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Los apuñalamientos presuntamente cometidos por palestinos que han causado dos muertos y dos heridos, y las protestas, han disparado la tensión en Israel y Cisjordania en las últimas horas. Una mujer falleció y otras dos personas sufrieron heridas en uno de estos ataques, perpetrado al parecer por un palestino que resultó herido de gravedad en el bloque de asentamientos judíos de Gush Etzión, en Cisjordania, horas después de que un soldado israelí fuera apuñalado en una estación de tren de Tel Aviv y que terminó muriendo a causa de las lesiones, informa Efe.

¿El germen de una nueva intifada?

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Los tres periodistas de Al Jazeera condenados en Egipto. De izquierda a derecha, Peter Greste, Mohamed Fahmy y Baher Mohammed. Foto: Heba Elkholy / El Shorouk

«La única razón por la que estos tres hombres están en prisión es que a las autoridades egipcias no les gusta lo que dicen. Son presos de conciencia y deben ser puestos en libertad de forma inmediata y sin condiciones. En el Egipto actual cualquiera que se atreve a desafiar el discurso oficial del Estado se convierte en un objetivo legítimo». El comunicado hecho público por Amnistía Internacional tras las condenas en Egipto a tres periodistas del canal en inglés de Al Jazeera resume bastante bien lo ocurrido. Todo el proceso ha sido, en palabras de esta organización, «un auténtico fraude».

Un tribunal egipcio sentenció este lunes a entre siete y diez años de cárcel a tres periodistas del canal catarí por «difundir noticias falsas sobre Egipto» y «colaborar con los Hermanos Musulmanes». El corresponsal australiano Peter Greste y el egipcio con pasaporte canadiense Mohamed Fahmy recibieron una pena de siete años de prisión. El egipcio Baher Mohamed fue condenado en total a diez años, siete por los mismos cargos que sus compañeros y otros tres porque llevaba encima una bala (recogida como souvenir durante una manifestación) en el momento de su detención. La corte condenó asimismo a diez años de cárcel a otras doce personas (varios periodistas de Al Jazeera también entre ellas), que han sido juzgadas en ausencia.

Este fin de semana, el secretario de Estado estadounidense, John Kerry, quien ha calificado el veredicto de «draconiano», discutió el caso en El Cairo con el presidente egipcio, Abdul Fatah al Sisi. Kerry también confirmó, de todos modos, que la ayuda militar estadounidense seguirá fluyendo, ahora que Al Sisi ya no es un militar golpista, sino un respetable presidente electo, y por mucho que haya que torcer la cara ante sentencias como ésta, o como las que han condenado recientemente a muerte a centenares de seguidores de los Hermanos Musulmanes, su líder incluido.

Desde que, siguiendo en parte los intereses del Gobierno de Catar, Al Jazeera apoyó al gobierno islamista del derrocado Mohamed Mursi, el nuevo régimen egipcio no le ha dado tregua. La cadena, cuyas oficinas en El Cairo fueron cerradas por las autoridades, ha sido acusada de respaldar a los Hermanos Musulmanes –declarados grupo terrorista– y de difundir informaciones que «tergiversan la realidad de Egipto».

Como señala a El País Ahmed Hammad, profesor de Comunicación en la Universidad Al Azhar de El Cairo, «es cierto que Al Jazeera tiene un sesgo favorable a la Hermandad. Pero en Egipto no hay medios imparciales. Actualmente, tanto los públicos como los privados apoyan firmemente al gobierno, y no hay espacio para voces disidentes».

Las condenas a los periodistas de Al Jazeera y, en general, todo el proceso judicial, han levantado duras críticas de organizaciones de derechos humanos y de colectivos de periodistas, que han convocado numerosas protestas para apoyar a los acusados y pedir su puesta en libertad. Gobiernos como los de Australia, el Reino Unido o Estados Unidos han exigido asimismo que se revisen las sentencias, apelando en algunos casos al presidente Al Sisi.

La Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, Navi Pillay, también se sumó a las peticiones de que los periodistas sean puestos en libertad, y declaró sentirse «consternada y alarmada»: «Estoy especialmente preocupada por el papel del sistema judicial en esta represión», indicó.

