Al Qaeda

Saná, Yemen. Foto: Ferdinand Reus / Wikimedia Commons

El presidente de Yemen, Abd Rabu Mansur Hadi, presentó este jueves su dimisión, apenas media hora después de que dimitiese también su primer ministro, Jalid Bahah. La crisis de Gobierno fue anunciada cuando aún no había pasado ni un día desde que el mandatario alcanzase un pacto con los rebeldes hutíes que en septiembre tomaron la capital, Saná. La caída del ejecutivo yemení supone, además de un relativa sorpresa, un nuevo paso hacia lo que muchos analistas ven ya como un precipicio político del que solo será posible escapar reconfigurando el país por completo.

Mansur Hadi, que contaba con el respaldo de Washington y era un fiel aliado en la lucha de EE UU contra Al Qaeda, puso su cargo en manos del presidente del Parlamento, Yahia al Raie, quien se reunirá este sábado con los diputados para aceptar o rechazar la dimisión del todavía jefe de Estado. En el caso de que la Asamblea Legislativa acceda, informa Efe, será el propio Al Raie quien asuma temporalmente la Presidencia.

Acorralado por el conflicto con el movimiento rebelde de los hutíes (chiíes), Mansur Hadi justificó su decisión en que Yemen se encuentra «en un callejón sin salida», y acusó a las distintas fuerzas políticas de «falta de responsabilidad».

El país está, efectivamente, ante una grave situación, en la que peligra su misma supervivencia como Estado. Pero se trata de una realidad muy compleja que no puede reducirse a un ‘simple’ conflicto más entre chiíes y sunníes, o a un tablero donde las potencias de la región (Irán, apoyando a los primeros; Arabia Saudí y los países ricos del Golfo, a los segundos) están echándose un nuevo pulso, por más que ambos factores puedan jugar, también, un papel importante.

El presidente de Yemen, Abd Rabu Mansur Hadi. Foto: Glenn Fawcett / Wikimedia Commons
El presidente de Yemen, Abd Rabu Mansur Hadi. Foto: Glenn Fawcett / Wikimedia Commons

«La nación más pobre del mundo árabe», «un nido de yihadistas»… Son ya prácticamente frases hechas, presentes de forma casi invariable en la mayoría de los reportajes que se publican sobre Yemen; lugares comunes con los que, en un par de pinceladas, se da por contextualizada la situación del país.

Y Yemen, es cierto, es la nación más pobre del mundo árabe (unos 1.500 dólares de renta per cápita en 2013, y millones de personas subsistiendo con 2 dólares al día), como también es cierto que en los últimos años el país se ha convertido en una de las principales canteras del yihadismo fundamentalista, gracias, especialmente, pero no solo, a la presencia de Al Qaeda en la Península Arábiga, AQPA.

Pero en este roto y diverso territorio, cuya ‘primavera’ se cerró en falso tras la frustrante salida del presidente Saleh hace ahora tres años, conviven también, desde hace décadas, otros dramas que tan solo asoman la cabeza cuando, como ha ocurrido estos días, la crisis se desborda en alguno de ellos.

O cuando, como ahora, la preciada ‘estabilidad’ por la que tanto han hecho y deshecho Estados Unidos y sus aliados del Golfo (Yemen tiene una posición estratégica fundamental, entre la petrolera Arabia Saudí y las líneas comerciales marítimas del Golfo de Adén, y es, además, el principal foco de Al Qaeda en la región), se ve seriamente amenazada.

En septiembre de 2014 los rebeldes hutíes se hicieron con el control de la capital yemení, Saná, tras varias semanas de sitio. El pasado fin de semana depusieron de hecho al presidente del país, Abd Rabu Mansur Hadi, a quien mantuvieron asediado en su propia casa. Los combates del lunes y el martes en Saná se saldaron con al menos 35 muertos y 94 heridos. Este miércoles, los rebeldes y el presidente alcanzaron finalmente un acuerdo: la milicia abandonaría el palacio presidencial y dejaría en libertad al jefe del Estado Mayor, que estaba secuestrado desde el sábado. A cambio, el proyecto de Constitución al que se oponen los milicianos podría ser modificado. Hoy, sin embargo, la crisis ha tomado un rumbo completamente distinto, con la dimisión de Mansur Hadi y de su gobierno.

Estas son algunas claves para intentar entender mejor lo que está ocurriendo:

Un poco de contexto

La actual república de Yemen nació de la unión, en 1990, del Yemen del Norte (tradicionalista) y el del Sur (marxista). El Norte (con capital en Saná) se había independizado del Imperio Otomano en 1918; el Sur (Adén), del Reino Unido en 1967.

El país pasó por una brutal guerra civil en los años 90 y, en 2009, cientos de personas fueron asesinadas y más de un cuarto de millón, desplazadas, por los enfrentamientos entre las tropas gubernamentales y los rebeldes hutíes. El Gobierno declaró un alto el fuego en febrero de 2010.

En los últimos años Yemen ha sido escenario de al menos seis enfrentamientos armados entre los hutíes del norte y el Gobierno, a lo que hay que sumar la revuelta separatista en el sur, los frecuentes ataques de Al Qaeda, las luchas por el poder entre diversas facciones tribales y militares, y la represión de las protestas prodemocráticas durante la llamada ‘Primavera Árabe’.

Como consecuencia, el país ha sufrido una inestabilidad difícil de imaginar, alentada, además, por la debilidad del Estado, la corrupción y el deterioro de la economía y las infraestructuras. El elevado desempleo, el alto precio de los alimentos y los limitados servicios sociales hacen que más de 10 millones de yemeníes, según cifras citadas por la BBC, se hallen por debajo de los límites de la seguridad alimentaria.

La sombra de Saleh

Yemen es uno de los países en los que el impacto de la ‘Primavera’ provocó un cambio de régimen. En esta ocasión, sin embargo, la salida del autócrata presidente Ali Abdullah Saleh tras 33 años en el poder no fue precisamente lo que podría calificarse como un éxito revolucionario.

Con la inmunidad asegurada por el Parlamento, y tras un breve periplo que le llevó primero a EE UU (donde recibió asistencia médica) y después a Etiopía, Saleh regresó a Yemen, cedió el poder a su adjunto, Mansur Hadi, y, en febrero de 2012, inauguró incluso en Saná un museo dedicado a sí mismo y a su legado político. Su influencia en la política local sigue siendo muy importante.

Desde la salida de Saleh, Yemen ha visto intensificada su histórica inestabilidad, a pesar de que muchos en la comunidad internacional habían dado por cerrada la crisis y el proceso de transición.

La fragmentación tribal y religiosa, las grandes desigualdades económicas y la mencionada pobreza en que vive una gran parte de la población, así como el legado de la continua injerencia de potencias extranjeras como el Reino Unido (antiguo poder colonial) o, más recientemente, Estados Unidos (que tiene en Yemen uno de los principales objetivos de su guerra contra el terrorismo), Egipto y Arabia Saudí, han acrecentado las luchas por el poder, ante la situación de colapso del anterior Gobierno y la reestructuración llevada a cabo en el Ejército y las fuerzas de seguridad.

En medio de esta situación, la milicia hutí, muy activa políticamente, ha conseguido importantes avances territoriales, llegando a hacerse con el control de la capital.

¿Quiénes son los hutíes?

La milicia hutí (escrito también «huthi», o «houthi», aunque la transcripción más correcta en castellano sería «huzi») es el grupo político y militar mejor organizado del norte del país. En la actualidad, los hutíes, conocidos también como Ansar Alá (seguidores de Dios), controlan un amplio territorio entre la provincia de Saada (su feudo principal, en la frontera con Arabia Saudí) y la capital, Saná. Su influencia llega también a algunas zonas situadas más al sur.

El movimiento tiene su origen en un pequeño grupo religioso denominado Los Jóvenes Creyentes, cuyo objetivo era revitalizar el zaidismo. Los zaidíes son una rama del islam chií, surgida alrededor del siglo VIII y considerada una de las variantes más próximas, doctrinalmente, al sunnismo. El mayor número de seguidores de esta secta vive en el norte de Yemen, donde constituyen la mayoría de la población.

La denominación de «hutíes» procede de Hussein Badr al Din al Hutí, un líder religioso zaidí y miembro del Parlamento yemení que, al calor del sentimiento antiestadounidense provocado por la invasión de Irak en 2003, lideró en 2004 la primera revuelta del grupo contra el gobierno de Saleh, ya entonces aliado de Washington. Al Hutí contó asimismo con el apoyo de grupos tribales largamente castigados por las campañas militares de Saleh.

El objetivo entonces era conseguir una mayor autonomía en su territorio de la provincia de Saada, y proteger las tradiciones culturales y religiosas de los zaidíes, ante lo que consideraban un avance cada vez más invasivo del islamismo sunní.

Cuando, a finales de 2004, el ejército yemení mató en combate a Al Hutí, su familia mantuvo el control del grupo y lideró otras cinco revueltas, hasta el frágil alto el fuego firmado con el Gobierno en 2010.

¿Qué ha llevado a la crisis actual?

En 2011, los hutíes se unieron a las protestas populares contra Saleh y obtuvieron ventaja del vacío de poder subsiguiente, expandiendo su control territorial desde Saada a la vecina provincia de Amra. Más tarde participaron en la llamada Conferencia Nacional de Diálogo, tras la que, en febrero de 2014, el presidente Mansur Hadi anunció planes para convertir Yemen en una federación de seis regiones.

El pasado mes de julio, los hutíes infligieron en Amra varias derrotas a grupos tribales y de milicianos apoyados por los islamistas del partido Al Islah. El grupo ganó también en apoyo popular, circunstancia que los hutíes achacan a la frustración generada por el gobierno de transición, dominado aún por políticos ligados al antiguo régimen, incluyendo, aunque indirectamente, al propio Saleh.

A finales de ese mismo mes, el Gobierno canceló el subsidio a los carburantes, como parte de sus reformas económicas. El precio de la gasolina se duplicó. Alentado por sus victorias militares en el norte, el nuevo líder hutí, Abdul Malik al Hutí, exigió en agosto al presidente que recuperase los subsidios, y que formase un nuevo ejecutivo «no corrupto».

Miles de seguidores hutíes, tanto chiíes como sunníes, comenzaron entonces sentadas de protesta y bloqueos en edificios gubernamentales y carreteras de Saná, hasta que, en septiembre, el presidente accedió a sustituir al Gobierno y prometió rebajar los precios de los carburantes. Pero la iniciativa fue rechazada por los hutíes, al considerarla insificiente. Una semana después, las fuerzas de seguridad dispararon contra manifestantes hutíes en la capital, causando siete muertos.

El 18 de septiembre, enfrentamientos entre milicianos hutíes y sunníes en Saná dejaron 40 muertos, y el 21 de ese mes los hutíes ocuparon edificios clave en Saná. El entonces primer ministro, Mohammed Basindwa, dimitió, y el Gobierno y los hutíes firmaron un acuerdo, patrocinado esta vez por Naciones Unidas. Hutíes armados, sin embargo, continuaron patrullando las calles de Saná y, el 14 de octubre, los rebeldes capturaron la estratégica ciudad de Hudeida, en el Mar Rojo.

Una semana antes, al menos 47 personas murieron en un atentado suicida, perpetrado en la capital contra un grupo de seguidores de los rebeldes hutíes. El ataque fue reivindicado por Al Qaeda.

El 7 de noviembre los rebeldes rechazaron el nuevo gobierno, y el pasado 20 de enero milicianos hutíes atacaron la residencia de Mansur Hadi y se hicieron con el control del palacio presidencial, dos días antes de que tanto el presidente como el primer ministro presentasen su dimisión.

La situación en Yemen, en octubre de 2014. Mapa: archicivilians.com. (Pinchar en la imagen para ampliarla)
La situación en Yemen, en octubre de 2014. Mapa: archicivilians.com. Ampliar

¿Les apoya Irán?

Los hutíes lo niegan, pero es lo que piensan tanto las autoridades yemeníes como las saudíes, y lo que puede leerse también en muchos análisis publicados estos días.

De hecho, el Gobierno yemení (al que, además de EE UU, apoyan también Arabia Saudí y las monarquías sunníes del Golfo) ha interceptado barcos cargados de armas iraníes cuyo supuesto destino eran los rebeldes hutíes. Los saudíes temen que los hutíes acaben creando un mini Estado títere del Irán chií en el norte de Yemen, junto a su frontera.

Exista o no este apoyo, sin embargo, la reducción del conflicto a un mero enfrentamiento entre chiíes y sunníes, extrapolando las realidades del Líbano o de Irak, supone una gran simplificación, e implica considerar sunníes a todos los rivales de los hutíes, algo que no es cierto.

Lo explican en la revista Middle East Report los profesores Stacey Philbrick Yadav y Sheila Carapico:

Está visión está completamente equivocada. El zaidismo está relacionado con la rama imamí del chiísmo (institucionalizada en Irán), del mismo modo que, por ejemplo, los ortodoxos griegos son una rama del catolicismo. Relacionar ambos credos puede tener sentido, tal vez, en términos esquemáticos, pero en lo relativo a doctrina, prácticas, políticas y hasta festividades religiosas, el zaidismo y el chiísmo imamí son muy distintos.

Por otra parte, históricamente tanto la ciudad de Saná como las zonas del norte han sido territorio zaidí, de modo que la resistencia al avance hutí no ha procedido exclusivamente de «tribus sunníes», como han sugerido muchos periodistas, sino también de los propios hijos de tribus zaidíes que, cuando se unieron al partido neoconservador Al Islah [islamistas en la oposición, relacionados con los Hermanos Musulmanes], adoptaron una ‘identidad sunní’ inspirada por el wahabismo saudí y/o por los Hermanos Musulmanes egipcios. El clan Al Ahmar, cuyos jeques están entre los más importantes de la histórica confederación tribal zaidí Hashid, situada entre Sa’ada y Saná, y que detesta a los hutíes, es zaidí por parentesco y, a la vez, sunní por su conversión nominal tras su afiliación al partido Al Islah.

Por otro lado, el grupo mayoritario en la costa y en las provincias meridionales son los shafíes, quienes son sunníes (del mismo modo que los luteranos o los metodistas son protestantes), pero que rara vez se identifican a sí mismos como tales, a pesar de que históricamente se han distanciado de los regímenes zaidíes en Saná.

Lo cierto es que, en el limitado sentido en que este conflicto es «sectario», también lo es institucional: empezó con la rivalidad existente entre campamentos hutíes y campamentos salafistas financiados por Arabia Saudí, en la ciudad de Dammaj (históricamente zaidí), un relato bastante más interconectado con el poder estatal contemporáneo que con «eternas disputas» entre las dos ramas dominantes del islam.

Aparte del Gobierno, los principales rivales a los que se enfrentan actualmente los hutíes son Al Qaeda en la Península Arábiga (AQPA), que considera a la comunidad chií como apóstata y justifica el asesinato de sus miembros, y Ansar al Sharia, una milicia radical sunní presente en el sur y el este del país.

Al Qaeda

La rama yemení de la Al Qaeda, integrada en AQPA, es una de las más activas en la actualidad, y sus milicianos son objetivo de continuos ataques aéreos por parte de aviones no tripulados (drones) estadounidenses, que cuentan con el respaldo del Gobierno.

Yemen fue siempre una zona fundamental en la estrategia del fallecido Osama bin Laden, cuyo padre nació en este país y se trasladó posteriormente a Arabia Saudí.

La organización se reforzó a partir de los años 90 con el regreso de los muyahidines que combatieron a los soviéticos en Afganistán, y que participaron junto a fuerzas yihadistas, algunas vinculadas al sector más extremista de Al Islah, en la guerra civil contra el Partido Socialista de Yemen (PSY) y los partidos afines.

La guerra entre el Ejército yemení y Al Qaeda comenzó en 2001. Desde entonces se han venido produciendo numerosos enfretamientos entre las tropas gubernamentales y los insurgentes yihadistas, cuya presencia se ha expandido por todo el país, especialmente en la zona del antiguo Yemen del Sur.

Durante la presidencia de Saleh, sus opositores le consideraron culpable de la situación en el sur al no haber tomado medidas suficientes para frenar la entrada de Al Qaeda. Algunos grupos detractores aseguraron incluso que Saleh estaba utilizando la presencia de la organización terrorista como excusa para hacer temer una expansión islamista si su gobierno caía y afianzar así su poder y respaldo internacional.

Tras el derrocamiento de Saleh, los insurgentes utilizaron el caos que surgió para ampliar su presencia en el país. Mansur Hadi inició una reforma en el Ejército y ordenó una nueva ofensiva.

Expulsada de las gobernaciones de Abyan y Shabwah por los ataques aéreos de EE UU y las ofensivas del Ejército, la principal zona de influencia de Al Qaeda se extiende ahora por la gobernación de Hadramaut.

En las ciudades bajo control de Al Qaeda se han declarado pequeños «emiratos islámicos», donde se ha impuesto una interpretación estricta de la sharia, incluyendo numerosas detenciones arbitrarias y ejecuciones. Ello ha provocado masivos desplazamientos entre la población civil, que ha emigrado a zonas más seguras, como las ciudades de Adén y Saná.

Al Qaeda en la Península Arábiga (AQPA), con base en Yemen, asumió la autoría del atentado contra la revista satírica francesa ‘Charlie Hebdo’ perpetrado el pasado 7 de enero. Un dirigente militar de AQPA, Nasr bin Ali al Anesi, aseguró en un vídeo (en la imagen) que «la invasión bendita de París» fue planeada y financiada por la cúpula de su organización en «venganza» por las ofensas contra el profeta Mahoma. El ataque causó la muerte de doce personas, incluyendo el director de la revista, «Charb», otros ocho empleados y dos policías.

