Hamás

Edificio destruido por los bombardeos israelíes en Ciudad de Gaza, el 8 de octubre de 2023. Foto: Wafa / APAimages / Wikimedia Commons

Justo antes del ataque de Hamás, Benjamin Netanyahu y Mohammed bin Salman habían hablado de avances en un «acuerdo de paz histórico» entre Israel y Arabia Saudí. ¿Está muerto ahora ese hipotético acuerdo?

No necesariamente. Los Acuerdos de Abraham, firmados en septiembre de 2020 bajo la dirección de Estados Unidos, cambiaron la dinámica de lo que era posible en Oriente Próximo. Aunque Egipto y Jordania ya habían establecido relaciones diplomáticas con Israel (en 1979 y 1994, respectivamente), los acuerdos indicaban que se estaba produciendo una «normalización» más amplia de las relaciones entre Israel y los Estados árabes y, en virtud de ello, que Arabia Saudí, que nunca ha reconocido a Israel como Estado, también normalizaría sus relaciones en algún momento.

Amigos saudíes con los que había hablado preveían una reactivación de la Iniciativa de Paz Árabe de 2002, impulsada por Arabia Saudí. Conseguir que Israel se lo creyera habría sido la victoria que Mohammed bin Salman (MBS), príncipe heredero y primer ministro saudí, necesitaba para que se produjera la normalización. Sobra decir que tras el impactante ataque de Hamás contra civiles israelíes, no habrá ningún tipo de iniciativa de paz por ahora.

Arabia Saudí no ha condenado públicamente los atentados, pero ha hecho llamamientos a la distensión y se ha sumado al creciente coro de voces internacionales que expresan su preocupación por lo que pueda ocurrir. En cambio, Emiratos Árabes Unidos (EAU) ha criticado a Hamás por el asesinato de civiles israelíes. Israel, en cualquier caso, sabe que se trata de un juego diplomático. A largo plazo, el cambiante panorama político y económico de Oriente Medio sigue apuntando a un deseo de establecer relaciones con Israel, y de realinear la política regional de tal forma que Israel, Arabia Saudí y otros Estados del Golfo estén, en líneas generales, en el mismo lado de la historia.

¿Ha sido el ataque contra Israel un intento de interrumpir este proceso?

El principal motor del ataque a Israel por parte de Hamás, la autoridad gobernante elegida en Gaza desde 2007, es el bloqueo terrestre, marítimo y aéreo de este territorio palestino, que dura ya 16 años. En Gaza viven más de dos millones de personas en una superficie equivalente a un cuarto del tamaño de Londres, con acceso limitado a electricidad y agua.

Pero el momento del ataque tiene sin duda un significado más amplio. Se produjo durante el 50 aniversario de la guerra de 1973, cuando los ejércitos egipcio y sirio invadieron Israel, lo que me parece simbólicamente importante. Y el telón de fondo del movimiento de Arabia Saudí para normalizar las relaciones con Israel también es significativo, porque Hamás ‒y potencialmente otros en la región‒ verán como una ventaja si el conflicto sirve para interrumpir esa dinámica.

Cuando MBS dijo que «resolver la cuestión palestina» era clave para el proceso de normalización, ¿a qué se refería?

Hay una respuesta cínica a esto, y es que el líder saudí buscaba utilizar la retórica para cultivar cierto apoyo y tranquilizar a aquellas personas (en Arabia Saudí y en otros lugares) que están preocupadas por el proceso de normalización. Para ser claros, ese es el mayor premio para MBS, no la articulación o realización de un Estado palestino.

En el contexto de Israel-Palestina y de la «solución de los dos Estados», la paz es un espejismo, una ilusión sostenida por personas que buscan consolidar sus posiciones de influencia en Israel, Palestina y más allá. Si nos fijamos en los hechos sobre el terreno, no hay una solución de dos Estados en proceso; Palestina ni siquiera está reconocida como Estado por un gran número de países. Se ha descrito como un balón de fútbol al que dan patadas las élites políticas que tratan de utilizarlo en su propio beneficio, siendo el pueblo palestino el que sufre desde hace décadas.

Si nos fijamos en los Acuerdos de Abraham, el giro positivo para los palestinos era que podría haber margen para que los Estados que se comprometieran con Israel le presionaran, para intentar forzar algún tipo de resolución. Pero llevamos más de tres años con estos acuerdos y no ha ocurrido nada.

¿Cuál ha sido el plan de Arabia Saudí?

MBS quiere situar a Arabia Saudí como fuerza motriz de los asuntos regionales y asegurarse de que tiene el poder económico para llevar a cabo su «Visión 2030», la transformación del reino para que deje de depender del petróleo. Pero para ello, tiene que abordar los problemas de seguridad regional. Ha empezado a hacerlo con Irán y lleva años haciéndolo tácitamente con Israel.

Hay un diálogo a puerta cerrada, mucha colaboración por debajo de la mesa, pero recientemente se ha hecho más abierto. Y no es muy popular entre algunos saudíes y otras opiniones públicas árabes, que siguen considerando importante la causa palestina. Así pues, existe una disyuntiva entre los dirigentes de élite de la región, que consideran a Israel «un miembro más» de este club de Estados, y su pueblo, que ve la ocupación de los territorios palestinos como un elemento clave de la cartera árabe.

¿Qué quiere Israel del proceso de normalización?

Reconocimiento. Arabia Saudí es el último gran actor árabe que no reconoce a Israel, aparte de Catar, que no reconocerá a Israel debido a su política y a su largo historial de apoyo a miembros de Hamás y de organizaciones políticas islamistas que se oponen a Israel. Y Arabia Saudí tiene un enorme valor simbólico: es el líder del mundo musulmán sunní y el lugar donde se encuentran las dos mezquitas sagradas de La Meca y Medina.

La normalización de las relaciones entre Arabia Saudí e Israel pondría fin formalmente a las guerras árabe-israelíes que dominaron el siglo XX en Oriente Próximo. Se pondría así de manifiesto que la nueva línea divisoria (una línea geopolítica que, en realidad, se ha ido perfilando a lo largo de los últimos 20 años) es la que separa a los Estados árabes, más Israel, de Irán, aunque se han hecho esfuerzos por intentar reintegrar también a Irán en la región, que culminaron en un acuerdo de normalización con Arabia Saudí a principios de este año, liderado por China.

¿Qué opina Irán de los acontecimientos actuales?

El ataque llevado a cabo contra Israel fue una operación militar enormemente sofisticada y con múltiples frentes, más allá de cualquier cosa que hayamos visto antes por parte de Hamás. Eso sugiere algún tipo de participación estratégica de «otros», pero no se han presentado pruebas de que Irán estuviera implicado.

A menudo se considera a Irán como un actor irracional que trata de desestabilizar las cosas, pero eso equivale a malinterpretar la naturaleza de la República Islámica y sus objetivos de política exterior. En primer lugar, sus dirigentes son pragmáticos: quieren que la república sobreviva. Desde su creación en 1979, se ha enfrentado a un gran número de amenazas a su supervivencia, y ahora mismo tiene una muy seria internamente. Así que, aunque se pueda argumentar que un acto del tipo «concentración en torno a la bandera» podría desviar la atención de este malestar interno, creo que es tanto lo que está en juego que no querría arriesgarse a entrar abiertamente en conflicto con Israel en estos momentos.

Irán simplemente no tiene los recursos financieros. Necesita la normalización de las relaciones con Estados como Arabia Saudí y, por extensión, Estados Unidos, para disponer de una inyección de efectivo que le permita reactivar su industria del petróleo y el gas, que se encuentra en un estado de deterioro. Necesita un enorme estímulo económico para volver a ponerse en pie.

Sin embargo, existe una dimensión ideológica en la República Islámica que no debemos ignorar. Se ha posicionado en contra del Estado de Israel durante décadas, y esto está ligado a su propia esencia. En este sentido, Irán está a la vanguardia de lo que denomina el «eje de la resistencia», una vaga alianza de Irán, Hizbulá, Hamás y, anteriormente, Siria.

¿Tienen los demás Estados del Golfo influencia en el desarrollo de la situación?

Los EAU tienen inversiones económicas en Cisjordania, al igual que Catar. Los EAU han adoptado una postura similar a la de Arabia Saudí sobre el ataque, calificándolo de «escalada seria y grave». Hay algo de competencia entre ellos en términos de ejercer influencia en Cisjordania, pero en líneas generales van por el mismo camino, dado que EAU participó en los Acuerdos de Abraham y Arabia Saudí ha estado hablando de normalización.

La historia nos ha demostrado que, a veces, ha habido una voluntad de hacer caso omiso de las cuestiones controvertidas en la región. Por ejemplo, cuando la embajada estadounidense se trasladó de Tel Aviv a Jerusalén, la mayoría de los Estados permanecieron callados, a pesar de que se trataba de un cambio enormemente simbólico. Pero, por supuesto, el ataque a Israel se sitúa en un nivel de sensibilidad política totalmente distinto.

Catar está intentando desempeñar un papel mediador en el posible intercambio de prisioneros. El país tiene un historial cada vez más amplio de iniciativas diplomáticas, ya que intervino en Líbano a mediados de la década de 2000 y ha participado en el diálogo entre Estados Unidos y los talibanes. Pero a pesar de esta dimensión diplomática de la política exterior catarí, no ha demostrado que sea capaz de ejercer mucha influencia sobre Israel.

¿Dónde deja esto al pueblo palestino?

El pueblo palestino está cada vez más aislado: atrapado en los contornos de las maquinaciones geopolíticas, abandonado por quienes deberían apoyarlo. Aunque los países mantienen cierto diálogo con grupos palestinos como Fatah en Cisjordania, estos grupos son tan débiles y tienen tan poca legitimidad que realmente no importa lo que digan. Con estas enormes disparidades de poder, la inclinación de los israelíes por conseguir la paz es limitada ‒menos aún desde el atentado de Hamás‒ y la capacidad de los palestinos para lograr la paz es limitada.

Tras el ataque, Israel ha ordenado a los gazatíes que huyan de su ciudad, pero dado que existe un bloqueo y que hay que tener permiso de los israelíes para salir a través de los puestos de control controlados por Israel, no tienen adónde ir. Gaza es, de hecho, la mayor prisión al aire libre del mundo, con infraestructuras devastadas por 16 años de bloqueo. Los continuos ataques aéreos israelíes están destruyendo aún más sus hospitales, escuelas, tiendas y hogares.

Hamás como entidad política no es especialmente popular, porque no ha sido capaz de alcanzar sus objetivos. Pero como grupo militante ha cultivado la legitimidad en ciertos sectores. Sin embargo, el acto moralmente repugnante de matar a civiles será, en mi opinión, un grave error estratégico para la organización. La respuesta de Israel al atentado de Hamás se está presentando ampliamente como parte de la «guerra global contra el terror», situando a Hamás junto a grupos como Al Qaeda y Daesh, mientras el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, trata de cultivar el apoyo mundial a sus acciones.

Mientras tanto, la Autoridad Palestina (AP), que es la amplia organización que regula la vida en Cisjordania y Gaza, es impotente, incapaz de ejercer influencia alguna en Israel o en la escena mundial. Existe una frustración real entre la población palestina con la AP, que no sale a condenar a Hamás porque eso significaría condenar la resistencia contra una ocupación que ha causado tanta devastación en los años posteriores a la guerra de 1967.

Los ataques han envalentonado a las voces extremistas de todos los bandos, desde los militantes de Hamás en Gaza hasta las comunidades de colonos de derechas en Israel. Los efectos de que las voces extremistas ganen protagonismo, y de la consiguiente violencia, serán devastadores.


