Israel y el movimiento islamista palestino Hamás, que controla la Franja de Gaza, anunciaron a última hora de este jueves una tregua bilateral para poner fin a once días de escalada bélica que se han saldado con cerca de 250 muertos,… Leer
Israel y el movimiento islamista palestino Hamás, que controla la Franja de Gaza, anunciaron a última hora de este jueves una tregua bilateral para poner fin a once días de escalada bélica que se han saldado con cerca de 250 muertos, la inmensa mayoría en el lado palestino. Estas son, a falta de detalles sobre el contenido del pacto, las claves de un alto el fuego que ambas partes interpretan como una victoria:
El alto el fuego se hizo efectivo a las 2.00 hora local de este viernes (23.00 GMT del jueves). En principio, se trata de una tregua indefinida.
El Ejército israelí no había informado en la madrugada de este viernes de nuevas alarmas antiaéreas en las comunidades israelíes colindantes a la Franja, siendo la última notificada a la 01.51 hora local (10.51 GMT), informa Efe. Tampoco hubo bombardeos israelíes en Gaza durante la noche.
Se da por sentado que ambas partes se han comprometido a detener las hostilidades (esencialmente, bombardeos contra Gaza por parte de Israel, y lanzamiento de cohetes contra territorio israelí por parte de Hamás).
El Gobierno israelí, que no suele pronunciarse sobre los altos el fuego con las milicias, confirmó que se trata de un acuerdo incondicional. La oficina del primer ministro, Benjamin Netanyahu, señaló en ese sentido que se había acordado por unanimidad «aceptar la propuesta de Egipto de un alto el fuego mutuo y sin condiciones».
El portavoz de Hamás, Hazem Qassem, aseguró por su parte que habían obtenido «garantías de los mediadores» para una tregua «mutua y simultánea».
Este jueves por la noche no se conocían aún con detalle los términos de la tregua, pero, según medios citados por Efe, estos no incluirían, pese a las exigencias de Hamás, referencias a las tensiones por el desalojo de familias palestinas en Jerusalén Este ocupado o por las incursiones en la Explanada de las Mezquitas, hechos que el pasado día 10 de mayo desencadenaron la escalada bélica, sin precedentes en los últimos siete años.
El Gobierno israelí aseguró que se llegó a un acuerdo a partir de una propuesta de Egipto, mediador tradicional entre las dos partes.
Como parte de su papel como mediador, El Cairo enviará en los próximos días dos delegaciones de seguridad a Tel Aviv, en Israel, y a los territorios palestinos para vigilar y hacer seguimiento de la tregua alcanzada, según informó la agencia palestina WAFA, citada por Europa Press.
La presión internacional para un alto el fuego ante el constante incremento de víctimas y de destrucción puede haber sido una de las claves. No obstante, Netanyahu ya había rechazado anteriormente dos propuestas de tregua, insistiendo en que los ataques continuarían «el tiempo que fuese necesario», hasta que Israel alcanzase todos sus objetivos (en teoría, debilitar a Hamás eliminando a miembros de su cúpula, destruyendo sus infraestructuras y limitando su capacidad de atacar a Israel). Es posible también, por tanto, que los haya conseguido ya, o que considere suficiente lo logrado, tanto en el aspecto militar como en el político.
Por otro lado, con el paso de los días se iban incrementando las protestas palestinas, no solo en Gaza y, significativamente, en Cisjordania, sino también por parte de los árabes de origen palestino que viven dentro del territorio israelí, lo que ha supuesto un punto de inflexión importante que quizá Israel ha querido atajar.
La presión de la comunidad internacional a Netanyahu para que declarase un alto el fuego se incrementó en las últimas horas, incluyendo una petición de su gran aliado, el presidente de EE UU, Joe Biden, para que aceptase el cese de hostilidades. En concreto, Biden pidió este miércoles al primer ministro israelí una «significativa desescalada bélica» inmediata, y el enviado especial estadounidense para Oriente Medio, Tor Wennesland, también intensificó los contactos para facilitar la tregua.
La actividad diplomática fue especialmente intensa este jueves en la región. Una delegación egipcia viajó a Ramala, en Cisjordania, para informar a la Autoridad Nacional Palestina (ANP) de la posible tregua, mientras el ministro alemán de Exteriores, Heiko Maas, visitaba tanto Israel como los territorios palestinos, en medio de los esfuerzos internacionales por lograr una desescalada de la violencia.
De hecho, el anuncio del cese de las hotilidades se produjo mientras aún se celebraba una reunión de la Asamblea General de la ONU convocada para presionar a las partes.
Ambos consideran que han salido reforzados del conflicto. El jefe del Estado Mayor israelí, el jefe del servicio de inteligencia interior y altos mandos del Ejército «informaron a los ministros sobre los importantes logros de Israel en la operación, algunos de los cuales no tienen precedentes», según detalló un comunicado oficial recogido por Efe.
Mientras, el portavoz de Hamás, Hazem Qassem, indicó en otro comunicado que «la resistencia demuestra en todos sus pasos que es el escudo del pueblo y el más capaz de proteger los fundamentos de la causa palestina».
En una entrevista para el diario Al Mayadeen, recogida por Europa Press, uno de los líderes de Hamás, Mushir al Masry, se refirió al alto el fuego como una «declaración de derrota» por parte de Israel y una «huida del campo de batalla». Al Masry celebró «la saga de victorias» de Hamás durante este último enfrentamiento, así como «la unidad y la revolución del pueblo», que supieron «penetrar en las fortalezas enemigas, disipando sus ilusiones e imponiendo nuevas reglas».
El presidente estadounidense, Joe Biden, prometió este jueves, tras anunciarse el alto el fuego, seguir con su «diplomacia silenciosa e incansable» con Israel y Palestina. «Creo que los palestinos e israelíes merecen igualmente vivir de forma segura y disfrutar de las mismas medidas de libertad, prosperidad y democracia. Mi Administración seguirá con su diplomacia silenciosa e incansable con ese fin», afirmó, en una alocución televisada.
El secretario general de la ONU, António Guterres, dio la bienvenida al alto el fuego, pero a la vez pidió a los líderes de las partes enfrentadas que comiencen un «serio diálogo» sobre la raíz del conflicto.
El lanzamiento de cohetes desde Gaza, más de 4.400 desde el inicio de la escalada, fue seguido por la operación militar israelí bautizada como «Guardian de los Muertos», que ha tenido un alto coste material y humano en el bloqueado enclave costero, donde viven dos millones de palestinos.
El Ejército israelí atacó más de 800 objetivos de las milicias y sus operativos, y asegura haber matado a más de 130 milicianos.
En los once días de escalada bélica han muerto al menos 232 palestinos, entre ellos 65 menores, y otros 1.900 han resultado heridos. En Israel han muerto 12 personas, entre ellas dos menores, y más de 340 han resultado heridas.
Durante estos días también se ha extendido la violencia y los enfrentamientos civiles entre palestinos e israelíes que, más allá de la escalada bélica que podría terminar este viernes, parecen haber abierto una crisis más profunda en la región.
Publicado originalmente en 20minutos
Con información de Efe y Europa Press
Vídeos no incluidos en el original
Israel y el movimiento islamista palestino Hamás, que controla la Franja de Gaza, anunciaron a última hora de este jueves una tregua bilateral para poner fin a once días de escalada bélica que se han saldado con cerca de 250 muertos,… Leer
Después de 51 días de ataques, 2.200 muertos (2.141 palestinos, medio millar de ellos, menores, y 69 israelíes, casi todos militares) y un territorio arrasado, Israel y Hamás han acordado este martes en El Cairo, con la mediación de Egipto, un alto el fuego «permanente» y «completo» en Gaza.
Básicamente, el acuerdo supone que Israel aliviará un poco el bloqueo en la Franja, siempre y cuando haya un cese completo de «hostilidades» por parte de Hamás. Todo lo demás se ha dejado para posteriores negociaciones, que comenzarán, en principio, dentro de un mes. Se trata de un plan muy poco ambicioso, pero parece que podrá evitar, de momento, que sigan cayendo las bombas. Los problemas de fondo, en cualquier caso, siguen ahí, en un lugar no muy diferente a donde llevan estando décadas.
Si finalmente se logra llegar hasta las negociaciones, las exigencias que van a estar sobre la mesa no dejan mucho espacio para el optimismo: Israel pedirá la completa desmilitarización de la Franja (algo prácticamente imposible, teniendo en cuenta el número de milicias que actúan por su cuenta), y Hamás pedirá el final completo del bloqueo (incluyendo la posibilidad de poner en funcionamiento un puerto y un aeropuerto), la apertura total de la frontera con Egipto, ayudas económicas internacionales y, sobre todo, la liberación de prisioneros encerrados en cárceles israelíes. En el caso bastante probable de que ninguna de las dos partes ceda, la situación volverá a ser la existente antes de esta última ofensiva, es decir, una especie de frágil «calma a cambio de calma», en la que la más mínima chispa volverá a provocar el incendio.
Embed from Getty ImagesUna familia celebra en su coche destruido el alto el fuego, en las calles de Ciudad de Gaza. Foto: Majdi Fathi / NurPhoto / Getty Images
En concreto, y además del alto el fuego permanente, el acuerdo alcanzado este martes estipula la apertura de los pasos fronterizos entre Gaza e Israel, pero solo para que sea posible acelerar la introducción de ayuda humanitaria y del material necesario para la reconstrucción de la Franja. También se reabrirá el paso de Rafah hacia Egipto, una frontera que estará bajo el control de la Autoridad Nacional Palestina (ANP). El pacto señala asimismo que los pescadores palestinos podrán faenar en un radio de seis millas en torno a sus costas (tres millas más que en la actualidad), ampliable más a adelante a doce. Según una fuente oficial israelí citada sin identificar por la edición digital del diario Yediot Aharonot, el pacto no incluye la transferencia de fondos económicos a Hamás, uno de los puntos que habían hecho fracasar las negociaciones anteriores.
En cuanto a las (previsibles) valoraciones, Israel insiste en que ha conseguido asestar un «duro golpe» a Hamás, matando a «mil milicianos» y rebajando «al 30%» su arsenal, y Hamás celebra la «victoria de la resistencia» y el «fracaso» del ejército israelí.
Poco después de que se anunciara el acuerdo, miles de gazatíes salieron a las destruidas calles de la Franja para celebrar, con disparos al aire, lo que consideraban «una derrota» de Israel. Las escenas, incluyendo las perturbadoras imágenes de niños con armas, recordaban a las que pudieron verse en estas mismas calles tras el alto el fuego que puso fin a la última operación militar israelí contra la Franja, en noviembre de 2011.
El presidente de la ANP, Mahmud Abás, quien fue el encargado de anunciar el acuerdo desde Ramala, aseguró que la tarea más urgente ahora es reconstruir Gaza. La Franja, dijo, ha sufrido «un grado de destrucción más allá de la imaginación». «Durante estos 50 días hemos hecho todos los esfuerzos posibles para suministrar a nuestro pueblo lo que necesita, pero no es suficiente. La gente en Gaza necesita mucho más. Hace falta apoyo rápido para intentar curar la herida que se ha infligido… La cuestión ahora es: ¿Qué pasa a continuación? Gaza ha sufrido tres guerras, ¿estamos esperando otra más? No podemos seguir con negociaciones confusas», añadió.