Ansar al Sharia

La otra organización salafista-yihadista importante que opera en Yemen es Ansar al Sharia, una ‘marca’ afiliada a Al Qaeda que incluye a diferentes grupos radicales de milicianos sunníes presentes en el sur y el este del país.

Se cree que Ansar al Sharia («seguidores, o partidarios, de la ley islámica») fue formada por AQPA como respuesta a un cada vez mayor movimiento opositor al Gobierno de Saleh que no comulgaba, sin embargo, con la estrategia de los grupos fundamentalistas, centrada en derrocar al régimen de forma violenta y en establecer un estado islámico basado en su particular interpretación extremista y literal de la sharia.

A principios de 2011, y aprovechando que las autoridades y el ejército estaban ocupados en la represión de las primeras protestas contra el gobierno de Saleh, Ansar al Sharia tomó el control de la provincia de Abyan, en el sur de Yemen. Durante unos diez meses, hasta junio de 2012, y según un informe de Amnistía Internacional, la zona se convirtió en un auténtico reino del terror.

Con el pretexto de «mantener el orden», y para hacer cumplir sus normas sociales y religiosas, los armados militantes de Ansar al Sharia sometieron a la población a lo que Amnistía calificó como una «horrible» violación de los derechos humanos, y que incluyó desde matanzas, torturas y confesiones forzosas hasta castigos como amputaciones, flagelaciones y crucifixiones para delitos como el espionaje o el robo.

Los islamistas: Al Islah

Al Islah, apócope de Congregación Yemení para la Reforma, es el principal partido islamista y opositor del país. Fue fundado en 1990 bajo el liderazgo del jeque Abdulá al Ahmar, y contó en su nacimiento con el apoyo de Saleh, quien potenció un islamismo político para rebajar el peso histórico de los imanes zaidíes en el país. El partido mantiene lazos con los Hermanos Musulmanes egipcios.

Asimismo, Saleh, respaldado por los países del Consejo de Cooperación del Golfo, se aprovechó durante los primeros años de su mandato de este islamismo político para reducir el poder de las formaciones marxistas presentes en el sur, con el PSY a la cabeza.

A pesar de que cuenta en sus filas con simpatizantes opuestos a la causa hutí, Al Islah ha expresado públicamente su oposición a la ofensiva contra los hutíes, argumentando que ello supondría apoyar a un gobierno respaldado por Occidente.


Más información y fuentes:
» Yemen se precipita hacia el caos político (Efe)
» Dimite el presidente de Yemen tras días de combates con los Huthi (El País)
» The Breakdown of the GCC Initiative (Stacey Philbrick Yadav y Sheila Carapic, en Middle East Report)
» Quién es quién en la lucha de poder en Yemen (Europa Press)
» Questions, answers on Yemen as rebels, president strike deal (AP)
» Yemen crisis: Who are the Houthis? (BBC)
» El rompecabezas yemení (Itxaso Domínguez de Olazábal, en Baab Al Shams)
» Yemen chaos puts uncertainty into Obama terror fight – or does it? (Howard LaFranchi, en The Christian Science Monitor)
» Yemen: the bloody road from national dialogue (AFP)
» A Poor People’s Revolution: The Southern Movement Heads Toward Independence from Yemen (Susanne Dahlgre, en Middle East Report)
» Yemen’s Houthis and their «Peaceful Revolution» (Robert Sharp, en International Policy Digest)
» As the Houthis Rise in Yemen, it is Worth Remembering that Zaydi Islam Was Not Historically Radical (Michael Collins, Middle East Institute)
» An old hand is at work in Yemen’s bloody civil war (Robert Fisk, en The Independent)
» Yemen (M’Sur)

Yemen, el país roto

El presidente de Yemen, Abd Rabu Mansur Hadi, presentó este jueves su dimisión, apenas media hora después de que dimitiese también su primer ministro, Jalid Bahah. La crisis de Gobierno fue anunciada cuando aún no había pasado ni un día desde… Leer

Miembros del EIIL (Estado Islámico de Irak y el Levante, ISIS, por sus siglas en inglés). Foto publicada en una web yihadista y verificada por AP

En noviembre de 1918, recién concluida la Primera Guerra Mundial, el coronel T. E. Lawrence, más conocido como Lawrence de Arabia, presentó ante el Comité de Guerra británico un mapa realizado por él mismo, en el que mostraba cómo deberían trazarse las nuevas fronteras en Oriente Medio, una vez desaparecido el Imperio Otomano. El mapa, más un boceto que una propuesta detallada, reservaba un espacio para los kurdos de Irak, dividía con más o menos precisión las áreas suní y chií de este país y, aunque mantenía la frontera con la actual Siria para no molestar a los franceses, agrupaba el norte de ambos Estados en una sola zona del mismo color. No le hicieron ni caso.

La Administración británica en Mesopotamia rechazó la idea de plano, y las potencias occidentales siguieron adelante con el acuerdo alcanzado durante la guerra por franceses y británicos, que habían negociado en secreto Mark Sykes y François Georges-Picot. El resultado, un Oriente Medio diseñado según agendas coloniales, a base de escuadra y cartabón, fue el mapa que, con ligeras variaciones, conocemos hoy, y también, aunque no la única, sí una de las principales semillas de un siglo de guerras y caminos sin salida.

Más tarde vendrían la creación del Estado de Israel y el drama palestino, el boom del petróleo y sus consecuencias, las dictaduras, los nacionalismos, los experimentos y las revoluciones, el fundamentalismo islámico, el terrorismo, los dobles raseros de la comunidad internacional y la frustración de que comunidades distintas no puedan vivir en paz bajo un mismo techo, más allá de los países que las albergan. Pero el germen, haber dejado de lado la compleja realidad religiosa y étnica de Oriente Próximo, había quedado plantando mucho antes, en los despachos de Londres y París… ¿Hasta ahora?

Las revueltas de la llamada «primavera árabe», iniciada hace ya tres años; la devastadora guerra civil en Siria y su efecto en los países vecinos; el caos dejado en Irak por la invasión que lideró EE UU en 2003; el renacimiento de las eternas divisiones en el Líbano… Mes tras mes, semana tras semana, las fronteras que durante décadas mantuvieron, a menudo con mano de hierro, los gobiernos de la zona, empiezan a emborronarse. Alianzas y odios ancestrales –entre las dos principales ramas del islam, suníes y chiíes, sobre todo– van tomando cada vez más protagonismo, y la identidad sectaria, étnica y religiosa se superpone a la nacional. Los grupos más radicales del llamado yihadismo aprovechan la debilidad de los gobiernos o las situaciones de guerra para crear pseudoestados en los que las líneas divisorias creadas por Occidente parecen haber dejado de existir.

Un nuevo escenario

En tan solo unos días, los yihadistas suníes del EIIL (Estado Islámico de Irak y el Levante, ISIS, por sus siglas en inglés) se han hecho con el control de Mosul, la segunda ciudad más grande de Irak y la más importante de su zona norte, llegaron a entrar triunfantes en Tikrit, capital de la provincia de Salahedin y localidad natal de Sadam Husein, y avanzan ahora hacia Bagdad tras haber provocado la huida de más de medio millón de personas, y ante la espantada del ejército iraquí.

Los insurgentes, demasiado radicales incluso para la Al Qaeda de la que se escindieron, fanáticos instalados en el terror de la intolerancia total, están estrechamente conectados con grupos similares que combaten en la guerra en Siria. Entre sus primeras acciones, a golpe de excavadora y con la gran difusión mediática que les permite su intensa actividad en las redes sociales, se apresuraron a destruir los abandonados pasos fronterizos con este país y anunciaron la unificación formal de los territorios que controlan en ambos Estados. Las fronteras ideales del califato islámico que tienen en mente se extienden desde el golfo Pérsico hasta el Atlántico, pero, de momento, sus límites no difieren mucho de aquel olvidado mapa de Lawrence.

Esta explosión está suponiendo, además, una oportunidad para los kurdos del norte de Irak, obligados a defenderse ante la ausencia del Ejército nacional iraquí, y ha provocado que Irán (la gran potencia chií) se haya comprometido a intervenir, colaborando incluso con Estados Unidos si es necesario.

Es demasiado pronto para hacer predicciones, y son muchos y muy complejos los intereses que hay en juego, pero, para algunos analistas, podríamos estar asistiendo al final de Irak tal y como lo conocemos.

Estas son, en preguntas y respuestas, las principales claves de la crisis:

¿Qué está pasando en Irak?

El pasado martes, el EIIL, apoyado por combatientes tribales y otros grupos afines, se hizo con el control de Mosul, capital de la provincia iraquí de Nínive, en el norte del país, antes de extender en los siguientes días una espectacular ofensiva hacia las provincias de Salahedin, Kirkuk y Diyala, en su camino hacia Bagdad y los santuarios chiíes de Kerbala y Nayaf. Los insurgentes llegaron a entrar en Tikrit, la cuna del fallecido líder iraquí Sadam Husein, si bien esta localidad fue recuperada después por el ejército.

La toma de Mosul, la segunda gran ciudad que cae en manos del EIIL este año, después de Faluya, supone un duro golpe a los intentos del primer ministro iraquí, Nuri al Maliki, por derrotar a los insurgentes. Desde la retirada de las fuerzas estadounidenses del país en 2011, los yihadistas han ido ocupando cada vez más territorio.

El avance actual del EIIL ha provocado la huida de cientos de miles de personas (algunas fuentes elevan el número de desplazados en la zona al medio millón), principalmente hacia el Kurdistán iraquí. La ofensiva se produce después de que los yihadistas se hayan hecho con buena parte del nordeste de Siria (el grupo controla la provincia de Al Raqqa y tiene gran presencia en la vecina Deir Ezzor, fronteriza con Irak), y tiene como objetivo establecer un estado islámico entre estos dos países.

La situación se agravó este viernes cuando el más alto clérigo chií en Irak instó a los ciudadanos a tomar armas contra los extremistas suníes, y Naciones Unidas informó de que tiene pruebas de que algunos miembros del EIIL han realizado ejecuciones sumarias de civiles en su avance hacia el sur. Diversos vídeos y fotografías distribuidos estos días en Internet muestran prisioneros capturados por los insurgentes, ejecutados o marchando en grandes filas con destino incierto.

Entre tanto, tropas kurdas tomaron este jueves el control de la ciudad petrolera de Kirkuk, en la región autónoma del Kurdistán iraquí, ante la huida de soldados y policías iraquíes, y con el fin de defender a la población del avance de los yihadistas.

Zonas controladas por el EIIL el 13 de junio de 2014. Mapa: BBC

¿Cuál es el contexto?

La violencia sectaria, principalmente entre suníes (en torno al 35% de la población) y chiíes (cerca del 65%), ha sido una constante en Irak desde la invasión liderada por EE UU que derrocó a Sadam Husein en 2003. El punto máximo se alcanzó durante la guerra civil de 2006-2007 y, tras unos años de relativa calma, la tensión volvió a recrudecerse a lo largo de 2013, con atentados casi diarios y decenas de miles de muertos cada mes.

El incremento de la violencia está vinculado al resentimiento de la población suní con la mayoría chií (actualmente en el gobierno liderado por Nuri al Maliki), a la que los suníes acusan de practicar una discriminación sistemática. Algunas muertes se producen cuando las fuerzas de seguridad se enfrentan a personas o grupos armados. En otros casos se trata de pura violencia confesional, dirigida contra objetivos civiles.

La tensión se disparó tras la retirada de las tropas estadounidenses, y las medidas adoptadas por el Gobierno para intentar atajarla solo han conseguido echar más leña al fuego. El ejecutivo actual, concebido desde el principio en base a identidades religiosas, no ha logrado articular, o fortalecer, la idea de una única entidad nacional. A ello hay que añadir los intentos de Al Qaeda en Irak y de otros grupos extremistas como el EIIL por hacerse fuertes en el país.

La guerra en Siria también está afectando. Los lazos entre los suníes de Irak y los de Siria son fuertes, y las tribus suníes iraquíes preciben la «opresión chií» como algo general, proveniente tanto del Gobierno iraquí como de la minoría alauí siria (el alauismo, confesión a la que pertenecen el presidente sirio, Bashar al Asad, y la clase dirigente de este país, es una rama del islam que comparte muchas prácticas y creencias con el chiísmo).

Por otro lado, a pesar del entrenamiento que recibieron de las tropas estadounidenses, las fuerzas de seguridad iraquíes no están aún preparadas para enfrentarse a los múltiples desafíos que presenta la situación actual. Los suníes, además, acusan a la policía y al ejército de velar tan solo por los intereses del Gobierno, en lugar de ser una fuerza nacional dedicada a proteger al país y a los ciudadanos.

Muertes violentas de civiles en Irak entre 2006 y 2014. Gráfico: BBC

¿Por qué se ha producido ahora el avance yihadista?

El origen del avance actual se encuentra en diciembre de 2013, cuando militantes islamistas tomaron la ciudad de Faluya, en el centro del país, y algunas poblaciones cercanas a Ramadi. Ahora, el EIIL está aprovechando dos factores clave: el creciente descontento de la minoría suní hacia el presidente Maliki, y la cada vez mayor dimensión sectaria de la guerra en la vecina Siria. La debilidad de las autoridades estatales en el norte de ambos países hace posible que los militantes yihadistas puedan cruzar fácilmente la frontera, y no hay que olvidar que la mayoría de la población del territorio en que se mueven es de confesión suní.

En cualquier caso, la ofensiva actual no puede calificarse exactamente como un ataque sorpresa. En las últimas semanas, el EIIL ya había atacado en otras zonas de Irak, como Samarra (localidad especialmente importante para el Gobierno por su santuario chií), y el primer ataque sobre Mosul (el verdadero objetivo) se inició el pasado 6 de junio, aunque en aquella ocasión pudo ser repelido.

¿Cómo han podido avanzar tan rápidamente?

Los insurgentes no han encontrado apenas resistencia por parte de las fuerzas de seguridad iraquíes, aquejadas de graves problemas de corrupción, marcadas por el sectarismo en sus filas y con poco sentimiento de lealtad a un gobierno que, entre otras cosas, tarda meses en pagar los salarios.

El Gobierno iraquí cuenta con unos 930.000 soldados entrenados por EE UU, y con un personal de seguridad complementario de 270.000 efectivos, suficientes, en teoría para contener a los rebeldes del EIIL, cuyo número se calcula entre 10.000 y 15.000. Las tropas iraquíes, sin embargo, están desmoralizadas por la dureza del conflicto y por la crudeza de los ataques de los yihadistas, que incluyen atentados suicidas, decapitaciones y crucifixiones.

Por otra parte, en las áreas suníes suelen estar destacados soldados suníes, que no ven con buenos ojos tener que combatir a miembros de su misma confesión, y en cuanto a la policía, muchos de sus componentes son reclutados entre la población local, y muy vulnerables, por tanto, a la presión de sus correligionarios y de los grupos terroristas. En Mosul, unos 30.000 soldados iraquíes abandonaron sus armas y huyeron cuando fueron atacados por cerca de 800 combatientes.

En cuanto al EIIL en sí, sus militantes estarían siendo apoyados por exoficiales y exsoldados del antiguo ejército iraquí que se disolvió cuando EE UU invadió el país. Además, el grupo, reforzado con voluntarios llegados no solo de Siria sino también de otros países de la región e incluso de Europa y EE UU, parece haber adaptado sus tácticas y su mensaje para conectar mejor con la población iraquí. En Siria no ocultan sus objetivos e imponen abiertamente su radical interpretación de la ley islámica, con prohibiciones que recuerdan las prácticas de los talibanes afganos y ejecuciones en plazas públicas. En Irak parecen concentrarse más en presentarse como los protectores de la comunidad suní frente al gobierno chií de Maliki.

¿Qué es el EIIL y cuál es su relación con Al Qaeda?

El Estado Islámico de Irak y el Levante surgió durante la guerra de Irak de 2003, y juró alianza a Al Qaeda en 2004. En 2006, la organización, bajo el nombre de Estado Islámico de Irak, se estableció como una coalición que englobaba a varios grupos insurgentes iraquíes (incluyendo su predecesor el Consejo de la Shura de los Muyahidines, la propia Al Qaeda en Irak y diversos clanes suníes), con el objetivo de establecer un califato islámico en las regiones suníes de Irak.

El grupo adoptó su actual denominación de Estado Islámico de Irak y el Levante en 2013, al ampliar su ámbito de operaciones a la vecina Siria, donde se ha convertido es una de las principales facciones de la guerra civil, y controla parte de las gobernaciones sirias de Idlib, Alepo y Raqqa. En abril de ese año, la organización se presentó como una fusión entre el original Estado Islámico de Irak (vinculado a Al Qaeda) y el grupo yihadista rebelde sirio conocido como Frente Al Nusra.

Al Nusra, sin embargo, rechazó la supuesta alianza, y dos meses después el propio líder de Al Qaeda, Ayman al Zawahiri, desautorizó al EIIL como rama territorial de la organización. Al Zawahiri, quien quiere una única facción yihadista combatiendo a las fuerzas del Gobierno sirio, teme que la brutalidad de los métodos del EIIL y la violencia terrorista sistemática que este grupo ejerce sobre la población local acabe deslegitimando la causa yihadista global. Por su parte, el máximo dirigente del EIIL, Abu Bakr al Baghdadi, desobedeció a Al Zawahiri y se negó a aceptar la orden de que sus actividades se limitasen al territorio iraquí.

