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Miembros de Estado Islámico en Siria

La idea, que probablemente tomó cuerpo entre los muros de la prisión iraquí de Bucca tras la invasión estadounidense de Irak, llevaba años fraguándose, pero su resolución duró apenas unos meses: después de una serie de ataques que comenzaron en enero de 2014, y en una auténtica guerra relámpago, los yihadistas fundamentalistas sunníes del conocido entonces como EIIL (Estado Islámico de Irak y el Levante, ISIS, por sus siglas en inglés) tomaron Mosul, se hicieron en unas semanas con el control de un extenso territorio en el norte de Irak, lo anexionaron a las zonas que dominaban ya en Siria, y, en un comunicado lleno de referencias a las viejas glorias del imperio musulmán, proclamaron un nuevo «califato» bajo el nombre de Estado Islámico (EI).

La fecha elegida para la proclamación, el 29 de junio, no podía ser más significativa: acababa de comenzar el mes sagrado del Ramadán. Días más tarde, el flamante líder del grupo, Abu Bakr al Bagdadi, autodesignado ahora califa y «príncipe de los creyentes», y el segundo terrorista más buscado en la lista del FBI, solo por detrás del sucesor de Bin Laden en Al Qaeda, llamaba a los musulmanes de todo el mundo a jurarle lealtad y a unirse a la lucha.

Un año, decenas de miles de muertos y tres millones de desplazados después, EI (a quien sus enemigos prefieren denominar por su acrónimo árabe Daesh, un término fonéticamente despectivo), no solo ha logrado sobrevivir a los ataques lanzados por una poco efectiva coalición internacional, por el régimen sirio y por las milicias kurdas, sino que, a pesar de las pérdidas sufridas recientemente, ha consolidado un territorio que abarca ya cerca de un tercio de Irak y alrededor de la mitad (si bien es cierto que con mucho desierto incluido) de Siria.

Sobre la base de un sólido colchón financiero, los yihadistas establecieron el centro iraquí de su «califato» en Mosul, capital de la provincia de Nínive, mientras que en Siria han logrado asegurar su principal bastión en Al Raqqa, al norte del país, tras arrebatársela al Frente al Nusra (filial de Al Qaeda) y otras facciones islamistas.

Su dominio se sustenta en cuatro ejes fundamentales: una interpretación radical, excluyente y visionaria de la religión como justificación teórica; el terror y la violencia como método coercitivo; la satisfacción de necesidades básicas para la población como elemento de cohesión social; y un efizaz aparato de propaganda que logra reclutar combatientes y simpatizantes en todo el mundo a través de mensajes, vídeos y foros, principalmente en las redes sociales de Internet.

Aniversario sangriento

El grupo, que opera ya como un auténtico Estado en las zonas que domina, se ha convertido además en la nueva marca de referencia del terrorismo yihadista internacional, coordinando ataques o poniendo en marcha e inspirando células durmientes o terroristas aislados (los llamados «lobos solitarios»), como demuestra la sangrienta oleada de ataques y atentados que marcaron este viernes la víspera del primer aniversario del «califato»: al menos 27 muertos en un atentado contra una mezquita chií en Kuwait, 37 turistas asesinados en un ataque en dos hoteles de Túnez, y un decapitado en una fábrica de la ciudad francesa de Lyon. El jueves, en una de las mayores matanzas perpetradas por los yihadistas en Siria hasta la fecha, los milicianos de EI acabaron con la vida de al menos 200 personas en un ataque a la ciudad fronteriza de Kobani, y durante combates con las fuerzas de la retaguardia kurda.

Según el último recuento realizado por la Misión de la ONU en Irak (UNAMI), entre junio y mayo de este año murieron más de 10.600 civiles por la violencia en este país. Y de acuerdo con la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), tres millones de iraquíes se encuentran desplazados desde enero de 2014, cuando comenzó la ofensiva de Estado Islámico.

A caballo entre el fanatismo religioso y la violencia nihilista, con planteamientos ideológicos teocráticos heredados de Al Qaeda, y con una macabra imaginería grabada en vídeo (decapitaciones, ejecuciones en masa, destrucción de joyas del patrimonio histórico y cultural), Estado Islámico ha sabido aprovechar no solo la debilidad militar de sus oponentes (un ejército iraquí inoperante y en retirada, una Siria devastada por más de cuatro años de guerra civil, una comunidad internacional dividida y dependiente de múltiples intereses geoestratégicos), o el efecto contagioso del terror entre la población, sino también el resentimiento generado entre muchos sunníes por los abusos del anterior gobierno iraquí de la minoría chií, el enfrentamiento sectario entre chiíes y sunníes exacerbado durante estos últimos años en Irak y favorecido por la invasión de EE UU, y, como señala el periodista Enric González, «la mezcla tóxica de petrodólares y fundamentalismo que emana de la Península Arábiga y muy especialmente de Arabia Saudí».

Control territorial y capacidad de ataque

A pesar de que, según Estados Unidos, Estado Islámico habría perdido el control de entre 13.000 y 17.000 kilómetros cuadrados desde que instauró el «califato», el grupo sigue dominando actualmente unos 300.000 kilómetros cuadrados en el norte de Irak y en las provincias sirias de Homs, Al Raqqa, Deir al Zur, Al Hasaka, Hama, Alepo, Damasco y Rif Damasco.

No obstante, más importante que la extensión en sí del territorio (similar a la de Gran Bretaña, con una población de entre cuatro y cinco millones de personas) es la relevancia de sus últimas conquistas, especialmente las llevadas a cabo el pasado 17 de mayo, cuando EI se hizo con el control de Ramadi, la capital de la provincia iraquí de Ambar, y cuatro días después, cuando los yihadistas tomaron la histórica y monumental ciudad siria de Palmira, patrimonio de la humanidad y sede también de una de las más brutales prisiones del régimen de Bashar al Asad.

Ambas victorias han demostrado que EI posee ahora una capacidad de ataque que no tenía hace un año, y que le permite actuar simultáneamente en zonas separadas entre sí por cientos de kilómetros, combatiendo con éxito tanto al ejército iraquí como al sirio, incluso sin la ventaja del factor sorpresa con que tomaron Mosul en 2014.

Lo cierto es que la supervivencia del «califato» no parece amenazada a corto plazo, y que EI difícilmente va a poder ser derrotado mediante bombardeos y acciones puramente militares. Los más de 4.000 ataques aéreos lanzados hasta la fecha por la coalición internacional liderada por EE UU (comenzaron en agosto del año pasado en Irak y  se extendieron a Siria en octubre) han matado, según Washington, a unos 10.000 combatientes yihadistas, pero EI no ha dejado de reclutar nuevos efectivos en todo este tiempo. Hasta ahora, el Ejército iraquí solo ha logrado recuperar Tikrit, y gracias al apoyo de las milicias chiíes proiraníes que lidera el general Qasem Soleimani.

20.000 combatientes

Estado Islámico cuenta con unos 200.000 combatientes (muchos de ellos exmiembros sunníes de la antigua Guardia Republicana de Sadam Husein) y una cifra de militantes extranjeros procedentes de un centenar de países que oscila, según las fuentes, entre 15.000 y 30.000.

Los yihadistas mantienen dos grandes frentes abiertos: en Siria combaten contra las tropas del presidente Bashar al Asad, grupos rebeldes de tendencia islamista, el Frente al Nusra y las milicias kurdas del Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK) y las Unidades de Protección del Pueblo kurdo sirio (YPG), quienes en ocasiones luchan en un frente común. En Irak, donde EI ha llegado a unos cien kilómetros de la capital, Bagdad, lucha contra grupos tribales, las milicias chiíes, las fuerzas gubernamentales y las fuerzas kurdas peshmerga.

Estos grupos están apoyados por la aviación de la coalición internacional que lidera EE UU y que, en Irak, está formada, además, por Australia, Bélgica, Canadá, Dinamarca, Francia, Jordania, Holanda y el Reino Unido. En Siria participan también en la campaña otros países árabes, como Bahréin, Arabia Saudí y los Emiratos Árabes Unidos.

La última gran batalla se ha librado en la ciudad siria de Kobani, fronteriza con Turquía, donde este sábado la milicia a kurdo-siria YPG logró poner fin al violento asalto protagonizado desde la madrugada del jueves por Estado Islámico y neutralizar, tras más de dos días de intensos combates, los últimos focos de resistencia yihadistas. Kobani había sido recuperada por los kurdos el pasado mes de enero después de cuatro meses de asedio de Estado Islámico. Esta nueva ofensiva se ha saldado con más de 200 civiles muertos y cerca de 300 heridos.

Expansión internacional

Con el juramento de fidelidad realizado el pasado mes de marzo por el líder del grupo yihadista nigeriano Boko Haram, Abubakar Shekau, Estado Islámico amplió su influencia en esta zona de África (Boko Haram no opera únicamente en Nigeria, sino también en zonas de Chad, Níger y Camerún) y sumó entre 7.000 y 10.000 combatientes.

En el Magreb, y según informa Europa Press, Estado Islámico cuenta con la fidelidad de varios grupos presentes en tres países: Argelia, Libia y Egipto. En Argelia operan los Soldados del Califato en Argelia; en Egipto, los Soldados del Califato en la Tierra de Kinana y un grupo especialmente activo, Ansar Bait al Maqdis, los Seguidores de la Santa Casa, ahora conocido simplemente como Provincia del Sinaí, una de las 24 wilayas o provincias creadas por las autoridades de Estado Islámico. En Libia, un país convulsionado por un enfrentamiento civil entre los grupos armados que participaron en el derrocamiento de Muammar al Gadafi en 2011, se han creado tres provincias yihadistas: Fezán, Trípoli y Barqa, anunciadas en noviembre de 2014. Son los herederos de grupos como el Consejo de la Shura de Jóvenes Islámicos o los Leones de Libia.

Estado Islámico extiende también sus tentáculos en Afganistán, donde el Batallón Al Tawhid (término utilizado para referirse a la región de Áfganistán y Pakistán), Ansar al Tawhid en Tierras del Hind y la Provincia de Jorasán han proclamado su fidelidad. En Pakistán opera la Brigada Al Tawheed en Jorasan y el Movimiento Califato y Yihad, filiales declaradas de EI.

Por último, en Indonesia y Filipinas se han sometido a la autoridad del califa los Fieles del Califato en Filipinas y los Combatientes para la Libertad del Bangsamoro Islámico (BIFF, por sus siglas en inglés). En Indonesia han proclamado la baya (juramento de fidelidad) los Muyahidines del Timor Indonesio y Jamaah Ansharut Tauhid, los seguidores de Abu Bakr Bashir.

La mayoría de las wilayas declaradas hasta ahora corresponden a divisiones administrativas previas. Sin embargo, en muchas de ellas el grupo ni siquiera cuenta con presencia real. EI ha anunciado además su intención de conquistar o «liberar» países como España o la región del Cáucaso ruso de mayoría musulmana.

Otras organizaciones islamistas radicales no han proclamado la baya al califa, pero sí han declarado su simpatía y apoyo a su causa. Entre ellas están grupos menores como Al Attasam belKetab ua al Sunna (Sudán), el Consejo de la Shura de los Muyahidines en los Alrededores de Jerusalén (Palestina), Jamia Hafsa (Pakistán) o el Batallón Uqba bin Nafi (Túnez), pero también hay otros grupos más importantes.

Desde septiembre apoya a Estado Islámico el Movimiento Islámico de Uzbekistán (MIU), un grupo fundado en 1998 con el objetivo de derrocar al presidente de Uzbekistán, Islam Karimov, e imponer la sharia (ley islámica) en el país. También ha llegado el apoyo a EI desde Filipinas, donde Abú Sayyaf pretende crear un estado musulmán en el oeste de Mindanao y el sur del archipiélago.