Horas después, el propio Abás se mostró dispuesto a mover él mismo la siguiente ficha y propuso al liderazgo palestino un plan unilateral que contempla un calendario para la creación de un Estado de pleno derecho con ayuda de la comunidad internacional, y sin pasar por otro proceso negociador como el que fracasó el pasado 29 de abril. Según informaron fuentes de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP) citadas por El País, la propuesta de Abás plantea «poner fecha al fin de la ocupación», lo que conllevaría la creación de un Estado independiente palestino sobre las fronteras previas a 1967.
Ofir Akunis, viceministro en la oficina del primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, ya ha respondido que «ninguna nación renuncia a su patria nativa», que «Judea y Samaria [la denominación israelí para Cisjordania] son la cuna del pueblo judío», y que retirarse equivaldría a un «suicidio nacional».
Embed from Getty ImagesDos niños sujetando armas, aparentemente descargadas, durante las celebraciones por el alto el fuego, en Ciudad de Gaza. Foto: Mohammed Abed / AFP / Getty Images
Lo cierto es que el acuerdo para el alto el fuego en Gaza ha agrietado más aún la coalición gobernante israelí, seriamente tocada ya desde antes de la ofensiva. Los ministros de Asuntos Exteriores, Avigdor Lieberman, y de Economía, Naftalí Bennett, ambos de la extrema derecha nacionalista, han mostrado, como era de esperar, su total oposición. Pero también Zahava Gal-On, dirigente del partido de izquierda Meretz, ha criticado al primer ministro y a su «irresponsable gobierno» por haber «puesto en bandeja» la victoria a Hamás: «El alto el fuego llega muy tarde y sus términos demuestran que la operación Margen protector es una derrota estratégica de Netanyahu, quien se metió en ella sin objetivos y ha terminado dándole ganancias a Hamás a costa de los habitantes del sur», dijo.
Y con respecto al propio Netanyahu, ésta no ha sido, desde luego, la guerra que él tenía en mente. Según un sondeo publicado este mismo martes, solo el 38% de los israelíes apoya ahora la política del primer ministro en Gaza. De acuerdo con diferentes encuestas realizadas durante la ofensiva, en cuatro días el apoyo a Netanyahu ha bajado un 17%; en tres semanas, un 25%; y desde que comenzó la operación Margen protector, un espectacular 44%.
El analista estadounidense M. J. Rosenberg, muy crítico con el Gobierno israelí, pero también defensor declarado de la legitimidad de Israel como «Estado judío», opina que la lectura de esta encuesta es que Hamás ha salido reforzada:
La razón por la que el apoyo a Netanyahu se ha hundido no es una repulsa pública por las muertes. De eso no hay prácticamente nada. La razón es que las muertes no están funcionando. Y todo lo que Netanyahu puede hacer es seguir matando, porque no hay estrategia. Y no la hay porque Netanyahu rechaza la solución obvia: acabar con la ocupación. Los israelíes se están despertando a la realidad de que el hecho de que Hamás siga contraatacando después de siete semanas significa que la seguridad de Israel no es más que una ilusión. Y eso es una victoria increíble para Hamás. […]
Hamás ha logrado lo que no ha conseguido ningún ejército árabe, ha destrozado la ilusión de que los israelíes pueden seguir de fiesta en Tel Aviv sin tener un solo pensamiento sobre la gente que está siendo machacada unos cuantos kilómetros más allá.
Para los habitantes de Gaza empieza ahora un durísimo y tristemente familiar camino de reconstrucción y duelo. Al espeluznante número de muertos y heridos durante estas semanas hay que sumar unos 400.000 desplazados internos, o el hecho de que muchos de los miles de menores heridos sufrirán discapacidades de por vida. Alrededor de 1.500 niños palestinos han quedado huérfanos, y, según cifras de UNICEF, cerca de 3.000 menores han tenido que ser asistidos psicológicamente.
«Celebramos la victoria, pero con un peso en el corazón», decía a la agencia AFP este martes Badir Mohamed, un joven palestino de 20 años: «No nos olvidamos de la sangre de los mártires, ni de los heridos, ni de los miles de desplazados».
Mucho tienen que cambiar las cosas para que haya esperanza en la cosecha que recogerán las generaciones futuras de esta siembra de destrucción.
(Un tuit de Farah Baker, la joven palestina de 16 años cuyos mensajes desde Gaza llegaron a convertirse en uno de los símbolos de esta guerra: «Esta chica no puede creerse que va a volver a su vida normal y pacífica. ¡Estoy tan feliz!»).
Más información y fuentes:
» Alto el fuego entre Israel y Hamas tras 50 días de guerra en Gaza (AFP)
» Gaza celebrates as long-term truce goes into effect (AFP)
» Gaza truce open-ended, but puts off tough issues (AP)
» Claves del alto el fuego en Gaza (AFP)
» Gaza ceasefire: Israel and Palestinians agree to halt weeks of fighting (The Guardian)
» El presidente Abbas plantea la creación unilateral de un Estado palestino (El País)
» Support for Netanyahu plunges, poll finds (Haaretz)
» Dos mil muertos para volver al punto de partida (Guerra eterna)
» El alto al fuego en Gaza es un parche mal cosido (World Wide Blog)
» Fotos de la celebración en las calles de Gaza (Reuters)
» Fotos de la destrucción causada en Gaza por los últimos ataques israelíes (Reuters)
» Cronología de la operación ‘Margen Protector’ (Efe, 20minutos.es)
Después de 51 días de ataques, 2.200 muertos (2.141 palestinos, medio millar de ellos, menores, y 69 israelíes, casi todos militares) y un territorio arrasado, Israel y Hamás han acordado este martes en El Cairo, con la mediación de Egipto, un alto el… Leer
Militantes armados de Hamás han ejecutado este viernes en Gaza a 18 palestinos acusados de colaborar con Israel, un día después de que el ejército de este país matara a tres comandantes del grupo islamista que gobierna la Franja, en el mayor golpe causado a los milicianos desde que se inició la ofensiva militar israelí, el pasado 8 de julio.
Foto: Militantes de Hamás, junto a sospechosos de colaborar con Israel, antes de ejecutarlos en Ciudad de Gaza, este viernes (Reuters)
En las que han sido las primeras ejecuciones públicas llevadas a cabo en el enclave palestino desde la década de los noventa, siete personas fueron abatidas a tiros delante de un grupo de fieles, frente a una mezquita ubicada en una de las principales plazas de Gaza. Otras once murieron en una comisaría abandonada cerca de Ciudad de Gaza, según informaron funcionarios de seguridad de Hamás.
En la ejecución, informa Reuters, militantes con máscaras y vestidos de negro asesinaron a tiros a los sospechosos, que tenían las manos atadas y los rostros cubiertos, cuando los fieles salían de la mezquita Omar, situada en uno de los distritos más concurridos de Gaza.
«La resistencia ha comenzado con una operación llamada ‘estrangula los cuellos’, dirigida a colaboradores que ayudan a la ocupación [israelí], matan a nuestra gente y destruyen casas», dijo un sitio en Internet pro Hamas. Reuters informa asimismo de que un mensaje firmado por «Resistencia Palestina» fue colocado en una pared cerca de donde yacían los cuerpos de los supuestos colaboradores. El aviso decía:
Ellos entregaron al enemigo información sobre el paradero de combatientes, los túneles de resistencia, las bombas, las casas de los combatientes y los lugares de [lanzamiento de] cohetes, y la ocupación bombardeó estas áreas matando a varios combatientes […]. Por lo tanto, fue impuesto el fallo de la justicia revolucionaria.
Por otra parte, y aunque no ha sido confirmado por los líderes del grupo, un dirigente de Hamás afirmó este jueves desde su exilio en Turquía que el secuestro y posterior asesinato en junio de tres jóvenes israelíes fue responsabilidad de un ala del movimiento islamista, tal y como había mantenido, sin aportar prueba alguna, el Gobierno israelí. Salé al Aruri, alto cargo de Hamás en Cisjordania, se refirió a la «operación heroica» llevada a cabo por el brazo armado de Hamás, las Brigadas Ezzedin al Qassam, al raptar a «tres colonos» en Hebrón. Hamás no condenó el secuestro y asesinato de los jóvenes, pero ha negado siempre oficialmente su implicación en los hechos.
El carácter «terrorista» de Hamás (así consideran aún al grupo EE UU y la UE) es la gran excusa en la que fundamenta Israel sus crímenes contra la Franja, empezando por la despiadada ofensiva militar que ha dejado ya más de 2.000 palestinos muertos (entre ellos, casi medio millar de niños), y siguiendo por el bloqueo económico y humano que ahoga Gaza desde hace ya siete años. Es, también, la gran excusa para boicotear una y otra vez unas conversaciones de paz en las que, en el fondo, Israel no tiene el más mínimo interés.
A la hora de demonizar al adversario, todo vale: aprovechando la conmoción internacional causada por el salvaje asesinato en Siria de un periodista estadounidense a manos de fanáticos yihadistas, Netanyahu se ha apresurado a decir que Hamás y el grupo Estado Islámico son lo mismo, «ramas de un mismo árbol» (aquí enumeran siete diferencias para quien se sienta tentado a dar crédito al disparate del primer ministro israelí).
Pero reconocer la interesada hipocresía propagandista del Gobierno israelí no puede hacernos olvidar las muchas razones por las que es, no solo legítimo, sino también necesario, criticar a Hamás, sin que ello suponga restar razones a la causa palestina. Parece obvio, pero, en tiempos en los que parece que todo tiene que ser blanco o negro, no está de más recordarlo.
Hamás, ciertamente, y por muchas razones, ha recorrido un largo camino desde que aterrorizaba a los ciudadanos israelíes con mortíferos coches bomba y continuos atentados suicidas, pero aún sigue ejerciendo su poder en Gaza de un modo claramente autoritario, alejado en muchos casos del respeto más elemental a los derechos humanos, y amparándose en el estado de resistencia permanente fruto de la ocupación y el bloqueo.
Y en situaciones como la provocada ahora por la ofensiva militar israelí, estas prácticas, empezando por la aplicación sumaria de la pena de muerte, se llevan a cabo con total impunidad. Es una guerra, y en una guerra, desde el punto de vista de Hamás, la única justicia que vale es la «justicia revolucionaria». Más aún si décadas de represión y miles de muertos causados por el enemigo han creado un clima en el que la violencia, la venganza, el odio y las posturas radicales son omnipresentes.
El Centro Palestino para los Derechos Humanos en Gaza ya ha denunciado las ejecuciones: «Exigimos a la Autoridad Nacional Palestina y a la resistencia [las facciones armadas palestinas] que intervengan para detener estas ejecuciones extrajudiciales, sin importar sus razones y motivos», dijo Raji al-Surani, presidente de la organización, en un comunicado.
Al final, lo único que consiguen los milicianos islamistas con este tipo de acciones es dar argumentos a Israel frente a una opinión pública internacional (y, especialmente, estadounidense) que a menudo no entiende de matices.