La competencia entre Al Qaeda y el EIIL por liderar el yihadismo global puede tener como consecuencia un mayor riesgo de atentados en OccidenteLa competencia entre Al Qaeda y el EIIL por liderar el yihadismo global puede tener como consecuencia un mayor riesgo de atentados en Occidente, con fines propagandísticos. Según explica en el diario El País Fernando Reinares, investigador principal de Terrorismo Internacional en el Real Instituto Elcano y catedrático de Ciencia Política en la Universidad Rey Juan Carlos, «a partir de sus conquistas en Irak y Siria el EIIL ha pasado a competir con Al Qaeda por la hegemonía del yihadismo en Próximo Oriente y más allá. Es hoy el desarrollo más importante en la evolución del yihadismo global, cuyos actores están tomando partido por Al Qaeda y sus afines o por el EIIL y los suyos […]. Al Qaeda y el EIIL, en su pugna por movilizar apoyos en el seno de las poblaciones musulmanas, intentarán mostrar potencial para infligir daño a países del mundo occidental utilizando adeptos con que cuenten en los mismos».

¿Cómo actúa en las zonas que controla?

Con sus caras a menudo cubiertas y sus omnipresentes banderas negras, los extremistas del EIIL dirigen las poblaciones que controlan como pequeños Estados, aplicando su radical interpretación de la ley islámica y organizando desde cortes de ‘justicia’ hasta escuelas, servicios urbanos básicos o incluso distribuciones de alimentos.

En Siria ejercen su poder sin contemplaciones (ejecuciones públicas, amputaciones por robos, prohibición de actividades como la música). En Irak parece existir una mayor moderación, aunque solo relativa. En ambos casos han demostrado bastante eficacia a la hora de gestionar los recursos, incluyendo campos de petróleo en Siria o plantas eléctricas en Irak.

Tras tomar el control de Mosul, el EIIL hizo públicas algunas consideraciones y normas para la población. Entre ellas:

  • Somos soldados del islam, y nuestra responsabilidad es recuperar la gloria del Califato Islámico.
  • Los líderes tribales y jeques que colaboren con el Gobierno serán considerados traidores.
  • Las mujeres solo deben salir de casa si es necesario, y, en ese caso, deben vestir de forma modesta y con ropa amplia.
  • El alcohol, el tabaco y las drogas están prohibidos.
  • Soldados, policías y miembros de otras organizaciones ateas pueden arrepentirse. Habilitaremos lugares específicos para que lo hagan.
  • Las reuniones públicas con armas y banderas [salvo las del EIIL] están prohibidas.
  • Nuestra postura sobre los santuarios y tumbas [chiíes] es conocida [serán destruidos].

En cuanto a sus recursos económicos, el EIIL cuenta con amplias redes de extorsión, y en febrero se hicieron con los valiosos campos de gas de Conoco, cuyo valor se calcula en cientos de miles de dólares. Tras la toma de Mosul, el Gobierno regional iraquí aseguró que el EIIL se había apoderado del equivalente a 430 millones de dólares en moneda iraquí y oro.

¿Quién es su líder?

Abu Bakr al-Baghdadi
El líder del EIIL, Abu Bakr al Baghdadi, según una foto distribuida por el Ministerio del Interior iraquí

Considerado por la revista Time «el hombre más peligroso del mundo», y apodado por el diario Le Monde como «el nuevo Bin Laden», el líder del EIIL, Abu Bakr al Bagdadi, es una figura relativamente poco conocida, tremendamente esquiva y bastante enigmática. Estados Unidos ofrece por su cabeza una recompensa de 10 millones de dólares.

Nacido en la ciudad iraquí de Samarra en 1971, Al Bagdadi, de quien apenas existen un par de fotografías públicas, asegura ser descendiente directo del profeta Mahoma y, según una biografía citada frecuentemente por los yihadistas, procede de una familia profundamente religiosa y obtuvo un doctorado en la Universidad Islámica de Bagdad. En 2005 fue capturado por las tropas estadounidenses y pasó cuatro años como prisionero en Bucca, al sur de Irak, donde, presumiblemente, entró en contacto con combatientes de Al Qaeda.

En 2010, tras la muerte de varios de los líderes de Al Qaeda en Irak, Al Bagdadi asumió el mando de la organización integrista en el país, en un momento en que la rebelión suní estaba muy debilitada. La guerra en Siria y las políticas del Gobierno iraquí reforzaron tanto al grupo como su liderazgo.

Como señalaba hace unos días un antiguo oficial antiterrorista británico a la agencia AFP, «durante los últimos 10 años, Al Zawahiri [el líder de Al Qaeda] ha estado escondido en la frontera entre Afganistán y Pakistán y se ha limitado a publicar unos pocos comunicados y vídeos, mientras que Al Bagdadi ha capturado ciudades, ha movilizado enormes cantidades de gente, ha asesinado sin piedad a lo largo de Irak y Siria… Si fueras un tipo que busca acción, tu opción sería Al Bagdadi».

¿Cómo son sus combatientes?

El EIIL, un grupo que está combatiendo, con éxito, a dos gobiernos y a otros grupos rebeldes, es como un imán para militantes radicales, no solo iraquíes y sirios, sino de todo el mundo, incluyendo, tal y como puede verse en los vídeos y mensajes que distribuye en Internet, chechenos, alemanes, británicos o estadounidenses.

Un líder del opositor Ejército Libre de Siria indicaba a The New York Times que los combatientes del EIIL están «mejor pagados, mejor entrenados y mejor armados que muchos soldados de los ejércitos nacionales de Siria e Irak». Según testimonios citados por ese mismo diario, muchos se unen a los yihadistas por motivos ideológicos, pero otros lo hacen tambien atraídos por los altos salarios y por la capacidad del grupo para consolidar su poder en las zonas que controla.

¿Pueden tomar Bagdad?

No es muy probable. Por un lado, la defensa de la capital, pertrechada por milicias chiíes y con una presencia del ejército mucho más sólida, no tendría nada que ver con lo ocurrido en el norte. La implicación internacional sería, además, mucho mayor, empezando por Irán.

Por otra parte, no parece que, de momento, el EIIL tenga la capacidad humana, logística y militar necesaria para capturar (y mantener) Bagdad y seguir controlando, a la vez, el resto del territorio.

¿Qué responsabilidad tiene EE UU?

Para algunos analistas, la situación que vive actualmente Irak es la consecuencia directa de la invasión liderada por Estados Unidos en 2003, bajo la presidencia de George W. Bush. La desmantelación del régimen (y del ejercito) de Sadam Husein, que, aunque de forma brutal, mantenía unido el país con un férreo centralismo, no fue sustituida por un gobierno lo suficientemente integrador. El régimen dictatorial de Sadam, controlado por la minoría suní, creó durante décadas un resentimiento entre kurdos y chiíes cuya solución difícilmente podía pasar por darle, sin más, la vuelta a la tortilla. Teóricamente, la intención de Washington era crear un modelo que uniese a todas las comunidades. En la práctica supuso un Estado dominado por la mayoría chií.

La apuesta de la Administración de Barack Obama por Maliki no hizo más que empeorar la situaciónPosteriormente, la apuesta de la Administración de Barack Obama por Maliki no hizo más que empeorar las cosas, creando un país irreversiblemente dividido ahora entre suníes, chiíes y kurdos. La retirada de las tropas estadounidenses cuando aún no estaba garantizada la estabilidad política ni la seguridad acabó de derribar lo que era ya un frágil castillo de naipes. A pesar de los planes iniciales de EE UU de mantener algunas fuerzas en Irak para apoyar al ejército local, las últimas tropas estadounidenses abandonaron el país en diciembre de 2011 sin que se hubiese conseguido un acuerdo en ese sentido entre Bagdad y Washington.

¿Cómo ha respondido Obama?

De momento, el presidente de Estados Unidos ha rechazado una nueva intervención militar terrestre para contener a los yihadistas en Irak. El pasado viernes, Obama indicó claramente que no hará regresar a las tropas estadounidenses a este país, cuya situación describió como un «problema regional a largo plazo», si bien se comprometió a ayudar a las autoridades iraquíes a hacer frente a los guerrilleros, siempre que el Gobierno de Bagdad haga su trabajo: «Estados Unidos hará la parte que le corresponda, pero cualquier tipo de acción que emprendamos deberá estar acompañada por los esfuerzos de los líderes iraquíes», dijo.

No obstante, Obama dejó la puerta abierta a otras opciones militares, entre ellas la que se baraja con más fuerza: ataques aéreos selectivos. Este sábado, el secretario de Defensa de EE UU, Chuck Hagel, ordenó el envío del portaavioneGeorge H.W. Bush al golfo Pérsico.

¿Cómo ha reaccionado Irán?

Las autoridades iraníes (chiíes), que han respaldado siempre al primer ministro iraquí, se apresuraron a expresar su apoyo al Gobierno de Bagdad en su lucha contra los insurgentes suníes, y han llegado a contemplar incluso una eventual (y hasta ahora, impensable) cooperación con Estados Unidos, país que pidió una respuesta «fuerte y coordinada». El presidente iraní, Hassan Rohani, señaló que su país (principal aliado del régimen sirio) no tolerará la violencia y el terror en la región.

Rohani ha negado que Irán haya enviado soldados a Irak, aunque indica que «está dispuesto a ayudar a un país amigo». Como recuerda en El Mundo Javier Espinosa, «Irán ni siquiera necesita implicar gran número de tropas en el territorio iraquí. Desde hace años Teherán apadrina toda una nebulosa de milicias como Asaib ahl Haq, Kataib Hizbulá, Kataib Sayyid al-Shuhada o las Brigadas Badr, que casi actúan como unidades afiliadas a su propio ejército».

¿Qué consecuencias está teniendo la crisis para los kurdos?

Tras el avance de los yihadistas, las fuerzas de seguridad de la región autónoma del Kurdistán iraquí están ocupando las posiciones de las que ha huido el ejército de Bagdad, especialmente en las regiones de Nínive y Kirkuk. Se trata de una zona a la que, tras la invasión estadounidense, regresaron masivamente miles de kurdos desplazados, y en la que se han producido desde entonces continuos enfrentamientos con las autoridades centrales, tanto por cuestiones territoriales como por el control de la gran riqueza petrolera de esta región.

La situación actual supone una oportunidad única para que se produzca una mayor desmembración con respecto a Bagdad, y para que los kurdos afiancen su control político y militar en el norte. Por lo pronto, los diputados de esta comunidad boicotearon esta semana la reunión del Parlamento iraquí en la que Maliki pretendía conseguir apoyo para declarar el estado de emergencia a nivel nacional (una situación que acrecentaría notablemente su poder), y que tuvo que ser suspendida ante la falta de quórum.

Los kurdos ya han mandado al EIIL el mensaje de que no van a reaccionar como el ejército iraquí, y han reforzado sus defensas en numerosas poblaciones. Su papel, no obstante, puede suponer un importante punto de fricción en el futuro, se incline la balanza hacia donde se incline, ya que tanto los árabes iraquíes suníes como los chiíes se oponen a sus reclamaciones territoriales más allá de su enclave actual.

¿Se dividirá Irak?

Esta nueva crisis ha vuelto a poner sobre la mesa la vieja idea, discutida ya durante la guerra de 2003, de que Irak se divida en tres regiones separadas, o incluso en tres naciones independientes: una chií (Bagdad y la mayor parte del sur y la frontera oriental con Irán), una suní (el oeste y algunas zonas del norte), y una kurda (también en el norte, e incluyendo las ciudades de Irbil y Kirkuk, a las que Sadam desplazó grandes cantidades de población árabe).

La opción de la división, planteada también en otros países de la región, tiene defensores y detractores. Por un lado, y contando siempre con que los extremistas del EIIL fuesen reemplazados en un futuro por un liderazgo suní civilizado, el nuevo mapa obedecería a una distribución mas homogénea de la población y supondría, en principio, menos tensiones de carácter étnico y confesional. Por otro lado, y como señalaba el diario británico The Guardian en un editorial, «un Irak dividido sería demasiado débil como para hacer frente, en el mejor de los casos, a la penetración de potencias exteriores, y, en el peor de los casos, podría convertirse en el campo de batalla de la guerra regional entre suníes y chiíes».

La clave, al final, es determinar hasta qué punto es posible un Estado integrador y aconfesional a estas alturas, con tantos muertos a la espalda en todos los bandos.

¿Cómo afecta la crisis a Turquía?

Al otro lado de la frontera septentrional iraquí, el Gobierno de Ankara ya ha celebrado reuniones de emergencia, y decide cómo rescatar a los 80 ciudadanos turcos que mantiene secuestrados el EIIL.

Turquía, con grandes intereses energéticos en Irak, es ahora especialmente sensible a posibles ataques yihadistas, una situación que le ha obligado ha cambiar su discurso en los últimos meses. En 2012, el Gobierno de Recep Tayyip Erdoğan, que apoya a los grupos opositores al régimen sirio de Bashar al Asad, calificó de «apresurada» la decisión de EE UU de incluir al Frente Al Nusra como grupo terrorista. Por entonces, a Ankara no le preocupaba especialmente la ideología de los rebeldes sirios. El pasado mes de junio, Turquía ya había colocado a Al Nusra en su propia lista de grupos terroristas.

¿Cómo está sufriendo la población?

El viernes, la alta comisionada de la ONU para los Derechos Humanos, Navi Pillay, mostró su extrema preocupación por «el deterioro dramático de la situación en Irak», de donde provienen «informaciones sobre ejecuciones sumarias y extrajudiciales, y el desplazamiento masivo de medio millón adicional de personas». El sábado, la ONU calificó la crisis como una «tragedia humana» y cifró el número de desplazados internos en todo el país en alrededor de un millón de personas.

La masiva llegada al Kurdistán iraquí en los últimos días de civiles procedentes de la vecina provincia de Nínive ha abierto un nuevo frente humanitario para la Agencia de la ONU para los Refugiados (ACNUR), que ya tenía que afrontar la ayuda a los refugiados que siguen llegando de Siria y a los desplazados en los últimos meses de la provincia iraquí de Al Anbar, en el oeste del país.


Publicado originalmente en 20minutos

La explosión yihadista dinamita Irak y emborrona aún más el frágil mapa de Oriente Medio

En noviembre de 1918, recién concluida la Primera Guerra Mundial, el coronel T. E. Lawrence, más conocido como Lawrence de Arabia, presentó ante el Comité de Guerra británico un mapa realizado por él mismo, en el que mostraba cómo deberían trazarse las nuevas fronteras en Oriente Medio, una vez desaparecido el Imperio Otomano. El mapa, más un boceto que una propuesta detallada, reservaba un espacio para los kurdos de Irak, dividía con más o menos precisión las áreas suní y chií […]

Hay meses, como éste, en los que la violencia se cobra más vidas en Irak que en Siria. No es cuestión de comparar unos muertos con otros, o de ponerlos en una balanza; todos pesan lo mismo. Pero a veces es necesario recurrir a la fría estadística para recuperar la atención y combatir el olvido; repasar los datos, los números, los recuentos diarios de fallecidos, y mirar después a las víctimas, a los ciudadanos cuya vida ha sido segada mientras esperaban el autobús o en la cola del paro, cuando compraban en un mercado callejero, cuando jugaban al fútbol en un partido de barrio entre aficionados…

Solo este lunes, al menos 64 muertos; desde principios de julio, unos 800; en lo que va de año, y la cifra es de Naciones Unidas, cerca de 3.000. Están todos, para que la cotidianeidad de la muerte no los acabe borrando de la memoria (en la portada de la edición en inglés de Al Jazeera, por ejemplo, no hay ahora mismo ni una sola noticia de Irak), en la página web Iraq Body Count.

De los 64 muertos de este lunes, 54 fallecieron como consecuencia de una cadena de atentados perpetrados en zonas de mayoría chií. En Bagdad estallaron once coches bomba en nueve barrios diferentes. En al menos siete de ellos la mayoría de la población pertenece a esta confesión religiosa. Los otros diez muertos fueron militantes abatidos por las fuerzas de seguridad en la ciudad de Tikrit, según informan las agencias internacionales, citando fuentes oficiales.

En Ciudad Sadr, barrio chií de Bagdad, un coche bomba explotó en una plaza donde estaban reunidos obreros jornaleros que buscaban trabajo. La explosión hizo volar por los aires un minibús, arrojándolo a más de diez metros, y destruyó los escaparates de varias tiendas, según relató un fotógrafo de AFP.

Otro coche bomba explotó en Mahmudiya, a 30 Km al sur de la capital, matando al menos a dos personas e hiriendo a otras 25. En Kut, una ciudad de mayoría también chií a 160 Km al sur de Bagdad, al menos seis personas murieron y 57 resultaron heridas en la explosión de dos coches bomba. Al menos dos personas más murieron y decenas resultaron heridas por la explosión de dos coches bomba en Samawa, otra ciudad chií situada a 280 Km al sur de Bagdad. Y en Basora, en el sur, y también de mayoría chiita, estalló otro coche bomba, con un balance de cuatro muertos y cinco heridos.

En los últimos tres meses, la violencia ha alcanzado niveles semejantes a los de la guerra civil de 2006-2007. Los ataques con bomba, coordinados contra la población civil, ocurren de promedio una o dos veces por semana. A ello hay que sumar otros atentados, con blancos más específicos, que acosan diariamente a las fuerzas del orden.

El incremento de la violencia está vinculado al resentimiento de la población suní con la mayoría chií, actualmente en el poder, y a la que los suníes acusan de practicar una discriminación sistemática. Pero una lectura que se quede en el mero enfrentamiento sectario sería demasiado pobre.