«Esto es lo que pasa cuando se silencia a los periodistas». Página en blanco pagada por Al Jazeera en The New York Times

Los periodistas sentenciados, que fueron detenidos el pasado mes de diciembre, aseguran que tan solo estaban haciendo su trabajo, y que son víctimas de la lucha política existente en Egipto. Durante los cinco meses que ha durado el juicio, los fiscales no han presentado ni una sola prueba sólida en su contra, a menos que cuenten como tales fragmentos de vídeos de otras cadenas de televisión que el propio juez consideró irrelevantes, un reportaje para la BBC sobre Somalia elaborado por Greste en 2011, un informativo realizado cuando ninguno de los condenados se encontraba en Egipto o incluso un vídeo musical de una cantante australiana.

«El periodismo no es un crimen. Si lo fuese, estaríais todos tras la rejas, así de simple. Nuestro hijo Peter es un periodista galardonado, no un criminal», dijo este lunes a los reporteros en Australia el padre de Peter Greste.

Uno de los responsables de Al Jazeera en inglés, Al Anstey, calificó las sentencias de «ilógicas, sin sentido y completamente injustas»: «Hoy han sido condenados tres colegas y amigos, que van a continuar encerrados en prisión por hacer un brillante trabajo y ser unos brillantes periodistas, ‘culpables’ de cubrir historias con un gran talento e integridad, ‘culpables’ de defender el derecho de la gente a saber qué está pasando en el mundo».


Más información y fuentes:
» Dark day for media freedom as Al Jazeera journalists convicted (Aministía Internacional)
» Outcry after Egypt sentences 3 reporters to prison (AP)
» Outrage as Egypt jails Al Jazeera staff (Al Jazeera)
» Condenan a entre 7 y 10 años de cárcel a periodistas de Al Yazira en Egipto (Efe)
» La ONU consternada por la condena en Egipto a tres periodistas de Al Yazira (Efe)
»Egypt trial: Journalists to protest over al-Jazeera trio (BBC)
» Condenados tres periodistas de Al Jazeera en Egipto (Guerra Eterna)
» More Egyptian Injustice (Editorial en The New York Times)
» No journalist’s report could damage Egypt as much as the Al-Jazeera verdict (Jess Hill, en The Guardian)
» Las cosas claras (Imane Rachidi , en M’Sur)
» La guerra entre Egipto y Al Yazira (El País)
» Beyond Al Jazeera: Egypt’s chilling verdict on media freedom (Aidan White, en OpenDemocracy)
» La justicia egipcia confirma la horca para 183 islamistas (Efe)

Egipto: cuando el periodismo es un crimen

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El entonces presidente de Siria, Hafez al Asad, y su ministro de Defensa, Mustafa Tlas, durante la guerra árabe-israelí de 1973, en el frente del Golan. Foto: Wikimedia Commons

El canal en inglés de Al Jazeera emitió el pasado mes de abril un documental en dos partes sobre la historia de Siria desde su independencia de Francia hasta nuestros días. Dirigido por Suhaib Abu Doulah, y con un título que deja bastante claro el enfoque, Syria: The Reckoning (Siria: el ajuste de cuentas) ayuda a entender un poco mejor el camino recorrido por el país hasta la guerra que lo está devastando desde hace ya más de dos años. Le falta algo de ritmo, el montaje es bastante básico, la parte dedicada a Bashar al Asad es demasiado breve y, como casi siempre en estos casos, las «reconstrucciones» con actores no son muy afortunadas, pero aún así, vale la pena.

Al margen del efecto provocado por la llamada primavera árabe en las primeras protestas contra el régimen, no es posible comprender del todo el conflicto actual en Siria sin recordar también la importancia que continúan teniendo en la memoria del país hechos fundamentales como las circunstancias que llevaron a Hafez al Asad al poder, o los enfrentamientos entre el régimen y los grupos islamistas suníes, que culminaron en la masacre de Hama de 1982.

Siria: un poco de contexto histórico

El canal en inglés de Al Jazeera emitió el pasado mes de abril un documental en dos partes sobre la historia de Siria desde su independencia de Francia hasta nuestros días. Dirigido por Suhaib Abu Doulah, y con un título… Leer

Imagen del documental ‘Girls FC’, de Al Jazeera

Klodi Salami: «Recuerdo que cuando empezamos fue duro. La gente se negaba a ir a ver chicas en pantalón corto practicando un deporte de hombres. Nos criticaban por llevar pantalones cortos. Y los chicos iban a los partidos solo para poder ver chicas jugando en pantalón corto. Pero ahora la gente lo acepta mejor, e incluso las chicas jóvenes se están empezando a interesar por el fútbol».