Porque es verdad que la carta fundacional de Hamás, redactada hace 25 años, es un documento racista y abiertamente antisemita, en el que se afirma además que el objetivo del movimiento es «la obliteración» de Israel, se rechaza cualquier salida negociada del conflicto y se aboga por un Estado teocrático, con todo lo que ello supone de medieval, irracional y antidemocrático. Pero también lo es que, en la práctica, esa famosa carta es vista ya como poco más que un documento histórico. El líder de Hamás, Khaled Meshaal, la ha definido como «un pedazo de la historia que ya no es relevante, pero que no se puede cambiar por razones internas». Y el número dos del grupo, Mousa Abu Marzouk, ha ido más lejos aún, calificando el documento de «difunto»: «La carta no es el Corán, puede cambiarse». Muchos dirigentes islamistas (aunque es cierto que no todos) han ido entendiendo que se puede negar la legitimidad del Estado israelí sin que ello suponga querer aniquilar a sus habitantes.
A fin de cuentas, también la coalición derechista gobernante en Israel, el Likud, establece entre sus principios fundamentales, redactados en 1999, que «el río Jordán será la frontera oriental permanente del Estado de Israel», que Jerusalén es la «capital eterna y unida de Israel y solo de Israel», y que el Gobierno «rechazará siempre» cualquier propuesta palestina cuyo objetivo sea dividir esta ciudad o crear un Estado palestino independiente al oeste del río Jordán. Y tanto la literatura fundacional sionista como las declaraciones de muchos de sus líderes históricos están llenas de ejemplos que solo pueden ser calificados como racistas y claramente colonialistas.
Leer también:
» Hamás y el ataque a Gaza
» Hamás, la piedra en la bota de Israel
» La vida bajo el gobierno de Hamás
Militantes armados de Hamás han ejecutado este viernes en Gaza a 18 palestinos acusados de colaborar con Israel, un día después de que el ejército de este país matara a tres comandantes del grupo islamista que gobierna la Franja, en el mayor golpe causado a… Leer
Cohetes lanzados desde Gaza hacia Israel, este 15 de julio. Foto: Thomas Coex / AFP / Getty Images
La violencia ha vuelto a desatarse con intensidad este martes entre Israel y los milicianos de Gaza, después del fracaso del alto el fuego propuesto por Egipto, una tregua que habría supuesto, en teoría, el cese de las hostilidades a partir de las nueve de la mañana. La propuesta contemplaba el fin de los ataques en las doce horas siguientes a su entrada en vigor y, después, en un plazo de 48 horas, negociaciones en El Cairo entre Hamás y el Gobierno de Israel.
La oferta fue aceptada en un principio por el Gobierno de Netanyahu, pero las milicias armadas de Gaza la rechazaron. Desde Hamás se emitieron mensajes contradictorios. El grupo islámico que gobierna en la franja no llegó a dar el sí y, al final, el rechazo era ya un hecho. Seis horas después de haber respondido afirmativamente a la propuesta egipcia, Israel reanudó los bombardeos sobre Gaza (Netanyahu ya había amenazado con intensificar los ataques si Hamás no aceptaba), en respuesta al disparo de hasta 70 cohetes desde la franja.
Los cohetes palestinos han causado este martes el primer muerto israelí, un civil que llevaba comida a los soldados del puesto fronterizo de Erez. En Gaza han muerto ya cerca de 200 personas, la mayoría civiles y muchos de ellos, niños. Hay, además, más de 1.400 heridos, miles de ciudadanos desplazados y refugiados en escuelas y centros comunitarios, y cientos de viviendas e infraestructuras arrasadas. Aquí hay una lista, con edades, nombres y apellidos, de los muertos en la franja desde que comenzó la operación Borde Protector, hace ocho días.
En el caso de que Hamás se hubiese inclinado por aceptar la propuesta egipcia, el grupo islámico habría necesitado más tiempo para tratar de convencer a la quincena de milicias armadas que operan en Gaza, muchas de las cuales tienen capacidad para seguir lanzando cohetes, como lo están demostrando ahora (más de 140 disparados este martes, según el ejército israelí). Pero no era muy probable que Hamás fuese a aceptar una iniciativa pactada sin su participación, y en la que no se le hace ninguna concesión explícita. El plan egipcio se limita a proponer una apertura de pasos fronterizos «cuando la situación sea estable», y deja las demás cuestiones, incluyendo las relativas a la seguridad, para que sean discutidas por ambas partes.
Hamás exige, como mínimo, y además del fin del bloqueo israelí a la franja, la liberación de los presos detenidos durante la búsqueda de los tres jóvenes israelíes secuestrados en junio y la apertura permanente de la frontera con Egipto. Sería una sorpresa que el gobierno egipcio del mariscal Al Sisi aceptase este último punto. Estamos hablando del mismo gobierno que ha perseguido implacablemente a los Hermanos Musulmanes desde que los militares arrebataron el poder al presidente Mohamed Mursi (quien sí simpatizaba con Hamás) en un golpe de Estado. El problema es que, de momento, Egipto parece ser el único mediador posible entre unas partes que no negocian de forma directa, puesto que no se reconocen mutuamente.
Para Netanyahu, el rechazo de la tregua por parte de Hamás supone, en sus propias palabras, una «legitimización ante la comunidad internacional» para continuar con los ataques a Gaza. El primer ministro israelí no estaba dispuesto a conceder más tiempo al grupo islamista, ante una situación de la que podría salir reforzado si, como era previsible, el alto el fuego era rechazado en la franja. Aún así, Netanyahu tuvo que enfrentarse a la presión de buena parte de la población israelí (según un sondeo de una televisión local, un 53% se opone a un alto el fuego en Gaza), y a la oposición frontal del ala más derechista de su coalición de gobierno: este martes, Netanyahu destituyó a su viceministro de Defensa, Danny Danon, tras unas declaraciones en las que éste criticaba duramente la decisión de aceptar la tregua.
El fracaso del alto el fuego puede dar, por otra parte, algo de protagonismo al presidente de la Autoridad Nacional Palestina, Mahmud Abás, quien no ha tenido hasta ahora la más mínima influencia en la crisis. Este miércoles está previsto que viaje a El Cairo para reunirse con Al Sisi y tratar de impulsar un nuevo intento de negociación.
En la franja, entre tanto, la situación es cada vez más desesperada.
El siguiente vídeo, del canal en inglés de Al Jazeera, muestra la vida diaria de una familia en Gaza:
Y aquí, cómo se está viviendo la crisis en Cisjordania:
Mientras, el ejército israelí continúa con su campaña de lavado de imagen en las redes sociales, insistiendo en la tesis del «derecho a defenderse» (los palestinos no se defienden, se limitan a llevar a cabo «acciones terroristas» y a «sacrificar a su propia gente»). Este martes publicaban en Twitter una foto en la que puede verse la ciudad de París bombardeada y el mensaje «¿Qué harías tú?». La imagen, sin embargo, ha resultado ser un arma de doble filo:
(«¿Qué harías tú si el ejército israelí estuviera bombardeando tu ciudad?»)
Más información y fuentes:
» Israel, Palestinians battle as Egyptian-proposed Gaza ceasefire collapses (Reuters)
» Fin del alto el fuego: Israel reanuda los bombardeos por el disparo de cohetes de Hamás (20minutos.es, agencias)
» Fallece el primer ciudadano israelí durante la operación “Margen Protector” (Efe)
» La historia del alto el fuego que nunca existió (Íñigo Sáenz de Ugarte, en Guerra eterna)
» Qué implica el fin del alto al fuego en Gaza en seis puntos (Jordi Pérez Colomé, en World Wide Blog)
» Netanyahu destituye al viceministro de Defensa por criticar al Ejecutivo (Efe)
» Egipto, el mediador estéril (Isabel Monzón, en El País)
» Israel showed restraint in Gaza before attacking? You must be kidding (Amira Hass, en Haaretz)
» Life in the Gaza Strip (BBC)
Leer también:
» La agonía de Gaza: las claves del ataque israelí y de la lucha por la supervivencia en la franja
» «Me iré sin mis libros»: una carta desde Gaza
La violencia ha vuelto a desatarse con intensidad este martes entre Israel y los milicianos de Gaza, después del fracaso del alto el fuego propuesto por Egipto, una tregua que habría supuesto, en teoría, el cese de las hostilidades a partir de las nueve de la mañana. La propuesta contemplaba el fin de los ataques en las doce horas siguientes a su entrada en vigor y, después, en un plazo de 48 horas, negociaciones en El Cairo entre Hamás y el […]
«Han bombardeado casas con familias completas, y las familias aquí no son como en España, aquí son por lo menos de ocho o diez miembros… Es una locura, un genocidio, un acto criminal… Por la noche no hay luz, hay oscuridad absoluta acompañada de ambiente de guerra. La gente está en casa, no sale…». Así describía Ahmad Yacoub, secretario de la Asociación de Escritores Palestinos, a 20minutos.es el infierno en que se ha convertido la franja de Gaza desde que, hace ya casi una semana, comenzaron los bombardeos israelíes.
El balance de víctimas, tras un total de 1.320 ataques, habla por sí mismo: hasta este domingo, al menos 165 palestinos muertos y cerca de 700 heridos. Tres de cada cuatro fallecidos son civiles, y más de una veintena, niños. Dos terceras partes de los heridos son mujeres y menores de edad. Las cifras son de la Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados de Palestina en Oriente Próximo (UNRWA).
Desde la franja los milicianos de Hamás (la organización islamista que gobierna en Gaza) y de otras facciones palestinas continúan lanzando cohetes contra Israel (en torno a 800 desde el martes, según el Ejército israelí), pero ni su capacidad ni su eficacia son comparables con el poder de la maquinaria de guerra israelí, que dispone, además, de un sofisticado sistema defensivo antiaéreo (Iron Dome, Cúpula de Hierro), capaz de interceptar una buena parte de los proyectiles. De momento, los cohetes palestinos han herido de diversa consideración a una docena de israelíes (dos graves, diez leves, y tres de ellos, militares).
Fotos:
» Funeral en el campo de refugiados de Jan Yunis (sur de la franja de Gaza) por siete miembros de una misma familia palestina, muertos en un ataque israelí. (Efe)
» Un grupo de palestinos traslada el cuerpo del niño de tres años Mohammed Mnassrah, fallecido en los bombardeos israelíes, durante su funeral en el campo de refugiados de Al Maghazi, en la franja de Gaza. (Efe)
» Una mujer palestina abraza a su hijo en su casa semidestruida tras un ataque israelí en Gaza. (AFP)
Todo parece indicar que la violencia no va a detenerse pronto. Israel realiza ya incursiones terrestres (los bombardeos no están consiguiendo el objetivo de neutralizar los lanzamientos de cohetes), y el primer ministro, Benjamin Netanyahu, ha dejado claro que su gobierno contempla «todas las opciones». También ha hecho oídos sordos a las ofertas de mediación realizadas por Estados Unidos, aunque sabe que, de todos modos, cuenta con el respaldo prácticamente incondicional del presidente Barack Obama. Washington ha hecho un llamamiento al cese de los ataques por ambas partes, pero insiste en que Israel tiene «derecho a defenderse».