Simon Mabon es profesor de Relaciones Internacionales en la Universidad de Lancaster (Reino Unido)


Publicado originalmente en The Conversation bajo licencia Creative Commons el 11/10/2023
Traducción del original en inglés: Israel-Gaza conflict: how could it change the Middle East’s political landscape? Expert Q&A

Cómo puede transformar la guerra entre Israel y Hamás el paisaje político de Oriente Medio

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Gaza se quedó a mediodía de este miércoles sin energía eléctrica debido a la falta de combustible, como consecuencia del bloqueo total impuesto por Israel tras el ataque sin precedentes llevado a cabo por Hamás en territorio israelí el pasado sábado. En la Franja son ya al menos 1.100 los muertos y más de 5.300 los heridos, según las autoridades palestinas; en Israel, el número total de muertos por los ataques de Hamás asciende a 1.200, y el de heridos, a más de 3.000.

El ejército israelí ha desplegado 300.000 soldados en la frontera con Gaza, en lo que se interpreta como la preparación para una incursión terrestre, mientras continúa bombardeando incesantemente el enclave palestino, con unos 200 objetivos alcanzados solo en la madrugada de este miércoles.

La situación en Gaza es cada vez más dramática. «La comida se está acabando», advirtió este miércoles el Programa Mundial de Alimentos (PMA) de la ONU: «Se van a agotar muy pronto los suministros de alimento y necesidades básicas si no se garantiza el reparto de la ayuda humanitaria a la población», indicó el organismo.

En Israel, cuyo territorio sigue siendo alcanzado por cohetes palestinos que logran esquivar el sistema de defensa, este miércoles se conocieron más detalles de otra brutal masacre de decenas de personas perpetrada por los milicianos de Hamás, esta vez en el kibutz Kfar Aza, cerca de Gazael.

La matanza en ese kibutz, una de las comunidades agrícolas israelíes situadas a lo largo de la frontera con Gaza, se habría producido el sábado por la nañana, durante las incursiones de Hamás, pero los combates continuaron hasta este martes, cuando se empezaron a recuperar cadáveres.

Distintos medios y usuarios de redes sociales se hicieron eco de la supuesta información de una periodista israelí sobre el hallazgo de 40 bebés decapitados por Hamás en el kibutz, pero, tras viralizarse la afirmación, y según ha verificado la agencia Efe, el Ejército israelí corroboró que no tienen confirmación de tales hechos y la periodista reveló que se basó únicamente en el relato de algunos soldados.

Con respecto a los rehenes secuestrados por Hamás (entre 100 y 150 personas), el portavoz del Ministerio de Exteriores de Israel, Lior Haiat, aseguró este miércoles que «no es el momento de negociar. Todavía estamos en guerra. Estamos contando nuestros cuerpos. Seguimos luchando contra los terroristas en nuestro territorio». El secretario general de Naciones Unidas, António Guterres, pidió la «liberación inmediata» de todos los rehenes israelíes retenidos por Hamás en Gaza e hizo un nuevo llamamiento a las partes para evitar «una mayor escalada» del conflicto.

Mientras, el aumento de incidentes en la frontera con Líbano amenaza con abrir un nuevo frente para el ejército israelí, que ha reforzado la vigilancia en el norte ante el riesgo de una ofensiva de Hizbulá. Este miércoles, Israel ordenó a sus ciudadanos de las zonas del norte refugiarse hasta nuevo aviso ante la sospecha de una infiltración del espacio aéreo desde Líbano. Las sirenas se activaron en la zona de los altos del Golán, en el norte de Israel y fronteriza con Líbano y Siria, y pusieron en alertas a zonas de Israel como Safed o Tiberías.

Gobierno de unidad nacional

En el apartado político, el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, logró cerrar este miércoles con el dirigente opositor Benny Gantz un Gobierno de unidad nacional, del que, sin embargo, se ha negado a formar parte el líder de la oposición, el ex primer ministro liberal Yair Lapid, mientras la coalición incluya a los partidos de la extrema derecha. Dos exjefes de las Fuerzas Armadas pertenecientes a partidos de la oposición sí se han sumado al Gabinete de guerra.

El presidente de EE UU, Joe Biden, insistió este martes en su apoyo incondicional a Israel y a las acciones emprendidas por el Gobierno israelí: «Estamos al lado de Israel ante unos ataques que recuerdan a los peores momentos de Estado Islámico», dijo, añadiendo que Washington se asegurará de que Israel tiene todo lo necesario para defenderse» y mantendrá su apoyo «el tiempo que haga falta».

También el martes, el jefe de la diplomacia europea, Josep Borrell, pidió redoblar la ayuda a la Franja de Gaza, que Israel no bloquee la entrada de alimentos y agua, y que abra corredores humanitarios y permita la salida de civiles del enclave.

El Alto Representante de la UE para Politica Exterior dijo que «Israel tiene derecho a defenderse, pero tiene que ejercer ese derecho de acuerdo al derecho humanitario internacional, y algunas decisiones van en contra del derecho internacional». Borrell no dudó en tachar de «ataque bárbaro» las acciones de Hamas, pero insistió en que toda defensa que ejerza Israel tiene que seguir el derecho humanitario y señaló que «en algunos casos no sucede así».


Con información de Efe, Europa Press, Reuters, AP, El País, RTVE y BBC, entre otros medios.

Israel deja sin luz a Gaza y despliega 300.000 soldados en la frontera

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El número de muertos en Israel desde el masivo ataque sorpresa de Hamás perpetrado el sábado contra varias comunidades del sur del país superaba ya a última hora de este lunes los 900, según fuentes oficiales israelíes. En Gaza, las autoridades informaron por su parte de más de 680 fallecidos como consecuencia de los bombardeos israelíes de represalia. Hay, además, miles de heridos en ambas partes.

Israel entró el sábado oficialmente en guerra con Hamás, después de que las milicias del movimiento islamista palestino llevaran a cabo un ataque sin precedentes, el mayor desde que asumieran en 2006 el control de la Franja de Gaza. En una primera oleada, las milicias lanzaron más de 2.000 cohetes contra el sur de Israel y grandes núcleos urbanos como Jerusalén y Tel Aviv, acompañados de una incursión de cientos de sus efectivos en las localidades fronterizas, con el resultado de cientos de personas asesinadas (civiles y soldados), más de 2.000 heridos y decenas de secuestrados (unos150 rehenes en total). Los milicianos entraron en territorio israelí tras sobrepasar sin problemas las barreras en la frontera de Gaza, utilizando excavadoras, vehículos 4×4 y hasta parapentes.

En respuesta, Israel, que no había declarado el estado de guerra desde la Guerra de Yom Kippur, en 1973, no solo ha bombardeado intensamente Gaza (más de un centenar de los muertos palestinos por las bombas israelíes desde el sábado son menores); también ha aislado totalmente la Franja, cortando el suministro de agua, alimentos, electricidad y combustible. El «cerco completo» ordenado por el ministro de Defensa israelí, el exgeneral Yoav Gallant, se suma al bloqueo terrestre y marítimo impuesto por Israel a Gaza en 2007, después de que Hamás se hiciese con el poder en la Franja. En Gaza, un territorio de apenas 360 km² declarado «inhabitable» por Naciones Unidas, malviven atrapadas más de dos millones de personas.

«Ciudadanos de Israel, estamos en guerra. Esto no es una operación ni una escalada, sino una guerra», manifestó el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, en su primera declaración tras el comienzo de la operación de Hamás. «Nuestro país está en guerra y la vamos a ganar», dijo. «Nuestro enemigo pagará un precio que no ha conocido jamás», añadió.

Las Brigadas al Qassam, brazo armado de Hamás, advirtieron este lunes de que ejecutarán a un rehén israelí por cada bombardeo llevado a cabo por Israel sin previo aviso contra infraestructuras civiles en Gaza. El portavoz de las Brigadas, Abu Obeida, precisó que matarán a un rehén cada vez que el Ejército israelí lleve a cabo bombardeos indiscriminados contra la población, sin avisar previamente a los civiles del derrumbe de un edificio.

Imágenes y vídeos de la ofensiva lanzada por Hamás el sábado muestran a militantes enmascarados y fuertemente armados, vestidos de negro, montados en camionetas, abriendo fuego en Sderot y otras localidades, y matando tanto a soldados como a civiles israelíes. Otros vídeos muestran a israelíes hechos prisioneros. Una de las mayores matanzas se produjo el mismo sábado por la mañana en un festival de música al aire libre cerca de Re’im, donde más de 200 personas fueron asesinadas. Los testigos relataron que militantes en motocicletas abrieron fuego contra los participantes en el evento, la mayoría jóvenes y muchos de ellos extranjeros, que ya se estaban dispersando debido a los disparos de cohetes. También hubo infiltraciones brutales en Nir Oz, Be’eri y Netiv HaAsara, con tomas de rehenes y viviendas incendiadas, así como en varios kibutz, com decenas de muertos.

Un portavoz militar israelí declaró que los militantes de Gaza habían entrado en Israel por al menos siete lugares e invadido cuatro pequeñas comunidades rurales israelíes, la ciudad fronteriza de Sderot y dos bases militares, tanto desde tierra como desde el mar. Los medios de comunicación israelíes informaron de que siete comunidades habían llegado a quedar bajo control de Hamás, entre ellas Nahal Oz, Kfar Aza, Magen, Be’eri y Sufa, todas ellas recuperadas ya por el ejército israelí. Desde el sábado, las milicias de Hamás han lanzado más de 4.000 cohetes contra el territorio de Israel.

Como consecuencia de los ataques israelíes de represalia, más de 120.000 personas se han visto desplazadas en Gaza desde el estallido de la guerra, según Naciones Unidas. En concreto, la Oficina de Naciones Unidas para la Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHA) indicó que 123.538 palestinos se han visto desplazados en la Franja, con datos correspondientes a las 21.00 horas del domingo. La Oficina confirmó asimismo que los bombardeos israelíes han alcanzado casas y edificios de apartamentos en Gaza.

«Es solo el principio. Hemos eliminado a cientos de terroristas y no nos detendremos ahí», dijo este lunes Netanyahu en un discurso a la nación, en el que pidió a la oposición unirse «sin condiciones» a un Gobierno unitario de emergencia, como en 1967, durante la Guerra de los Seis Días.

El ataque de Hamás, que parece haber cogido desprevenido a Israel, se produce tras varios meses en los que ha aumentado la violencia entre soldados y colonos israelíes y palestinos en Cisjordania. Se trata, de hecho, del año más violeto en cerca de dos décadas. Colonos armados han atacado pueblos palestinos; militantes de Cisjordania han atacado a soldados y colonos, y se han producido repetidas incursiones de las fuerzas armadas israelíes en ciudades palestinas. Uno de los momentos de máxima tensión se produjo la semana pasada, cuando un grupo de judíos rezó en el interior del recinto de la mezquita de Al Aqsa, en la Ciudad Vieja de Jerusalén, en lo que fue visto como una clara provocación. No en vano, Hamás ha llamado a su ofensiva Operación Diluvio de Al Aqsa.

A todo ello, y al margen del contexto general de violencia estructural fruto de la ocupación israelí, y del estancamiento de cualquier camino de solución al conflicto, se suma la actual situación iternacional: Israel y Arabia Saudí han estado negociando para un posible reconocimiento de Israel por parte de Riad, algo que supondría un cambio fundamental en el balance de fuerzas en la región, y que Hamás había marcado como una línea roja absoluta. El acuerdo afectaría también, y sobre todo, a Irán, rival de Arabia Saudí y la otra gran protencia en la zona. En ese sentido, responsables de Hamás habrían confirmado este fin de semana que Teherán aprobó al ataque de las milicias palestinas. El domingo, Abu Obeida, el portavoz de las Brigadas al Qassam, agradeció a la República Islámica el haberles «proporcionado dinero, armas, misiles y artillería antitanque» para llevar a cabo la operación. Irán, sin embargo, ha negado cualquier implicación en el ataque, pero también ha dejado claro que lo apoya.

En rojo, la Franja de Gaza; en morado, territorio israelí donde llegó a haber presencia de militantes de Hamás. Mapa: Wikimedia Commons

Estados Unidos, la Unión Europea y otros países occidentales han condenado de manera inequívoca el ataque de Hamás, organización considerada terrorista tanto por Washington como por la Unión, y han subrayado el «derecho de Israel a defenderse».