Los líderes

La mayoría de los actuales dirigentes de Estado Islámico son exoficiales iraquíes, incluyendo a numerosos antiguos miembros de sus comités de seguridad y estrategia militar, y todos ellos bajo el mando de Al Bagdadi. Éste, conocido también como califa Ibrahim, se mantiene en paradero desconocido, y apenas ha aparecido en público. Según algunas informaciones que no llegaron a ser confirmadas, Al Bagdadi habría resultado herido durante un bombardeo de la coalición internacional el pasado mes de marzo.

El otro personaje clave de Estado Islámico es el fallecido Haji Bakr, auténtico ideólogo del grupo, y que murió a principios de enero de 2014 durate un ataque de la Brigada de los Mártires de Siria en la ciudad de Tal Rifaat, en el norte de este país. Tras la muerte de Haji Bakr, el Consejo Militar de Estado Islámico pasó a estar dirigido por Abu Abdulrahman al Bilawi, a quién mataron las fuerzas de seguridad iraquíes en junio de ese mismo año. Le sucedió el coronel Abu Ayman al Iraqi, otro exoficial del ejercito de Sadam Husein.

El pasado 16 de mayo, la Casa Blanca informó de que fuerzas especiales de los Estados Unidos habían matado en Siria a Abu Sayyaf, otro de los líderes del grupo jihadista, implicado en las operaciones militares de EI y a cargo del comercio ilegal de petróleo y gas, así como de las operaciones financieras de la organización.

El dinero

Con unos recursos económicos calculados en alrededor de 2.000 millones de dólares, Estado Islamico es actualmente el grupo yihadista más rico. Sus principales vías de financiación son la venta ilegal del petróleo de las zonas capturadas en Irak (en torno a un millón de dólares al día); los rescates por los secuestros y el dinero obtenido por la extorsión a comerciantes; los peajes que cobran por circular y transportar mercancías en las carreteras de su territorio; el robo de bancos; y los miles de dólares que consiguen tras colocar de contrabando en el mercado negro piezas saqueadas de museos y lugares arqueológicos.

Estado Islámico también se financia mediante donaciones de particulares, la mayoría procedentes de grandes fortunas del Golfo, aunque, a diferencia de otros grupos yihadistas, esta fuente de ingresos no parece ser tan determinante, ya que constituiría tan solo el 5% del total.

La vida en el califato

Las imágenes de los métodos represivos de Estado Islámico son bien conocidas. Los yihadistas han grabado en vídeo y difundido fusilamientos, decapitaciones, degollamientos y lapidaciones, así como la quema de sus víctimas o su lanzamiento desde azoteas de altos edificios.

En el territorio que controlan se aplica la interpretación más radical de la ley islámica, con matrimonios forzados de mujeres, situaciones de esclavitud de minorías sometidas (especialmente, la de los yazidíes), ejecuciones rutinarias por delitos menores, entrenamiento militar de menores, expolio de bienes, castigos brutales…

Testigos citados por la agencia Efe esta misma semana narran cómo las mujeres no pueden salir a la calle sin un mehrem o tutor, que tiene que ser un varón de la familia, y vestidas con el niqab, el velo que tapa todo el cuerpo menos los ojos. En los hospitales, las mujeres no pueden ser atendidas por médicos hombres, y viceversa, y los yihadistas han impuesto su propio programa en los colegios y la educación obligatoria para los menores de 7 a 18 años.

«Exigen impuestos por todo: por la limpieza y vigilancia de las calles, a los comerciantes, por el agua, la electricidad y el teléfono. En mi familia pagamos unos 50 dólares al mes, más de lo que pagábamos al régimen», explica uno de estos testigos, un sirio que vive en el califato autoproclamado por los yihadistas. «Y el aumento de las tasas no se ha traducido en una mejoría de los servicios: en Deir al Zur hay zonas en las que la electricidad se corta dos horas, cinco e incluso el día entero», añade. A estos impuestos se suma el zakat, o limosna obligatoria, y en el caso de los campesinos la donación de una parte de su cosecha a los radicales. La situación es similar en la provincia de Al Raqqa, bastión principal de los extremistas en Siria, y donde «un fumador puede ser condenado a tres días de cárcel y a barrer las calles durante otros tres».

En Irak, tras un año bajo el control de Estado Islámico, la vida de los habitantes de Mosul, la tercera ciudad más grande del país, situada a unos 400 kilómetros al norte de Bagdad y donde viven cerca de 2 millones de personas, también ha cambiado radicalmente: coches de la «Policía Islámica» patrullan las calles, los detenidos son procesados en «cortes islámicas», en la frontera del área controlada por los insurgentes se cobran tasas de aduana, y guardianes de la moral religiosa vigilan los mercados locales para asegurarse de que las mujeres van vestidas «correctamente».

Un mes después de entrar en la ciudad, los militantes islamistas dieron un ultimátum a los cristianos que aún no habían huido, para que aceptasen la llamada dhimma, un contrato usado antiguamente que ofrece protección a los no musulmanes que viven en sociedades islámicas a cambio de que se conviertan al islam o de que paguen un impuesto especial. Según el comunicado leído por los islamistas, los cristianos que no aceptasen ninguna de estas dos opciones, «morirían».

El destrozo cultural

Junto a la represión de las poblaciones dominadas y a los cientos de miles de muertos y desplazados, el efecto devastador del avance de Estado Islámico se ha dejado también sentir en el valioso patrimonio histórico y cultural de la región.

Los yihadistas han dinamitado mezquitas y monumentos, saqueado museos, destrozado estatuas y acabado con piezas arqueológicas y artísticas de valor incalculable, incrementando más aún el expolio al que lleva años sometida toda la zona, debido a la guerra civil siria y a la situación de violencia constante en Irak.

El pasado día 23, el grupo comenzó a destruir mausoleos de la ciudad monumental siria de Palmira, patrimonio de la humanidad y una de las ruinas más espectaculares de la antigüedad grecorromana. Antes, los radicales de EI ya habían dañado gravemente las ruinas asirias de Nimrud (del siglo XIII a. C.) y de Hatra, también patrimonio de la humanidad; el Museo de la Civilización de la ciudad de Mosul y el yacimiento de Dur Sharrukin, capital asiria durante parte del reinado de Sargón II (722 – 705 a. C.).

Cronología

2004

  • Abril. Se anuncia la creación en Irak del «Grupo Monoteísmo y Yihad», coincidiendo con el establecimiento de Al Qaeda en el país y a iniciativa del terrorista jordano Abu Musab al Zarqaui. Durante meses el grupo se atribuye múltiples atentados en Bagdad.
  • 24 de octubre. El grupo pasa a llamarse «Seguidores de Al-Qaida y la Guerra Santa en Mesopotamia».

2006

  • Enero. La organización se coaliga con otros grupos de Muyahidín y pasa a denominarse Estado Islámico de Irak.
  • 15 de octubre. El grupo anuncia la creación en parte de Irak de un «estado islámico» que incluye zonas de Bagdad, y las provincias de Al Anbar, al oeste de la capital; Diyala, Salahedin y Ninive situadas al norte de Bagdad, todas ellas de mayoría suní.
  • Noviembre. Abu Omar al Bagdadi asume el mando tras la muerte meses antes en un bombardeo aéreo estadounidense de Al Zarqaui.

2010

  • 16 de mayo. El grupo anuncia que su nuevo jefe es Abu Bakr al Bagdadi, tras la muerte el 18 de abril de Abu Omar al Bagdadi.

2012

  • 22 de noviembre. El reportero estadounidense James Foley es secuestrado en Siria a manos del grupo.

2013

  • Abril. El grupo añade a su nombre «y Levante», con lo que pasa a denominarse Estado Islámico de Irak y del Levante (ISIL) coincidiendo con su operaciones en Siria que libra un conflicto civil, y con el envío de yihadistas. Abu Bakr al Bagdadi afirma que el extremista Frente Al Nusra, que combate contra el régimen sirio, es su filial en Siria. El Frente al Nusra, sin embargo, afirma que es leal a Al Qaeda pero que no depende de, ni forma un único grupo con, su rama iraquí, el Estado Islámico de Irak.
  • Noviembre. El líder de Al Qaeda, Ayman al Zawahiri, designa al Frente al Nusra como la única «filial de Al Qaeda en Siria, dependiente de la Comandancia Central», y delimita la actividad del ISIL a Irak.

2014

  • Enero. Varias facciones rebeldes, en su mayoría islamistas, lanzan una ofensiva para expulsar del territorio sirio al ISIL.
  • 10 de junio. El ISIL se apodera de la ciudad iraquí de Mosul, saquea sus bancos hasta conseguir 450 millones de dólares en moneda iraquí, si bien las autoridades de la región autónoma del Kurdistán elevan el dinero robado a 1.000 millones.
  • 11 de junio. El ISIL se hace con el control de Tikrit.
  • 16 de junio. El ISIL toma el control de la estratégica localidad iraquí de Tal Afar, entre Mosul y la frontera siria.
  • 29 de junio. El grupo declara la instauración de un «califato» que se extiende desde Diyala (al este de Irak) hasta la ciudad siria de Alepo, y cambia su nombre por el de Estado Islámico (EI).
  • 3 de agosto. EI conquista la población iraquí de Sinyar y otras zonas del norte de Irak, lo que desencadena una crisis humanitaria denunciada por la ONU que obliga a más de 120.000 cristianos a escapar desde las localidades de Qaraqosh (la mayor ciudad cristiana de Irak) y Telkif hacia las de Erbil y Dohuk.
  • 8 de agosto. EI se hace con el control de la presa de Mosul y EE UU inicia sus ataques «selectivos» contra posiciones yihadistas en el norte de Irak.
  • 9 de agosto. Las fuerzas kurdas (peshmergas), que se habían retirado de Mosul ante el avance yihadista, lanzan una ofensiva militar, con ayuda de la aviación estadounidense, para recuperar Mosul.
  • 11 de agosto. La Liga Árabe condena «los crímenes contra la humanidad» de EI contra cristianos y yazidíes iraquíes, y recuerda que hay informes que indican que han asesinado a más de 500 yazidíes y expulsado a decenas de miles de sus hogares.
  • 19 de agosto. Un vídeo muestra la decapitación del periodista James Foley. Días después la Inteligencia británica identifica a Abdel Majed Abdel Baryry como «sospechoso clave».
  • 24 de agosto. EI toma el control total del último bastión del régimen sirio en Al Raqqa. Liberado el periodista estadounidense Peter Theo Curtis, secuestrado hace casi dos años en Siria.
  • 1 de septiembre. El Parlamento alemán avala el envío de armas a los kurdos que luchan en el norte de Irak contra el EI.
  • 2 de septiembre. Yihadistas de EI muestran en un vídeo la decapitación del periodista estadounidense Steven Sotloff.
  • 14 de septiembre. El secretario de Estado de EE UU, John Kerry, confirma que Estados Unidos está «en guerra» con EI un día después de que el grupo decapitara al cooperante británico David Haines.
  • 18 de septiembre. Al menos quince supuestos yihadistas relacionados con el EI son detenidos en Australia por planear el secuestro y decapitación de civiles para divulgar los vídeos en las redes sociales.
  • 19 de septiembre. Cazas franceses realizan los primeros bombardeos contra posiciones de los yihadistas de EI en Irak y destruyen un depósito logístico en el noreste del país. Barack Obama firma una ley que amplía la autoridad del Pentágono para entrenar y armar a los rebeldes sirios en la lucha contra EI.
  • 22 de septiembre. EE UU y «naciones aliadas» inician una ofensiva de ataques aéreos contra EI en las provincias sirias de Al Raqz y Deir al Zur y causan en este primer ataque la muerte de al menos 70 combatientes yihadistas y otros 300 resultaron heridos.
  • 3 de octubre. EI decapita al británico Alan Henning, secuestrado en Siria.
  • 12 de noviembre. Al menos 865 personas han muerto en Siria desde el inicio de los bombardeos de la coalición internacional.
  • 16 de noviembre. EI asegura haber ejecutado al rehén estadounidense Peter Kassig.

