El ejemplo de Erdem Gündüz, el ya célebre ciudadano que permaneció de pie y en silencio durante horas en la plaza Taksim de Estambul hasta que fue detenido, ha empezado a extenderse a otras ciudades turcas. Es ya, junto con… Leer
El ejemplo de Erdem Gündüz, el ya célebre ciudadano que permaneció de pie y en silencio durante horas en la plaza Taksim de Estambul hasta que fue detenido, ha empezado a extenderse a otras ciudades turcas. Es ya, junto con la imagen de la mujer a la que un policía roció con gas en los primeros días de las protestas, el gran símbolo del movimiento contra el Gobierno de Erdoğan.
Sirva este improvisado y torpe vídeo como pequeño homenaje al poder de la resistencia no violenta y a la capacidad transformadora que, a veces, pueden tener, aunque sea de uno en uno, los seres humanos.
Música: Podington Bear, Threshold (CC)
El ejemplo de Erdem Gündüz, el ya célebre ciudadano que permaneció de pie y en silencio durante horas en la plaza Taksim de Estambul hasta que fue detenido, ha empezado a extenderse a otras ciudades turcas. Es ya, junto con… Leer
Debió de ser un ultimátum retórico, porque apenas dos horas después de que el primer ministro turco, Recep Tayip Erdoğan, dijera este sábado ante miles de sus seguidores que la policía «vaciaría el parque Gezi» si los manifestantes no se habían ido este domingo, las fuerzas de seguridad entraron sin contemplaciones tanto en el parque como en la adyacente plaza Taksim, y expulsaron a los concentrados con toda la violencia de sus cañones de agua y sus gases lacrimógenos. Erdoğan ya había advertido que los antidisturbios «sabrían como desalojar» el parque. Lo que no está tan claro es que sepa él cómo acabar con la crisis.
Las imágenes que llegan desde Estambul, después de las cargas policiales y los enfrentamientos con manifestantes sucedidos a lo largo de todo el día (ha habido decenas de heridos), no hablan precisamente de una vuelta a la «normalidad». Por un lado, la desolación del parque Gezi vacío y arrasado, con las tiendas de campaña destrozadas o envueltas en llamas (las grúas de la policía se han llevado por delante todo lo que han encontrado a su paso); por otro, las calles tomadas por tanquetas policiales y miles de personas que, bien entrada la noche, seguían allí. En este vídeo puede verse una gran columna humana avanzando desde la parte asiática de la ciudad hacia la parte europea:
La jornada de este sábado ha sido especialmente violenta. Durante el desalojo de Taksim, algunos manifestantes intentaron refugiarse en hoteles cercanos a la plaza. En el hotel Divan se vivieron escenas de pánico cuando la policía accedió al establecimiento: «A pesar de la presencia de niños y clientes, los antidisturbios no dudaron en cargar en el interior, empleando incluso gas lacrimógeno», informa eldiario.es. Puede verse en este vídeo:
Así contaba en directo el periodista español Lluís Miquel Hurtado lo que estaba pasando en otro hotel:
Nada más conocerse el desalojo de Taksim, han comenzado protestas en otras ciudades. Las más numerosas han tenido lugar en la capital, Ankara, con una gran cacerolada, y en la tercera ciudad del país, Esmirna, pero también ha habido manifestaciones en Adana, Eskisehir, Samsun, Antalya… En Ankara, miles de personas han comenzado a concentrarse desde este sábado en el parque Kuguilu, que empieza a convertirse en un nuevo símbolo de las protestas.
En Estambul, entre tanto, los manifestantes de la plaza Taksim y del parque Gezi han anunciado una manifestación masiva para este domingo. «A quienes preguntan qué vamos a hacer les decimos con claridad que no vamos a abandonar el parque Gezi, que se ha convertido en un símbolo», manifestó en un comunicado la Plataforma de Solidaridad de la plaza Taksim.
«La pregunta es cómo vamos a quedarnos y los pasos que se den de ahora en adelante serán decididos por aquellos que han hecho grandes sacrificios por este lugar», agrega la nota, recogida en la edición digital del diario turco Hürriyet. La protesta se llevará a cabo a la misma hora y a pocos kilómetros de otra gran manifestación convocada por Erdoğan.
Y para el lunes, una de las principales agrupaciones sindicales de Turquía, la Confederación de Sindicatos Públicos (KESK), ha convocado una huelga general.
