La bala en el sobre

22/2/2012 | Miguel Máiquez

El Comité para la Protección de los Periodistas (CPJ, por sus siglas en inglés) presentó este martes en El Cairo su informe anual sobre los ataques a la profesión en todo el planeta. Al margen de la trágica cifra de informadores muertos en el ejercicio de su profesión (46 en 2011), el informe destaca dos cosas: un aumento general de la censura gubernamental y un incremento de las amenazas a los periodistas mediante el uso de las nuevas tecnologías.

El peor país para ejercer el oficio sigue siendo Pakistán (por segundo año consecutivo), con siete asesinatos en total, pero la situación ha empeorado especialmente en Oriente Medio, donde al menos 19 periodistas murieron el año pasado desempeñando su labor, frente a los seis fallecidos en 2010. Es decir, trece más.

El Comité denuncia que las autoridades han ejercido, o han tratado de ejercer, un control de la información en las revueltas populares de los países árabes, tanto sobre los medios de comunicación tradicionales como sobre los surgidos a partir de las nuevas tecnologías (redes sociales y móviles, principalmente). Un ejemplo, los cortes de Internet y de telefonía móvil durante la revolución egipcia que obligó finalmente a renunciar al presidente Hosni Mubarak en febrero de 2011.

Irán ostenta el récord de detenciones, con 42 periodistas presos, debido, según señala el CPJ, a la campaña de intimidación contra la prensa que comenzó hace más de dos años tras las elecciones presidenciales.

En Siria, donde, en un clima ya de práctica guerra civil, continúa la represión del régimen de Bashar Al Asad contra la rebelión, al menos cuatro periodistas han perdido la vida desde comienzos de 2012.

Según indica el informe del CPJ, las autoridades sirias han reclutado técnicos informáticos para espiar los correos electrónicos de los informadores de la oposición, atacar páginas web y «controlar la difusión de todo tipo de datos». Además, un grupo de ‘expertos’, conocido como el Ejército Electrónico Sirio, «tortura a los periodistas para obtener las contraseñas de sus cuentas en redes sociales como Facebook, y acceder así a su información personal y a la de otros contactos», según indicó el subdirector del CPJ, Robert Mahoney, a la agencia Efe.

Las amenazas a los periodistas, añade Mahoney, también pueden llegar «a través de llamadas telefónicas, correos electrónicos o, de forma más gráfica, introduciendo una bala en un sobre».

La buena noticia, al menos, es que, según el CPJ, Irak lidera la lista de los países que menos combaten a los periodistas.


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