2015

  • 7 de enero. EE UU asegura haber destruido más de 3.000 objetivos de EI desde el aire.
  • 9 de enero. EI alaba el atentado del 7 de enero contra la sede del semanario satírico francés Charlie Hebdo por parte de dos hermanos yihadistas, que se cobró la vida de 12 personas.
  • 22 de enero. Los ministros de Exteriores de 21 países reafirman en Londres su «compromiso» para derrotar al EI.
  • 23 de enero. Al menos 1.408 muertos, de ellos 1.278 combatientes de EI, desde el inicio de los bombardeos en Siria.
  • 25 de enero. EI muestra un video con la decapitación del contratista japonés Haruna Yukawa.
  • 26 de enero. Las fuerzas kurdas controlan ya el 90% del enclave kurdo sirio de Kobani, fronterizo con Turquía, tras los avances logrados frente a los yihadistas de EI.
  • 31 de enero. Otro video difundido por el EI muestra al periodista japonés Kenji Goto decapitado.
  • 3 de febrero. El piloto jordano Muaz Kasasbeh, capturado por EI después de que su avión sufriera problemas técnicos, es ejecutado quemado vivo en el interior de una jaula.
  • 19 de marzo. EI reivindica el atentado del día anterior en el Museo del Bardo de Túnez, en el que murieron 21 personas, incluidos 18 turistas extranjeros. Los dos terroristas que perpetraron el ataque fueron abatidos por la policía.
  • 31 de marzo. Las fuerzas iraquíes recuperan Tikrit.
  • 1 de abril. EI entra en el campo de refugiados de Yarmuk, a 5 kilómetros de Damasco, donde se enfrenta a Aknaf Beit al Maqdis, una facción palestina opuesta al régimen de El Asad, y a otros grupos rebeldes sirios que han acudido desde las afueras de la capital a defender el campo.
  • 21 de abril. El diario británico The Guardian publica que Al Bagdadi resultó herido de gravedad durante un ataque aéreo de la coalición internacional en marzo.
  • 28 de abril. EI ha ejecutado a 2.154 personas desde que declaró el califato en las zonas bajo su control en Siria, en junio de 2014, según el Observatorio Sirio de Derechos Humanos.
  • 17 de mayo. Cerca de 300 muertos en la ciudad siria y patrimonio de la Unesco de Palmira desde que comenzó hace cuatro días la ofensiva de EI.
  • 21 de mayo. EI controla en torno al 50 % del territorio sirio tras tomar área de Palmira.
  • 23 de mayo. Al menos 2.269 combatientes de EI muertos por ataques de coalición en Siria.
  • 5 de junio. El Pentágono asegura que los ataques aéreos de la coalición contra el EI en Siria e Irak están acabando con la vida de mil yihadistas al mes.
  • 25 de junio. Estado Islámico lanza ataques simultáneos contra el Ejército sirio y las milicias kurdas para tratar de recuperar terreno tras perder en los últimos días localidades estratégicas cercanas a la capital de su autoproclamado califato, Al Raqqa. Fuerte ofensiva en Kobane (más de 200 muertos).
  • 26 de junio. Oleada de ataques en tres países: al menos 27 muertos en un atentado contra una mezquita chií en Kuwait, 37 turistas asesinados en un ataque en dos hoteles de Túnez, y un decapitado en una fábrica de la ciudad francesa de Lyon.
  • 27 de junio. Las milicias kurdas recuperan el control de Kobani.

Con información de la agencia Efe
Publicado originalmente en 20minutos

Estado Islámico: el ‘califato’ del terror cumple un año

La idea, que probablemente tomó cuerpo entre los muros de la prisión iraquí de Bucca tras la invasión estadounidense de Irak, llevaba años fraguándose, pero su resolución duró apenas unos meses: después de una serie de ataques que comenzaron en enero de 2014, y en una auténtica guerra relámpago, los yihadistas fundamentalistas sunníes del conocido entonces como EIIL (Estado Islámico de Irak y el Levante, ISIS, por sus siglas en inglés) tomaron Mosul, se hicieron en unas semanas con el control […]

Edificios destruidos por las bombas en la ciudad siria de Alepo, en marzo de 2013. Foto: Foreign and Commonwealth Office / Wikimedia Commons

El 15 de marzo de 2011, hace ahora cuatro años, cientos de personas salieron a la calle en la localidad siria de Daraa para exigir la liberación de una quincena de estudiantes que habían sido detenidos por realizar pintadas en contra del régimen dictatorial del presidente Bashar al Asad. En plena efervescencia de la llamada ‘primavera árabe’, la protesta fue la mecha que prendió la llama. Las manifestaciones exigiendo democracia y el fin de la corrupción política y de los abusos a los derechos humanos pronto se extendieron por todo el país.

El Gobierno respondió con arrestos masivos, tortura de prisioneros, brutalidad policial, más censura, y, también, algunas concesiones políticas menores. Pero las protestas siguieron creciendo, y el cambio parecía posible. Tal vez más a la manera violenta de Libia que a la manera más o menos ‘pacífica’ de Túnez o Egipto, pero inevitable.

Cuatro años después, sin embargo, la guerra civil que estalló tras aquellas primeras protestas continúa, Al Asad sigue en el poder, y el nivel de destrucción del país hace ya tiempo que rebasó los límites de lo imaginable.

La compleja realidad étnica, social y religiosa de Siria, los intereses y apoyos internacionales, y la entrada en el tablero del yihadismo fundamentalista, entre otros factores, han estancado un conflicto cuyas cifras es difícil no calificar de escalofriantes: más de 210.000 muertos, casi cuatro millones de refugiados, cerca del 80% de la población viviendo en la pobreza… Más todo el sufrimiento que es imposible cuantificar en datos: familias destrozadas, daños psicológicos, sueños rotos, niños traumatizados. El país está arrasado desde todos los puntos de vista (humano, económico y cultural), las violaciones de los derechos humanos (tanto por las fuerzas del régimen como por grupos de la oposición) son continuas, el frágil tejido social que la mano de hierro de la dictadura había preservado unido durante décadas está hecho trizas, y las perspectivas de que la pesadilla acabe pronto son, siendo optimistas, escasas.

De momento, el principal ganador en el conflicto no es otro que el presidente sirio. La expansión de los integristas de Estado Islámico en Siria e Irak ha alterado por completo la balanza. Para los países occidentales y muchos países árabes que antes exigían su renuncia inmediata, el enemigo número uno no es ya Al Asad, sino el terror yihadista. Y en este contexto, Al Asad, cuyo ejército sigue masacrando a la población (indiscriminadas bombas de barril incluidas), pero está también en primera línea de combate contra los fundamentalistas, se ha convertido en una pieza clave.

Nadie lo reconoce abiertamente, pero, tanto en Estados Unidos como en Europa, cada vez son más las señales que indican una aceptación de facto de la permanencia de Al Asad en la presidencia, como primer paso hacia una futura coalición de unidad nacional que pueda incluir tanto al presidente como a la oposición antiyihadista. La propia oposición en el exilio ya no condiciona el diálogo a la renuncia del dirigente sirio, aunque aún confía en que el presidente acabe abandonando el poder.

De «carnicero» a objetivo secundario

En la UE, la hasta ahora posición casi unánime en contra de Al Asad empieza a diluirse, y pocos dirigentes le califican ya, como hicera en su día el primer ministro francés, Manuel Valls, de «carnicero».  «Al margen de Francia, Gran Bretaña y Dinamarca, que rechazan cualquier papel de Al Asad en el futuro de Siria, muchos países europeos piensan que después de cuatro años, esta posición resulta ya insostenible», afirma un diplomático europeo, en declaraciones recogidas por la agencia AFP.

Quien probablemente ha descrito mejor el nuevo escenario es, no obstante, el secretario de Estado estadounidense, John Kerry, quien declaró recientemente que el presidente sirio «ha perdido toda legitimidad, pero no tenemos otra prioridad más importante que desestabilizar y derrotar a Daesh [acrónimo en árabe del grupo Estado Islámico]».

El apoyo de Occidente a los autócratas de la región, moneda común hasta el estallido de la ‘primavera árabe’, se ha alimentado siempre de dos grandes excusas: garantizar el suministro de petróleo (obviando la evidencia de que los productores necesitan al consumidor tanto como los consumidores al productor), y frenar a los islamistas (obviando la evidencia de que el islamismo florece en contextos de represión, desigualdad y miseria). La segunda excusa vuelve a imponerse en Siria, y Al Asad parece ser ahora el «mal menor».

Muchos analistas consideran que la situación actual podría haberse evitado si la comunidad internacional hubiese intervenido eficazmente y desde un principio en favor de los rebeldes, y, en concreto, de la «oposición moderada» que llevó las riendas de la lucha en los primeros meses del conflicto. Pero el apoyo de países como Rusia, China e Irán al régimen de Al Asad, unido a los temores de que las armas acabasen en manos de la oposición yihadista, lo hizo imposible.

Las amenazas de EE UU de bombardear al régimen que siguieron a las denuncias por el uso de gases contra la población se quedaron en nada tras el acuerdo alcanzado con Rusia para la destrucción del arsenal químico sirio. Y la presión diplomática y a través de sanciones económicas más duras que, como alternativa a una nueva intervención militar en la región, podría haberse ejercido de no ser por los vetos de Rusia y China, parece hoy inviable y, para muchos expertos, incluso contraproducente.

La realidad sobre el terreno es que los aviones de la coalicion internacional liderada por EE UU están bombardeando a los, hoy por hoy, mayores enemigos del régimen sirio.

Un país devastado: las cifras

La guerra en Siria es una de las mayores crisis desde la II Guerra Mundial. Los siguientes datos corresponden a los cálculos realizados por las diferentes agencias de la ONU y organizaciones no gubernamentales que trabajan en el país, así como a un informe recién publicado por el Centro Sirio de Investigación Política, con el respaldo de Naciones Unidas.

  • Entre 210.000 y 220.000 muertos. De ellos, se calcula que cerca de 64.000 eran civiles;  más de 44.000, soldados del régimen; 31.300, milicianos leales al Gobierno; 17.000, funcionarios gubernamentales; unos 35.000, combatientes rebeldes; 2.400, opositores desertores del ejército; y más de 22.600, combatientes yihadistas.
  • Más de 840.000 heridos.
  • 3,8 millones de refugiados, repartidos, principalmente, entre Turquía (más de 1,7 millones), Líbano (1,2 millones), Jordania (622.000, incluyendo los 100.000 acogidos en el campo de refugiados de Za’atari, el segundo mayor del mundo, tras el de Dadaab, en Kenia), el Kurdistán iraquí (250.000) y Egipto (136.000). La mitad ellos son niños.
  • 7,6 millones de desplazados internos, en territorio sirio.
  • Más de 4,8 millones de sirios viven en lugares sitiados o de muy difícil acceso.
  • Más de 12,2 millones dependen de ayuda humanitaria de emergencia para sobrevivir (el presupuesto de la ayuda humanitaria necesaria para 2015 se calcula en 8.000 millones de dólares, de los que a día de hoy se ha cubierto solo un 2%).
  • La esperanza de vida se ha reducido de 75,9 años en 2010 a 55,7 años a finales de 2014 (un 27%).
  • 5,6 millones de niños necesitan ayuda, un 31% más que hace un año. De estos menores, unos dos millones viven sitiados en zonas a las que la ayuda humanitaria no puede acceder por los combates.
  • 2,6 millones de niños no pueden acudir a la escuela (muchas están destruidas o los padres tienen miedo de que vayan por temor a los ataques).
  • Las pérdidas económicas totales se calculan en unos 200.000 milllones de dólares.
  • El 80% de la población vive ahora en niveles de pobreza; el 30%, en pobreza extrema, con dificultades para satisfacer sus necesidades básicas de alimentos.
  • Casi tres millones de sirios han perdido sus puestos de trabajo, lo que implica que unos 12 millones han perdido su fuente principal de ingresos. El desempleo ha aumentado del 14,9% en 2011 al 57,7% en 2014.
  • El 83% de la luz eléctrica se ha apagado, según una investigación realizada por el académico Xi Li, de la Universidad de Wuhan (China), en la que compara imágenes de satélite captadas entre marzo de 2011 y febrero de 2015. En Damasco, la capital, se han extinguido el 33% de las luces, mientras que en las ciudades más afectadas por la guerra, como Alepo, Idlib y Raqa, la cifra alcanza el 97%:
Luces en Siria en marzo de 2011Luces en Siria en febrero de 2015
Imágenes de satélite muestran la extinción de luces en Siria a causa de la guerra, entre marzo de 2011 (izquierda) y febrero de 2015 (derecha). Fuente: #withSyria / Wuhan University
  • Según un informe, publicado por Médicos por los Derechos Humanos, 610 personas dedicadas a tareas médicas han muerto en Siria desde 2011, a raíz de 233 ataques a 183 instalaciones médicas.
  • La guerra ha provocado la destrucción total, o dañado seriamente, al menos 290 sitios del patrimonio cultural sirio, incluyendo importantes monumentos históricos e innumerables objetos artísticos, según un informe del Instituto para la Formación y la Investigación de Naciones Unidas, UNITAR, publicado a finales del año pasado.