Tras el desalojo de este sábado, a Erdoğan le va a resultar muy difícil encontrar un camino para hacer valer sus argumentos, incluido el de la legitimidad democrática. Porque la principal cuestión no es quién tiene razón aquí (a pesar de las imágenes que muestran manifestaciones masivas contra el Gobierno, es cierto que el país está dividido, que se trata de un movimiento muy urbano y que una gran parte de la población turca sigue apoyando al primer ministro), sino de cómo se trata y se escucha a los que no piensan como tú, de cómo se incorpora en el debate político a las voces disidentes, de una manera constructiva.
Un ejemplo: El ministro turco para la Unión Europea, Egemen Bağış (uno de los que más ha criticado la cobertura de las protestas que están haciendo los medios de comunicación extranjeros), dijo este sábado en una entrevista en televisión que «la policía actuará contra cualquiera que trate de entrar en la plaza Taksim, y le tratará como a un terrorista».
Erdoğan ha logrado, al menos de momento, acabar con el centro físico de las protestas. Lo que no parece haber entendido es que el verdadero centro de las protestas es él.
Más información y fuentes:
» Cargas policiales en el desalojo de miles de manifestantes turcos de Taksim y el parque Gezi (20minutos.es)
» Police clear Istanbul’s Gezi Park after Erdoğan warning (BBC)
» La Policía desaloja Taksim dos horas después del ultimátum de Erdoğan (eldiario.es)
» Gezi Park protesters call for mass demonstration on Sunday (Hürriyet)
» Police use tear gas against crowd who tries to cross the Bosphorus Bridge (Hürriyet)
» La policía arrasa Gezi (El País, fotogalería)
» Taksim, centro neurálgico de dos semanas de protestas contra el Gobierno de Erdoğan (20minutos.es, cronología)
» Everyone who enters Taksim Square will be treated as a terrorist: Turkish EU Minister (Hürriyet)
» Turkish union federation to call general strike after police raid (Reuters)
Leer también:
» Turquía, los árboles y el bosque
» El estallido contra Erdoğan: un poco de análisis
» Despertar ciudadano y violencia policial en Turquía
Debió de ser un ultimátum retórico, porque apenas dos horas después de que el primer ministro turco, Recep Tayip Erdoğan, dijera este sábado ante miles de sus seguidores que la policía «vaciaría el parque Gezi» si los manifestantes no se… Leer
Occupy Flag. Póster de Noah Scalin (Another Limited Rebellion).
Cientos de policías antidisturbios entraron este martes a la plaza Taksim de Estambul, disparando cañones de agua y gases lacrimógenos para dispersar a un pequeño número de manifestantes que se manifestaban contra los planes de reconstruir un parque en la zona. La policía retiró las pancartas de los manifestantes que habían colgado de un edificio que daba a la plaza.
Cientos de policías antidisturbios entraron este martes a la plaza Taksim de Estambul, disparando cañones de agua y gases lacrimógenos para dispersar a un pequeño número de manifestantes que se manifestaban contra los planes de reconstruir un parque en la… Leer
El grupo turco Kardeş Türküler, surgido en 1993 a partir de una serie de conciertos que organizó el club de folclore de la Universidad Boğaziçi de Estambul, lleva veinte años buceando en la rica tradición musical anatolia. En sus temas incorporan elementos del folclore turco, pero también del aleví, del gitano, del georgiano, del árabe, del armenio, del kurdo… La idea es profundizar en los ancestros comunes y celebrar la diversidad como antídotos contra la polarización cultural y las tensiones étnicas. No en vano su nombre significa «Cantos de fraternidad». Esta es su contribución al movimiento ciudadano de estos días en Turquía.
(Gracias a Bernardo Gutiérrez por la pista)
El grupo turco Kardeş Türküler, surgido en 1993 a partir de una serie de conciertos que organizó el club de folclore de la Universidad Boğaziçi de Estambul, lleva veinte años buceando en la rica tradición musical anatolia. En sus temas… Leer
«Por menos de quince árboles se han perdido tres vidas». «Hay que poner fin de inmediato a manifestaciones que han derivado en vandalismo». «Los así llamados periodistas, artistas y políticos están provocando las protestas». «Piden la retirada de la policía, pero éste no es un lugar donde puedes hacer de todo». «La policía está cumpliendo con su deber contra quienes atacan. Es un baluarte contra los terroristas, los anarquistas y los vándalos».