Marian Bandak: «Existe esa creencia de que el lugar de las mujeres palestinas, y de las mujeres árabes en general, está en la cocina, de que nuestro único papel es cocinar y cuidar de nuestros maridos. Nosotras nos enfrentamos a esto y logramos demostrar que también podemos jugar al fútbol. Es nuestra forma de desahogarnos».

Klodi y Marian juegan en la Liga Nacional de Fútbol de Palestina (seis equipos). El 10 de febrero de 2011, cerca de 8.000 espectadores acudieron al partido inaugural de esta competición, celebrado en el estadio Feisal al Husseini, en Cisjordania. Sus historias, y las de otras como ellas, las cuenta la cadena Al Jazeera en el recomendable documental Girls FC, centrado en un grupo de chicas palestinas, cristianas y musulmanas, que están decididas a vivir su pasión por el fútbol en un contexto predominantemente masculino, y también a conseguir su sueño de poder jugar algún día representando a su país.

Los desafíos no son pocos. Aparte del rechazo que el fútbol femenino genera en una sociedad tradicional como la palestina, a menudo las jugadoras no pueden acceder al terreno de juego debido a los controles israelíes. Y las chicas de Gaza no pueden entrenar junto a sus compañeras de Cisjordania.

Pero, como cuenta otra jugadora, Honey Thaljieh, su amor por este deporte supera a los prejuicios y a las dificultades: «Empecé jugando en mi barrio. Cogía la pelota y me iba a jugar con los chicos. El hecho de ser una chica no tenía ninguna importancia para mí. Era joven y quería jugar todo el tiempo».

Las chicas de la liga palestina de fútbol

Klodi Salami: «Recuerdo que cuando empezamos fue duro. La gente se negaba a ir a ver chicas en pantalón corto practicando un deporte de hombres. Nos criticaban por llevar pantalones cortos. Y los chicos iban a los partidos solo para… Leer

«Cuando estalló la guerra árabe israelí en 1948, bibliotecarios de la Biblioteca Nacional de Israel siguieron a los soldados que entraron en las casas palestinas, en ciudades y pueblos. Su misión era recopilar tantos libros y manuscritos valiosos como fuese posible. Se cree que reunieron alrededor de 30.000 libros en Jerusalén, y otros tantos en Haifa y Jaffa. Oficialmente fue una «operación de rescate cultural», destinada a preservar el patrimonio, pero para los palestinos fue un «robo cultural». La extensión real de esta ‘colección’ no fue conocida hasta 2008, año en que un estudiante israelí de doctorado se encontró con una serie de documentos en el archivo nacional…».

Así presenta la cadena Al Jazeera El gran robo de los libros, un magnífico documental producido por su programa Witness, y dirigido por Benny Brunner.

Los libros robados de Palestina

«Cuando estalló la guerra árabe israelí en 1948, bibliotecarios de la Biblioteca Nacional de Israel siguieron a los soldados que entraron en las casas palestinas, en ciudades y pueblos. Su misión era recopilar tantos libros y manuscritos valiosos como fuese… Leer

Impresionante reportaje de Al Jazeera en la ciudad siria de Idlib, sitiada por el ejército del régimen de Bashar al Asad. La periodista es Anita McNaught. Su cuenta en Twitter, aquí.

Idlib, Siria

Impresionante reportaje de Al Jazeera en la ciudad siria de Idlib, sitiada por el ejército del régimen de Bashar al Asad. La periodista es Anita McNaught. Su cuenta en Twitter, aquí.

La vista preliminar contra el soldado estadounidense Bradley Manning, acusado de haber realizado la mayor filtración de datos reservados de la historia de EE UU (habría proporcionado más de 700.000 documentos clasificados a Wikileaks, incluido el famoso vídeo en el que puede verse como un helicóptero del Ejército estadounidense mata a varios civiles en Irak), acaba de concluir con la petición de la defensa de que no se solicite una pena mayor de 30 años.