El origen

La falta de libertades y el férreo control policial ejercido por el Gobierno sirio sobre una población que había vivido bajo una ley de emergencia desde que el partido Baaz llegó al poder en 1963, fueron los principales detonantes de las protestas iniciadas en 2011, en el marco de la llamada ‘primavera árabe’.

El país, de mayoría sunní, pero gobernado desde 1971 por la minoría alauí (una rama del chiísmo), representada ahora por el presidente Bashar Al Asad (quien sucedió a su padre a su muerte en 2000), vivió desde el 15 de marzo de 2011 las protestas antigubernamentales más graves de su historia reciente, desde la revuelta sunní de los Hermanos Musulmanes en 1982 en Hama, en la que murieron 20.000 de ellos.

Ante las críticas de la comunidad internacional, el régimen atribuyó a «grupos terroristas» el origen de las revueltas, al tiempo que aseguró ser objeto de un complot extranjero por su apoyo a grupos opuestos a EE UU, en referencia a la milicia chií libanesa Hizbulá, al palestino Hamás y a sus vínculos con Irán. La represión le ha supuesto a Siria sanciones por parte de organismos internacionales y la suspensión de la Liga Árabe en noviembre de 2011.

La situación se agravó a comienzos de febrero de 2012 a raíz del asedio a Homs, bombardeada desde el aire en ataques que dejaron centenares de muertos, y, después, en agosto, con las matanzas de Hula, Tremseh y Daraya, donde la oposición denunció el asesinato de más de 300 personas en cinco días, la mayoría civiles.

En noviembre de 2012 las fuerzas rebeldes crearon en Doha (Catar) la Coalición Nacional para las Fuerzas de la Revolución y la Oposición Siria (CNFROS), que ha sido reconocida por EE UU, Francia, la Liga Árabe y el Consejo de Cooperación del Golfo (CCG), entre otros países y organismos, como único representante del pueblo sirio.

Hasta ahora, las mediaciones de los enviados especiales de la ONU, primero Kofi Annan, quien dimitió ante la imposibilidad de imponer su plan de paz; después el argelino Ladjar Brahimi, que también renunció, y ahora el italiano Staffan de Mistura, no han conseguido detener la represión ni que prospere una resolución para una intervención militar.

Fragmentación y radicalización

En mayo de 2013 el conflicto se extendió al Líbano, después de que la milicia Hizbulá, aliada de Damasco, interviniera al lado del Ejército para combatir a los rebeldes en la ciudad de Quseir, un enclave estratégico para la oposición debido a su ubicación en la ruta que conecta el norte del Líbano, de mayoría sunní, con Homs, lo que permitía el abastecimiento de armas.

Desde entonces, la guerra ha evolucionado hacia una creciente fragmentación de las fuerzas participantes, marcada por la irrupción de varios grupos yihadistas, especialmente Estado Islámico (EI), que han aprovechado la revolución para reforzarse y ampliar su territorio de operaciones. Estos grupos armados extremistas defienden postulados ideológicos muy alejados de los objetivos iniciales de los revolucionarios, y cuentan con la oposición de una gran parte de la población, debido a su violencia. En septiembre de 2014, EE UU y naciones aliadas, incluyendo varios países árabes, iniciaron una ofensiva de ataques aéreos contra las posiciones de EI.

Mientras, el Ejército Sirio Libre, que durante meses constituyó la base de la rebelión  respaldada por Occidente, y que logró incluso algunas victorias contra el régimen, es ahora una alianza de pequeños grupos sin apenas recursos, y tanto los gobiernos de la región como la comunidad internacional han ido tomado posiciones, respaldando con financiación, armas o ayuda no letal a alguno o a varios de los grupos que participan en los combates, complicando más aún la situación.

Actualmente, la comunidad internacional está centrada en la lucha contra Estado Islámico, lo que ha rebajado la presión contra el presidente, Bashar al Asad, quien ha visto reafirmada su retórica de lucha antiterrorista para justificar su represión.

Las fuerzas del régimen

El bando gubernamental está compuesto, principalmente, por las Fuerzas Armadas (el ejército regular) y las Fuerzas de Defensa Nacional (surgidas en 2012 al unirse los Comités Populares y otros grupos armados pro Asad, y que operan bajo el mando de comandantes regionales coordinados desde Damasco). Ambas están controladas por el presidente.

En el lado del régimen combaten asimismo varias milicias y brigadas progubernamentales que, especialmente en algunas zonas del país, como el noroeste, han ido cobrando cada vez más peso. Entre ellas destacan los Batallones Baaz (considerados el brazo armado del partido, y con una gran presencia en Alepo), y el grupo Resistencia Siria (de tendencia marxista-leninista, y dominado por la minoría alauí, a la que pertenecen tanto el presidente como la clase política dominante siria).

Uno de los principales aliados políticos y militares de Al Asad es el partido-milicia chií libanés Hizbulá, cuyos combatientes han sido determinantes en algunas de las victorias más significativas conseguidas por el régimen. El Partido Alauí Democrático, una formación también libanesa, respalda asimismo al presidente sirio, así como numerosas brigadas iraquíes de mayoría chií que combaten en distintas partes del país.

El Gobierno de Al Asad sigue contando con el respaldo diplomático de Rusia, China, Irán, Irak, Venezuela y Corea del Norte.

Islamistas y yihadistas

El denominado originalmente Estado Islámico de Irak y Levante (ISIL), que cambió su nombre por el de Estado Islámico (EI) en junio de 2014, comenzó sus operaciones en territorio sirio en abril de 2013; el Frente al Nusra, considerado la rama de Al Qaeda en Siria, se constituyó en enero de 2012.

El ISIL tuvo su origen en el grupo Estado Islámico de Irak y se creó en octubre de 2006 a partir de la unión de varias organizaciones radicales durante la ocupación estadounidense del territorio iraquí. Ambos combatían con los mismos objetivos, hasta que en junio de 2013 estallaron sus diferencias cuando el líder de Al Qaeda, Ayman Al Zawahiri, designó al Frente al Nusra como la única facción de su grupo en Siria y pidió al ISIL limitar sus acciones únicamente al territorio iraquí, al tiempo que se desvinculaba de él. Ello provocó tensión entre ambos grupos, una situación que empeoró debido a los conflictos entre el ISIL y el resto de organizaciones islamistas opositoras, entre ellas, el Frente Islámico Sirio (FIS), la mayor alianza rebelde, que incluye varias brigadas de combatientes islamistas.

Pese a ser uno de los últimos grupos armados en irrumpir en el conflicto, el peso adquirido por Estado Islámico en Irak, la extrema violencia de sus prácticas (miles de civiles y de prisioneros asesinados a sangre fría, decapitaciones y crucifixiones, rehenes occidentales ejecutados, violaciones, mujeres esclavizadas y homosexuales degollados, persecución brutal de minorías religiosas, destrucción vandálica de patrimonio histórico….), su maquinaria publicitaria (mediantes vídeos y a través, sobre todo, de las redes sociales), y su capacidad para atraer a miles de combatientes extranjeros (cientos de europeos incluidos) han puesto a Estado Islámico en el foco de todas las miradas en la región y el mundo. La formación, relacionada pero no vinculada ya con Al Qaeda –que ha rechazado los métodos del grupo–, ha conseguido importantes avances en Irak y Siria, provocando una intervención militar internacional, principalmente en forma de ataques aéreos, para intentar frenar su expansión.

A pesar de compartir muchos conceptos ideológicos, Estado Islámico (autoproclamado «califato» desde el año pasado), se ha enfrentado, además de al Gobierno sirio, a otras formaciones yihadistas que se encontraban previamente en el país, como el mencionado Frente al Nusra y el Grupo Jorasán (parte también de la red de Al Qaeda y que se coordina con su rama en Siria).

Otro grupo importante es Jund al Aqsa, una escisión del Frente al Nusra formado sobre todo por desertores de otras milicias islamistas. Está integrado en la llamada Alianza Muhayirin ua Ansar, de la que también forman parte los grupúsculos salafistas Liuaa al Umma, la Brigada Omar y la Brigada Haq.

La oposición moderada

La mayoría de las fuerzas no islamistas, o moderadas, de oposición al régimen de Bashar al Asad están actualmente integradas en la Coalición Nacional de Siria (CNFROS), constituida el 11 de noviembre de 2012 tras un acuerdo alcanzado en Catar con el objetivo de aglutinar a todos los grupos de oposición y acabar con sus diferencias. Desde el pasado 5 de enero de 2015 está liderada por Jaled Joya.

El grupo más importante dentro de la CNFROS, y su embrión, es el Consejo Nacional Sirio (CNS), que nació en agosto de 2011 como un movimiento en el exilio con el propósito de coordinar la revuelta. El CNS está dirigido por el veterano opositor izquierdista y de confesión cristiana George Sabra.

CNFROS y CNS han participado en distintas reuniones en el exilio (en El Cairo y Estambul, principalmente) para preparar una «hoja de ruta» para la etapa transitoria, así como para mantener la lucha y respaldar al rebelde Ejército Libre de Siria (ELS), que opera en el interior, hasta la caída del régimen sirio.

El ELS fue creado en Turquía el 4 de octubre de 2011 por un grupo de desertores y pocos meses después trasladaron su base al interior del país para dirigir sus operaciones sobre el terreno. Cuando comenzaron a operar los grupos yihadistas, el ELS y el FIS centraron sus ataques sobre los fundamentalistas. Según el Ejército Libre de Siria, unos 50.000 combatientes de distintas facciones se enfrentan actualmente sobre el terreno a los yihadistas que, se calcula, cuentan con 7.000 milicianos.

Los kurdos

Dentro de Siria combate también contra los yihadistas el Partido de la Unión Democrática (PYD), una de las principales formaciones políticas de la oposición kurdo-siria, que representa al 9% de la población del país y que opera mediante su brazo armado, las Unidades de Protección del Pueblo Kurdo, con el objetivo último de instaurar un estado autónomo.

Las Unidades de Protección han adoptado una posición defensiva para proteger a la población kurda, y se han acabado convirtiendo en uno de los los actores clave en la lucha contra los avances de Estado Islámico en el noreste de Siria. Cuentan con la ayuda de los peshmerga, las fuerzas de seguridad del Kurdistán iraquí, que también combaten a los yihadistas en el país vecino, así como con el respaldo aéreo de la coalición internacional que lidera EE UU.

El mapa de la guerra

Desde que comenzó la guerra, las zonas que dominan los diferentes bandos han ido cambiando con frecuencia, en un conflicto que se caracteriza por combates muy intensos y ganancias pequeñas de terreno.