Foto: Manifestantes portando una gran bandera de Turquía recorren las calles de Estambul, en el tercer día de protestas contra el Gobierno de Erdoğan (Tolga Bozoglu / EPA)
Son algunas de las frases pronunciadas este jueves ante miles de sus seguidores por el primer ministro turco, Recep Tayyip Erdoğan, nada más regresar a Estambul tras su gira oficial por el Magreb. Antes, desde Túnez, Erdoğan había dejado claro que el proyecto de reurbanización de la plaza Taksim, la medida que inició las primeras protestas hace ya diez días, seguirá adelante. «Quienes se preocupan por el medio ambiente deben saber que [algunos participantes en las manifestaciones] están condenados por terrorismo», dijo.
Erdoğan no se entera (o más bien no quiere darse por enterado) de lo que está pasando. Su reacción, como era previsible, es la típica del poder en estos casos: tomar la parte por el todo. Minimizar lo general, el fondo, y centrarse en lo que, a estas alturas, es ya, o bien casi anecdótico (los árboles), o bien no representativo (la violencia). Extender a todos los descontentos la imagen negativa que provocan algunos de ellos. Desvirtuar el lenguaje, ignorar la palabra «ciudadano», utilizar la palabra «anarquista» como sinónimo de «violento», hacer un uso frívolo e irresponsable de la palabra «terrorista». Reconducir el debate para acabar anulándolo. Identificar la disensión con el caos, el movimiento con el descontrol, la autoridad con la verdad, el sistema propio con el único posible.
Miles de personas se han vuelto a concentrar este jueves en la plaza Taksim de Estambul, el epicentro de la mayor oleada de protestas en Turquía en una década, y a la que desde el pasado sábado no accede la policía. Los manifestantes han levantado en la plaza grandes barricadas con piedras, coches destrozados y verjas para evitar la entrada de furgones policiales. Han organizado también un sistema de recogida de basuras, una biblioteca popular, un ambulatorio y un servicio gratuito de reparto de comida y bebida. Equipos de voluntarios recogen la basura y ayudan a mantener la limpieza del parque.
Desgraciadamente, hay violencia, sí. Policial (la primera) y también de determinados grupos de manifestantes. Ya han muerto tres personas (dos jóvenes que participaban en las protestas y un policía), y hay miles de heridos. Y aunque el centro de Estambul se mantuvo tranquilo este jueves, con un ambiente principalmente festivo, se registraron choques en Sultangazi, un barrio muy humilde en la periferia europea de la ciudad, donde la policía dispersó con un blindado, cañones de agua a presión y gas lacrimógeno a un centenar de manifestantes que intentaron levantar una barricada para cortar el tráfico de una avenida.
Pero pretender reducir a «violencia» este estallido ciudadano es demasiado tosco, demasiado simple y demasiado ciego, cuando no directamente malintencionado.
Foto: Manifestantes en Ankara tratan de protegerse de un cañón de agua disparado por la policía (Umit Bektas / Reuters)
Con razón o sin ella (de eso se trata, de debatir, de poner los problemas y las posibles alternativas sobre la mesa), lo que están reflejando muchos de los ciudadanos que han salido a la calle no es tan solo su rechazo al «autoritarismo» de Erdoğan, por muy arrogante que, en efecto, sea su política. Y no se trata tampoco, únicamente, de la fractura endémica turca entre laicismo e islamismo, aunque eso también exista.
Buena parte de las protestas tienen su origen en la deriva neoliberal que ha adoptado el Gobierno turco, en la privatización de espacios públicos y comunes, en una desigualdad social que, pese a la buena marcha general de la economía turca, ha aumentado considerablemente en los últimos años (Olga Rodríguez recuerda que en 2011, siendo Turquía la economía que más rápidamente crecía de Europa, el 20% más rico gozaba de aproximadamente la mitad de la riqueza del país, mientras que el 20% más pobre solo tenía el 6%); un cóctel explosivo al que han prendido mecha, tras el arranque en el parque Gezi, la violencia de la policía, el efecto contagio en las redes sociales y, especialmente, la torpe y nada conciliadora reacción del Gobierno, incluyendo, además, sintomáticos casos de censura.
Foto: Masiva manifestación en Estambul en el tercer día de protestas contra Erdoğan (Tolga Bozoglu / EPA)
Una de las características más interesantes de los manifestantes concentrados en el parque Gezi es su diversidad, aunque todos compartan su oposición al gobierno de Erdoğan. Así lo refleja en su crónica de este jueves Juan Luis Sánchez, que está cubriendo las protestas de Estambul para eldiario.es:
Laicos, marxistas, anarquistas, musulmanes comunistas, kurdos, feministas, kemalistas, alevíes. Treintañeros con jersey anudado en el pecho, jóvenes a la norma europea, adolescentes con el pelo al cero, maridos con cicatrices, señoras con varices. Perlas, pañuelos, chaqueta y camisa, escotes, boinas, melenas, gomina. Camisetas de fútbol. Y un parque para unirlos a todos.