Hace unos meses este blog publicó unas cuantas claves para tratar de entender un poco mejor lo que está ocurriendo. El editorial de este lunes del diario británico The Guardian ofrece algunas más:

[…] La crueldad y los objetivos indiscriminados recuerdan los años terribles que sucedieron a 2006, años que, supuestamente, Irak debería haber dejado atrás con el establecimiento de un gobierno democrático, la aprobación de la Constitución y la transferencia de la responsabilidad de la seguridad a los soldados y la policía iraquí por parte de los estadounidenses

Pero el primer ministro, Nuri al Maliki, ha demostrado ser un líder desastroso que ha trastocado la Constitución para concentrar el poder en sus manos, excluir a la mayoría suní y amenazar potencialmente el hasta ahora pacífico norte kurdo. El consiguiente contraataque de los suníes, explotado por Al Qaeda, es el trasfondo de esta última oleada de violencia. Y la situación ha empeorado tras las recientes fugas ocurridas en las prisiones de Abu Hhraib y Taji, que han devuelto a la lucha a veteranos extremistas, y que parecen demostrar que este gobierno puede ser tan incompetente como dictatorial. A fin de cuentas, la seguridad era, en teoría, el punto fuerte de Maliki.

Es cierto que no es comprable la guerra convencional a gran escala de Siria con las bombas y los asesinatos de Irak, porque las proporciones son diferentes en ambos países. En Irak el Gobierno tiene su base en la mayoría chií, y los rebeldes pertenecen a la minoría suní. En Siria gobierna, o lo intenta, la minoría alauí, conectada con el chiísmo, y los rebeldes proceden de la mayoría suní. El balance militar refleja esta realidad demográfica.

Pero las dos partes, en los dos países, creen que tal vez podrían dar la vuelta a este equilibrio si se aliasen con sus correligionarios al otro lado de la frontera. Los dos conflictos, por tanto, empiezan ya a solaparse, una posibilidad de pesadilla que puede extender la agonía de ambos pueblos durante mucho tiempo.

El periódico español El País dedica también, en una línea parecida, un editorial a la situación de Irak:

[…] Irak, su exacerbada violencia y su caos político, ha sido eclipsado en los últimos años por la vorágine que sacude a otros países árabes en proceso de transición. Pero tras ese velo informativo se está produciendo la disolución como Estado unitario y funcional de la nación llamada a irradiar la transformación democrática del mundo árabe, como asegurara George W. Bush hace 10 años, antes de enviar las tropas a Bagdad. La guerra civil que enfrentó en Irak a las milicias chiíes y suníes y que después volvió a ambas contra el invasor se ha transformado en un terrorismo estructural —la sangre llama a la sangre— que se considera ya adherido irremisiblemente a la vida cotidiana.

Bagdad es un trampantojo democrático, pese a la proliferación de partidos o la celebración de elecciones. El enfrentado Gobierno de coalición entre chiíes, suníes y kurdos, que dirige con mano de hierro el chií Nuri al Maliki, es incapaz de garantizar la seguridad ciudadana o prestar los servicios básicos. Es reflejo de una élite sectaria, opaca y corrupta a los ojos de la mayoría de los iraquíes, más atenta a sus intereses que a los de un Estado en caída libre. La determinante sombra de Irán, en cuya órbita gira Al Maliki, y los acontecimientos de Siria, donde la mayoría suní combate a El Asad, agudizan el autoritarismo de un primer ministro que ignora la Constitución e igual purga a la minoría política suní que llega al borde del conflicto armado con el Gobierno autónomo kurdo.

Como los dirigentes de otros países árabes en ebullición, los de Bagdad tampoco quieren entender, pese al tiempo transcurrido, que el compromiso con el adversario y la inclusión de las minorías son elementos determinantes de la convivencia y la democracia. Irak, invertebrado y vulnerable, se aleja vertiginosamente de ese modelo, con consecuencias irreparables.


Leer también:
» Casi medio millar de muertos en Irak en abril: Algunas claves

Más información y fuentes:
» Al menos 64 muertos en Irak por la ola violencia (AFP)
» Wave of car bombings target Iraqi Shi’ites, killing 60 (Reuters)
» En Irak, retour aux années de plomb (Le Monde)
» Iraq: return of the car bombers (The Guardian)
» Irak se consume (El País)
» Forgotten Iraq: Violence grows as political paralysis continues (Al Bab)
» Iraq: ONU repudia altos niveles de violencia (Centro de Noticias ONU)

El matadero iraquí

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El MQ-9 Reaper, uno de los modelos de 'drones' que utiliza Estados Unidos. Foto: US Air Force
El MQ-9 Reaper, uno de los modelos de drones que usa EE UU. Foto: US Air Force

Los ataques con drones (aviones teledirigidos, no tripulados) ordenados por el Gobierno estadounidense de Barack Obama han causado alrededor de 4.000 muertes desde el año 2003. Es la cifra, aproximada, que manejan la mayoría de los estudios (los de New America Foundation y The Bureau of Investigative Journalism, entre ellos), con una horquilla de entre 3.300 y 4.600 muertos. El número exacto no es posible saberlo, ya que ni el Ejército ni el Gobierno facilitan información. El secretismo es una parte esencial en el uso de estos aviones en operaciones antiterroristas.

El principal arquitecto de esta guerra semiclandestina es John Brennan, el nuevo director de la CIA, designado por Obama. Brennan no solo justifica el uso de los drones, sino que los considera imprescindibles «para abatir a sospechosos de terrorismo, para salvar vidas y como última opción». La utilización de aviones no tripulados para matar personas se sistematizó con la llegada de Obama al poder. En ningún caso ha habido juicios. Se calcula que el 20% de los muertos, unos 800, son civiles.

Tras los atentados del 11-S el Congreso de EE UU aprobó una ley que permite al Gobierno usar su fuerza militar, incluyendo los aviones no tripulados, para combatir a Al Qaeda, pero eso no ha impedido que acabe estallando la polémica, principalmente porque varias de las víctimas han sido ciudadanos estadounidenses.

Un documento filtrado recientemente del Departamento de Justicia indica que es legal atacar a ciudadanos estadounidenses en el extranjero cuando representen una «amenaza inminente» por estar vinculados a Al Qaeda. El documento justifica el ataque con un dron que mató en 2011 a Anwar al Awlaki, un estadounidense considerado líder de Al Qaeda en la Península Arábiga, y a su hijo de 16 años. Se sabe que Al Awlaki predicaba el credo de la organización terrorista, pero nunca se presentaron evidencias de que hubiese planeado un atentado contra EE UU.

La Quinta Enmienda de la Constitución de EE UU garantiza que nadie puede ser privado de su vida sin un legítimo proceso judicial. Al Awlaki, como ciudadano estadounidense, tenía, por tanto, derecho a una detención, a un proceso y a un juicio justo con una condena apelable.

Sin embargo, documentos entregados al Congreso defienden los argumentos expuestos en el texto filtrado: Para que el presidente ordene un ataque contra un estadounidense no es necesario un proceso judicial. Basta con que un oficial de alto nivel considere que ese ciudadano está involucrado en un «plan de ataque» contra EE UU, que el Gobierno concluya que su captura «no es factible» y que la operación se realice en el marco de las «leyes de la guerra». El asesinato de Bin Laden, que ni siquiera era estadounidense, es un buen ejemplo.

«Llevamos a cabo esos ataques porque son necesarios para mitigar las amenazas reales en curso, detener complots, prevenir futuros ataques y salvar vidas estadounidenses», ha dicho el portavoz de la Casa Blanca, Jay Carney. Carney justificó asimismo los ataques a ciudadanos estadounidenses sospechosos de terrorismo, al calificarlos de «legales, éticos y sensatos».

Varios exmilitares y funcionarios de inteligencia, incluyendo el general Stanley A. McChrystal y el exdirector de la CIA Michael V. Hayden, han mostrado su preocupación por el hecho de que las operaciones en Pakistán y Yemen se están dirigiendo cada vez más hacia militantes de bajo nivel que no representan una amenaza directa para EE UU. «Incluso con Al Qaeda hay grados. Algunos de estos militantes que pierden la vida acaban de ser reclutados y no saben lo que significa el terrorismo», aseguró al New York Times Naji al Zaydi, exgobernador de la provincia yemení de Marib. También se ha puesto en duda la efectividad de los drones por el fuerte rechazo que generan entre la población local. Según indicó McChrystal a Reuters, estos ataques han contribuido a «una percepción de arrogancia estadounidense».

El periodista Jordi Pérez Colomé escribe:

La estrategia general de Obama contra el terrorismo difiere poco de la del presidente anterior, George W. Bush. Tras el 11 de septiembre, la administración Bush llevó a 136 detenidos a terceros países para que fueran torturados. Pasaron por Guantánamo 775 presos; en septiembre de 2012 quedaban 167.

Apenas llegó a la presidencia, Obama firmó una orden ejecutiva donde condenaba el uso de la tortura, prohibía el uso de «técnicas de interrogación reforzada» y ordenaba el cierre de las cárceles secretas, pero no ponía punto y final a la práctica de llevar a posibles presos de un país a otro. Si ha ocurrido, no se sabe cuánto o cómo.

Obama optó en cambio por perfeccionar otro método que también había iniciado Bush: el uso de drones para asesinar a cabecillas de Al Qaeda. Bush ordenó 50 ataques selectivos en sus ocho años, más que ningún otro presidente en la historia.

Obama lleva ya más de 350 (estas cifras no incluyen los ataques en zonas de guerra, como Afganistán, dirigidos por el ejército). De todos estos ataques, el 95 por ciento ha sido ejecutado por drones; el resto con comandos o con cazas tripulados o misiles.

Los siguientes datos sobre el uso de drones han sido recopilados por la agencia Efe, a partir de diversos estudios:

• Pakistán ha concentrado la mayor parte de los ataques con aviones no tripulados, 363 desde 2004, según la organización periodística sin ánimo de lucro The Bureau of Investigative Journalism. Estos ataques han causado entre 2.600 y 3.500 muertos en el país asiático, según el centro londinense.

• Yemen es el segundo país que más ataques con drones ha recibido, alrededor de una cincuentena, según The Bureau of Investigative Journalism. El centro indica que estos ataques, junto con otra decena de ofensivas no perpetradas con drones, son responsables de entre 640 y 930 muertos.

• Somalia es el tercer país en el que se han registrado más ataques con aviones no tripulados, entre 3 y 9, señala el centro londinense. Junto con otra decena de ataques, estos son responsables de aproximadamente un centenar de muertes, casi la mitad civiles.

• De acuerdo con un estudio conjunto de las universidades de Stanford y New York University, los drones se usaron por vez primera contra objetivos terroristas en Pakistán en 2004, en el noroeste del país, una zona donde predomina la población de etnia pastún y donde se cobijaron muchos miembros de Al Qaeda tras la invasión de Afganistán.

• Aun así, los estudios de las universidades destacan que ya se habían producido algunos ataques aislados con anterioridad en otros países como Afganistán tras los atentados del 11 de septiembre de 2001. Los estudios indican que bajo la administración de Obama, su uso se ha incrementado notablemente.

• Según el centro de estudios New America Foundation, el año en el que se registraron más ataques en Pakistán fue 2010, con un total de 122. Le siguieron 2011 y 2012.

• Los ataques con aviones no tripulados más recientes de los que se tiene constancia se perpetraron en Pakistán el pasado 6 de febrero (con al menos tres muertos) y en Yemen el 23 de enero (causando unos ocho muertos, se cree que entre ellos dos niños), según The Bureau of Investigative Journalism.

• Se calcula que el ejército estadounidense dispone en la actualidad de una flota de entre 6.000 y 8.000 drones, de acuerdo con cifras de varios informes no oficiales y medios de comunicación. Las universidades de Stanford y New York University cifran la flota en 7.000.

• Hasta la fecha, solo se tiene constancia de que EE UU, el Reino Unido e Israel hayan usado drones en combate, aunque unos 70 países disponen de algún modelo de avión no tripulado –no tienen por qué ser necesariamente militares–, entre ellos, China, según el periodista y analista de Seguridad Nacional Peter Bergen.

• Los drones son dirigidos mediante control remoto e incluyen sensores visuales que permiten la focalización en objetivos muy concretos. Además, pueden portar varios tipos de armas.

• Existen muchos tipos de aviones no tripulados y no todos ellos tienen capacidad de ataque ni son usados con fines militares. Modelos comunes son el MQ-1B Predator, que puede volar a una altitud media durante largos períodos de tiempo, muy usado en misiones de reconocimiento, aunque también dispone de capacidad ofensiva, o el MQ-9 Reaper, usado fundamentalmente para «localizar y matar» objetivos concretos.


Más información y fuentes:
» Cifras y datos sobre el uso de «drones» por parte del Ejército de EE UU (Efe)

» Living Under Drones: Death, Injury and Trauma to Civilians from US Drone Practices in Pakistan
» Covert Drone War (The Bureau of Investigative Journalism)
» The Year of the Drone (International Security Program)
» Justice Department memo reveals legal case for drone strikes on Americans (NBC)
» Bush torturaba a presuntos terroristas, Obama los mata (Obamaworld)
» Retired general cautions against overuse of “hated” drones (Reuters)
» Drone Strikes’ Risks to Get Rare Moment in the Public Eye (The New York Times)
» The debate over drones (The Economist)
» Why we must name all drone attack victims (The Bureau of Investigative Journalism)
» Brennan, de arquitecto del programa de los ‘drones’ a director de la CIA (Deia)
» Los drones, el arma de EE UU contra el terrorismo, cada vez más en entredicho (Efe, 20minutos.es)
» Dónde atacan los drones (Miren Mariño, en 20minutos.es)
» El secreto de los drones (El Espectador)
» La ONU no quiere decir «drones», pero sí usarlos (IPS)
» La historia de los aviones no tripulados (Hernán Zin, en 20minutos.es)

Drones: 4.000 muertos ‘justificados’

El MQ-9 Reaper, uno de los modelos de 'drones' que utiliza Estados Unidos. Foto: US Air Force

Los ataques con drones (aviones teledirigidos, no tripulados) ordenados por el Gobierno estadounidense de Barack Obama han causado alrededor de 4.000 muertes desde el año 2003. Es la cifra, aproximada, que manejan la mayoría de los estudios (los de New… Leer

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Supuestos militantes de Al Qaeda conducen por las calles de Shabwa, en el sur de Yemen, el 3 de abril de 2012. Foto: AFP / Getty Images

A principios de 2011, y aprovechando que las autoridades y el ejército estaban ocupados en la brutal represión de las primeras protestas contra el gobierno de Ali Abdullah Saleh, un grupo fundamentalista islámico afiliado a Al Qaeda en la Península Arábiga, Ansar al Sharia, tomó el control de la provincia de Abyan, en el sur de Yemen. Durante unos diez meses, hasta junio de 2012, y según un informe recién publicado por Amnistía Internacional, la zona se convirtió en un auténtico reino del terror.

Con el pretexto de «mantener el orden», y para hacer cumplir sus normas sociales y religiosas, los armados militantes de Ansar al Sharia sometieron a la población a lo que Amnistía califica como una «horrible» violación de los derechos humanos, que incluyó desde matanzas, torturas y confesiones forzosas hasta castigos como amputaciones, flagelaciones y crucifixiones para delitos como el espionaje o el robo.

El informe, de 57 páginas y titulado Conflicto en Yemen: La hora más oscura de Abyan, es el resultado de una investigación llevada a cabo por una delegación de Amnistía Internacional, que visitó esta gobernación en los pasados meses de junio y julio, y entrevistó a residentes, activistas, periodistas, testigos, víctimas y familiares de víctimas. Un joven de la localidad de Ja’ar cuenta su caso:

Me acusaron de robar. Me golpearon repetidamente. Me torturaron con descargas eléctricas… Vertieron agua en mi pecho y me pusieron un alambre alrededor de la mano… Cinco días después, me dieron una inyección y me dormí. Cuando desperté, mi mano ya no estaba allí.

Otro hombre, Saleh Ahmed Saleh al Jamli, fue declarado culpable de colocar en dos vehículos de comandantes de Ansar al Sharia dispositivos electrónicos que permitieron a aviones no tripulados de EE UU (drones) asesinar a líderes del grupo fundamentalista. Condenado por un «tribunal religioso», Saleh al Jamli fue ejecutado en público, y su cuerpo crucificado permaneció en una calle principal durante varios días.

Tras tomar el control en el sur de Yemen, Ansar al Sharia dividió la zona en «emiratos» y estableció comités de gobierno, cuyos castigos fueron documentados en vídeos. Amnistía logró recuperar algunas de estas imágenes y las presenta en un vídeo que acompaña al informe. En una de las escenas más duras, varias personas pasean la cabeza de una mujer decapitada tras haber sido acusada de brujería.

El informe destaca asimismo la presión y persecución que sufrieron mujeres y niñas, con la imposición de severos códigos de vestimenta y una estricta separación por sexos en escuelas y lugares de trabajo. Según explicó una maestra, Ansar al Sharia colocó a un miembro femenino de la organización en todos los colegios para supervisar que se cumplían las reglas.

También el Gobierno

Las acusaciones de Amnistía Internacional se dirigen asimismo al Gobierno yemení. Según la organización, decenas de civiles no involucrados en el conflicto, incluidos niños, murieron o resultaron heridos como consecuencia de los «devastadores» ataques aéreos y de artillería y mortero llevados a cabo por las fuerzas gubernamentales, y que afectaron a barrios residenciales. «Creemos que ocurrieron abusos horrendos a los derechos humanos y violaciones de la ley humanitaria internacional por ambas partes», indica la autora del informe, Celina Nasser.