Actualmente, el régimen controla en torno al 40% del territorio, principalmente en la parte oriental del país, e incluyendo la capital (salvo algunos distritos cercanos donde se sigue combatiendo) y las grandes ciudades, excepto Raqa y la mitad de Alepo. En total, el 60% de la población se encuentra en zonas dominadas por el Gobierno.

Las fuerzas de la oposición no islamista, por su parte, controlan aún bastante territorio en el noroeste del país, parte de Alepo y zonas al sur de la capital y junto a los Altos del Golán, mientras que los yihadistas de Estado Islámico dominan el norte y el noreste, en un territorio conectado con la zona de Irak bajo su control, y con centro en la ciudad de Raqa.

La guerra civil siria, en marzo de 2015. En rosa, las zonas controladas por el régimen de Bashar al Asad; en verde, las zonas controladas por la oposición; en gris, la zona controlada por Estado Islámico (una gran parte, desierto deshabitado); en amarillo, las zonas controladas por fuerzas kurdas. Mapa: Wikipedia Commons. Ampliar

Los principales escenarios bélicos continúan siendo las ciudades:

  • Damasco. La capital y sus alrededores siguen siendo una de las zonas clave en la guerra. Mediante estrategias basadas en asedios y en bombardeos aéreos intensivos, el régimen ha logrado negociar treguas con varios grupos armados, pero los rebeldes continúan atacando, especialmente desde distritos situados al sur y al este de la ciudad. Las luchas internas entre los diferentes grupos armados de la oposición también han aumentado en los últimos meses.
  • Alepo. Los combates estallaron en la, junto con Damasco, ciudad más grande de Siria en julio de 2012, cuando los rebeldes consiguieron tomar numerosos distritos de la entonces capital económica del país. La ofensiva, sin embargo, se estancó y comenzó entonces una guerra de desgaste en la que la línea del frente va cambiando continuamente. Una gran parte de la ciudad ha sido destruida por los combates y por los bombardeos, y los habitantes sufren escasez de suministro de agua y cortes de luz constantes. De los dos millones de personas que vivían al inicio del conflicto en el este de la ciudad, hoy apenas quedan 300.000. Desde finales de 2013, los ataques con barriles bomba por parte del régimen de Bashar al Asad han causado miles de muertos y mutilados, y han provocado un daño devastador en infraestructuras y viviendas. De los alrededor de 2.500 médicos que trabajaban en Alepo al inicio del conflicto, menos de un centenar siguen en los hospitales que todavía operan en la ciudad, según un informe de Médicos sin Fronteras.
  • Kobani. Esta estratégica ciudad, situada en la frontera con Turquía y habitada por población kurda, se ha convertido en uno de los símbolos de la resistencia contra Estado Islámico. Asediada por los yihadistas desde julio de 2014, los milicianos kurdos, apoyados por ataques aéreos estadounidenses, lograron finalmente retomar su control a finales del pasado mes de enero, tras meses de intensos combates que dejaron al menos 1.600 muertos. El 80% de la ciudad había sido destruido, y más de 200.000 personas habían huido como refugiados a Turquía.
  • Homs. La tercera ciudad más grande del país, considerada la «capital de la revolución», fue recuperada por el Gobierno el pasado mes de mayo, tras tres años de resistencia y fuertes combates. Fue en Homs donde estallaron las primeras protestas masivas contra el régimen de Al Asad, y donde miles de residentes participaron, en abril de 2011, en manifestaciones que fueron reprimidas brutalmente por las fuerzas de seguridad. Desde entonces gran parte de la ciudad fue cayendo bajo el control de las fuerzas de oposición, pero el ejército fue recuperando la mayoría de los distritos con una estrategia basada en combates calle por calle, bombardeos y bloqueos de la ayuda humanitaria. La toma de Homs, ubicada entre Alepo y Damasco, cerca del Líbano, y principal vía de comunicación entre la capital y el oeste del país, fue fundamental para el régimen.
  • Yarmuk. El campamento de refugiados de Yarmuk, situado a tan solo 8 kilómetros de Damasco, dentro de los límites de la capital, se construyó en 1957 para acoger a los refugiados palestinos tras la ocupación israelí. Comenzó ocupando un área de 2,1 Km2 para dar cabida a los refugiados (unos 150.000 palestinos en la actualidad) que fueron construyendo mezquitas, escuelas y otros lugares públicos en lo que es considerado ya como un distrito más de la ciudad. Tras el estallido de la guerra civil, sin embargo, miles de sirios comenzaron a llegar  al campamento, y la zona se convirtió en el escenario de intensos combates entre los rebeldes del Ejército Libre de Siria y sus aliados palestinos (Liwa al-Asifa) por un lado, y una facción del Frente Popular para la Liberación de Palestina apoyada por las fuerzas del Gobierno sirio, por otro. El Ejército sirio sitió el campamento, lo que se tradujo en una situación desesperada para miles de personas, que reciben ayuda internacional con cuentagotas y viven, según la ONU, en una situación de «privación completa». El pasado día 6, la ONU pudo al fin reactivar el reparto de alimentos, tras tres meses de bloqueo en los que no pudo entregar ayuda humanitaria a los cientos de familias que viven allí.

Las armas químicas

En 2011, el presidente de EE UU, Barack Obama, trazó lo que denominó una «línea roja», cuyo traspaso motivaría la intervención militar estadounidense en el conflicto: el uso de armas químicas contra la población. Tras producirse varias denuncias, en las que el régimen de Al Asad fue acusado de utilizar gas sarín, el 21 de agosto de 2013 cerca de medio millar de personas murieron y miles resultaron heridas en el distrito de Goutha, cercano a Damasco, víctimas de gases químicos. La oposición, así como Estados Unidos y algunos de sus aliados occidentales, atribuyeron el ataque al las fuerzas del Gobierno sirio. El régimen de Al Asad, por su parte, culpó a los rebeldes.

Las amenazas de ataque por parte de Washington y Londres que siguieron a lo ocurrido en Goutha acabaron siendo neutralizadas finalmente por la firma de un pacto entre EE UU y Rusia para la destrucción de todo el arsenal químico sirio, calculado en más de 1.000 toneladas. El acuerdo, marcado por los continuos retrasos, pero algunas de cuyas fases ya se han completado, especificaba que ambos países llevarían a cabo una evaluación conjunta del tipo y cantidad de armas químicas que posee Siria; que la eliminación del arsenal químico debería realizarse «lo antes posible» y «de forma segura»; y que la destrucción de todas las armas químicas debería haberse completado a mediados de 2014, con el apoyo logístico de Naciones Unidas.

Estados Unidos anunció el pasado mes de agosto que había completado en alta mar la neutralización del arsenal químico entregado por Siria hasta la fecha. Obama declaró, no obstante, que Damasco aún debía «cumplir su compromiso de destruir las restantes plantas de fabricación de armas químicas declaradas», y que sigue habiendo «graves dudas», debido a las «omisiones y discrepancias» en la declaración siria sobre su arsenal químico, así como por las acusaciones de que ha seguido usando este tipo de armamento.

A pesar de las críticas de EE UU y de otros países, como el Reino Unido, la Organización para la Prohibición de las Armas Químicas (OPAQ) ha declarado que la respuesta del régimen sirio está siendo «satisfactoria», y Rusia destaca la «buena voluntad» del Gobierno de Al Asad.

«Un peligroso punto de inflexión»

La crisis de los refugiados sirios ha desbordado por completo la capacidad de respuesta de los gobiernos de la región y de los organismos internacionales. En Líbano y Jordania, el crecimiento de la población experimentado en el espacio de estos pocos años ha alcanzado niveles para los que estos países no preveían estar preparados hasta dentro de varias décadas. Un tercio de la población actual del Líbano es palestina o siria. Jordania se enfrenta a un desafío similar. Y Turquía se ha convertido ya en el país que más refugiados acoge del mundo. Hay que sumar, además, otros dos millones de desplazados internos en Irak en 2014, y las cerca de 220.000 personas que han buscado refugio en otros países.

El alto comisionado de la Agencia de la ONU para los Refugiados (ACNUR), António Guterres, explicó hace unos días ante el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas que el continuo crecimiento en el número de desplazados «es asombroso» y que, al mismo tiempo, la naturaleza misma de la crisis está cambiando: «A medida que aumenta el nivel de desesperación y se va reduciendo el espacio de protección disponible, nos acercamos a un peligroso punto de inflexión».

Tras pasar años en el exilio, los recursos de los refugiados hace tiempo que se han agotado, y sus condiciones de vida se están deteriorando drásticamente. Más de la mitad de los refugiados sirios en Líbano habitan en viviendas inseguras, casi un tercio ya el año pasado. Y una encuesta realizada a 40.000 familias sirias en Jordania reveló que dos tercios de éstas están viviendo por debajo de la línea absoluta de pobreza. «Los llamamientos humanitarios se encuentran sistemáticamente faltos de fondos», denunció Guterres.

El flujo de refugiados ha supuesto un enorme impacto para las economías y las sociedades, sobre todo en Líbano, Jordania y el norte de Irak, desbordando los servicios sociales, las infraestructuras y los recursos gubernamentales. Y a medida que los países de acogida se enfrentan a crecientes riesgos de seguridad, como consecuencia de la expansión regional del conflicto, y no reciben la ayuda necesaria para responder a esta avalancha, los sirios lo tienen cada vez más difícil para alcanzar su propia seguridad.

El número mensual de registros en ACNUR en Líbano ha caído en cerca de un 80% con respecto a principios de 2014, y el número de los que entran en Jordania se ha reducido también sustancialmente. Un número relevante de refugiados sigue cruzando la frontera hacia Turquía, cuyo gobierno ha gastado ya alrededor de 6.000 millones de dólares en asistencia directa a los refugiados sirios.

El drama se ha extendido también hasta el Mediterráneo: miles de familias sirias que han huido de la guerra se ven forzadas a arriesgar de nuevo sus vidas en precarias embarcaciones, buscando protección en Europa. Desde principios de 2015, unas 370 personas han muerto tratando de cruzar el mar. Es decir, un muerto ahogado por cada veinte que consiguen llegar.

Cronología del conflicto

Los principales acontecimientos de estos cuatros años de guerra, en una cronología elaborada por la agencia Efe:

2011

  • 15 de marzo. Primeras protestas en la provincia sureña de Deraa bajo el lema «Una Siria sin tiranía».
  • 20 de  marzo. Violentos enfrentamientos en Deraa, epicentro de la revuelta.
  • 30 de marzo. Bashar al Asad se dirige por primera vez a la nación y denuncia una conspiración.
  • 29 de julio. Formación del Ejército Libre Sirio (ELS).
  • 18 de agosto. EE UU anuncia sanciones a las que se suma por primera vez la UE.
  • 23 de agosto. La oposición política crea el Consejo Nacional Sirio (CNS).
  • 4 de octubre. Rusia y China vetan una resolución de la ONU contra el régimen sirio.
  • 12 de noviembre: La Liga Árabe expulsa a Siria.