«Aquí hay gente escuchando y respetando cosas que hace un mes habrían sido motivo de bronca», dice Mehmet Cem echando un vistazo por la plaza Taksim, que da entrada al parque Gezi. «Tengo amigos que en una semana ya ha cambiado su opinión por ejemplo de los kurdos», asegura. «Nunca habían oído nada de ellos si no era en los medios de comunicación… Ahora que los han escuchado en el parque, se fían más de los kurdos que de los medios», ironiza este licenciado en sociología que confiesa que duerme poco, pendiente siempre en las redes sociales de la revuelta en diferentes partes de Turquía. […]
Hablando con Emine el significado político de Gezi Parki adquiere otro matiz: no se trata de que el parque sea un símbolo porque ha sido la excusa para que la gente dijera «basta ya», es que el parque es lo que ha permitido algo impensable para muchos turcos: la unión y convivencia de grupos sociales totalmente diferentes en un espacio común. «La mayoría de las capas sociales que están protestando no son las capas sociales que usan parques vecinales; pero es el parque lo que permite que esas capas se relacionen por fin».
Las etiquetas son fáciles de poner, pero también pueden ser muy reduccionistas. Establecer paralelismos con las revoluciones ocurridas en otros países de Oriente Medio es tentador (por la proximidad geográfica, por las consecuencias regionales, por la ignorancia de constreñir las naciones de mayoría musulmana en una única realidad). Pero lo que está ocurriendo ahora en Turquía, algo que, de momento, es esencialmente urbano, tiene más que ver con las explosiones de protesta ciudadana en Occidente que con la llamada «primavera árabe», no solo porque Turquía no sea una dictadura, y por más que existan notables diferencias con movimientos como, por ejemplo, el 15-M español.
Embed from Getty ImagesBiblioteca popular con libros donados, instalada en el parque Gezi junto a la plaza Taksim de Estambul. Foto: Aris Messinis / AFP / Getty Images
En relación a estas diferencias, Ángel Calleja explica en 20minutos.es que «entre los manifestantes turcos, además de una enorme variedad de clases sociales, tendencias ideológicas y grupos étnicos, también hay militantes y miembros de los partidos de la oposición, mientras que en España, los dirigentes del PSOE e IU que intentaron acercarse al kilómetro 0 de Madrid no lo consiguieron». Por otra parte, añade, «en esta ocasión el enemigo señalado no es el sistema, entendido como la democracia imperfecta que denunció la Acampada Sol, sino el partido del Gobierno».
Hay más semejanzas, no obstante, entre Taksim y Sol que entre Taksim y Tahrir.
En cualquier caso, los análisis de estos días, tanto los que ven en las protestas un levantamiento contra el autoritarismo y el islamismo, como los que las consideran una lucha contra el neoliberalismo y el sistema, revelan que no es fácil simplificar lo que está pasando, y que tal vez sea, al final, una mezcla de todos esos factores.
La realidad siempre es compleja, pero lo importante es que los árboles, aunque sean «menos de quince», no impidan ver el bosque.
Más información y fuentes:
» Erdoğan exige que las protestas antigubernamentales cesen de inmediato (Efe)
» Turquía: Por algo más que un parque y una litrona (Olga Rodríguez, en eldiario.es)
» Un parque para unirlos a todos (Juan Luis Sánchez, en eldiario.es)
» La privatización de los comunes que encendió la Primavera Turca (Bernardo Gutiérrez, en eldiario.es)
» ‘Çapulcu’: los indignados turcos que reivindican sus libertades (Ángel Calleja, en 20minutos.es)
» El partido en el poder mantiene su apoyo en los feudos islamistas (José Miguel Calatayud, en El País)
» As Turkey’s economy booms, deep inequality persists (Reuters)
» Blog en directo sobre las protestas en Turquía (Al Jazeera)
Periodistas españoles informando en Twitter desde Estambul:
@JoseMCalatayud
@llmhurtado
@juanlusanchez
@mikelayestaran
Leer también: El estallido contra Erdoğan: un poco de análisis
Más fotos de las protestas: Hürriyet, showdiscontent, 20minutos.es, El País, Demotix, NBC, Time
«Por menos de quince árboles se han perdido tres vidas». «Hay que poner fin de inmediato a manifestaciones que han derivado en vandalismo». «Los así llamados periodistas, artistas y políticos están provocando las protestas». «Piden la retirada de la policía,… Leer
Residentes del entorno de la plaza Taksim de Estambul colocaron el sábado en sus ventanas refrigerios para los manifestantes (té, agua, leche, limones), no solo para combatir la sed, sino también para contrarrestar los efectos del gas lacrimógeno utilizado por la policía.