El secretario general de la ONU, Antonio Guterres, reconoció por su parte este lunes las «legítimas preocupaciones de seguridad» de Israel, pero se declaró «profundamente angustiado» por el anuncio de las autoridades israelíes de un «asedio total» a la Franja de Gaza. «Los civiles deben ser respetados y protegidos en todo momento. La infraestructura civil nunca debe ser un objetivo», insistió, señalando que instalaciones sanitarias, bloques de apartamentos y escuelas habían sido alcanzados por misiles israelíes en Gaza. «La situación humanitaria en Gaza era extremadamente difícil antes de las hostilidades, ahora se deteriorará exponencialmente», afirmó. Guterres condenó asimismo los ataques de Hamás: «Reconozco los legítimos agravios del pueblo palestino. Pero nada puede justificar estos actos terroristas, los asesinatos, mutilaciones y secuestros de civiles».

Mientras, la Comisión Europea matizó este lunes en un comunicado que no ha suspendido los fondos al desarrollo para Palestina, estimados en casi 700 millones de euros, después de que el comisario de Vecindad, Oliver Varhelyi, anunciara que Bruselas congelaba «de forma inmediata todos los pagos previstos» en materia de ayuda al desarrollo por el ataque de Hamás contra Israel. El Ejecutivo europeo sí confirmó que ha iniciado una «revisión urgente» de la asistencia que manda a Palestina para garantizar que ningún fondo de la UE ayude indirectamente a ninguna organización terrorista en sus ataques contra Israel.

Organizaciones pacifistas israelíes como B’Tselem, Peace Now o Breaking the Silence han expresado su rechazo a los ataques contra civiles, tanto los perpetrados por las milicias de Hamás como por las Fuerzas Armadas israelíes. «Los ataques intencionados contra civiles están prohibidos y son inaceptables. No cabe justificación para tales crímenes, sean cometidos por la liberación frente a la opresión o por la guerra contra el terrorismo», indicó B’Tselem. «Que quede muy claro: Hamás ha cometido crímenes que deberían horrorizar a cualquier persona decente. Como personas que a diario critican con firmeza la política israelí en Gaza y Cisjordania, es nuestro deber decir las cosas como son: Hamás ha violado descaradamente las normas morales básicas de la humanidad», señaló por su parte Breaking the Silence. «Es imposible justificar las masacres de cientos de civiles, incluso en nombre de la lucha anticolonial o de la lucha popular. Es imposible construir justificaciones teóricas para el secuestro de madres y sus hijos, de ancianos, de adolescentes», añadió.


Más información y fuentes:
» Israel-Hamas war: what has happened and what has caused the conflict? (The Guardian)
» Israel declara el estado de guerra y advierte de que será «larga y difícil» (El País)
» Por qué la potente Israel no vio venir el ataque de Hamás (El País)
» Israel cerca por completo Gaza para asfixiar a Hamás tras 16 años de bloqueo (El País)
» Israel impone un “asedio total” a Gaza y corta el suministro de electricidad, alimentos y combustible (RTVE)
» La ONU expresa su malestar y urge al envío de ayuda humanitaria ante el «bloqueo total» de Gaza (Efe)
» Hamás amenaza con ejecutar a un rehén civil israelí por cada bombardeo sin previo aviso en Gaza (Efe, Eldiario.es)
» Netanyahu afirma que los bombardeos contra Hamás en Gaza son «solo el principio» (Europa Press)
» Gazans say nowhere to go as they prepare for Israeli assault after Hamas raid (Reuters)
» Grupos pacifistas israelíes critican los ataques contra civiles tanto de Hamás como de Israel (Europa Press)
» October 2023 Gaza−Israel conflict (Wikipedia)

Más de 900 muertos en Israel y cerca de 700 en Gaza desde el ataque masivo de Hamás: la Franja, cercada por completo

El número de muertos en Israel desde el masivo ataque sorpresa de Hamás perpetrado el sábado contra varias comunidades del sur del país superaba ya a última hora de este lunes los 900, según fuentes oficiales israelíes. En Gaza, las… Leer

Hace medio siglo, Israel no supo anticipar el estallido de la guerra del Yom Kippur de 1973, un ataque contra sus fronteras por parte de una coalición de Estados árabes.

Ahora, parece que los aparatos de inteligencia del país han vuelto a ser víctimas de una falsa sensación de seguridad.

La creencia, ampliamente compartida en toda la sociedad israelí, de que el grupo militante Hamás evitaría una confrontación militar a gran escala con Israel para protegerse y evitar más sufrimiento y daños a los residentes de Gaza quedó hecha añicos con un ataque sorpresa el sábado por la mañana por aire, tierra y mar.

El ataque comenzó con una andanada de más de 2 000 cohetes lanzados contra Israel. Al amparo de los cohetes, una operación terrestre a gran escala, cuidadosamente coordinada, partió de Gaza y atacó más de 20 ciudades israelíes y bases del ejército adyacentes a la franja.

Las pérdidas israelíes, estimadas actualmente en más de 700 muertos y hasta 2.000 heridos, de los cuales 200 están en estado crítico, seguramente aumentarán en las próximas horas y días.

Las reservas militares de Israel han iniciado una movilización masiva mientras se llevan a cabo bombardeos aéreos contra instalaciones y puestos de mando de Hamás en Gaza. Hasta el momento se han registrado más de 410 bajas palestinas en Gaza y más de 2.200 heridos, según la Autoridad Palestina.

Cálculos detrás del ataque

Al igual que en el caso de la guerra de Yom Kippur, en las próximas semanas, meses y años se llevarán a cabo numerosos análisis e investigaciones sobre los fallos de inteligencia, operativos y políticos que permitieron el desarrollo del ataque de Hamás. Al parecer, el asalto no fue detectado inicialmente por Israel, y durante horas se encontró con fuerzas israelíes insuficientes o no preparadas.

Al igual que en la guerra de 1973, el momento elegido a propósito, un sábado y la festividad judía de Sucot, proporcionan pistas iniciales, aunque muy parciales, sobre la imprevisión israelí.

Los cálculos estratégicos de Hamás al lanzar el ataque son inciertos en esta fase. Sin embargo, la severidad garantizada de las represalias de Israel contra el grupo –y, en consecuencia, contra la población civil de Gaza– hace probable que entraran en juego consideraciones que van más allá de la mera venganza.

El secuestro de israelíes para intercambiar prisioneros con militantes de Hamás encarcelados en Israel, por ejemplo, ha sido uno de los objetivos más deseados de las operaciones militares del grupo en el pasado.

En 2011, un solo soldado israelí, Gilad Shalit, que llevaba cautivo en Gaza desde 2006, fue canjeado por más de 1 000 prisioneros palestinos. Entre estos prisioneros se encontraba Yahya Sinwar, actual líder de Hamás en Gaza, que había cumplido 22 años en una cárcel israelí.

Los informes de docenas de israelíes cautivos en el asalto de este fin de semana –muchos de ellos civiles– sugieren que este puede haber sido un motivo central del ataque. Un número indeterminado de rehenes retenidos durante horas por militantes de Hamás en dos ciudades del sur de Israel fueron liberados posteriormente por fuerzas especiales israelíes.

Otro objetivo más amplio de Hamás puede haber sido socavar las negociaciones en curso entre Estados Unidos y Arabia Saudí sobre un acuerdo para normalizar las relaciones entre el país árabe e Israel.

Frustrar estas conversaciones supondría una gran ventaja para Irán, uno de los principales apoyos de Hamás, y sus aliados. Aunque Teherán ha manifestado que apoya los ataques de Hamás contra Israel, en este momento sigue siendo incierto si Irán o Hizbulá (el grupo militante de Líbano que mantiene una creciente asociación con Hamás) abrirían nuevos frentes contra Israel en los próximos días.

Cualquier escalada del conflicto por parte de Irán o Líbano sería muy problemática para Israel. Lo mismo ocurriría si la guerra con Hamás exacerbara aún más las ya elevadas tensiones y los violentos enfrentamientos entre Israel y los grupos militantes palestinos en Cisjordania.

¿Qué podría ocurrir a continuación?

La ofensiva de represalia de Israel contra Hamás en Gaza probablemente durará mucho tiempo. Los retos a los que se enfrenta son enormes.

Además de la necesidad de restablecer la confianza de la opinión pública israelí y de resucitar la destrozada disuasión militar contra Hamás y otros enemigos, es probable que el gobierno del primer ministro Benjamin Netanyahu tenga que hacer frente a otras complejidades:

  • El destino de decenas de rehenes israelíes;
  • los riesgos significativamente elevados para las fuerzas israelíes en caso de que se lleve a cabo una incursión terrestre;
  • y las amenazas de escalada en otros frentes, como Líbano, Cisjordania y ciudades mixtas judeo-palestinas dentro de Israel.

También podría resultar difícil mantener el apoyo internacional a una operación agresiva en medio del creciente número de víctimas civiles palestinas.

La actual ronda de violencia apenas ha comenzado, pero podría acabar siendo la más sangrienta en décadas, quizá desde la guerra entre Israel y los palestinos en Líbano durante la década de 1980.

Como se ha señalado, los israelíes considerarán de vital importancia recuperar la capacidad de disuasión militar de su país frente a Hamás, lo que puede hacer necesaria una toma militar de Gaza. Esto tendría consecuencias más devastadoras para la población civil de Gaza.

Para muchos palestinos, los acontecimientos de este fin de semana ofrecen a los israelíes una pequeña muestra de lo que han sido sus propias vidas bajo décadas de ocupación. Sin embargo, es probable que las primeras celebraciones se conviertan pronto en ira y frustración, ya que el número de víctimas civiles palestinas seguirá aumentando. La violencia engendra violencia.

A corto y medio plazo, el trauma del ataque sorpresa de Hamás tendrá consecuencias trascendentales para la política interior de Israel.

Todavía es demasiado pronto para evaluar las posibles repercusiones a largo plazo del ataque sobre los israelíes y su sensación de seguridad. Pero una cosa está clara: las ya difíciles perspectivas de creación de confianza entre los pueblos israelí y palestino acaban de sufrir un golpe devastador.

En sus memorias de 2022, Bibi: Mi historia, Netanyahu escribió sobre su decisión durante la operación Pilar de Defensa de Israel contra Hamás en 2012 de evitar un ataque terrestre israelí en Gaza.

Tal ataque, advirtió, podría provocar muchos cientos de bajas en las Fuerzas de Defensa israelíes y muchos miles de bajas palestinas, algo a lo que se opuso rotundamente. Autorizó incursiones terrestres en otras dos ocasiones (operaciones Plomo Fundido en 2008 y Borde Protector en 2014). Pero su tendencia a la cautela prevaleció en otros casos frente a fuertes presiones militaristas.

Podría decirse que el trauma nacional por la ofensiva de Hamás y la composición radical del gobierno de derechas de Netanyahu le harán muy difícil mostrar una moderación similar en los próximos días.


Eyal Mayroz es profesor titular de derechos humanos y paz y seguridad internacionales en el Departamento de Estudios sobre la Paz y los Conflictos de la Universidad de Sídney.


Publicado originalmente en The Conversation bajo licencia Creative Commons el 8/10/2023

Israel y Hamás se enfrentan a una guerra de efectos devastadores tras el ataque sin precedentes de la milicia palestina

Hace medio siglo, Israel no supo anticipar el estallido de la guerra del Yom Kippur de 1973, un ataque contra sus fronteras por parte de una coalición de Estados árabes. Ahora, parece que los aparatos de inteligencia del país han… Leer

Israel y el movimiento islamista palestino Hamás, que controla la Franja de Gaza, anunciaron a última hora de este jueves una tregua bilateral para poner fin a once días de escalada bélica que se han saldado con cerca de 250 muertos, la inmensa mayoría en el lado palestino. Estas son, a falta de detalles sobre el contenido del pacto, las claves de un alto el fuego que ambas partes interpretan como una victoria:

¿Cuándo ha entrado en vigor la tregua, y hasta cuándo?