Traidor para unos, héroe para otros, Manning ha acaparado titulares en medio mundo durante estos días. En los medios de comunicación estadounidenses, sin embargo, no tanto. Lo cuenta el vídeo que encabeza esta entrada, un reportaje del canal en inglés de Al Jazeera.

Bradley Manning y los medios estadounidenses

La vista preliminar contra el soldado estadounidense Bradley Manning, acusado de haber realizado la mayor filtración de datos reservados de la historia de EE UU (habría proporcionado más de 700.000 documentos clasificados a Wikileaks, incluido el famoso vídeo en el… Leer

Manifestación en Manama contra la intervención en Bahréin de las tropas del Consejo de Cooperación del Golfo lideradas por Arabia Saudí, el 15 de marzo de 2011. Foto: Bahrain in pictures / Wikimedia Commons

Varias informaciones publicadas estos días sobre Bahréin destacan la creciente presión que está ejerciendo el régimen del rey Al Jalifa sobre los periodistas extranjeros, en un intento de limpiar la imagen del país, y de silenciar la represión de las protestas ciudadanas.

Bahréin, que debía haber albergado el pasado mes de marzo el primer Gran Premio del Mundial de Automovilismo de la temporada, se quedó fuera del calendario debido a la inestabilidad política y al estallido de las revueltas populares.

Ahora, la FIA le acaba de dar otra oportunidad al anunciar que decidirá en el plazo de un mes si vuelve a incluir al país del Golfo entre los organizadores de la competición, y el régimen no está dispuesto a que unas cuantas noticias sobre violaciones de derechos humanos le acaben aguando la fiesta.

La cadena de televisión catarí Al Jazeera, por ejemplo, señalaba este jueves, en su canal en inglés, que «los medios internacionales no son bienvenidos en Bahréin», y que «cada vez es más difícil informar sobre la represión generalizada». Una buena prueba la ofrece la periodista española Mónica G. Prieto, quien relata en El Mundo su propia experiencia:

Aterricé en el aeropuerto de Bahréin sobre las 20.30 horas del lunes, tras un corto periplo de Beirut a Kuwait motivado porque Bahréin ha suspendido vuelos directos con el Líbano por diferencias sectarias. Los visados profesionales del pasaporte llamaron enseguida la atención del agente de fronteras, que pasó mi documentación a un oficial de Inmigración quien, tras un corto interrogatorio, se los entregó a su vez a un agente de Seguridad.

Su tono era amenazante. «¿A qué ha venido? ¿Pretende cubrir los eventos?», preguntaba. A su entrevista le seguirían otras dos con sendos agentes de la Seguridad: tras casi tres horas de espera y muchas preguntas, el que parecía ser el responsable se pronunció. «No insista: de ninguna forma va a entrar en el país». Los oficiales de Inmigración fueron más gráficos. «Lo sentimos, no podemos hacer nada. Usted es considerada un problema para la Seguridad. Debe marcharse inmediatamente de Bahréin».

Horas después, se anunciaba la expulsión del corresponsal de la agencia Reuters, Frederik Ritcher, a quien se acusa de parcialidad en sus informaciones.

Sin embargo, a pesar de la mordaza impuesta por el régimen, la información acaba encontrando caminos para salir. Al Jazeera aseguró este jueves tener «pruebas» de que las fuerzas de seguridad «han torturado» a personal médico para obligarle a realizar confesiones. Según la cadena, desde que comenzaron las protestas a favor de la democracia en febrero, un total de 47 trabajadores sanitarios -24 médicos y 24 enfermeros-, han sido acusados, mientras que otros 150 están siendo investigados por el Gobierno.

La cadena, que afirma que trató de hablar sobre estas denuncias con las autoridades de Bahréin sin éxito, señala que los trabajadores sanitarios se enfrentan a un juicio por cargos que incluyen la incitación al odio contra el Gobierno de la isla. Poco después de emitirse el reportaje, sin embargo, las autoridades anunciaron la liberación de parte de los detenidos a la espera del juicio.

Se trata del segundo reportaje de denuncia contra el gobierno de Bahréin que emite en menos de 24 horas Al Jazeera, una cadena que, hace algunas semanas, recibió críticas por la «escasa cobertura» que estaba realizando de los acontecimientos en este país, en comparación con la que llevó a cabo anteriormente en Túnez o Egipto.