La imagen que encabeza esta entrada, publicada en Demotix, fue captada por la fotógrafa Fulya Atalay. Más fotos suyas de las protestas de estos días, aquí, y más fotos de las manifestaciones en Turquía, aquí.
Residentes del entorno de la plaza Taksim de Estambul colocaron el sábado en sus ventanas refrigerios para los manifestantes (té, agua, leche, limones), no solo para combatir la sed, sino también para contrarrestar los efectos del gas lacrimógeno utilizado por… Leer
Empezó hace una semana con una sentada contra la destrucción de un parque en el centro de Estambul y ahora es ya, a causa, sobre todo, de la violenta respuesta policial, una protesta ciudadana masiva contra el gobierno del islamista Recep Tayyip Erdoğan, sin precedentes en los once años que lleva el mandatario en el poder.
Las manifestaciones en Turquía han continuado este domingo por tercer día consecutivo, con nuevos enfrentamientos entre manifestantes y policía en Ankara y Estambul. La policía ha vuelto a reprimir con gases lacrimógenos y cañones de agua al millar de manifestantes que intentaban acercarse a la sede del Gobierno turco, y ha intentado desalojar por la fuerza a las cerca de 10.000 personas que estaban concentradas en una céntrica plaza de la capital. En Estambul la situación parecía algo más tranquila que en los días anteriores, con miles de activistas reunidos en la céntrica plaza Taksim y el cercano parque Gezi, pero la tensión comenzó a subir de nuevo a media tarde y por la noche.
Erdoğan ha reconocido que «ha habido errores» en la actuación policial y ha ordenado al Ministerio del Interior investigar los abusos (Amnistía Internacional denuncia que ha habido al menos dos muertos durante las manifestaciones). No obstante, el primer ministro rechaza las acusaciones de autoritarismo y asegura que no se doblegará ante las protestas: «No tengo nada más que decir si llaman dictador a alguien que es un servidor del pueblo», señaló.
«Todo el mundo debería saber que Turquía es un país en el que existe un sistema parlamentario. Todo método diferente a las elecciones es antidemocrático. No quiero decir que el Ejecutivo no tenga que rendir cuentas ni que pueda hacer lo que quiera, pero, igual que una mayoría no puede presionar a una minoría, tampoco puede una minoría imponer su voluntad a una mayoría», añadió.
Erdoğan cargó asimismo contra la redes sociales, responsables en buena parte de la extensión de las protestas (#occupygezi, #occupy taksim, #direngeziparki, #genelgrevedavet): «Hay un problema que se llama Twitter. Allí se difunden mentiras absolutas», dijo. Y también: «Esa cosa que llaman redes sociales no es más que una fuente de problemas para la sociedad actual».
Éstas son algunas claves de lo que esta ocurriendo, recogidas en la web:
Francisco Veiga, en Eurasian Hub:
[…] The first thing that seems clear is that the Turkish government scored an own goal- i.e., a large part of the damage received has been self-inflicted by the Turkish government itself. The rigidity of Prime Minister Erdoğan and police brutality magnified the importance of what happened. Television images showing the police firing generous amounts of pepper spray against demonstrators were particularly unfortunate, now that it is being discussed the use of sarin gas in Syria by forces loyal to Bashar al Assad. In addition, Erdoğan’s threat of calling his supporters against the demonstrators was a poor public relations move. It was one thing to mobilize AKP followers six or seven years ago, when the Turkish Islamist government seemed under the menace of the military and the judges. But now things have changed, and to appeal to the absolute majority in parliament to justify violent actions or social rupture is an irresponsible move that is little appreciated in western democracies. […]
[…] It is still too early to glimpse what is the role being played by the major powers in this situation. But, at the moment, it seems evident that a large part of the Turkish population has not been won over by the current Turkish model that, after the rift with the European Union, presents itself as non-European. In fact, the Erdoğan government has not managed to redefine a coherent alternative. Turkey is, as of today, a regional power half-way to nowhere, involved in an endless war that it cannot control, in partnership with Saudi Arabia and Qatar, and heading towards confrontation with long-time, useful allies and friends. […]
[…] Erdoğan might be an unsympathetic figure, but he is not a bad politician. He is getting ready to launch a media counterattack that, with the support of prestigious, intelligent party notables such as president Gül, might calm the situation down. However, if he does not take notice and rewrite his own discourse, discontentment will surface again, because «the other Turkey» is as real and tangible as the one giving electoral support to the AKP. […]
Juan Carlos Sanz, en El País:
[…] No hay primavera turca -se trata de un Estado miembro de la OTAN y candidato a la UE- ni indignación por la marcha de la economía -que sigue creciendo pese a la crisis global-, sino malestar social contra el sesgo autoritario del primer ministro Recep Tayyip Erdoğan, en el poder desde hace más de una década. […]
[…] El descontento afloró de forma espontánea ante un Gobierno que impone su mayoría hegemónica (50% de los votos en las legislativas de 2011) y da la espalda a las quejas medioambientales y culturales de los ciudadanos.