Este derecho a la defensa es, una vez más, el principal argumento israelí a la hora de justificar el ataque. En este sentido, el Ejército israelí afirma que solo ataca las viviendas de miembros de Hamás implicados en ataques a Israel, blancos que denomina «objetivos terroristas», e incluso denuncia el uso de civiles palestinos como «escudos humanos». En ocasiones, también avisa por teléfono (minutos antes) a las familias de las casas que van a ser bombardeadas. Pero, dejando a un lado el hecho de que se trataría de intentos de ejecuciones sin juicio, la muerte de familiares, víctimas inocentes y civiles en general, es difícilmente evitable. Gaza es una de las regiones más densamente pobladas del mundo.
Embed from Getty ImagesUna familia palestina huye de su casa en Gaza, en plena noche. Foto: Mohammed Abed / AFP / Getty Images
En cuanto a Hamás, y a pesar del alto precio que está pagando, tampoco parece muy dispuesta a detener sus ataques. La resistencia tiene un efecto propagandístico importante, y los islamistas no pueden permitirse ceder ante Israel, más aún cuando parece que tienen un importante respaldo social y de otros movimientos. El nivel de violencia infligido por Israel y la importancia que da la población a la cuestión de los prisioneros, de los que Hamás se ha constituido siempre en portavoz, y cuya liberación es ahora una de las condiciones para el alto el fuego, fomentan este apoyo.
Estas son las claves de la última gran crisis entre israelíes y palestinos, un nuevo callejón de difícil salida que en apenas una semana ha relegado en los medios no solo a la ya de por sí olvidada guerra en Siria, sino incluso a los yihadistas de Irak y su «califato» fundamentalista; las claves, también, del territorio que, con dos tercios de su población viviendo por debajo del nivel de pobreza y dependiendo de la ayuda humanitaria, más la está sufriendo.
La crisis actual es el desenlace de una tensión que no ha hecho más que crecer desde que el pasado día 30 se confirmó que habían sido asesinados tres jóvenes israelíes secuestrados semanas antes en Cisjordania, y cuya búsqueda dejó a su vez seis palestinos muertos, 118 heridos y 471 detenidos.
El Gobierno de Netanyahu acusó a Hamás del secuestro, aunque hasta ahora no ha presentado pruebas que lo demuestren. Hamás, por su parte, negó estar implicada. La crisis se agravó cuando dos días después ultranacionalistas judíos se vengaron quemando vivo a un joven palestino en Jerusalén, y cuando, en esa misma semana, se publicó un vídeo en el que se ve cómo policías israelíes apalean brutalmente a un chico palestino.
Durante las tres semanas que pasaron desde que se produjo el secuestro de los estudiantes israelíes hasta que se anunció el hallazgo de sus cadáveres, el ejército israelí golpeó duramente la estructura de Hamás en Cisjordania. En ese tiempo no hubo más que unos pocos lanzamientos de cohetes, que además no fueron reivindicados. Pero la eliminación de siete combatientes del movimiento islamista en un ataque israelí realizado con drones en Gaza, el 7 de julio, fue interpretada como un acto de agresión que rompía el alto el fuego negociado con Israel en noviembre de 2012 (el compromiso establecía que ninguna de las partes se implicaría en una operación militar contra la otra). Hamás y su rama militar, las brigadas Ezzedine Al-Qassam, pasaron a la acción y el lanzamiento de cohetes se intensificó.
Los ataques con cohetes desde Gaza permitieron al gobierno de Netanyahu desencadenar una nueva ofensiva contra la franja y, de paso, satisfacer las exigencias de una parte de la población israelí y del ala más derechista de su coalición de gobierno, que reclamaban un duro «castigo» por el asesinato de los tres jóvenes, algo con respecto a lo que el primer ministro había expresado contención en un primer momento.
Entre tanto, al reivindicar los lanzamientos, Hamás, criticada por algunos sectores por su reciente reconciliación con Al Fatah (el partido que gobierna la Autoridad Nacional Palestina, en Cisjordania), intenta reengancharse al alcance popular que tienen otras organizaciones islamistas, o incluso nacionalistas y miembros de la OLP, como las Brigadas de los Mártires de Al Aqsa, de Al Fatah, o el Frente Popular y Democrático de Liberación de Palestina, grupos que también lanzan cohetes.
Para Hamás es también muy importante seguir siendo el principal portavoz de los presos en cárceles israelíes. Ahora mismo, su principal exigencia es que Israel vuelva a liberar a 56 palestinos que habían sido puestos en libertad en el canje de prisioneros de 2011, y que fueron vueltos a detener por fuerzas israelíes en Cisjordania durante la búsqueda de los estudiantes secuestrados.
En ambas partes existe asimismo un fondo político que es necesario tener también en cuenta para comprender lo que está pasando. Lo más importante es, tal vez, que esta nueva crisis se produce en un contexto en el que las negociaciones de paz han fracasado. Tras el pacto de unidad firmado finalmente por Al Fatah y Hamás el pasado 23 de abril, Netanyahu dio por terminado el diálogo con los palestinos, y un par de meses después, en junio, autorizó la construcción de centenares de centenares de nuevas viviendas en asentamientos situados en Cisjordania, en territorio ocupado.
Algunos analistas han interpretado el acoso llevado a cabo contra Hamás tras el secuestro de los jóvenes israelíes como un intento de dinamitar la frágil reconciliación palestina. El pasado jueves, el presidente de la Autoridad Nacional Palestina (ANP), Mahmud Abás, se dirigió a Hamás a través de la televisión palestina: «¿Qué vais a lograr lanzando cohetes? Es mejor luchar con sabiduría y con la política», afirmó. Era la primera vez que Abás criticaba abierta y públicamente a los milicianos islamistas.
Por otro lado, el ataque a Gaza ha estado marcado por la división existente en la coalición derechista que gobierna Israel: la operación militar estuvo precedida por un largo pulso entre Netanyahu, y los elementos más ultras de su Ejecutivo, encabezados por el ministro de Exteriores, el xenófobo y partidario de arrasar Palestina («no dejar piedra sobre piedra») Avigdor Lieberman. Sin llegar a romper la coalición de Gobierno, el partido de Lieberman llegó a ‘separarse’ del Likud de Netanyahu por entender que no estaba aplicando suficiente «mano dura» contra Hamás. Poco después, el Gabinete de seguridad israelí pasaba de la «contención» a los ataques actuales.
Con respecto a Hamás, la organización se encuentra en una situación de debilidad (lo que le habría llevado a pactar con Al Fatah), y necesita volver a ser percibida como el principal representante de la resistencia palestina. La destrucción por parte del nuevo gobierno egipcio de los túneles que unían la franja con el Sinaí ha privado a los residentes de Gaza de un suministro básico de bienes. Y, a pesar del pacto con Al Fatah, aún no ha llegado a Gaza ninguna ayuda económica desde la ANP. Los 50.000 funcionarios de la franja llevan meses sin cobrar sus salarios.
Además, el grupo islamista ha perdido últimamente apoyos cruciales. Irán y Siria, sus aliados tradicionales, han cortado el grifo de las ayudas como consecuencia de la decisión de Hamás de apoyar a los rebeldes que luchan contra el régimen del presidente sirio, Bashar Al Asad.
Y en cuanto a la división interna en el seno de Hamás, es cierto que hubo fuertes divergencias ante el acuerdo de reconciliación con Al Fatah, pero ahora mismo parece haber consenso sobre cómo operar y sobre la necesidad de responder a Israel.
Desde que, el pasado lunes, se inició la denominada operación Borde Protector (Protective Edge), y hasta este domingo, las Fuerzas Armadas israelíes han alcanzado unos 1.320 objetivos en Gaza, en ataques lanzados tanto desde el aire como desde los buques de guerra que bloquean los accesos marítimos a la franja. Las bombas han caído no solo en presuntos objetivos de milicianos de Hamás, sino también en viviendas, mezquitas, clínicas sanitarias y hasta en un centro de atención a discapacitados. Los milicianos, por su parte, han lanzado contra Israel en torno a 800 cohetes, según el último parte militar israelí.
Este domingo, soldados israelíes permanecieron en territorio gazatí bajo el paraguas de helicópteros artillados y de barcos de guerra, y destruyeron lanzaderas de cohetes. En la operación, la primera que el Ejército reconoce haber realizado por tierra dentro de la franja, resultaron heridos de forma leve cuatro soldados israelíes. Israel tiene movilizados a 20.000 reservistas en la zona, y 40.000 en todo el país.
La última oleada de bombardeos israelíes causó la noche del sábado la muerte de 18 palestinos, cuando un avión atacó una mezquita y una vivienda adyacente, según informó el portavoz de los servicios de emergencia en la franja. Otros tres palestinos murieron en el sur de Gaza en ataques aéreos contra posiciones islamistas en la ciudad de Rafah. Con estas últimas víctimas, el recuento de muertos en el lado palestino ascendería ya a 165, la mayoría civiles, y los heridos, a un millar.
Embed from Getty ImagesFuneral en el campo de refugiados de Jan Yunis (sur de la franja de Gaza) por siete miembros de una misma familia palestina muertos en un ataque israelí. Foto: Thomas Coex / AFP
Los severos bombardeos nocturnos en Gaza siguieron al lanzamiento de cohetes por las milicias palestinas contra Tel Aviv y otras ciudades del centro de Israel, en un ataque que el brazo armado del movimiento islamista Hamás anunció previamente por televisión, informando del uso de un nuevo cohete de largo alcance, el J80. Los proyectiles fueron derribados en vuelo por el sistema Cúpula de Hierro, que en cinco días ha neutralizado 147 de los que se dirigían a centros urbanos israelíes. Los cohetes palestinos han causado, además del cierre de comercios y colegios, y de la alarma entre la población, una docena de heridos de diversa consideración (dos de ellos, graves).
La actual es la tercera operación militar que dirige el Gobierno de Netanyahu contra Gaza. Las dos anteriores se llevaron a cabo en 2012: en la primera, bautizada como Eco de Vuelta, murieron 24 palestinos; en la segunda, Pilar de la Defensa, 158. La ofensiva más devastadora hasta ahora, no obstante, fue la llamada Plomo Fundido, lanzada entre finales de 2008 y principios de 2009, con Ehud Olmert como primer ministro y Ehud Barak como ministro de Defensa. Causó más de 1.300 muertos (en su mayoría civiles) y 5.000 heridos. En las dos últimas operaciones no llegó a haber incursión militar terrestre en la franja (sí la hubo en Plomo Fundido), aunque en Pilar de la Defensa el ejército israelí llegó a movilizar a unos 75.000 reservistas.
Hasta el momento, y más allá de declaraciones y de llamamientos a un genérico alto el fuego, la reacción (efectiva) de la comunidad internacional brilla por su ausencia. EE UU se ha ofrecido como mediador y presiona para que cesen los ataques «de ambos bandos», pero tiene las manos atadas por su compromiso de apoyo a Israel. Los europeos se han limitado a pedir el fin de las hostilidades y a condenar la violencia, pero la posibilidad de sanciones no se vislumbra en la agenda.