En el primero, Al Jazeera denunciaba que la Policía había golpeado y violado a niñas de entre 12 y 16 años de edad en al menos 15 colegios femeninos del país, una información que las autoridades de Bahréin calificaron de «infundada» y de «invención descarada y maliciosa».

El reportaje incluye una entrevista a una joven de 16 años de edad, que asegura que ella y otras tres compañeras fueron detenidas por la Policía y sometidas a palizas durante los tres días en que permanecieron recluidas. Una organización bahreiní de Derechos Humanos ha asegurado que al menos 70 profesores han sido detenidos, según informa Europa Press.

El estado de emergencia decretado en Bahréin a principios del mes de marzo está siendo utilizado por el régimen, según denuncian las organizaciones de derechos humanos, para justificar detenciones indiscriminadas (hay más de 800 arrestados), «juicios» rápidos contra supuestos traidores y un clima de represión que incluye toque de queda durante toda la noche. Además, se mantiene la ocupación militar de las tropas del Consejo de Cooperación del Golfo lideradas por Arabia Saudí y, según indicó esta misma semana el jefe de las fuerzas armadas bahreiníes, los soldados extranjeros permanecerán en el país incluso tras el levantamiento del estado de emergencia, que está previsto, en principio, para el mes de junio (la misma fecha en que la FIA hará pública su decisión sobre el Gran Premio de Fórmula 1).

La presión, además, no sólo la ejerce el Gobierno directamente. La agencia AP informó este miércoles de que la compañía petrolera del país, Bahrain Petroleum (controlada por el Estado), ha despedido a unos 300 trabajadores por haber tomado parte en las protestas.

Como continúa escribiendo Mónica G. Prieto:

A los bahreiníes les han robado su revolución. O mejor dicho, se la estamos robando entre todos. Aprovecharon el tirón popular de Túnez, Egipto y Yemen para armarse de valor y emularles exigiendo reformas democráticas tan básicas como que permitan a la población elegir libremente su Parlamento –la Cámara Alta es designada a dedo por el rey y los suyos, la baja es elegida por la élite afín a los Al Jalifa– y que se acabe con la discriminación contra los chiíes, una comunidad a la que se niega trabajos, ayudas sociales y cargos de responsabilidad.

Aprovecharon el 14 de febrero porque entonces se cumplía el X aniversario de un referéndum aprobado por la población según el cual el régimen se comprometía a avanzar hacia la democracia (fue en 2001 y meses después llegó la decepción. El rey ni siquiera llegó a discutir la redacción de una Constitución: aprobó unilateralmente una Carta Magna que no satisfacía las expectativas).

Tomaron la plaza de la Perla hace tres meses: laicos y religiosos, chiíes y suníes, jóvenes y mayores, para pedir dignidad y libertad y no para cuestionar a la dictadura. Y el régimen les reprimió, primero con policía, luego con militares y más tarde aceptando ayuda militar del Consejo de Cooperación del Golfo, que aglutina a los países de esta región –todos liderados por suníes– y que ven en Bahréin el fantasma de una amenaza: la rebelión de las minorías chiíes del Golfo y la creciente influencia del archienemigo iraní. […]

Pero la atención mediática ya se había desplazado a Libia y Siria. La represión en Bahrain, socio de Occidente –EE UU tiene allí basada la V Flota– dejó de existir en los informativos, y al tiempo que el silencio normalizaba de cara al exterior lo que ocurría, la dictadura radicalizaba su persecución de golpistas.

Mordaza informativa en Bahréin

Varias informaciones publicadas estos días sobre Bahréin destacan la creciente presión que está ejerciendo el régimen del rey Al Jalifa sobre los periodistas extranjeros, en un intento de limpiar la imagen del país, y de silenciar la represión de las… Leer

Plaza Tahrir, El Cairo, el 8 de febrero de 2011. Foto: Mona / Wikimedia Commons

Marwan Bishara, uno de los principales comentaristas políticos de Al Jazeera, analiza en un artículo publicado hoy en la web de esta cadena de televisión, el momento en que se encuentran las revueltas árabes, y el papel que ha jugado y está jugando la comunidad internacional, desde EE UU y Europa a China o Rusia, pasando por los países africanos y las tres naciones no árabes de la región: Irán, Turquía e Israel. Un extracto:

La revolución árabe está en marcha, y no hay vuelta atrás.