Frente a la gestión pragmática que marcó los primeros años del Gobierno del Partido de la Justicia y el Desarrollo (AKP, en sus siglas en turco) para el acercamiento a la Unión Europea, la deriva autoritaria de una formación de conservadores religiosos que aspiraban a ser el equivalente musulmán a la democracia cristiana parece haber conducido a la Turquía de Erdoğan más hacia la Rusia de Vladímir Putin que a la Alemania de Angela Merkel. […]
[…] Tras la reciente legislación que restringe la publicidad y la venta de alcohol, el estallido de la protesta ciudadana en la plaza de ha hecho emerger un movimiento inédito de rechazo al AKP, que se había beneficiado hasta ahora de la debilidad de los partidos de oposición laicos y nacionalistas.
Dorian Jones, en Eurasianet:
Having tripled the size of its economy over the past decade, Turkey is invariably held up as an economic success story. But behind this outward tale of success lies a much darker backstory, one featuring a deepening income gap and crimped workers’ rights.
In 2012, the Ministry of Family and Social Rights revealed that nearly 40 percent of Turkey’s population of over 75.6 million lives at or below the monthly minimum wage of 773 liras, or about $415.19. A further 6.4 percent live below the designated hunger line of 430 liras ($237.95).
At the same time, 63 percent of the country’s bank deposits belong to a mere one-half of a percent of all account holders, according to Turkey’s financial watchdog, the Banking Regulation and Supervision Agency.
Such disparity is causing concern even among government supporters. «There is [a] big social gap between rich and poor. Poverty is getting deep[er] everyday,» warned Akif Emre, an influential columnist for the pro-government newspaper Yeni Safak.
Many members of the country’s labor unions say they are reaping the consequences. «Prices are going up every day, the cost of living is becoming very expensive and workers are in no position to demand extra pay,» claimed the United Metal Workers Union’s international relations head, Eyüp Özer.
«So, what they have to do is work longer and longer hours,» Özer said. «It is not even considered overtime anymore.» […]
Íñigo Sáenz de Ugarte, en Guerra Eterna:
[…] En el fondo, laten sentimientos de furia y rechazo a un Gobierno imbatible desde hace una década en el Parlamento, habituado a contar con el 50% de los votos y con una oposición débil e incapaz de hacer mella en el partido en el poder. No es un régimen de partido único, pero la falta de alternancia y los en general buenos resultados económicos han convertido a Erdoğan en un político que tiende a creer que es el líder vitalicio de Turquía.
Los jóvenes de Estambul y de otras ciudades denuncian la islamización silenciosa de la vida cotidiana. Esa oposición latente es menor en el interior del país, aunque relevante en las grandes ciudades. […]
[…] Resulta difícil de creer que esta movilización pueda poner en peligro el poder de los islamistas. Erdoğan continúa siendo el político más popular y el crecimiento está asegurado en la economía. Pero con el poder casi absoluto viene con frecuencia la arrogancia, despreciar a la gente que se atreve a salir a la calle y responder a cualquier provocación con la máxima violencia permisible.
Lluís Miquel Hurtado, en El Mundo:
Tras un fin de semana con Turquía empantanada, el lunes es una prueba de evaluación de la furia ciudadana. «Es época de exámenes. Los universitarios irán corriendo a acabar los suyos en el menor tiempo posible y volverán a Taksim para proteger el parque Gezi», aseguraba Kivanç a Elmundo.es en la madrugada del lunes. A esa hora, un grupo de manifestantes se retiraba de las barricadas: «Vamos a descansar para tomar el próximo relevo».
