Las últimas tropas británicas que quedaban en Irak se han retirado finalmente este domingo, ocho años después de la invasión liderada por Estados Unidos que acabó con el régimen de Sadam Husein. Los últimos en salir han sido los contingentes de la armada, que se han dedicado en estos últimos meses al adiestramiento de la fuerza naval iraquí. La mayoría de los militares que el Reino Unido envió a Irak en 2003, no obstante, ya habían sido retirados en julio de 2009.
Como balance, 179 soldados muertos y, según el ministro de Exteriores británico, William Hague, «el éxito de haber convertido Irak en un lugar mucho mejor del que nos encontramos al llegar».
No todo el mundo comparte, sin embargo, la visión triunfalista del canciller. Aparte de la propia opinión pública británica, muy crítica desde el principio con la participación del Reino Unido en la guerra, su predecesor en el cargo, David Miliband (nombrado tras la dimisión de Blair, en 2007), dijo ayer que el progreso podría haber sido mucho más rápido y eficaz si los aliados hubiesen sido capaces de desarrollar una «apropiada estrategia para la paz», más allá del conflicto. «Ha habido cosas positivas», añadió, «pero la lista de las negativas es muchísimo más larga».
Mientras, este mismo domingo, al menos 12 personas murieron y otras 23, en su mayoría policías iraquíes, resultaron heridas, en un doble atentado en la zona de Al Tayi, 30 kilómetros al norte de Bagdad,
Los 45.000 soldados estadounidenses que quedan en Irak se retirarán, en principio, a fin de año.
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