En cuanto al mundo árabe, el nuevo presidente egipcio, el mariscal Abdul Fatah al Sisi, parece haber optado por ganar tiempo y, a diferencia de sus predecesores Hosni Mubarak y Mohamed Mursi, por no implicarse personalmente. No obstante, Egipto, junto con otros países, como Catar, estaría elaborando un borrador para un posible alto el fuego. Las condiciones incluidas en el documento pasarían por el fin del bloqueo israelí a la franja (impuesto en 2007) o por que el perímetro que Israel mantiene como zona de seguridad en torno a Gaza se reduzca. Esta semana, Egipto abrió el paso fronterizo con el territorio palestino para facilitar la asistencia a heridos.
Hablar en términos de guerra convencional del conflicto entre israelíes y palestinos –especialmente entre Israel y Gaza, o entre Israel y Hamás, como prefiere denominarlo el Gobierno israelí– supone obviar la espectacular diferencia en el número de víctimas, el hecho de que una de las partes ejerce una ocupación sobre la otra, y la evidente desproporción militar existente entre ambos bandos.
En esta última crisis los milicianos de Gaza están disparando cohetes de mayor alcance, y han demostrado que pueden hacer daño y que no es fácil neutralizarlos, pero realmente poco es lo que pueden hacer frente a la tecnología punta armamentística, los cazas, los misiles de última generación y los sofisticados sistemas de defensa de Israel, un país en constante pie de guerra donde el servicio militar (obligatorio) ocupa buena parte de las vidas de sus ciudadanos, y que dispone además de decenas de miles de reservistas, por no hablar del apoyo, por acción u omisión, de las principales potencias occidentales. Siguen siendo piedras contra tanques.
Este contraste no se limita, en cualquier caso, a la faceta puramente militar. Las condiciones de vida de las poblaciones en ambos bandos están separadas por un auténtico abismo.
Israel, con una población de 8,1 millones de habitantes y una superficie de 22.1452 Km² (incluyendo los territorios anexionados de Jerusalén Este y los Altos del Golán), tiene una renta per cápita de 34.875 dólares y una esperanza de vida de 81,1 años. La tasa de paro en 2012 fue del 6,9%, y en 2013 ocupó el puesto 16 en el Índice de Desarrollo Humano de la ONU.
En los escasos 360 Km² de Gaza viven 1,7 millones de personas, de las que 1,1 millones son refugiados. Aproximadamente 500.000 de ellos habitan en los ocho campos que administra la UNWRA. Cerca de dos tercios de la población de la franja vive por debajo del nivel de pobreza y depende de la ayuda humanitaria. La renta per cápita es de 2.900 dólares (la información disponible incluye Cisjordania, donde la renta es mayor), y la esperanza de vida, de 74 años. El paro alcanzó en 2010 al 45% de la población activa (una cifra sin precedentes), según datos de Naciones Unidas. Palestina (incluyendo también Cisjordania) ocupó en 2013 el puesto 110 en el Índice de Desarrollo Humano de la ONU.
Desde el bloqueo impuesto por Israel en 2007, cuando Hamás se hizo con el control de Gaza tras expulsar a Al Fatah, después de haber ganado las elecciones un año antes, los habitantes de la franja no pueden entrar ni salir de la franja con libertad. El bloqueo tiene, además, un enorme coste económico. Israel no permite a Gaza tener su propio aeropuerto ni puertos comerciales; todo el comercio exterior se lleva a cabo a través de puertos israelíes. A los pescadores de Gaza, por ejemplo, solo se les permite faenar hasta un máximo de 9,6 Km de la costa (menos de un tercio del área estipulada en los Acuerdos de Oslo). Y los túneles de contrabando que comunican la franja con Egipto, por los que pasaban suministros esenciales, han sido destruidos en su mayoría por el Gobierno egipcio.
La precariedad es especialmente grave en el apartado de la salud. Según informa Al Jazeera, el Ministerio de Sanidad de Gaza dispone tan solo de 192 tipos de medicinas (el 40% de las consideradas esenciales), e Israel ha restringido, «por razones de seguridad», los permisos que concede a pacientes para que puedan ser tratados en hospitales israelíes cuando no existe un tratamiento adecuado disponible en la franja. Naciones Unidas calcula que para el año 2020 Gaza necesitará unos mil médicos y dos mil enfermeros y enfermeras más de los que hay actualmente.
Las condiciones sanitarias también son muy deficientes. El acuífero costero que proporciona agua a la población está altamente contaminado, y la ONU ha advertido de que para el año 2016 podría quedar completamente inutilizable. Mientras, muchas casas solo disponen de agua corriente en periodos de entre seis y ocho horas (el 25% de forma diaria, el 40% un día sí y otro no, el 20% cada tres días y el 15% cada cuatro). El 80% de la población compra agua para beber, lo que puede suponer hasta un tercio de los ingresos.
Otro gran problema son los constantes cortes de electricidad. La franja tiene una demanda de unos 360 megawatios al día, pero la única planta eléctrica existente genera solo 80 megawatios diarios. Israel y Egipto suministran 120 y 22 megawatios adicionales, respectivamente, que resultan aún insuficientes. El principal hospital de Gaza, Al Shifa, depende de cuatro generadores para funcionar, cuyo mantenimiento es complicado debido al cierre de las fronteras con Israel y Egipto.
Y en cuanto a la educación, antes de la Segunda Intifada, que comenzó en 2000, los estudiantes de Gaza que deseaban estudiar en el extranjero podían viajar a través del aeropuerto israelí de Ben Gurion, la frontera entre Cisjordania y Jordania, la frontera de Rafah con Egipto, o el Aeropuerto Internacional de Gaza. Hoy solo les queda el paso de Rafah, que suele estar cerrado. Según datos de la Autoridad Nacional Palestina, citados también por Al Jazeera, más de 2.700 estudiantes de Gaza, de todos los niveles educativos, están esperando para poder estudiar en el extranjero.
La brecha es muy grande también en el aspecto sociológico, donde las nuevas generaciones parecen cada vez más irreconciliables. Si bien existen en Israel (principalmente en las zonas más urbanas, como Tel Aviv) muchos ciudadanos que simpatizan con la causa palestina, o que apoyan, al menos, una solución pacífica al conflicto, así como organizaciones que trabajan muy activamente en defensa de los derechos humanos y por el fin de la ocupación, las encuestas no dejan lugar para demasiadas esperanzas a corto o medio plazo.
El 60% de los israelíes apoyaría, en general, «un acuerdo que estableciera un Estado palestino al lado de uno israelí», pero el rechazo es del 58% cuando en la pregunta se especifican las concesiones. Y en el lado palestino, un 60% cree aún que el objetivo final de las negociaciones debe ser «reclamar la Palestina histórica desde el río al mar».
El 60% de los israelíes apoyaría, en general, «un acuerdo que estableciera un Estado palestino al lado de uno israelí», pero el rechazo es del 58% cuando en la pregunta se especifican las concesiones. Y en el lado palestino, un 60% cree aún que el objetivo final de las negociaciones debe ser «reclamar la Palestina histórica desde el río al mar».
Publicado originalmente en 20minutos
«Han bombardeado casas con familias completas, y las familias aquí no son como en España, aquí son por lo menos de ocho o diez miembros… Es una locura, un genocidio, un acto criminal… Por la noche no hay luz, hay oscuridad absoluta acompañada de ambiente de guerra. La gente está en casa, no sale…». Así describía Ahmad Yacoub, secretario de la Asociación de Escritores Palestinos, a 20minutos.es el infierno en que se ha convertido la franja de Gaza desde que, hace ya casi una semana […]
El diario Le Monde publica este miércoles una interesante entrevista de Hélène Sallon a Jean-François Legrain, historiador del Instituto de Investigaciones y Estudios sobre el Mundo Árabe y Musulmán, en la que este experto ofrece algunas claves sobre el último ataque israelí contra Gaza (ya hay cerca de 40 muertos), y sobre la situación en que se encuentra el grupo islámico Hamás, que gobierna la franja desde 2006. Estos son algunos extractos, traducidos del original en francés:
Sobre los ataques con cohetes contra territorio israelí:
Yo no creo que los mandos [de Hamás] ordenaran el secuestro de los tres jóvenes israelíes en Cisjordania. De hecho, han desmentido esta versión israelí. Durante las tres semanas que pasaron desde que se produjo el secuestro hasta que se encontraron los cadáveres, el ejército israelí golpeó la estructura de Hamás en Cisjordania, y en este periodo no hubo más que unos pocos lanzamientos (no reivindicados) de cohetes desde Gaza. Hamás no quería subir su apuesta. Pero, al final, consideró que no podía dejar sin respuesta los ataques israelíes.
La eliminación de siete combatientes del movimiento en un ataque israelí realizado con drones en la franja de Gaza, el 7 de julio, fue interpretada como un acto de agresión que rompía el alto el fuego negociado con Israel, con la mediación egipcia, en noviembre de 2012. El compromiso adoptado establecía que ninguna de las partes se implicaría en una operación militar contra la otra. Hamás y su rama militar, las brigadas Ezzedine Al-Qassam, entendieron entonces que debían responder. Y lo han hecho en la tradición de las prácticas de la segunda intifada (2002-2005), cuando, tras un asesinato teledirigido o un bombardeo mortal, Hamás respondía con un atentado suicida. Por otra parte, al reivindicar los lanzamientos de cohetes, Hamás se está asociando al alcance que tienen otras organizaciones islamistas, o incluso nacionalistas y miembros de la OLP, como las Brigadas de los Mártires de Al Aqsa, de Al Fatah, o el Frente Popular y Democrático de Liberación de Palestina, grupos que también lanzan cohetes.
Sobre la división interna en Hamás:
Hasta donde podemos saber, no existe división con respecto a lo que está ocurriendo ahora mismo, a pesar de que se mantiene una negociación interna entre las diversas tendencias del grupo. Hubo fuertes divergencias ante el acuerdo de reconciliación firmado en abril con Al Fatah, el partido del presidente de la Autoridad Nacional Palestina, Mahmud Abás, pero ahora mismo hay consenso sobre cómo operar y sobre la necesidad de responder ante ciertos niveles de violencia. La evolución de esta respuesta dependerá de la política que adopte Israel.
Sobre la relación de Hamás con otros movimientos en Gaza:
Yihad Islámica es un factor muy importante. En 2012, este grupo lanzó tantos cohetes como Hamás, o incluso más. No está sujeto a Hamás, pero, dentro de su propia lógica, comparte compromisos con ella. Se trata de un movimiento próximo a Irán, aunque, en el marco de las negociaciones actuales con Estados Unidos sobre su programa nuclear, Irán no tiene ningún interés en implicarse y jugar la carta de la violencia.