Nada más caer Abyan bajo el control de Ansar al Sharia, el ejército yemení lanzó varios ataques, que culminaron en una gran ofensiva el pasado 12 de mayo. Para finales de junio las tropas gubernamentales habían conseguido expulsar al grupo fundamentalista de Abyan y sus alrededores. La combinación letal de combates y abusos a los derechos humanos se tradujo en alrededor de 250.000 desplazados.

Philip Luther, director de Amnistía Internacional para Oriente Medio y el Norte de África, indicó que «la tragedia de Abyan va a marcar a Yemen durante décadas, a menos que los responsables sean llevados ante la justicia y que las víctimas reciban compensaciones».

El ejemplo talibán

Ansar al Sharia («seguidores, o partidarios, de la ley islámica») fue formada por la facción de Al Qaeda en la Península Arábiga (AQPA) como respuesta a un cada vez mayor movimiento opositor al Gobierno que no comulgaba, sin embargo, con la estrategia de los grupos fundamentalistas, centrada en derrocar al régimen de forma violenta y en establecer un estado islámico basado en su particular interpretación extremista y literal de la sharia.

Según informó la BBC, el pasado mes de abril webs ‘jihadistas’ publicaron una entrevista con el líder religioso de AQPA, Adel al Abbab, en la que éste afirmaba que el objetivo de Ansar al Sharia era atraer gente a la causa de la ley islámica en áreas controladas por la propia AQPA o por sus grupos aliados. Ansar al Sharia asegura que proporcionaba servicios públicos a los habitantes de las zonas que controlaba, y que les ayudaba a solucionar sus «problemas diarios».

El grupo mantiene que reproduce el modelo de ley islámica desarrollado por los talibanes en Afganistán, y que la razón de su «éxito» entre los locales y miembros de tribus de algunas zonas reside en que su estrategia se basa en «la acción popular», en lugar de en el control por parte de una «élite». Muchos de sus militantes han experimentado la vida en un «estado islámico», bien en el Afganistán de mediados de los años noventa, bien entre los grupos ‘jihadistas’ que surgieron en Irak tras la invasión estadounidense de 2003.


Más información y fuentes:
» El conflicto de Abyan, una catástrofe para los derechos humanos (Amnistía Internacional)
» Perfil de Ansar al Sharia (BBC)

Al Qaeda en Yemen: el corazón de las tinieblas

A principios de 2011, y aprovechando que las autoridades y el ejército estaban ocupados en la brutal represión de las primeras protestas contra el gobierno de Ali Abdullah Saleh, un grupo fundamentalista islámico afiliado a Al Qaeda en la Península Arábiga, Ansar al Sharia, tomó el control de la provincia de Abyan, en el sur de Yemen. Durante unos diez meses, hasta junio de 2012, y según un informe recién publicado por Amnistía Internacional, la zona se convirtió en un auténtico reino del terror. […]

Protesta en Duraz, Bahréin, por el vídeo contra Mahoma ‘La inocencia de los musulmanes’. Foto: Mohamed CJ / Wikimedia Commons

Décadas de resentimiento acumulado contra la política estadounidense en la región, más libertad para manifestarse al haberse diluido el control estatal, descontento social, miseria sin expectativas de futuro… y un grotesco vídeo contra Mahoma como excusa infalible: Es el cóctel perfecto para que el integrismo islamista, que se había mantenido más o menos en segundo plano durante las revoluciones que derrocaron a los dictadores en países como Túnez o Egipto, haya asomado finalmente la cabeza; la caña ideal con la que intentar pescar los peces del apoyo popular en el río revuelto de la ‘primavera árabe’; la gasolina con que avivar la siempre caliente llama del antiamericanismo en el mundo islámico.

El resultado: Asaltos a embajadas, manifestaciones en cerca de 30 países y al menos 17 muertos ya desde que el pasado martes (aniversario de los atentados del 11-S) estallaran los disturbios, tras la divulgación de un vídeo grabado en EE UU en el que, entre otras cosas, se describe a Mahoma como bastardo, simplón, mujeriego, extorsionador, sanguinario, esclavizador de niños, egocéntrico y pederasta.

Las acciones más violentas están alentadas por minorías fundamentalistas, y los asaltos a las embajadas y otros intereses occidentales los han llevado a cabo, sobre todo, grupos relativamente pequeños, hooligans incluidos. Pero a las manifestaciones de protesta sí se han sumado amplios sectores de la población para los que el famoso vídeo no es más que el último capítulo en lo que se percibe como una larga historia de agravios por parte de Occidente en general, y de Estados Unidos en particular.

Es posible que Los versos satánicos de Salman Rushdie, las caricaturas de Mahoma o la quema de coranes estén solo en la lista negra de los religiosos más fanáticos, pero la invasión de Irak, el interesado apoyo a tiranos como Mubarak o Ben Ali, y el respaldo incondicional a Israel en detrimento de los palestinos, están en la lista negra de la mayoría. Y los tibios intentos de acercamiento llevados a cabo por Obama no parecen haber sido suficientes para lavar una imagen perjudicada durante tanto tiempo por sus antecesores en el cargo.

Resulta por tanto imposible simplificar las causas de esta nueva oleada de protestas, y atribuirla exclusivamente a un tosco vídeo de apenas 14 minutos y factura patética, por más que haya sido ese el detonante, en una sociedad donde los límites de la libertad de expresión no tienen nada que ver con los parámetros occidentales cuando está la religión por medio. Y tampoco se trata únicamente de la consecuencia directa de la caída de regímenes dictatoriales que mantenían a raya a los islamistas: En 2005, las viñetas satíricas sobre Mahoma provocaron manifestaciones masivas que fueron permitidas por gobiernos que presumían de aplastar el islamismo con mano de hierro, y hubo medio centenar de muertos.

Al vídeo y a la debilidad de los nuevos regímenes hay que sumar no solo el contexto de rencor hacia Occidente, sino también, y especialmente, la lucha por el poder que ha desatado la llamada «primavera árabe», una batalla en la que se enfrentan, sobre todo, islamistas moderados e islamistas integristas.

Estas son, en 20 preguntas y respuestas, las claves de lo que ha pasado hasta ahora:

EL VÍDEO

1. ¿Qué muestra ‘La inocencia de los musulmanes’?

«Tengo más de 120 años. En mi vida nunca he conocido a un matón asesino como Mahoma. Mata a hombres. Captura a mujeres y niños. Roba las caravanas. Rompe acuerdos y tratados. Vende niños como esclavos después de que él y sus hombres los hayan usado». Así describe una anciana al principal profeta del islam en el vídeo La inocencia de los musulmanes (Innocence of Muslims, en el original inglés), el supuesto tráiler de una película posiblemente inexistente.

El vídeo, colgado en YouTube, dura algo menos de 14 minutos. Grabado en Estados Unidos, presenta a Mahoma como un personaje pervertido, violento e interesado, y describe al islam como una religión destructiva y absurda. La produccion es extremadamente burda (desde el vestuario al guión, pasando por los escenarios o las interpretaciones), y en algunos pasajes se han doblado los diálogos originales con voces diferentes.

2. ¿Cuándo, cómo y para qué se hizo?

Aunque los detalles de la producción del vídeo siguen sin estar del todo claros, al parecer la cinta se rodó en California en torno al mes de julio del año pasado. Según informaron varios medios estadounidenses, citando a un activista fundamentalista cristiano, Steve Klein, que habría participado en la producción, el supuesto motivo era reunir a hipotéticos «terroristas musulmanes» en un cine de Los Ángeles con el cebo de que se iba a proyectar un film sobre Osama bin Laden, «para que supieran la verdad». De hecho, la ‘película’ fue titulada primero como Guerreros del desierto y después como La inocencia de Bin Laden.

El proyecto se empezó a gestar en el verano de 2009, cuando la página web BackStage publicó el anuncio de una productora llamada «DW» en el que se pedía actores para el rodaje de Guerreros del desierto (Desert Warriors). El film, producido y dirigido por un tal «Sam Bacile»,se presentaba como «una película de aventuras en el desierto de Arabia».

Los actores protagonistas y el equipo que participó en el rodaje (unas 80 personas) difundieron hace unos días un comunicado en el que sostienen que fueron «embaucados» sobre el propósito de la película: «Nos hemos quedado de piedra al conocer que han reescrito drásticamente el guión y al darnos cuenta de las mentiras que nos dijeron a quienes participamos». Aseguran que todas las referencias a Mahoma las introdujeron los autores del film a posteriori con un doblaje de mala calidad.

3. ¿Cómo ha acabado divulgándose?

El vídeo fue subido el pasado mes de julio a YouTube, y apenas tuvo visitas hasta que, en septiembre, fue subtitulado al árabe y empezó a propagarse por Twitter. En apenas unos días llegó a los canales de televisión árabes (especialmente a las cadenas integristas egipcias), y atrajo la atención de líderes musulmanes y de grupos islamistas, que denunciaron el contenido de la cinta y lo tacharon de blasfemo y ofensivo, al tiempo que exigían a las autoridades estadounidenses que retirasen el vídeo y persiguiesen a los responsables.

4. ¿Quién produjo el vídeo?

En un principio se informó de que el responsable del vídeo, el llamado «Sam Bacile», era un «agente inmobiliario» de California con orígenes judíos y conexiones con grupos coptos, pero los sindicatos de Hollywood y la asociación inmobiliaria del estado lo desmintieron, indicando que en sus registros no aparecía ningún agente llamado así. El pasado jueves, la agencia AP reveló que «Sam Bacile» es en realidad Nakoula Basseley Nakoula, un cristiano copto de 55 años de edad, residente en un suburbio de Los Ángeles y que entre 2010 y 2011 cumplió una pena de 21 meses de prisión por fraude bancario (años antes ya había estado en la cárcel por asuntos de drogas).

Nakoula Basseley, que no tenía permitido el acceso a Internet, fue interrogado el viernes por agentes federales según informó este sábado la cadena CBS. La Oficina del Alguacil de Los Ángeles, en colaboración con el FBI, está investigando la posible violación de su libertad condicional, en caso de que hubiera accedido a la red, precisamente para subir el polémico tráiler. Nakoula salió de la cárcel en junio de 2011 y el rodaje empezó un mes después.

5. ¿Quién lo promocionó?

El vídeo habría sido promocionado y posiblemente, también traducido al árabe–  por Morris Sadek, un egipcio copto conocido en Estados Unidos por su activismo anti islamista, y para quien las imágenes muestran la represión a la que se enfrentan los coptos en Egipto. El pastor Terry Jones, de Florida, famoso por haber amenazado hace dos años con quemar coranes en su iglesia, también se hizo eco del vídeo, y lo recomendó a sus seguidores.

6. ¿Qué ha dicho la iglesia copta?

Los representantes de la comunidad copta en Egipto (la principal minoría cristiana del país, cerca del 10% de la población total) han condenado el vídeo desde el primer momento. En EE UU, el obispo de la Diócesis Ortodoxa Copta de Los Ángeles indicó que «nuestra enseñanza cristiana es respetar a las personas de toda fe». Los coptos egipcios han sido víctimas de numerosos ataques en los últimos meses, que han causado decenas de muertos.

7. ¿Qué ha dicho del vídeo el Gobierno de EE UU?

La secretaria de Estado estadounidense, Hillary Clinton, calificó el vídeo de «repugnante y reprensible». «Parece tener el cínico propósito de denigrar una gran religión y generar odio», dijo. «Dejadme dejar muy claro, y espero que sea obvio, que el Gobierno de Estados Unidos no tuvo absolutamente nada que ver con este vídeo. Rechazamos totalmente su contenido y su mensaje. Sin embargo, no hay justificación, ninguna, para responder al vídeo con violencia. Condenamos la violencia que se ha generado en los términos más duros».

8. ¿Lo va a retirar Google de YouTube?

Google decidió este sábado mantener en Internet el polémico vídeo, pese a una solicitud de la Casa Blanca de que lo retirase de YouTube. La Casa Blanca ha confirmado que pidió a YouTube, propiedad de Google, que revisase el vídeo, y que lo retirase de la plataforma en caso de que éste viole las condiciones de uso de la web, pero Google ha determinado que el vídeo no viola sus políticas sobre la utilización de la red.

«Trabajamos duro para crear una comunidad que todos puedan disfrutar y que también permita a la gente expresar sus distintas opiniones. Esto puede ser un desafío porque lo que es aceptable en un país puede ofender en otro», explicó YouTube en un comunicado. «Este vídeo, ampliamente disponible en la web, cumple claramente con nuestras normas y por lo tanto permanecerá en YouTube. Sin embargo, hemos restringido el acceso a él en India e Indonesia, donde es ilegal, así como en Libia y Egipto, debido a las situaciones muy sensiblesen estos países», añadió.

El vídeo tampoco puede verse en Afganistán, cuyo Gobierno ha prohibido la recepción de YouTube desde el pasado miércoles.

Mapa interactivo de las protestas en el mundo

LOS DISTURBIOS

9. ¿Cuándo y dónde comenzaron?

Las primeras protestas empezaron el pasado martes por la tarde en El Cairo, cuando cientos de manifestantes asaltaron el recinto de la embajada estadounidense y arrancaron la bandera, reemplazándola por una enseña negra que llevaba bordada la shahada (la profesión de fe musulmana): «No hay más que un Dios y Mahoma es su profeta». La protesta fue disuelta por la policía.

Horas después, sobre las 10 de la noche, se inició otra concentración en Libia, frente al consulado estadounidense en Bengasi. Entre los manifestantes había un grupo armado con morteros y granadas. Se produjo entonces un ataque al edificio y combates entre los asaltantes y las fuerzas de seguridad que protegían el consulado. En la confusa batalla, que duró casi doce horas, murieron el embajador estadounidense, Christopher Stevens, y otros tres ciudadanos de EE UU, militares de élite.

10. ¿Fue planeado el ataque de Bengasi?

Aún no se sabe con certeza, pero el gobierno libio, que pidió disculpas a Washington por no haber podido contener el ataque, asegura que fue un asalto terrorista planeado con precisión, y que el grupo armado se sirvió de los manifestantes para enmascarar su objetivo de atacar a EE UU en el aniversario del 11-S. En un principio, las autoridades libias indicaron que detrás del asalto podrían estar partidarios del depuesto y asesinado líder libio Muammar al Gadafi, así como miembros de Al Qaeda en Libia, pero posteriormente negaron la presencia de la red terrorista en el país.

Libia calificó el ataque de «cobarde, criminal y terrorista», e insistió en que se trata de un hecho «aislado» que no «afecta a la relación del país con los socios europeos y americanos». Varias personas han sido detenidas ya en relación con los hechos.

11. ¿Cómo y por dónde se extendieron las protestas?

El jueves, un grupo de manifestantes yemeníes irrumpió en la Embajada de EE UU en la capital del país, Saná. Las fuerzas de seguridad abrieron fuego, con el resultado de un muerto y más de 20 heridos. Ese mismo día se reanudaron los disturbios en Egipto, en los alrededores de la legación estadounidense. Hubo al menos 224 heridos.

Las protestas se extendieron el viernes (día sagrado del islam) por todo el mundo musulmán, desde Marruecos hasta Indonesia. Muchas de las marchas de repulsa, que se celebraron en casi una treintena de países, comenzaron tras las plegarias de la oración. Al menos dos personas murieron y 29 resultaron heridas en Túnez, donde las fuerzas de seguridad emplearon munición real y gases lacrimógenos. En Trípoli (Líbano) hubo un muerto y varios heridos. Cuatro manifestantes fueron detenidos tras protestas en Jerusalén, y miles de personas protestaron pacíficamente en la ciudad de Gaza. Tres soldados colombianos de la ONU resultaron heridos en el Sinaí egipcio, y un grupo de manifestantes irrumpió en la embajada de Alemania en Sudán. Las manifestaciones, algunas de las cuales degeneraron en disturbios y enfrentanientos con la policía,se sucedieron también en Irán, India, Pakistán, Afganistán, Bangladesh, Turquía, Nigeria…

El agregado de Interior en la Embajada española en Túnez, el comandante de la Guardia Civil F. G. I., resultó herido el viernes al verse envuelto en un tumulto en las calles de la capital del país, y recibir un golpe de un arma de un policía, así como el impacto de un tapón de un arma de fogueo.

Este domingo, un centenar de personas fueron detenidas durante una protesta islamista frente a la embajada de EE UU en París.

12. ¿Qué grupos integristas están detrás?

Principalmente, las redes salafistas. El salafismo es una corriente ultraconservadora del islam, tradicionalmente apática con respecto a la vida política, muy atomizada (hay multitud de predicadores, cada uno con sus propios seguidores), y que ha crecido, sobre todo, en los suburbios de las grandes ciudades y entre los sectores más humildes de la población. Los salafistas abogan por una interpretación literal del islam y defienden la imitación del modo de vida de Mahoma hasta en los más mínimos detalles, en un intento de recuperar la pureza de la religión (el término salaf, que en árabe significa «predecesor» o «ancestro», designa a los compañeros del profeta y las tres primeras generaciones que le sucedieron).

Una corriente del salafismo, denominada popularmente salafismo yihadista, rechaza limitar la acción religiosa a la predicación y hace de la ‘guerra santa’ el centro de su actividad. Los salafistas de esta tendencia defienden el combate armado con el fin de liberar los países musulmanes de toda ocupación extranjera. También se oponen a la mayor parte de los regímenes de los países musulmanes, que juzgan como impíos, y pretenden instaurar estados «verdaderamente islámicos».