Los cambios van a llegar, y lo van a hacer más pronto que tarde. Pero, mientras que los árabes se han dado cuenta de que se trata de un cambio necesario, y están haciéndolo posible y proclamándolo a bombo y platillo, sus gobiernos y muchos líderes mundiales no parecen haber captado el mensaje.

Los líderes de EE UU, Europa e Israel –como los de Turquía e Irán, y también los de Rusia y China, e incluso los de Brasil– todavía no han sido capaces de interiorizar las dramáticas transformaciones que están teniendo lugar en el mundo árabe, y de adaptar sus políticas en consecuencia. O están tratando de sacar ventaja, o están cubriendo sus apuestas, o son terriblemente indiferentes al espíritu y la magnitud del cambio que está en juego.

Es posible que algunas de las capitales más poderosas del mundo encuentren más fácil, e incluso más seguro, seguir tratando con los mismos autócratas árabes con los que han tratado durante las últimas décadas. Y sí, es más fácil manipular a los dictadores, sobornar a sus tecnócratas o, por ejemplo, venderles armas tan caras como inútiles.

¿Pero acaso los derechos y el progreso de los árabes deberían estar condicionados por el ‘interés nacional’ a largo plazo de los europeos, los africanos, o los chinos? Hagan lo que hagan, o dejen de hacer, afectará a sus intereses en la región durante mucho tiempo. […]

Leer el artículo completo (en inglés)

Ya va siendo hora de tomarse en serio la revolución árabe

Marwan Bishara, en Al Jazeera

Estudio principal de Al Jazeera en Doha, Catar.
Foto: Wittylama / Wikimedia Commons

El canal de televisión catarí Al Jazeera se ha convertido en el principal referente informativo de las revueltas populares que están sacudiendo actualmente los países de Oriente Medio y el Magreb. Millones de personas (y no sólo del mundo árabe) están siguiendo los acontecimientos a través de esta cadena de noticias 24 horas, gracias a su emisión por satélite y en Internet.

Sin duda, redes sociales como Facebook o Twitter están teniendo un gran efecto en las revueltas (aunque tal vez no tanto como se cree), pero probablemente sea Al Jazeera la que esté jugando el principal papel en lo que respecta al efecto contagio.

En un extenso y completo artículo publicado este miércoles por Reuters, Regan E. Doherty (corresponsal de la agencia en Catar) analiza la cadena por dentro y plantea preguntas fundamentales sobre su independencia, su influencia y sus planes de futuro. Un extracto:

En la redacción, el ambiente está cargado de energí­a. Los periodistas están como petrificados frente a los monitores que muestran en vivo imágenes de El Cairo, donde cientos de miles de manifestantes están a punto de sacar del poder a otro hombre fuerte, y donde, también, los equipos de Al Jazeera se han estado enfrentando a repetidas detenciones y acoso policial. Las cintas se apilan en una esquina, con las etiquetas garabateadas en árabe.

«Esta es nuestra historia», dice un periodista de Al Jazeera que pide no ser identificado, ya que no ha sido autorizado para hablar con los medios. «Esta es la historia que está enseñando a todos los pesimistas y negativos del mundo lo que somos capaces de hacer. Nosotros tomamos la iniciativa y todos los demás nos siguieron, la CNN, Christiane Amanpour… A pesar de todo el acoso, de que nos roban las cintas y de que golpean a nuestra gente. Si estás en Estados Unidos y quieres saber lo que ocurre en Egipto, ves Al Jazeera».

En las últimas semanas se ha hablado mucho del poder de Al Jazeera, el canal de televisión catarí­ lanzado hace 15 años en este paí­s del Golfo Pérsico por el emir Sheij Hamad bin Jalifa al-Thani, con el objetivo de ofrecer la clase de noticias independientes que los canales estatales de la zona llevaban tanto tiempo ignorando. […]

Leer el artículo completo (en inglés)

El impacto de Al Jazeera

El canal de televisión catarí Al Jazeera se ha convertido en el principal referente informativo de las revueltas populares que están sacudiendo actualmente los países de Oriente Medio y el Magreb. Millones de personas (y no sólo del mundo árabe)… Leer

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