El alto el fuego se hizo efectivo a las 2.00 hora local de este viernes (23.00 GMT del jueves). En principio, se trata de una tregua indefinida.

¿Se está cumpliendo?

El Ejército israelí no había informado en la madrugada de este viernes de nuevas alarmas antiaéreas en las comunidades israelíes colindantes a la Franja, siendo la última notificada a la 01.51 hora local (10.51 GMT), informa Efe. Tampoco hubo bombardeos israelíes en Gaza durante la noche.

¿A qué se han comprometido?

Se da por sentado que ambas partes se han comprometido a detener las hostilidades (esencialmente, bombardeos contra Gaza por parte de Israel, y lanzamiento de cohetes contra territorio israelí por parte de Hamás). 

El Gobierno israelí, que no suele pronunciarse sobre los altos el fuego con las milicias, confirmó que se trata de un acuerdo incondicional. La oficina del primer ministro, Benjamin Netanyahu, señaló en ese sentido que se había acordado por unanimidad «aceptar la propuesta de Egipto de un alto el fuego mutuo y sin condiciones».

El portavoz de Hamás, Hazem Qassem, aseguró por su parte que habían obtenido «garantías de los mediadores» para una tregua «mutua y simultánea».

¿Qué incluye el acuerdo?

Este jueves por la noche no se conocían aún con detalle los términos de la tregua, pero, según medios citados por Efe, estos no incluirían, pese a las exigencias de Hamás, referencias a las tensiones por el desalojo de familias palestinas en Jerusalén Este ocupado o por las incursiones en la Explanada de las Mezquitas, hechos que el pasado día 10 de mayo desencadenaron la escalada bélica, sin precedentes en los últimos siete años.

¿Quién ha mediado para lograrlo?

El Gobierno israelí aseguró que se llegó a un acuerdo a partir de una propuesta de Egipto, mediador tradicional entre las dos partes. 

Como parte de su papel como mediador, El Cairo enviará en los próximos días dos delegaciones de seguridad a Tel Aviv, en Israel, y a los territorios palestinos para vigilar y hacer seguimiento de la tregua alcanzada, según informó la agencia palestina WAFA, citada por Europa Press.

¿Qué factores han influido para conseguirlo?

La presión internacional para un alto el fuego ante el constante incremento de víctimas y de destrucción puede haber sido una de las claves. No obstante, Netanyahu ya había rechazado anteriormente dos propuestas de tregua, insistiendo en que los ataques continuarían «el tiempo que fuese necesario», hasta que Israel alcanzase todos sus objetivos (en teoría, debilitar a Hamás eliminando a miembros de su cúpula, destruyendo sus infraestructuras y limitando su capacidad de atacar a Israel). Es posible también, por tanto, que los haya conseguido ya, o que considere suficiente lo logrado, tanto en el aspecto militar como en el político.

Por otro lado, con el paso de los días se iban incrementando las protestas palestinas, no solo en Gaza y, significativamente, en Cisjordania, sino también por parte de los árabes de origen palestino que viven dentro del territorio israelí, lo que ha supuesto un punto de inflexión importante que quizá Israel ha querido atajar.

¿Cómo ha sido la presión internacional?

La presión de la comunidad internacional a Netanyahu para que declarase un alto el fuego se incrementó en las últimas horas, incluyendo una petición de su gran aliado, el presidente de EE UU, Joe Biden, para que aceptase el cese de hostilidades. En concreto, Biden pidió este miércoles al primer ministro israelí una «significativa desescalada bélica» inmediata, y el enviado especial estadounidense para Oriente Medio, Tor Wennesland, también intensificó los contactos para facilitar la tregua.

La actividad diplomática fue especialmente intensa este jueves en la región. Una delegación egipcia viajó a Ramala, en Cisjordania, para informar a la Autoridad Nacional Palestina (ANP) de la posible tregua, mientras el ministro alemán de Exteriores, Heiko Maas, visitaba tanto Israel como los territorios palestinos, en medio de los esfuerzos internacionales por lograr una desescalada de la violencia.

De hecho, el anuncio del cese de las hotilidades se produjo mientras aún se celebraba una reunión de la Asamblea General de la ONU convocada para presionar a las partes.

Bombardeo israelí en Gaza el 12 de mayo de 2021. Vídeo: IDF / Wikimedia Commons

¿Cómo han reaccionado las dos partes?

Ambos consideran que han salido reforzados del conflicto. El jefe del Estado Mayor israelí, el jefe del servicio de inteligencia interior y altos mandos del Ejército «informaron a los ministros sobre los importantes logros de Israel en la operación, algunos de los cuales no tienen precedentes», según detalló un comunicado oficial recogido por Efe.

Mientras, el portavoz de Hamás, Hazem Qassem, indicó en otro comunicado que «la resistencia demuestra en todos sus pasos que es el escudo del pueblo y el más capaz de proteger los fundamentos de la causa palestina».

En una entrevista para el diario Al Mayadeen, recogida por Europa Press, uno de los líderes de Hamás, Mushir al Masry, se refirió al alto el fuego como una «declaración de derrota» por parte de Israel y una «huida del campo de batalla». Al Masry celebró «la saga de victorias» de Hamás durante este último enfrentamiento, así como «la unidad y la revolución del pueblo», que supieron «penetrar en las fortalezas enemigas, disipando sus ilusiones e imponiendo nuevas reglas».

Cohetes lanzados desde Gaza hacia Israel, interceptados por el sistema de defensa Cúpula de Hierro, el 14 de mayo de 2021. Vídeo: Lisa Canalo / Wikimedia Commons

¿Qué otras reacciones ha habido?

El presidente estadounidense, Joe Biden, prometió este jueves, tras anunciarse el alto el fuego, seguir con su «diplomacia silenciosa e incansable» con Israel y Palestina. «Creo que los palestinos e israelíes merecen igualmente vivir de forma segura y disfrutar de las mismas medidas de libertad, prosperidad y democracia. Mi Administración seguirá con su diplomacia silenciosa e incansable con ese fin», afirmó, en una alocución televisada.

El secretario general de la ONU, António Guterres, dio la bienvenida al alto el fuego, pero a la vez pidió a los líderes de las partes enfrentadas que comiencen un «serio diálogo» sobre la raíz del conflicto.

¿Cuál es el balance de víctimas?

El lanzamiento de cohetes desde Gaza, más de 4.400 desde el inicio de la escalada, fue seguido por la operación militar israelí bautizada como «Guardian de los Muertos», que ha tenido un alto coste material y humano en el bloqueado enclave costero, donde viven dos millones de palestinos.

El Ejército israelí atacó más de 800 objetivos de las milicias y sus operativos, y asegura haber matado a más de 130 milicianos.

En los once días de escalada bélica han muerto al menos 232 palestinos, entre ellos 65 menores, y otros 1.900 han resultado heridos. En Israel han muerto 12 personas, entre ellas dos menores, y más de 340 han resultado heridas.

Durante estos días también se ha extendido la violencia y los enfrentamientos civiles entre palestinos e israelíes que, más allá de la escalada bélica que podría terminar este viernes, parecen haber abierto una crisis más profunda en la región.


Publicado originalmente en 20minutos
Con información de Efe y Europa Press
Vídeos no incluidos en el original

Las claves de la tregua entre Israel y Hamás: un acuerdo con el que ambos claman victoria tras casi 250 muertos

Israel y el movimiento islamista palestino Hamás, que controla la Franja de Gaza, anunciaron a última hora de este jueves una tregua bilateral para poner fin a once días de escalada bélica que se han saldado con cerca de 250 muertos,… Leer

Una ambulancia destruida por los bombardeos, en Shijaiyah, en la Franja de Gaza, el pasado 6 de agosto. Foto: Boris Niehaus / Wikimedia Commons

Después de 51 días de ataques, 2.200 muertos (2.141 palestinos, medio millar de ellos, menores, y 69 israelíes, casi todos militares) y un territorio arrasado, Israel y Hamás han acordado este martes en El Cairo, con la mediación de Egipto, un alto el fuego «permanente» y «completo» en Gaza.

Básicamente, el acuerdo supone que Israel aliviará un poco el bloqueo en la Franja, siempre y cuando haya un cese completo de «hostilidades» por parte de Hamás. Todo lo demás se ha dejado para posteriores negociaciones, que comenzarán, en principio, dentro de un mes. Se trata de un plan muy poco ambicioso, pero parece que podrá evitar, de momento, que sigan cayendo las bombas. Los problemas de fondo, en cualquier caso, siguen ahí, en un lugar no muy diferente a donde llevan estando décadas.

Si finalmente se logra llegar hasta las negociaciones, las exigencias que van a estar sobre la mesa no dejan mucho espacio para el optimismo: Israel pedirá la completa desmilitarización de la Franja (algo prácticamente imposible, teniendo en cuenta el número de milicias que actúan por su cuenta), y Hamás pedirá el final completo del bloqueo (incluyendo la posibilidad de poner en funcionamiento un puerto y un aeropuerto), la apertura total de la frontera con Egipto, ayudas económicas internacionales y, sobre todo, la liberación de prisioneros encerrados en cárceles israelíes. En el caso bastante probable de que ninguna de las dos partes ceda, la situación volverá a ser la existente antes de esta última ofensiva, es decir, una especie de frágil «calma a cambio de calma», en la que la más mínima chispa volverá a provocar el incendio.

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Una familia celebra en su coche destruido el alto el fuego, en las calles de Ciudad de Gaza. Foto: Majdi Fathi / NurPhoto / Getty Images

En concreto, y además del alto el fuego permanente, el acuerdo alcanzado este martes estipula la apertura de los pasos fronterizos entre Gaza e Israel, pero solo para que sea posible acelerar la introducción de ayuda humanitaria y del material necesario para la reconstrucción de la Franja. También se reabrirá el paso de Rafah hacia Egipto, una frontera que estará bajo el control de la Autoridad Nacional Palestina (ANP). El pacto señala asimismo que los pescadores palestinos podrán faenar en un radio de seis millas en torno a sus costas (tres millas más que en la actualidad), ampliable más a adelante a doce. Según una fuente oficial israelí citada sin identificar por la edición digital del diario Yediot Aharonot, el pacto no incluye la transferencia de fondos económicos a Hamás, uno de los puntos que habían hecho fracasar las negociaciones anteriores.

En cuanto a las (previsibles) valoraciones, Israel insiste en que ha conseguido asestar un «duro golpe» a Hamás, matando a «mil milicianos» y rebajando «al 30%» su arsenal, y Hamás celebra la «victoria de la resistencia» y el «fracaso» del ejército israelí.

Poco después de que se anunciara el acuerdo, miles de gazatíes salieron a las destruidas calles de la Franja para celebrar, con disparos al aire, lo que consideraban «una derrota» de Israel. Las escenas, incluyendo las perturbadoras imágenes de niños con armas, recordaban a las que pudieron verse en estas mismas calles tras el alto el fuego que puso fin a la última operación militar israelí contra la Franja, en noviembre de 2011.

El presidente de la ANP, Mahmud Abás, quien fue el encargado de anunciar el acuerdo desde Ramala, aseguró que la tarea más urgente ahora es reconstruir Gaza. La Franja, dijo, ha sufrido «un grado de destrucción más allá de la imaginación». «Durante estos 50 días hemos hecho todos los esfuerzos posibles para suministrar a nuestro pueblo lo que necesita, pero no es suficiente. La gente en Gaza necesita mucho más. Hace falta apoyo rápido para intentar curar la herida que se ha infligido… La cuestión ahora es: ¿Qué pasa a continuación? Gaza ha sufrido tres guerras, ¿estamos esperando otra más? No podemos seguir con negociaciones confusas», añadió.