Los salafistas, históricamente reprimidos, han ido propagando su discurso en los últimos años a través de cadenas de televisión privadas, muchas de ellas de origen saudí.La ‘primavera árabe’ les ha abierto ahora espacio en la política y la sociedad islámicas.

En Túnez, donde varios partidos safistas intentan competir con Ennahda, el partido islamista tradicional, grupos salafistas han protagonizado numerosos incidentes violentos, incluyendo ataques contra canales de televisión o acontecimientos culturales considerados impíos, según informó El País. En Libia han destruido varios santuarios sufíes, y en Egipto, el único país donde el salafismo tiene una representación institucional importante (el partido Al Nur logró el segundo puesto en las elecciones, tras los Hermanos Musulmanes), sus concentraciones suelen ser pacíficas, pero algunos simpatizantes salafistas han perpetrado actos violentos, sobre todo contra la minoría cristiana copta.

13. ¿Y Al Qaeda?

Aunque por el momento no está confirmada la participación directa de militantes de Al Qaeda en los asaltos a las embajadass, la red terrorista no ha querido perder la oportunidad de aprovechar la crisis. Así, la rama de Al Qaeda en Yemen exhortó este sábado a los musulmanes a intensificar sus protestas y asesinar a diplomáticos estadounidenses en los países de Oriente Medio: «Quien se encuentre con un embajador o emisario de Estados Unidos debería seguir el ejemplo de los descendientes (libios) de Omar al-Mukhtar, que mataron al embajador estadounidense», indicó en un comunicado publicado en Internet. «Dejen que la acción contra las embajadas sea un paso hacia la liberación de los países musulmanes de la hegemonía estadounidense», agregó.

Al Qaeda en la Península Arábiga (AQAP, por sus siglas en inglés), integrada en su mayoría por militantes de Yemen y Arabia Saudí, es considerada por Washington como la rama más peligrosa de la red fundada por Osama bin Laden.

LAS REACCIONES

14. ¿Cómo ha reaccionado el gobierno islamista egipcio?

En contraste con la condena contundente del gobierno libio, la primera reacción del recién elegido presidente egipcio, el islamista Mohamed Mursi, tras el asalto de El Cairo, fue condenar el vídeo pero guardar silencio con respecto a las acciones violentas (unas acciones que sí rechazaron los Hermanos Musulmanes, al menos en sus comunicados en inglés). Mursi no condenó claramente los ataques hasta el viernes, cuando, después de que Obama dijese que Egipto «no es un enemigo, pero tampoco un aliado», afirmó que se trataba de hechos «absolutamente inaceptables».

15. ¿Cómo ha reaccionado Obama?

El presidente de EE UU aseguró el viernes que «la justicia llegará para aquellos que dañen a estadounidenses», tras reconocer que ha visto «imágenes muy duras» de las protestas ante embajadas de su país. «Estados Unidos nunca se retirará del mundo», dijo Obama. «Nunca dejaremos de trabajar por la dignidad y la libertad que cada persona merece, sin importar su credo», agregó.

Por su parte, la secretaria de Estado, Hillary Clinton, instó a los gobiernos en el mundo musulmán a controlar las revueltas, al señalar que «los países de la primavera árabe no han cambiado la tiranía de un dictador por la tiranía de una multitud violenta». «La gente responsable y los líderes responsables en estos países tienen que hacer todo lo que puedan para restaurar la seguridady traer a la justicia a aquellos que están detrás de estos actos violentos», indicó.

EE UU ha enviado dos buques de guerra a Libia y medio centenar de marines, para reforzar la seguridad de las instalaciones diplomáticas en el país.

16. ¿Cómo reaccionó Mitt Romney?

El candidato republicano a la presidencia de EE UU (las elecciones se celebrarán el próximo mes de noviembre) aprovechó el ataque al consulado estadounidense de Bengasi para criticar a su rival.

En un primer comunicado, Mitt Romney calificó de «vergonzoso» que «la primera reacción del gobierno de Obama no fuera condenar los ataques contra nuestras misiones diplomáticas sino simpatizar con quienes realizaron los ataques», en referencia a una nota de la embajada estadounidense en El Cairo, en la que se condenaba el vídeo contra Mahoma.

Las palabras del aspirante a la Casa Blanca fueron emitidas antes de que se supiera que habían muerto el embajador Stevens y otros tres estadounidenses. Preguntado después sobre si no se había precipitado al emitir el comunicado cuando aún no se conocían todos los datos, ni tampoco el posterior distanciamiento de la Casa Blanca de la reacción de su embajada cairota, Romney lo negó, insistiendo en que precisamente ello «demuestra la falta de un discurso claro del gobierno de Obama».

17. ¿Cómo ha reaccionado España?

El Ministerio de Asuntos Exteriores ha ordenado reforzar la seguridad de las embajadas españolas en los países árabes. Las medidas incluyen contactar con los españoles residentes en estos países y preparar planes para una eventual evacuación. En los países de más riesgo las embajadas cuentan con un equipo de geos para protegerse.

Exteriores ha pedido a los españoles que viajen a países árabes que cumplan escrupulosamente las recomendaciones que figuran en su página web y que se inscriban en el consulado nada más llegar.

Con respecto al ataque de Bengasi, el Gobierno hizo público un comunicado en el que expresaba «su más rotunda condena» y trasladaba «un mensaje profundo y sentido de solidaridad y apoyo al Gobierno de Estados Unidos y al pueblo norteamericano en estos trágicos momentos de dolor, así como a los familiares de las víctimas».

LAS CONSECUENCIAS

18. ¿Qué efecto pueden tener las protestas en la ‘primavera árabe’?

Las protestas han puesto de manifiesto el poder de convocatoria del islamismo radical en unas sociedades donde la democracia se está abriendo paso de manera muy incipiente aún, y ello supone un desafío importante para los gobiernos islamistas teóricamente moderados surgidos de las elecciones en Egipto y Túnez, necesitados del apoyo de Occidente, pero temerosos a la vez de perder respaldo popular.

En Libia la situación tampoco es fácil. El gobierno está formado por un ejecutivo de transición que cuenta con el favor de estadounidenses y europeos, pero los grupos radicales islamistas, salidos de la clandestinidad durante la revolución, tras años de represión por el régimen de Gadafi, son fuertes. Además, como destaca en The New Yorker el periodista especializado en los conflictos actuales de Oriente Medio John Lee Anderson, en Libia sigue habiendo una multitud de milicias armadas y todavía no se ha implantado un auténtico estado de derecho.

De hecho, es en países como Libia y Yemen, en los que la soberanía de los gobiernos y el control territorial está aún lejos de alcanzarse, donde existe el mayor riesgode que las protestas conduzcan a un caos mayor.

En cuanto a Siria, la oleada de protestas puede acrecentar el miedo a que las facciones integristas (en muchos casos, formadas por combatientes extranjeros) que están incrustadas en la oposición al régimen brutal de Bashar al Asad acaben cobrando cada vez más protagonismo en la sangrienta guerra civil que está devastando al país. En Irak, mientras tanto, está por ver si la crisis actual será aprovechada por los grupos terroristas (Al Qaeda incluida) para mantener la reciente escalada de atentados.

Pocos analistas dudaban, en cualquier caso, de que la ‘primavera árabe’ supondría un auge del islamismo, en unas sociedades donde las alternativas laicas, liberales o progresistas están mucho menos arraigadas entre la población. La cuestión es si, siguiendo el ejemplo de Turquía, logrará imponerse un islamismo vertebrado en el funcionamiento democrático. Y el problema, como recuerda el periodista Íñigo Sáenz de Ugarte, es que muchas de las milicias integristas armadas que ahora están ganando terreno se han alimentado en las guerras de Siria y Libia con dinero de países como Arabia Saudí o Catar (donde el absolutismo y la teocracia no parecen ser un inconveniente para Occidente), y ahora no es fácil desactivarlas.

19. ¿Qué efecto han tenido en Estados Unidos?

Las protestas y ataques contra EE UU en los países islámicos han dado un giro a la campaña electoral para la presidencia, que ha pasado a centrarse estos días en una lucha por ver cuál de los dos candidatos defiende mejor los intereses estadounidenses en el mundo.

Obama, una de cuyas principales bazas para la reelección es, precisamente, su gestión en política internacional, se enfrenta ahora al reto de dar una respuesta lo suficientemente rápida a los ataques, especialmente al que causó la muerte del embajador y de otros tres ciudadanos estadounidenses, con el añadido de tener que defender su apoyo a la ‘primavera árabe’ y su apuesta por el diálogo con los gobiernos islámicos.

En cuanto a Romney, el candidato republicano, a la baja en los sondeos, ha moderado el tono de sus críticas y trata de recuperarse de sus desafortunadas declaraciones iniciales, que solo han sido secundadas por los comentaristas más conservadores (el grueso de su partido ha respaldado al Gobierno).

LOS ANTECEDENTES

20. ¿Qué otros casos similares ha habido en los últimos años?

El vídeo contra Mahoma es el último de una larga serie de casos que, originados en Occidente, han provocado la ira en el mundo musulmán:

  • A finales de 1988 el escritor angloindio Salman Rushdie publicó Los versos satánicos, un libro donde utilizó sus conocimientos como estudioso del islam y en el que hacía una interpretación particular de esta religión. La obra fue calificada de «blasfema» en un edicto emitido por el ayatolá iraní Jomeini, en el que se llamaba a la ejecución del autor, al que acusaba de apostasía.
  • Los libros La rabia y el orgullo, que la periodista italiana Oriana Fallaci publicó en 2002 tras el 11-S, y en el que comparaba a los «hijos de Alá» con las ratas, y La fuerza de la razón, escrito por la misma autora en 2004, originaron también fuertes reacciones de protesta. El Movimiento contra el Racismo y por la Amistad entre los Pueblos llevó a Fallaci ante los tribunales.
  • En 2004, el documental Sumisión, que denunciaba la situación de la mujer en el mundo islámico, le costó la vida su autor, el director de cine holandés Theo Van Gogh, quien fue apuñalado por un joven marroquí.
  • En 2005, el diario conservador danés Jyllands Postem publicó doce caricaturas de Mahoma en las que éste aparecía con un turbante convertido en bomba, lo que originó una oleada de ataques contra varias embajadas danesas en los países islámicos, que se extendieron a Occidente al menos durante dos años, así como la muerte de 48 personas en todo el mundo en manifestaciones y asaltos a sedes diplomáticas.
  • En septiembre de 2006 el discurso sobre el islam que pronunció el papa Benedicto XVI en la universidad alemana de Ratisbona provocó reacciones violentas en el mundo musulmán, como el asesinato de una monja italiana en Mogadiscio, la quema de iglesias o el secuestro el 3 de octubre de ese año de un avión de las líneas aéreas turcas que cubría el trayecto entre Tirana y Estambul.
  • En diciembre de 2008 el nivel de alarma terrorista alcanzó su punto más alto en Holanda cuando el diputado ultraderechista de ese país Geert Wilders produjo una película contra el Corán, en la que alertaba contra los peligros del islam, y que fue emitida por Internet.
  • En abril de 2010 fueron los responsables de la web Revolutionmuslim.com quienes arremetieron contra los creadores de la controvertida serie de televisión animada South Park por emplear a Mahoma en uno de sus últimos episodios.
  • En 2011 dos pastores de una iglesia de Florida, Terry Jones y Wayne Sapp, protagonizaron otro incidente al emitir un video en el que se quemaba un Corán. Como consecuencia, numerosos civiles y funcionarios de Naciones Unidas perdieron la vida en Afganistán víctimas de varios ataques.
  • En junio de 2012 estalló una serie protestas en Túnez en represalia a una exposición de arte considerada ofensiva para el islam, que se saldaron con un muerto, más de un centenar de heridos y 160 detenidos, por lo que las autoridades tunecinas decretaron el toque de queda.

Publicado originalmente en 20minutos

La oleada de protestas en el mundo islámico, en 20 claves

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Osama bin Laden y Ayman al Zawahiri, en noviembre de 2001, en Kabul, Afganistán. Foto: Hamid Mir / Wikimedia Commons

¿Qué va a ser de Al Qaeda tras la muerte de Bin Laden? ¿Quién va a sucederle? ¿Siguen constituyendo la organización terrorista y sus grupos afiliados y satélites una amenaza, o se irá diluyendo poco a poco su capacidad de agresión? ¿Cómo está estructurada y dónde opera? ¿Cómo le han afectado las revueltas populares en el mundo árabe?

Al Qaeda se convirtió en el gran enemigo de Occidente tras matar a cerca de 3.000 personas en Nueva York y Washington el 11-S, afianzó su influencia organizando e inspirando brutales atentados como los de Madrid, Londres, Bali y tantos otros; apoyó a los talibanes en Afganistán y ayudó a avivar el infierno de la violencia tras la invasión de Irak.

Ahora, sin su líder, amenazada por el impacto de las revoluciones en Oriente Medio y el Magreb, y fraccionada, la red terrorista podría estar ante el principio de su ocaso.

Osama: de líder a icono

Cuando los comandos de élite de la Marina de EE UU ejecutaron a Osama bin Laden la noche del pasado domingo en Pakistán, eliminaron más un símbolo que a un líder real.

Bin Laden seguía siendo el jefe de Al Qaeda, pero su papel como dirigente activo de la organización terrorista había ido disminuyendo considerablemente en los últimos años. Y una de las principales razones es la evolución que ha experimentado la propia organización: A lo largo de la última década, Al Qaeda ha dejado de ser una estructura centralizada para convertirse en un movimiento de referencia, una especie de franquicia, bajo cuyo paraguas operan diversos grupos yihadistas que, a menudo, tienen poca o ninguna conexión con «la base» y no responden a una estrategia dirigida desde la cúpula. La mayoría de los movimientos integristas relacionados con Al Qaeda circunscriben su ámbito de acción a sus propios países.

Y, sin embargo, la mera existencia de Bin Laden (los mensajes en vídeo o audio que lanzaba de vez en cuando, su valor como icono) aún lograba tener un cierto efecto aglutinador, capaz de anteponer un discurso de unidad (Occidente como enemigo común, apropiación de la causa palestina) a las muchas diferencias, ideológicas y de objetivos, existentes entre las distintas facciones del fanatismo islamista.

Ahora que Bin Laden no está, es fácil pensar que volverá a imponerse la dispersión que caracteriza el mundo del yihadismo. A fin de cuentas, fue el propio Bin Laden quien defendió siempre un terrorismo con «muchos focos».

Relegada: el efecto de las revueltas árabes

Pero el mayor golpe para Al Qaeda puede que no haya sido la muerte de su líder, sino algo con lo que no contaba la organización terrorista: Las revueltas populares en el mundo árabe.

Al Qaeda nació con un gran objetivo a largo plazo (la instauración de un nuevo y «puro» califato islámico) y varios a corto plazo. Entre estos últimos, además de la expulsión de «los cruzados» de las tierras musulmanas, de la eliminación de la «entidad sionista» y de derrocar a la Casa de Saud (la monarquía saudí), había uno fundamental: Acabar con los regímenes «inaceptables» existentes en el mundo árabe. Y estos regímenes son las mismas dictaduras (Egipto, principalmente) a las que se están enfrentando ahora o se han enfrentado ya unos levantamientos populares que nada tienen que ver con Al Qaeda, y que han dejado a la organización relegada a un segundo plano, en un papel de mero espectador.

En este sentido, Al Qaeda podría estar perdiendo la partida incluso en el caso de que las protestas acaben favoreciendo a grupos islamistas más radicales, pero no yihadistas (como los Hermanos Musulmanes), y especialmente si quienes al final ganan más fuerza son, como en Turquía, los islamistas más moderados.

Porque, si bien es cierto que el yihadismo está intentando sacar partido y tomar posiciones de cara al futuro, también lo es que, por un lado, se trata de un movimiento muy desunido, y que, por otro, esta supuesta «oportunidad de oro» no cuenta, de momento, con el suficiente respaldo entre la población, pese a los temores de algunos en Occidente.

La agenda: del objetivo global a la realidad local

Con todo, la organización fundada por Bin Laden en 1988 sigue teniendo una gran influencia, y sus tentáculos mantienen una importante estructura operativa en lugares como el Magreb (el reciente atentado de Marrakech, los secuestros de extranjeros), Irak (el pasado jueves, un coche bomba conducido por un suicida causó más de una veintena de muertos en la ciudad de Hila), y el Cuerno de África (Somalia, especialmente). Pero, con la excepción de Yemen, uno de los principales santuarios de la organización, los objetivos en la mayoría de estos casos son esencialmente locales y con poco interés en la agenda mundial diseñada por Bin Laden.

Es posible que la figura de un Osama convertido en «mártir» y las temidas represalias por su muerte devuelvan notoriedad a Al Qaeda durante un tiempo, pero está por ver si el efecto será suficiente como para que la organización recupere el papel que tenía hace años.

Al Qaeda ha ido perdiendo apoyo popular en los países musulmanes y muchos expertos ponen también en cuestión su actual capacidad operativa a gran escala: Aunque ha habido varios intentos frustrados, desde los ataques de 2005 en Londres Al Qaeda no ha logrado perpetrar con éxito ningún otro gran atentado en Occidente.