Durante la noche del domingo el ‘hashtag’ #genelgrevedavet (Invitación a la Huelga General) coronaba la lista de ‘trending topics’ turcos en Twitter. En Turquía, un país en el que las huelgas generales no están permitidas, un hecho así supondría un desafío ciudadano sin precedentes en la historia. Quieran o no, con el centro de Estambul inhabilitado para el transporte, el lunes será más difícil de lo habitual llegar al trabajo.
En Ankara, la capital del país, no están las cosas más tranquilas. Las virulentas cargas del domingo, que dejaron decenas de heridos, han enfurecido a los manifestantes. Kizilay, la plaza central de la ciudad, fue campo de batalla hasta altas horas de la noche. Sus fatales consecuencias tampoco hacen presagiar que, en el tuétano de la República de Turquía, las cosas vuelvan a su cauce con la vuelta a la semana laboral. […]
Tim Arango, en The New York Times:
[…] In full public view, a long struggle over urban spaces is erupting as a broader fight over Turkish identity, where difficult issues of religion, social class and politics intersect. And while most here acknowledge that every Turkish ruling class has sought to put its stamp on Istanbul, there is a growing sense that none has done so as insistently as the current government, led by Mr. Erdoğan’s Islamist-rooted Justice and Development Party, despite growing resistance. […]
[…] The swiftly changing physical landscape of Istanbul symbolizes the competing themes that undergird modern Turkey — Islam versus secularism, rural versus urban. They highlight a booming economy and a self-confidence expressed by the religiously conservative ruling elite that belies the post-empire gloom that permeates the novels of Istanbul by Orhan Pamuk, Turkey’s Nobel laureate and most famous writer.
Mr. Erdoğan’s decade-long rule has dramatically reshaped Turkey’s culture by establishing civilian control of the military. It has broken down rules of the old secular order that now permit the wide public expression of religion, seen in the proliferation of women wearing head scarves, by the conservative masses who make up the prime minister’s constituency. His rule has also nurtured a pious capitalist class, whose members have moved in large numbers from rural Anatolia to cities like Istanbul, deepening class divisions.
The old secular elite, who consider themselves the inheritors of the legacy of Mustafa Kemal Ataturk, modern Turkey’s secular founder, have chafed under these transformations. So, too, have liberals, who do not label themselves Kemalists and are tolerant of public displays of religion. But they object to Mr. Erdoğan’s leadership style, which they describe as dictatorial, and are put off by many of the development projects on the grounds of bad taste, a view imbued with a sense of social elitism.
For many, it has also created a sense of resentment and loss — for longtime residents, urban intellectuals and many members of the underclasses who are being pushed from their homes so that upscale housing complexes and shopping malls can be built.
And there is much more on the drawing board that evokes greater ambitions and controversies: the world’s largest airport, the country’s biggest mosque, and a proposed canal that would split Istanbul’s European side and is so audacious that even the project’s most vocal supporter, Mr. Erdoğan, has called it «crazy.» Ground has already been broken on a third bridge over the Bosporus, named for a contentious Ottoman sultan who was accused of massacring Alevi Muslims, a large minority in Turkey. […]
Ariel Ben Solomon, en The Jerusalem Post:
[…] Efrat Aviv, a researcher at the Begin-Sadat Center for Strategic Studies and a lecturer in the department of Middle East studies at Bar-Ilan University, who closely follows the Turkish media, told The Jerusalem Post that it is difficult to find out what is going on because Turkey does not have a freedom of the press and its media are not broadcasting much about the protests. In addition, she said, one of her contacts inside the country said that on Saturday, Facebook and Twitter were shut down for a few hours.
Aviv sees the outburst as a result of a building tension that blew up because of a number of factors that have been irritating a large segment of the population, and not only secular Turks, but also some religious people and Erdoğan voters.
The jailing of generals and political activists, the limitations on alcohol and smoking, the failure to act in Syria, which has created a major refugee problem in Turkey, police brutality, and upset over the peace process with the Kurds were already on the minds of much of the public when the police overreacted at the park, causing masses to turn out in protest, after what might have been a non-event if not for the police action.
However, perhaps it was just a matter of time before an event like this caused things to boil over.
«Erdoğan is not Mubarak,» said Aviv, adding that she does not see this like an Arab uprising. Perhaps the protesters got some inspiration about the power of the people from the uprisings, but Turkey is a democracy, not a perfect one, but definitely on a completely different level than the Arab states, she said. […]
Gregory Gillette, en The Arabist:
[…] Turkey’s myriad of political, social, religious, ethnic and indeed athletic factions have never been so united in recent history, as evidenced by the hundreds of groups represented today. They are finding a deep sense of strength in the peace between what was formerly a series of divisions continually simmering below a thin veil of national unity. They are working together as well to ensure theirs is seen as a peaceful movement, preventing demonstrators from responding violently to police – for now. […]
Fotos de las protestas, aquí.
