Los cambios prometidos por el régimen de Bashar al Asad (nuevas caras para el Gobierno, pero nada de oposición) no han conseguido aplacar las protestas en Siria, al tiempo que la represión se ha recrudecido, más aún, en las últimas horas.
Al menos 20 personas han muerto este lunes cerca de la ciudad de Homs, a causa de disparos realizados por las fuerzas de seguridad contra cientos de opositores al régimen que permanecían en las calles, según las primeras informaciones de testigos. Poco antes del ataque, el gobierno había asegurado que no toleraría una protesta que tachó de «insurrección armada».
«Homs está hirviendo. Las fuerzas de seguridad y los matones del régimen han estado provocando a las tribus desde hace un mes. Pero un gran número de civiles tomaron las calles en diferentes áreas de Homs anoche y fueron tirotetados a sangre fría», manifestó a la agencia Reuters un activista por los derechos humanos, cuyo nombre no ha trascendido.
Mientras, entre nuevos enfrentamientos con la policía, una manifestación de miles de personas acompañó este lunes en Talbisa los féretros de ocho opositores que murieron el domingo. Fue precisamente en esta localidad, próxima a Homs, al norte de Damasco y cerca de la frontera con el Líbano, donde se registraron anoche los primeros disturbios.
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