Existe una especie de competencia militar entre los dos movimientos, pero no la hay en el resto de las cuestiones. Sí es cierto que Yihad siempre ha rechazado formar parte del proceso de Oslo, y que, a diferencia de Hamás, tampoco ha participado en las elecciones de la Autoridad Palestina. En realidad, Yihad nunca se ha visto a sí misma como una gran red de asociaciones, sino como un movimiento de vanguardia, formado por pequeños grupos. Es necesario subrayar asimismo que las organizaciones nacionalistas, incluyendo algunas que reivindican su pertenencia a Al Fatah, también están participando en los lanzamientos de cohetes.
Sobre la posibilidad de una tercera intifida:
No lo creo. No hubo levantamiento en diciembre de 2008 (operación Plomo fundido) ni en noviembre de 2012 (operación Pilar de la defensa). Los enfrentamientos recientes han estado muy limitados geográficamente, y en el resto de los territorios ha habido muy poca movilización. Desde este punto de vista, la suerte de la franja de Gaza parece muy desconectada del resto de Palestina, incluyendo a la opinión pública, cada vez más prisionera de sus localismos.
Sobre lo que hará Hamás ahora:
No es muy probable que Hamás modere su tono. Es verdad que hay algo de farol en sus amenazas, pero aún tiene la capacidad de asestar golpes, como lo ha demostrado con sus lanzamientos contra Tel Aviv o Jerusalén. Sin embargo, ¿posee realmente misiles sofisticados capaces de acertar con precisión un blanco lejano? Aseguran que sí desde hace varios años, pero nunca los han usado […].
Hamás no puede permitirse ceder ante Israel, más aún cuando parece que tiene el apoyo de la población y de otros movimientos. El nivel de violencia infligido por Israel y la importancia que da la población a la cuestión de los prisioneros palestinos, de los que Hamás se ha constituido siempre en portavoz, fomentan este apoyo, a pesar del precio que se paga.
Sobre la reacción internacional:
[…] Una vez más, estamos observando una ausencia total de intervención exterior, que sería el único modo de detener esta espiral. Los estadounidenses y los europeos se limitan a hacer simples declaraciones. Y, a diferencia de sus predecesores Hosni Mubarak y Mohamed Mursi, el nuevo presidente de Egipto, el mariscal Abdul Fatah al Sisi, parece haber decidido ganar tiempo y no implicarse. Los rumores sobre su posible mediación han sido desmentidos desde el lado palestino. Y el presidente Mahmud Abás no puede hacer nada, si es que realmente quiere hacer algo. No tiene ninguna capacidad de maniobra. Es una de las viejas contradicciones de la política israelí: deslegitima a la Autoridad Palestina al mismo tiempo que la necesita de un modo imperativo.
Fuente: « Le Hamas ne cédera pas face à Israël » (Le Monde)
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Actualización
El ejército israelí ha atacado cerca de 400 objetivos desde el inicio de su actual ofensiva sobre la franja de Gaza, según informa este miércoles el diario Haaretz. En las operaciones han muerto al menos 38 personas, incluidos 30 civiles, de los que seis eran niños, según fuentes de los servicios de emergencia palestinos citadas por la agencia Reuters. Unas 230 personas han resultado heridas.
Mientras, los cohetes lanzados por milicianos palestinos desde Gaza ha alcanzado Zikron Yaakov, una localidad a 115 kilómetros de la franja. Tel Aviv también ha sido objeto de un ataque este miércoles, con al menos cinco cohetes M75.
El diario Le Monde publica este miércoles una interesante entrevista de Hélène Sallon a Jean-François Legrain, historiador del Instituto de Investigaciones y Estudios sobre el Mundo Árabe y Musulmán, en la que este experto ofrece algunas claves sobre el último ataque… Leer
Las últimas 24 horas han sido un auténtico infierno en Gaza, un infierno de bombardeos, incendios, escombros y sirenas, cuyo dramático balance asciende, de momento, a al menos 23 palestinos muertos y más de 120 heridos. Es el resultado de la operación Margen protector, el ataque contra la franja desatado el lunes por el ejército israelí, en respuesta a decenas de cohetes y granadas de mortero (más de 180 desde el lunes, según Israel) lanzados contra su territorio por militantes palestinos.
Es, también, el previsible desenlace de una tensión que no ha hecho más que crecer desde que el pasado día 30 aparecieron asesinados los tres chicos israelíes que habían sido secuestrados semanas antes, y cuya búsqueda dejó a su vez seis palestinos muertos, 118 heridos y 471 detenidos; desde que dos días después ultranacionalistas judíos se vengaron quemando vivo a un joven palestino en Jerusalén; desde que el pasado viernes se publicó un vídeo en el que se ve cómo policías israelíes apalean brutalmente a un chico palestino; desde que, tras el pacto de unidad firmado por Al Fatah y Hamás el 23 de abril, Netanyahu dio por terminadas las negociaciones de paz; desde que el Gobierno israelí autorizó, en junio, la construcción de centenares de nuevas viviendas en asentamientos situados en territorio palestino ocupado.
Se trata de la tercera operación militar que dirige el Gobierno de Benjamin Netanyahu contra Gaza. Las dos anteriores se llevaron a cabo en 2012: en la primera, bautizada como Eco de vuelta, murieron 24 palestinos; en la segunda, Pilar de defensa, 158. La ofensiva más devastadora hata ahora, no obstante, fue la llamada Plomo fundido, lanzada entre finales de 2008 y principios de 2009, con Ehud Olmert como primer ministro y Ehud Barak como ministro de Defensa. Causó más de 1.300 muertos (en su mayoría civiles) y 5.000 heridos.
En las dos últimas operaciones no ha habido incursión militar terrestre en la franja (sí la hubo en Plomo fundido), aunque en Pilar de la defensa el ejército israelí llegó a movilizar a unos 75.000 reservistas. Ahora han sido movilizados 40.000.
Desde que comenzó la ofensiva actual, las Fuerzas Armadas israelíes han alcanzado unos 150 objetivos, en ataques lanzados tanto desde el aire como desde los buques de guerra que bloquean los accesos marítimos a Gaza. Hamás, el grupo islamista que gobierna en Gaza, se ha atribuido por su parte el lanzamiento de más de 60 cohetes desde la franja hacia Israel. Los cohetes son lanzados también por otros grupos, como Yihad Islámica.
El Ejército israelí afirma que solo ataca las viviendas de miembros de Hamás implicados en ataques a Israel, blancos que denomina «objetivos terroristas», y denuncia el uso de civiles palestinos como «escudos humanos». En ocasiones, también avisa por teléfono (minutos antes) a las familias de las casas que van a ser bombardeadas. Dejando a un lado el hecho de que se trata de intentos de ejecuciones sin juicio, la muerte de familiares, civiles y víctimas inocentes (niños incluidos), es difícilmente evitable, e Israel lo sabe. Gaza es la región más densamente poblada del mundo.
En el siguiente vídeo, grabado este martes, pueden verse los momentos inmediatamente posteriores a un ataque israelí contra una vivienda de Jan Yunis, en el sur de la franja. Las imágenes, muy duras, hablan por sí solas. Es un escenario de terror:
En este otro vídeo, las sirenas suenan en Tel Aviv ante la amenaza de un cohete palestino que finalmente fue interceptado por el escudo de defensa israelí Cúpula de hierro:
El ataque israelí sobre Gaza ha provocado la publicación en Twitter de centenares de miles de mensajes de protesta y de solidaridad con los palestinos (también muchos de apoyo a Israel), agrupados en su mayoría bajo la etiqueta #GazaUnderAttack. No todas las imágenes difundidas, sin embargo, se corresponden con la realidad. Según un análisis realizado por la BBC, algunas de las más compartidas estos días son fotos de operaciones anteriores o incluso tomadas en otros países, como Siria o Irak:
Las siguientes imágenes sí son reales:
» Bombardeo israelí en Rafah, Gaza. (Ibraheem Abu Mustafa / Reuters)
» Edificios destruidos por bombardeos israelíes en Ciudad de Gaza. (Mohammed Salem / Reuters)
» Una familia, en su casa destruida en Gaza tras el ataque israelí (Mohammed Salem / Reuters)
» Gigantesca columna de humo sobre Gaza tras un bombardeo israelí (Ahmed Zakot / Reuters)
» Un niño herido, en Jan Yunis, Gaza (Reuters)
» Un vehículo destruido por los bombardeos israelíes sobre la Franja de Gaza (Mohammed Salem / Reuters)
» Llantos en el funeral por uno de los muertos en los ataques de Israel a Gaza (Mohammed Salem / Reuters)
» Bombardeo israelí en Rafah, Gaza. (Ibraheem Abu Mustafa / Reuters)
» Un herido palestino es trasladado al hospital Al Shifa en Gaza tras un bombardeo (Mohamed Abed / AFP)
La crisis actual tiene también explicaciones políticas importantes. Por un lado, Hamás, sumida en disputas internas y en una situación de clara debilidad (el principal factor que le habría llevado a pactar con Al Fatah), necesita recuperar legitimidad y volver a ser percibida como el principal representante de la resistencia. La destrucción por parte del nuevo gobierno egipcio de los túneles que unían la franja con el Sinaí ha privado a los residentes de Gaza (duramente castigados por el férreo bloqueo israelí) de un suministro básico de bienes y materiales. Y, de momento, no ha llegado a la franja ninguna ayuda económica desde la Autoridad Nacional Palestina. Los 50.000 funcionarios de la franja, por ejemplo, no están cobrando sus salarios.
Además, el grupo islamista ha perdido últimamente apoyos cruciales. Como explica en The Nation Hugh Naylor, Irán y Siria, sus aliados tradicionales, han cortado el grifo de las ayudas como consecuencia de la decisión de Hamás de apoyar a los rebeldes que luchan contra el régimen del presidente sirio, Bashar Al Asad.
Por otro lado, el ataque a Gaza ha estado marcado por la división existente en la coalición derechista que gobierna Israel. Según informa desde Jerusalén Juan Gómez, en El País, la operación militar estuvo precedida por un largo pulso entre el primer ministro, el conservador Benjamin Netanyahu, y los elementos más derechistas de su Ejecutivo:
El domingo se conoció en Israel la disputa que el jefe del Gobierno mantuvo con su ministro de Exteriores, Avigdor Lieberman, en plena reunión del Gabinete. El ministro, que vive en un asentamiento en la Cisjordania ocupada, es el segundo corifeo de la derecha israelí en el Gobierno, tras su colega de Economía, Naftalí Bennet. El lunes escenificó Lieberman, con más ruido que nueces, su desacuerdo con la política de «contención» militar respecto a Gaza anunciada por Netanyahu el pasado jueves: su partido, Nuestra Casa Israel (Israel Beitenu), se separó del Likud de Netanyahu sin llegar a romper la coalición de Gobierno. Argumentó su decisión con las discrepancias sobre el trato a Hamás en Gaza, contra la que él pedía más mano dura. Horas después del divorcio, el Gabinete de seguridad israelí decidía pasar de la «contención» a los ataques actuales.
Las ofensivas sobre Gaza tienen siempre un fondo político o estratégico concreto, maś allá de la mera reacción al lanzamiento de cohetes palestinos, y ya sea relacionado con las negociaciones del proceso de paz, con la situación política israelí o con la situación interna de Hamás.