2012

  • 23 de enero. Comienza a actuar el Frente al Nusra, filial siria de Al Qaeda.
  • 3-4 de febrero. Un bombardeo en Homs provoca 300 muertos. Segundo veto de Rusia y China en el Consejo de Seguridad.
  • 6 de febrero. EE UU cierra su embajada en Damasco.
  • 10 de marzo. Kofi Annan, nombrado mediador de la ONU. Renunciará en agosto.
  • 7 de mayo. Elecciones legislativas, boicoteadas por la oposición.
  • 24 de mayo. El nuevo parlamento inaugura sus reuniones, con mayoría absoluta del partido Baaz, de Al Asad.
  • 29 de mayo. Los países occidentales expulsan a los embajadores sirios por la matanza de Hula.
  • 18 de julio. Mueren en un atentado el ministro de Defensa, Daud Abdelá Rayiha, su viceministro y cuñado de Al Asad, general Asef Shaukat, y el jefe de Seguridad Hisham Ijtiar.
  • 19 de julio. Los rebeldes lanzan una ofensiva para tomar Alepo, y controlan parte de la ciudad. Tercer veto de Rusia y China en el Consejo Seguridad.
  • 6 de agosto. El primer ministro, Riad Hiyab, se convierte en el desertor más importante del régimen de Damasco.
  • 17 de agosto. El diplomático argelino Lajdar Brahimi, nuevo mediador de la ONU.
  • 11 de noviembre. Grupos opositores se unen en la Coalición Nacional para las Fuerzas de la Revolución y la Oposición Siria (CNFROS).
  • 12 de noviembre. La Liga Árabe reconoce a la CNFROS como representante de la oposición siria.
  • 3 diciembre. La ONU retira a su personal «no esencial» de Siria.

2013

  • 7 de marzo. La ciudad de Raqa se convierte en la primera capital provincial en caer en manos de los rebeldes.
  • 8 de abril. El grupo yihadista Estado Islámico de Irak anuncia que comienza a actuar en Siria.
  • 9 de abril. Raqa pasa a estar bajo control del ahora denominado grupo Estado Islámico de Irak y del Levante.
  • 4 de junio. La ONU constata el uso de armas químicas, pero no sabe quien las usó, según su informe.
  • 13 de junio. Obama autoriza el envío de armas a la oposición.
  • 21 de agosto. La oposición denuncia 1.300 muertos por los efectos de armas químicas en la periferia de Damasco.
  • 24 de agosto: Médicos Sin Fronteras afirma que en tres hospitales de Damasco fueron atendidos unos 3.600 pacientes con síntomas de estar afectados por productos neurotóxicos, de los que 355 murieron.
  • 27 de agosto. Obama considera que «debe haber una respuesta adecuada» al régimen por el posible uso de armas químicas.
  • 5 de septiembre. El primer ministro británico, David Cameron, denuncia que, por pruebas realizadas en el Reino Unido, se utilizó gas sarín en el ataque de agosto en las afueras de Damasco.
  • 13 de septiembre. Siria se adhiere a la Convención Internacional para la Prohibición de las Armas Químicas (OPAQ).
  • 14 de septiembre. El acuerdo entre Rusia y EE UU para el desmantelamiento del arsenal químico sirio aleja la posibilidad de una intervención militar.
  • 1 de octubre. Los inspectores de la ONU y de la OPAQ, que tienen como misión verificar el desmantelamiento del arsenal del régimen de Damasco, llegan a Siria.
  • 6 de octubre. Los expertos comienzan a destruir el arsenal químico.
  • 23 de noviembre. Estado Islámico de Irak y del Levante y el Frente al Nusra arrebatan al régimen el mayor campo de petrĺeo de Siria en Deir al Zur.

2014

  • 22 de enero. El Gobierno sirio y la oposición se sientan por primera vez en la mesa de negociaciones en la primera ronda de la conferencia de paz de Ginebra 2.
  • 31 de enero. Culmina la primera ronda de negociaciones de Ginebra 2, sin grandes avances.
  • 6 de febrero. La ONU anuncia un acuerdo entre el Gobierno y los rebeldes para evacuar a los civiles del casco viejo de la ciudad de Homs.
  • 7 de febrero. Comienza la evacuación de civiles del asediado casco antiguo de la ciudad de Homs.
  • 10 de febrero. Inicio de la segunda ronda de Ginebra 2.
  • 15 febrero. Acaba la segunda ronda de negociaciones en Ginebra, sin acuerdo para volver a reunirse.
  • 17 de marzo. El Parlamento sirio aprueba la nueva Ley Electoral, que permite por primera vez en décadas que se presenten varios candidatos a los comicios.
  • 4 de mayo. Rebeldes y régimen sirio firman un acuerdo para un repliegue insurgente del casco viejo de Homs. Cinco días después, termina la retirada.
  • 13 de mayo. Brahimi renuncia ante la falta de progresos y la convocatoria de elecciones.
  • 3 de junio. Al Asad es reelegido en los comicios como presidente.
  • 29 de junio. Estado Islámico (EI) proclama un califato que se extiende desde la provincia siria de Alepo hasta la iraquí de Diyala.
  • 10 de julio. El diplomático sueco-italiano Staffan de Mistura es designado nuevo enviado especial de la ONU para Siria.
  • 16 de septiembre. EI inicia una ofensiva contra el enclave kurdo sirio de Kobani.
  • 23 de septiembre. EE UU y los países aliados (Arabia Saudí, Baréin, Emiratos Árabes Unidos y Jordania) inician ataques aéreos contra posiciones de EI.
  • 1 de octubre. Aviones de la coalición internacional bombardean los alrededores de Kobani, enclave kurdo fronterizo con Turquía, en un intento de impedir la expansión de EI.
  • 16 de octubre. La ONU confirma que más de 200.00 personas han muerto desde el inicio de la guerra en Siria.
  • 30 de octubre. De Mistura presenta ante la ONU su propuesta para un alto el fuego en Alepo.

2015

  • 26 de enero. Los kurdos expulsan a EI y recuperan el control de Kobani.
  • 12 de marzo. El Alto Comisionado de la ONU para los Refugiados (ACNUR) denuncia que los 3,9 millones de refugiados que ha provocado hasta el momento el conflicto en Siria se enfrentan a «un futuro aún más sombrío» a falta de más ayuda internacional y de perspectivas de una solución política. «Esta es la peor crisis humanitaria de nuestra era», afirma.

Publicado originalmente en 20minutos

Siria entra en su quinto año de guerra arrasada y con Asad reforzado por el avance yihadista

El 15 de marzo de 2011, hace ahora cuatro años, cientos de personas salieron a la calle en la localidad siria de Daraa para exigir la liberación de una quincena de estudiantes que habían sido detenidos por realizar pintadas en contra del régimen dictatorial del presidente Bashar al Asad. En plena efervescencia de la llamada ‘primavera árabe’, la protesta fue la mecha que prendió la llama. Las manifestaciones exigiendo democracia y el fin de la corrupción […]

Una chica musulmana abraza a una amiga cristiana cuyo hermano murió en la represión de Maspero, durante una manifestación el 10 de octubre de 2011, un día después de la matanza. Foto: Lilian Wagdy / Wikimedia Commons

Miles de egipcios se han manifestado este martes en El Cairo con motivo del primer aniversario de la muerte de 28 personas, la mayoría civiles, durante la represión policial de una manifestación de cristianos coptos. La marcha de hoy, en la que se exigió el castigo de los militares y miembros de fuerzas del orden responsables, desembocó frente a la sede de la radiotelevisión pública, en una zona conocida como Maspero. Fue allí donde se produjo la masacre, el 9 de octubre de 2011.

La matanza de Maspero, ocurrida en plena transición tras la revolución que derrocó a Mubarak, marcó un punto de inflexión en la opinión de muchos ciudadanos sobre el ejército. Un año después, sin embargo, solo han sido juzgados tres soldados rasos, que fueron condenados a pequeñas penas de cárcel por homicidio involuntario. Los principales responsables siguen libres.

La manifestación de este martes no solo fue reivindicativa. Tuvo, también, una enorme carga emotiva. Belén Delgado, de la agencia Efe, la describe así:

[…] como si fuera una especie de procesión, mujeres vestidas de blanco portaban las imágenes de los fallecidos en Maspero, sobre las cuales habían pintado auras doradas, siguiendo la iconografía cristiana de rito oriental. A diferencia de la marcha que hace un año protagonizaron los coptos, numerosos musulmanes quisieron compartir esta vez sus reivindicaciones en un ambiente de respeto mutuo que quedó plasmado con el silencio y los posteriores aplausos que seguían a las llamadas a la oración que llegaban de las mezquitas.

Pero aquel día aciago de 2011 no solo dejó muertos y dolor. Maspero fue también, en mitad del caos y la violencia, el escenario del principio de una historia de amor. Es la historia de Menna y Mohammed, una de las muchas parejas que, al calor de los sueños comunes, de las intensas experiencias compartidas y también, probablemente, de la adrenalina, surgieron durante las protestas de la revolución y de los meses siguientes, y de cuya existencia sabemos gracias a un estupendo reportaje publicado este martes por Stephanie Nolen en The Globe and Mail. Son historias alejadas de los grandes discursos, de los héroes y los mártires, del drama de tantos momentos históricos; historias normales, triviales, corrientes, como la misma gente que hizo posible la revolución.

Un extracto del reportaje, traducido:

Mientras las balas volaban por la plaza Tahrir en una noche del pasado mes de octubre, Menna Essam tenía el 99% de su mente ocupado en la apremiante tarea de mantenerse viva. Una pequeña parte de esa mente, no obstante, no pudo evitar fijarse en un joven alto y desgarbado, con pómulos prominentes y gafas de montura de acero, que, a su lado, parecía haberse fijado también en ella.

Un total de 24 personas murieron ese día, en lo que se conoce como la Masacre de Maspero. Las tropas cargaron y dispararon sobre los manifestantes frente a la sede de la radiotelevisión egipcia. Fue un antes y un después para el régimen militar que intentaba secuestrar la revolución democrática.

Y fue, también, el principio de una historia de amor. Menna y aquel joven desgarbado, Mohammed Magdie, ambos de 25 años, harán oficial su compromiso la próxima primavera, y piensan casarse, desafiando la oposición de las tías de la novia, para quienes no puede traer nada bueno el haberse enamorado de un hombre mientras tanta gente estaba muriendo alrededor. […]

Menna y Mohammed se conocían antes de Maspero, del modo en que muchos jóvenes egipcios de un cierto nivel económico y orientación política se conocen estos días: A través de Twitter. Nunca, sin embargo, habían hablado en persona hasta aquella noche en que ambos recuperaban el aliento en un callejón aledaño a la plaza. Luego, Mohammed acompañó a Menna en el metro hasta su casa en las afueras, desviándose varias horas de su propio camino. […]

Empezaron a hablar por teléfono y, después, a salir. Hasta que un día, en noviembre, durante una nueva manifestación de jóvenes contra los líderes militares, Menna, que llevaba alimentos para los que estaban en primera línea, dobló una esquina y vio a Mohammed, cojeando y llevado por dos amigos. Le habían pegado un tiro.

Mohammed se recuperó, pero la relación apenas logró sobrevivir. Menna le siguió hasta un hospital de campaña, y se quedó mortificada al comprobar que Mohammed la ignoraba (Mohammed, como supo después, había perdido sus gafas en medio del caos y simplemente no la vio). Decidió romper con él. Pero seis meses después, Mohammed volvió a llamarla y le pidió que se vieran. «Le dije que la quería», cuenta. Menna se hizo de rogar durante dos días. Desde entonces, han sido inseparables.

[…] «Estás luchando por algo en lo que crees, y sabes que él está implicado tanto como tú misma… Ahora tenemos muchas cosas en común. Y siento que él está siempre cubriéndome las espaldas», dice Menna. […]


» El reportaje íntegro en The Globe and Mail, aquí
» Un completo vídeo de la manifestación de este martes, aquí
» Comentarios, opiniones, enlaces, fotos y vídeos en Twitter de la manifestación de este martes, en la etiqueta #Maspero

Maspero: un año de la masacre, una historia de amor

Miles de egipcios se han manifestado este martes en El Cairo con motivo del primer aniversario de la muerte de 28 personas, la mayoría civiles, durante la represión policial de una manifestación de cristianos coptos. La marcha de hoy, en… Leer

T. E. Lawrence, en su motocicleta, entre 1925 y 1926. Foto: Wikimedia Commons

Mateo Sancho (Efe), 18/05/2010:

Hace 75 años fallecí­a, después de seis dí­as en coma, Thomas Edward Lawrence, más conocido como Lawrence de Arabia, y el hombre que, arqueólogo, militar y literato, removió la Historia con su propia historia, relatada en su libro Los siete pilares de la sabidurí­a.