La cúpula: quién es quién

  • El (probable) sucesor. La muerte de Bin Laden coloca a su lugarteniente, Ayman al Zawahiri, como primer candidato para liderar Al Qaeda. Al Zawahiri, un cirujano egipcio de 60 años de edad, es considerado la mano derecha de Bin Laden, y uno de los principales responsables de las peores masacres de la organización terrorista. Tras la muerte en 1997 de Abdulah Azzam, mentor religioso de Bin Laden, Al Zawahiri se convirtió en el ideólogo del grupo y se trasladó a los campamentos de adiestramiento de Al Qaeda en Afganistán. Un año después, fue uno de los firmantes de la fatua (edicto) de Bin Laden, en la que se ordenaba atacar los intereses de EE UU en todo el mundo. Tras múltiples especulaciones sobre su muerte o su precario estado de salud, Al Zawahiri reapareció en una serie de vídeos y grabaciones sonoras, a menudo junto al propio Bin Laden, y con mayor frecuencia desde 2004. El gobierno de EE UU ofrece una recompensa de 25 millones de dólares por su captura.
  • Los instructores. El ex coronel del ejército egipcio Saif al Adel (nacido en 1963) fue jefe de seguridad de Bin Laden y ha impartido entrenamiento en campos de Al Qaeda en Afganistán, al igual que el también egipcio, y de la misma edad, Abu Mohamed al Masri (alias Abdullah Ahmed Abdullah). EE UU vincula a ambos con los atentados contra dos embajadas estadounidenses en África en 1998 y ofrece por la captura de cada uno de ellos 5 millones de dólares.
  • El ‘químico’. El egipcio Abdel Aziz al Masri (alias de Ali Sayyid Muhamed Mustafa al Bakri, nacido en 1966), es miembro de la shura (consejo dirigente) de Al Qaeda y un estrecho colaborador de Al Zawahiri. Es un experto en explosivos y armas químicas. EE UU ofrece 5 millones de dólares por él.
  • El teólogo. Se cree que Abu Yahya al Libi, también conocido como Hasan Qayid y como Yunis al Sahrawi, fue miembro del Grupo Islámico Combatiente Libio (GICL) antes de aliarse con Bin Laden. Desde entonces, se ha convertido en el principal teólogo de Al Qaeda y, en los últimos años, ha superado a Al Zawahri en su aparición en los vídeos de la organización, donde suele mostrar una imagen de erudito. Fue nombrado comandante de Al Qaeda en Afganistán.

Los militantes: cada vez menos

Según expertos consultados recientemente por la BBC, el núcleo central de Al Qaeda en este momento no dispondría de más de un millarde militantes propios, o ‘fijos’. En la Península Arábiga la organización tendría «unos centenares» de miembros, los mismos que en el Magreb.

Por otra parte, tras verse obligada a reubicarse en zonas tribales al noroeste de Pakistán, Al Qaeda ha visto bastante reducidas sus infraestructuras en esta zona.

No obstante, la estructura organizativa de la red, basada en células independientes de militantes y en redes de contactos clandestinos, hace difícil calcular el número real de sus integrantes.

Las ramas: tres grandes filiales

Actualmente, Al Qaeda, cuyo grupo principal (la central) se encuentra en las montañas del noroeste de Pakistán, cuenta con tres grandes filiales en el mundo, concretamente, en la Península Arábiga, Irak y el Norte de África:

  • Península Arábiga. Las células de Al Qaeda en Yemen y Arabia Saudí se reconvirtieron en 2009 con el nombre de Al Qaeda en la Península Arábiga (AQPA), con sede en Yemen, después de tres años de operaciones antiterroristas en Arabia Saudí. Su líder es el yemení Nasser al Wahayshi, un antiguo estrecho colaborador de Bin Laden. El Gobierno de Yemen calcula en 300 el número de milicianos de AQPA en este país. Un año antes de los atentados del 11 de septiembre de 2001, Al Qaeda cometió, en octubre de 2000, el atentado contra el destructor estadounidense USS Cole en el puerto yemení de Adén, que causó la muerte de 17 marinos. AQPA cperpetró varios atentados en Yemen a lo largo de 2010, y el pasado mes de noviembre anunció su intención de atentar a pequeña escala contra intereses estadounidenses.
  • Magreb. Al Qaeda del Magreb Islámico (AQMI), liderada por el argelino Abdelmalek Droukdel, surgió en enero de 2007 por iniciativa de los combatientes del desaparecido Grupo Salafista para la Predicación y el Combate (GSPC), que habían luchado contra las autoridades argelinas hasta que a finales de 2006 decidieron aliarse a Al Qaeda. AQMI logró notoriedad con una serie de atentados contra el Gobierno y las fuerzas de seguridad de Argelia y contra la oficina de Naciones Unidas en Argel, en 2007. Sus ataques han decaído desde 2008 gracias a las operaciones de las fuerzas de seguridad de Argelia. Los expertos creen que cuenta con unos pocos cientos de combatientes, que operan en la vasta región desértica del noreste de Mauritania y el norte de Malí y Níger. En la actualidad, se centra en secuestros de occidentales.
  • Irak. El grupo de Al Qaeda en Irak fue fundado en octubre de 2004 por iniciativa del jordano Abu Musab al Zarqawi. Tras su muerte en 2006, la dirección fue asumida por el egipcio Abu Ayyab al Masri. En octubre de ese año, el Consejo Muyahidin de la Shura, dependiente de Al Qaeda, estableció el Estado Islámico de Irak, una organización que abarca a los diversos grupos armados y a los líderes tribales suníes, bajo la dirección de Abu Omar al Baghdadi. Desde 2007, Al Qaeda ha reducido el número de atentados en Irak, pero sus acciones se han vuelto más mortales. El 18 de abril de 2010, Al Masri y Al Baghdadi murieron en el curso de un ataque conjunto de las fuerzas estadounidenses e iraquíes al noreste de Bagdad. Un mes más tarde, Al Qaeda de Irak designó como o «califa», o «emir», en este país a Abu Baker al Baghdadi.

Los ‘afiliados’: un mosaico integrista

Entre los movimientos integristas que, en mayor o menor medida, se consideran vinculados a Al Qaeda se encuentran el grupo filipino Abu Sayyaf, Jemaah Islamiya (Indonesia), organizaciones como Asbat Al Ansar y Ansar Al Islam, el Grupo Combatiente Tunecino, el GIA argelino, el Grupo Islámico Combatiente Marroquí (GICM), el Ejército Islámico de Adén, las Brigadas Islámicas Internacionales, el Movimiento Islámico de Uzbekistán, y Lashkar i Jhangvi (Pakistán).

El dinero: ¿se cierra el grifo?

La muerte de Bin Laden puede reducir drásticamente el flujo de donaciones que realizaban hasta ahora a Al Qaeda los contactos personales del líder terrorista. Este dinero es una de las principales fuentes de financiación de la organización, junto con los robos de tarjetas de crédito, los secuestros de occidentales (sobre todo en el Magreb) y la ‘microfinanciación’ que consigue, generalmente mediante extorsión, a través de contribuciones de la población en las zonas donde opera.

Las armas: un arsenal ideológico

Al Qaeda dispone de un importante arsenal, incluyendo explosivos, armas cortas y largas, y misiles tierra-aire, y posee campos de entrenamiento en Pakistán, Yemen, Somalia y el norte de África. Pero su punto fuerte no son las armas. Al Qaeda no puede considerarse una fuerza armada convencional, a la altura de un ejército. Su fuerza es ideológica, y, en este sentido, depende de la captación de voluntarios que lleven a cabo los atentados, a menudo de carácter suicida, y de la capacidad, muy mermada en los últimos años, para sortear los sistemas de seguridad de sus objetivos.

La historia: algunas fechas clave

  • 1988. Osama bin Laden funda Al Qaeda tras la invasión soviética de Afganistán. Bin Laden había construido una «casa de huéspedes» para sus reclutas en Peshawar (Pakistán) y, tras la retirada soviética, conservó los registros de quienes pasaban por su «casa» y por sus campos militares, con el fin de seguir la pista de los combatientes y dar respuesta a sus familias. Esta red, el origen de Al Qaeda, se conoció como «La base» (Al Qaeda, en árabe), en referencia al registro de los datos de los muyahidines.
  • 1990. Al Qaeda aflora en el contexto internacional tras el despliegue estadounidense en Arabia Saudí por la Guerra del Golfo. Más adelante, participará en la lucha de los talibanes en Afganistán y en la expansión de las guerrillas islámicas en las ex repúblicas soviéticas.
  • Años noventa. EE UU atribuye a Al Qaeda un primer atentado contra las Torres Gemelas (6 muertos) en febrero de 1993. Después, el derribo de dos helicópteros estadounidenses en Somalia en octubre de ese mismo año, y, más adelante , el ataque en 1995 contra el edificio de la Guardia Nacional saudí en Riad (7 muertos), y el de 1996, con 19 soldados estadounidenses muertos en Dahrán. Tras ser expulsado Bin Laden de Arabia Saudí, la red traslada su sede a Jartum (Sudán) hasta 1996. EE UU ataca por primera vez las bases de Al Qaeda en Sudán y en Afganistán en agosto de 1998, en represalia por los atentados del 7 de agosto anterior contra sus embajadas en Kenia y Tanzania (241 muertos).
  • 2001. Tras los ataques del 11-S en EE UU, con casi 3.000 muertos, se bloquean cuentas bancarias vinculadas a Al Qaeda (más de 112 millones de dólares) y se practican más de 2.000 detenciones en varios países europeos (España, Francia, Alemania), árabes y asiáticos, especialmente en Pakistán, donde se refugiaron líderes huidos de Afganistán. En octubre, EE UU inicia la «Operación Libertad Duradera», que destruye las bases afganas de Al Qaeda y acaba con el régimen talibán que las cobijaba.
  • 2002. El 12 de octubre, un atentado de Yemah Islamiya (brazo de Al Qaeda en el sureste asiático) causa 202 muertos, la mayoría turistas, en Bali (Indonesia).
  • 2004. El 11 de marzo, diez explosiones en cuatro trenes de cercanías de Madrid causan 191 muertos y 1.841 heridos. Un informe del Instituto Internacional de Estudios Estratégicos asegura que la invasión de Irak (2003) ha impulsado el reclutamiento por parte de Al Qaeda, que cuenta entonces con unos 18.000 militantes. Bin Laden irrumpe en la campaña electoral de EE UU con una carta al pueblo estadounidense, en la que asume los atentados del 11-S.
  • 2005. Cuatro explosiones -tres en el metro y una en un autobús- causan 56 muertos (incluidos los cuatro terroristas) y 700 heridos en Londres. Días después, el 23 de julio, una serie de atentados en la ciudad turística egipcia de Sharm el Sheij causan 64 muertos y cien heridos.

Publicado originalmente en 20minutos

El futuro de Al Qaeda tras la muerte de Bin Laden y el impacto de las revoluciones árabes

¿Qué va a ser de Al Qaeda tras la muerte de Bin Laden? ¿Quién va a sucederle? ¿Siguen constituyendo la organización terrorista y sus grupos afiliados y satélites una amenaza, o se irá diluyendo poco a poco su capacidad de agresión? ¿Cómo está estructurada y dónde opera? ¿Cómo le han afectado las revueltas populares en el mundo árabe? Al Qaeda se convirtió en el gran enemigo de Occidente tras matar a cerca de 3.000 personas en Nueva York y […]

El complejo en el que se encontraba Bin Laden, en Abottabad, Pakistán.
Foto: Sajjad Ali Qureshi / Wikimedia Commons

Es mucho lo que sabemos ya acerca de las circunstancias que han rodeado la muerte de Osama bin Laden; mucho más lo que, con toda probabilidad, iremos sabiendo en los próximos días y mucho, también, lo que ignoramos aún, ignoraremos siempre o, sencillamente, está sujeto a diferentes versiones, más o menos subjetivas.

En general, las preguntas básicas están respondidas, al menos, de forma oficial. Conocemos el qué, el cómo, el cuándo, el dónde y, aunque esta cuestión pueda ser más interpretable, también el porqué.

Sabemos que comandos especiales de la Marina de EE UU mataron al líder de Al Qaeda en una operación militar la noche del pasado domingo. Que los hechos ocurrieron en la localidad paquistaní de Abottabad, al norte del país, no muy lejos de Islamabad. Que Bin Laden vivía en un complejo residencial relativamente aislado, que fue tomado al asalto con la ayuda de helicópteros. Que hubo «intercambio de disparos» y que, además de Bin Laden, murieron otras tres personas. Que el líder terrorista no estaba armado y que falleció tras recibir un disparo en la cabeza y varios en el pecho.

Sabemos también que la operación duró exactamente 38 minutos, que el riesgo de fracaso era elevado (las posibilidades de encontrar allí a Bin Laden eran del 60%) y que el gobierno paquistaní no había sido informado. Y sabemos, además, que la orden directa del ataque la dio el presidente de EE UU, Barack Obama, y que lo hizo sin el pleno consenso de su equipo. No sólo eso. Sabemos que la orden no era capturarlo vivo, sino matarlo, a menos que Bin Laden «levantase las manos y se rindiera», algo que, según había expresado el propio líder de Al Qaeda en muchas ocasiones, era prácticamente imposible que ocurriese.

¿Qué más? Hemos visto gráficos detallados de la casa, de cómo atacaron los soldados y hasta de las armas que llevaban. Nos han dicho que el cuerpo de Bin Laden fue «arrojado al mar» y que su ADN está comprobado. Y con la información que hay ya sobre las pistas, informantes y torturas en Guantánamo (asfixia simulada incluida) que condujeron hasta el (aún presunto) cerebro del 11-S, contamos con material de sobra para escribir el guión de una película (Hollywood ya la está preparando).

Ya tenemos incluso una lectura política: La popularidad de Obama ha subido como la espuma, tras haber caído en los últimos meses como consecuencia de estar acorralado en el Congreso y de haber perdido parte de su prestigio internacional.

Y, sin embargo, los interrogantes siguen siendo, como poco, igual de numerosos.

Muchos de ellos tienen que ver con la legalidad de la operación militar en sí y, en este caso, hay respuestas en los dos sentidos. Otros, como qué va a ocurrir ahora con Al Qaeda, o hasta qué punto la muerte de Bin Laden supondrá un antes y un después en la llamada guerra contra el terrorismo, sólo pueden responderse todavía en el terreno de la especulación, en caliente. Y algunas de las preguntas que todavía no tienen respuesta son, por último, mucho más concretas, pero, por una u otra razón, no tenemos una versión oficial clara, o simplemente permanecen en secreto.

Vista aérea del complejo en el que se encontraba Bin Laden, en Abottabad, Pakistán.
Foto y mapa: CIA / Departamento de Defensa de EE UU

Estos son, sin necesidad de acudir a las muchas teorías ‘conspiranóicas’ que ya han surgido, 20 de los muchos misterios que envuelven aún la muerte del terrorista más buscado del mundo.

1. ¿Ha sido una operación legal según el derecho internacional?

Teniendo en cuenta que las fuerzas estadounidenses no contaban con autorización expresa del gobierno paquistaní para entrar en el país y llevar a cabo una operación militar, la respuesta es que no. Estamos ante una violación de la soberanía de un Estado.

El director de la CIA, Leon Panetta, no se ha andado por las ramas: «El Gobierno paquistaní nunca supo nada sobre esta misión, porque Estados Unidos se planteó de forma deliberada que se trataría de una misión unilateral. El presidente Obama había dejado muy claro a los paquistaníes que si teníamos pruebas sólidas de dónde estaba localizado Bin Laden, entraríamos a por él. Y eso es justo lo que ocurrió».

Algunos expertos, sin embargo, lo justifican apelando a la condición de criminal internacional de Bin Laden y a la ineficacia (en el mejor de los casos) para capturarle demostrada por el país en el que se encontraba. Argumentan asimismo que la legislación internacional es ambigua y deja espacio suficiente como para que un Estado que está inmerso en un conflicto armado, o en una legítima defensa, pueda llevar a cabo este tipo de acciones sin necesidad de aplicar procesos legales.

2. ¿Y según la legislación interna estadounidense?

Depende. Según expertos consultados por la BBC, las dos normas fundamentales para responder a esta pregunta son la «Autorización para el uso de la fuerza militar» y la «Resolución de poderes de guerra». La primera fue emitida tras el 11-S y autoriza al presidente a emplear toda la fuerza necesaria contra quienes «considere que de forma determinante» son responsables de los atentados.

Pero esta facultad estaría supeditada, en principio, a la segunda norma mencionada, aprobada en 1973, y que exige que el inicio de hostilidades bélicas sea consultado al Congreso, algo que no se ha hecho en esta ocasión.

El debate queda reconducido, por tanto, a si se ha tratado de un acto de guerra o no.

3. ¿Ha sido un acto de guerra?

Implícitamente, EE UU considera que sí. Bin Laden se declaró en guerra contra el país norteamericano, y eso le habría convertido automáticamente en enemigo. Pero, por una parte, muchos expertos opinan que sólo puede existir guerra, jurídicamente hablando, cuando ambos contendientes son Estados y, por otro lado, Washington no se ha declarado nunca oficialmente en guerra contra Bin Laden (o contra Al Qaeda, para el caso). De hecho, EE UU sólo ha declarado oficialmente la guerra cinco veces a ocho países en toda su historia. Muchos de los conflictos en los que ha participado (Vietnam, Irak, Afganistán) han sido calificados de «enfrentamientos militares».

4. Una operación así, ¿no debería autorizarla el Consejo de Seguridad de la ONU, o algún otro organismo internacional?

Si se trata de una intervención militar en un país extranjero, parece lógico pensar que habría sido necesario el visto bueno del Consejo de Seguridad de la ONU (el caso de Libia, por ejemplo). No, evidentemente, en el momento mismo de la operación, sino como una especie de aval, «ocurra cuando ocurra». EE UU, desde luego, no lo tenía.