Horas después, el propio Abás se mostró dispuesto a mover él mismo la siguiente ficha y propuso al liderazgo palestino un plan unilateral que contempla un calendario para la creación de un Estado de pleno derecho con ayuda de la comunidad internacional, y sin pasar por otro proceso negociador como el que fracasó el pasado 29 de abril. Según informaron fuentes de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP) citadas por El País, la propuesta de Abás plantea «poner fecha al fin de la ocupación», lo que conllevaría la creación de un Estado independiente palestino sobre las fronteras previas a 1967.

Ofir Akunis, viceministro en la oficina del primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, ya ha respondido que «ninguna nación renuncia a su patria nativa», que «Judea y Samaria [la denominación israelí para Cisjordania] son la cuna del pueblo judío», y que retirarse equivaldría a un «suicidio nacional».

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Dos niños sujetando armas, aparentemente descargadas, durante las celebraciones por el alto el fuego, en Ciudad de Gaza. Foto: Mohammed Abed / AFP / Getty Images

Lo cierto es que el acuerdo para el alto el fuego en Gaza ha agrietado más aún la coalición gobernante israelí, seriamente tocada ya desde antes de la ofensiva. Los ministros de Asuntos Exteriores, Avigdor Lieberman, y de Economía, Naftalí Bennett, ambos de la extrema derecha nacionalista, han mostrado, como era de esperar, su total oposición. Pero también Zahava Gal-On, dirigente del partido de izquierda Meretz, ha criticado al primer ministro y a su «irresponsable gobierno» por haber «puesto en bandeja» la victoria a Hamás: «El alto el fuego llega muy tarde y sus términos demuestran que la operación Margen protector es una derrota estratégica de Netanyahu, quien se metió en ella sin objetivos y ha terminado dándole ganancias a Hamás a costa de los habitantes del sur», dijo.

Y con respecto al propio Netanyahu, ésta no ha sido, desde luego, la guerra que él tenía en mente. Según un sondeo publicado este mismo martes, solo el 38% de los israelíes apoya ahora la política del primer ministro en Gaza. De acuerdo con diferentes encuestas realizadas durante la ofensiva, en cuatro días el apoyo a Netanyahu ha bajado un 17%; en tres semanas, un 25%; y desde que comenzó la operación Margen protector, un espectacular 44%.

El analista estadounidense M. J. Rosenberg, muy crítico con el Gobierno israelí, pero también defensor declarado de la legitimidad de Israel como «Estado judío», opina que la lectura de esta encuesta es que Hamás ha salido reforzada:

La razón por la que el apoyo a Netanyahu se ha hundido no es una repulsa pública por las muertes. De eso no hay prácticamente nada. La razón es que las muertes no están funcionando. Y todo lo que Netanyahu puede hacer es seguir matando, porque no hay estrategia. Y no la hay porque Netanyahu rechaza la solución obvia: acabar con la ocupación. Los israelíes se están despertando a la realidad de que el hecho de que Hamás siga contraatacando después de siete semanas significa que la seguridad de Israel no es más que una ilusión. Y eso es una victoria increíble para Hamás. […]

Hamás ha logrado lo que no ha conseguido ningún ejército árabe, ha destrozado la ilusión de que los israelíes pueden seguir de fiesta en Tel Aviv sin tener un solo pensamiento sobre la gente que está siendo machacada unos cuantos kilómetros más allá.

Para los habitantes de Gaza empieza ahora un durísimo y tristemente familiar camino de reconstrucción y duelo. Al espeluznante número de muertos y heridos durante estas semanas hay que sumar unos 400.000 desplazados internos, o el hecho de que muchos de los miles de menores heridos sufrirán discapacidades de por vida. Alrededor de 1.500 niños palestinos han quedado huérfanos, y, según cifras de UNICEF, cerca de 3.000 menores han tenido que ser asistidos psicológicamente.

«Celebramos la victoria, pero con un peso en el corazón», decía a la agencia AFP este martes Badir Mohamed, un joven palestino de 20 años: «No nos olvidamos de la sangre de los mártires, ni de los heridos, ni de los miles de desplazados».

Mucho tienen que cambiar las cosas para que haya esperanza en la cosecha que recogerán las generaciones futuras de esta siembra de destrucción.

(Un tuit de Farah Baker, la joven palestina de 16 años cuyos mensajes desde Gaza llegaron a convertirse en uno de los símbolos de esta guerra: «Esta chica no puede creerse que va a volver a su vida normal y pacífica. ¡Estoy tan feliz!»).


Más información y fuentes:
» Alto el fuego entre Israel y Hamas tras 50 días de guerra en Gaza (AFP)
» Gaza celebrates as long-term truce goes into effect (AFP)
» Gaza truce open-ended, but puts off tough issues (AP)
» Claves del alto el fuego en Gaza (AFP)
» Gaza ceasefire: Israel and Palestinians agree to halt weeks of fighting (The Guardian)
» El presidente Abbas plantea la creación unilateral de un Estado palestino (El País)
» Support for Netanyahu plunges, poll finds (Haaretz)
» Dos mil muertos para volver al punto de partida (Guerra eterna)
» El alto al fuego en Gaza es un parche mal cosido (World Wide Blog)
» Fotos de la celebración en las calles de Gaza (Reuters)
» Fotos de la destrucción causada en Gaza por los últimos ataques israelíes (Reuters)
» Cronología de la operación ‘Margen Protector’ (Efe, 20minutos.es)

Alto el fuego en Gaza tras 2.200 muertos y con poco espacio para el optimismo

Después de 51 días de ataques, 2.200 muertos (2.141 palestinos, medio millar de ellos, menores, y 69 israelíes, casi todos militares) y un territorio arrasado, Israel y Hamás han acordado este martes en El Cairo, con la mediación de Egipto, un alto el… Leer

Militantes armados de Hamás han ejecutado este viernes en Gaza a 18 palestinos acusados ​​de colaborar con Israel, un día después de que el ejército de este país matara a tres comandantes del grupo islamista que gobierna la Franja, en el mayor golpe causado a los milicianos desde que se inició la ofensiva militar israelí, el pasado 8 de julio.


Foto: Militantes de Hamás, junto a sospechosos de colaborar con Israel, antes de ejecutarlos en Ciudad de Gaza, este viernes (Reuters)


En las que han sido las primeras ejecuciones públicas llevadas a cabo en el enclave palestino desde la década de los noventa, siete personas fueron abatidas a tiros delante de un grupo de fieles, frente a una mezquita ubicada en una de las principales plazas de Gaza. Otras once murieron en una comisaría abandonada cerca de Ciudad de Gaza, según informaron funcionarios de seguridad de Hamás.

En la ejecución, informa Reuters, militantes con máscaras y vestidos de negro asesinaron a tiros a los sospechosos, que tenían las manos atadas y los rostros cubiertos, cuando los fieles salían de la mezquita Omar, situada en uno de los distritos más concurridos de Gaza.

«La resistencia ha comenzado con una operación llamada ‘estrangula los cuellos’, dirigida a colaboradores que ayudan a la ocupación [israelí], matan a nuestra gente y destruyen casas», dijo un sitio en Internet pro Hamas. Reuters informa asimismo de que un mensaje firmado por «Resistencia Palestina» fue colocado en una pared cerca de donde yacían los cuerpos de los supuestos colaboradores. El aviso decía:

Ellos entregaron al enemigo información sobre el paradero de combatientes, los túneles de resistencia, las bombas, las casas de los combatientes y los lugares de [lanzamiento de] cohetes, y la ocupación bombardeó estas áreas matando a varios combatientes […]. Por lo tanto, fue impuesto el fallo de la justicia revolucionaria.

Por otra parte, y aunque no ha sido confirmado por los líderes del grupo, un dirigente de Hamás afirmó este jueves desde su exilio en Turquía que el secuestro y posterior asesinato en junio de tres jóvenes israelíes fue responsabilidad de un ala del movimiento islamista, tal y como había mantenido, sin aportar prueba alguna, el Gobierno israelí. Salé al Aruri, alto cargo de Hamás en Cisjordania, se refirió a la «operación heroica» llevada a cabo por el brazo armado de Hamás, las Brigadas Ezzedin al Qassam, al raptar a «tres colonos» en Hebrón. Hamás no condenó el secuestro y asesinato de los jóvenes, pero ha negado siempre oficialmente su implicación en los hechos.

El carácter «terrorista» de Hamás (así consideran aún al grupo EE UU y la UE) es la gran excusa en la que fundamenta Israel sus crímenes contra la Franja, empezando por la despiadada ofensiva militar que ha dejado ya más de 2.000 palestinos muertos (entre ellos, casi medio millar de niños), y siguiendo por el bloqueo económico y humano que ahoga Gaza desde hace ya siete años. Es, también, la gran excusa para boicotear una y otra vez unas conversaciones de paz en las que, en el fondo, Israel no tiene el más mínimo interés.

A la hora de demonizar al adversario, todo vale: aprovechando la conmoción internacional causada por el salvaje asesinato en Siria de un periodista estadounidense a manos de fanáticos yihadistas, Netanyahu se ha apresurado a decir que Hamás y el grupo Estado Islámico son lo mismo, «ramas de un mismo árbol» (aquí enumeran siete diferencias para quien se sienta tentado a dar crédito al disparate del primer ministro israelí).

Pero reconocer la interesada hipocresía propagandista del Gobierno israelí no puede hacernos olvidar las muchas razones por las que es, no solo legítimo, sino también necesario, criticar a Hamás, sin que ello suponga restar razones a la causa palestina. Parece obvio, pero, en tiempos en los que parece que todo tiene que ser blanco o negro, no está de más recordarlo.

Hamás, ciertamente, y por muchas razones, ha recorrido un largo camino desde que aterrorizaba a los ciudadanos israelíes con mortíferos coches bomba y continuos atentados suicidas, pero aún sigue ejerciendo su poder en Gaza de un modo claramente autoritario, alejado en muchos casos del respeto más elemental a los derechos humanos, y amparándose en el estado de resistencia permanente fruto de la ocupación y el bloqueo.

Y en situaciones como la provocada ahora por la ofensiva militar israelí, estas prácticas, empezando por la aplicación sumaria de la pena de muerte, se llevan a cabo con total impunidad. Es una guerra, y en una guerra, desde el punto de vista de Hamás, la única justicia que vale es la «justicia revolucionaria». Más aún si décadas de represión y miles de muertos causados por el enemigo han creado un clima en el que la violencia, la venganza, el odio y las posturas radicales son omnipresentes.

El Centro Palestino para los Derechos Humanos en Gaza ya ha denunciado las ejecuciones: «Exigimos a la Autoridad Nacional Palestina y a la resistencia [las facciones armadas palestinas] que intervengan para detener estas ejecuciones extrajudiciales, sin importar sus razones y motivos», dijo Raji al-Surani, presidente de la organización, en un comunicado.

Al final, lo único que consiguen los milicianos islamistas con este tipo de acciones es dar argumentos a Israel frente a una opinión pública internacional (y, especialmente, estadounidense) que a menudo no entiende de matices.

Porque es verdad que la carta fundacional de Hamás, redactada hace 25 años, es un documento racista y abiertamente antisemita, en el que se afirma además que el objetivo del movimiento es «la obliteración» de Israel, se rechaza cualquier salida negociada del conflicto y se aboga por un Estado teocrático, con todo lo que ello supone de medieval, irracional y antidemocrático. Pero también lo es que, en la práctica, esa famosa carta es vista ya como poco más que un documento histórico. El líder de Hamás, Khaled Meshaal, la ha definido como «un pedazo de la historia que ya no es relevante, pero que no se puede cambiar por razones internas». Y el número dos del grupo, Mousa Abu Marzouk, ha ido más lejos aún, calificando el documento de «difunto»: «La carta no es el Corán, puede cambiarse». Muchos dirigentes islamistas (aunque es cierto que no todos) han ido entendiendo que se puede negar la legitimidad del Estado israelí sin que ello suponga querer aniquilar a sus habitantes.