Pasados tres cuartos de siglo de ese accidente en una motocicleta que ahora se exhibe en el Imperial War Museum de Londres, el que fuera apodado por el aventurero Lowell Thomas como «rey sin corona de Arabia» es una figura enigmática que contextualiza un conflicto todaví­a incandescente: el de Oriente Medio.

Durante su misión a favor de la independencia árabe con el rey Feisal en plena Primera Guerra Mundial, ¿era T. E. Lawrence un manipulador al servicio de los intereses de su paí­s? ¿Un cristalino ejemplo de la distorsión entre la realidad de una batalla y el tablero de juego de un gobierno? ¿O un idealista enloquecido por la cadencia monótona de las dunas de un desierto? […]

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Lawrence de Arabia, 75 años de erosión sobre un mito esculpido en arena

Mateo Sancho (Efe)

El momento de la captura de Sadam Husein, en Tikrit, Irak, el 13 de diciembre de 2003. Foto: US Army

Este sábado se cumplen cinco años de la captura de Sadam Husein por parte de soldados estadounidenses. Eran las ocho y cuarto de la tarde del 13 de diciembre de 2003. Habían pasado ocho meses desde la invasión de Irak y siete desde el derrocamiento de su régimen. El dictador iraquí estaba escondido en lo que se definió como un «agujero de arañas», un zulo apenas oculto en una granja al sur de Tikrit, su ciudad natal. Presentaba el aspecto de un anciano cansado y enfermo, con el cabello y la barba crecidos. Se entregó sin oponer resistencia. Tres años después fue ahorcado en Bagdad.

Décadas de cruel tiranía en Irak, la primera Guerra del Golfo, el 11 de septiembre, Afganistán, el «eje del mal», el cuento de las armas de destrucción masiva, los desafíos, los interminables e inútiles debates en la ONU, las manifestaciones de millones de ciudadanos en todo el mundo contra la guerra, la invasión y, finalmente, el arresto y el patíbulo.

Y, sin embargo, la guerra estaba aún lejos de acabarse. Desde entonces, decenas de miles de muertos (civiles y militares), torturas y escándalos políticos y económicos, cientos de atentados, un país destrozado, miles de millones de dólares en pérdidas…

Esta misma semana, 13 muertos en Bagdad (con la ciudad en toque de queda ante el aniversario de este sábado), y al menos otros 47 en un atentado suicida en un restaurante en Kirkuk.

Un lustro después de la caída de Sadam, a Irak le falta aún un largo y complicado camino para ser realmente una «misión cumplida», la desafortunada frase que pronunció en 2005 el presidente de EE UU, George W. Bush.

No será él, en cualquier caso, quien se encargue de ello. Cuando el próximo mes de enero Bush abandone la Casa Blanca, el nuevo presidente electo, Barack Obama, recogerá una herencia que no le será fácil corregir.

Al final, el agujero de las arañas ha acabado convirtiéndose en un gran agujero negro, tanto para el gobierno de EE UU como para la población iraquí.

Lo más relevante de estos cinco años, un balance y las perspectivas de futuro, en las siguientes 20 claves:

1. El coste humano

Más de 2.2 millones de personas han sido desplazadas internamente durante la guerra y la posguerra, y otras tantas viven como refugiados en países limítrofes, como Siria y Jordania. Estas cifras representan alrededor del 15% del total de la población de Irak, estimada en unos 27 millones de habitantes.

En estos cinco años han muerto más de 4.000 soldados estadounidenses (sólo 171 de ellos fallecieron durante la invasión) y han resultado heridos 30.000. También han fallecido 175 soldados británicos y unos 140 de otros países, entre ellos, 33 italianos, 20 polacos, 18 ucranianos, 11 españoles (incluyendo siete agentes del CNI y un comandante de la Guardia Civil)…

El número de víctimas civiles no se sabe a ciencia cierta. Bush dijo hace algunos meses que ronda las 30.000. Otras fuentes, las estimaciones más bajas, elevan esta cifra a 82.000. La mayoría hablan de 600.000 iraquíes muertos y algunos, contando causas directas e indirectas, hasta de un millón.

A pesar de que la violencia ha decrecido considerablemente en los últimos meses, prácticamente a diario se siguen produciendo ataques, escaramuzas o atentados. Según la ONU, la violencia se ha convertido en la principal causa de muerte entre los hombres iraquíes de 15 a 59 años desde 2003.

Desde el comienzo de la invasión han muerto en Irak 174 periodistas, entre ellos, dos españoles, José Couso y Julio Anguita Parado.

2. Los atentados sin fin

Desde la caída de Sadam, los atentados, muchos de ellos cometidos por suicidas, han sido el pan nuestro de casi cada día. Miles de personas han perdido la vida en ellos, ante una opinión pública occidental cada vez más insensibilizada, como resultado de la repetición continúa de noticias similares.

El acto de violencia más brutal en estos cinco años ocurrió el 14 de agosto de 2007 en la provincia de Nínive. La explosión de cuatro camiones bomba mató al menos a 250 personas (se llegó a hablar de medio millar de muertos).

La siguiente cronología, con datos recogidos por la agencia Efe, resume los atentados más graves. A las cifras frías de los muertos hay que sumar las de los supervivientes: las familias, los seres queridos, los huérfanos, los heridos y los mutilados, el clima de terror continuo.

  • 29.08.2003. Al menos 85 muertos, entre ellos el ayatolá Al-Hakim, máximo líder chií, al explotar un coche bomba junto a la mezquita del Imán Ali, en la ciudad santa de Nayaf.
  • 01.02.2004. Dos terroristas suicidas causan la muerte de al menos 105 personas en las sedes de los dos principales partidos kurdos en Erbil.
  • 02.03.2004. Una cadena de atentados suicidas casi simultáneos -cinco en Kerbala y cuatro en Bagdad- causa al menos 181 muertos, coincidiendo con el día de la Ashura chií.
  • 28.02.2005. Al menos 125 muertos al explotar un coche bomba frente a un centro médico en Hilla.
  • 16.07.2005. Al menos 98 muertos y 152 heridos al accionar un suicida una carga explosiva junto a un camión de combustible en Al Musayeb.
  • 14.09.2005. Al menos 113 muertos y 162 heridos al explotar un coche bomba en el barrio chií de Kadimiya, al norte de Bagdad.
  • 18.11.2005. Al menos 83 muertos en un doble atentado suicida contra sendas mezquitas en Janakin.
  • 05.01.2006. Más de cien muertos y decenas de heridos en dos atentados suicidas perpetrados en la ciudad santa chií de Kerbala y en Ramadi, bastión insurgente.
  • 23.11.2006. Al menos 203 muertos y más de 250 heridos al explotar seis coches bomba y varios proyectiles de mortero, en el barrio chií de Ciudad Sadr, en Bagdad.
  • 16.01.2007. Al menos 105 muertos como consecuencia de una cadena de atentados en Bagdad. De ellos, 70 perecieron en un ataque a la Universidad.
  • 03.02.2007. Un total de 131 muertos y 305 heridos al explotar un camión bomba en un céntrico mercado de Bagdad.
  • 06.03.2007. Al menos 105 peregrinos chiíes muertos y otros 190 heridos al hacer explotar dos suicidas los cinturones que llevaban cargados con explosivos en Hilla.
  • 27.03.2007. Al menos 152 muertos y más de 300 heridos en un doble atentado con camión y coche bomba, en Tel Afar. Un día después, al menos otros 47 civiles perdieron la vida en los ataques de represalia por esos atentados.
  • 18.04.2007. Al menos 176 muertos y casi 200 heridos en jornada sangrienta en Bagdad. Sólo en uno de los atentados, al menos 140 personas murieron tras una explosión en una plaza del céntrico distrito de Sadriya.
  • 07.07.2007. Un total de 156 muertos al explotar un camión cargado con explosivos en un mercado de la zona de Amarli, al norte de Bagdad.
  • 16-07-2007. Al menos 83 muertos en un doble atentado en Kirkuk. La explosión más grave tuvo lugar en un mercado, donde estalló un camión cargado de explosivos. La segunda tuvo como blanco la sede del Unión del Pueblo del Kurdistán (UPK).
  • 14.08.2007. Los mencionados 250 muertos de Nínive. Los ataques tuvieron como blanco la pequeña comunidad religiosa kurda de los yazadíes.
  • 01.02.2008. Un total de 98 muertos en un doble atentado contra dos mercados de animales domésticos en Bagdad, perpetrado por dos mujeres suicidas, una de ellas discapacitada mental.

3. El despilfarro económico

En los días previos a la invasión, Bush fijó el coste de la guerra entre 50.000 y 60.000 millones de dólares. Actualmente, los cálculos más conservadores sitúan esta cantidad en un billón de dólares, y el premio Nobel de economía Joseph Stiglitz eleva la cifra hasta los 3 billones, un coste que Bush ha calificado de «exagerado».

«El fraude, el despilfarro, el abuso y la corrupción en Irak han obstaculizado la reconstrucción, la producción de petróleo no ha excedido los niveles de antes de la guerra, y los servicios de luz y agua potable no están disponibles para la mayoría de iraquíes» (de un informe del Comité de Asignaciones del Senado de EE UU, del pasado 11 de marzo).

4. Un país deshecho

Millones de iraquíes carecían aún de acceso a agua potable y a atención sanitaria cinco años después del inicio de la guerra, en lo que el Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR) considera «una de las más graves situaciones humanitarias del mundo».

Casi un tercio de la población –unos ocho millones de personas– necesita ayuda de emergencia para sobrevivir.

Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), siete de cada diez pacientes heridos de gravedad en algún hecho de violencia en Irak mueren en las unidades de urgencias y cuidados intensivos por la escasez de personal médico, así como por la falta de medicinas y equipamiento.

5. Un Estado federal y desunido

Aprobada en referéndum popular el 15 de octubre de 2005, con el 78% de los votos, la actual Constitución iraquí describe Irak como un estado federal, en un intento de dar respuesta a los intereses contrapuestos de las diferentes comunidades que lo integran.

6. Minorías en guerra

La antes hegemónica minoría suní ha perdido sus privilegios frente a chiíes y kurdos, que controlan el Gobierno, el Parlamento y el Ejército. Por otra parte, la llegada de los combatientes de Al Qaeda ha puesto en una situación muy difícil a los suníes más moderados. Suníes y chiíes han estado inmersos durante estos años en una auténtica guerra civil.

7. Un gobierno a medias

El 30 de enero de 2004 se celebraron las primeras elecciones legislativas, que ganó la chií Alianza Unida Iraquí. Ibrahim al Yafari fue elegido primer ministro. En abril, el kurdo Yalal Tabalabani fue nombrado nuevo presidente.

Tras la aprobación de la nueva Constitución, el 15 de diciembre de 2005 tuvieron lugar primeras elecciones parlamentarias. Chíies y kurdos revalidaron victoria.

Aunque teóricamente independiente, y surgido de unas elecciones democráticas, el Gobierno iraquí sigue de hecho bajo la tutela de EE UU y dependiendo de Washington para mantener la seguridad en el país. En amplias zonas del país, el líder chií Muqtada Al Sadr y sus insurgentes tienen tanto poder o más que el propio Gobierno.

El poder administrativo lo ostenta actualmente el Gobierno que preside el chií Nuri al Maliki, el primer ejecutivo estable tras la invasión que acabó con el régimen de Sadam. Integrado, en principio, por ministros de todas las tendencias (suníes, chiíes y kurdos), su continuidad se ha visto amenazada tras la retirada de varios grupos políticos, que coinciden en acusar a al Maliki de gobernar sin consenso.

Su autoridad tiene, además, la limitación que supone la presencia en el país de unos 156.000 soldados extranjeros.

8. Las tropas extranjeras

Cerca de 40 países, entre ellos España, que secundó la invasión con el Gobierno de José María Aznar, contribuyeron con sus tropas en 2003 a la coalición multinacional desplegada en Irak.