Al final, sin embargo, el patrón sobre el que se desarrollan las crisis es bastante invariable: Israel (respaldado por Estados Unidos) justifica sus ataques en su derecho a defenderse, inflige de paso un castigo colectivo a la población civil, algo que está claramente condenado por las convenciones internacionales, y obvia la tremenda desproporción existente entre los ataques que recibe y el modo en que reacciona.
Los ataques de Hamás y de las milicias palestinas contra blancos civiles en Israel son, desde luego, muy reales, y quienes lanzan los cohetes saben muy bien cómo responderá Israel y qué efecto tendrá esa respuesta sobre su propia gente. Pero, sin que ello suponga una justificación para atacar objetivos civiles, Israel ‘olvida’ el hecho de que esa agresión le llega desde un territorio sometido a un bloqueo total (no solo económico, sino también humano) y, en la práctica, a una ocupación.
Las últimas 24 horas han sido un auténtico infierno en Gaza, un infierno de bombardeos, incendios, escombros y sirenas, cuyo dramático balance asciende, de momento, a al menos 23 palestinos muertos y más de 120 heridos. Es el resultado de la operación Margen protector, el ataque contra la franja desatado el lunes por el ejército israelí, en respuesta a decenas de cohetes y granadas de mortero (más de 180 desde el lunes, según Israel) lanzados contra su territorio […]
Tras haberle mantenido casi un mes «retenido» sin cargos e incomunicado (es decir, secuestrado), las nuevas autoridades egipcias controladas por el ejército han presentado al fin este viernes acusaciones contra el depuesto presidente Mohamed Mursi, junto con una orden de prisión preventiva de quince días. Las acusaciones, dadas a conocer justo el mismo día en que hay convocadas masivas concentraciones ciudadanas a favor y en contra del golpe de Estado, se centran en que Mursi supuestamente conspiró con el grupo palestino islamista Hamás para perpetrar «acciones enemigas contra el país» (lo que, técnicamente, equivale a traición) y escapar de la cárcel durante la revolución de 2011 contra Mubarak, una acción en la que fueron asesinados presos y funcionarios, se secuestró a soldados y se prendió fuego a edificios. Por todo ello, y según informa Reuters, Mursi estaría acusado también de asesinato y secuestro.
La medida ha sido adoptada por el juez Hasan Samir, del Tribunal de Apelación de El Cairo, tras interrogar a Mursi, y hace referenecia a los sucesos ocurridos el 28 de enero de 2011 (la jornada conocida como «Día de la Ira», durante la revolución), cuando cientos de detenidos, Mohamed Mursi entre ellos, escaparon de la cárcel de Wadi Al Natrun, al noroeste de El Cairo. Trece personas murieron durante la fuga, y Hamás (organización conectada con los Hermanos Musulmanes que respaldan a Mursi) fue acusada de haber conspirado para llevar a cabo el ataque a la prisión. Ello supondría que los lideres de los Hermanos Musulmanes habrían colaborado con elementos extranjeros en una acción contra la soberanía nacional y la seguridad del Estado.
Hace tres días, el jefe del Gobierno de Hamás en Gaza, Ismail Haniye, negó toda implicación de su movimiento en Egipto y pidió a los medios de comunicación de este país que dejen de publicar acusaciones «falsas». Los Hermanos Musulmanes, por su parte, se han apresurado a rechazar las acusaciones: «Todos sabemos que estos cargos no son más que el producto de la fantasía de un puñado de generales y de una dictadura militar», ha dicho su portavoz, Gehad al Haddad. «Vamos a continuar con las protestas en las calles», añadió.
Fantasía o no, pretender que la razón por la que se ha privado a Mursi de libertad durante todo este tiempo tiene que ver con la fuga de una prisión ocurrida hace dos años resulta un poco burdo. Los propios militares habían dicho anteriormente que Mursi estaba retenido para asegurar su «protección».
En cualquier caso, no parece que a los mandos del ejército egipcio les preocupe mucho el asunto de la legitimidad judicial. Su argumento sigue siendo que la legitimidad se la ha dado la calle, es decir, las manifestaciones (multitudinarias e impresionantes, sin duda, pero ni unánimes ni tan numerosas como se ha llegado a informar) contra Mursi que precedieron al golpe de Estado. Por eso, el jefe del ejército, el general Abdel Fatah al Sisi, hizo hace unos días un llamamiento a los egipcios para que se manifestaran este mismo viernes en apoyo de las medidas adoptadas desde el golpe, y para respaldarle en su intento de «acabar con la violencia y el terrorismo» en el país, donde en los últimos días han muerto una quincena de personas.
Y, mientras tanto, Estados Unidos sigue intentando nadar y guardar la ropa. Tras recibir asesoramiento legal de sus abogados, el Gobierno estadounidense ha concluido que no tiene obligación legal de determinar si la deposición de Mursi por parte de los militares fue o no un golpe de Estado. Y es que, en el caso de que Washington lo definiese como tal, EE UU debería suspender, por ley, su ayuda financiera a Egipto, una acción que, según la administración estadounidense podría desestabilizar más aún el país árabe, por no hablar de las consecuencias para algunas empresas de EE UU. En este sentido, un alto funcionario citado por The New York Times señaló que «la ley no nos obliga a realizar una declaración formal sobre si ha habido o no un golpe de Estado, y hacer semejante declaración no conviene a nuestro interés nacional».
Leer también:
» El golpe en Egipto, paso a paso
» Las revoluciones las hace el pueblo, no el ejército
Más información y fuentes:
» Egypt’s Mursi accused of murder, kidnapping before rallies (Reuters)
» Egypt court orders Morsi detention over Hamas collaboration (Al Ahram)
» The curious case of the Wadi el-Natrun escape (The Egyptian Gazette)
» El jefe del Ejército insta a los egipcios a manifestarse para mostrar su apoyo al golpe (RTVE)
» Egypt braced for showdown between army supporters and Muslim Brotherhood – live updates (The Guardian)
» Aid to Egypt Can Keep Flowing, Despite Overthrow, White House Decides (The New York Times)
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Después de ocho días de intensa violencia, Israel y las milicias palestinas de la Franja de Gaza acordaron este miércoles detener sus ataques mutuos. El alto el fuego, que estuvo en el aire tras el atentado con bomba en un autobús de Tel Aviv perpetrado horas antes (21 heridos, dos de ellos, muy graves), fue negociado con la mediación de Egipto y de EE UU, y entró en vigor a las nueve de la noche (hora local). Excepto por algunos cohetes palestinos aislados, de momento ambas partes lo están respetando. Ambas partes, también, se han declarado vencedoras.
En líneas generales, los islamistas de Hamás (gobernantes en Gaza) han salido reforzados, aunque esto depende mucho de lo que pase en los próximos días; Benyamin Netanyahu (primer ministro israelí) ha obtenido algo de crédito electoral y ha frenado los ataques contra territorio israelí; y Mahmud Abás (presidente de la Autoridad Palestina) ha quedado ninguneado. Además, se ha abierto una endeble puerta a futuras negociaciones, Egipto ha recuperado protagonismo como actor en la región, Estados Unidos ha logrado salvar los muebles dejando claro que sigue apoyando a Israel incondicionalmente, el conflicto de fondo sigue igual de enquistado que siempre, y la población, sobre todo la de Gaza, ha sufrido enormemente.
Al dolor de los muertos y heridos hay que sumar el aumento de los sentimientos militaristas y del odio en los dos lados. La violencia y el radicalismo que llevan incubándose durante generaciones se ha reforzado más aún si cabe. Una de las fotos de este miércoles muestra a un niño palestino de apenas tres años sosteniendo una pistola, durante las celebraciones por el alto el fuego. No es la única:
Embed from Getty ImagesUn niño sostiene un arma durante las celebraciones por el alto el fuego entre Israel y Hamás, en Ciudad de Gaza. Foto: David Degner / Getty Images
• La tregua. El acuerdo alcanzado tiene dos fases. En la primera, ambas partes se comprometen a no seguir disparando. En el caso de Israel, ello implica detener los bombardeos «por tierra, mar y aire», así como «los ataques a individuos». En el caso de las facciones palestinas (no solo Hamás), implica «poner fin a las hostilidades, incluido el lanzamiento de cohetes y los ataques fronterizos».
La segunda fase es más complicada y, en principio, se negociará a partir de que se hayan cumplido 24 horas sin ataques. El objetivo es alcanzar una tregua más permanente y, para ello, Israel y Hamás pondrán sobre la mesa sus exigencias: Los israelíes, el cese total de los ataques con cohetes y de la entrada de armamento a la Franja; Hamás, un alivio del bloqueo a personas y mercancías impuesto por Israel desde hace más de cinco años. La negociación sobre una eventual apertura de la frontera se hará con la mediación de Egipto. En Gaza lo celebran ya como el fin del embargo, pero probablemente los israelíes no lo interpreten así. Un acuerdo será muy difícil, si es que llega a alcanzarse.
• Las víctimas. La afirmación del ejército israelí de que iba a llevar a cabo «ataques quirúrgicos» era imposible de cumplir en una zona tan densamente poblada como Gaza, algo que, obviamente, conocen los mandos israelíes, pero ante lo que no se detuvieron. Los bombardeos del ejército israelí sobre la Franja han dejado un total de 162 palestinos muertos, entre ellos, unos 40 niños. La mayoría de los fallecidos son civiles. Los cohetes palestinos, por su parte, han matado a cinco israelíes (cuatro civiles y un soldado).
• Cómo empezó. La operación israelí Pilar de la Defensa comenzó el pasado miércoles con el «asesinato selectivo» del líder militar de Hamás Ahmed Yabari, que fue alcanzado por un misil israelí cuando circulaba en coche por las calles de Gaza. El fin de semana anterior habían muerto seis palestinos y resultado heridos ocho israelíes (la mayoría, atendidos por estado de shock) y 30 palestinos, en una espiral de violencia que se desató tras la ruptura de otro (frágil) alto el fuego anterior. Israel justificó los ataques contra Gaza que siguieron al asesinato de Yabari como respuesta a la oleada de cohetes lanzados por milicianos palestinos contra su territorio en los días previos.
• Los ataques. En estos ocho días, Israel ha lanzado sobre Gaza unos 1.500 bombardeos aéreos, marítimos y terrestres. Los grupos armados de la Franja han lanzado sobre Israel un número semejante de cohetes, muchos de los cuales fueron interceptados por el sistema antimisiles israelí Iron Dome («cúpula de acero», financiado con dinero estadounidense). Aparte de más de 900 plataformas de lanzamiento de cohetes (según fuentes militares israelíes) y de otras infraestructuras militares, el ejército israelí ha destruido edificios gubernamentales y sedes de Hamás, y ha causado graves daños a espacios urbanos, viviendas e inmuebles, incluyendo instalaciones utilizadas por la prensa. Pese a que Israel movilizó a unos 70.000 reservistas, y a que destacó tropas en la frontera, la invasión terrestre no ha llegado a producirse.