Empezó hace una semana con una sentada contra la destrucción de un parque en el centro de Estambul y ahora es ya, a causa, sobre todo, de la violenta respuesta policial, una protesta ciudadana masiva contra el gobierno del islamista… Leer
«La gente está empezando a hablar de ‘primavera turca’. Bueno, no lo sé, pero estaría bien», decía este viernes un estudiante de Estambul al corresponsal del diario El País. Por la noche, cientos de luces de viviendas en los edificios de la ciudad se apagaban y se encendían en solidaridad con los manifestantes. El espectacular momento lo recogió Khalel Akil en este vídeo, que colgó en su página de Facebook:
Decenas de manifestantes resultaron heridos este viernes al utilizar la Policía gases lacrimógenos y cañones de agua para dispersar a miles de personas que se habían concentrado en torno a la plaza Taksim, en la parte europea del centro de Estambul, para protestar contra la destrucción de los árboles del Parque Gezi, donde las autoridades han decidido construir, entre otras cosas, un centro comercial.
Las protestas comenzaron el pasado lunes con una acampada en el parque, y desde entonces se han convertido en una amplia movilización contra el Gobierno del Partido Justicia y Desarrollo (AKP, islamista moderado) de Recep Tayyip Erdoğan. Tienen, además, muchos elementos comunes con otros movimientos ciudadanos globales de protesta social, como el de los «indignados» o el movimiento «Occupy» (Occupy Gezi, Occupy Taksim). La etiqueta de Twitter #Direngeziparki (el parque Gezi resiste) ha sido una de las principales tendencias mundiales en esta red social durante estos días.
Foto: Cañones de agua contra los manifestantes en la plaza Taksim de Estambul, este viernes (Tolga Bozoglu / EPA)
Las manifestaciones se han extendido también a Ankara, donde las fuerzas de seguridad utilizaron asimismo este viernes gas lacrimógeno para dispersar a un grupo de personas que intentaba alcanzar la sede del AKP. Los manifestantes de la capital, en su mayoría simpatizantes del opositor Partido Republicano del Pueblo (CHP), protestaban inicialmente contra las restricciones a la venta de alcohol aprobadas hace unos días por el Gobierno, pero terminaron coreando consignas en solidaridad con las movilizaciones de Estambul.
Amnistía Internacional ha acusado a la policía turca de haber empleado un «uso excesivo de la fuerza» contra manifestantes pacíficos: «El uso de la violencia a esta escala por parte de la policía parece diseñado para cumplir un doble objetivo: negar el derecho a la protesta pacífica y disuadir a otras personas para que se unan a ella», ha indicado este viernes John Dalhuisen, director del Programa para Europa y Asia Central de esta organización. El ministro turco del Interior, Muamer Guler, ha prometido investigar la actuación de las fuerzas de seguridad para determinar si se han excedido en su respuesta.
«La movilización ya no es sólo por los árboles del parque, sino porque a una gran parte de la población no le gusta la dirección que está tomando el país. Nos quedaremos aquí esta noche y dormiremos en la calle si hace falta», dice a Reuters en Estambul Mert Burge, un estudiante de 18 años. «Es una protesta espontánea en la que participa mucha gente de clase media, hay un enorme apoyo social. No es obra de un partido, sindicato u organización de izquierda determinada», asegura a Efe otro manifestante cerca de la plaza Taksim. Y Betul Tanbay, de la Plataforma Taksim (creada en un principio para protestar contra las obras en la zona) dice a El País: «Esto va más allá de Taksim y la reurbanización. Tras la violencia empleada por la policía… Es como los ‘indignados’ en España».
Más fotos de las protestas, aquí y aquí.
Más información y fuentes:
» ‘Occupy Taksim’ grows in spite of crackdown (Hürriyet)
» Turkish police fire tear gas in worst protests in years (Reuters)
» Varios heridos en una protesta contra la eliminación de un parque en Estambul (Efe)
» Violentos enfrentamientos entre policía y manifestantes en el centro de Estambul (El País)
» Turkey must halt brutal police repression and investigate abuses at Istanbul protest (Amnistía Internacional)
» Adiós al parque de Estambul (vídeo)
«La gente está empezando a hablar de ‘primavera turca’. Bueno, no lo sé, pero estaría bien», decía este viernes un estudiante de Estambul al corresponsal del diario El País. Por la noche, cientos de luces de viviendas en los edificios… Leer