A fin de cuentas, también la coalición derechista gobernante en Israel, el Likud, establece entre sus principios fundamentales, redactados en 1999, que «el río Jordán será la frontera oriental permanente del Estado de Israel», que Jerusalén es la «capital eterna y unida de Israel y solo de Israel», y que el Gobierno «rechazará siempre» cualquier propuesta palestina cuyo objetivo sea dividir esta ciudad o crear un Estado palestino independiente al oeste del río Jordán. Y tanto la literatura fundacional sionista como las declaraciones de muchos de sus líderes históricos están llenas de ejemplos que solo pueden ser calificados como racistas y claramente colonialistas.


Leer también:
» Hamás y el ataque a Gaza
» Hamás, la piedra en la bota de Israel
» La vida bajo el gobierno de Hamás

La «justicia revolucionaria» de Hamás

Militantes armados de Hamás han ejecutado este viernes en Gaza a 18 palestinos acusados ​​de colaborar con Israel, un día después de que el ejército de este país matara a tres comandantes del grupo islamista que gobierna la Franja, en el mayor golpe causado a… Leer

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Cohetes lanzados desde Gaza hacia Israel, este 15 de julio. Foto: Thomas Coex / AFP / Getty Images

La violencia ha vuelto a desatarse con intensidad este martes entre Israel y los milicianos de Gaza, después del fracaso del alto el fuego propuesto por Egipto, una tregua que habría supuesto, en teoría, el cese de las hostilidades a partir de las nueve de la mañana. La propuesta contemplaba el fin de los ataques en las doce horas siguientes a su entrada en vigor y, después, en un plazo de 48 horas, negociaciones en El Cairo entre Hamás y el Gobierno de Israel.

La oferta fue aceptada en un principio por el Gobierno de Netanyahu, pero las milicias armadas de Gaza la rechazaron. Desde Hamás se emitieron mensajes contradictorios. El grupo islámico que gobierna en la franja no llegó a dar el sí y, al final, el rechazo era ya un hecho. Seis horas después de haber respondido afirmativamente a la propuesta egipcia, Israel reanudó los bombardeos sobre Gaza (Netanyahu ya había amenazado con intensificar los ataques si Hamás no aceptaba), en respuesta al disparo de hasta 70 cohetes desde la franja.

Los cohetes palestinos han causado este martes el primer muerto israelí, un civil que llevaba comida a los soldados del puesto fronterizo de Erez. En Gaza han muerto ya cerca de 200 personas, la mayoría civiles y muchos de ellos, niños. Hay, además, más de 1.400 heridos, miles de ciudadanos desplazados y refugiados en escuelas y centros comunitarios, y cientos de viviendas e infraestructuras arrasadas. Aquí hay una lista, con edades, nombres y apellidos, de los muertos en la franja desde que comenzó la operación Borde Protector, hace ocho días.

En el caso de que Hamás se hubiese inclinado por aceptar la propuesta egipcia, el grupo islámico habría necesitado más tiempo para tratar de convencer a la quincena de milicias armadas que operan en Gaza, muchas de las cuales tienen capacidad para seguir lanzando cohetes, como lo están demostrando ahora (más de 140 disparados este martes, según el ejército israelí). Pero no era muy probable que Hamás fuese a aceptar una iniciativa pactada sin su participación, y en la que no se le hace ninguna concesión explícita. El plan egipcio se limita a proponer una apertura de pasos fronterizos «cuando la situación sea estable», y deja las demás cuestiones, incluyendo las relativas a la seguridad, para que sean discutidas por ambas partes.

Hamás exige, como mínimo, y además del fin del bloqueo israelí a la franja, la liberación de los presos detenidos durante la búsqueda de los tres jóvenes israelíes secuestrados en junio y la apertura permanente de la frontera con Egipto. Sería una sorpresa que el gobierno egipcio del mariscal Al Sisi aceptase este último punto. Estamos hablando del mismo gobierno que ha perseguido implacablemente a los Hermanos Musulmanes desde que los militares arrebataron el poder al presidente Mohamed Mursi (quien sí simpatizaba con Hamás) en un golpe de Estado. El problema es que, de momento, Egipto parece ser el único mediador posible entre unas partes que no negocian de forma directa, puesto que no se reconocen mutuamente.

Para Netanyahu, el rechazo de la tregua por parte de Hamás supone, en sus propias palabras, una «legitimización ante la comunidad internacional» para continuar con los ataques a Gaza. El primer ministro israelí no estaba dispuesto a conceder más tiempo al grupo islamista, ante una situación de la que podría salir reforzado si, como era previsible, el alto el fuego era rechazado en la franja. Aún así, Netanyahu tuvo que enfrentarse a la presión de buena parte de la población israelí (según un sondeo de una televisión local, un 53% se opone a un alto el fuego en Gaza), y a la oposición frontal del ala más derechista de su coalición de gobierno: este martes, Netanyahu destituyó a su viceministro de Defensa, Danny Danon, tras unas declaraciones en las que éste criticaba duramente la decisión de aceptar la tregua.

El fracaso del alto el fuego puede dar, por otra parte, algo de protagonismo al presidente de la Autoridad Nacional Palestina, Mahmud Abás, quien no ha tenido hasta ahora la más mínima influencia en la crisis. Este miércoles está previsto que viaje a El Cairo para reunirse con Al Sisi y tratar de impulsar un nuevo intento de negociación.

En la franja, entre tanto, la situación es cada vez más desesperada.

El siguiente vídeo, del canal en inglés de Al Jazeera, muestra la vida diaria de una familia en Gaza:

Y aquí, cómo se está viviendo la crisis en Cisjordania:

Mientras, el ejército israelí continúa con su campaña de lavado de imagen en las redes sociales, insistiendo en la tesis del «derecho a defenderse» (los palestinos no se defienden, se limitan a llevar a cabo «acciones terroristas» y a «sacrificar a su propia gente»). Este martes publicaban en Twitter una foto en la que puede verse la ciudad de París bombardeada y el mensaje «¿Qué harías tú?». La imagen, sin embargo, ha resultado ser un arma de doble filo:

(«¿Qué harías tú si el ejército israelí estuviera bombardeando tu ciudad?»)


Más información y fuentes:
» Israel, Palestinians battle as Egyptian-proposed Gaza ceasefire collapses (Reuters)
» Fin del alto el fuego: Israel reanuda los bombardeos por el disparo de cohetes de Hamás (20minutos.es, agencias)
» Fallece el primer ciudadano israelí durante la operación “Margen Protector” (Efe)
» La historia del alto el fuego que nunca existió (Íñigo Sáenz de Ugarte, en Guerra eterna)
» Qué implica el fin del alto al fuego en Gaza en seis puntos (Jordi Pérez Colomé, en World Wide Blog)
» Netanyahu destituye al viceministro de Defensa por criticar al Ejecutivo (Efe)
» Egipto, el mediador estéril (Isabel Monzón, en El País)
» Israel showed restraint in Gaza before attacking? You must be kidding (Amira Hass, en Haaretz)
» Life in the Gaza Strip (BBC)

Leer también:
» La agonía de Gaza: las claves del ataque israelí y de la lucha por la supervivencia en la franja
» «Me iré sin mis libros»: una carta desde Gaza

El alto el fuego que no fue ni un tiempo muerto

La violencia ha vuelto a desatarse con intensidad este martes entre Israel y los milicianos de Gaza, después del fracaso del alto el fuego propuesto por Egipto, una tregua que habría supuesto, en teoría, el cese de las hostilidades a partir de las nueve de la mañana. La propuesta contemplaba el fin de los ataques en las doce horas siguientes a su entrada en vigor y, después, en un plazo de 48 horas, negociaciones en El Cairo entre Hamás y el […]

Funeral en Bait Hanun, Gaza, por seis miembros de una misma familia palestina, muertos en un ataque israelí el 8 de julio. Foto: Muhammad Sabah / B’Tselem

«Han bombardeado casas con familias completas, y las familias aquí no son como en España, aquí son por lo menos de ocho o diez miembros… Es una locura, un genocidio, un acto criminal… Por la noche no hay luz, hay oscuridad absoluta acompañada de ambiente de guerra. La gente está en casa, no sale…». Así describía Ahmad Yacoub, secretario de la Asociación de Escritores Palestinos, a 20minutos.es el infierno en que se ha convertido la franja de Gaza desde que, hace ya casi una semana, comenzaron los bombardeos israelíes.

El balance de víctimas, tras un total de 1.320 ataques, habla por sí mismo: hasta este domingo, al menos 165 palestinos muertos y cerca de 700 heridos. Tres de cada cuatro fallecidos son civiles, y más de una veintena, niños. Dos terceras partes de los heridos son mujeres y menores de edad. Las cifras son de la Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados de Palestina en Oriente Próximo (UNRWA).

Desde la franja los milicianos de Hamás (la organización islamista que gobierna en Gaza) y de otras facciones palestinas continúan lanzando cohetes contra Israel (en torno a 800 desde el martes, según el Ejército israelí), pero ni su capacidad ni su eficacia son comparables con el poder de la maquinaria de guerra israelí, que dispone, además, de un sofisticado sistema defensivo antiaéreo (Iron Dome, Cúpula de Hierro), capaz de interceptar una buena parte de los proyectiles. De momento, los cohetes palestinos han herido de diversa consideración a una docena de israelíes (dos graves, diez leves, y tres de ellos, militares).


Fotos:
» Funeral en el campo de refugiados de Jan Yunis (sur de la franja de Gaza) por siete miembros de una misma familia palestina, muertos en un ataque israelí. (Efe)
» Un grupo de palestinos traslada el cuerpo del niño de tres años Mohammed Mnassrah, fallecido en los bombardeos israelíes, durante su funeral en el campo de refugiados de Al Maghazi, en la franja de Gaza. (Efe)
» Una mujer palestina abraza a su hijo en su casa semidestruida tras un ataque israelí en Gaza. (AFP)


Todo parece indicar que la violencia no va a detenerse pronto. Israel realiza ya incursiones terrestres (los bombardeos no están consiguiendo el objetivo de neutralizar los lanzamientos de cohetes), y el primer ministro, Benjamin Netanyahu, ha dejado claro que su gobierno contempla «todas las opciones». También ha hecho oídos sordos a las ofertas de mediación realizadas por Estados Unidos, aunque sabe que, de todos modos, cuenta con el respaldo prácticamente incondicional del presidente Barack Obama. Washington ha hecho un llamamiento al cese de los ataques por ambas partes, pero insiste en que Israel tiene «derecho a defenderse».

Este derecho a la defensa es, una vez más, el principal argumento israelí a la hora de justificar el ataque. En este sentido, el Ejército israelí afirma que solo ataca las viviendas de miembros de Hamás implicados en ataques a Israel, blancos que denomina «objetivos terroristas», e incluso denuncia el uso de civiles palestinos como «escudos humanos». En ocasiones, también avisa por teléfono (minutos antes) a las familias de las casas que van a ser bombardeadas. Pero, dejando a un lado el hecho de que se trataría de intentos de ejecuciones sin juicio, la muerte de familiares, víctimas inocentes y civiles en general, es difícilmente evitable. Gaza es una de las regiones más densamente pobladas del mundo.

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Una familia palestina huye de su casa en Gaza, en plena noche. Foto: Mohammed Abed / AFP / Getty Images

En cuanto a Hamás, y a pesar del alto precio que está pagando, tampoco parece muy dispuesta a detener sus ataques. La resistencia tiene un efecto propagandístico importante, y los islamistas no pueden permitirse ceder ante Israel, más aún cuando parece que tienen un importante respaldo social y de otros movimientos. El nivel de violencia infligido por Israel y la importancia que da la población a la cuestión de los prisioneros, de los que Hamás se ha constituido siempre en portavoz, y cuya liberación es ahora una de las condiciones para el alto el fuego, fomentan este apoyo.

Estas son las claves de la última gran crisis entre israelíes y palestinos, un nuevo callejón de difícil salida que en apenas una semana ha relegado en los medios no solo a la ya de por sí olvidada guerra en Siria, sino incluso a los yihadistas de Irak y su «califato» fundamentalista; las claves, también, del territorio que, con dos tercios de su población viviendo por debajo del nivel de pobreza y dependiendo de la ayuda humanitaria, más la está sufriendo.