• Hamás. Aunque las dos partes se han declarado vencedoras tras el anuncio de la tregua, es en la calles de Gaza, no en las de Israel, donde ha habido celebraciones. Y eso, a pesar de que los periodos de alto el fuego benefician más a los israelíes, que dejan de recibir cohetes y pueden seguir con su vida normal, que a los habitantes de la Franja, cuya situación sigue siendo básicamente la misma: ocupados, encerrados, aglomerados, al borde de la miseria y gobernados por una organización que presenta un negro historial de respeto a los derechos humanos.
Una de las razones del júbilo en Gaza es que, a pesar de toda su fuerza militar, Israel no ha logrado vencer, y para Hamás, no perder es una victoria. Otra es que existe una esperanza, justificada o no, de que se pueda llegar a aliviar el bloqueo.
En cualquier caso, los islamistas radicales de Hamás, que gobiernan la Franja desde que ganaron las elecciones en 2006 (en solitario tras expulsar a Al Fatah en la guerra civil de un año después), pueden haber salido reforzados. La mayoría de los expertos coinciden en señalar que su imagen de ser la única resistencia contra Israel se ha apuntalado más aún tras este último ataque israelí.
El problema es que Israel (y también EE UU, la UE, Japón, Canadá o Australia) sigue considerando a Hamás una organización terrorista, y no reconoce la legitimidad de su gobierno. Y también que Hamás, por su parte, sigue sin reconocer oficialmente al Estado de Israel y apostando por la lucha armada. No parece un buen principio para negociar. Y si las negociaciones no avanzan, a Hamás se le empezará a acabar el crédito obtenido.
Para complicar más aún el escenario, muchos milicianos de Gaza no están controlados por Hamás. Buena parte de los cohetes, por ejemplo, son lanzados por miembros de Yihad Islámica, que recibe el armamento de Irán.
Embed from Getty ImagesJóvenes palestinos celebran el alto el fuego entre Hamás e Israel en las calles de Rafah, al sur de la Franja de Gaza. Foto: Said Khatib / AFP / Getty Images
• Israel. Al margen de la ventaja política que haya podido conseguir Netanyahu (en el sur de Israel, blanco de los cohetes de las milicias palestinas, viven cerca de un millón de votantes), Israel ha conseguido cumplir, en principio, sus objetivos directos: Ha mermado la infraestructura militar de Hamás, ha matado a milicianos palestinos y, sobre todo, ha logrado detener el lanzamiento de cohetes contra su territorio. El periodista Jordi Pérez Colomé explica así las alternativas que tenía antes y tiene ahora el Gobierno israelí:
Solo hay dos: una, arrasar Gaza. Aunque es el método que ha escogido el sirio Asad para su país, en Israel sería inimaginable. Dos, invadir Gaza. Las muertes de soldados israelíes y civiles palestinos harían la situación insostenible en pocos días. Ninguna alternativa sirve. Con los recursos que Netanyahu tenía, ha ganado; siempre que no vuelvan los cohetes en breve. Si vuelven, deberá optar por la invasión y si hay muchos muertos, colgarán la culpa a Hamás.
La crítica que se le hace a Israel es que esta situación no es ninguna solución. Habrá pronto otra guerra. Es verdad. Pero Israel no parece hoy dispuesto a jugar a nada más que a alargar la inestabilidad y esperar que otra generación encuentre un momento mejor para solventar la cuestión para siempre.
Por lo pronto, Israel ha anunciado ya este jueves que estudiará «una acción militar más severa» si fracasa la tregua.
• Mahmud Abás. El presidente de la Autoridad Palestina, con sede en Cisjordania (la otra parte de los territorios palestinos ocupados), ha sido, quizá, el gran perdedor político tras esta semana. Su papel en la crisis ha sido poco menos que nulo, lo que puede hacerle perder apoyos si convoca elecciones, y su talante moderado (hace poco sugirió que renunciaba a exigir el derecho al retorno de los refugiados palestinos) no es, por otro lado, suficiente para Israel. No tiene muchas salidas, y su partido, Al Fatah, puede verse perjudicado.
• Egipto. El nuevo presidente egipcio, Mohamed Mursi, se encontraba en una difícil situación. Como islamista, y por sus propias declaraciones, se le presupone un apoyo a Hamás y una actitud más beligerante contra Israel, a diferencia de la mantenida por su antecesor, el despuesto Hosni Mubarak. Pero, a la vez, ello podría haber provocado una ruptura con EE UU, cuyo respaldo, aunque sea con reservas, necesita. Finalmente se ha plegado a las exigencias de Washington y ha presionado a Hamás para que acepte las condiciones del alto el fuego, pero, al mismo tiempo, ha logrado restablecer el papel de Egipto como un importante factor en el conflicto. Israel y Egipto firmaron la paz en 1979 y, de momento, la paz se mantiene.
• Estados Unidos. El Gobierno de Obama también ha conseguido salir airoso de la crisis, a pesar de que ha recibido críticas por los dos lados (por demasiado tibio en la defensa de Israel, desde las filas republicanas más conservadoras; por abandonar a los palestinos a su suerte, desde quienes le acusan de apoyar a Israel haga este país lo que haga). De nuevo, la lectura que hace Pérez Colomé en su blog:
Es una exageración, pero la impresión es que Hillary llegó el martes por la noche, puso firmes a unos y a otros, salió en El Cairo a decir que ya estaba todo arreglado y se volvió a Washington. Su altura en las hipotéticas presidenciales de 2016 será enorme.
Lo que ha quedado claro es que, a pesar de los desencuentros entre Obama y Netanyahu durante la campaña electoral estadounidense, el primer ministro israelí puede dormir tranquilo. El apoyo de Washington a Israel y a su «derecho a defenderse», sigue siendo total, y así lo expresó la Casa Blanca desde el primer día de los ataques contra Gaza.
• La causa palestina. El ataque israelí ha devuelto visibilidad a los palestinos, cuya situación había quedado muy en segundo plano desde el inicio de las revueltas de la llamada ‘primavera árabe’, y especialmente durante estos últimos meses, en los que otros asuntos en Oriente Medio —la guerra en Siria, el cambio político en Egipto, la tensión con Irán— han copado la atención internacional. Pero, a la vez, la operación Pilar de la Defensa puede suponer un auténtico torpedo contra la intención de Palestina de, ante el punto muerto en que se encuentran las negociaciones con Israel, intentar convertirse, al menos, en Estado observador no miembro de Naciones Unidas (un estatus parecido al del Vaticano). Los palestinos van a someter la iniciativa a la Asamblea General dentro de una semana. La inestabilidad y la violencia de estos días no va a ayudarles ante países indecisos que verán la propuesta como una forma de echar más leña al fuego en la región. Y para los aliados tradicionales de Israel, lo ocurrido no hace sino corroborar que el Estado judío sigue siendo vulnerable y sigue estando amenazado. El único aspecto positivo para los palestinos puede ser el aumento del apoyo que haya podido generar su condición de víctimas, evidenciada en la desigualdad del enfrentamiento y en el gran número de muertos heridos civiles causados por Israel.
Más información y fuentes:
» Otra guerra en Gaza y casi todo sigue igual (Obamaworld)
» Israel y Hamás: Lo que se ha conseguido en esta semana (Ian Black, en The Guardian)
» ¿Quien ha ganado? (Pomegranate, The Economist)
» Mursi, el padrino de un pacto de sangre (Francisco Carrión, en El Mundo)
» Un tupido entramado político (Ana Carbajosa, en El País)
» Son los palestinos los que tienen derecho a defenderse (Seumas Milne, en The Guardian)
» Las rutas del arsenal de Hamás (Andrea Rizzi, en El País)
» Iron Dome: El techo de la cárcel (Pepe Cervera, en RTVE)
» Así es la vida bajo el gobierno de Hamás (Vice)
Leer también: Hamás, la piedra en la bota de Israel
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Muchos medios estadounidenses, en televisión y en Internet, comenzaron el jueves sus informaciones sobre la crisis de Gaza con los tres muertos israelíes. Después, y no siempre, los muertos palestinos, que en ese momento sumaban ya más de una decena.
Lo mismo ocurrió en los resúmenes de algunas agencias. Este breve boletín de la estadounidense Associated Press con las noticias más importantes del día arranca con Obama y el huracán Sandy, y luego pasa a la crisis de Gaza. Se informa de la muerte de los israelíes y de que Israel continúa lanzando ataques contra la Franja «en represalia» por los cohetes de Hamás, pero no se mencionan los palestinos fallecidos:
Según fue avanzando el día, las informaciones fueron siendo más equitativas, al menos en los titulares de las ediciones digitales.
Si esencialmente entendemos la noticia como hecho novedoso, la muerte de ciudadanos israelíes por cohetes de milicianos palestinos es, en efecto, más novedoso. A pesar de los continuos lanzamientos de cohetes sobre territorio israelí, rara vez se producen víctimas, y menos aún víctimas mortales. El hecho de que algunos cohetes hayan llegado hasta Tel Aviv también es nuevo, es noticia. Y, obviamente, cada muerto, sea de donde sea, es una tragedia.
Pero si, además, entendemos la información como un intento de reflejar lo que pasa del modo más ecuánime posible, entonces es necesario reflejar que se trata de un enfrentamiento desigual, es necesario contar cómo sufren unos y otros, cómo responden unos y otros. Solo este jueves murieron más palestinos que israelíes han muerto en los últimos tres años.
El International Herald Tribune (edición global de The New York Times) optaba este viernes en sus primeras ediciones impresas por dar una foto de cada parte en la primera página. En el texto, sin embargo, mantiene el criterio de los israelíes primero:
En Los Angeles Times (primera página), el orden es el mismo:
Y también en el británico The Times (a la derecha), que además ocupa la práctica totalidad de la columna dedicada a la noticia con información sobre los cohetes de Hamás y la situación en Tel Aviv y otras ciuades israelíes. Las víctimas palestinas reciben, exactamente, cinco líneas, en el quinto párrafo.
Volviendo a EE UU, el titular y el subtítulo de The Philadelphia Inquirer son exclusivamente para Tel Aviv y las víctimas israelíes. En el texto, los muertos palestinos aparecen cuatro párrafos más abajo de los israelíes:
The Miami Herald informa de las víctimas en los pies de foto. La imagen principal es para los israelíes, la secundaria, para los palestinos:
Uno de los casos más llamativos es el del canadiense The Globe and Mail, uno de los grandes diarios de referencia del país. El periódico, generalmente equilibrado, bien informado, y poco sospechoso de partidismo, no hace sin embargo ni una sola mención en toda su información de primera página a los muertos palestinos. Ni en el titular, ni en el texto, ni en los sumarios. Toda la pieza está dedicada a la crisis desde el punto de vista israelí:
Entre los diarios estadounidenses que sí colocan en primer lugar al mayor número de muertos palestinos se encuentran la edición principal de The New York Times (al final de la columna de primera página; los israelíes, ya en páginas interiores), The Wall Street Journal y The Washington Post (siguiente imagen):
El San Francisco Chronicle y el Chicago Tribune apenas dedican al tema unas pocas líneas en sus primeras páginas, y The Boston Globe y USA Today optan por grandes fotografías, sin mencionar número de víctimas en portada.
Leer también:
» Gaza, de nuevo bajo las bombas
» Gaza, Tel Aviv, Egipto, Twitter
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