importantes que toma un gobierno en caso de catástrofe es declarar o no el estado de emergencia. Para las organizaciones humanitarias, esto significa que pueden trabajar libremente en las zonas afectadas. El presidente de Turquía, Recep Tayyip Erdoğan, ya ha declarado el estado de emergencia durante tres meses. Como consecuencia, la respuesta en Turquía ha recibido muchos más recursos y atención de los medios de comunicación.
El gobierno sirio, sin embargo, no ha declarado el estado de emergencia. Esto significa que no reconoce ni apoya oficialmente a ninguna organización que trabaje en zonas controladas por los rebeldes, lo que supone un riesgo para los trabajadores humanitarios. Aún no hay garantías oficiales de seguridad y la proliferación de grupos armados aumenta los riesgos de seguridad para las misiones de rescate y ayuda.
La ayuda disponible para Siria sólo será eficaz si el régimen de Asad está dispuesto a permitir el acceso a las zonas controladas por los rebeldes. Las organizaciones internacionales de ayuda no pueden hacer mucho ante un gobierno intransigente. Otros gobiernos deberían intentar seriamente entablar un diálogo con el presidente sirio, Bashar al Asad. La prioridad para Siria es negociar con el gobierno y otros grupos armados un acceso seguro y sin trabas que garantice el suministro de más ayuda durante el tiempo necesario.
El dinero es crucial
Las donaciones en metálico del público y de los gobiernos son importantes. Lo ideal es que no se destinen a fines específicos, es decir, que los donantes no dicten cómo debe gastarse el dinero. Esto permite a las organizaciones de ayuda adaptar rápidamente sus respuestas cuando sea necesario.
Obviamente, en estos momentos, las principales prioridades son los alimentos y el agua, el acceso a la asistencia médica y ropa y cobijo adecuados a las condiciones meteorológicas actuales.
Es comprensible que la población desee que los suministros se envíen lo antes posible, pero el estado de las infraestructuras en la región del terremoto no lo permite y el almacenamiento de suministros en la zona aumenta el riesgo de robo. Además, el tipo de ayuda que se necesita está cambiando rápidamente, ya que la atención pasa de poner el foco en la búsqueda y el rescate a centrarse en mantener a la gente con vida.
El objetivo debe ser garantizar un suministro lento pero constante de artículos esenciales. Esto significa encontrar rutas de acceso alternativas y seguras, por ejemplo, utilizando el transporte marítimo para construir una vía continua de suministros internacionales, entregándolos constantemente a las zonas más afectadas mediante vehículos pequeños. Los animales de carga, como los burros, también pueden desempeñar un papel importante en la entrega de suministros básicos y proporcionar un servicio de ambulancia para las personas que se encuentran en lugares de difícil acceso.
Deben abrirse corredores de ayuda hacia el norte de Siria. En el pasado reciente, Rusia y China han bloqueado los esfuerzos de la ONU para reabrir varias rutas desde Turquía a Siria cerradas por el régimen de Assad. Mientras tanto, Damasco se niega a destinar recursos al territorio controlado por los rebeldes y acusa a las organizaciones internacionales que responden de «financiar a terroristas». Esto va a requerir un gran esfuerzo diplomático para que la ayuda fluya desde ambos lados.
Las organizaciones de ayuda deben coordinar sus esfuerzos y colaborar con las comunidades locales y los actores políticos, algo especialmente importante en el norte de Siria, de donde los trabajadores humanitarios internacionales se vieron obligados a salir hace varios años debido a los elevados riesgos de seguridad.
Cuidar de los muertos
Como ya se ha mencionado, también hay un brote de cólera en la región afectada. La Organización Mundial de la Salud identifica el cólera como una de las pocas enfermedades que pueden transmitirse a través de los cadáveres, por lo que esto puede suponer un enorme riesgo para la salud pública tras una catástrofe natural.
Para evitar repetir los mismos errores que se cometieron en Haití, donde un gran número de personas acabaron infectadas, el control de la enfermedad debe ser una prioridad. Esto requerirá ayuda especializada para garantizar unas condiciones sanitarias y unos enterramientos adecuados.
La lentitud de la respuesta no tiene por qué ser una característica definitoria de esta crisis. Todavía hay tiempo para la coordinación, la colaboración y la diplomacia para poner las cosas en marcha y salvar tantas vidas como sea posible.
Nonhlanhla Dube es profesora de Gestión de Operaciones en la Universidad de Lancaster (Reino Unido)
Publicado originalmente en The Conversation bajo licencia Creative Commons el 10/2/2023
Traducción del original en inglés: Turkey-Syria earthquake: why it is so difficult to get rescue and relief to where it is most needed
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