Los detonantes

La crisis actual es el desenlace de una tensión que no ha hecho más que crecer desde que el pasado día 30 se confirmó que habían sido asesinados tres jóvenes israelíes secuestrados semanas antes en Cisjordania, y cuya búsqueda dejó a su vez seis palestinos muertos, 118 heridos y 471 detenidos.

El Gobierno de Netanyahu acusó a Hamás del secuestro, aunque hasta ahora no ha presentado pruebas que lo demuestren. Hamás, por su parte, negó estar implicada. La crisis se agravó cuando dos días después ultranacionalistas judíos se vengaron quemando vivo a un joven palestino en Jerusalén, y cuando, en esa misma semana, se publicó un vídeo en el que se ve cómo policías israelíes apalean brutalmente a un chico palestino.

Durante las tres semanas que pasaron desde que se produjo el secuestro de los estudiantes israelíes hasta que se anunció el hallazgo de sus cadáveres, el ejército israelí golpeó duramente la estructura de Hamás en Cisjordania. En ese tiempo no hubo más que unos pocos lanzamientos de cohetes, que además no fueron reivindicados. Pero la eliminación de siete combatientes del movimiento islamista en un ataque israelí realizado con drones en Gaza, el 7 de julio, fue interpretada como un acto de agresión que rompía el alto el fuego negociado con Israel en noviembre de 2012 (el compromiso establecía que ninguna de las partes se implicaría en una operación militar contra la otra). Hamás y su rama militar, las brigadas Ezzedine Al-Qassam, pasaron a la acción y el lanzamiento de cohetes se intensificó.

Los ataques con cohetes desde Gaza permitieron al gobierno de Netanyahu desencadenar una nueva ofensiva contra la franja y, de paso, satisfacer las exigencias de una parte de la población israelí y del ala más derechista de su coalición de gobierno, que reclamaban un duro «castigo» por el asesinato de los tres jóvenes, algo con respecto a lo que el primer ministro había expresado contención en un primer momento.

Entre tanto, al reivindicar los lanzamientos, Hamás, criticada por algunos sectores por su reciente reconciliación con Al Fatah (el partido que gobierna la Autoridad Nacional Palestina, en Cisjordania), intenta reengancharse al alcance popular que tienen otras organizaciones islamistas, o incluso nacionalistas y miembros de la OLP, como las Brigadas de los Mártires de Al Aqsa, de Al Fatah, o el Frente Popular y Democrático de Liberación de Palestina, grupos que también lanzan cohetes.

Para Hamás es también muy importante seguir siendo el principal portavoz de los presos en cárceles israelíes. Ahora mismo, su principal exigencia es que Israel vuelva a liberar a 56 palestinos que habían sido puestos en libertad en el canje de prisioneros de 2011, y que fueron vueltos a detener por fuerzas israelíes en Cisjordania durante la búsqueda de los estudiantes secuestrados.

El contexto político

En ambas partes existe asimismo un fondo político que es necesario tener también en cuenta para comprender lo que está pasando. Lo más importante es, tal vez, que esta nueva crisis se produce en un contexto en el que las negociaciones de paz han fracasado. Tras el pacto de unidad firmado finalmente por Al Fatah y Hamás el pasado 23 de abril, Netanyahu dio por terminado el diálogo con los palestinos, y un par de meses después, en junio, autorizó la construcción de centenares de centenares de nuevas viviendas en asentamientos situados en Cisjordania, en territorio ocupado.

Algunos analistas han interpretado el acoso llevado a cabo contra Hamás tras el secuestro de los jóvenes israelíes como un intento de dinamitar la frágil reconciliación palestina. El pasado jueves, el presidente de la Autoridad Nacional Palestina (ANP), Mahmud Abás, se dirigió a Hamás a través de la televisión palestina: «¿Qué vais a lograr lanzando cohetes? Es mejor luchar con sabiduría y con la política», afirmó. Era la primera vez que Abás criticaba abierta y públicamente a los milicianos islamistas.

Por otro lado, el ataque a Gaza ha estado marcado por la división existente en la coalición derechista que gobierna Israel: la operación militar estuvo precedida por un largo pulso entre Netanyahu, y los elementos más ultras de su Ejecutivo, encabezados por el ministro de Exteriores, el xenófobo y partidario de arrasar Palestina («no dejar piedra sobre piedra») Avigdor Lieberman. Sin llegar a romper la coalición de Gobierno, el partido de Lieberman llegó a ‘separarse’ del Likud de Netanyahu por entender que no estaba aplicando suficiente «mano dura» contra Hamás. Poco después, el Gabinete de seguridad israelí pasaba de la «contención» a los ataques actuales.

Con respecto a Hamás, la organización se encuentra en una situación de debilidad (lo que le habría llevado a pactar con Al Fatah), y necesita volver a ser percibida como el principal representante de la resistencia palestina. La destrucción por parte del nuevo gobierno egipcio de los túneles que unían la franja con el Sinaí ha privado a los residentes de Gaza de un suministro básico de bienes. Y, a pesar del pacto con Al Fatah, aún no ha llegado a Gaza ninguna ayuda económica desde la ANP. Los 50.000 funcionarios de la franja llevan meses sin cobrar sus salarios.

Además, el grupo islamista ha perdido últimamente apoyos cruciales. Irán y Siria, sus aliados tradicionales, han cortado el grifo de las ayudas como consecuencia de la decisión de Hamás de apoyar a los rebeldes que luchan contra el régimen del presidente sirio, Bashar Al Asad.

Y en cuanto a la división interna en el seno de Hamás, es cierto que hubo fuertes divergencias ante el acuerdo de reconciliación con Al Fatah, pero ahora mismo parece haber consenso sobre cómo operar y sobre la necesidad de responder a Israel.

Los ataques

Desde que, el pasado lunes, se inició la denominada operación Borde Protector (Protective Edge), y hasta este domingo, las Fuerzas Armadas israelíes han alcanzado unos 1.320 objetivos en Gaza, en ataques lanzados tanto desde el aire como desde los buques de guerra que bloquean los accesos marítimos a la franja. Las bombas han caído no solo en presuntos objetivos de milicianos de Hamás, sino también en viviendas, mezquitas, clínicas sanitarias y hasta en un centro de atención a discapacitados. Los milicianos, por su parte, han lanzado contra Israel en torno a 800 cohetes, según el último parte militar israelí.

Este domingo, soldados israelíes permanecieron en territorio gazatí bajo el paraguas de helicópteros artillados y de barcos de guerra, y destruyeron lanzaderas de cohetes. En la operación, la primera que el Ejército reconoce haber realizado por tierra dentro de la franja, resultaron heridos de forma leve cuatro soldados israelíes. Israel tiene movilizados a 20.000 reservistas en la zona, y 40.000 en todo el país.

La última oleada de bombardeos israelíes causó la noche del sábado la muerte de 18 palestinos, cuando un avión atacó una mezquita y una vivienda adyacente, según informó el portavoz de los servicios de emergencia en la franja. Otros tres palestinos murieron en el sur de Gaza en ataques aéreos contra posiciones islamistas en la ciudad de Rafah. Con estas últimas víctimas, el recuento de muertos en el lado palestino ascendería ya a 165, la mayoría civiles, y los heridos, a un millar.

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Funeral en el campo de refugiados de Jan Yunis (sur de la franja de Gaza) por siete miembros de una misma familia palestina muertos en un ataque israelí. Foto: Thomas Coex / AFP

Los severos bombardeos nocturnos en Gaza siguieron al lanzamiento de cohetes por las milicias palestinas contra Tel Aviv y otras ciudades del centro de Israel, en un ataque que el brazo armado del movimiento islamista Hamás anunció previamente por televisión, informando del uso de un nuevo cohete de largo alcance, el J80. Los proyectiles fueron derribados en vuelo por el sistema Cúpula de Hierro, que en cinco días ha neutralizado 147 de los que se dirigían a centros urbanos israelíes. Los cohetes palestinos han causado, además del cierre de comercios y colegios, y de la alarma entre la población, una docena de heridos de diversa consideración (dos de ellos, graves).

La actual es la tercera operación militar que dirige el Gobierno de Netanyahu contra Gaza. Las dos anteriores se llevaron a cabo en 2012: en la primera, bautizada como Eco de Vuelta, murieron 24 palestinos; en la segunda, Pilar de la Defensa, 158. La ofensiva más devastadora hasta ahora, no obstante, fue la llamada Plomo Fundido, lanzada entre finales de 2008 y principios de 2009, con Ehud Olmert como primer ministro y Ehud Barak como ministro de Defensa. Causó más de 1.300 muertos (en su mayoría civiles) y 5.000 heridos. En las dos últimas operaciones no llegó a haber incursión militar terrestre en la franja (sí la hubo en Plomo Fundido), aunque en Pilar de la Defensa el ejército israelí llegó a movilizar a unos 75.000 reservistas.

Las reacciones

Hasta el momento, y más allá de declaraciones y de llamamientos a un genérico alto el fuego, la reacción (efectiva) de la comunidad internacional brilla por su ausencia. EE UU se ha ofrecido como mediador y presiona para que cesen los ataques «de ambos bandos», pero tiene las manos atadas por su compromiso de apoyo a Israel. Los europeos se han limitado a pedir el fin de las hostilidades y a condenar la violencia, pero la posibilidad de sanciones no se vislumbra en la agenda.

En cuanto al mundo árabe, el nuevo presidente egipcio, el mariscal Abdul Fatah al Sisi, parece haber optado por ganar tiempo y, a diferencia de sus predecesores Hosni Mubarak y Mohamed Mursi, por no implicarse personalmente. No obstante, Egipto, junto con otros países, como Catar, estaría elaborando un borrador para un posible alto el fuego. Las condiciones incluidas en el documento pasarían por el fin del bloqueo israelí a la franja (impuesto en 2007) o por que el perímetro que Israel mantiene como zona de seguridad en torno a Gaza se reduzca. Esta semana, Egipto abrió el paso fronterizo con el territorio palestino para facilitar la asistencia a heridos.

Los contrastes

Hablar en términos de guerra convencional del conflicto entre israelíes y palestinos –especialmente entre Israel y Gaza, o entre Israel y Hamás, como prefiere denominarlo el Gobierno israelí– supone obviar la espectacular diferencia en el número de víctimas, el hecho de que una de las partes ejerce una ocupación sobre la otra, y la evidente desproporción militar existente entre ambos bandos.

En esta última crisis los milicianos de Gaza están disparando cohetes de mayor alcance, y han demostrado que pueden hacer daño y que no es fácil neutralizarlos, pero realmente poco es lo que pueden hacer frente a la tecnología punta armamentística, los cazas, los misiles de última generación y los sofisticados sistemas de defensa de Israel, un país en constante pie de guerra donde el servicio militar (obligatorio) ocupa buena parte de las vidas de sus ciudadanos, y que dispone además de decenas de miles de reservistas, por no hablar del apoyo, por acción u omisión, de las principales potencias occidentales. Siguen siendo piedras contra tanques.

Este contraste no se limita, en cualquier caso, a la faceta puramente militar. Las condiciones de vida de las poblaciones en ambos bandos están separadas por un auténtico abismo.

Israel, con una población de 8,1 millones de habitantes y una superficie de 22.1452 Km² (incluyendo los territorios anexionados de Jerusalén Este y los Altos del Golán), tiene una renta per cápita de 34.875 dólares y una esperanza de vida de 81,1 años. La tasa de paro en 2012 fue del 6,9%, y en 2013 ocupó el puesto 16 en el Índice de Desarrollo Humano de la ONU.