Tampoco se ha tratado de una operación coordinada por organismos policiales como la Interpol, con capacidad legítima para actuar internacionalmente. En este sentido, la pregunta vuelve a remitir al punto de partida: ¿Era una operación militar o una operación policial?

5. ¿Qué era Bin Laden? ¿Un delincuente o un enemigo?

Tampoco está claro. Si se le consideraba un delincuente, un criminal, entonces se ha violado la presunción de inocencia, el derecho a un juicio justo y el derecho a una defensa legal. Se le ha aplicado la pena de muerte (a él y a las otras personas que murieron en el asalto) sin proceso alguno.

Y si se le consideraba un enemigo, entonces tenía derecho a la protección que establece, entre otros acuerdos, la Convención de Ginebra, a menos que su muerte se haya producido durante una acción bélica. En cualquier caso, la intención, como ha reconocido el propio jefe de la CIA, era acabar con su vida.

6. ¿Era inevitable acabar con su vida?

No lo sabemos. Nos han dicho que hubo «resistencia», pero no exactamente cuánta ni de qué tipo.

El portavoz de la Casa Blanca, Jay Carney, reveló el martes que Bin Laden estaba desarmado en el momento en el que las fuerzas especiales de EE UU accedieron a su domicilio, pero que «se resistió» a ser capturado y no mostró intención de rendirse. Este relato contradice la primera versión ofrecida por el principal asesor de seguridad de la Casa Blanca, John Brennan, quien aseguró que Bin Laden «estuvo implicado en el tiroteo».

Las operaciones especiales son patrimonio de hombres sometidos a durísimos entrenamientos de resistencia física y psicológica. Solo las personas más excelentes tienen acceso a cuerpos de élite como los Navy SEALS, responsables de la operación que acabó con la vida de Bin Laden. Brennan matizó que «si se hubiese podido capturar vivo a Bin Laden, se habría hecho». Resulta cuando menos dudoso pensar que este comando no pudo haber reducido a un hombre desarmado de 54 años sin necesidad de matarlo a tiros. «Existen formas de resistencia que no implican esgrimir un arma», puntualizó Carney.

Una hija del terrorista, bajo custodia paquistaní, aseguró que su padre fue capturado vivo por soldados antes de recibir un tiro en la cabeza y en el pecho ante su familia.

Planta de la casa donde se escondía Osama bin Laden, en Abottabad, Pakistán.
Gráfico: Departamento de Defensa de EE UU

7. ¿Qué habría pasado si le hubiesen capturado vivo?

Aunque aquí entramos en el terreno de la elucubración, los defensores de la acción estadounidense destacan que un Bin Laden vivo y ante los tribunales habría sido aprovechado de forma propagandística por Al Qaeda y el integrismo islámico. Argumentan, también, que ninguna de las posibles opciones era recomendable: ¿Lo habrían enviado a Guantánamo o habría sido juzgado en suelo estadounidense (en Nueva York o en Washington, en este caso, que es donde cometió los delitos)? ¿Bin Laden en Nueva York? ¿O habría sido juzgado, tal vez, en Afganistán (el país que invadió EE UU para capturarlo), en plena guerra contra los talibanes? ¿Y qué habría pasado si los saudíes, aliados de EE UU, hubiesen querido extraditarlo?

Los detractores de la operación de EE UU, sin embargo, indican que con su muerte se ha fabricado un mártir, un héroe al que no han logrado capturar vivo, una leyenda. Y otros, como el periodista británico Robert Fisk, van más allá aún: «Un tribunal podría haber preocupado a más gente, no sólo a Bin Laden. Después de todo, Bin Laden podría haber hablado de sus contactos con la CIA durante la ocupación soviética de Afganistán, o acerca de sus encuentros íntimos en Islamabad con el príncipe Turki, el jefe de la inteligencia saudí. Justo igual que ocurrió con Sadam, que fue juzgado por el asesinato de sólo 153 personas, y no por los miles de kurdos a los que gaseó, y que fue ahorcado antes de que tuviese la oportunidad de contarnos cosas sobre los componentes de las armas químicas procedentes de EE UU, o sobre su amistad con Donald Rumsfeld, a quien recibió en 1980 después de invadir Irán, siendo éste asistente militar del ejército estadounidense».

8. ¿Es cierto que no hubo ninguna baja estadounidense durante la operación?

En principio, esa es la versión oficial, pero algunos analistas militares consideran poco probable que, si realmente hubo un tiroteo intenso, no se produjese ni un solo herido, aunque fuese leve, entre los soldados de EE UU.

En cualquier caso, se trata de la fuerza de élite de los marines, especialmente entrenada para este tipo de misiones y de una eficacia letal (no en vano le cuestan al contribuyente de EE UU unos 1.000 millones de dólares al año), por lo que, de haber contado con el elemento sorpresa, tampoco es descartable que no se produjeran bajas.

9. ¿Cuántos helicópteros se emplearon en el ataque y de dónde venían?

Según el diario británico Daily Telegraph, que cita fuentes de la inteligencia de Pakistán, en la operación tomaron parte cuatro helicópteros que despegaron de una base paquistaní, en el norte del país (otras informaciones sitúan en Afganistán el inicio de la operación). La revista Time también informa de cuatro aparatos, pero The Wall Street Journal habla de sólo dos, y The New York Times señaló que testigos habían visto un total de tres.

10. ¿Qué pasó con el helicóptero destruido?

Tampoco está claro qué pasó con el helicóptero que fue destruido con explosivos por los propios soldados estadounidenses tras el asalto, teóricamente, para que los restos no fuesen confiscados. Según algunas versiones, había sido alcanzado por disparos efectuados desde tierra, mientras que en otras, la mayoría, se especula con la posibilidad de un fallo mecánico.

11. ¿Por qué han arrojado al mar el cuerpo?

Según se ha informado, el cuerpo de Bin Laden fue trasladado hasta el Mar Arábigo, envuelto en un manto blanco y lanzado al mar. Estados Unidos justificó la rapidez de esta acción amparándose en la ley islámica, que aconseja enterrar a los difuntos en un corto plazo de tiempo. Sin embargo, expertos en el islam han explicado que arrojar un cadáver al mar contradice la sharia.

¿Cuál es, en cualquier caso, la verdadera razón para hacer desaparecer el cadáver? ¿Evitar que una posible tumba se convierta en santuario para sus seguidores y fuente de futuros conflictos? Por otro lado, si se tiene en cuenta que Bin Laden nació en Yemen, creció en Arabia Saudí y luego renegó de este país y vivió en Sudán, Afganistán y Pakistán, tampoco resultaba fácil decidir dónde enviar sus restos para ser enterrados.

Y queda pendiente, además, otra cuestión importante: ¿Qué pasa con el derecho de los familiares a recuperar el cuerpo?

12. ¿Veremos las fotos del cadáver?

El director de la CIA dice que sí, pero Barack Obama ha decidido que no se publiquen porque el cadáver de Bin Laden «no es un trofeo». La fotografía, supuestamente, muestra una enorme herida encima del ojo izquierdo que deja entrever parte del cerebro.

La imagen de un Bin Laden cosido a tiros puede resultar, en palabras de funcionarios del propio gobierno estadounidense, «incendiaria». Pero, a la vez, sería una prueba más sólida que las muestras de ADN (unas muestras que tampoco se han hecho públicas hasta ahora) de cara a que, tanto los más escépticos como muchos de sus seguidores, pudiesen convencerse de que realmente ha muerto.

Celebraciones en Times Square, Nueva York, tras la muerte de Osama bin Laden.
Foto: Josh Pesavento / Wikimedia Commons

13. ¿Es cierto que Bin Laden usó a una de sus mujeres como escudo humano?

El Pentágono, Washington y el propio John Brennan defendieron en un primer momento que Bin Laden había utilizado a una de sus mujeres como escudo humano para refugiarse de los disparos. La información ha sido desmentida posteriormente por todas las partes. La mujer en cuestión permanece hospitalizada con un tiro en la pierna y no fue utilizada como escudo.

14. ¿Llegaron a decirle algo antes de matarlo?

No ha trascendido si los militares estadounidenses y Bin Laden intercambiaron o no palabra alguna, o si Bin Laden llegó a expresar algún mensaje antes de ser abatido.

15. ¿Quiénes son las otras víctimas de la operación?

Lo único que se sabe es que se trata de dos hombres y una mujer, pero nada más. Tampoco se ha informado de qué se ha hecho con sus cuerpos.

16. ¿Quién más había en la casa? ¿Hay algún detenido?

Según la agencia AP, los soldados dejaron en el recinto a 23 niños y nueve mujeres, pero un funcionario paquistaní indicó que están bajo custodia solo nueve niños de entre dos y 12 años. El gobierno de Pakistán, por su parte, habría asegurado tener bajo custodia a una mujer de Bin Laden y a una de sus hijas, detenidas tras el asalto a la residencia.

La agencia Efe, citando una fuente de los servicios secretos de Pakistán, añade que ambas se encontraban en la casa cuando entraron los soldados.

A día de hoy, se desconoce el número de colaboradores de Bin Laden detenidos en la operación, o quiénes son.

17. ¿Tiene derecho EE UU a llevarse la información obtenida en la casa de Bin Laden?

Según informó el portal de Internet Politico, el comando que asaltó la casa de Bin Laden logró hacerse con gran cantidad de equipo informático y discos duros pertenecientes al jefe de Al Qaeda. Los servicios de inteligencia de EE UU estarían revisando estos discos duros y externos en un enclave secreto en Afganistán, desde donde, también teóricamente, se lanzó la operación. Pero, ¿tiene Estados Unidos derecho legal a sacar ese tipo de material del país donde ha sido requisado?

18. ¿Cómo es posible que llevase al menos tres años viviendo en Pakistán sin que lo supiesen los servicios secretos de este país?

Es las pregunta del millón. Bin Laden ocupaba un complejo nada discreto, a unas cuantas decenas de kilómetros de la capital paquistaní, cerca de una ciudad en la que hay una base y una academia militar del ejército de Pakistán. En principio, con los servicios de inteligencia de medio mundo detrás de él, no parece el mejor escondite. Muchos en EE UU apuntan ya directamente a una complicidad de Pakistán. Las otras opciones son dos, una ineficacia total por parte de los servicios secretos de este país, o una habilidad increíble por parte de Bin Laden.

En este sentido, la revista The New Yorker plantea un buen número de interrogantes que, no por obvios, tienen menos importancia: ¿De quién es la tierra donde construyó Bin Laden la casa? ¿Cómo adquirió el terreno o a través de quién? ¿Quién le diseñó la vivienda? ¿Quiénes trabajaban allí? ¿Le visitaba alguien? ¿Con qué frecuencia?

Y, más aún: ¿No salía nunca? ¿No le vio nunca nadie? ¿Había cambiado de aspecto para evitar ser reconocido? ¿Qué aspecto tenía? ¿Cuántas personas sabían de su presencia allí? ¿Alguna de ellas tenía algún tipo de cargo público?

19. ¿Dónde se ocultó Bin Laden antes de allí? ¿Llegó a vivir en cuevas?

No hay ninguna prueba real de que Bin Laden haya vivido en cuevas durante estos años, pese a que eso es lo que se creyó durante mucho tiempo.

A principios de los noventa, y con propósitos propagandísticos, Bin Laden invitaba a algunos periodistas a entrevistarle en cuevas de Tora Bora, en Afganistán, pero él vivía realmente en un confortable complejo perteneciente a uno de los señores de la guerra locales. A finales de esa década se mudó a otro complejo cerca de Kandahar, también en Afganistán, y ahora vivía en otra gran vivienda en Pakistán.

Entre medias, aún no se sabe, pero la Casa Blanca ha indicado que, tras años de búsqueda, EE UU se dió cuenta finalmente de que Al Qaeda prefiere «áreas muy pobladas» a «cuevas o pequeños pueblos».

20. ¿Quién filtró la foto falsa de Bin Laden?

Una imagen del supuesto cadáver de Osama bin Laden fue divulgada por varios medios y redes sociales poco después de conocerse la muerte del líder de Al Qaeda. Sin embargo, según un comunicado de la Unión Europea de Radiodifusión (UER) emitido horas después, la imagen era falsa. ¿Quién filtró la fotografía? ¿Con qué intención?


Publicado originalmente en 20minutos

Veinte incógnitas sobre la muerte de Osama bin Laden

Es mucho lo que sabemos ya acerca de las circunstancias que han rodeado la muerte de Osama bin Laden; mucho más lo que, con toda probabilidad, iremos sabiendo en los próximos días y mucho, también, lo que ignoramos aún, ignoraremos siempre o, sencillamente, está sujeto a diferentes versiones, más o menos subjetivas. En general, las preguntas básicas están respondidas, al menos, de forma oficial. Conocemos el qué, el cómo, el cuándo, el dónde y, aunque esta cuestión […]

La muerte de Bin Laden, en las primeras páginas de periódicos de EE UU

¿Se ha hecho justicia? Lo que están proclamando ahora mismo en las calles miles de estadounidenses, agitando banderas y haciendo sonar los cláxones de sus coches, es que sí. Las familias de las víctimas, los bomberos, los soldados, los políticos y los líderes mundiales, muchos analistas… Justicia, victoria, esfuerzo recompensado, tenacidad, venganza…

Obama confirmó oficialmente anoche, en un dramático mensaje a la nación televisado en directo, que un comando estadounidense había matado a tiros en Pakistán a Osama bin Laden, el líder de Al Qaeda, el terrorista más buscado, el responsable de los históricos atentados del 11-S (3.000 muertos) y de muchos más, el enemigo público número uno, la obsesión de los servicios de inteligencia… Su cadáver, según informa The New York Times, ha sido arrojado al mar, en contra de las costumbres musulmanas.

Misión cumplida, pues. Bush juró que Bin Laden sería cazado («si no hoy, mañana, o dentro de un mes, o dentro de un año…») y cazado está.

Toda esta euforia, sin embargo, resulta un poco ingenua y tiene algo de obsceno.

Por un lado, la pretensión de que con la muerte de Bin Laden hay un antes y un después con respecto a la amenaza del terrorismo internacional hay que ponerla muy en duda. Al Qaeda estaba ya muy fragmentada. Es más bien, como lo era el propio Bin Laden, una especie de referencia ideológica, una marca, una franquicia en la que se incluyen distintos grupos extremistas unidos únicamente por su fanatismo y su odio a Estados Unidos. No es una auténtica organización liderada por un solo hombre, o un cerebro, a la que bastaba con descabezar.

De hecho, esta muerte ha devuelto a la red terrorista algo de notoriedad, después de haber sido muy relegada por el huracán de las revueltas árabes, que, aunque esté por ver si desembocan en un auge del islamismo o no, y aunque, en algunos casos, cuenten con conflictos interreligiosos de fondo, de momento tienen un componente esencialmente laico. La gente en la calle no está pidiendo la instauración de emiratos teocráticos para destruir Occidente; están pidiendo libertad, democracia, pan y justicia social.

Por otra parte, Bin Laden no ha tenido un juicio justo, e incluso él tenía derecho a uno. ¿No es eso lo que teóricamente diferencia a las democracias de los regímenes medievales que gente como Bin Laden pretende instaurar? Las víctimas de los atentados, sus víctimas, no tendrán la satisfacción de verle preso y sentado en un banquillo.

¿Podemos hablar de ejecución? Técnicamente, se trató de un «tiroteo», un intercambio de disparos (en realidad, un asalto con helicópteros incluidos al que, al parecer, no se opuso mucha resistencia). Pero Obama no dijo en ningún momento que había resultado inevitable matarlo. Tampoco parecía preocuparle mucho. Según ha asegurado a Reuters un oficial de la seguridad nacional de EE UU, «esta fue una operación a matar». No había intención de capturarlo vivo.

La pena de muerte no resuelve nada, nunca. Ni siquiera aplicada al diablo.

De momento, lo que tenemos es alertas terroristas en medio mundo, indignación y alivio a partes más o menos iguales en el mundo árabe y los mismos pantanales (Afganistán) que teníamos ayer.

¿Justicia?

¿Se ha hecho justicia? Lo que están proclamando ahora mismo en las calles miles de estadounidenses, agitando banderas y haciendo sonar los cláxones de sus coches, es que sí. Las familias de las víctimas, los bomberos, los soldados, los políticos… Leer

El presidente de Estados Unidos, Barack Obama, ha anunciado este lunes la muerte del terrorista más buscado del mundo, Osama bin Laden. En una comparecencia televisada desde la Casa Blanca, Obama afirmó que, tras haber recibido informaciones de inteligencia fiables sobre el lugar en Pakistán donde se encontraba el líder de Al Qaeda, la semana pasada dio la orden de atacar, y hoy «un pequeño grupo» estadounidense condujo la operación, en la que, tras «un intercambio de fuego», se hicieron con el cuerpo del terrorista.

El presidente estadounidense ha precisado que Bin Laden fue localizado en la localidad de Abottabad, en el norte de Pakistán. Previamente, la cadena CNN había citado fuentes gubernamentales para afirmar que se encontraba en una mansión en las afueras de Islamabad.

«Esta noche, Estados Unidos ha lanzado un mensaje inequívoco: no importa cuánto tiempo haga falta, se hará justicia», ha declarado Obama en su breve declaración.

Diez años después de los atentados del 11 de septiembre de 2001, en los que murieron casi 3.000 personas en Nueva York, en el Pentágono y en Pensilvania, Obama ha afirmado que «nuevamente se nos recuerda que EE UU puede hacer lo que se proponga. Esa es nuestra historia».

EE UU mata a Osama bin Laden en Pakistán

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