Más del 50%, sin embargo, ya ha abandonado el país. Es el caso de España, que retiró sus tropas a finales de abril de 2004 tras dar la orden en marzo el recién elegido presidente, José Luis Rodríguez Zapatero; Singapur, Nicaragua, la República Dominicana, Honduras, Filipinas, Noruega, Tailandia, Nueva Zelanda, Tonga, Hungría, Portugal, Holanda, Ucrania, Bulgaria, Japón, Italia, Eslovaquia, Dinamarca, Lituania, Australia, Georgia, Kazajistán, Polonia y Bosnia Herzegovina, el último país en hacerlo.

Según cálculos de la agencia Efe, en torno a 156.000 efectivos integran actualmente la fuerza internacional desplegada en el país árabe, compuesta mayoritariamente por estadounidenses, y dentro de la cual también participan el Reino Unido, Corea del Sur, Rumanía y otros países en un número más reducido. Corea del Sur ya ha anunciado la retirada de sus tropas para el próximo día 20.

Estados Unidos invadió Irak con 150.000 soldados, y ha llegado a desplegar a 160.000 en ocasiones especiales, como el referéndum constitucional de 2006 o durante periodos de especial violencia.

En julio de 2008, el contingente estadounidense se redujo hasta los 146.000 soldados tras la retirada de unos 24.000, cifra que siguió rebajándose hasta los 140.000 efectivos hasta septiembre. En enero de 2009, está previsto que una de las brigadas, integrada por cerca de 5.000 soldados, no sea reemplazada.

El Reino Unido, por su parte, es el segundo país en número de efectivos: 4.000 en la actualidad, todos ellos en Basora, en el sur de Irak.

9. Los derechos humanos

Irak sigue siendo uno de los países más peligrosos del mundo en lo que se refiere a los derechos humanos, según informe de Amnistía Internacional del pasado mes de marzo.

En el mismo informe se señala que siguen recibiéndose informes de detenciones arbitrarias, reclusiones y tortura incluso en las provincias kurdas, y que la disidencia política pacífica apenas se tolera. Se ha detenido sin cargos a opositores políticos, y los homicidios por motivos de ‘honor’ (mujeres que mueren a manos de sus familias) continúan siendo un problema.

10. Abu Ghraib

La ocupación de Irak ha sido también el escenario de uno de los episodios más negros de la historia reciente de EE UU: las torturas y abusos perpetrados por soldados estadounidenses a prisioneros iraquíes en la cárcel de Abu Ghraib, un lugar que ya era tristemente famoso, a su vez, por las torturas del régimen de Sadam a sus prisioneros políticos.

Los hechos ocurrieron a principios del 2003 y fueron cometidos por el personal de la Brigada 372 de la Policía Militar de los EE UU, agentes de la CIA y contratistas involucrados en la ocupación de Irak. La historia salió a la luz gracias a diversos informes e informaciones periodísticas, y al darse a conocer fotografías de las torturas que conmocionaron a la opinión pública mundial.

El Departamento de Defensa expulsó a 17 soldados y oficiales del servicio y siete soldados fueron acusados de abandono del servicio, maltrato, asalto agravado y lesiones personales. Otros siete soldados fueron sentenciados a prisión, rebajados de rango y dados de baja del servicio en forma deshonrosa. Dos más, el especialista Charles Grane y su novia Lynndie England, fueron sentenciados a 10 y 3 años de cárcel. La responsable de la prisión, Brigadier General Janis Karpinski, fue rebajada de su rango a coronel.

En 2006, una veintena de asociaciones de derechos humanos demandaron al entonces secretario de Defensa de EE UU, Donald Rumsfeld y a otros cargos estadounidenses en el Tribunal Supremo alemán de Karlsruhe por crímenes de guerra.

El pasado jueves, la comisión de Servicios Armados del Senado de EE UU hizo responsable a Rumsfeld y a otros altos cargos de los abusos cometidos, tanto en Abu Ghraib como en Guantánamo.

El informe, presentado por el ex candidato republicano a la presidencia John McCain y por el demócrata Carl Levin, destaca que «el abuso de detenidos no se puede atribuir simplemente a ‘malas hierbas’ que actuaban por su cuenta» y considera que consideran que el origen del uso de estos métodos será un memorándum firmado por Bush el 7 de febrero de 2002 en el que declaraba que las Convenciones de Ginebra no protegen a los detenidos sospechosos de ser miembros de Al Qaeda o del movimiento talibán.

Hasta ahora, la Casa Blanca ha culpado siempre a mandos intermedios.

11. Blackwater

Uno de los momentos de mayor tensión entre los gobiernos estadounidense e iraquí fue el llamado caso Blackwater. En 2007, cinco miembros de esta empresa de seguridad privada (utilizada por EE UU como apoyo a sus tropas en Irak y Afganistán) dispararon sin provocación previa sobre civiles desarmados en Bagdad y mataron a 14 personas, ninguna de ellas pertenecientes a la insurgencia.

Fueron acusados de homicidio y, finalmente, el pasado lunes se entregaron, junto con un soldado, ante las autoridades federales estadounidenses.

12. El petróleo

El control de los enormes recursos petroleros iraquíes fue una de las principales causas de la guerra. No obstante, cinco años después, estas reservas no han logrado frenar el alza del precio del crudo.

Irak era, hasta el embargo impuesto por la ONU en 1991, el segundo país exportador de petróleo después de Arabia Saudí. Miembro de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP), el país se encuentra actualmente excluido del sistema de cuotas del cartel debido a la inestabilidad y la violencia que padece, y su producción ronda actualmente los 2,3 millones de barriles diarios, informa Efe.

13. Beneficiados

Uno de los pocos beneficiados de la guerra ha sido, probablemente, la empresa Kellog Brown and Root, ex filial de Halliburton, una compañía de servicios petroleros que estuvo dirigida por el actual vicepresidente de EE UU, Dick Cheney, y que ha obtenido importantes contratos destinados a alimentar a soldados, suministrar combustible y construir infraestructuras para el Ejército de EE UU desplegado en Irak.

Según Defense Industry Daily, las actividades de esta empresa le han reportado ingresos de 15.400 millones de dólares (9.865 millones de euros).

14. Afganistán

Obsesionado por la guerra de Irak y empantanado en los problemas que ha conllevado la ocupación, el Gobierno de EE UU dejó de lado la situación de Afganistán, cuya solución parece ahora más lejos incluso que hace cinco años.

«Se suponía que la de Afganistán iba a ser la guerra justa, la guerra que EE UU iba a ganar, pero, debido a la desatención de la Administración Bush, incluso la guerra justa va mal» (The New York Times en un editorial).

15. Oriente Medio

La guerra en Irak durante los cinco años transcurridos desde la caída de Sadam ha contribuido de un modo muy importante a la radicalización del conflicto general en Oriente Medio, y particularmente entre israelíes y palestinos y en Irán.

La política de la Administración Bush ha eliminado a Estados Unidos como potencia respetada por todas las partes a la hora de mediar, y ha alimentado el odio de los grupos más extremistas, que han encontrado en la guerra de Irak una justificación para sus actos.

16. Los otros desastres

Junto a la catástrofe humana y económica, la invasión trajo también un desastre cultural sin precedentes.

Además de los daños causados en restos arqueológicos y del abandono de yacimientos (unos 10.000 fueron dejados a su suerte y han sido pasto de ladrones y saqueadores) y de bienes culturales de todo tipo, los hechos más graves se produjeron a los pocos días de la toma de Bagdad, cuando, ante la pasividad de las tropas de ocupación, se produjo el saqueo del Museo Nacional de Bagdad (más de 200.000 piezas robadas) y de la Biblioteca Nacional.

Las piezas sustraídas van recuperándose poco a poco, pero una gran parte del daño perpetrado es ya irreversible.

También los daños medioambientales consecuencia de las guerras (ésta y la Primera Guerra del Golfo) han sido importantes. EE UU usó armas con uranio empobrecido, un elemento altamente contaminante y que puede resultar tóxico, según informes de Naciones Unidas. Se calcula que al menos 350 lugares de Irak fueron contaminados durante los bombardeos.

17. Lo que piensan los iraquíes

Una encuesta realizada entre 2.000 iraquíes, encargada por la BBC, ABC News y NHK, y publicada a finales del año pasado, revelaba que cerca del 70% consideraban un fracaso la actuación las tropas estadounidenses.

Además, el 60% de los iraquíes opinaba que los ataques contra las fuerzas lideradas por EE UU están justificados (afirmación que compartía el 93% de los suníes, frente al 50% de los chiíes).

A pesar de todo, los iraquíes son optimistas: más del 50% piensan que sus vidas son buenas, por lo menos desde los últimos tres años, según otra encuesta posterior encargada hace unos meses por los mismos medios.

Este sondeo revela asimismo que, aunque la mayoría de los iraquíes creen que las tropas de los EE UU están haciendo las cosas mal, el número de gente que quiere que los estadounidenses se vayan del país ha ido disminuyendo poco a poco.

El estudio también señala, por otro lado, que la población está cada vez más dividida: sólo el 33% de los suníes son felices con sus vidas, comparado con el 62% de los chiíes y el 73% de los kurdos.

18. Lo que piensan los estadounidenses

En EE UU, mientras tanto, las encuestas dicen que alrededor de dos terceras partes de los ciudadanos estadounidenses consideran que la guerra fue un error. Un reciente sondeo realizado para la CNN revelaba que el 66% de los ciudadanos se muestra contrario a la guerra de Irak y sólo el 32% la defiende.

19. Bush

La guerra y la ocupación de Irak es el principal motivo por el que George W. Bush dejará la Casa Blanca con el índice de popularidad más bajo de un presidente de EE UU en la era moderna (desaprueba su gestión el 76% de los ciudadanos según una última encuesta de la CNN).

Bush ha reconocido parte del fracaso y recientemente llegó a admitir incluso que «haber creído» que había armas de destrucción masiva en Irak ha sido el «gran error» de su mandato.

En cualquier caso el presidente entiende que, aunque «nadie puede discutir que esta guerra ha tenido un alto coste en vidas y en dinero, esos costes eran necesarios cuando consideramos el coste que tendría la victoria de nuestros enemigos en Irak. El mundo es mejor y EE UU más seguro porque intervinimos en Irak».

20. El futuro

Las tropas estadounidenses están presentes en Irak gracias a un mandato dado por el Consejo de Seguridad de la ONU que vence el próximo 31 de diciembre. No obstante, el pasado 28 de noviembre el Parlamento iraquí aprobó un acuerdo con EE UU para permitir a los soldados estadounidenses continuar en el país hasta finales de 2011.

El presidente electo de EE UU, el demócrata Barack Obama, ha dicho que su Gobierno, que se inicia el 20 de enero, sacará de Irak a las unidades de combate en 16 meses. En contra de sus planes juega la demostrada incapacidad de las fuerzas de seguridad locales a la hora de mantener la estabilidad en el país.

Con respecto a las tropas del Reino Unido, el Ejecutivo británico filtró este miércoles a la prensa que comenzará a retirar sus tropas de Irak el próximo mes de marzo y que pretende culminar el repliegue en junio, cuando ya sólo quedarán en el país árabe unos cuantos cientos de oficiales del Ejército dedicados a la formación de las tropas y fuerzas de seguridad locales.


Publicado originalmente en 20minutos

Cinco años desde la captura de Sadam

Este sábado se cumplen cinco años de la captura de Sadam Husein por parte de soldados estadounidenses. Eran las ocho y cuarto de la tarde del 13 de diciembre de 2003. Habían pasado ocho meses desde la invasión de Irak y siete desde el derrocamiento de su régimen. El dictador iraquí estaba escondido en lo que se definió como un «agujero de arañas», un zulo apenas oculto en una granja al sur de Tikrit, su ciudad natal. […]