En los escasos 360 Km² de Gaza viven 1,7 millones de personas, de las que 1,1 millones son refugiados. Aproximadamente 500.000 de ellos habitan en los ocho campos que administra la UNWRA. Cerca de dos tercios de la población de la franja vive por debajo del nivel de pobreza y depende de la ayuda humanitaria. La renta per cápita es de 2.900 dólares (la información disponible incluye Cisjordania, donde la renta es mayor), y la esperanza de vida, de 74 años. El paro alcanzó en 2010 al 45% de la población activa (una cifra sin precedentes), según datos de Naciones Unidas. Palestina (incluyendo también Cisjordania) ocupó en 2013 el puesto 110 en el Índice de Desarrollo Humano de la ONU.

Desde el bloqueo impuesto por Israel en 2007, cuando Hamás se hizo con el control de Gaza tras expulsar a Al Fatah, después de haber ganado las elecciones un año antes, los habitantes de la franja no pueden entrar ni salir de la franja con libertad. El bloqueo tiene, además, un enorme coste económico. Israel no permite a Gaza tener su propio aeropuerto ni puertos comerciales; todo el comercio exterior se lleva a cabo a través de puertos israelíes. A los pescadores de Gaza, por ejemplo, solo se les permite faenar hasta un máximo de 9,6 Km de la costa (menos de un tercio del área estipulada en los Acuerdos de Oslo). Y los túneles de contrabando que comunican la franja con Egipto, por los que pasaban suministros esenciales, han sido destruidos en su mayoría por el Gobierno egipcio.

La precariedad es especialmente grave en el apartado de la salud. Según informa Al Jazeera, el Ministerio de Sanidad de Gaza dispone tan solo de 192 tipos de medicinas (el 40% de las consideradas esenciales), e Israel ha restringido, «por razones de seguridad», los permisos que concede a pacientes para que puedan ser tratados en hospitales israelíes cuando no existe un tratamiento adecuado disponible en la franja. Naciones Unidas calcula que para el año 2020 Gaza necesitará unos mil médicos y dos mil enfermeros y enfermeras más de los que hay actualmente.

Las condiciones sanitarias también son muy deficientes. El acuífero costero que proporciona agua a la población está altamente contaminado, y la ONU ha advertido de que para el año 2016 podría quedar completamente inutilizable. Mientras, muchas casas solo disponen de agua corriente en periodos de entre seis y ocho horas (el 25% de forma diaria, el 40% un día sí y otro no, el 20% cada tres días y el 15% cada cuatro). El 80% de la población compra agua para beber, lo que puede suponer hasta un tercio de los ingresos.

Otro gran problema son los constantes cortes de electricidad. La franja tiene una demanda de unos 360 megawatios al día, pero la única planta eléctrica existente genera solo 80 megawatios diarios. Israel y Egipto suministran 120 y 22 megawatios adicionales, respectivamente, que resultan aún insuficientes. El principal hospital de Gaza, Al Shifa, depende de cuatro generadores para funcionar, cuyo mantenimiento es complicado debido al cierre de las fronteras con Israel y Egipto.

Y en cuanto a la educación, antes de la Segunda Intifada, que comenzó en 2000, los estudiantes de Gaza que deseaban estudiar en el extranjero podían viajar a través del aeropuerto israelí de Ben Gurion, la frontera entre Cisjordania y Jordania, la frontera de Rafah con Egipto, o el Aeropuerto Internacional de Gaza. Hoy solo les queda el paso de Rafah, que suele estar cerrado. Según datos de la Autoridad Nacional Palestina, citados también por Al Jazeera, más de 2.700 estudiantes de Gaza, de todos los niveles educativos, están esperando para poder estudiar en el extranjero.

Poca esperanza

La brecha es muy grande también en el aspecto sociológico, donde las nuevas generaciones parecen cada vez más irreconciliables. Si bien existen en Israel (principalmente en las zonas más urbanas, como Tel Aviv) muchos ciudadanos que simpatizan con la causa palestina, o que apoyan, al menos, una solución pacífica al conflicto, así como organizaciones que trabajan muy activamente en defensa de los derechos humanos y por el fin de la ocupación, las encuestas no dejan lugar para demasiadas esperanzas a corto o medio plazo.

El 60% de los israelíes apoyaría, en general, «un acuerdo que estableciera un Estado palestino al lado de uno israelí», pero el rechazo es del 58% cuando en la pregunta se especifican las concesiones. Y en el lado palestino, un 60% cree aún que el objetivo final de las negociaciones debe ser «reclamar la Palestina histórica desde el río al mar».

El 60% de los israelíes apoyaría, en general, «un acuerdo que estableciera un Estado palestino al lado de uno israelí», pero el rechazo es del 58% cuando en la pregunta se especifican las concesiones. Y en el lado palestino, un 60% cree aún que el objetivo final de las negociaciones debe ser «reclamar la Palestina histórica desde el río al mar».


Publicado originalmente en 20minutos

La agonía de Gaza: las claves del ataque israelí y de la lucha por la supervivencia en la franja

«Han bombardeado casas con familias completas, y las familias aquí no son como en España, aquí son por lo menos de ocho o diez miembros… Es una locura, un genocidio, un acto criminal… Por la noche no hay luz, hay oscuridad absoluta acompañada de ambiente de guerra. La gente está en casa, no sale…». Así describía Ahmad Yacoub, secretario de la Asociación de Escritores Palestinos, a 20minutos.es el infierno en que se ha convertido la franja de Gaza desde que, hace ya casi una semana […]

El diario Le Monde publica este miércoles una interesante entrevista de Hélène Sallon a Jean-François Legrain, historiador del Instituto de Investigaciones y Estudios sobre el Mundo Árabe y Musulmán, en la que este experto ofrece algunas claves sobre el último ataque israelí contra Gaza (ya hay cerca de 40 muertos), y sobre la situación en que se encuentra el grupo islámico Hamás, que gobierna la franja desde 2006. Estos son algunos extractos, traducidos del original en francés:

Sobre los ataques con cohetes contra territorio israelí:

Yo no creo que los mandos [de Hamás] ordenaran el secuestro de los tres jóvenes israelíes en Cisjordania. De hecho, han desmentido esta versión israelí. Durante las tres semanas que pasaron desde que se produjo el secuestro hasta que se encontraron los cadáveres, el ejército israelí golpeó la estructura de Hamás en Cisjordania, y en este periodo no hubo más que unos pocos lanzamientos (no reivindicados) de cohetes desde Gaza. Hamás no quería subir su apuesta. Pero, al final, consideró que no podía dejar sin respuesta los ataques israelíes.

La eliminación de siete combatientes del movimiento en un ataque israelí realizado con drones en la franja de Gaza, el 7 de julio, fue interpretada como un acto de agresión que rompía el alto el fuego negociado con Israel, con la mediación egipcia, en noviembre de 2012. El compromiso adoptado establecía que ninguna de las partes se implicaría en una operación militar contra la otra. Hamás y su rama militar, las brigadas Ezzedine Al-Qassam, entendieron entonces que debían responder. Y lo han hecho en la tradición de las prácticas de la segunda intifada (2002-2005), cuando, tras un asesinato teledirigido o un bombardeo mortal, Hamás respondía con un atentado suicida. Por otra parte, al reivindicar los lanzamientos de cohetes, Hamás se está asociando al alcance que tienen otras organizaciones islamistas, o incluso nacionalistas y miembros de la OLP, como las Brigadas de los Mártires de Al Aqsa, de Al Fatah, o el Frente Popular y Democrático de Liberación de Palestina, grupos que también lanzan cohetes.

Sobre la división interna en Hamás:

Hasta donde podemos saber, no existe división con respecto a lo que está ocurriendo ahora mismo, a pesar de que se mantiene una negociación interna entre las diversas tendencias del grupo. Hubo fuertes divergencias ante el acuerdo de reconciliación firmado en abril con Al Fatah, el partido del presidente de la Autoridad Nacional Palestina, Mahmud Abás, pero ahora mismo hay consenso sobre cómo operar y sobre la necesidad de responder ante ciertos niveles de violencia. La evolución de esta respuesta dependerá de la política que adopte Israel.

Sobre la relación de Hamás con otros movimientos en Gaza:

Yihad Islámica es un factor muy importante. En 2012, este grupo lanzó tantos cohetes como Hamás, o incluso más. No está sujeto a Hamás, pero, dentro de su propia lógica, comparte compromisos con ella. Se trata de un movimiento próximo a Irán, aunque, en el marco de las negociaciones actuales con Estados Unidos sobre su programa nuclear, Irán no tiene ningún interés en implicarse y jugar la carta de la violencia.

Existe una especie de competencia militar entre los dos movimientos, pero no la hay en el resto de las cuestiones. Sí es cierto que Yihad siempre ha rechazado formar parte del proceso de Oslo, y que, a diferencia de Hamás, tampoco ha participado en las elecciones de la Autoridad Palestina. En realidad, Yihad nunca se ha visto a sí misma como una gran red de asociaciones, sino como un movimiento de vanguardia, formado por pequeños grupos. Es necesario subrayar asimismo que las organizaciones nacionalistas, incluyendo algunas que reivindican su pertenencia a Al Fatah, también están participando en los lanzamientos de cohetes.

Sobre la posibilidad de una tercera intifida:

No lo creo. No hubo levantamiento en diciembre de 2008 (operación Plomo fundido) ni en noviembre de 2012 (operación Pilar de la defensa). Los enfrentamientos recientes han estado muy limitados geográficamente, y en el resto de los territorios ha habido muy poca movilización. Desde este punto de vista, la suerte de la franja de Gaza parece muy desconectada del resto de Palestina, incluyendo a la opinión pública, cada vez más prisionera de sus localismos.

Sobre lo que hará Hamás ahora:

No es muy probable que Hamás modere su tono. Es verdad que hay algo de farol en sus amenazas, pero aún tiene la capacidad de asestar golpes, como lo ha demostrado con sus lanzamientos contra Tel Aviv o Jerusalén. Sin embargo, ¿posee realmente misiles sofisticados capaces de acertar con precisión un blanco lejano? Aseguran que sí desde hace varios años, pero nunca los han usado […].

Hamás no puede permitirse ceder ante Israel, más aún cuando parece que tiene el apoyo de la población y de otros movimientos. El nivel de violencia infligido por Israel y la importancia que da la población a la cuestión de los prisioneros palestinos, de los que Hamás se ha constituido siempre en portavoz, fomentan este apoyo, a pesar del precio que se paga.

Sobre la reacción internacional:

[…] Una vez más, estamos observando una ausencia total de intervención exterior, que sería el único modo de detener esta espiral. Los estadounidenses y los europeos se limitan a hacer simples declaraciones. Y, a diferencia de sus predecesores Hosni Mubarak y Mohamed Mursi, el nuevo presidente de Egipto, el mariscal Abdul Fatah al Sisi, parece haber decidido ganar tiempo y no implicarse. Los rumores sobre su posible mediación han sido desmentidos desde el lado palestino. Y el presidente Mahmud Abás no puede hacer nada, si es que realmente quiere hacer algo. No tiene ninguna capacidad de maniobra. Es una de las viejas contradicciones de la política israelí: deslegitima a la Autoridad Palestina al mismo tiempo que la necesita de un modo imperativo.


Fuente: « Le Hamas ne cédera pas face à Israël » (Le Monde)
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Actualización

El ejército israelí ha atacado cerca de 400 objetivos desde el inicio de su actual ofensiva sobre la franja de Gaza, según informa este miércoles el diario Haaretz. En las operaciones han muerto al menos 38 personas, incluidos 30 civiles, de los que seis eran niños, según fuentes de los servicios de emergencia palestinos citadas por la agencia Reuters. Unas 230 personas han resultado heridas.

Mientras, los cohetes lanzados por milicianos palestinos desde Gaza ha alcanzado Zikron Yaakov, una localidad a 115 kilómetros de la franja. Tel Aviv también ha sido objeto de un ataque este miércoles, con al menos cinco cohetes M75.

Hamás y el ataque a Gaza

El diario Le Monde publica este miércoles una interesante entrevista de Hélène Sallon a Jean-François Legrain, historiador del Instituto de Investigaciones y Estudios sobre el Mundo Árabe y Musulmán, en la que este experto ofrece algunas claves sobre el último ataque… Leer

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